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dijous, 5 de febrer del 2009

Con la banca hemos topado.

Poco a poco va quedando claro quiénes son los villanos de esta obra en la que se ventila la crisis más grave que ha sufrido el capitalismo desde su fundación: los bancos.

Lamento repetirme pero conviene recordar que eran los bancos de inversiones, esos entes descomunales que se desarrollaron en los años de Jauja cuando había dinero en abundancia y todo el mundo se endeudaba alegremente, unos bancos especiales que surgieron al calor de la globalización y de la circulación libre de capitales, entidades opacas a los sistemas tradicionales de control que crecieron en los movimientos especulativos acumulando beneficios enormes, primas y salarios de altos ejecutivos sin parangón. Cuando la burbuja inmobiliaria en los EEUU reventó, todos estos bancos de inversiones (Lehman Brothers, Bearn Stearns, etc) naufragaron. Y no sólo ellos sino también extraños esquemas financieros que en el fondo era estafas, como la de Madoff porque en el capitalismo globalizado la línea que separa las actividades financieras legales y las delictivas es muy tenue; si es que es.

Las quiebras y las intervenciones públicas en situación de emergencia trasladaron la crisis financiera a la economía "real". Los bancos comerciales, no pudiendo saber hasta qué punto estaba comprometido cada uno de ellos con las actividades de la banca de inversiones, empezaron a no fiarse unos de otros y a no prestarse dinero recíprocamente, criterio que se mantiene aunque el euribor haya descendido. Y este credit crunch es el principio del círculo vicioso de la recesión: los hipotecas no se pueden pagar; una ingente cantidad de títulos de créditos no valen ni el precio del papel en que están impresos; falta de crédito, la economía se contrae; la economía contraída es menos empleo y mayor descontento social, más cierres de empresas y más gentes en el paro; menos posibilidades de garantizar los préstamos; menos créditos, etc.

Todos los Gobiernos han intervenido para salvar la situación facilitando liquidez a la banca comercial. ¿Y qué ha hecho ésta en España? Emplear ese dinero en enjugar sus deudas, pero sin abrir el crédito a las familias y a las pymes. Son los bancos quienes, tras haber provocado la crisis, impiden que la economía remonte. Eso es evidente en España y de ahí que un ministro del Gobierno del señor Rodríguez Zapatero profiriese algún tono más alto que otro a propósito de la banca; pero el segundo del PSOE ya lo ha contrarrestado, en una muestra de celeridad servil que prueba a qué extremos está el gobierno enfeudado a la banca.

La bajada de los tipos de interés, primero en los EEUU y después en Europa, responde al intento de facilitar la recuperación económica. Acorde con ello, también ha bajado el euribor. Pero no para la gente. Ayer, la ministra de la Vivienda, señora Corredor, en un chat con los lectores de 20 Minutos insistió en un par de ocasiones en sus temas preferidos para engañar a los usuarios que buscan vivienda. Aseguraba la señora Corredor que la situación está mejor porque el euribor está bajando. Es imposible que esta señora ignore que, aunque el euribor haya bajado, los bancos no repercuten ese descenso en los clientes porque, en lugar de añadirle un 0,70 por ciento, añaden 2,4 por ciento con lo que las hipotecas siguen igual de caras.

Sí, son los bancos los responsables de la crisis, pero no parece que el gobierno del señor Zapatero haga o vaya a hacer algo que obligue a la banca a facilitar la salida de la crisis.

(La imagen es una foto de Swisscan, con licencia de Creative Commons).

dimarts, 3 de febrer del 2009

¿Quién tiene la culpa de la crisis?

El señor Rodríguez Zapatero se reunió ayer con los principales banqueros del país (que en el año 2008, según Público, ganaron dos millones de euros por hora) para rogarles que hagan el favor de canalizar a la gente y a las pymes algo de los 150.000 millones de euros de dineros públicos que el Estado les ha "inyectado" porque no es hora de acumular más beneficios, sino de arrimar el hombro.

Los banqueros le contestaron con una teórica, explicándole -y con él a todos los españoles que no ganamos dos millones de euros por hora- que si la economía no se ha hundido ya del todo es gracias e ellos y que la culpa de la crisis la tiene el Gobierno y la tenemos la gente corriente y moliente por endeudarnos en exceso, y que ahora vienen tiempos difíciles.

Eso se llama desvergüenza, vulgo tener un morro que se lo pisan. Veamos la secuencia de los hechos:

1.- La crisis estalla causa de los fondos de riesgo con los que los bancos de inversiones estadounidenses y en todo el mundo han estado especulando codiciosa e irresponsablemente.

2.- Se transfiere luego a la banca comercial (los de los dos millones de euros por hora de beneficios) en forma de falta de confianza mutua y restricción del crédito.

3.- La restricción del crédito asfixia las economías, que entran en recesión.

4.- La crisis se generaliza y los Estados -entre ellos el español- intervienen inyectando miles de millones en los bancos comerciales para mantener vivo el crédito.

5.- Los bancos comerciales no hacen tal cosa sino que dedican los fondos a sanear sus cuentas y siguen restringiendo el crédito con la recesión a punto de convertirse ya en una depresión.

Realmente, ¿quiénes son los culpables? Está muy claro: los bancos de inversión en primer lugar y los bancos comerciales en segundo lugar. O sea, los bancos. Como es lógico porque son los únicos que pueden desatar una crisis con sus medidas. Haga lo que haga la gente, nunca pondrá en marcha una recesión.

Está claro: un morro que se lo pisan e igual que los terroristas israelíes culpan a las víctimas palestinas de sus muertes, los bancos culpan a la gente de los problemas que sólo ellos han causado.

Antes había razones económicas y financieras para nacionalizar los bancos. Ahora también las hay políticas: que vayan a reírse de sus familiares.

(La imagen es una foto de Steve Rhodes, con licencia de Creative Commons).

dimarts, 9 de desembre del 2008

La mafia del ladrillo al descubierto.

La noticia de El País era bien clara: Martinsa se apuntó revalorizaciones de terrenos hasta del 19.000%, es decir, solares que valían trescientos mil euros pasaban a valer sesenta y cinco millones. Aquella fabulosa burbuja inmobiliaria que nadie se explicaba, con unos precios que no hacían si no subir y subir y subir, a pesar de las continuas advertencias de organismos internacionales de que estaban sobrevalorados, tenía un origen ordinario, casi de cajón: unos sinvergüenzas robando a todo trapo; unos tipos, magos de la "ingenieria financiera" que sacaban millones de donde no había nada. Y lo hacían con el concurso y la complicidad directa de las entidades financieras. Al parecer, la (presunta; aquí es siempre todo presunto) estafa de Martinsa venía avalada por no sé qué tasadora que estaba participada al ciento por ciento por Cajamadrid que luego daba los créditos hipotecarios para comprar unas propiedades que ella misma había ayudado a sobrevalorar. Y las agencias de calificación de riesgo haciendo la vista gorda.

Y tan gorda. Como para no ver delitos y estafas en donde probablemente los había. Porque si esto es lo que hacía Martinsa, habrá que ver qué hicieron Mortinsa, Partensa, Putensa y todos los demás para conseguir que los precios de las viviendas en España se dispararan e hipotecar así de por vida a generaciones enteras en uno de los mayores actos de despojo que hayan visto los tiempos. Porque eso fue un delito y una estafa. Una estafa como el famoso "toco mocho", cuando pringaba a los compradores en hipotecas para adquirir bienes sobrevalorados, concedidas alegremente, sin avales, sin garantías o con avales cruzados por los mismos que las habían sobrevalorado. Toda esa gente que ahora se encuentra con que sus viviendas valen aproximadamente la mitad de la hipoteca que ha suscrito y que la tiene ahogada...en época de penuria y sin empleo.

Además del toco mocho, esta presunta estafa se incardina en la mecánica de la ingeniería financiera de "futuro", como la de Afinsa: imposiciones con rentabilidad fabulosa, créditos a go go, basados en la creencia de que la espiral de la estafa seguirá funcionando en el futuro, que cada vez se reclutarán más ingenuos para pagar los intereses comprometidos, que los precios de las viviendas no bajarán ni la demanda caerá.

Pues la demanda ha caído, el futuro se ha cerrado, las inmobiliarias están todas en concurso de acreedores, las hipotecas en impago y los precios inflados por los codiciosos y sinvergüenzas de turno tienen que bajar. En este contexto se entiende el perfil moral de la ministra de la Vivienda, doña Beatriz Corredor, que lleva meses tratando de impedir que esto suceda, que bajen los precios, y empujando a la gente a seguir comprando a precios inflados. Habrá gente que pague el pato, todos los entrampados en hipotecas basura (se calculan en unos 60.000) para los que el Estado habrá de encontrar una solución. Pero los precios tienen que bajar porque es la única forma de salir de la crisis. Aunque la mafia del ladrillo acabe toda en la cárcel que es en donde debiera estar por haberse enriquecido a base de imposibilitar que la gente acceda a un derecho reconocido con la boca chica por esta celebrada Constitución cuyo trigésimo aniversario acabamos de celebrar.

(La imagen es una foto de sicoactiva, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 18 de novembre del 2008

El bucle perverso.

