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diumenge, 29 de setembre del 2013

Adiós al PSOE.


El Jaque al Rey dejó dos imágenes muy significativas. Una, Rubalcaba yendo a visitar al Monarca y haciendo unas declaraciones de gozoso cortesano, feliz de que su señor natural se recupere del "incidente" y, con su gran "fuerza de voluntad", pronto lo tengamos "perfectamente en forma". Falta grande nos hace ¿verdad? Qué suerte, don Alfredo, y quiera Diana, la diosa de la caza, que Su Majestad pueda incluso pegar algunos tiros en la sabana africana. Si la forma no llega a tanto, siempre habrá un gato montés por El Pardo a falta de oso borracho al que hacer la vida insufrible. El cortesano y su monarca han hablado de todo, incluido el derby, porque, ya se sabe, son dos hombres llanos, del pueblo.

Palinuro suele referirse a los dos partidos, PP y PSOE, como partidos dinásticos. Podría parecer chocante, pero no lo es. Este acendrado monarquismo de Rubalcaba tampoco es casual, sino la deliberada muestra de que el hombre valora altamente la esencia de la transición: la restauración de la Monarquía, que es lo que le mola. Partido dinástico, sostén de la Corona. Designación correcta.

Mientras tanto, en las empapadas calles de Madrid, los perroflautas de la coordinadora 25-S, el nombre actual de los sans-culottes, pedían el fin de la Monarquía y un proceso constituyente. Unos 1.500 manifestantes que, con los elementos en contra, acabaron en doscientos, sin poder acceder a la Plaza de Oriente cual era su intención, para acampar indefinidamente. Los elementos fueron dos: el meteorológico de una fuerte lluvia y la acción inadmisible, desaforada de la policía que en todo momento hostigó a los manifestantes, retuvo autocares en los accesos a Madrid, entró en las líneas de metro, cerró estaciones, bloqueó calles, obligó a identificarse arbitrariamente a la gente, retuvo a quienes quiso y, en fin, desplegó un operativo preventivo intimidatorio desmesurado que infringió todas las normas sobre libertades ciudadanas y ejercicio de derechos. Ayer, Madrid, fue la capital de un Estado policial.

No es cuestión ahora de si salir a la calle a pedir el fin de la Monarquía es correcto o no. Volveremos luego sobre ello. Sea o no sea correcto el propósito, la reacción represiva, autoritaria, dictatorial del gobierno no es de recibo. Pedir la República o un proceso constituyente no puede ser un delito. ¿O sí? Sobre eso es sobre lo que el PSOE debe hablar y pronunciarse. No sobre el derby y el estado de salud del Rey. Hay más. El gobierno se permitió pedir a unos observadores extranjeros de la OSCE que ahuecaran el ala porque consideraba "anticonstitucional" la marcha de Jaque al Rey. Nada de observadores; nada de testigos. Nunca se sabe cuándo van a empezar los palos, la violencia, la brutalidad y no conviene tener chismosos y fisgones en torno. Nadie va a darnos lecciones. Esta monarquía bananera tiene su dignidad.  Por lo demás, ¿quién es el gobierno para decidir si una marcha es "anticonstitucional" o no?

Eso también requeriría un firme pronunciamiento del PSOE y quizá caiga en la cuenta una vez se haya sacudido el evidente estado de arrobo en que ha dejado la realeza a su secretario general, quien, para hacer ver que es de izquierda, se presentó descorbatado, como si fuera Cayo Lara. A lo mejor por eso sostiene Lara que el PSOE copia el discurso de IU. Pero no hay afán. Como nos descuidemos, Rubalcaba termina felicitándose del fracaso de la coordinadora del 25-S. Sin comprender que ese fracaso, en el fondo, es un triunfo. Jaque al Rey es la primera movilización ciudadana exclusivamente para pedir el fin de la Monarquía, algo que está mucho más extendido en la sociedad de lo que supone el cortesano Rubalcaba. Incluso en su propio partido, en donde aún quedan republicanos que, es de suponer, si les resta algo de dignidad, tendrían que pronunciarse sobre el plegamiento palaciego de su secretario general..

El PSOE realmente no sabe en dónde está y su declive parece inevitable. Solo lo frena que no haya otro partido a la izquierda capaz de atraer los votos de su electorado. Porque IU aumenta, pero no tanto como si hubiera trasvase de votos. Las razones de ese marasmo son tres:

1ª) La cuestión monárquica. La conversión del PSOE en un partido dinástico no encaja en la tradición socialista ni en la izquierda en general. Se argumenta el accidentalismo y se insiste en la primacía de la democracia y el carácter meramente honorífico de la magistratura. Pero es un discurso anquilosado, dogmático, falso. La monarquía es contradictoria con la democracia. Eso se comprueba todos los días con las excepcionalidades e inmunidades del Rey y su gente. Con el añadido de que ninguno de ellos son ejemplo de nada y su crédito y prestigio a los ojos de la ciudadanía andan muy bajos. Que son una vergüenza, vamos. Vivimos en una crisis devastadora que pone en cuestión principios tenidos por eternos e irrenunciables. ¿Por qué no la forma de gobierno? Al situar la Corona fuera del alcance del debate político en España, Rubalcaba (y, en la medida en que lo siga, también su partido) se alinea con la derecha más tradicional como soporte fiel de la Monarquía que instauró Franco, el genocida.

2º) La cuestión catalana. Salvo en la propuesta de reforma de la Constitución en un sentido federal, no hay modo de distinguir la actitud del PSOE de la del PP en cuanto a la cuestión catalana. La negativa al derecho de autodeterminación (que es el fondo real del dret a decidir) puede incrementar las expectativas electorales del PSOE en España pero seguramente disminuirá las del PSC en Cataluña. O quizá no mucho. Pero tampoco el incremento del primero será grande. El voto nacional español se siente más atraído hacia el PP.  Eso de enfundarse ahora en la casaca federal después de 35 años celebrando la baronías autonómicas ya no convence ni a las propias bases y prueba que el partido que iba a vertebrar España ya solo vertebra Andalucía y con ayuda del andador de IU.

3º) La cuestión del propio Rubalcaba. El secretario general sigue determinando los tiempos del partido con una deliberada ambigüedad. Pretende dejar indecisa hasta el final la cuestión del liderazgo para mantener abiertas sus opciones. Seguramente, lo mejor que puede hacer para sus intereses que, según parece, son ser candidato a la presidencia del gobierno, para terminar de hundir al PSOE. Mucho más dudoso es que también sea lo mejor para los intereses de este y, por encima de él, de España. Porque, aunque él, en sus cálculos de interés personal lo ignore, el Partido Socialista era un activo de todos los españoles; no solo suyo. Ya no.

Cuesta imaginar un sistema de partidos en España sin el PSOE, sobre todo por la ausencia de alternativas viables; y es muy probable que no se dé. Pero cuesta mucho menos verlo dejar de ser partido de gobierno. Poca gente espera en serio un sorpasso el estilo de Anguita, pero es el temor a dejar de ser partido de gobierno lo que explica el encastillamiento del partido en el orden constituido. Reforma de la Constitución, pero nada de proceso constituyente. Nada de nada. Un arreglillo de taller -como suele bromear el Rey con ese gracejo que podía meterse donde le quepa-, de cadera... y a tirar otros 35 años con esta Monarquía de Monipodio, esta tupida red autonómica de caciques, clientes y ladrones, esta España de corrupción y pandereta en la que los dos partidos intercambiables se turnan en hacer cabriolas mientras engañan a la gente.

¿Estoy en un error o el PSOE aún no se ha pronunciado sobre la reclamación de la justicia argentina de extradición de cuatro presuntos torturadores del franquismo? Y exactamente, ¿qué va a decir? ¿Que apoya la extradición de los criminales franquistas o que la transición, como la Corona y los caciques, no se toca?

divendres, 20 de setembre del 2013

Siempre hay un elefante a tiro.


¿Recuerdan el famoso "elefante blanco" del Tejerazo de 1981? Sus señorías escucharon debajo de sus asientos que se esperaba la llegada de una autoridad, militar por supuesto, quien daría las órdenes oportunas. Esa autoridad pasó a ser el "elefante blanco", cuya identidad jamás se supo de seguro, oscilando las conjeturas entre el general Armada, Milans del Bosch o el propio Juan Carlos I. Nunca se sabría. Por cierto, curioso giro llamarlo "elefante blanco". El nombre parecería indicar algo muy preciado, casi dotado de poderes taumatúrgicos. Y no es exactamente así. El bicho es, sí, muy preciado a fuer de raro pero el nombre está ligado a la desagradable experiencia de poseer algo muy valioso que no sirve para nada y no se puede mantener ni desechar. Una ruina, vamos. Los reyes de Siam regalaban un elefante blanco a los cortesanos a quienes querían arruinar.

Es posible que la denominación, en definitiva, sea correcta y traduzca la idea popular sobre el valor de la Monarquía. No sirve para nada, es carísima y no hay modo de quitársela de encima. Un elefante blanco, desde luego. Y el Rey está familiarizado con los proboscidios de los colores más habituales, como es sabido por su afición a cazarlos, en ejercicio de su cargo de presidente honorífico del World Wild Life, cargo del que le han apeado a raíz de su último paquidermicidio.

Ahora ha irrumpido en la cuestión catalana, al modo del dicho también popular del elefante en la cacharrería. Se ha puesto a llamar a las personalidades catalanas de la empresa, la banca, los medios de comunicación para que se impliquen en la lucha contra el secesionismo. Al parecer ha abroncado al Conde de Godó, propietario de La Vanguardia, afeándole su apoyo al independentismo de CiU, él, que es Grande España, nada menos, nombrado precisamente por Juan Carlos I, el amigo de los elefantes. Hace un año, en la Diada de 2012, también abroncó en público a un dirigente de CiU, Salvador Esteve, por los mismos motivos y este, que le respondió con dignidad, confesó estar acollonat pues veía que el otro, muy irritado, se le venía encima. Pues eso, barritando irascible como un elefante viejo, que son los más peligrosos de todos.

