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diumenge, 6 de juliol del 2008

La boda de Palinuro.

El enlace formal se ofició en el Ayuntamiento de Pozuelo y lo presidió el concejal de Nuevas Tecnologías, señor Calvo-Sotelo, del PP. Me pareció estupendo que fuera el responsable municipal de las nuevas tecnologías el encargado de la ceremonia, lo consideré una especie de premonición o feliz coincidencia de aficiones. No me hubiera gustado nada que me casara el concejal responsable de clero y culto, por ejemplo, si al Ayuntamiento le diera por tenerlo.

Da fe la foto superior que quizá no sea de calidad excelente pero es la mejor que he encontrado por ahí se sigue que ambos somos conscientes de ls importancia del momento. Tenemos la más clara figura de contrayentes que quepa imaginar. Digo esto porque al día siguiente, mi amigo Ferri me preguntó si me había puesto nervioso. Y ¿por qué iba a ponerme nervioso? La gente, me dijo, se pone nerviosa cuando se casa. Francamente, no lo entiendo. Nerviosa ¿por qué?

Ayer celebramos el hecho con una fiesta para los amigos en el jardín de la casa del pueblo. Tampoco es una foto excelente la de la derecha, pero da una idea del ambiente. El fotógrafo se ha dejado fuera de campo otra mesa más a la izquierda. La verdad es que pensé que si no podía representar las bodas de Fígaro, que es el momento culminante de la subversión del antiguo régimen, basado en la más flagrante injusticia de la humanidad, que es la desigualdad, podría escenificar las bodas de Camacho el rico, que no consigue sin embargo ganar en ingenio a su rival Basilio el pobre, quien se alza con la mano de la bella Quiteria, prometida de Camacho y enamorada de Basilio. Un bello ejemplo de ómo el amor triunfa obre las asechanzas de la vida.

Creo que lo pasamos bien. Gracias a quienes vinísteis y a quienes no lo hicísteis por causa de fuerza mayor.

divendres, 4 de juliol del 2008

Palinuro se casa.

En el día de hoy Palinuro contrae matrimonio civil con la madre de sus hijos más pequeños, Celia, su compañera de últimas fatigas. En el día de hoy, cuatro de julio, festividad de la Independencia en los EEUU. Bueno, ¿para qué se quiere la independencia? Para rendirla a alguien, sobre todo si es alguien bien amado, como decía Sartre que queríamos la libertad, para comprometerla por algo. Y de ahí salió el "compromiso" del intelectual o "intelectual comprometido", que era término que siempre me repateó porque sonaba a crónica de revista cristiana "comprometida", digo yo que con el siglo, porque las otras cosas, el mundo, el demonio y la carne, son muy comprometidas (en otro sentido, claro) y los cristianos deben huirlas. Me parecía obvio que el término no era inocente: el compromiso político era y es como el compromiso conyugal, algo muy serio y pesado. Conyugal es lo propio de quienes conllevan el yugo, el iugum que, como lo soportan dos, parece ser más liviano y entretenido, pues se va charlando.

Ya les contaré.

(La imagen es el célebre cuadro de Jan van Eyck, El matrimonio Arnolfini (1434) que se encuentra en la National Gallery de Londres. Este Arnolfini era un banquero. Quién lo diría, ¿verdad? viendo a los banqueros de hoy...

divendres, 30 de maig del 2008

Telefónica, cómo no.

Sé que cualquier cosa mala que se diga de Telefónica encontrará apoyo y simpatía en el 99 por ciento de los españoles que hemos de sufrir este monopolio de hecho, monumento a la incompetencia y el abuso como no se ha visto otro. El 1 por ciento restante lo dejo para quienes se beneficien del atropello que esta compañía comete de modo sistemático con sus clientes, así como los parientes y amigos.

El caso es que estoy sin conexión a la red en casa. El asunto se cuenta en dos instantes: una mañana cualquiera de la semana pasada llama un operario de la compañía contando que nos ofrecen una "promoción" exclusiva, bla, bla, bla para aumentar nuestra velocidad de conexión de 4 MB a 10 por un módico sobreprecio de cuatro euros mensuales. Se le dice que no. Cuelga. Cuatro días después, llega un router nuevo de telefónica a casa (lo de llega es un decir; lo trae una empresa de mensajería que nos está toreando dos días) que deposito con unción religiosa en una mesa para cuando haya que devolverlo; otros cuatro días después, no hay acceso a la red. Llamo a un 902 (sí, esos de pago donde te tienen esperando eones mientras soportas músicas indescriptibles, se repite un mensaje de que esperes y se llenan los bolsillos con tu dinero) y me explican que como he pedido la "promoción" a los 10 MB, se están haciendo los pertinentes arreglos. Digo que en su día rechazamos la tal promoción y la persona del 902 me pasa con un "técnico" de malos modos. El tal técnico se hace cargo de la incongruencia de que quieran meterme una "promoción" en contra de mi voluntad y añade de su cosecha que, además, aunque la quisiera, no la tendría porque la zona en la que vivo carece de cobertura para hacerla. O sea, no tengo "promoción" ni línea. Resultado: En cuarenta y ocho horas tendré, dicen, restablecida mi conexión anterior.

¿A que es genial? Por supuesto, todos los inconvenientes, gastos, costes ocasionados por esta pandilla de incompetentes y abusones tiene que pagarlos el cliente, en este caso, un servidor que está aporreando el teclado en un bendito work center en Madrid a donde he tenido que trasladarme a trabajar, mirar el correo, subir mis posts, preparar mis trabajos, etc.

Cuando se privatizaron estas compañías antes públicas se dijo que se beneficiarían los consumidores porque la libre competencia siempre tiene esos resultados. Fue una de las habituales mentiras del neoliberalismo: Telefónica sigue siendo un monopolio de hecho. Las compañías de la competencia tienen que lidiar con una situación de inferioridad y abuso pues aquella es propietaria de la red. En verdad esa sí que sería una labor necesaria del Parlamento: estudiar esta situación, recuperar por ley las instalaciones e infraestructuras para el Estado y hacer que Telefónica estuviera de verdad en igualdad de condiciones con sus competidores. Así sí se terminarían estos abusos de una vez por todas. En caso contrario la compañía seguirá aprovechándose de su situación de privilegio en detrimento de sus clientes.

divendres, 18 d’abril del 2008

Otro vídeo de Andrés.

Además del Gran Cañón, anduvimos por otros lugares. Por ejemplo, el Bandelier National Monument en el que se conserva un asentamiento de los indios Pueblo. Lo que quedaba de éste mostraba viviendas bajas normalmente circulares, pero también parece que aprovechaban las cuevas que abría la erosión en las rocas calizas, con lo que, en parte al menos, llevaban una existencia de trogloditas. Estuvimos en una de esas cuevas, que es la que se ve en el vídeo. Difícil entrada y un lugar perfecto para la defensa si se quita la escala.

