En las memorias de quienes vivieron los años oscuros del nacimiento de los fascismos suele aparecer una observación: al principio, la gente normal, se tomaba a risa aquellas formaciones y organizaciones de exaltados y radicales. Hasta que los llantos y la sangre anegaron Europa.
El fascismo tiene siempre un punto ridículo, pero escasa gracia. En efecto, las redes hicieron picadillo el discurso patriótico del político catalán. Mucho ingenio, sí; y mucho peligro. El discurso de Rivera fue una típica arenga fascista, al estilo de La conquista del Estado con una retórica joseantoniana. Añádase el comportamiento de los "descontrolados" que van embozados provocando y luego resulta que algunos son de C's y se va componiendo el cuadro del auge de un movimiento de ultras con una base electoral fuerte, alimentada por su demagogia anticatalana llevada a sus últimas consecuencias.
Demagogia anticatalana pero aplicando tácticas, por asi decirlo, catalanas. Lo que la arenga de Rivera inauguraba era una organización social, al estilo de la que tienen en Catalunya y es un fracaso, la SCC. Aquí se llamará España ciudadana y será interesante ver si prospera como las catalanas.
La prensa apenas ha prestado atención a este acto de vintage fascista cañí (aparición de Marta Sánchez), con la atención al mundo cosmopolita (opción Manuel Valls) y todo envuelto en los gritos de rigor de España, una, grande, libre. El nombre del caudillo está por ver, porque hay competencia.
La que representa el PSOE de Sánchez, que enarbola la misma bandera nacional-española y encabeza la facción más dura del 155, la más beligerante con el independentismo. Hasta el extremo de atacar a Torra por "racista" y compararlo con Le Pen. Es una muestra palmaria del proceso de fascistización del secretario general. A nada que lea los textos de los que habla, verá que Torra no es racista y sabe perfectamente que si alguien en España está relacionado con Le Pen son sus socios C's. El fascismo es así, típicamente proyectista: te acusa de hacer lo que él hace.
Sánchez apunta alto como candidato al caudillaje nacional-español: quiere prolongar indefinidamente el 155, con mayores restricciones y sin convocatoria de elecciones.
Como se ha dicho a veces chez Palinuro, esto es la dictadura. Seguramente esa que anhela el socio de Sánchez, que no tiene libertad, pero sí cierta paz y orden. El mismo que propone restringir las redes sociales en estado de excepción. Un ámbito que los psicópatas que redactaron la Ley Mordaza pasaron por alto, en donde rige la más descarada libertad de expresión y en donde se confunde la libertad con el libertinaje, como decía Franco.
Claro que los socialistas no se quedan atrás y proponen modificar el Código Penal para que se tipifique como delito de rebelión cualquier manifestación aunque sea pacífica. A estos efectos, ¿hay alguna diferencia apreciable entre el PSOE y C's? A mi entender, no. Y más; tampoco la hay entre esos y el PP. El triunvirato del 155 impera.
Lo que hay en España es una dictadura de hecho del 155 que, aunque sea levantado si el gobierno corrige su error de vetar la publicación de los nombramientos, lo será muy transitoriamente y con un escrutinio permanente de los actos de la Generalitat que tendrán siempre un grado elevado de confrontación. El 155 estará presente como amenaza extraordinariamente fácil de cumplir pues depende de la aprobación del Senado.
Como presente estará la resistencia de una población empeñada en recuperar el pleno uso de sus instituciones republicanas y su derecho a decidir.