Hace un tiempo, el lingüista cognitivo George Lakoff, gran teórico del framing publicó un librito que ha sido casi best seller titulado No pienses en un elefante, convertido en vademécum de los comunicólogos de medio mundo. Lakoff, de proclividad demócrata, trata de convencer a sus correligionarios de que si quieren enfrentarse con éxito a los republicanos (cuyo símbolo partidista es un elefante) tienen que sacarse de la cabeza la imagen del proboscidio pues, de otro modo, estarán debatiendo en el terreno elegido por el adversario. Parece un buen consejo, pero no sé si los aconsejados, los demócratas, sabrán seguirlo. Al fin y al cabo la imagen de su partido es un burro.

Sería un consejo beneficioso para los políticos españoles: dejen de pensar en el elefante real. Están nerviosos; no saben qué hacer. Quieren preservar la institución pero tienen miedo al titular, un convaleciente achacoso, cascarrabias, que parece ir por libre, al frente de una casa desmadejada con el crédito y la valoración popular bajísimos y que, cualquier día de estos, monta un lío. Con motivo de cierta celebración más o menos castrense estuvo a punto de darse una castaña y medir de nuevo el suelo con las costillas. Lo evitaron cuatro o seis generales y almirantes sujetándolo en vilo. Una imagen del elefante de la Monarquía española.
 
Hubo un tiempo en que el Rey, como el elefantito Babar, salió al extranjero, aprendió mucho y volvió a casa cargado de dones y ventajas de la civilización exterior. Y el pueblo ingenuo le tributó su aplauso. Pero eso fue hace mucho. Babar ha crecido, se ha convertido en una mole achacosa que solo sabe meter la pata, pues ya ni la trompa, y provoca problemas allí donde va.
 
Hace unos días, el señor Navarro, secretario general del PSC, pedía la mediación del Rey en un diálogo entre España y Cataluña. Y el elefante ya le ha contestado.



Por cierto, el otro elefante blanco, el Papa, sigue siendo blanco, pero se ha convertido en un mirlo. ¡Un Papa diciendo que jamás fue de derechas! Eso sí que no se lo esperaba nadie salvo los paldonfinis que se deslizan con frufrú de lujosos manteos y sotanas por las estancias del Vaticano. La iglesia, dice Francisco, debe dejar de dar la brasa con los gays y los matrimonios homosexuales. Pues es cierto. Ya está bien de aburrir a todo el mundo con esas pamplinas. Veremos luego qué sucede con el aborto. Señor, Señor. El obispo de Alcalá va a fliparlo en colores y monseñor Rouco quizá esté pensando levantar partida en nombre de Cristo Rey. Y no solo eso. Ha entrado Francisco en el huerto prohibido, el de las mujeres. Que hace falta en la iglesia, dice, el genio femenino. Nada más cierto. Atrévase a abrirle las puertas. Derogue el celibato obligatorio del clero, costumbre monstruosa, patógena, y permita la ordenación de mujeres. Esa sí sería una revolución de verdad en la iglesia al lado de la cual las demás son tortas y pan pintado.

(La imagen es una foto del Ministerio estonio de Asuntos Exteriores, bajo licencia Creative Commons).


divendres, 5 de juliol del 2013

Su Majestad el Rey de España


"Al Rey la hacienda y la vida se han de dar; pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios", dice el bueno de Pedro Crespo, ese Pedro Crespo que habita en el corazón de todos los españoles. El honor. He ahí la piedra en la que tropieza la raza. Otras naciones, también defensoras de ese preciado bien, no han tenido inconveniente en renunciar a él, en ser alevosas, felonas, traidoras, por creer que les iba en ello la supervivencia. Pero no los españoles. ¿Felones? ¿Traidores y alevosos los españoles? Jamás. Pueden haber sido crueles, depredadores, genocidas, tiránicos. La furia española viene de antiguo. Pero lo han sido por razones nobles. Antes de nada, el honor.

La monarquía, otrora justificada en el poder de las armas directamente blandidas por los monarcas en los campos de batalla, descansa hoy exclusivamente sobre el respeto, sobre el honor. Al extremo de que este la define cuando se dice que es una magistratura honorífica, cosa que tampoco asusta mucho pues suele matizarse como meramente honorífica. En todo caso, honra, honor, ejemplo, virtud (incluso la "virtú" maquiavélica, que viene de la "areté" griega), elegancia y liberalidad. Eso es lo que la Monarquía exige de y para sí misma.
 
Pero no es lo que procura. La dinastía de los Borbones está tachonada de comportamientos vituperables, ya considerados como hereditarios. Algunos ejemplos sobresalen: Carlos IV y Fernando VI fueron, entre otras cosas, felones y traidores, entregando la corona a Napoleón. De la Reina Isabel solo se conocen desatinos, libertinajes y puro delirio. Alfonso XIII creía que la sociedad estaba compuesta por caballos y militares y el resto era carne de cañón.

El actual en el oficio nunca estuvo muy sólidamente anclado en el corazón de sus súbditos. Las derechas no eran monárquicas sino franquistas y las izquierdas, ya se sabe, de la casta de Caín republicano. La distinción que muchos hacían (al parecer por prudencia) al afirmar que no eran monárquicos, sino juancarlistas, pretendiendo ser pragmática, era una afrenta a la esencia misma de la Monarquía pues reducía la figura del Rey no a la del sucesor dinástico (que, de todos modos, tampoco lo es) de la Corona, sino a la de un vulgar caudillo de origen cuartelario. Un Rey nombrado por un militar.

Una pléyade de intelectuales y comunicadores ha elaborado una especie de leyenda, legitimando la figura del Rey -y, de paso, de la Monarquía- por su valor instrumental. La Monarquía ha sido el medio utilizado por los dioses para devolver la democracia y las libertades y derechos a los españoles. El Rey es la transición misma; la democracia; el Rey es el cambio. ¡Viva el Rey! Es posible pero, si lo ha sido, fue como heredero y albacea de Franco; no como su opositor y alternativa. Tanto es así que hay quien dice que fue Franco quien trajo la democracia a España pues él ya sabía que el Borbón sería felón, como un Juliano, y haría lo contrario de lo que había jurado hacer. Suena algo a fábula pero he leído y oído cosas peores. En todo caso, aquí se quede la cuestión de la legitimidad de origen de la monarquía juancarlista, terreno propicio y muy sugestivo para los debates de expertos en estas cosas de la realeza.

El caso es que la Monarquía, la Corona, el Rey, Juan Carlos y su familia, llevan unos años dando tumbos cuesta abajo a toda velocidad en la estima de los ciudadanos. Los datos que ofrecen los barómetros del CIS, mantenidos en el tiempo, con consideración negativa hacia la Casa Real deben de tener a esta en permanente estado de aflicción que se añadirá al martirio que sufre con el procesamiento del duque rampante. Ya el empleo del término denota que, a la vejez, el monarca borbonea. El sentido en que se emplea aquí "martirio", es el popular, el folklórico que tanto aman los Borbones, el que apunta al sufrimiento (generalmente de amores), al tormento. Pero martirio no es eso, sino que se refiere a una inmolación gozosa que de sí mismo hace el creyente a mayor gloria de Dios y recompensa suya. Y no veo a Juan Carlos con una palma; más bien con muletas, mudos testigos de sus desvaríos.

Y ahí es donde la dinastía se ha precipitado en el abismo del desprestigio y el deshonor. La opinión, supongo, estará dispuesta a pasar por alto algún que otro desliz. Al fin y al cabo, todos somos humanos y del Rey suelen decir los papanatas que es una persona normal, como tú y como yo. Pero hay fuerte sospecha de que no es un desliz sino un comportamiento general, continuado y normalmente criticable, cuando no reprochable. Es imposible que la opinión pública pase por alto tantos osos, elefantes, miles de millones de fortuna según Forbes, tratos poco claros con la Hacienda pública, amigas íntimas de próxima residencia, yernos presuntamente hampones, familiares con dimes y diretes, yates, intervenciones poco afortunadas o directas meteduras de pata diplomática y de las otras. La caída de la imagen del Rey -de quien todo el mundo se acuerda cuando algún mandatario dimite, incluso aunque sea Papa, para recomendarle lo mismo- ha arrastrado a la institución. El otro día, el público del Real silbó y abucheó a la Reina. No a la Reina con Wert, cosa comprensible, sino a la Reina sola. El espejo de la discreta y sufrida dama que lleva con dignidad tanto ultraje se ha quebrado. Ni la Reina suscita respeto. Aquí el honor cuenta poco.
 
Lo dijo Ortega, ¿no? Pues ya está. Y tal.

(La imagen es una foto de Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 15 de juny del 2013

La monarquía bananera.


Si insultas al Rey en España y lo llamas (aunque sea indirectamente) putero, borracho, etc., te caen 6.000 uracos de multa porque los insultos a tan excelsa persona no están amparados en la libertad de expresión.

Si insultas a un juez y lo llamas "oportunista, paleto, botarate o malcriado", no pasa nada porque esos términos se ajustan a la libertad de expresión.

De nada sirve que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su día condenara a España a compensar con 20.000 € a Otegi al haberlo condenado a un año de cárcel por llamar jefe de los torturadores al Borbón. ¿Qué moral hay que tener para no entender que llamar a alguien "putero" o "borracho" es mucho menos grave que llamarlo "torturador"? ¿La moral del mismo torturador?

¿Es menos un juez que un Rey? En España, sí. Y no solo un juez; tod@s. Es menos un ciudadano en un escrache, al que se puede llamar "nazi", una diputada del Parlamento catalán a la que cabe llamar "guarra", o unos profesores a los que se puede tildar de "vagos".