Es el nombre que se me ocurre para designar ese curioso rasgo de la crisis financiera global, consistente en que cada vez que las autoridades políticas y económicas anuncian medidas para hacerle frente, las bolsas reaccionan a la baja y la crisis se agrava; y a más contundencia y mayor alcance de las medidas, más bajadas de las bolsas y mayor agravamiento. Supongo que es lo que los teóricos de sistemas llaman un ciclo de retroalimentación negativo, pero ese nombre carece de encanto. "Bucle perverso" es más gráfico, aunque haya que explicarlo. Y explicado queda. Recuérdese: anunció la Casa Blanca el famoso plan de los 700.000 millones de bucks y al día siguiente hubo un descalabro en las bolsas; se comprometieron los europeos reunidos en París a una batería de contundentes medidas para tranquilizar, asegurar, garantizar, etc, etc y un día después los parqués (como dicen los entendidos, que llevan un tiempito sin entender nada) se vinieron abajo; se reunió la crême del poder económico mundial en Washington, anunció estar dispuesta casi a refundar el capitalismo y ayer hubo desplome generalizado y el Citigroup, el mayor banco del mundo, anunció 53.000 despidos, mientras menudeaban las peticiones de salvamento de otros bancos menos vistosos. A lo mejor hay que dejar de hacer declaraciones que son contraproducentes, trabajar más en sigilo y confiar en que el capital financiero, tan dado a la especulación, se calme un tanto. Porque de seguir así a la próxima reunión que se convoque para tranquilizar a los mercados a lo mejor tiene que ir el Papa como representante de Dios en la tierra a hacer un milagro. Pues la situación es grave y quizá estemos en puertas de un pánico generalizado. Ayer decía el flemático El País que el temor a las quiebras bancarias y los desplomes de las bolsas han llevado a algunos ahorradores a sacar sus fondos para volver a guardarlos en el colchón. Habrá que hacer algo antes de que ese "algunos" se convierta en "todos".


(La imagen, que muestra la sede de Citibank, es una foto de teufel, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 25 d’octubre del 2008

La causa de la crisis.

Todo lo que nos sucede a los seres humanos, excepción hecha de los fenómenos naturales y aun en estos hay mucha tela que cortar, es obra nuestra. Los dioses no existen y, si existen, no se ocupan de nosotros, como decía el filósofo. Somos los hacedores de nuestros destinos y no tenemos a quien responsabilizar de nuestra suerte buena o mala sino a nosotros mismos. En lo atingente a las cosas humanas tampoco existe el azar, que no es otra cosa que un proceso causal cuya razón desconocemos. Así que si hay una crisis mundial de las pavorosas dimensiones que los medios publicitan incluso con cierta alegría malsana, en algún momento y en algún lugar alguien hizo o dejó de hacer algo que, andando el tiempo, provocó el desastre.

Hará cosa de dos días el otrora gobernador de la Reserva Federal de los Estados Unidos durante 18 años (de 1988 a 2006), Alan Greenspan, el hombre que dominaba las finanzas de los EEUU y, por extensión, del mundo entero, compareció ante una comisión de investigación parlamentaria convocada para estudiar las causas de la crisis financiera mundial y hubo de escuchar la siguiente pregunta de uno de los congresistas: "¿Cree Vd. que su ideología lo obligó a tomar decisiones de las que después se arrepentiría?" A lo que el celebrado Salomón de los mercados tuvo que respoder: "Sí, he encontrado un fallo. No sé qué importancia o duración tiene. Pero estoy muy afectado por ello."

Bingo. La ideología. ¿Qué ideología? Antes de responder déjenme contar una brevísima historia.

Hacia fines de los años sesenta un ya maduro Alan Greenspan, brillante intelectual judío, formaba parte del círculo fiel e íntimo de la afamada novelista Ayn Rand, gurú literaria, filosófica y política del más extremo, histérico y agresivo neoliberalismo estadounidense entonces in fieri. El credo ideológico de aquella secta llamada "objetivista" era el que pueden Vds. sufrir hoy todos los días en la COPE o leer en Libertad Digital o escuchar a la señora Esperanza Aguirre como si fuera una novedad, una original audacia: fuera el Estado, todos los poderes al mercado que se autorregula a sí mismo por el ingenioso procedimiento de que cada cual mire por sus intereses y así se conseguirá el bienestar general y a quien Dios (que no existe) se la dé, San Pedro (que tampoco existe) se la bendiga. Sin duda habrá crisis de vez en cuando pero se resolverán solas con unas empresas que se arruinarán y otras que prosperarán, muchos trabajadores irán al paro, pero se recolocarán en nuevas empresas; altos y bajos normales en los mercados como pasa con la vida y, sobre todo, sobre todo, sobre todo, ¡abajo las regulaciones, fuera las sucias manos del Estado de la economía! Esta secta objetivista, de la que Greenspan era fanático seguidor al extremo de prestar falso testimonio por orden de la superioridad para probar su obediencia, tenía claro cuál había de ser el destino de los bancos centrales: desaparecer como instrumentos del maligno Estado que eran. Greenspan se mantuvo fiel a la fundadora de la secta hasta su muerte y, cinco años más tarde, este sectario enemigo de toda regulación estatal y de los bancos centrales era nombrado Gobernador de la Reserva Federal por Ronald Reagan con el claro objetivo de dinamitarla.

Que es lo que hizo el otro. Preguntado en cierta ocasión por un periodista si no era contradictorio que un antirregulador radical fuera Gobernador de la Reserva Federal, Greenspan respondió que no, que al tiempo se vería lo que hacía. Y lo hizo: paralizó la función de la institución durante todo su mandato, se negó a regular nada con la teoría de la autorregulación del mercado entre ceja y ceja, mantuvo los tipos de interés más bajos de la historia durante el mayor tiempo posible... y provocó una burbuja especulativa cuyo estallido el año pasado está arruinando al mundo y a él, según él mismo dice, lo ha dejado en estado "de shock".

Pues si está en estado de "shock" será porque quiere ya que desde los comienzos de la burbuja financiera empezaron a llegarle avisos de muchos economistas acerca de cómo la situación era cada vez más peligrosa. Pero él los rechazó, esgrimiendo su ideología de desregulación y no intervención. Y no porque no pudiera hacer otra cosa, ya que disponía de los medios legales gracias a la Ley de protección de activos de propiedades inmobiliarias de 1994 que le hubiera permitido poner coto a la práctica de las hipotecas "basura" y la compleja trama de los llamados productos crediticios "derivados". Pero no hizo nada. Estaba tan convencido de la verdad revelada de la ideología desreguladora que todavía en septiembre de 2005, meses antes de dejar el cargo, decía: "Como otros precios de activos, los precios de las casas están influidos por los tipos de interés y en algunos países el mercado inmobiliario son un canal esencial de transmisión de la política monetaria".

Es decir, aquí no hay inocentes. Este ideólogo fanático neoliberal con sus disparatadas decisiones es el responsable mediato por negligencia de la catástrofe financiera mundial. Por supuesto, los responsables inmediatos son todos los ejecutivos financieros y demás canalla que pusieron en marcha esa gigantesca maquinaria de los productos crediticios heterodoxos, de alto riesgo, fraudulentos. Pero estos no hubieran podido hacer nada si el sectario Greenspan (que, al final, cumplió su promesa de cargarse el banco central y, con él, el sistema financiero y el productivo del país) hubiera cumplido con su deber de vigilar y regular.

Pero ¿cómo iba a hacerlo si su ideología le decía que su tarea era exactamente la contraria? ¿Qué ideología? La neoliberal, la más feroz, elemental y estúpida de las ideologías del siglo XX que en su atrevida ignorancia se piensa vencedora de todas las batallas teóricas de aquel desgraciado siglo que, tras haberse puesto a sí mismo como paradigma de la modernidad (acuérdense de con qué facundia decían los necios de entonces aquello de: "¿cómo es posible que en pleno siglo XX...?") presenta ahora la facha de una antigualla renqueante.

Lo más molesto de estos ideólogos del neoliberalismo, con todo, no es su evidente fanatismo ni su tosquedad y cortedad mental sino su arrogancia y soberbia intelectual. Esta, la que hace que algunos de sus representantes tilden de "tonterías" las ideas ajenas, se vio incrementada cuando el otro sistema económico no menos tosco y primitivo que el neoliberal que fue el comunismo se vino abajo estrepitosamente. Fue el hundimiento del comunismo lo que dio alas a los fanáticos ideólogos neoliberales que se postularon como sepultureros de la historia. A partir de ahí se consideraron con las manos libres para poner en marcha sus ensoñaciones más absurdas como si fueran la panacea. Una prueba más de que el hombre necesita siempre, siempre frenos y contrapesos en su actuación. Y nunca más que cuando quienes actúan tienen también el poder en sus manos. Porque "hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que sueña tu filosofía, Horacio", que decía Hamlet.

Ahora que se están sufriendo las consecuencias. ¿Qué decir del discurso de la señora Aguirre el otro día de que la crisis la ha provocado un exceso de intervencionismo en el mercado? Para remediar la catástrofe, más catástrofe. Esa es la fórmula típica de la soberbia intelectual: no reconocer el error sino empecinarse en él. Al fin y al cabo las consecuencias las pagarán otros.

(La imagen es una foto de Trackrecord, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 20 d’octubre del 2008

La crisis total.

Si piensa Vd. que con las últimas decisiones precipitadamente adoptadas por los gobiernos europeos y estadounidense para salvar a sus bancos y garantizar los depósitos se ha resuelto la crisis financiera internacional, que los dioses lo amparen porque esto no ha hecho más que comenzar y tiene pinta de ser mucho más grave de lo visto hasta la fecha. Con lo que disgusta a los políticos aparecer dando malas noticias, las declaraciones del señor Almunia el otro día diciendo que teme una segunda oleada con quiebras bancarias a causa de la recesión que ahora asoma su feo morro por detrás de la crisis crediticia es un aviso que no debe echarse en saco roto.