No se me da muy bien trepar por la escala, pero Andrés lo hace con una sola mano.

dijous, 17 d’abril del 2008

Otra vez el Gran Cañón

Mi hijo Andrés ha colgado en Youtube un vídeo muy corto (no llega a un minuto) de un momento de nuestra excursión al Gran Cañón del Colorado. Lo dejo aquí por si alguien quiere verlo. La primera secuencia es impresionante y el ruido del viento acompaña, aunque lo hace aparecer más terrible de lo que era. El último plano pone un poco los pelos de punta. Hay que ver qué cosas hace el personal.

dijous, 10 d’abril del 2008

La familia.

Por razones que no hacen aquí al caso, mi primo Enrique recuperó esta foto de nuestras madres y, tras arreglarla porque se encontraba en lamentable estado, me la hizo llegar. Están cuatro de las cinco hermanas Cotarelo Botana, hijas de doña María Botana y don Armando Cotarelo. Es una foto magnífica. Por faltar mi tía María Teresa, a quien llamábamos Menita, que andaba entonces pensando en profesar, la mayor del grupo, en el centro, es mi madre, Pilar. A su derecha está mi tía Armanda, a su izquierda mi tía Concha y sentada en el escabel cubierto mi tía Alicia que lleva una especie de sombrilla de juguete.

En realidad, todas llevan algo y van vestidas de algo, no porque sea carnaval, sino siguiendo una costumbre arraigada en la burguesía de fines del XIX y primer tercio del siglo XX de tocar con exóticos atavíos a la prole para la sesión de fotografía: mi madre, que va vestida de japonesa, lleva un abanico de plumas que no sé si estaba muy en el epíritu de la japanaiserie; mi tía Armanda, vestida de sevillana con su peineta, da la impresión de llevar otro abanico, aunque cerrado; mi tía Concha, vestida de holandesa porta un cestito con algunas hierbas y mi tía Alicia que parece ir vestida de bávara, aunque no estoy seguro, la sombrilla.Por lo demás, los trajes son auténticos: mi madre lleva kimono, Armanda un mantón y una falda con faralaes; Concha un corpiño con delantal y unos zuecos y Alicia un gorro de borlas que recuerda el de las campesinas bávaras. Debía de ser entre los años 1927 y 1929 y las cuatro chicas están encantadoras. No sé qué habrá sido de ese fotógrafo que firma con troquel: SIDO. Pero es como una especie de impronta del padre tiempo: lo que ha sido. Nuestras madres; todas ya fallecidas.

diumenge, 30 de març del 2008

La vida tranquila.

Mi hija Inés dice que mucho postear sobre el viaje que hice con Andrés por los Estados del Oeste de los EEUU y nada en cambio sobre los tranquilos y felices momentos pasados con ella y con su hija, mi nieta Sofía, en Indianápolis. Es verdad, pero es lo que suele pasar: que sólo prestamos atención a aquellos momentos de la vida en que hay novedad, aventura, imprevisto o, dicho de forma más contundentemente ordinaria, carretera y manta. El resto, la vida cotidiana, el apacible discurrir de los días sin sobresaltos, apenas llama nuestra atención, que es un sentimiento infantil que habita en nosotros y nos encandila porque es el que se presta a las grandes narraciones, las epopeyas, el ruido y la furia como los que conmemora este grupo escultórico a la izquierda, que celebra hazañas bélicas sin cuento al sonido de las trompetas de la fama.

Sin embargo, cuando sabemos mirar con atención, muchas veces la gran aventura está escondida ahí, en el el día a día de la existencia callada, el trabajo bien hecho, el ejercicio de la responsabilidad en un entorno ordinario. Vamos, la hermosa fábula que cuenta la película Shane, vertida al español como Raíces profundas con uno de esos títulos que, además de una traducción, incorporan una interpretación. La fábula del pistolero que hace ver al niño que el trabajo callado y responsable de su padre (Van Heflin) es más meritorio y más digno de la infantil admiración que todas las habilidades y destrezas de un aventurero (Alan Ladd) por muy rápido que sea con el revólver.

Inés vive en un suburb (nosotros diríamos "zona residencial", ya que eso de "suburbio" en español no suena enteramente bien) de Indianápolis, uno de esos tranquilos barrios estadounidenses, de casas bajas, con algo de cesped delante y un jardín con barbacoa en la parte trasera. Ahí cría a su hija, mi nieta Sofía, que es la preciosa niña que se ve en la foto en régimen de familia monoparental, al tiempo que atiende a su trabajo de profesora de español en una escuela pública equivalente al grado medio en España, con chavales que en su mayoría son negros (o "afro-americanos", como resulta más correcto decir en los Estados Unidos) y procedentes en buena parte de estratos sociales desfavorecidos, con familias problemáticas y muchos de ellos no menos problemáticos. Cuento esto porque entiendo que, en el espíritu de Shane, tiene mucho mérito, silencioso, ordinario, nada bombástico, realizar bien tu trabajo en condiciones difíciles, en un país extranjero, al tiempo que crías y educas a tu hija para que crezca feliz, como debieran ser todos los niños del mundo.

El último día de mi visita en Indianápolis fuimos de excursión a uno de los varios parques estatales que hay en Indiana, el Clifty State Park que, aparte de su interés ordinario, por ser unos montes densamente poblados de robles y álamos, tiene algunas cascadas en el curso accidentado de unos ríos que ahora, al comienzo de la primavera, bajan caudalosos. Estuvimos haciendo unas fotos, sobre todo Inés que, a sus actividades ordinarias como profesora y madre sola, ha añadido las complementarias del aprendizaje de alemán, la preparación de unas oposiciones de enseñanza media en España y un curso de fotografía, como se podrá ver en la imagen que adjunto, en la que lleva los aparejos propios de su nuevo oficio. Por cierto, estoy convencido de que, viéndola se puede advertir de dónde ha sacado su hija su mirada.

Considero sin subjetivismo favoritista de padre que la fotografía (en general la imagen) es la "vocación" oculta de Inés, la "Beruf" en el sentido maxweberiano, aquello para lo que ha sido llamada y que muchas veces no advertimos hasta bastante avanzada nuestra vida. Pondría aquí algunas de las fotos que hizo del parque estatal porque realmente merecen la pena. pero alargaría el post excesivamente, aunque quizá lo haga en algún otro momento, con un tema monográfico. De todos modos, quien quiera ver todas las fotos de esta excursión, que vaya al álbum completo. Aquí me limito a poner una foto que, además de demostrar la calidad profesional de la fotógrafa de que estoy hablando, me muestra a mí en actividad favorable en la esperanza de que se me perdone la pequeña vanidad de lucirme saltando charcos. Se reconocerá de todas formas que no es una pose de estudio convencional y, además, permite ver que los parques estatales estadounidenses están en un estado silvestre muy agradable.