¿Es más un locutor de a tanto el insulto que un militar que escribe artículos? Por supuesto, si el locutor es de extrema derecha y el militar, de izquierdas. El primero puede insultarte y sacarte las vergüenzas. Al segundo, como se descuide, le caen todos los sopapos por rojo.

¿Cómo se miden los insultos? Por la cabeza del insultado y la posición social del insultador.

¿Es esto justicia? Sí; la justicia del señorito cortijero y el juez tiralevitas, la justicia del amo y el capataz abusón, la del señor del lugar y el cura abarraganado, la del capitalista ladrón y sus matones a sueldo en los garitos, los periódicos y las radios.

Por eso me parece un poco exagerado y algo racista llamar a la borbónica "monarquía bananera". Nada de insultar que vienen los jueces independientes (según dictamina el magistrado teórico de la FAES, López) y te imponen una multa. La monarquía española no es bananera. Es, simplemente, española.

divendres, 22 de març del 2013

El fin de una época.

Antes de nada y que se me tache de agorero, vista a la izquierda. Rajoy declara -y La Moncloa considera necesario ponerlo de relieve- que él no es partidario de que la gente pierda sus depósitos. En fin, ya saben ustedes, el mundo está lleno de gente deseosa de que los demás pierdan sus depósitos. No, no soy agorero. Esto es un fin de época. Sunset boulevard, sin Gloria Swanson, pero con mucho tonto empingorotado soltando necedades.

Suele decirse que la política ha cedido el mando a la economía, a los mercados, pero más parece que se lo haya cedido a los tribunales. La política se hace hoy en los tribunales. Es muy oportuno llegar hasta el fondo de los EREs falsos en Andalucía. Pero, por muy espectacular que el asunto sea, no parece bastante para contrarrestar el caso Bárcenas, cuya fuerza destructiva del partido del gobierno es inmensa. Y, aunque fueran de similar alcance, ello no empece para que la responsabilidad del presidente del partido en la tremenda trama que lo afecta, según parece, hace veinte años sea notoria y ese presidente sea ahora presidente del gobierno de España; un presidente sospechoso de haberse beneficiado en el pasado del reparto de fondos ilegales. El caso Bárcenas ha dinamitado el PP. Cuando este juzga pasado el temporal, arrecia. Esa indemnización por despido improcedente a Sepúlveda, imputado en la trama Gürtel, de 229.000 euros es, literalmente, una afrenta al conjunto de la sociedad. Echen cuentas.

La corrupción se ha llevado por delante el turnismo de la segunda restauración. El otro partido dinástico, el PSOE, tiene ese borrón de los EREs andaluces tras haber pasado su bautismo de fuego con una corrupción generalizada en la última etapa de Felipe González. Su problema no es esencialmente el de la corrupción, como sucede con el PP. No le afecta la Gürtel ni el caso Bárcenas. No está minado por la lacra como el PP, pero sí por las prácticas de amiguismo, enchufismo y clientelismo que suelen acompañar al ejercicio del poder. El último gobierno de Zapatero fue un desastre para el partido, aunque no tanto para el país. Lo uno por lo otro. Y el PSOE sufrió una derrota electoral clamorosa. Algo de lo que no se ha repuesto. Rubalcaba sostiene que fue electo con la misión de cambiar el partido y piensa cumplirla. Eso lo distinguiría de Rajoy quien no cumple nada; pero no lo haría más simpático. ¿Cómo piensa Rubalcaba cambiar el PSOE? Poniendo a gente de su confianza en puestos clave. Nada de dar bolilla a las voces críticas. Para los cambios, ya hay unos comités pensando hasta octubre. En cuanto a la oposición día a día, se hará cargo de ella el propio Rubalcaba, que es quien está al cargo de ella.

De cambio hay ahí poco, como no sea alguna referencia marginal a la necesidad de reformar la Constitución, lo cual suena a un intento de arreglar el conflicto con el PSC llevándolo a vía muerta. No sé si se dejará pero el propósito de reforma constitucional es muy amplio y parece hacerse eco de esa reclamación más a la izquierda de abrir un proceso constituyente por entender, entre otras cosas, que la Transición ha fracasado. Supongo que esta idea molestará a los miembros de la Asociación para la Defensa de la Transicion. Tiendo a pensar que muy bien no puede ir a algo que necesita de una asocicación en su defensa, como si fuera una especie en extinción. Igual perplejidad me provoca la Fundación para la Defensa de la Nación Española. Una nación necesitada de una fundación para su defensa, como si fuera una dama ofendida en su honor, no parece muy vigorosa.

Pero, además, la reforma de la Constitución se enfrenta a la generalizada conciencia del destino de una dinastía. Ayer incendió las redes la noticia de la próxima, inminente, abdicación del Rey. Un rumor, claro, pero viralizado, de los que caldean el ambientillo. Será imposible o harto difícil que la Corona salga indemne de una posible imputación a la infanta Cristina. Y por si fuera poco, la autoridad real se ve muy mermada por el comportamiento del Monarca en el asunto Corinna, que despierta todo tipo de sospechas tan desagrdables como las certidumbres que ha aireado. Reina un Borbón con una presunta amante mientras la Reina reside en el extranjero y viene a inaugurar exposiciones como si no pasara nada y su yerno va de juzgado en juzgado y puede que su hija siga sus pasos. ¿Se supone que este es el modelo de familia cristiana que debe protegerse frente a las familias homosexuales, por lo demás perfectamente inofensivas?

El descrédito de las instituciones es tan grande que, además del reconocimiento del derecho de autodeterminación, presta recordar la necesidad del siempre aplazado referéndum Monarquía/República, que fue escamoteado al comienzo de la Transición, pero mantiene su vigencia. Lo malo de esto es que la tarea del cambio real queda encomendada a los dos dirigentes mayoritarios, ambos productos típicos de esa transición que ahora toca a su fin. Dos políticos convencidos de que el horizonte del país es el de sus respectivas visiones, por lo demás coincidentes en lo que llaman los grandes temas de Estado, la monarquía, la planta territorial y, según parece, la iglesia católica. Las demás cuestiones, más prácticas, ya registran mayores discrepancias, pero hasta ahora no han alcanzado casi ni a hacer visible la oposición.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 21 de març del 2013

Ya está bien.

El país está en estado de shock, como si le hubieran administrado una de esas descargas eléctricas, los llamados electroshocks, con los que se creía que se curaba a alguien y dejaban a la gente peor que estaba, pero con mucho miedo.

Según parece y supuestamente, por supuesto, el Rey tenía una amante alojada a cuenta del erario público en un palacete contiguo a su residencia. Esto es algo que puede pasarle a cualquiera, (el tener una amante estando casado, no el usar palacetes de picaderos) y allá cada cual con el rol que interpreta en la comedia: el marido, la amante, la esposa fiel. Las cosas de la vida privada de la gente. Pero es que no es vida privada pues la mentada realizó labores de mediación por cuenta del gobierno español, delicadas, secretas, protegidas por los servicios de inteligencia. Una historia de Mata Hari, que ya es suficientemente pintoresco. Pero es que esta Mata Hari cobraba una comisión del 3% por sus gestiones y en cuentas en Suiza. Cobros opacos, en Suiza, una persona que trabaja "en interés de España" en colaboración directa con la Corona y coordinación con los servicios secretos españoles. Una 007 germánica. ¿Y los asuntos? Complicados negocios de fondos árabes, explotación de energía, pero siempre negocios, alguno de los cuales tiene un sospechoso parecido con una estafa, apadrinados por el Monarca. ¿Y si la amante llevara su amor al extremo de actuar también como broker de su amado?

El Rey tiene un yerno que mejor le fuera no tenerlo porque, con sus aventuras al estilo del neorrealismo italiano, el mozo pone en peligro la continuidad de la institución monárquica.

Del Rey abajo, el gobierno y el partido del gobierno. Docenas de cargos públicos del PP imputados en todo tipo de ilegalidades, estafas, malversaciones, etc. Por doquier, en Baleares, Valencia, Madrid o Galicia. La trama Gürtel es una empresa de corrupción de tamaño industrial y parte de sus fechorías ha sido contribuir supuestamente a la financiación ilegal del partido, la peor forma del juego sucio. A la Comunidad de Madrid le queda por explicar si FUNDESCAM pagaba los gastos electorales del PP.

Y algunas personas dentro del partido. El extesorero, muy en la línea de los anteriores ocupantes del cargo, se ha enriquecido y tiene además a la plana mayor del PP, según parece, cogida por el gañote. Ahí están las balbuceantes, absurdas, comparecencias de Cospedal, Floriano, Pons y el silencio aterrorizado de Rajoy. Solo así se explica que se haya seguido pagando un suculento sueldo a Bárcenas el innombrable de 23.000€ al mes al tiempo que se afirmaba con rostro pétreo que el afortunado no tenía nada que ver con el partido. Generosas retribuciones que más parecen resultado de una extorsión. El caso es que toda esa pasta -incluidos los 220.000 euros on los que el PP va a agradecer los servicios prestados a Sepúlveda, el del Jaguar, salen del dinero de los contribuyentes. ¡Eso sí que es un finiquito como dios manda! Ejemplo sin duda de los buenos resultados de la reforma laboral.

El presidente del gobierno, que se subió el sueldo un 26% mientras pedía austeridad para los demás, todavía no ha explicado clara y fehacientemente si alguna vez cobró los dineros ilegales de los que hablan los papeles barcénigos. Pero se marcha a la instalación del sucesor de San Pedro en un séquito de once personas, de ellas, tres clérigos y los correspondientes guardaespaldas. Todo eso, igualmente, a costa del contribuyente, un contribuyente sometido por otro lado a una política de expolio sistemático.

El grado de deterioro, de descrédito, de desprestigio de las instituciones roza la chirigota nacional. Esto no puede seguir así. Hay que hacer algo.

(La imagen es una foto de N (Aleph), bajo licencia Wikimedia Commons).

dilluns, 24 de desembre del 2012

Habla el Rey de EREspaña y dice lo de siempre: nada.