Porque no hay segunda oleada en realidad pues es la misma que no acaba de pasar. Holanda inyecta hoy 10.000 millones de urillos para reflotar ING, un peazo banco que otrora ofertaba euros a ochenta céntimos. El asunto no tendría mayor importancia de no ser porque 10.000 millones es la mitad de lo que el país había previsto para sanear a toda la banca; lo cual nos pone sobre la pista del primer problema, i.e., que la crisis es tan grave que los Estados no dispondrán del dinero suficiente para hacerle frente. No es solamente que no dejen de caer entidades financieras más o menos potentes como la Caisse d'Epargne que con esos miserables 600 millones de euros es una bagatela o el Bayern LB de Alemania que tendrá que recurrir al capital del Estado por un monto aún indeterminado en espera de lo que suceda con el Commerzbank, el segundo banco alemán, que ya ha reconocido "problemas", sino que el conjunto de la banca decida considerar, como ya está pasando, que el monto total de capital que aprestan los Estados es como un buffet libre del que deben servirse. Al menos es lo que dicen los bancos alemanes con excepción del Deutsche Bank. Porque se trata del meollo mismo del capitalismo: nadie puede ofrecer seguridad al ciento por ciento en una economía capitalista. El sistema funciona sobre la confianza. Si ésta se pierde, el Estado es el último refugio y, como se ha visto, a él se ha recurrido. Pero tampoco el Estado puede garantizar al ciento por ciento a todos los ahorradores; eso es imposible. Y estamos cerca de que así se reconozca, lo que tendrá los efectos devastadores que cabe imaginar.

Por eso se están poniendo de acuerdo los gobernantes mundiales para dar, según dicen, una respuesta conjunta a la crisis. Los señores Sarkozy, Durao Barroso (que no pinta nada pero es el presidente de la Comisión de la Unión Europea) y Bush, el consabido "pato cojo", de charleta este finde han decidido convocar una serie de cumbres empezando este mes de noviembre con el fin de reorganizar el sistema financiero mundial y quizá acordar un Bretton Woods II, como si estuviera en su mano poner freno, no digo ya remedio, a esta catástrofe financiera mundial, este colapso del conjunto del sistema que empezó por donde tenía que empezar, en Wall Street, el corazón del Imperio y no como la crisis de los ochenta en las llamadas "economías emergentes" de Asia. Economías por cierto que, escarmentadas, tomaron medidas para que no se repitiera el daño como en su día dice que hizo España y ahora veremos cómo salen del atasco los tigres asiáticos y el carpetovetónico.

Uno de los rasgos de las reacciones a la crisis está siendo la lentitud de éstas de modo que cuando los gobiernos anuncian sus medidas para atajar el desastre A1 estamos ya en el A2. Aquí se plantea el segundo problema, esto es, que no solamente quiebren los bancos sino también los países. Es lo que está pasando con Islandia donde hasta hace poco ataban los perros con longanizas y ahora a lo mejor se tienen que comer a los perros; un país de 300.000 habitantes en bancarrota que un grupo de internautas chinos está pensando en comprar entero lo que admitirán Vds. que es pintoresco: los descendientes de los orgullosos vikingos convertidos en esclavos de los misteriosos asiáticos porque supongo que si compran el país lo compran con sus moradores. ¿O pretenderían echarlos? Claro que la rumorología ya dice que los siguientes en ir a la bancarrota serán Ucrania y Corea del Sur.

Tampoco China queda al margen de la crisis. La recesión que se vive ya de hecho en los países occidentales, principales clientes de la fabulosa capacidad productiva china, está obligando a las empresas de la República Popular a restringir la producción, lo que significa paro, y paro en proporciones chinas. Por ejemplo la Asociación industrial de Hong Kong prevé que, de seguir las cosas así, en los próximos meses perderán su empleo sólo en esa zona dos millones y medio de trabajadores. Porque si bien en China se adelanta un crecimiento del PIB de sólo un 10% (frente al 11,9% del año pasado) el país no está ni puede estar a cubierto de los procesos de globalización y son estos, como ya se ha dicho en Palinuro en repetidas ocasiones, los que hacen que esta crisis sea intratable en tanto no se consiga poner en pie lo que el economista chino Ding Xueliang llama un Consejo de Seguridad del sistema financiero mundial de lo que, me temo, hay tantas posibilidades como de que los Estados Unidos ganen la guerra del Irak. Y con esta globalización que no respeta frontera nacional alguna y que condenará a la recesión más o menos por igual a todas las economías (como supone el señor Rodríguez Zapatero en la entrevista que le hizo Público este finde, publicada en dos tandas una el sábado y otra el domingo) no hace falta ser un pesimista para aconsejar al personal que no se fíe de nadie y menos que de nadie de los bancos.

Es al amparo de esta galopante globalización en la que una cantidad indeterminada de sinvergüenzas, todos con másters en Yale y Harvard, han corrompido el sistema financiero mundial donde apunta en el horizonte el tercer problema: la siguiente oleada de quiebras producidas por los impagos (cientos, miles de millones de impagos) de los adelantos de las tarjetas de crédito en todo el mundo. Los morosos de las compras a plazos vendrán a sumarse a los dos grupos de grandes perdedores que ya ha dejado tras de sí la crisis: los que no pueden pagar las hipotecas y además ven que el precio de sus inmuebles baja continuamente y los titulares de fondos de pensiones que ven como se evaporan los ahorros de toda su vida. Esto es particularmente indignante sobre todo cuando se observa cómo los granujas que han estado haciendo su agosto con los "imaginativos" productos financieros reciben indemnizaciones millonarias como premio por haber estado robando.

No dudo de que el capitalismo se salvará ya que no hay con qué sustituirlo pero será a un coste terrible, dejando detrás de sí mucha más destrucción que la que preveía Schumpeter como creadora, destrucción "destructiva", ruina, frustración y desolación. No sé si la izquierda está en situación de explicar lo que sucede y proponer remedios que movilicen a la gente. Sospecho que no.

(La imagen es una foto de Hedrock, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 16 d’octubre del 2008

Otra vez para abajo.

De "ajuste técnico", de bajada transitoria para realizar beneficios, nada de nada. Esta madrugada, mientras el señor McCain volvía a insultar al señor Obama, demostrando su recia casta neocon, el índice Nikkei de Tokio bajaba un diez por ciento y la bolsa de Hong Kong casi siete por ciento. Si como se sabe Ex Oriente lux, (en este caso Ex Oriente tenebras), cuando abran las bolsas europeas aparecerán iluminadas por esa luz lívida del continuo hundimiento de los valores en otra oleada de pánico. Los profetas de la corrala volverán a augurar que se acerca el fin del capitalismo, a punto de hundirse en una crisis general pronosticada por los marxistas desde hace más de cien años y que se ha hecho esperar. Pero nunca es tarde, dirán, si la catástrofe es buena.

Otros se lamentarán amargamente de que estas caritativamente llamadas "turbulencias" no parezcan tener más fin que capacidad manifiestan los expertos y analistas para encontrar alguna explicación. Porque, santo cielo, ¿no se ha hecho ya todo lo humana (y estatalmente) posible? ¿No se han asegurado ya los depósitos de los ahorradores, la liquidez de los bancos, los dividendos de los accionistas, los salarios de los ejecutivos y hasta el botín de los ladrones? ¿Qué más hay que hacer ahora?

El capitalismo no se hunde no por nada sino porque no tiene en dónde hacerlo y las turbulencias mantenidas no son tan difíciles de explicar. Incluso creo que ya lo aventuramos hace unos días: al margen de que las medidas adoptadas para resolver la crisis financiera den o no los resultados apetecidos (que está por ver) viene ahora la crisis de la economía real, la recesión y los mercados que no son tontos (pueden ser codiciosos o despiadados, pero no tontos) se dicen que si todo el dinero está pillado por los bancos, ¿de dónde saldrá el necesario para hacer frente a la crisis de la economía real? ¿De dónde el dinero para inversiones, obras públicas, gasto social?

Ayer, con el G-8 en Washington y la Unión Europea en Bruselas pidiendo al unísono un nuevo Bretton Woods, el camino parecía expedito para la recuperación. No lo estaba y habrá que trabajarlo mucho. Entre otras cosas porque el primer Bretton Woods, que tan buen resultado dio en la posguerra, no se dependía solamente de la existencia de las dos entidades financieras internacionales, Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, sino de una disciplina basada en la paridad fija del dólar que saltó por los aires en 1971 y abrió el convulso mundo contemporáneo en el que no podrá restablecerse estabilidad alguna mientras no se implante algún nuevo tipo de disciplina. Como ésta seguramente no vendrá dada por un sistema de paridad, habrá que crear instituciones financieras con fuerza coercitiva necesaria para ello lo cual, a su vez, no es posible sin un orden político y jurídico internacional distinto.

Así las cosas, ¿por qué no ir ganando tiempo para atajar la crisis de la economía real obligando a los bancos a emplear sus nuevas disponibilidades en el sentido que marquen las autoridades políticas favorable a la recuperación económica? Esto es ¿por qué no emplear los bancos ya nacionalizados de hecho como instrumentos de la política económica de lo gobiernos? Si de este modo moderan sus beneficios o incluso no los tienen, esa sería su aportación a la necesidad colectiva de restringir dispendios. Y ya que estamos en ello, ¿por qué no meter mano decididamente a la economía sumergida que sólo en España, según Hacienda, supone 240.000 millones de euros? Esa sí que sería una inyección de liquidez que todo el mundo recibiría como agua de mayo.

(La imagen es una foto de Claudecf, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 15 d’octubre del 2008

La utopía y las medias tintas.