Finalizamos ese día con una visita a la cercana ciudad de Madison, una típica población del Mid West que no es ni una acumulación de rascacielos ni un poblachón despanzurrado del Oeste, sino una fórmula intermedia, hecha de curiosos edificios de madera, pintados de colores diversos, muchos de los cuales recuerdan la pintura de Hopper. La calle principal de Madison, la Main Street está repleta de comercios de antigüedades, tiendas de modas y otros servicios, pero todos ellos con un toque de personalidad, cada uno en su estilo, que da un especial encanto a un paseo a través de ella, nervio mismo de la ciudad.

Definitivamente, la existencia apacible, ordinaria y discreta, tras de la cual se encuentra muchas veces una vida hecha de tesón y esfuerzo; una vida ejemplar.

La primera foto es de Atelier Teee's photos bajo licencia Creative Commons y representa el monumento a los combatientes en las guerras de los EEUU en las que hubo soldados de Indiana. Esta cara celebra las guerras contra los indios y la guerra contra España en 1898. El resto de las fotos excepto una son de Inés y están también bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 29 de març del 2008

A través del desierto.

Salimos de Las Vegas con ánimo de reincorporarnos a la aburrida vida civil y laboral ordinaria por la carretera interestatal 15, que atraviesa lo que queda de la parte del desierto de Mohave que corresponde a Nevada y Utah y al que las gentes del lugar llaman High desert por oposición al Low desert o desierto de Sonora, que se extiende más al sur, hacia Arizona y entra ya en México. Se trata en verdad de una enorme llanura muy seca, un pedregal en donde no crece otra cosa que cactus, yucas y otros matorrales, algunos muy curiosos, como el llamado "té mormón", abundantemente representado en el Gran Cañón. La fauna cabe imaginarla ya que es mejor no verla: coyotes, serpientes, ratas, tarántulas, iguanas, todo tipo de lagartos, etc. La planta más representativa de este desierto, prácticamente exclusiva de él, es el llamado "''árbol de Josué" que puede verse en la foto en la que Andrés disfruta de su sombra, una especie de agave con flores en racimos brillantes y así bautizado por los primeros inmigrantes mormones.


Que la gente tiene clara conciencia de vivir en un desierto lo revelan los nombres que dan a los establecimientos. Véase el "Oasis" de la foto, pegando a otro local de nombre "Casablanca", no menos significativo. Construcciones en mitad del socarral que albergan los últimos casinos ya fuera de Las Vegas y lugares de recreo y vacaciones, incluidos campos de golf cuya presencia entre los pardos, ocres y marrones del lugar casi hace daño a la vista.


No obstante, llegados del empacho urbano, de la locura kitsch de Las Vegas, del vidrio, el neón, las limousinas, el desierto, severo, abrasador, en una planicie que se pierde de vista, es un regalo del espíritu, una reconciliación con lo que la naturaleza tiene de simple y grandioso al mismo tiempo. Es también el ámbito en el que los indios vagaban nómadas en las tierras sagradas de sus antepasados. Los actuales habitantes de estos parajes, que tienen el papo de llamar a tales indios "native Americans", reconociéndose de este modo a sí mismos el carácter de intrusos, cultivan esta mitología con constancia digna de mejor inspiración artística, como puede comprobarse por esa estatua que encontramos en algún perdido lugar cerca de la ciudad de Mesquite, pegando a la frontera con Utah, de un indio que parece saludar al sol naciente y que recuerda mucho las ingenuas representaciones actuales de los valerosos guerreros precolombinos al sur del Río Grande.


Hay en estos desiertos un elemento poderoso, ctónico, primitivo, que se manifiesta de vez en cuando al aparecer algún accidente, algún circo o algún fondo de lo que fuera un mar del cretáceo, lugar habitado por dinosaurios y otras especies que a uno le gusta ver con los ojos de la imaginación, por ejemplo el fabuloso "San Rafel Swell", que nos tropezamos según cruzamos Utah por una carretera que serpentea entre las formas y colores del jurásico y en el que las autoridades han dispuesto algunos lugares de 0bservación desde los que puede verse y fotografiarse tanta belleza mientras los descendientes de los indios de entonces tratan de vendernos su artesanía, algunos abalorios de turquesa o de malaquita, ágatas, ópalos y la sempiterna madera petrificada.


A la salida del desierto de Mohave, cerca de la ciudad de Grand Junction, un apacible enclave provinciano ya en el Estado de Colorado, y como si se tratara de una misteriosa simetría, se repite, aunque en menor escala el fenómeno del Gran Cañón pero con la ventaja de que puede uno verlo de cerca, casi tocarlo, meterse por sus vericuetos y observar las formas caprichosas que la erosión va creando a lo largo de los siglos, de esas que hemos visto tantas veces en las películas del Oeste.


El contraste más agudo de todo el trayecto viene cuando, a la salida del desierto, hay que cruzar las montañas rocosas justo en lo que se llama el Front Range, que va desde el norte de México al norte de Colorado y separa el desierto de Mohave de la ciudad de Denver, a donde nos dirigimos para coger el avión y en donde terminó nuestro viaje por el Oeste de los Estados Unidos.

divendres, 28 de març del 2008

Leaving Las Vegas.

Cuando correspondía no pude dar cuenta de la última etapa del viaje el Suroeste y el Far West de los Estados Unidos porque perdí el cable de datos y no me era posible transferir las imágenes de la cámara al ordenador, no porque me quedara dormido, como le ha sucedido a Fujimori en su juicio. Recuperado el dichoso cablecito, ya puedo relatar los últimos días del viaje, aunque sea con casi una semana de retraso e ilustrar lo escrito con algunas interesantes fotos porque, sin ellas, todo pierde mucho.

Desde Flagstaff (así llamado por lo que indica su nombre, esto es, un poste en el que se izaba la bandera de la Unión cuando Arizona era aún un "territorio", pero no un Estado de la Federación) hasta Las Vegas, en Nevada, hay unos cuatrocientos kilómetros de puro desierto, algo más de la mitad de ese trayecto por la carretera 40, que incorpora un buen trecho del muy patriótico Purple Heart Trail, hasta Kingman, en donde se enlaza con la 93 para ir luego hacia el norte, siempre en largas tiradas rectas a través de la planicie hasta pasar el famoso Hoover Dam, una de las obras públicas de los años treinta del siglo XX con las que los EEUU trataron de hacer frente a la depresión de 1929. Después del Hoover Dam el camino está abierto a esa especie de réplica de las modernas Sodoma y Gomorra que es Las Vegas.