Alguien ha dicho a los expertos de La Moncloa que hay que modernizar la imagen de la Casa Real, así que, para dar sensación de plenitud, vigor y energía, en vez de sentar al Rey en su egregio sillón lo han hecho farfullar sus simplezas de pie, aunque apoyando el trasero sobre su mesa de trabajo, por cierto de preciosa madera taraceada, no vaya a perder el equilibrio como suele. Podían enseñarle a vocalizar el castellano ya que cada año es mayor la tortura de escucharlo, pero eso no debe de tener arreglo. Hasta aquí el discreto equilibrio entre tradición y modernidad.
En este país, cuya Constitución dice que ninguna confesión tendrá carácter estatal el Jefe del Estado se dirige una vez al año a sus súbditos el día en que los católicos celebran el nacimiento de su dios. Y lo hace flanqueando un belén que no por minimalista es menos feo, para que no quepa duda del hilo teocrático que une al niño dios con el monarca. La alianza del trono y el altar, tan discreta como sólida, no corre peligro. No lo corrió cuando los sociatas en el gobierno resultaron ser unos meapilas, menos ahora que mandan los curas través de sus espantajos, como Wert, Báñez o Fernández Díaz.
En cuanto al contenido, pues, en fin: que paciencia y barajar. Son tiempos duros, pero el gobierno (y la oposición) animados de sublimes miras, hacen lo posible por volver a ponernos en la senda de la prosperidad. Sobre todo, la palabra clave, el centro del mensaje del Borbón es que los españoles saldremos del lodazal en que nos ha metido una pandilla de sinvergüenzas y ladrones (ejem, cosecha de Palinuro) si tenemos confianza. Es decir, fe. Fe, confianza... ¿en qué? ¿en quién? La respuesta implícita es obvia: en Rajoy. Soy republicano y no tengo en estima al Rey pero este pitorreo es demasiado hasta para el más desaprensivo de los Borbones. ¿Confianza en Rajoy? ¿En el hombre que no habla sin mentir, al que no le quedan palabras por incumplir, el peor felón y mendaz que ha pisado La Moncla? ¿Un hombre sin palabra, sin dignidad, capaz de vender lo que sea por sentarse en el sillón de mando? ¿A quién cree este rapaz que está hablando? ¿A una nación de borregos o de imbéciles? ¿Es que no ha visto él mismo que Rajoy no ha hecho otra cosa que mentir y tracionar la confianza hasta de los más indefensos una y otra vez durante un año?
El resto del farfulleo regio, a beneficio de inventario. El país pasa por una horrible crisis venida de fuera como los marcianos del espacio. Aquí no hay políticos corruptos, empresarios ladrones, yernos sinvergüenzas, bancarios delincuentes, mangantes y estafadores de todo tipo y calaña, neoliberales fascistas y fascistas neoliberales. No hay una pandilla de saqueadores dedicada a expoliar a la gente de sus derechos, sus libertades,  de su mismo patrimonio. No hay decenas de miles desahuciados. No hay suicidas. No pasa nada que no haya pasado en sus 37 años de reinado.
Un par de veces mencionó algo que, de no saber que sus palabras son milimétricamente medidas por los perros guardianes de La Moncloa, podrían sonar a posición propia, pero no pasaron de ser aliviaderos retóricos. Una de ellas consistió en decir que la austeridad debería ir acompañada de crecimiento. Como quien dice que el pedrisco podría ser aromático. Otra fue implorar que la política agresiva de este gobierno antipopular (él lo expone de otra manera) no se lleve por delante los derechos "individuales" y "sociales" que tanto ha costado conseguir.
¿En qué país vive este payo, además de Botsuana? ¿El el de Nunca Jamás? ¿Qué derechos quedan a los trabajadores, a los pensionistas, a los justiciables, a los funcionarios, a los usuarios de los servicios antaño públicos y hoy privatizados o en proceso de privatización en beneficio de unos gobernantes cuya obsesión es despojar a la gente de todo para llenarse sus propios bolsillos y los de sus allegados, clientes y enchufados?
¡Viva la República!

dimecres, 19 de setembre del 2012

Borboneo.

La Casa Real acaba de inaugurar página web en casareal.es cuya interfaz está en captura a la izquierda. Enhorabuena a Palacio en donde, como se sabe, las cosas van despacio. A paso de tortuga. Una página web en 2012 ya tiene mérito. De todas formas, como tiempo han tenido, no está mal: sobria, elegante, recatada. No se quiere transmitir idea de oropel o boato sino de cercanía, cotidianidad y amor por la familia, firme promesa de perennidad de la institución.
En cualquier caso, enhorabuena, ya puede la Real familia comunicarse con l@s ciudadan@s directamente, sin cortapisas. Así, la salida al aire de la Real Web (o Real Red o Royal Web, para unificar idiomas) ya trae una carta del Rey se entiende que a todos los españoles. ¿Y qué dice el Borbón? Exactamente lo que el gobierno quiere que diga y, además, con sus mismas palabras. No es la primera vez que el gobierno se vale del Rey para apuntalar su política de partido. Hace unas fechas Rajoy llevó al Monarca a presidir el consejo de ministros en que se aprobó la orgía de recortes y cercenamientos, con lo que le cargó con parte de la responsabilidad.
Y ahora aparece el Borbón hablando como si fuera el gallego. Es sorprendente. La derecha parte del principio de que las instituciones y símbolos del Estado están al servicio de su ideología. Así que el Rey recorta y el Rey avisa a las tribus de vascones y cataláunicos de que no persigan quimeras. Por si esto fuera poco, suena el toque viril del cuartel en la voz del teniente general retirado Pedro Pitarch de que La independencia de Cataluña es impensable, ni por las buenas ni mucho menos por las malas. ¿Queda claro? Aviso de que el ejército español no ha ganado una sola guerra internacional en trescientos años; pero las guerras contra su propio pueblo las gana siempre.
Oído el Rey y oído el espadón, si quieren los lectores nos ponemos a hablar de cómo se presenta la cosecha de vino este año.
¿Que no? ¿Que queremos seguir hablando de política? Pues nos la estamos jugando porque ya está claro que la Corona ha tomado partido, el partido del remo. Esa expresión de remando a la vez es del vademécum de los propagandistas de la derecha. Igual que ese futuro de Europa y de España, que no se le cae a Rajoy de la boca. Pero lo más preocupante es el caveat que viene a continuación, cuando nos enteramos de que lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. Las quimeras del Rey, siempre más culterano, equivalen a la algarabía de Rajoy, algo más vulgar. Y lo de ahondar las heridas en un país en el que decenas de miles de sus hijos yacen asesinados en las cunetas para desconsuelo de sus allegados suena a real metedura de gamba o habitual destemplanza de Rajoy. Y ¿en nombre de qué hay que remar juntos, y dejarse de quimeras y rencillas? En nombre de un ente que la carta real designa como Transición Democrática, así con las dos mayúsculas del Te Deum, una TD entronizada en una perfección inamovible.
Tengo la impresión de que esa carta, escrita al dictado del gobierno, es un golpe duro a la legitimidad de la Corona por cuanto esta aparece involucrada en un conflicto político y de un modo sorprendentemente represivo, prohibitivo. Dice el Monarca que no son tiempos para escudriñar esencias. No sé qué entenderá Juan Carlos por "escudriñar" pero, sea lo que sea, la pegunta inmediata es: ¿por qué no? ¿Porque lo dice él? ¿Y quién es él para determinar qué hagan las gentes con sus esencia? Porque escudriñar en las esencias es fundamental en la conciencia de todo nacionalismo, incluido el español.
En resumen, la carta es una nueva muestra del error de la dinastía, el borboneo, esto es, el compadreo entre la Corona y el gobierno. Si al resurgir del borboneo añadimos las amonestaciones militares, el cuadro que empieza a emerger de España en estos momentos es preocupante. Es de suponer que, por muy de derechas que sea, el gobierno hará respetar la supremacía del poder civil. Pero el borboneo, la interferencia del Rey en la política, todavía es peor. Casi merece más la pena que el monarca se vaya de safaris, aunque se caiga.
(La imagen es una captura de la página web de la Casa Real, casareal.es).

diumenge, 17 de juny del 2012

El Rey da esquinazo a Dívar y la gente no traga a Rubalcaba.