Siguiendo el ejemplo de Gran Bretaña, el Gobierno gringo ha nacionalizado la banca de golpe. Visto lo que había pasado el finde en Europa, Mr. Paulson llamó a su despacho el lunes a los principales banqueros, puso sobre la mesa 250.000 millones de dólares (unos 170.000 millones de euros) y les obligó a vender al Gobierno acciones por diferentes valores: 25.000 millones para Citigroup, Bank of America, Wells Fargo y JP Morgan Chase cada uno, 10.000 millones para Goldman Sachs (por cierto, el suyo, que no es tonto del todo el mancebo) y Morgan Stanley, 2.000 a 3.000 millones para Bank State Street y Bank of New York y la pedrea para el resto. Claro, esto no es lo que él pretendía en un primer momento con su famoso plan de los 700.000 millones para comprar los activos "tóxicos" que primero le rechazó el Congreso y luego, aprobado por éste, provocó el batacazo de la semana pasada que estuvo a punto de colapsar el sistema financiero mundial. Es algo distinto: una compra de acciones con participación real del Estado, intereses para los contribuyentes (5% en los primeros cinco años y 9% en adelante) y una serie de condiciones entre las que destacan supervisión de los salarios de los altos ejecutivos y prohibición de los "paracaídas de oro". O sea una intervención en toda regla que era lo que Paulson había intentado evitar.

Una intervención como la que se ha dado en Inglaterra y está prevista en Alemania y otros países. Una situación tan contraria a los postulados teóricos del capitalismo que muchos piensan que estamos ante un cambio de era, de alteración de los viejos postulados. Ahí estaba ayer el señor Rajoy, después de haber hablado con el señor Rodríguez Zapatero insistiendo en que los dineros que este último ha aprestado tan diligentemente no vayan a los insaciables bancos sino que lleguen a las pymes y a las familias y que se gestión sea supervisada por el Parlamento, todas ellas reclamaciones que también había hecho Palinuro. Puesto que sé que Palinuro, al que conozco muy bien, no es derecha, sólo puedo deducir que, como se decía en el post de ayer, el señor Rajoy se ha hecho de izquierda.

Portentosas transformaciones. Esta crisis está siendo como un huracán de las Antillas y no está dejando edificios ni convicciones en pie. Todo se deshace y se lo lleva el viento. Por ejemplo, la señora Fernández de la Vega, de sobria expresión, augura que, cuando la crisis se acabe, el capitalismo sufrirá cambios. En verdad, ya han cambiado bastante las cosas; tanto que los socialistas recuperan un vocabulario abandonado hace mucho tiempo. ¿Desde cuándo no hablaba en público un político socialista de "capitalismo"? Da la impresión de que estuvieran viendo renacer la vieja utopía juvenil a los cárdenos reflejos de esta tremenda crisis.

Por su parte, el señor Bush que también asiste atónito al derrumbarse del templo del capital en el que tanto ha rezado, niega que las medidas nacionalizadoras de su gobierno, que darían envidia a Hugo Chávez y Fidel Castro juntos, supongan cambio drástico alguno del sistema económico imperante. Que nadie se engañe: estas medidas no están pensadas para acabar con el libre mercado (como Mr. Bush no es socialista no lo llama "capitalismo") sino para preservarlo. Para preservar el capitalismo, se entiende.

¿Cuál de las dos previsiones, la de la señora De la Vega o la del señor Bush, se hará realidad? Por supuesto, no hay modo de saberlo. Hasta es posible que la realidad acabe siendo una mezcla de ambas quien sabe si para traer lo nuevo bajo el manto de lo viejo al modo en que la violencia es la partera de la historia, o para conseguir que se haga realidad el viejo adagio de Plus ça change plus c'est la même chose.

Lo que sí me atrevo a aventurar es que, con todo lo vistosas que son estas drásticas medidas de los gobiernos europeos y gringo, con lo llamativa que fue la semana pasada de los pánicos encadenados y lo contundente de los planes de rescate, si todo se queda aquí, nos habremos quedado en las consabidas medias tintas. Me da igual cómo queramos llamarlo a largo plazo, si conservación o sustitución del capitalismo; lo que me importa es el corto y medio plazo. Y en este terreno está muy claro que, de momento, se ha conseguido capear una crisis global aplicando medidas estrictamente nacionales. Es cierto que los gobernantes han entendido que deben coordinarlas y hasta hubo un día de feliz memoria en que todos los bancos centrales se pusieron de acuerdo para bajar medio punto los tipos de interés. Pero eso ha sido todo. Y, por lo tanto, resulta a todas luces insuficiente. La crisis ha sido, está siendo, global y demanda soluciones globales. Este finde se reunen M. Sarkozy, el señor Durao Barroso (o sea, la Unión Europea) con Mr. Matorral en Gringolandia. Aparte de hacerse fotos y contarse chistes, sería muy conveniente que de esa reunión surgiera una convocatoria de una conferencia internacional para regular el nuevo sistema financiero mundial, un Bretton Woods II; porque esto no puede seguir así.

(La imagen es un detalle del panel central del tríptico de 1487 de Hyeronimus Bosch, El carro de heno que se guarda en El Escorial.)

dimarts, 14 d’octubre del 2008

La derecha se ha hecho de izquierda.

Que el Reino Unido nacionalizara la banca era relativamente previsible por cuanto el país tiene una clara querencia socialista; basta recordar el Informe Beveridge y el Welfare State a que dio lugar a partir de 1945. La drástica corrección de curso que impuso la señora Thatcher, como se ve, no sirvió de mucho. Ahora Mr. Gordon Brown, un laborista, o sea un comunista encubierto, ha puesto en marcha un plan para nacionalizar los bancos. Dice que parcialmente pero ya veremos cómo el Estado, al final, en su voracidad, se queda con todo y nosotros acabamos echando de menos a aquel simpático Tory Blair, sobre todo ahora que se ha convertido a la verdadera religión.

Las nacionalizaciones británicas eran inevitables tratándose de socialdemócratas. Como lo será que en poco tiempo hagan lo mismo los taimados socialistas españoles. Es cierto que el señor Solbes anda diciendo que en España no será necesario acudir a expedientes de nacionalización dado que la banca patria goza de inmejorable salud. Ya veremos. No me fío nada y estoy seguro de que encontrarán una excusa para meter la mano en la caja de los bancos privados. Ocurre siempre igual con los progres y los izquierdistas en general, que parecen haberse civilizado y, apenas te das media vuelta, les sale el Lenin que todos llevan dentro. La cabra leninista tira al monte soviético.

Mas ¿qué me dicen Vds. del señor Bush, antaño esperanza de Occidente y hoy dispuesto a nacionalizar los bancos que hicieron la grandeza de su país?, ¿qué de Frau Merkel, más de derechas que Otto von Bismarck y, además, devota cristiana temerosa de Dios que pretende hacer lo mismo con la banca alemana? ¿qué de M. Sarkozy, bastión del orden tradicional y de la propiedad privada, quien no solamente pretende nacionalizar la banca francesa sino que anda diciendo que piensa "refundar el capitalismo" para que se note que tiene ideas? Vade retro. Menos mal que nadie sabe qué quiera decir eso salvo que, a la salida de esta crisis, será preciso tomar medidas para que no se repita.

Pero ¿qué capitalismo va a refundarse si, como se ve, todos los líderes de los países capitalistas se han convertido en una manga de nacionalizadores peores que los comunistas? Qué ironía de la historia que a casi veinte años del estrepitoso hundimiento del comunismo su fantasma vuelva a recorrer Europa pero esta vez las "potencias de la vieja Europa (...) los radicales franceses y los polizontes alemanes" en vez de conjurarse contra él, lo amparen y alienten.

¿Y qué les parece a Vds. el señor González Pons, portavoz del PP, partido de la derecha, fundado por el señor Fraga, exministro de Franco, centinela de Occidente, diciendo que Zapatero es el presidente de los banqueros? Como si a) los banqueros no pudieran o debieran tener partido; b) el PP fuera el partido de los proletarios y campesinos y no hubiera contado entre sus filas a los Ratos o los Matutes, banqueros. Si alguien piensa que se trata de una ocurrencia de pata de banco del señor González Pons como si no supiera lo que decía, el señor Rajoy corroboró su posición un día después afirmando que las medidas del Gobierno son buenas para los bancos pero que hacen falta más para garantizar los ahorros de los españoles.

En fin, estos giros, mudanzas, cambios radicales y bruscos de opinión que hacen que los de derecha de toda la vida se hayan hecho de izquierda, forman parte de la voluble vida política. A quien hay que interrogar ahora, exigir explicaciones, escuchar a ver qué dicen es a los intelectuales orgánicos del pensamiento neocon y neoliberal. Veamos: decían que el Estado no es la solución sino parte del problema; decían que el mercado se auterregula si el estado no mete sus sucias narices en él; decían que toda intervención en el mercado era contraproducente; decían que las nacionalizaciones no son más que confiscaciones de las propiedades de los honrados y afanosos industriales a manos de una caterva de envidiosos arrastraculos; decían que el Estado es despilfarrador y el mercado ahorrador (sí, sí, lo decían); decían que el Estado es ineficiente y el mercado eficiente (que sí, que sí, que lo decían); decían que el Estado es el núcleo de la corrupción y el mercado el centro de la honradez; decían que el Estado es burocrático e inmoral mientras que el mercado es ágil y moral; decían que el Estado asigna recursos por criterios de favoritismo, clientelismo y enchufismo mientras que el mercado los asigna según la lógica racional de la competencia y el coste-beneficio; decían que el Estado es lento y el mercado rápido; que el estado es monopolio y el mercado libre competencia; que con el Estado perdemos y con el mercado ganamos.

