Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado
La Didàctica de l'unionisme. En dos días, los dos partidos dinásticos del nacionalismo español, PP y PSOE, han dado pasos para acercarse a lo que llaman "la cuestión catalana" que no es otra cosa que la "cuestión española" y la incapacidad de los nacionalistas españoles de ver lo que está pasando. El gobierno (en realidad, el PP) ha formado una
task force, compuesta por dos mujeres para explicar su punto de vista (o sea, el del PP) sobre el independentismo catalán en las cancillerías extranjeras. Una de las mujeres es una diplomática con experiencia y una carrera anodina; la otra responde al sonoro nombre de Cristina Ysasi-Ysasmendi Pemán, es asesora directa de Rajoy en La Moncloa y nieta de un militar golpista del 36 y de un vate reaccionario y fascista. Y ella, una franquista convencida. Que esta gente mande una franquista al extranjero a explicar la Constitución a la que unos franquistas se opusieron mientras otros franquistas la redactaban, dice todo sobre la transición y sobre las neuronas de esta banda de corruptos que hay en el gobierno central.
Por otro lado, el PSOE ha delegado en Margarita Robles, reciente incorporación, la tarea de formular algo con sentido para Cataluña que no sean las habituales tarascada españolistas de Sánchez. Y, en efecto, Robles se esmera... en liar las cosas demostrando que no solo no entiende nada sino que cree que puede quedarse con el personal. Promete una reforma de la Constitución que sabe que no podrá hacer y, al amparo de esa no-reforma, un referéndum en Cataluña, pero sin explicar su alcance. El tercer partido, Podemos, que suspira por ser también dinástico promete igualmente un "referéndum pactado con el Estado". O sea, nada. ¿Cuál habrá de ser la actitud de los indepenentistas?
Traigo la versión castellana del artículo por si alguien siente curiosidad.
La didáctica del unionismo
A trancas y barrancas, a regañadientes, porque no les queda otro remedio, los dos partidos dinásticos, PP y PSOE y el que aspira a serlo, Podemos, empiezan a percatarse de que lo de Cataluña va en serio y que el independentismo no se frena. Por eso han decidido moverse. Quieren demostrar que ellos también tienen ideas y que la iniciativa política no es monopolio de estos insufribles catalanes. Cada uno en su inimitable estilo por supuesto.
Reconfortado con el homenaje a Rajoy de una alcaldesa del PP en Toledo, que ha proyectado una imagen de Franco y otra de Himmler sobre las torres de un castillo, el gobierno ha movido ficha. Con ese mismo recio espíritu imperial, envía a una franquista a explicar la Constitución española. La señora Cristina Ysasi-Ysasmendi Pemán, nieta de un militar golpista y un insoportable vate fascista, tiene la misión de contraprogramar la labor exterior de la Generalitat. La pregunta de cómo entenderá la Constitución una franquista tiene fácil respuesta: muy bien. En parte, la redactaron los propios franquistas y la que no lo hicieron, no la aplican, salvo para asfixiar a los catalanes.
Que la mensajera sea una franquista y, probablemente, por ello mismo, una incompetente, es aquí accesorio. Lo increíble es que el gobierno mande funcionarios (como si no bastara con los diplomáticos de carrera destinados en el exterior) a explicar su versión de partido (pues doña Cristina es, antes que nada, una funcionaria del PP) de la Constitución española. Y, así, caiga en la trampa de internacionalizar el conflicto que es precisamente lo que los independentistas quieren. Sin darse cuenta, además, de que los auditorios, por regla general, hacen más caso a las visiones críticas de los problemas que a las oficialistas. A fuer de franquistas, unos verdaderos negados.
A su vez, el PSOE ha sacado a su reciente reincorporación, Margarita Robles que, por haber vivido y trabajado en Cataluña, tiene una sensibilidad mayor y quizá sea capaz de enderezar las barbaridades imperiales del muy madrileño Pedro Sánchez. Como jurista experimentada también se supone que sabrá hilar fino y hacer digerible la posición unionista a ultranza del PSOE. Propone Robles reformar primero la Constitución en un sentido federal y hacer luego un referéndum
Oculta Robles –pues no creo que lo ignore- que es imposible que pueda hacerse esa reforma constitucional con las mayorías que hay y seguramente habrá en las cámaras. Sigue ocultando Robles cuál sería el contenido de ese referéndum catalán, si de autodeterminación o sobre otro estatuto. De esta forma su posición es menos cuartelaria que la del PP; incluso menos que la del secretario general del PSOE, pero sigue siendo lastimosamente alejada de la situación actual en Cataluña.
Por último, los llamados “emergentes” de Podemos, esto es, los aspirantes a dinásticos españoles en sustitución del PSOE, vienen a decir lo mismo que Robles: referéndum pactado con el Estado. De momento, dicen con Robles, según la legalidad vigente, no puede hacerse, pero dejad que cambien las cosas, que nosotros pintemos algo y ya veréis cómo lo hacemos. Vuelve a ser tan falso como el discurso de Robles por dos razones: 1ª) no es verdad que la legalidad vigente impida el referéndum. La legalidad vigente no impide nada. Lo que lo impide es la voluntad política contraria del gobierno y de la oposición. 2ª) no hace falta esperar a más elecciones. Si de verdad Robles y Podemos apoyan un referéndum en Cataluña, que lo reclamen ya.
Una vez más, los unionistas no parecen entender el fondo de la cuestión. Este es que ni los indepes catalanes ni nadie en su sano juicio en estas circunstancias, admitiría una situación en la que Cataluña, sus derechos y libertades, sigan estando al albur de que otra mayoría absoluta parlamentaria vuelva a llevar al gobierno central a una banda de corruptos empeñados en hacer que Cataluña involucione. Decididos a someterla y seguir esquilmándola como hacen con el resto de los territorios del Estado.
La transición fue muchas cosas, según quien hable de ella, pero algo sí parecía claro: se trataba de liquidar el franquismo. Ese franquismo que ha renacido más oscurantista, centralista y corrupto que nunca en 2011. Ahora ya no es tiempo de más reformas cosméticas. Es tiempo de que esa posibilidad no pueda volver a darse.
Los unionistas españoles harían bien en entender de una vez que el problema no está en Cataluña, sino en España; que el problema no lo tienen los catalanes, sino los españoles que, mientras no sean capaces de acabar con este cadáver insepulto, no saldrán del agujero.
Y la cosa es bien sencilla. Se empieza por reivindicar la República, cosa que hacen los indepes catalanes pero que ninguno de los tres partidos españoles mencionados se atreve siquiera a insinuar.