Escaquearse es un arte. Los de mi generación lo aprendimos en la mili. Venía el capitán de cuartel con cualquier estupidez entre ceja y ceja y lo mejor era salir a hacer un imaginario recado del coronel. Tocaban fagina y convenía largarse corriendo para no comer la bazofia llamada rancho. Asimismo  ha hecho el cabo Borbón. No puede estar con su gran amigo Carlos Dívar porque tiene que ir a consolar a no sé qué extraño Jeque del desierto que acaba de perder uno de sus 452 hijos. ¡Ah la amistad de las sangres azules! Comprenderá el hasta ahora acaramelado presidente del Tribunal Supremo que los asuntos de Estado no admiten demora y es preciso cuidar las monarquías amigas, sobre todo si regalan tan buenos Ferraris.
Conociendo la lamentable condición humana y sabiendo a España  llena de cortesanos escurridizos, tiralevitas y untosos petimetres, es posible que nadie del rey abajo quiera mostrarse en público con el Tour Operator caribeño de Puerto Banús. Dívar acabará largando su interesante y melancólico canto judicial de cisne en los oídos del conserje del tribunal y la señora de la limpieza contratada por horas por Eulen. ¿Cabía esperar otra cosa? Quienes propusieron la fórmula de una dimisión a término y salvar el bicentenario, ¿no cayeron en la cuenta de que nadie iría a la celebración? ¿Tampoco Dívar?  ¿Se puede ser más negado? Ahora entiendo por qué este hombre ha tardado tanto en hacer lo inevitable, esto es, dimitir: porque la cabeza no le da para más. Es curioso que llegue a presidente del Tribunal Supremo un hombre tan ciego, tan soberbio y de tan escasas luces. Pero si recordamos que lo nombraron Zapatero y Rajoy de común acuerdo la cosa se explica: es fiel reflejo de ambos.
Justo hoy también sale el sondeo de Metroscopia con noticias abrumadoras para el PSOE por enésima vez. La gente no traga a Rubalcaba. El asunto es llamativo y, aunque sea comprensible que la actual dirección del PSOE haga la vista gorda con estos y los anteriores resultados pues no le beneficia, en algún momento alguien en el PSOE deberá plantarse y exigir una rectificación, un cambio de rumbo, un congreso, una refundación, algo con tal de salir de este estadio de anomia galopante, de irrelevancia de un partido que hace seis meses era algo y ahora parece una reunión de jubilatas jugando a la petanca. Porque está claro que, si no eres Rajoy pero estás por debajo de Rajoy en valoración popular, te irá mejor en el sector textil, por ejemplo. Parece una tontería, pero no lo es. Rajoy es tan impopular que si el 20-N el PSOE no hubiera perdido cuatro millones de votos, él no habría ganado las elecciones. Así pues, quien esté por debajo de él en simpatía popular todavía lo tendrá peor.
Y no solamente hay un problema en la dinámica bipartidista. También lo hay en el seno de la izquierda. En las condiciones actuales de la crisis en Europa, con la izquierda radical recomponiendo su discurso en Grecia, Francia, Alemania y España, el PSOE corre el riesgo de seguir cediendo terreno hasta llegar al agotamiento. El proyecto socialdemócrata tiene un problema de legitimación teórica en toda Europa y a él añade el PSOE uno propio, específico, producto de una práctica oscura, ambigua, vacilante, entreguista y muy difusa. El PSOE pagó muy caro su política de seguidismo de la derecha en el gobierno. Si ahora en la oposición aparece uncido al carro del PP, sin articular una alternativa propia clara, carente de reflejos e indeciso, la izquierda radical acabará cosechando los votos que en las últimas elecciones siguieron fieles al PSOE más por una nostalgia de los tiempos que fueron que por el inexistente entusiasmo que despierta este candidato cada vez más parecido al abuelo Cebolleta, empeñado en colocarnos un rollo confuso sobre un pasado glorioso en lugar de convocar un congreso en el que el partido pueda volver a encontrar un discurso propio.
(La primera imagen es una foto de Andrus_Ansip. La segunda una foto de Rubalcaba38 bajo licencia de Creative Commons, ambas bajo licencia de Creative Commons).



dimarts, 17 d’abril del 2012

Recuerdos de un elefante.

El primo George era un gran elefante. Culto, íntegro, voluntarioso, sensible y muy hospitalario, fueron estas buenas cualidades las que lo perdieron. En especial su aficion por el trato con los hombres, sí, esos bípedos implumes devastadores a quienes nuestros amigos los houyhnhnms, llaman yahoos, término que los propios yahoos, en su estólida ignorancia, atribuyen a una plataforma de correo electrónico, ignorando que la palabra quiere decir precisamente eso, "hombre". En verdad, hombre tosco, brutal, degenerado. O sea, hombre a secas.
George era sabio a fuer de viajado. Había estado en la India y allí había conocido a Ganesh quien le enseñó la gran habilidad con la que él después se ganó la vida por los caminos del mundo hasta volver a casa. Sabía tenerse de pie sobre un ratón. Me lo presentó una vez. Se llamaba Ercolino y era un gran roedor pues sostenía a George sin fatigarse y eso que mi primo pesaba casi diez toneladas. Ganesha cogió cariño a George y lo nombró Gran Proboscídeo del Africa meridional con jurisdicción sobre todo el Kalahari y obligación de pagarle un tributo anual en un rico forraje, al que el dios era muy aficionado, que crece en la savana africana pero no se conoce en Asia. ¡Y no estaba orgulloso ni nada George de patrullar las ardientes arenas con su gualdrapa de seda hindú en la que se leía en sánscrito "Alguaciles de Ganesha. Satrapía africana"!
Hacía ya tiempo que lo veía poco. Se había casado con una hermosa elefanta de la selva y, siendo un loxodóntido hogareño, apenas salía de casa salvo para ir al trabajo. Sin embargo, un día vino a verme muy excitado: había llegado un grupo de yahoos que parecían civilizados, quería entablar relaciones con ellos y me invitaba a acompañarlo porque creía que podría serle de utilidad dado mi conocimiento del inglés, que adquirí mientras, siendo niño, trabajaba para Walt Disney haciendo Dumbo. Me negué en redondo. No era necesario señalarle el peligro que lleva siempre para nosotros el trato con estas bestias frenéticas cuando van de lo que llaman "caza". Pero él insistía. No había peligro, decía el infeliz; en la expedición venía un yahoo que era Rey de España y, al tiempo, presidente de honor de WWF, es decir, ¡un amante de los animales! Venía, además, acompañado de un grupo de damas y caballeros entre los que destacaba por su belleza, elegancia y cualidades espirituales, una noble alemana, al parecer sentimentalmente relacionada con el yahoo hispano, de nombre Corinna zu Sayn-Wittgenstein. "¡Una Wittgenstein!", exclamaba el bueno de George, "¡Podré hablar con ella del Tractatus Logicus-Philosophicus, que fue lectura obligada en mi época de Brahmín en la India."
Dije que no lo acompañaría y mientras él, algo mohino, emprendía viaje al encuentro de los visitantes, yo me metí en la red en busca de información sobre aquel extraño Yahoo, llamado Juan Carlos de Borbón. La conexión en el Kalahari no es muy veloz pero, cuando accedí a la información, se me encalabrinó la trompa: el yahoo en cuestión era un peligro para cualquier ser vivo a su alcance: empezó sus días matando -diz que accidentalmente- a un su hermano y siguió luego su infausta carrera sembrando la tierra de cadáveres: búfalos, ciervos, urogallos, jabalíes, jaguares, tigres de Bengala y hasta un simpático oso de la estepa. Aquel yahoo, como todos los de su especie, era una máquina de matar; la tal Sayn-Wittgenstein lo azuzaba para hacer negocios con una clientela de nuevos ricos palurdos que pagaban lo que fuera por ir a exterminar fauna africana en compañía, decían, de un auténtico rey que, a su vez, acudía allí atraído no por el encanto filosófico de la dama sino por otro menos elevado y más horizontal.
Cuando me di cuenta del peligro que George corría, salí a toda velocidad en su busca, barritando desesperadamente. Pero George estaba lejos y no podía oírme. De hecho, ya había avistado el safari y hacia él se encaminaba con esa tranquilidad de espiritu que caracteriza los espiritus nobles. Cambié la forma de comunicación y le envié aviso de riesgo por microondas terrenas. Si George estaba todavía en este mundo, tendría que recibirlas por las patas y quedar avisado. Justo cuando acababa de enviarlas, sonó el eco de un disparo y yo supe que había llegado demasiado tarde.
Redoblé la velocidad de la carrera y cuando, por fin, entré en la linde la savana el espectáculo era desolador. A cien metros, George yacía muerto, con la tapa de los sesos levantada mientras el yahoo posaba satisfecho con la escopeta humeante, junto a la malvada princesa y a sus pies, mi infeliz primo George. Verlos y arremeter contra aquella pareja de estúpidos criminales fue todo uno. Ignoré a la mujer pues los elefántidos no atacamos a las mujeres y me fui sobre el reyezuelo de la tribu ibérica. Lo empujé levemente con la trompa y le rompí una cadera. Me disponía a aplastarle la cabeza sentándome sobre ella cuando se me apareció Ganesha y me ordenó perdonarle la vida. Tenía que perdonarlo porque, al y al cabo, nosotros somos dioses e hijos de dioses y tenemos que tener piedad con estas criatura imperfectas que sólo sobreviven matando y destruyendo, sobre todo, si como era el caso con el yahoo a mis pies, no sabían hacer otra cosa de provecho pues habían pasado su vida parasitando a sus semejantes.
No me convenció el discurso de Ganesha porque, al fin y al cabo, a diferencia del pobre George, yo he sido siempre un agnóstico pero entendí el razonamiento de que, si acababa con los días de aquella piltrafa humana, que se retorcía en el suelo de dolor, acabaría siendo tan abyecto, cruel e inmundo como él. "Déjalo ir", me dijo Ganesha, "No lo tiene fácil. Su mujer lo ignora, sus hijos no se lo toman en serio, sus amantes lo tienen como un activo de negocios y alguno de sus parientes políticos, más ladrón que Caco, puede acabar arrastrándolo a la cárcel, que es la jaula en la que los yahoos encierran a los otros yahoos que se pasan de listos o de tontos. Su propio pueblo nunca le ha tenido mucho respeto y, ahora, con sus últimas hazañas muy al estilo de los crápulas de sus antepasados, aumentan los partidarios de darle boleto y cambiarlo por una República.
Lo de la República me sonaba mucho. Recordé que era la forma preferida por mi amigo y anfitrión, Palinuro, en cuya casa, que tenía la forma de una elegante trirreme troyana, me alojaba cuando iba de excursión a Europa. Precisamente, la última vez, cuando fui de librerías a Madrid, a buscar un libro sobre un elefante que acababa de publicar el gran José Saramago, que tanto nos entendia, El viaje del elefante. Comprendí entonces la profundidad del maestro Ganesha: entre los yahoos hay de todo, incluso extremos contrapuestos. Hay Saramagos y hay Juan Carloses.

dilluns, 16 d’abril del 2012

Es más de lo que parece.

El octogésimo primer aniversario de la proclamación de la IIª República iba a pasar sin pena ni gloria. Alguna tímida bandera, varios actos conmemorativos, culturales, de la memoria histórica y, desde luego, el hervidero de la red. Pero poco más. La República tiene muchos menos partidarios de lo que se cree, sobre todo desde que parte de la izquierda ha dado en la flor de sostener que esta, la izquierda, es compatible con la monarquía, sin duda en aplicación de la doctrina de la accidentalidad de las formas de gobierno, de gran prosapia en el país.