¿Y ahora qué dicen? ¿Cómo explica el "pensamiento" neoconservador esta crisis y cómo propone salir de ella? Porque sus huestes políticas ya lo hemos visto: nacionalizando o sea, desprivatizando. No creo que los variadísimos think tanks que la derecha tiene a suculento sueldo por todo el planeta estén en situación de dar una respuesta en un tiempo razonable porque son tanks o sea, pesados y lentos. Por eso quizá corresponda apuntar alguna sugerencia a quienes no estamos en ningún think tank, tampoco de izquierda, que los hay y también en plan de sabrosas canonjías. Palinuro ya propuso la nacionalización de la banca hace días, ¿qué tal si aprovechamos ahora, revisamos todas las privatizaciones y renacionalizamos, es decir, devolvemos a sus legítimos propietarios las que no han funcionado, en concreto todos los servicios públicos? Porque si no se hace esto no sé qué querrá decir el señor Sarkozy cuando habla de "refundar el capitalismo".

(La imagen es una foto de Liquid Lucidity, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 13 d’octubre del 2008

Cruzando los dedos.

Las frenéticas reuniones del G7 el viernes/sábado en Washington y del Eurogrupo el domingo en París con los planes de acción que en ambas se han adoptado han sido prueba de que hay una voluntad política clara en los países desarrollados de impedir que la crisis de confianza y liquidez acabe en el colapso del sistema financiero internacional. Di cuenta del programa de acción del G7 en el post del sábado pasado, titulado Finde de cumbres. En cuanto al aprobado en París, muy parecido al de Washington pero más concreto, contiene tres propósitos básicos: a) los Estados se comprometen a garantizar la liquidez en el sistema financiero asegurando o suscribiendo los préstamos en este mercado hasta un plazo de cinco años y jugando siempre con activos "sanos", nada de "tóxicos"; b) los Estados se comprometen a entrar en el capital de los bancos a precios de mercado, lo que equivale a una forma de nacionalización parcial o total, como ya propuso Palinuro en un post del dos de octubre titulado ¿Y si nacionalizamos la banca?; c) los Estados se comprometen a impedir que ningún banco importante quiebre, cosa que sólo puede hacerse mediante más nacionalizaciones.

En el fondo lo que ha hecho el Eurogrupo ha sido aprobar el plan de salvamento/nacionalización de la banca elaborado por el Gobierno de Mr. Gordon Brown que, por cierto, no pertenece al eurogrupo pero estaba ayer en París impartiendo sus sabias doctrinas. Éstas no eran otra cosa que una especie de aggiornamento y adaptación del plan de salvamento de la banca sueca en los años noventa del siglo pasado.

Elaborados dichos planes (que ahora hará suyos el Ecofin), los dirigentes europeos regresaron a sus países a esperar llenos de inquietud la reacción de las bolsas hoy, pues nadie olvida que el desastre de la semana pasada se debió a que los mercados no creyeron en la viabilidad del plan de rescate de los señores Bush y Paulson. De momento las perspectivas son buenas: los mercados asiáticos (excepto Japón, que no abre el lunes) han abierto al alza. Hong Kong subía un 2,4% mientras que un índice de las empresas chinas, el Chine Enterprises Index, subía un 3,1% en tanto que Australia, que empezó con fuerza (aumento del 6 %) se estabilizaba en ganancias en torno al 3%. Si, como parece lógico, ese ánimo sigue rigiendo en los demás mercados, tanto Europa como los Estados Unidos comenzarán la semana subiendo en lo que todos esperan que sea el final de las turbulencias de la semana pasada.

Pero no el final de la crisis ni mucho menos. Si los planes de las cumbres finisemanales tienen éxito, éste consistirá en estabilizar el sistema financiero, ponerlo en condiciones de volver a funcionar. Y a partir de aquí habrá que empezar a tomar medidas para resolver la crisis de la economía real que parece abocada a la recesión en el primer semestre de 2009. Es decir, si sale bien la jugada de Washington/París, la caída se habrá detenido en, más o menos, el veinte o el veinticinco por ciento de pérdidas. Ahora queda una tarea ímproba: revertir el curso, comenzar a crecer de nuevo, cosa nada fácil.

(La imagen es del tríptico de Hieronimus Bosch El carro de heno en la versión que se exhibe en San Lorenzo del Escorial. Es el motivo de las puertas que cierran el retablo).

dissabte, 11 d’octubre del 2008

Finde de cumbres.

Balance de la semana, del mes, del año: una crisis de la magnitud de la de 1929 que puso en tela de juicio la supervivencia del capitalismo. Unos batacazos bursátiles que carecen de precedentes. Próximo crecimiento negativo (insisto en que ésta debe de ser una de las expresiones más estúpidas que cabe encontrar por ahi y todo por no decir "decrecimiento"), recesión en puertas. La ruina. La Biblia en pasta. Es tanto el pánico, la conciencia de catástrofe, la desconfianza de la gente (esa cosa que se define como espiritual, según el Gobernador del Banco de España, don Miguel Ángel Fernández Ordóñez, más conocido como MAFO) que ya no sirven de nada las medidas más drásticas que puedan tomar las autoridades que no consiguen tranquilizar a los mercados. Estos no parecen valorar el plan de rescate de los 700.000 millones de dólares de los señores Bush y Paulson, ni las decisiones de diversos países europeos de acudir al rescate de sus entidades financieras en situación más crítica, ni las de otros de aumentar hasta el ciento por ciento la garantía de los depósitos bancarios o hasta 100.000 euros, como ha hecho España o hasta 50.000 euros, en la Unión Europea. Al contrario, según ha señalado Palinuro en varias ocasiones, parecen ser contraproducentes. Cuanto más aseguran los políticos que los ahorros no corren peligro y que el sistema financiero es sólido más desconfía el personal. Cosa explicable, aunque parezca mentira: todos reconocen en esta crisis un fenómeno de globalización. El carrusel de las bolsas lo ilustra a la perfección: cuando Tokio cierra abre Europa (Frankfurt, París, Madrid, Londres, Milán); cuando Europa está a punto de cerrar abre Nueva York; cuando Nueva York cierra abre Tokio, etc, etc. El sistema se retroalimenta teniendo datos veinticuatro horas sobre veinticuatro; está siempre activo; no duerme, no descansa, no se sienta a almorzar, no se va de vacaciones ni se pone enfermo ni hace huelga. Y o bien el mecanismo de retroalimentación ha petado o el sistema está aventurando un gambito que vaya uno a saber cómo acabará.

Parece que la panoplia de medidas posibles se ha agotado, que ya no quedan recetas fuera, naturalemte, de la muy razonable idea de nacionalizar la banca. Algunos países están considerando esta posibilidad, como los Estados Unidos, o ya lo están haciendo como en el caso del Reino Unido. ¡Quién iba a decirlo! ¡Las patrias de la señora Thatcher y el señor Reagan, los artífices de la "revolución neoconservadora" nacionalizando la banca! Menudo sarcasmo de la historia

Enfrentados a un finde de forzosa inactividad en las bolsas, los dirigentes políticos han decidido dar la apariencia de que están dispuestos a poner en marcha medidas drásticas, a afrontar el problema o, como se dice en español, idioma lleno de tauricismos, "coger el toro por los cuernos". Están decididos a ser eficientes o, cuando menos, a hacer ver que les preocupa la eficiencia, a tomar decisiones y decisiones duras. Como dicen los comunicólogos, quieren enviar un mensaje de confianza, de que aquí están ellos. Para lo cual han convocado dos cumbres: una ayer, en Washington, de los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G7 y otra mañana en París del Eurogrupo, los quince países que formamos parte del "territorio euro". La idea es demostrar que todos, el G7 y el eurogrupo (el Reino Unido, por ejemplo, está en el G7 pero no en el territorio euro) estamos dispuestos a "tomar todas las medidas necesarias" para que los bancos y otras instituciones financieras dispongan de más liquidez. En Washington el G7 ha elaborado un un programa de cinco puntos, los siguientes:

1º) En caso de necesidad los bancos dispondrán de capital de fuentes públicas y privadas.

2º) Se garantizarán los depósitos corrientes.

3º) Habrá provisión suficiente de capital privado y público.

4º) Los contribuyentes han de quedar protegidos y deben evitarse las consecuencias perjudiciales para terceros países.

5º) Los países del G7 se comprometen a cooperar más estrechamente.

La verdad es que, en la medida en que no son confusos o reiterativos estos cinco puntos no trasmiten idea nueva alguna, ninguna innovación. Cosa comprensible porque ya se han hecho todas las innovaciones que caben en el momento. Y lo mismo pasará probablemente con la reunión del Eurogrupo que el señor Rodríguez Zapatero ha sacado a M. Sarkozy para mañana domingo. Porque después del fracaso del G4 el domingo pasado y de la reunión del Ecofin este jueves en Bruselas no se ve qué puedan decidir los jefes de Estado o de Gobierno este domingo que tenga alguna relevancia para la crisis financiera. Porque si los mercados han decidido desoír al G4 y al Ecofin, ¿de dónde sale que harán caso al Eurogrupo? ¿Porque ahora está el señor Rordríguez Zapatero?

Francamente es extraño que no se vea que la novedad de esta crisis es que la banca no está jugando con lealtad al interés público y que hay que tomar las medidas necesarias para impedir el sacrificio del interés general al particular bancario. En estas condiciones lo único verdaderamente efectivo como sabe todo el mundo de sobra, es la nacionalización, esto es, poner a la banca al servicio del interés general y no como ahora que está al revés.

(Las ilustraciones son detalles del panel central del tríptico El carro de heno (h. 1487) de Hyeronimus Bosch, de la versión que se guarda en El Escorial.)

divendres, 10 d’octubre del 2008

La crisis puede con todo.