Paseando por la ciudad de noche con Andrés, con ese derroche de lujo, de recursos, de electricidad, de agua, de combustible, de artículos de consumo que rebosan en todas las tiendas, en mitad de la nada desértica, se me ocurrió que Las Vegas tiene tres rasgos característicos de muy diferente alcance, cada uno de los cuales atrae a masas de visitantes. De un lado acumula la mayor cantidad de simulaciones, de fakes de monumentos famosos que haya visto en mi vida. De otro, concentra asimismo una inmensa cantidad de casinos y lugares de juego, capaces de satisfacer las obsesiones ludópatas de millones de personas. Por último tiene una ingente oferta de espectáculos eróticos y actividades sexuales de las más diversas condiciones.

El capítulo de imitaciones/reproduciones parece como si quisiera ser un laboratorio experimental de las concepciones de Baudrillard acerca del simulacro como característica típica de la época. Y todos, o casi todos, concentrados a lo largo de los nueve kilómetros del Bulevar Las Vegas en donde sin el menor respeto a la adecuación de tiempo y lugar, se amontonan pêle-mêle las reproducciones exactas de algunos de los más famosos edificios, esculturas o leyendas de la humanidad. Y no se crea que sean meras alusiones, referencias, insinuaciones; no. Son réplicas exactas, con las mismas proporciones, texturas, colores que los originales sólo que brutalmente arrancadas de su contexto tradicional y plantadas en otro extraño y hasta antagónico, lo que produce una sensación peculiar, no necesariamente hostil, pero sí de cierta perplejidad.

Sin pretensión de exhaustividad, imposible por lo demás en una sola noche y su correspondiente mañana, conté allí reproducciones dela Torre Eiffel, el arco de l'Etoile, la estatua colosal de Ramsés II, la esfinge del templo de Luxor, la estatua de Octavio Augusto en el Foro romano, la Fontana de Trevi, el Apolo de Belvedere, el león de San Marcos en Venecia, los caballeros del Rey Arturo en "Excalibur", la Isla del Tesoro, el Chrysler building en Nueva York y el Folies Bergère de París. Por haber hay hasta una réplica exacta de la estatua de la Libertad en Ellis Island, Nueva York, por no mencionar los leones (vivos) de la Metro Goldwyn Mayer o las motos de Harley-Davidson, incluida la ultrafamosa de Easy Rider que, por cierto, no está permitido fotografiar. Cada uno de ellos representa el elemento monográfico, por así decirlo, el símbolo de cada restaurante o de cada casino. Luego, por dentro, al menos los casinos, tienen todos las mismas máquinas de jugar. El simulacro braudillardiano elevado a la enésima potencia y la culminación de la "sociedad del espectáculo" que el filósofo desarrolló a partir de la obra inicial de Guy Debord. Si uno entra en Bailly's, el lugar de la Torre Eiffel, pasea uno por barrios parisinos enteros con sus bistrots, sus kioskos y las construcciones francesas del siglo XIX, en el impecable estilo del alcalde barón Hausmann pero en local cerrado y donde todo es imitación, incluido el cielo de París con sus nubes. Puro make believe, trampantojo, engaño, simulación... espectáculo. Por otro lado, recuérdese, se trata de casinos, de lugares donde se concentra todo tipo de juegos de azar en cantidades industriales, cientos, miles de máquinas tragaperras, centenares de mesas de todas las variedades del poker, ruletas, dados, cualquier forma que quepa imaginar de jugarse la pasta está representada en abundancia; hasta las carreras de caballos en grandes paneles en las paredes. No obstante, hay regularidad en medio de la algarabía, la bulla y la baraúnda. Es una sensación extraña: los croupiers están uniformados, los gigantescos salones están guardados por personal de vigilancia privada e incluso policía ordinaria. Uno tiene la impresión de que se acentúa la sensación de seguridad con el fin de debilitar las posibles prevenciones del público y que éste pierda las inhibiciones. El caso es organizar una orgía de luces, luminarias y sonidos, en espectáculos que rivalizan por atraer la atención de los curiosos y clientes, que acuden solitarios, por parejas, en pequeños grupos o en grandes manadas de turistas, todos previamente calentados con copiosas comidas accesibles desde los lugares de fast food a los más lujosos restaurantes y un poco moñas con el desenfrenado consumo de alcohol. Dice Andrés que para preparar al personal para que se juegue los cuartos previamente hay que cocerlo. No tengo duda.

Lo poco que sé acerca de la psicología del juego, que es actividad humana que jamás me ha tentado pero sí interesado como observador orteguiano, se viene aquí abajo. El juego, la tentación del azar, se convierte en una actividad casi industrial y perfectamente planificada, por absurdo que pueda parecer. Sorprende ver grupos numerosos de gentes de la tercera edad que llegan a Las Vegas en excursiones organizadas, a veces numerosísimas. Los casinos son hoteles que se cuidan de todas las necesidades de los clientes a los que en cierto modo tienen cautivos. De forma que no cuesta mucho imaginar una situación en la que unos ciudadanos, por lo demás perfectamente ordinarios, apartan durante toda su vida unos ahorrillos para ir a jugárselos en Las Vegas como si con ello se permitieran la transgresión de su existencia, el momento del azar, de la aventura, de lo que nunca se atrevieron a hacer. Para muchos de ellos Las Vegas viene a ser un lugar de peregrinación casi al modo en que los musulmanes tienen a La Meca siempre que los seguidores del Profeta no se indignen con tan blasfema comparación. ¿Y cuál sería la deidad que las muchedumbres acuden a adorar aquí? Por supuesto, la diosa Fortuna, cuya rueda se encuentra en todos los casinos, siempre preparada para dar o arrebatar riquezas sin cuento con la ciega desvergüenza que da la inconsciencia divina.

Por lo demás, llama la atención que sea en los Estados Unidos, probablemente la democracia más beatorra, el país más cristiano de Occidente, allí donde campan por sus respetos las sectas más puritanas, donde el Presidente dice hablar con Dios y un mormón ha estado a punto de ser candidato a las próximas elecciones donde se encuentra este emporio del vicio y lo que las almas devotas llamarían "corrupci'on". Y llama la atención porque es muy agudo el contraste entre esa especie de espíritu nacional un poco meapilas y la existencia de esta ciudad de lujo y pecado. Sin ir más lejos, sale uno de Las Vegas, coge de nuevo la carretera, hace ciento treinta kilómetros de desierto socarrado y entra uno en el muy devoto Estado de Utah en el que casi toda la población pertenece a la Iglesia de los Santos del Último Día, o sea los mormones que habitan en pueblos más parecidos a instalaciones monacales. Claro que tampoco aquí se andan por las ramas puesto que, a la chita callando, muchos mormones son polígamos.