El destino, sin embargo, juega al sarcasmo y un aniversario taciturno y apagado se ha convertido en una efeméride rutilante, no solo por los muchos méritos de lo que se conmemora, sino por la naturaleza ramplona, chabacana, ruin y ridícula de la realidad que sirve de comparación. La expedición cinegética de este hemingwayano monarca en un momento especialmente grave para el país sobre el que reina ha provocado una crisis, una verdadera convulsión en la que se recuerda que el prestigio de la Corona está bajo mínimos y la monarquía como institución se la juega. La sola mención del caso ha puesto a prueba la lealtad de los dos partidos mayoritarios que, con alguna voz discordante en el PSOE, han obtenido la máxima calificación: los asuntos de la Corona no se comentan. No comment, tradición anglosajona. En algún momento el PSOE fue un partido republicano, pero ya no lo es. ¿Cabe, pues, hablar de dos partidos dinásticos como en la primera Restauración? Cabe. Un rasgo más del peligro que encierra para la izquierda el identificarse en demasía con un régimen contra el cual se había constituido.

Pero hay más. La aventura del rey no es solamente cinegética, pues tiene ribetes específicamente borbónicos. Según parece, la familia real será real pero no es familia. De inmediato vienen los dinásticos a recordarnos que estas son cuestiones privadas del monarca que tiene tanto derecho a la intimidad como bla, bla, bla. En este momento el dinástico ha descendido un escalón para convertirse en cortesano adulador. Por supuesto, Juan Carlos de Borbón puede hacer lo que le dé la gana, pegársela a su señora, vivir en concubinato y hasta mantener un serrallo (siempre que sea de su bolsillo), pues es un hombre libre y, mientras esté dentro de la ley, los demás no tenemos nada que decir. Pero Juan Carlos de Borbón es también rey de España, voluntariamente, por cierto, y vive de dar ejemplo en un conjunto de valores que incluyen la Patria, el trono, la religión, la bandera, la familia. Si el rey va contra alguno de estos valores, ¿por qué no contra todos? De hecho, el coronel Martínez Inglés sostiene que es felón y traidor a la Patria.

Pero, sobre todo, sea uno o sean todos los valores atacados, ¿qué crédito puede darse, qué respeto tributar a quien hace lo contrario de lo que dice? Y esto no afecta solamente al rey sino también a la reina Sofía. Veamos, ¿estoy equivocado o la reina profesó el catolicismo abjurando (supongo) de la iglesia ortodoxa? ¿No suele estar en los oficios religiosos de la liturgia católica? Si es así, ¿qué pinta en Atenas asistiendo a la pascua ortodoxa? Personalmente me es indiferente pero ¿no son excluyentes las creencias religiosas? La reina Sofía es muy libre de poner su fe en donde quiera, pero conviene saberlo para que sus súbditos españoles, mayoritariamente católicos, conozcan con quién comparten el culto.

Se respira en esta historia mezcla de borbonismo tradicional, conflictos de matrimonios, asuntos judiciales, un aire no ya de decadencia, sino casi apache, de ruedo ibérico con alta tecnología. Y se echa de menos algún bravo clérigo capaz de amonestar públicamente al monarca sobre los peligros de la depravación, de ir contra la ley d Dios en asuntos matrimoniales. Se echa de menos un Thomas Beckett, incluso un Tomás Moro. A cambio contamos con un Rouco Varela, que hará la vista gorda siempre que le den unos terrenitos para la iglesia.

Dicen los partidos dinásticos que las últimas peripecias de la Corona no tienen influencia alguna sobre la institución y que la monarquía no está en cuestión. "No toca" hablar de Monarquía/República. Como dicen los políticos, no es un debate que esté en la calle. Sobre todo si ellos lo acallan en los despachos. Pero está en la calle. De esta es prácticamente imposible que la Corona salga incólume, sobre todo ahora que ya se conoce el nombre y el rostro de la noble, elegante y razonablemente joven señora que organiza las cacerías del rey. De exacerbarse el asunto, los partidos dinásticos quizá propugnen una abdicación del rey en su hijo que parece un Borbón menos zascandil, con un toque plebeyo y romántico, al estilo de su tatarabuelo, Alfonso XII.

Los republicanos seguiremos pidiendo un referéndum sobre la forma de gobierno de España. Tenemos muy pocas posibilidades de lograrlo. Pero eso pasa con todos los ideales y la República lo es.

dissabte, 14 d’abril del 2012

La monarquía depredadora

Si no llega a ser porque Juan Carlos de Borbón, famoso por su tendencia a abrir las puertas con las narices y a quedarse con el manubrio en la mano al mejor estilo del inspector Clouseau, dio un traspiés de madrugada y se rompió la cadera, nadie se habría enterado de que el muy pillín había agarrado las de Villadiego el finde a cazar unos elefantes en Bostwana. La empresa privada que organiza estas carísimas y crueles cacerías para que unos cuantos individuos adinerados puedan sentirse lo que probablemente no sean, esto es, hombres, había colgado en su web (para retirarla de inmediato) la repugnante foto de la izquierda en la que el personaje que reina en España posa tan satisfecho ante el despojo de un bello animal que él ha asesinado. La foto es infame, un monumento a la imbecilidad del ser humano, capaz de enorgullecerse de destruir la biosfera que lo sostiene, y conviene darle la mayor difusión en la red, para que todo el mundo vea de qué estofa está hecho el monarca español.

Hay dos aspectos en este indignante asunto que merece la pena destacar: el primero es el secreto de las actividades finisemanales del Monarca. Se dirá, supongo, que el Rey es también persona privada y, como tal, tiene derecho a no decir cómo, dónde y cuándo va a donde quiere como persona privada. Pero eso es mentira. El Rey no tiene nada privado entre otras cosas porque es Rey por el hecho más privado de todos, que es el nacimiento. Así que quienes pretextan la tal privacidad del Rey, yerran o mienten como bellacos. Y la prueba a contrario es ver con qué sigilo se preparan estas fechorías en la Casa Real. Si en verdad fueran privadas y no plantearan problemas al hacerse públicas, ¿por qué tendrían que ser tan reservadas y secretas? Obviamente porque todo el mundo sabe que están mal. Que Juan Carlos, siempre con un ojo en la opinión pública, no se dé cuenta de esto revela hasta qué punto es duro de mollera para las cosas que, en el fondo, le gustan.

El segundo aspecto hace referencia a la cacería en sí. Probablemente será legal. Estaría bueno que, además de escaparse en secreto, el Rey se dedicara a cometer delitos. Sin duda es legal. Pero ¿es moral? Dejemos aparte el hecho de que cada elefante abatido cueste, en total, unos 40.000 € (esto es, unas sesenta veces el salario mínimo), cosa que es infumable en tiempos de escasez. Recuérdese, además, que en la mayor parte del mundo, en la que reina la miseria, la necesidad y el hambre, con 40.000 euros hago yo legal el canibalismo de niños y, con 100.000, el empalamiento de disidentes. Son lugares en lo que la legalidad se compra con dinero contante y sonante (también entre nosotros, no se crea, pero lleva algo más de tiempo y esfuerzo y se disimula un tantico) y, por lo tanto, el argumento legal carece de todo valor.

Será legal; pero es profundamente inmoral. Se objeta que los elefantes están en peligro de extinción pero tampoco lo veo un argumento definitivo porque parece querer decir que, si no lo estuvieran, cazarlos por diversión sería correcto y tampoco es cierto. Estén estos u otros animales en extinción o no, cazarlos por diversión, por entretenimiento, por pasar el rato es inmoral, estúpido, cruel e inhumano. Ciertamente todo esto no es privativo de la monarquía. Hace poco supimos que un exministro socialista, Bermejo, y el gran juez Garzón, a quien Palinuro tiene en altísimo aprecio comparten con el Rey esta repugnante afición, aunque en menor escala. Pero el hecho es que el pastel del Rey se ha descubierto, ironías del destino, un 14 de abril.

Aprovechando la feliz coincidencia, ¿no podría Juan Carlos abdicar y convocar de una vez el referéndum que se nos debe desde hace 37 años para averiguar si los españoles queremos la Monarquía restaurada por Franco o nuestra República que este genocida nos arrebató por la fuerza y el terror para volver a sentar en el trono a este matador de osos en Rusia y elefantes en Bostwana?

dimecres, 8 de febrer del 2012

Informe secreto del embajador alemán sobre el 23-F en Spanien

El gobierno alemán ha desclasificado documentos secretos de hace treinta años y entre ellos se encuentra este informe del embajador alemán acerca de la intentona de Antonio Tejero el 23 de febrero de 1981. Palinuro se ha hecho con él gracias a su amigo Julian Assange, condestable de WikiLeaks:

"Madrid, 30 de mayo de 1981.- Sehr geehrter Herr Kanzler: cumpliendo órdenes de mi ministro, el otro día pedí audiencia al Rey de España con el pretexto de tratar algunos asuntos del posible ingreso del país en la Comunidad Económica Europea. Juan Carlos I me recibió a las 12:00 en su despacho del palacio de la Zarzuela. Estaba de un humor excelente. Este monarca, que habla como si estuviera comiendo puré de Kartoffeln, es una mezcla de español castizo y francés del Périgord. Es dicharachero, da palmadas en el hombro y cuenta chistes con la misma gracia que podría tener Lutero y la prueba es que solo se ríe él, eso sí, con carcajadas a lo Rabelais. Después de tratar sucintamente el asunto de Europa lo abordé en el que nos interesaba y este es el diálogo que mantuvimos y que trascribí de memoria al salir del palacio. Ya sabe Su Excelencia que mi memoria es buena, pues me eduqué en el Instituto Federico El Grande.

Botschafter (embajador). Majestad, se dice que van a juzgar a los golpìstas de febrero.