El carrousel sigue cuesta abajo sin frenos: ayer Wall Street terminó por lo suelos, con el Dow Jones por debajo de los nueve mil puntos, un descenso del 7,3%. Tokio siguió el ejemplo y nada más abrir perdió el once por ciento. Cuando abran las bolsas en Europa son de esperar nuevas caídas.

Y ya nadie tiene respuestas prêt à porter porque se han ensayado todas las recetas. El pesimismo de los mercados refleja la convicción de que ninguna de ellas resultó eficaz, que los bancos siguen si reaccionar, sin dejar que se mueva el dinero, por muy necesario que ello sea para que la economía eche a andar. Sin crédito aquí no funciona nada.

Al final lo obvio está entrando en sus obtusos cerebros. Igual que han hecho los ingleses (aunque muy parcialmente) los alemanes y los estadounidenses empiezan a pensar en nacionalizar la banca. Es decir, parafraseando a Marx que viene aquí como anillo al dedo: expropiar a los expropiadores. La nacionalización es la respuesta más adecuada a la cada vez más clara actitud de sabotaje adoptada por la banca que no está colaborando en nada en la solución de la crisis financiera en buena medida mantenida por ella. Porque si la sociedad tiene un problema de supervivencia el dinero tiene que estar a su disposición, a disposición del interés general y no encerrado en los cofres de los capitalistas.

La nacionalización de la banca es el triunfo final y póstumo del comunismo ya que equivale a apoderarse del corazón mismo del sistema capitalista. Tiene su ironía. Por lo demás no hay cuidado pues los más partidarios de la nacionalización de la banca son los neoconservadores y neoliberales que no ha mucho le colocaban al personal el rollo del mercado invicto gracias a la mano invisible.

(La imagen es un detalle del panel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio que se encuentra en el Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

dijous, 9 d’octubre del 2008

Habas contadas.

Aunque con retraso y de forma dubitativa las autoridades políticas han acabado tomando las medidas necesarias para hacer frente a la crisis de crédito que azota a la economía mundial: operaciones de rescate y ampliación de la cobertura de depósitos bancarios. El gobierno español lo hizo igualmente y con insólita contundencia: cobertura hasta 100.000 euros por persona, cuenta y entidad en los depósitos y 30.000 millones (ampliables a 50.000) de euros para comprar activos a los bancos de forma que estos restablezcan el negocio ordinario del crédito. Como si solamente existiera su ombligo las bolsas seguían mirándoselo y bajando, empeñadas en ignorar aviesamente los desvelos socialistas por la salud de la economía.

Visto lo cual se produjo algo que no sé si habrá sucedido antes: los bancos centrales del primer mundo se pusieron de acuerdo para bajar medio punto los tipos de interés de sus respectivas divisas. Por cierto algo que, cuando lo hacen otros, acaban en los tribunales acusados de maquinaciones para alterar el precio de las cosas si no de algo peor como colusión. El descenso en los tipos en Europa es una necesidad obvia porque los actuales están asfixiando a las personas hipotecadas, que son un pellizco de la población. El descenso en los tipos trataba de detener el de la bolsa mas no lo consiguió pero no porque fuera contraproducente sino por la mera inercia del momento. Para el día de hoy es de suponer que los mercados se estabilicen a la espera de más medidas de las autoridades. Estaría muy bien que el señor Trichet entendiera que poner tan caro el dinero en tiempos en que además es escaso es la mejor fórmula para meter a la economía en recesión que es lo que ya están cuantificando los aguafiestas del Fondo Monetario Internacional (FMI). El FMI es una de las dos criaturas (la otra es el Banco Mundial, BM) que salieron de los hoy putrefactos Acuerdos de Bretton Woods con los que se financió la reconstrucción de Europa después de la guerra y el Estado del bienestar. Su función es más de alguacil monetario del Tercer Mundo, pero también hace pronósticos sobre el primer mundo que no gustan a todos por igual. Ahora pronostica recesión para España y el Reino Unido para 2009. Son los dos países que han tenido mayor burbuja inmobiliaria en los años pasados. La recuperación llevará más tiempo.

No es difícil entender que bajar el tipo de interés es bueno para la gente, que puede pedir prestado. Pero tiene un límite inferior que es el cero por ciento. Si acercándonos al cero por ciento no se normalizara la crisis bursátil habríamos acabado la panoplia de medidas públicas en un contexto de libre mercado que tiene que ser intervenido. A partir de aquí sólo la nacionalización de la banca aportaría la esperanza de resolver el problema creado. La nacionalización de la banca al estilo inglés, por ejemplo: quinientos mil millones de libras esterlinas (así como 653.000 millones de euros) para comprar acciones de los bancos que, pasado un tiempo, tendrían que pagar dividendos a los accionistas, esto es, los contribuyentes británicos.

En todo caso, fuera de este modo o de otro cualquiera, la nacionalización de la banca no está reñida con el hecho de que, siendo nuestra sociedad abierta y democrática, en un tiempo posterior, haya una mayoría partidaria de privatizar lo que antes se había nacionalizado. Forma parte del proceso democrático. Esto puede pasar siempre porque la ley posterior como se sabe deroga la ley anterior. El último que llega, manda.


Casi todo el mundo da ganador a Mr. Obama en el debate televisado con McCain en Nashville, Tenneseee. Como era de esperar. Basta con verlos a ambos en el plató, moviéndose con el micrófono y razonando con la gente. No hay color y nunca mejor dicho. Así que me di a pensar en Nashville y me vino a la memoria, cómo no, el disco de Dylan de 1969, Nashville Skyline en el que había piezas célebres como el fabuloso dúo con Johnny Cash en Girl of the North Country o Lay Lady lay, que estaba destinada para las secuencias finales de El cowboy de medianoche pero no llegó a tiempo. La pieza instrumental Nashville Skyline rag sonaba así:

Los de los sesenta tenemos la nación en la música y eso no hay quien nos lo quite. La verdad es que este Nashville de 2008 no tiene nada que envidiar al de 1969. Le da a uno por pensar que el espíritu del Nashville 1969 hizo posible que en Nasville 2008 hubiera un negro candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata. Y que pueda ganar. Fue muy simbólico el debate. Y también es muy bueno el álbum Nashville Skyline.

(Las dos ilustraciones son, de nuevo, detalles del panel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio, que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

dimecres, 8 d’octubre del 2008

Achicando agua.

¿Para qué quiere el "sistema financiero más sólido del mundo" una aportación de cincuenta mil millones de euros? ¿Para qué la "banca mejor gestionada" del planeta que se suba la cobertura de depósitos de golpe y porrazo de veinte mil a cien mil euros? ¿Para qué? Obviamente para mucho porque no hay "sistema financiero más sólido del mundo" ni "bancos absolutamente bien gestionados". Eso no existe. En el capitalismo, una entidad baumaniana líquida, todo es relativo, muy relativo. Cuanto tiene que ver con la confianza y el crédito, que es el territorio en el que la economía se funde con la psicología, es tremendamente relativo y problemático. Nuestros bancos pueden ser hoy orgullosos bastiones de eficacia y venirse mañana abajo por un rumor.

En buena medida eso es lo que ha estado pasando en estos últimos díez días de frenesí bursátil y financiero en el mundo en general y en España en particular. Estaba incubándose un pánico bancario que nadie quería reconocer ni siquiera mencionar. Pero estaba incubándose en parte por las malas noticias y los rumores sobre la situación de las grandes entidades financieras y en parte por la misma avalancha de declaraciones supuestamente tranquilizadoras de las autoridades que, según iban formulándose, ponían más y más nerviosa a la clientela; sobre todo cuando ésta contemplaba cómo al tiempo que los gobernantes, ministros, gobernadores de bancos centrales, expertos bursátiles tranquilizaban al respetable se hacían extraños movimientos de rescates, subvenciones, conferencias y reuniones. Y como nada hay más frágil que el vidrio de la confianza, cuando el sordo fragor de la tormenta fraguando en la sentina llegó al puente de mando, los poderes públicos se apresuraron a tomar las decisiones cuya necesidad negaban cuatro días antes.

Mírenlo desde otro punto de vista: cómo se acortan los plazos de la comprensión. A las autoridades españolas les ha llevado nueve meses, una gestación, entender que el "frenazo", "parón", "contratiempo" o lo que fuere era una crisis. En cambio, sólo han necesitado diez días para pasar de hablar de crisis a decir con aplomo que es la más grave que hayan visto jamás.

Visto y oído. Es la crisis más grave de las que se tiene noticia porque afecta al meollo del capitalismo, el mecanismo de la confianza y el crédito. Nadie se fía de nadie y hace bien a la vista de cómo miente todo quisque, incluido el menda del Hypo Real Estate que uno piensa debiera ser la sinceridad personificada, por banquero y por teutón. Nadie se fía de nadie y, en concecuencia, todos temen a todos. ¿Qué sucede en una situación en la que todos temen a todos? Que nos han devuelto al estado hobbesiano de naturaleza. ¿Y cómo se sale del estado hobbesiano de naturaleza? Designando un poder político, un Leviatán que concentre sobre sí todo el miedo de los hombres de forma que los libere del que se tienen unos a otros. Un poder político absoluto, pensaba Hobbes, por quien profeso tanta simpatía que siempre pienso que su sentido de "absoluto" no incluía lo arbitrario y era perfectamente identificable con el "monopolio legítimo de la violencia" del Estado de derecho, que es absoluto también.