En todo caso, tampoco hace falta ser mormón. El conjunto de la población de los Estados Unidos es bastante religioso. Y, sin embargo, el noventa por ciento de los visitantes de Las Vegas son estadounidenses; los que van a los espectáculos de strip tease son estadounidenses; los que acuden a las fiestas en las que corre el alcohol y, supongo, las drogas, son estadounidenses; como lo son los que recurren a los servicios sexuales que aquí se ofrecen en todas sus infinitas variedades. Una vez más, entiendo, las gentes que orientan su vida según las normas morales de algún credo, liturgia, dogma establecidos por una divinidad o alguno de sus profetas, gurús, discípulos, representantes en la tierra, tienen que pecar y verse pecando para valorarse después cuando regresan al redil de la virtud. Imagino que hasta lo hacen en pareja, para salvaguardar la institución del matrimonio hasta en los momentos de la perdición.

Porque éste es otro de los aspectos característicos de Las Vegas y por el que la ciudad es célebre en el mundo entero. Uno de los ritos más importantes de la vida religiosa de las personas, el matrimonio, que los católicos reputan sacramento, se despacha aquí de forma indudablemente estadounidense, con el notable sentido del ahorro y la eficiencia que caracteriza a este pueblo e imagino que con escándalo de quienes digan profesar su fe como una forma de vida. Justo en las afueras de la ciudad, en la salida que lleva a Utah, cuando menos, se amontonan las capillas de las más diversas confesiones en las que es posible casarse en cosa de diez minutos. En algunas se dispone incluso de un servicio de "weding thru", esto es, como en los McDonalds, lugares en los que es posible dar el "si quiero" sin apearse del automóvil, como quien encarga un cheeseburger.

En esta ciudad cualquier cosa es posible, las formas más aplastantemente patentes del lujo y la ostentación, las fuentes de chorros más altos, las limousines más largas, las luces de neón más brillantes, los hoteles más gigantescos. De los veinte hoteles mayores del mundo, quince están en Las Vegas. Para quien quiera más datos, el primero está en Malasia, el tercero en Tailandia y el undécimo en Honolulu; los demás, hasta el décimo-séptimo, en Las Vegas. En efecto, cualquier cosa es aquí posible siempre que se pague por ello. El dinero reina como amo y señor de las relaciones humanas, pero apenas se hace ver. Todo se paga con tarjetas o con las curiosas fichas de los casinos. Mammon es el rey invisible de este lugar de diversión, locura, desenfreno y pecado, pero muy divertido.

(Las imágenes son todas nuestras y están bajo licencia de Creative Commons aunque, como se habrá ya observado, las fotos buenas son las de Andrés).

diumenge, 23 de març del 2008

El Gran Cañón.

Desde la ciudad de Flagstaff hasta el Gran Cañón del Colorado hay unos setenta kilómetros a través de un territorio plano, como a dos mil quinientos metros de altitud, poblado de coníferas con algunas zonas de abedules. Es una carretera monótona, con un límite de velocidad relativamente bajo, bordeada por las consabidas alambradas de alambre de espino. Eso es algo que llama la atención en los EEUU: uno puede circular libremente por inmensa red viaria pero no salirse de ella para vagabundear por el campo, por ejemplo, sin rumbo determinado ya que está prohibido porque todo el territorio es propiedad privada. Supongo que es un símbolo de la esencia misma del país, todo él un monumento a esa institución que, junto al Estado y la familia, cada vez parece gozar de mejor salud, no sé si para bien o para mal.

Al final de la carretera 180 se encuentra la entrada al Parque Nacional del Gran Cañón del río Colorado, que parece ser el primero que se estableció en el país por orden expresa de Roosevelt (Theodor), el que gustaba de "hablar con dulzura y llevar una gran estaca". Es un punto de atracción de turismo del mundo entero y recuerda un poco a las cataratas del Niágara, pues el público presenta presenta una muy similar composición nacional y/o cultural: estadounidenses en primer lugar, seguidos de latinoamericanos, especialmente mexicanos, muchísimos asiáticos y de entre ellos, lo que también me sorprendió en su día en el Niágara, una gran cantidad de indios, algunos de los cuales aprovechan la grandiosidad del lugar para hacer meditación. A pesar de la gran afluencia de público, es muy de agradecer que las autoridades hayan mantenido el lugar en el estado más próximo posible a las condiciones silvestres en que estuvo siempre antes de su establecimiento como Parque Nacional. No hay restaurantes, ni cafeterías, hoteles, viviendas, discotecas o "chaletitos": apenas unos espacios para estacionar los vehículos, de (largo) trecho en (largo) trecho algunas construcciones respetuosas con el paisaje y dedicadas a centros de información, venta de recuerdos y lugares de encuentro para la realización de actividades programadas de senderismo y un hotel. Prácticamente nada para un fenómeno natural -el cañón- de proporciones inmensas, ciclópeas, con cuatrocientos kilómetros de largo, treinta de ancho y casi dos de profundidad. En resumen, que a pesar de la enorme cantidad de gente que lo visita, sobre todo en vacaciones (incluidas las noches, pues el Parque está abierto las veinticuatro horas) uno consigue estar a solas, como se muestra en las fotos que incluyo (en una de ellas con mi hijo Andrés), en mitad de tanta inmensidad. A solas y en silencio; casi un milagro.

La sensación que uno tiene es sobrecogedora, parece mentira que haya un lugar así en la tierra. Aunque todo tiene una explicación pues, según las últimas investigaciones, parece que los elementos tardaron diecisiete millones de años en configurar esta increible obra de arte de la erosión por agua, viento, hielo, seísmos, vegetación y elementos químicos. Diecisiete millones de años es un cómputo de dioses y, por ponerlo en términos vagamente hegelianos, el tiempo que ha tardado la naturaleza en forjar una conciencia, la humana, a través de la cual contemplarse y reflexionar sobre sí misma. Aunque para lo que le vale...

dissabte, 22 de març del 2008

Santa Fe Trail y la Madre de América.

Después de visitar a mi hija Inés y a mi nieta Sofía en Indianápolis, tomé un avión a Denver, Colorado, en donde me esperaba mi hijo Andrés con el que estoy haciendo un viaje por tierras del legendario Oeste. Alquilamos un coche y nos pusimos on the road (luego se verá hasta qué punto) hacia el sur, pasando por Colorado Springs y Pueblo. Hicimos noche en Las Vegas, ya en Nuevo México (no la famosa ciudad de Nevada) y a la mañana siguiente seguimos hasta la capital del Estado, Santa Fe, el punto en que se unían el Santa Fe Trail con el histórico "Camino Real" que subía desde México capital en los tiempos de la colonia española, cruzando por Chihuahua.