König (rey).Calla, calla Reimut. Tengo un disgusto...

B. ¿Por qué, Majestad?

K. ¿Te parece bien juzgar a esos hombres, a esos patriotas como si fueran unos delincuentes?

B. Pero, Majestad, es lo que son.

K. ¿Delincuentes? Embajador, es como si me dices que el conde Klaus von Stauffenberg era un delincuente cuando está claro que se trataba de un héroe que quiso librar a su patria de la tiranía.

B. Señor, Von Stauffenberg conspiró contra una dictadura, una horrorosa tiranía que...

K. ¡La que hay en España! La tiranía de la mayoría, la plebe, los bolcheviques y los masones. Gente de la peor calaña que no sabe manejar los cubiertos a la mesa.

B. Bueno, las elecciones democráticas se basan en la mayoría.

K. Ese es el fallo de la democracia, Reimut, que mandan los mediocres cuando debieran hacerlo los mejores, la aristocracia, los grandes de España, los títulos de Castilla. Es el problema: otorgas el sufragio universal y la chusma elige a la canalla.

B. Señor, los golpìstas...

K. Reimut, los héroes.

B. Los héroes golpistas me parecen un puñado de fanáticos dementes que embiste sin ningún raciocinio.

K. ¡No querrás que se hayan leído la La razón pura de la crítica!

B. (Obviamente el Rey no domina la cultura alemana) No sé si serán capaces de leer el Catón.

K. Ni falta que les hace. Están movidos por el amor a la Patria y quieren lo mejor para España.

B. ¿Para España o para ellos? ¿Para España o para Vos?.

K. Ellos son España, Reimut. Yo soy España. Vosotros los teutones no lo entendéis desde que os hicisteis republicanos tras expulsar al buen Kaiser Guillermo.

B. Entonces Su Majestad simpatiza con Tejero y quizá supiera lo que se estaba tramando.

K. No, hombre. ¡Qué cosas dices! Además, ese es de la Guardia Civil, un matagitanos. Vas a ser la ruina de la dinastía. Pero, desde luego me pareció una reacción de caballeros españoles, hartos de ver cómo la patria era ultrajada todos los días con banderas separatistas, afrentas a los símbolos sagrados de España, a su glorioso ejército. Te lo repito, embajador, ¿qué hizo Von Stauffenberg cuando Hitler mancilló el honor de la Wehrmacht?.

B. ¿Honor el ejército español? Pero si la única guerra que ha ganado en trescientos años ha sido contra su propio pueblo.

K. ¡Ay, embajador, qué obnubilados estáis en Europa con la leyenda negra! El ejército español no ganó la guerra del 36/39 contra su propio pueblo, sino contra el comunismo internacional que nos había invadido. En cambio, al vuestro, el comunismo lo aplastó con ayuda de la plutocracia anglosajona y a pesar de los esfuerzos de la insigne División Azul. Y ahora, perdóname, Reimut, tengo que dejarte. He de hacer unas llamadas a ver si los jueces me tratan bien a Milans.

B. Ese era el cabecilla, el que sacó los Panzer a la Strasse. ¿Vos lo habíais hablado con él?

K. ¡Y dale! Pesado como buen prusiano. Claro que Jaimito Milans y yo somos amigos de siempre y lo hablamos todo. Pero no vas a conseguir que cometa una indiscreción y admita algún tipo de conocimiento del... del...

B. Putsch, Majestad, Putsch, intentona, Majestad, asonada, pronunciamiento, coup d'État, insurrección, sublevación, traición.

K. Venga ya, Reimut, no te pongas tremendista que te va a dar algo y ya no eres un crío. Una exaltación de la juventud alocada, encendida de amor a la Patria y que no duró 48 horas. Un escarceo. Pero que no te quepa duda: como cuentes algo de esto lo negaré de plano. Yo no podía apoyar esa ingenua aventura porque estaba mal planeada y abocada al fracaso.

Con estas me despedí del rey de los españoles pensando que es una suerte que no se le entienda casi nada cuando habla.

(La imagen es una foto de Amio Cajander, con una derivación propia, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 7 de gener del 2012

La ética es de otro planeta

La prima de riesgo se dispara en toda Europa de nuevo y llega a los 400 puntos en España. "Bueno", piensa Rajoy, "mientras la italiana esté en 530 hay margen". En Bruselas no confían en las medidas españolas en contra del fraude fiscal. "Y eso", sigue diciéndose Rajoy, "que no les hemos dicho que recaudaremos menos que los sociatas". Fabra tiene que renegociar la Fórmula 1 que Camps colgó del cuello de los valencianos a cambio de una pila de millones de euros. "¿Yo dije que haría con España lo que Camps con Valencia? También dije que no subiría los impuestos. ¿Y qué? Las palabras se las lleva el viento". Euskadi y Cataluña ya se han declarado en rebeldía preventiva frente a la intención expresa del gobierno de fiscalizarles los presupuestos. "Ya avisé a Montoro de que eso iba a levantar ronchas. ¡Menudos son los españoles! Sobre todo los que dicen que no son españoles".

Vistas las cuestiones con esta holgura y este distanciamiento, es lógico que el presidente del gobierno asista a la Pascua Militar. Vestido de chaqué, el atuendo que más aproxima al hombre a la figura del pingüino y le da la cómica solemnidad del pájaro bobo, presenció esa ceremonia de lustre castrense que parece sacada de un álbum de fotos sepia de otro mundo u otra era. Allí volvió a oírse hablar al Rey de principios éticos, con esta manía suya de mentar la soga en casa del ahorcado. El Rey decía "ética" y el auditorio escuchaba "Urdangarin".

Pero podía escuchar muchas otras cosas. La ética tiene indignada a gran parte del país. Nadie entiende cómo pueden cobrar millones de euros los directivos de las entidades financieras que las han llevado al desastre. Y tampoco cómo pueden hacerlo los que no las han llevado al desastre. El sueldo de 2,4 millones de euros de Rato en Bankia, teniendo en cuenta que el banco no es suyo y que está ahí por una decisión política, es también desmesurado y falto de ética.

Los miles de millones de euros que se lleva la iglesia católica merced a una serie de privilegios manifiestamente inconstitucionales son otras tantas bofetadas a la ética. En un tiempo de empobrecimiento y angustia generales en el que todo el mundo padece recortes, la iglesia está exenta y de ella no sale ni un mínimo gesto de solidaridad. Las obras de Cáritas están ya en su presupuesto.

Nadie entiende tampoco por qué los políticos siguen siendo una casta privilegiada, con la fabulosa capacidad de fijar ellos mismos sus ingresos, desde el último alcalde hasta los primeros parlamentarios. Y con el dinero de los contribuyentes a los que se les bajan los salarios y se les suben los impuestos. Es una falta de ética evidente.

Y no sólo hay un problema de ética en el país. Lo hay también de competencia. La idea de que en democracia cualquiera puede llegar a presidente del gobierno o de comunidad autónoma es encantadora pero no conviene ponerla en práctica. El caso de la Comunidad valenciana viene aquí a punto. Valencia ha estado gobernada en los últimos años por unas personas juzgadas y/o ya condenadas por delitos, con un pavoroso déficit ético. Pero también lo ha estado por gentes de una incumpetencia rayana en la estulticia, Según parece, Canal Nou, la televisión pública de la Comunidad, órgano de propaganda del gobierno autonómico y su partido, negoció los derechos de retransmisión del la Fórmula 1, según dice El Plural por 22 millones de euros de forma no exclusiva, en valenciano y para el territorio de la Comunidad. Es decir, 22 millones del ala por el derecho a retransmitir lo que otros podían retransmitir y para una audiencia bajísima. Eso no es negociar, sino hacer el primo. Aunque como lo hacen con dinero ajeno no duele. No dolerá, pero estas cosas debieran ir a los tribunales. Si uno no sabe hacer las cosas, pero las hace y causa un grave quebranto al bien común, debe responder por ello.

(La imagen es una foto de Gobierno de España. La Moncloa en el dominio público.

divendres, 30 de desembre del 2011

De señores, siervos y gandules.