Y aquí es donde viene el problema típico de la crisis actual: que los distintos Estados, las sociedades nacionales han sido capaces de establecer un soberano mejor o peor y así resolver el problema hobbesiano del orden social. Pero quien no ha conseguido hacerlo y no es probable que lo haga en un futuro próximo es la sociedad internacional, eso a lo que llamamos "la comunidad internacional", incapaz de criar Leviatán alguno en su seno. Los problemas son globales y las soluciones no pueden ser locales. Sin embargo lo único que quedó claro de la cumbre en París del G8 partido por dos fue su solemne fracaso, como corresponde a la grandeur de la France, cuando los alemanes se negaron a que los franceses pusieran en pie un fondo de rescate comunitario básicamente financiado, como siempre, por Alemania. Ese es el problema: la crisis económica es fundamentalmente política porque, siendo global, sólo podemos aprestar soluciones nacionales.

Que además pueden ser contrarias a los propósitos de coordinación que se profesan. Tomen el caso de España. El señor Rodríguez Zapatero asegura que la respuesta europea a la crisis debe ser colectiva y se reserva dar más detalles hasta conocer cuál es la posición de la Unión Europea (UE) sobre el asunto. Y una vez que la conoce, se la salta multiplicándola por dos desde los cincuenta mil millones de cobertura que propone la UE hasta los cien mil que gallardamente pone sobre la mesa el presidente del Gobierno cuyo ministro de Economía, señor Solbes, rechazaba cuatro días antes la idea de subir la garantía de 20.000 euros de las cuentas. Y no la han subido. ¡La han multiplicado por cinco de puro canguelo! Conste que no estoy sugiriendo con esto que el señor Solbes deba dimitir. Pero sí estoy defendiendo lo que tengo dicho: que hay que hablar mucho menos, sacar menos pecho, soltar menos baladronadas pues no está la plaza para alegrías.

Igual que nos podemos encontrar con que las decisiones que tomemos para enfrentarnos a problemas graves de índole similar sean contradictorias. Por ejemplo, el señor Trichet, gobernador del Banco Central Europeo, mantiene altos los tipos de interés porque se ve a sí mismo frente a la inflación como Perseo frente a la Gorgona. En cambio, el señor Bernanke, de la Reserva Federal en los States tiene el tipo de interés en menos de la mitad del del euro y anda pensando en bajarlo. Dos medidas contrarias para enfrentarse a un mismo tipo de problema. Precisamente sobre esto, más adelante.

De veinte mil a cien mil euros no está mal. Es tardía la decisión pero es correcta. Respecto a los cincuenta mil millones destinados a comprar activos "sanos" de los bancos para que estos dejen de restringir el crédito, no tengo las ideas muy claras. Es una pasta, algo así como tres por ciento del PIB. Supongo que la decisión habrá de tomar forma de ley, probablemente fuera sensato meterla en los Presupuestos ya que no es cantidad nimia, aunque no sé si eso es factible pero en todo caso tendrá que haber escrutinio parlamentario que averigüe qué garantías tenemos los ciudadanos de que esa pasta va a créditos a particulares y pymes y no a otras cosas; qué garantías frente a fraudes y otros ilícitos que, como vemos, para nuestro gran pasmo, se pueden cometer en el mundo bancario. Esa decisión, por tanto, será buena o mala según como salga del Parlamento.

Pero hay más. Sea buena o mala, tampoco tenemos seguridad en que su efecto sea benéfico. Veamos: la medida que propone el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero es una especie de plan de rescate gringo si bien sobre los activos "sanos" en lugar de los "tóxicos". Cincuenta mil millones de euros es más o menos la décima parte del plan gringo que son setecientos mil millones de dólares además, claro, de los ciento cincuenta mil millones que le añadieron para dar respiros fiscales a tantas empresas como fue preciso para comprar la voluntad de los necesarios congresistas y que el plan pasara. Sin embargo que haya pasado el plan no quiere decir que esté tranquilizando a nadie. Ayer el Dow Jones gastó una broma de mal gusto a la audiencia: se mantuvo toda la mañana oscilando en torno al cero y empezó a descender en un increíble High noon hasta desplomarse a la hora del cierre con un - 5,7%. ¿Debido a qué? Pues no lo sé bien pero a primera hora de la tarde salió el señor Bernanke a tranquilizar, diciendo que pensaba bajar los tipos de interés y... zas, batacazo final del Dow Jones. Otro ejemplo de que es mejor callarse. Quizá no haya relación causal entre la declaración y la caída pero así parece ¿verdad? En la madrugada de hoy, hacia el otro High noon de Tokio, el índice Nikkei estaba ya en un 4,5% en negativo. Así que supongo que la bolsa española, como el resto de las europeas volverá a bajar apreciablemente, a pesar de las medidas del Gobierno.

Imagino que el Gobierno lo ha hecho bien, pero no creo que detenga el descenso de la bolsa aunque sí, quizá, la amenaza de pánico bancario. Esos cien mil euros de garantía obedecen a un buen instinto político porque si, además de tenernos con el agua al cuello por el precio de la vida, desesperados por no encontrar vivienda asequible (¡y eso que es un derecho!) o asfixiados por unas hipotecas cuyos pagos son cada vez más altos, con salarios inferiores a los de los países europeos con los que nos comparamos e índices de precariedad superiores o directamente en el paro (y eso que el trabajo no es un derecho pero se le acerca), si además de tenernos así, digo, se nos esfuman los ahorros en los bancos aquí puede pasar algo. Y en verdad ha sido por los pelos. Habrá que exigir mayor celeridad de juicio a nuestros gobernantes. Juicio más célere y juicio más cierto.

(Las imágenes son otros tres detalles del planel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

dimarts, 7 d’octubre del 2008

Pánico al pánico o ¿por qué no se callan?

Encuentro lamentable que estemos gobernados por estos cabezas de chorlitos que no paran de largar, atenazados por el pánico que le tienen a que se desate un pánico bancario. Y, como no paran de largar, acabarán consiguiendo que lo haya. ¿Todavía no han entendido estos frívolos lenguaraces que en las cosas de la confianza bancaria, del crédito, de las finanzas, cuanto menos se hable mejor? ¿Por qué no siguen el ejemplo de don Emilio Botín que no ha dicho esta boca es mía y tampoco asistió ayer a esa tertulia de banqueros que convocó el presidente del Gobierno literalmente para nada, pero envió a un segundo a poner el oído? No es casualidad, por cierto, que Le Monde trajera ayer en primera al señor Botín como ejemplo de banquero que ignora la crisis. Pues no hay manera: inconscientes o estúpidos, sin entender el alcance de sus palabras, siguen lanzando declaraciones en asuntos de los que no tienen ni idea que sólo consiguen poner más nervioso a todo el mundo. ¿Qué pintaba la señora vicepresidenta del Gobierno diciendo el domingo y repitiendo el lunes que los ahorros de los españoles están garantizados cuando ese mismo día el señor presidente del mismo Gobierno decía por la tarde que se iba a aumentar la cobertura de los depósitos bancarios de los particulares? Al mismo tiempo se guardaba muy mucho de fijar la cuantía. ¿No se dan cuenta estos dos mandatarios del desastre que están organizando? Si hoy no empiezan a formarse colas en los bancos ya tienen suerte y si se forman la culpa será estrictamente suya por no saber callarse ni tener los nervios templados.

En su descargo hay que decir que sus colegas europeos no están portándose mucho mejor. La reunión convocada el domingo por el señor Sarkozy se ve ya hoy martes en sus dimensiones reales: la reunión del canguelo y la impotencia. No habían terminado de darse los abrazos de despedida y ya estaban traicionándose mutuamente. La señora Merkel que veinticuatro horas antes había ladrado a la prusiana manera contra los irlandeses por dar cobertura ilimitada a los depósitos bancarios por su cuenta, hacía lo mismo en Alemania sin avisar a nadie por el miedo de que todo el sistema bancario se le viniera abajo. Esto, con el agravante de que los daneses seguían el ejemplo de los alemanes y garantizaban el ciento por ciento de los depósitos, puso a los británicos de los nervios y el Primer Ministro, Brown, llamó por teléfono a M. Sarkozy y hasta al ninguneado señor Rodríguez Zapatero para tratar de conseguir eso que llaman "acción concertada" y nadie sabe qué significa. Porque su problema es que los capitales británicos están fugándose a la vecina Irlanda y su ministro de Hacienda, Alistair Darling, que ya ha aumentado la cobertura hasta 64.000 libras esterlinas (que, digo yo, andarán rondando los 100.000 euros) no ha conseguido frenar la sangría.

Está claro que luego de meses de incubación desde agosto del año pasado, la crisis marcha ahora a una velocidad mucho mayor que la capacidad de los políticos para entenderla y más aun para reaccionar ante ella. Lo cual es tanto más imperdonable cuanto que han tenido catorce meses de preaviso. O sea que, además de lenguaraces, imprevisores e inútiles. Unas joyas, en definitiva. Todos ellos. Porque a estas alturas está ya claro que lo que rechazaban ayer (aumentar la cobertura de los depósitos a una cantidad superior a esos 20.000 euros) se ha quedado corto hoy y ahora lo que se impone es la cobertura ilimitada. Para cuando los políticos hayan comprendido esto podemos encontrarnos en la situación en que se encuentra hoy Islandia, que prepara una ley de excepción para nacionalizar la banca antes de que se hunda por completo. Espero que los lectores disculpen la pequeña vanidad de Palinuro que ya sugirió el paso en un post del dos de octubre titulado ¿Y si nacionalizamos la banca?