De los dos "senderos" que abrieron el Oeste en el siglo XIX, los que materializaron el viejo dicho con que en el Este se animaba a los jóvenes ambiciosos a hacerse un sitio en la vida ("Go West young man"), esto es, el Oregon trail y el Santa Fe trail, este último fue el de mayor consecuencia, pues allanó el camino hacia California y fue el que usaron las tropas yanquies que derrotaron al ejército mexicano en la inicua "Mexican War" gracias a la cual los EEUU arrebataron a México casi la mitad de su territorio, 1.300.000 km2, lo que hoy viene siendo el territorio de los Estados de California, Arizona, Nevada y Utah y parte de Colorado y Nuevo México y Wyoming amén de obligarlo a reconocer la soberanía estadounidense sobre toda Texas

De Santa Fe a Gallup, siempre en Nuevo México, se atraviesa el territorio de los antiguos indios pueblo, cuyas características construcciones que aún pueden verse en muchos lugares (especialmente la aldea de Acoma) han dado origen el estilo predominante en la zona, que presta a ésta un aspecto muy curioso, con cierta personalidad, cosa rara en las ciudades estadounidenses.

Nos dejamos caer por el Monumento Nacional Bandelier en el que se conservan las ruinas de antiguos asentamientos "pueblo" entre erguidas paredes de roca volcánica horadadas por la erosión en cuevas y formas caprichosas, y por el que transitan familias de estadounidenses que llevan a sus hijos a familiarizarlos con el legado arqueológico de su país y aprovechan para hacer exhibición de su puntilloso amor porla naturaleza con continuas advertencias,a veces ligeramente cargantes a fuer de repetitivas e innecesarias.

La zona desértica está llena de sorpresas. Por allí mismo asoma a veces la también "histórica" carretera 66 que hoy ya no aparece en los mapas, aunque es conocida como la "Madre Carretera" o la "Madre de América", según John Steinbeck que hizo viajar por ella a la familia Joad de Las uvas de la ira. En su lugar está la autopista 66, 3.800 kilómetros desde Chicago a Los Ángeles,símbolo del movimiento beat con la novela de Kerouac, una de mis preferidas de la literatura estadounidense por razones biográficas. Allí cerca encontramos un par de sitios sorprendentes, una espcie de Ghost Town de nombre Cerrillos y un Madrid que, como se ve en la foto más arriba, en la que está Andrés, se fundó en 1891 probablemente para la explotación de una mina de turquesa, se abandonó en 1957 y se "reconstruyó" en 1970 y pongo el reconstruyó entre comillas porque parece haberlo hecho una colonia de hippies que ha aprovechado y reparado las viejas casas de madera y las ha dedicado ahora a tiendas de antigüedades, teterías, cafés, museos o galerías de arte moderno.

El espíritu de los años setenta cristalizado en la calle mayor de una ciudad resucitada con el nombre de la capital de otro Estado en otro continente.

dimarts, 18 de març del 2008

El tercer mundo en el primero.

Se me ha ocurrido hacer una visita a mis dos hijos que viven en los Estados Unidos, aprovechando las vacaciones. Vaya experiencia la entrada en el país más poderoso de la tierra. Siempre fue complicada pero, desde que se ha apoderado de él este frenesí un poco histérico de la seguridad, se ha convertido en una tortura. A las larguísimas colas que hay que hacer en el servicio de inmigración, en el que unos policías displicentes se toman las cosas con la pachorra que en principio se usa al sur de Río Grande, se ha unido ahora la repugnante práctica de fichar a todo extranjero que asoma el morro por aquí.

Y fichar quiere decir fichar como si fuéramos indeseables: las huellas digitales de los diez dedos de las manos y una foto del turista, con lo que se refuerza la imagen de que se está tratando a los visitantes como potenciales delincuentes y algunos de ellos lo serán, sin duda, pero la autoridad no puede tratarnos a todos como si todos lo fuéramos, so pena de hacer el ridículo y crear atascos, molestias y problemas de todo tipo que es justamente lo que todos quieren: los terroristas porque, a falta de una carnicería, por lo menos consiguen fastidiar a un montón de gente, y las autoridades porque, de este modo, los sufridos administrados nos damos cuenta de cuán necesarias son y cuántos sus desvelos. Todos tratados como borregos pero borregos muy orgullosos de serlo y así, mientras perdemos el tiempo a raudales, tenemos la satisfacción de hacerlo por una noble causa, la que se anuncia por doquier y sin el más leve rasgo de ironía. El mismo grave sentido de las responsabilidad que llevó a los nazis a escribir a la entrada de los campos de concentración aquello del Arbeit macht frei se reproduce aquí pues mientras las autoridades maltratan a la gente en todas partes puede leerse que la idea es Keep America's doors open and our Nation secure, esto es, "mantener abiertas las puertas de América y segura nuestra nación." Hay que fastidiarse. Es justamente al revés y la prueba de que América es cada vez más insegura es este mismo cartel. Pero vaya Vd. a explicárselo a Mr. Bush o a quienes lo apoyan o trabajan para él, satisfechísimos de estar venciendo en la "guerra global contra el terrorismo".

Y todas estas desgracias se le ocumulan si va Vd. en vuelo directo. Como tenga Vd, que hacer un transbordo, lo anterior se repite en buena medida, de forma más irritante y, además... la primera potencia del mundo puede perderle a Vd. las maletas. Y no solamente a Vd., sino a una docena de pasajeros que venían en el mismo vuelo. Y no solamente hoy sino, como dicen los empleados de la línea en cuentión mientras toman nota de las reclamaciones con aire de cumplir rutinas, en casi todos los vuelos; esto es una costumbre. Así también mantengo yo los precios bajos en la competencia: llegando tarde, amontonando al personal como si de borregos se tratara y perdiendo su equipaje.

Es literalmente el Tercer Mundo en el Primero.

(La foto es de júbilo·haku bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 23 de febrer del 2008

Aventuras mexicanas.

La conferencia en la UNAM estuvo muy bien, con notable asistencia de público. Se enmarcaba en las celebraciones del 50 aniversario de la Facultad de Ciencias Políticas y a mí me resultó muy grato volver a esa Universidad tan notable, diseminada en un gigantesco parque. A la salida me propuse llegar hasta el Zócalo, para la ritual visita a Tardán, la mejor tienda de sombreros tejanos, al sur de Río Grande. Se me había olvidado lo que es la circulación en Chilangotitlán, como la llama mi amigo Antonio Pérez un día cualquiera a las 12 del mediodía. Por cierto, no sé de dónde saqué ayer lo de los escarabajos VW; debí de ver los últimos porque quedan muy pocos, ya que han dejado de fabricarse. En Tardán compré un sombrero chulísimo y muy barato y, ya convenientemente tocado, fuimos al aeropuerto, a la nueva terminal 2. Si la vieja terminal 1, que sigue funcionando, era algo caótica, en ésta, que gestiona tremendo tráfico aéreo, el caos es majestuoso. Así que lo menos que podía pasarnos era que perdiéramos el avión a Veracruz. Tal cual; nos quedamos en tierra. Sacamos otro billete para un avión que salía las 21:30 y nos sentamos en un bar en una zona wi-fi con ánimo de cotorrear con el mundo exterior, pero la conexión estaba tan sometida a pautas secretas que bloqueaba las páginas más inocentes, como Google.