Las Cortes Generales casi se vinieron abajo de la ovación. A excepción de los de IU, PNV y UPyD, el resto de los diputados, representantes del pueblo soberano, puesto de pie se fundió en un aplauso de dos minutos, en muestra de cerrado apoyo a la Monarquía en sus horas bajas. ¡Viva el Rey! gritaban. ¡Vivaaaaa! se respondían a sí mismos. Orondo y satisfecho, el Rey se dejaba aclamar.
Salvo honrosas excepciones, como Público, la prensa se deshacía en ditirambos y elogios a la Casa Real, a la ejemplaridad, la transparencia de que había dado muestra (sin estar legalmente obligada a ello, decían los plumillas) al publicar sus ingresos. ¿Ejemplaridad? ¿Transparencia? El Rey da a conocer -ya veremos en qué medida y con qué detalle- sus ingresos públicos -no los privados-a los 33 años de la aprobación de la Constitución y 40 días antes de que su yerno se siente en el banquillo de los acusados por una ristra de presuntos delitos cometidos, al parecer, al cobijo de su figura.
Para Palinuro eso no es ejemplaridad ni transparencia, sino hacer de necesidad virtud. El juicio de Urdangarin será sonado y dará una imagen bastante negativa de la Casa Real a ojos de los ciudadanos. ¿Cabía que ésta siguiera ocultando la cuantía de sus ingresos? No, claro. Lo ha hecho tarde y a regañadientes y de modo enrevesado, sin computar todos sus ingresos procedentes de diversos ministerios. Sólo un espíritu servil puede ver ejemplar y digno de encomio un comportamiento que no es sino el cumplimiento de un deber moral y también juridico pues es falso que la Corona no esté obligada a revelar sus ingresos por el hecho de que aún no haya una ley específica que así lo ordene. No la hay específica, pero la hay general. El Rey es un funcionario público; lleno de privilegios, prerrogativas, títulos y grandezas, pero funcionario y sus ingresos, como los de todos los funcionarios, deben ser públicos y estar a disposición de quien quera consultarlos. Así que aquí no hay nada ejemplar. El Rey trae 33 años de retraso.
Y los revela porque no tiene otro remedio, porque habiendo averiguado hasta dónde llegaban las andanzas del yerno (no haya duda de que el Rey es la persona mejor informada de la situación procesal del Duque de Palma), ha comprendido que es la única forma de que el vendaval de esta imputación no se lleve por delante la Monarquia. Y eso está todavía por ver, cuando se apague el eco de esos atronadores aplausos con que los vasallos han regalado los reales oídos.
La trascendencia del procesamiento de Urdangarin viene dada por ser el imputado quien es, no por otra razón. Delitos como la malversación de caudales públicos, la falsedad documental, el fraude y la prevaricación los ventilan los tribunales todos los días, especialmente en España. Dice el abogado defensor que la imputación se debe al clamor popular. Efectivamente este clamor se da y es lógico que se dé, pero los jueces le imputan delitos concretos, no clamores. No es inteligente cuestionar el procesamiento poniendo en cuestión la independencia de los jueces y su probidad profesional. Si los jueces fueran volubles, venales, influibles, ¿cabe alguna duda de que las influencias de la Casa Real se hubieran hecho sentir?
El clamor popular viene y seguirá viniendo por ser Urdangarin quien es, por estar casado con quien está casado y ser yerno de quien es yerno. Por su posición en la vida. Los Reyes, los príncipes, las realezas tienen varias misiones simbólicas; una de ellas es dar materia para las revistas del corazón porque eso satisface un natural deseo del pueblo llano de hacerse ilusiones de príncipes azules, de olvidarse de lo anodino de su vida, de vivir vicariamente la de los señores, los grandes, los famosos, las celebridades. Es el peaje que la opinión pública les ordena pagar para hacerse perdonar sus vidas de boato, su dolce far niente, sus existencias de gandules y zánganos de lujo. De forma que cumplen poblando las páginas de papel couché. Pero no se les espera en las de crónicas de los tribunales por delitos de estafas propios de chorizos sino, si acaso, por tormentas matrimoniales y otros apasionamientos que también seducen al gentío. Al cruzar esa línea roja, Urdangarin ha desplegado a los ojos del común una vida de parásitos insaciables que, además de obtener una pastuqui de los presupuestos del Estado y de conseguir unos salarios de cine merced a sus enchufes, no pareciéndoles eso suficiente, se apropian al parecer ilícitamente de los caudales del común y los usan para los más fastuosos caprichos mientras millones de personas en España malviven como pueden.
Claro que hay un "clamor popular", señor abogado, y a él debieran unirse sus voces porque también es su dinero el que este presunto gandul a quien defiende se ha apropiado; supuestamente, claro. Más de seis supuestos millones de supuestos euros.

dilluns, 26 de desembre del 2011

El mensaje estaba en la foto

Atención a la foto a la izquierda del Rey en su charla al amor del Belén. Es él mismo entre Rajoy a su derecha y Zapatero a su izquierda, sutil detalle que insinúa la idea de que la que importa es la derecha. ¿Qué más tiene de interesante esa foto? Que no se había visto nunca. Es lógico, se tomó con motivo de la última alternancia en el gobierno. Es verdad, pero no recuerdo haber visto otra parecida con otros presidentes del gobierno, aunque puedo estar equivocado.

En todo caso, la foto está oportunamente enmarcada y exhibida a la vista de todos los españoles, al menos de los que siguieron el mensje real por la curiosidad de ver cómo faenaba el rey el morlaco de Urdangarin. Era una comparecencia que traía el morbo de los números de trapecio sin red en el circo. La red era la foto.

¿Qué más dice la solemne instantánea? No sólo dice, sino que canta el fementido bipartidismo que tiene a Llamazares en un grito. El Rey con los dos jefes de los dos partidos. Si el Rey lo fuera de verdad de todos los españoles se fotografiaría con toda la basca parlamentaria, incluido el de Amaiur. Pero el Rey no es un legítimo Camborio, así que va a lo segurito. Al sentido de Estado. La función de la foto es recordar a los amados súbditos que los dos partidos mayoritarios que juntos representan unos 18 millones de votos están como una piña con la Corona en momentos de zozobra y galerna. Luego cada cual interpreta las reales palabras como le interesa, lo cual es fácil porque, a fuer de genéricas, ambiguas y retóricas, son como las respuestas del oráculo de Delfos, en las que cada cual escuchaba lo que quería oír.

A Dolores de Cospedal, hablando en nombre del PP, el discurso le ha parecido muy bueno por no recuerdo qué razones y Marcelino Iglesias, en nombre del PSOE, cree que el Rey ha estado a la altura de las circunstancias. Definitivamente, la foto ha sido un éxito de merchandising. Un exitazo porque, además, ha resuelto el enojoso problema de la foto de familia que, en el mejor de los casos, quedaría reducida a cuatro de los ocho originales. ¡Un 50% de bajas en el choque de la institución con los pavores del siglo! Así que Rajoy y Zapatero son los sustitutos de los dos yernos ausentes. Es más: en momentos de peligro para las instituciones (es decir, la Monarquía) la familia del Rey son sus leales vasallos, jefes de sus mesnadas. Ya sé que es una interpretación algo feudal del signo de una Monarquía moderna, democrática, parlamentaria; es posible, pero también es cierta desde el momento en que la misma monarquía se enorgullece de hundir sus raíces en épocas lejanas, de las que trae evidentes efluvios.

diumenge, 25 de desembre del 2011

La justicia del Rey.

Contentísimos se han puesto los innumerables monárquicos y juancarlistas del Reino con el mensaje del Monarca. Tanto que algunos, me consta, se agarraron un entripado en la cena posterior y una media moña. Pues nada, hombre, a dormirla, a ver si en el día de hoy amanecen más despiertos. Estaban muy preocupados por el efecto que este mensaje pudiera tener, dada la incómoda situación en que se encuentra la corona con los presuntos garabatos del Duque de Palma, como vaticinaba Palinuro en su post de ayer, Esta noche hablo Yo. Pero ya se han tranquilizado.

¿Y qué ha dicho Juan Carlos para causar tanto alborozo? Que la justicia es igual para todos. Emocionado, El País saca un editorial exultante, hablando de la ejemplaridad real con un juego de palabras a propósito del pobre Urdangarin de comportamiento no ejemplar y, siempre más reticente y republicano, Público titula El rey sobre Urdangarin: "La Justicia es igual para todos". No puedo imaginar lo que dirán los diarios más oficialmente monárquicos, los fieles de toda la vida como Dios manda.

Todo esto muestra el bajo nivel crítico de los comunicadores y hacedores de opinión. Porque, ¿qué otra cosa podía decir el Rey? ¿Que la justicia no es igual para todos? Al afirmar este hecho, el Rey no está concediendo nada, no está haciendo nada que pudiera no conceder o no hacer. La justicia en España es igual para todos, lo diga el Rey o no, pues es la ley. Entonces ¿por qué subrayarlo, festejarlo y, en el fondo, agradecerlo? Porque en el espíritu servil que, por las razones que sean, caracteriza a buena parte de la opinión pública, existe siempre ese miedo a que el reinante o gobernante se salte el imperio de la ley. Sólo así puede explicarse que se hagan fiestas a alguien por decir una perogrullada.

La ley es también igual para Urdangarin quien parece que será imputado ya en los próximos días porque el aluvión de noticias sobre sus presuntos malabarismos de ladrón de guante blanco están colmando hasta la inenarrable paciencia de los españoles. El Rey lo ha dejado claro sin mencionarlo directamente. Pero aunque lo hubiera dejado oscuro, su yerno comparecerá ante la justicia si los jueces lo imputan y los jueces lo imputarán si creen que deben hacerlo.

No acaba ahí esta complacencia entregada a la bienamada monarquía sino que además se pasa por alto el hecho de que hay un caso en que el enunciado de "la justicia es igual para todos" es falso; precisamente en lo referente al Rey, que es inviolable y su persona no está sujeta a responsabilidad. O sea, la ley no es igual para todos. Es digno de consideración el argumento de que no se debe ser radical y sí admitir una insignificante excepción por tratarse de la Jefatura del Estado, pero no convence en absoluto. ¿Qué motivo real hay para que el Rey esté por encima de la ley?

El enunciado también es falso en otros flecos. En realidad, de hecho, hay enormes desigualdades ante la ley y la justicia. Está por ver que la igualdad ante la ley rija también para la infanta Cristina, cotitular de alguna de esas empresas sin ánimo de lucro con las que el matrimonio parece haberse forrado. Y también está por ver que lo sea para el propio Urdangarin. Todos coinciden en pedir celeridad en el procedimiento judicial para evitar juicios paralelos y mayor deterioro de la imagen de la Corona. Efectivamente de sobra se sabe que una justicia lenta no es justicia sino injusticia. Y no está bien que la padezca el Duque de Palma. Ni ninguno de los miles de justiciables del país que la sufren y son tan iguales ante la ley como Urdangarin. Es la enésima repetición de la célebre paremia de la Granja de animales, de Orwell: Todos los animales son iguales pero unos son más iguales que otros.

Tan bajo anda el nivel crítico de la opinión que nadie cuestiona que ese "tradicional" mensaje del Jefe del Estado se pronuncie en coincidencia con la máxima festividad de la iglesia católica, igual que en tiempos del Invicto. Nace Dios y con él viene la palabra del dios de la tierra. Queda por hacer en la tarea de separar la iglesia del Estado. Al lado de la imponente coyunda de esta fecha, que los ministros juren sobre la Biblia, que los crucifijos presidan las aulas, que los curas tomen las calles con los más variados motivos y digan al Parlamento cómo tiene que legislar, son acontecimientos menores.