Definitivamente no nos merecemos estos políticos livianos, inconsistentes e irresponsables (y, ojo, que los de la oposición aun me parecen peores) que no saben por dónde tirar, incapaces de entender lo que está pasando. Es muy probable que los mercados sigan cayendo hoy y hasta que se den otro batacazo. Me baso en que anoche Tokio abría a la baja con el Nikkei perdiendo los 10.000 puntos por primera vez desde 2003 (Hong Kong no abrirá hoy porque es no sé qué festividad) contagiada por la castaña del Dow Jones el lunes. Así que lo más verosímil (aunque esto nunca se sabe) es que las bolsas europeas sigan bajando. ¿La razón, suponiendo que le interese a alguien? Que el plan de salvamento de los señores Bush/Paulson parece no estar funcionando y que los europeos son incapaces de ponerse de acuerdo. ¿Qué cabe hacer? Pues si no nos decidimos a nacionalizar la banca como los islandeses que, al fin y al cabo, son muy pocos, 300.000, más o menos como los habitantes de Alcalá de Henares, podemos probar a garantizar cobertura del ciento por ciento de los depósitos... y a continuación poner una vela a San Mateo, patrono de banqueros y contables. ¿Por qué? Porque eso tampoco es garantía de mucho ya que, sobre ser inverosímil que pueda realizarse llegado el caso, queda por averiguar qué sucede con los depósitos de la empresas, los propios fondos y otros clientes que no son personas físicas.

En todo caso, dada la magnitud del desastre, quizá lo más sensato, tras asegurar la cobertura ilimitada, sea no hacer nada y esperar (y quizá haya mucho que esperar) a que los circuitos financieros se purguen de todo el papel "tóxico" y el crédito se restaure poco a poco. En todo caso lo que sí es imperativo es que los parlanchines y bocones se callen y dejen de provocar más pánico dando garantías etéreas y sin respaldo real.

(Las imágenes siguen siendo detalles del panel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

dilluns, 6 d’octubre del 2008

La crisis de allí y la de aquí.

Poco a poco va abriéndose paso la conciencia de que esta crisis bancaria es de una gravedad inusitada, que tendrá efectos devastadores a medio y largo plazo y no solamente en los Estados Unidos sino en Europa y en el resto del mundo. Se ha dicho que es la más grave desde la IIª Guerra Mundial y también que es como la de 1929; valoraciones excesivamente pacatas porque tiene pinta de ser la peor jamás padecida por el capitalismo.

Como se sabe, el primer acto de este descalabro descomunal se produjo en agosto de 2007. Por aquel entonces y aunque el mundo está lleno de competentes economistas, ni uno solo la había previsto y, una vez iniciada ni uno solo tampoco consiguió aportar una explicación aceptable. Mejor dicho, me engaño: todos la habían previsto y anunciado tiempo atrás pero, pobres Casandras, nadie les hizo caso; y todos tenían una teoría explicativamente impecable, algunos, incluso dos y todas ellas contradictorias entre sí.

Desde entonces hasta hoy la mera observación del discurrir de los hechos nos ha llevado a algunas conclusiones que nadie discute y otras que son muy discutidas todavía. Las primeras son: a) la crisis es una crisis del corazón mismo del sistema capitalista que es el crédito; es una crisis de confianza, razón de ser del capitalismo; b) ha sido obra de una actividad especulativa desregulada, sin vigilancia, inmoral y enloquecida consistente en sobrevalorar los activos (principalmente los inmobiliarios) y construir una febril torre crediticia sobre tales activos sobrevalorados, en gran medida créditos incobrables, que se empaquetaban como atractivos productos financieros y se repartieron por todo el mundo en los años noventa y primeros de este siglo, pudriendo así el sistema financiero global; c) esta actividad inmoral si no directamente delictiva llegó a rizar el rizo del disparate creando cosas como los credits default swaps, productos crediticios basados en la posibilidad de que la entidad que los ofrecía no pudiera cobrar los otros créditos ya librados. Por cierto, quien quiera saber más sobre estos disparates y tener una buena información sobre las causas de la crisis, que lea el magnífico artículo de Walden Bello tituladoTodo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo, publicado en la revista digital Sin permiso, una revista de izquierda crítica, documentada, bien hecha, con artículos de altura y en la que no se sueltan las habituales chorradas de secta o grupúsculo que no hay dios que soporte ya.

Las conclusiones controvertidas no son menos contundentes pero no gozan del mismo grado de coincidencia. La principal de todas es que la crisis es el resultado de las políticas neoliberales iniciadas en el decenio Thatcher/Reagan y proseguidas al día de hoy por los think tanks y los medios neoconservadores que repiten como loros las habituales estupideces de que hay que reducir el Estado, eliminar regulaciones, jibarizar lo público, privatizar a toda caña, reducir impuestos, bajar el gasto público especialmente el social (no, por supuesto, el militar) y desmantelar el Estado del bienestar. Como estos rapaces son inasequibles al desaliento y además cobran suculentos emolumentos por ello, seguirán batiendo el cobre de fuera el Estado y viva el mercado hoy, cuando es evidente que un mercado desregulado lleva a la catástrofe y, además, ironías de la existencia, tiene que pedir auxilio al denostado Estado.

Al saltar el charco y llegar a Europa la crisis se ha mostrado como lo que es: la podredumbre del motor mismo de la actividad capitalista, el crédito. Los bancos se hunden, los que no se hunden no se fían unos de otros, nadie da crédito, no hay liquidez en el mercado, la economía real se va paralizando y, como se trata de un círculo vicioso, la preocupación (a punto ya de convertirse en pánico) se apodera de los inversores, los impositores y los clientes de los bancos con lo que, si se produce una estampida, lo que llaman los ingleses un run on the banks, la catástrofe puede ser total. Para impedirlo Irlanda primero, después Grecia, luego Alemania (und morgen di ganze Welt ("y mañana el mundo entero")) han pasado a garantizar el ciento por ciento de los depósitos de los clientes. Seguramente esta garantía será suficiente... a estas alturas de la evolución de la crisis; pero habrá que esperar ya que va a ser larga y a nadie se le escapa que a medio o largo plazo es de imposible cumplimiento la haga quien la haga, el Estado, los bancos o la Santísima Trinidad. Pero así están las cosas en el mundo.

Y ¿por qué están así? Porque en el capitalismo neoliberal de la alegre desregulación, la falta de escrúpulos y de moral sigue campeando en medio de la crisis. El plan de rescate de Mr. Paulson en los EEUU estaba pensado para seguir enriqueciendo a los tiburones de Wall Street. El Congreso lo limó bastante antes de aprobarlo y aun así, lean lo que dice el señor Paul Stiglitz de cómo “Para lograr aprobar el Plan Paulson, lo que han hecho ha sido proceder por la inveterada vía del soborno y la corrupción”. ¿Y en la vieja Europa? Tres cuartos de lo mismo. ¿Qué explicación tiene que el plan de rescate de Hypo Real Estate acordado en firme el jueves por 35.000 millones de euros se venga abajo el sábado sin explicación aparente y sólo pueda reemerger el domingo reconvertido en uno de 50.000 millones? ¿Cómo se puede hacer un plan de rescate y "equivocarse" en 115.000 millones de euros (hasta los 50.000 en 2008 y 100.000 en 2009 que no aparecían en el primer cálculo)? Vds. lo verán como quieran; a mi me parece un intento evidente de timar al Estado y al consorcio de bancos que firmó el primer plan de 35.000 millones y hubo de retirarlo al enterarse de que eran muchos más miles de millones.

En España no estamos mejor aunque pueda parecerlo dada la tenaz tendencia del Gobierno a disfrazar la realidad como puede. La base de la argumentación de los gobernantes del PSOE, ahora que ya admiten que hay una crisis, es que no tiene por qué afectarnos pues nuestra banca es sólida por cuanto las regulaciones del Banco de España se han cuidado siempre de que nuestras entidades no se vieran arrastradas en el amok de las hipotecas basura y otras prácticas dañinas. Correcto. Es posible que sea así. Pero la crisis está golpeando al país con una fuerza inusitada, muy superior a la de nuestros vecinos porque España dependía más del ladrillo y, desde luego, el turismo, dos actividades que están sufriendo un gran parón. Y con el vertiginoso aumento del paro es posible que lo que en un principio fueron hipotecas "sanas" se conviertan por la necesidad de las cosas en hipotecas "basura" porque lo que convierte en "basura" a las hipotecas no es cómo se concedieron sino el hecho simple de si los hipotecados pueden pagarlas o no. Y aquí viene la dificultad porque con un interés del capital hipotecario muy alto, cercano ya al seis por ciento y unas tasas de paro en aumento galopante, la morosidad se está disparando. La cuestión es: ¿cuánta morosidad pueden aguantar los bancos? ¿El diez, el quince por ciento?

Las autoridades insisten en que el sistema bancario es sólido, lo que ya escama porque si lo fuera tanto no sería preciso publicitarlo y en que los clientes deben confiar en él. Como ya he dicho en un post anterior, encuentro insólito que se pida a la gente que confíe en unos bancos que a su vez no confían los unos en los otros. Y como no se fían mutuamente, el euribor sigue subiendo. Al subir el euribor, las hipotecas se encarecen de forma que nos encontramos con la curiosa situación de que la desconfianza mutua de los bancos la pagan los clientes a quienes, sin embargo, se les pide que confíen en aquellos, sabiendo, encima, que si hay algún problema, sólo tendrán cubierto hasta 20.000 euros de sus cuentas o cartillas de ahorro. Francamente me parece excesivo y si el Estado se niega a subir la cobertura como están haciendo los demás, entiendo que todo lo que la gente tenga en los bancos por encima de los 20.000 euros por titular y entidad estará más seguro en sus bolsillos.

(Las imágenes son detalles -panel central y panel izquierdo- del tríptico de Hyeronimus Bosch El juicio final (1505/1506) que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).