Entonces mi amigo, que fue alumno mío y es ahora diputado federal por el PAN ya que, como es sabido, nadie es perfecto, me propuso mostrarme el Congreso de los Diputados y ahí me hice esa foto que es más o menos la que se harán tropecientos turistas al año, aunque pocos llevarán un tejano tan flamante como el mío.

Regresamos al aeropuerto y, mientras esperábamos el embarque, mi amigo me presentó al célebre escritor Sergio Pitol, premio Cervantes de 2005, a quien encontramos por casualidad. Es un hombre encantador y más despistado que un pulpo en un garaje. Baste decir que pretendía sentarse en mi sitio con el argumento de que una señora desconocida se había sentado en el suyo, siendo así simplemente que el hombre se había equivocado de boleto y pretendía volar de vuelta a Veracruz en el mismo asiento en que lo había hecho de ida.

En Veracruz, nublado, con 27º al borde del mar, la humedad te rodea e impregna como si fuera el claustro de la madre naturaleza. El viajero tiene dos opciones para llegar del aeropuerto al hotel en la ciudad, la breve y el rodeo. Para coronar el día, el conductor decidió escoger el rodeo en el entendimiento de que, pues llevaba un sombrero tejano, me haría ilusión contemplar el famoso puerto veracruzano y los cinco kilómetros de especie de “seaside resort”, atractivo de turistas a lo largo de todo el año.

En el hotel, la conexión wi-fi es de pago: 150 pesos 24 horas que empiezan contar desde que metes la clave, estés o no conectado. Si Vd. cree que eso es un abuso por cobrar cuando se presta y cuando no se presta el servicio, espere un poco porque, a los diez minutos de conectarse, se queda Vd. sin acceso a la red, de forma que el cobro se produce cuando no se presta el servicio y cuando el servicio sigue sin prestarse.

Me largo a la cama porque hoy no es mi día y empiezo a sospechar que mañana, sábado, en que debo trabajar mañana y tarde, tampoco.

divendres, 22 de febrer del 2008

Haciendo las Américas.

Acabo de llegar a México, a dar una conferencia en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y un curso sobre análisis político en Veracruz. Un finde movido. El avión que me ha traído, un Boeing 777 enorme con capacidad para más de trescientos pasajeros, se llama Frida Kahlo o Diego Rivera. Sé que Aeroméxico ha decidido bautizar a sus nuevos aparatos con el nombre de la célebre pareja, pero no sé si con los de los dos o con uno por avión. En todo caso, un vuelo muy grato que la tripulación dedicó desde el principio por la magafonía a su comandante, don Gervasio Vallecillo, que se jubila tras éste su último vuelo. Al llegar a destino, el segundo a bordo repitió la dedicatoria, glosó la figura del jubilando y acabó pidiendo que Dios lo bendiga entre los aplausos del pasaje, que ya había aplaudido al tomar tierra en esa costumbre tan curiosa en América Latina, tierra de gentes extravertidas, de aplaudir los aterrizajes como si fueran el triple salto mortal. Pues sí, que Dios lo bendiga.

¡Qué impresionante es el descenso sobre la Ciudad de México por la noche! Todo el enorme valle cuajado de luces hasta perderse de vista en el horizonte. La ciudad más extensa del mundo con una cantidad de habitantes que nadie conoce con exactitud, manejándose cifras de veinte a veintitrés millones; algo así como la mitad de la población española. Y luego, el camino al hotel por esas avenidas kilométricas, cuajadas de autos y la miriada de taxis del Distrito Federal que siguen siendo predominantemente escarabajos Volkswagen, en los que se entra por la puerta del copiloto que el taxista cierra lugo tirando de una cuerda. No sé si habrá otra ciudad en el mundo con tantos VWs por metro cuadrado. Ya contaré algo más mañana.

El hotel es fantástico, tiene un ordenador en la habitación e internet funciona de maravilla. No he podido ver el debate Solbes/Pizarro, pero he leído la prensa y la cosa debe de haber sido de campeonato porque todos los periódicos digitales dan vencedor a Solbes excepto Libertad Digital que cree que Pizarro ha conseguido que Solbes "se retrate" y en la de papel, sólo La Razón se atreve a titular que Pizarro gana el primer debate. Nada de extraño porque estos dos periódicos no es que sean como El Alcázar sino como Roberto Alcázar y Pedrín. Los demás diarios de derechas no dan ganador y El Mundo se limita a decir que sus lectores dan ganador a Pizarro mientras que el propio periódico no se pronuncia.

Lógico. Vengo diciéndolo desde que escuché por primera vez al fichaje de Rajoy. Sin duda ha deslumbrado a la jefatura del PP pero a mí me parece un sinsorgo rematado, un necio hinchado de vanidad y aficionado a soltar citas sonoras sin mencionar a los autores. Lo de que "lo viejo no acaba de morir y lo nuevo etc, etc" pertenece al mismo huerto del plagio. Tanta huera facundia recuerda mucho a aquel héroe de don Benito Pérez Galdós, el de los "tirios y troyanos" y la "espada de Aristóteles". Si esta lumbrera es el asesor del señor Rajoy y número dos de su lista, cómo será el número tres.

(La imagen es una foto de Esparta bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 8 de febrer del 2008

Gracias a los amigos.

Decía servidor que hoy quizá "posteara" algo sobre Ibiza/Eivissa, dado que fuimos a visitar algunos lugares de esos que las agencias de viajes llaman "paradisíacos", pero más altas empresas reclaman mi atención, de forma que me limito a poner la foto de la izquierda, en la que se ve a Ramoncete descubriendo los misterios de las playas en la zona de San Antonio en compañía de su madre y dejo para otro momento más propicio (quizá el finde, cuando estemos de vuelta) un par de consideraciones sobre las peculiaridades de la isla.

Mi amigo Pepe Palao me ha enviado una presentación sobre la Barcelona de mediados del siglo pasado que en nada tiene que envidiar a la que puse hace un mes y algo sobre el Madrid del pasado y ya la he colgado en la barra de la derecha. Gracias, Pepe, es magnífica e impresiona ver a qué velocidad cambian los entornos urbanos.

Mi también amigo Pedro Luis me ha hecho llegar un video muy bueno cuya contemplación puede animar a votar en las próximas elecciones del 9 de marzo a los abstencionistas más recalcitrantes siempre que sean de izquierda. Dice Pedro Luis que es de aficionado. Es posible, no lo dudo; a mí me parece de gran maestría, no por la perfección técnica, que me importa una higa, sino por la contundencia del mensaje sin estridencias, sin insultos, sin abusos, simplemente dejando hablar a las imágenes y si, luego de verlo, alguien de izquierda se queda en casa el próximo nueve de marzo, es que no tiene arreglo. Aquí está. Gracias, Pedro Luis.

Por cierto, considero que es tan bueno que debiera figurar en la columna de la derecha hasta las elecciones y he intentado ponerlo ahí empleando la utilidad de blogger de videoshow pero debo de ser muy negado o la utilidad funciona como las cercanías de Barcelona porque me saca ¡cuatro vídeos! El que yo quiero y tres más que no tienen relación con él. Si alguien más competente que este bloguero tiene alguna conseja que darle, será muy apreciada y el bloguero quedará muy agradecido.

dijous, 7 de febrer del 2008

Saludos ibicencos.

Aquí nos ha traído el destino, a la incomparable isla de Ibiza, a los exámenes de febrero. Hasta ahora no he tenido tiempo de ver nada porque he estado liado de hoz y coz, mañana y tarde con las pruebas en el centro de la UNED que, por cierto, está magníficamente bien organizado y funciona envidiablemente en lo referente a las pruebas presenciales mediante valija virtual. Una prueba más de que la informática ha sido la revolución que más ha cambiado nuestras vidas. Todavía me acuerdo de cuando, hace más de veinte años, teníamos que salir a examinar por los caminos y senderos de la vieja España casi como si fuéramos Miguel Strogoff.

A partir de hoy tendré algunos momentos libres que pienso aprovechar para explorar este sitio encantador. Por cierto, se admiten sugerencias, ya que es un lugar absolutamente nuevo para mí y lo que más me ha llamado la atención es que la población de la capital casi parece un melting pot. Junto a los ibicencos nativos y baleares en general, hay muchísimos peninsulares, sudamericanos, árabes y subsaharianos, en lo que forma una de las mezclas más abigarradas que he visto. Sorprendente la cantidad de locales dedicados a los más diversos cultos cristianos, que si pentecontalistas, Iglesia de los santos, etc, lo que suele ser muestra inequívoca de densa población latinoamericana. En fin, me parece un lugar estupendo y quizá postee algo más antes de regresar a la península. Algo, quizá, sobre la fascinante vegetación mediterránea. Los almendros en rabiosa flor en los primeros días de febrero son todo un espectáculo.

Por cierto, parece que hoy hay una manifa en Madrid en apoyo del doctor Montes y el resto de víctimas de la arbitrariedad del Gobierno de la Comunidad de Madrid. No podré ir, desde luego, pero me solidarizo de todo corazón con ella y suscribo todas las iniciativas de la plataforma Que me atienda Montes. Es preciso que haya una reacción de la sociedad civil contra estos ultrarreaccionarios dedicados a destruir la sanidad pública en provecho de sus negocios privados o los de sus allegados.

(La imagen es una foto de Xosé Castro, bajo licencia Flickr. Creative Commons).

diumenge, 13 de gener del 2008

Mil entradas.

Con este post son 1.000 entradas en el blog desde que comencé. Estas máquinas lo cuentan todo y en el doble sentido de contar: cuentan numéricamente y cuentan, esto es, narran lo que se les pida sobre lo que hayan hecho, qué páginas hayan visitado, qué músicas se hayan bajado, todo. El ordenador es el ojo del Gran Hermano

En todo caso, 1.000 entradas, que no está mal. Gracias a quienes me lean por aguantarme. Confieso que lo paso bien escribiendo este diario que otros, especialmente en Sudamérica, llaman bitácora; el todo por la cosa, pues se trata del cuaderno de bitácora, creo. Y la abundancia de entradas permite hacer un índice de temas tratados en la columna de la derecha que, por lo que veo, no está mal. Se va haciendo una obrita en la red y con cierta variedad. Estaba pensando montar un sitio web, pues empecé a ver que el blog, por su estructura de rollo de papel (es literal que Kerouac escribió On the Road en un rollo de esos), ofrece muy poco espacio; y hasta he comprado, bueno, he alquilado, un dominio, que se llama www.cotarelo.eu, no porque sea un adelantado de la europeidad sino porque cotarelo.es, cotarelo.com y cotarelo.org estaban ya pillados. Pero no creo que sea necesario. He descubierto una aplicación (o como se llame el trasto) que me permite meter vínculos en el blog a una página donde puedo poner lo que quiera, trabajos, libros, lo que quiera. Seguramente seguiré por ahí.

En todo caso, tengo un par de amigos experimentados que me decían cuando empecé el blog que la gente lo coge siempre con mucho ardimento pero tan luego se cansa y lo abandona hasta que lo cierra. Pues aquí estoy, 1000 posts después, y con ganas de seguir.

dimecres, 26 de desembre del 2007

Las entrañables fiestas.

Si el Rey felicita las Navidades con una postal con la foto de los abuelos y los nietos, por qué no voy a felicitarla yo con foto de padres e hijo Héctor, que tiene ya nueve meses y está que parece el niño Hércules, el que estranguló con sus manitas a las dos serpientes que mandó la celosa Hera a matarlos a él y a su hermano Ificles.

Detrás hay un belén que he montado este año desempolvando las viejas figuras de hace treinta. De ese modo, mi otro hijo, Ramón, ya va asociando la Navidad con las figuras de los belenes, que es donde los niños españoles penetran por primera vez en un mundo que pueden manejar de complejas relaciones sociales: los pastores, los agricultores, los animales, los Reyes Magos, los molinos, las fraguas, los comerciantes y los dos focos del conflicto, esto es, el portal con el pesebre propiamente dicho y el terrible castillo, en el otro extremo del belén, el castillo desde el que todo se vigila y al que un buen día subirá el agrimensor K.

Por lo demás, mi belén no tiene portal ni pesebre porque, entre otras cosas, no sé a dónde fue a parar la figura de San José que es, en verdad, la más desdichada de la leyenda cristiana. Hay quien me dice que eso carece de lógica porque si no se es cristiano no hay por qué celebrar las fiestas cristianas y, por otro lado, si se sigue la tradición, hay que hacerlo con todas las consecuencias. Todo eso está muy bien pero, a los efectos de la educación de los niños, la lógica empieza a ser importante mucho más tarde. Ahora lo que importa es lo maravilloso. Y lo maravilloso es que, en tu casa, una vez al año les dé la locura de poner un complicado belén y armar dos árboles de Navidad, uno tradicional (aunque artificial) y otro de fibra de vidrio de esos que tienen un programa de colores. Y que te hagan regalos.

dijous, 29 de novembre del 2007

Cada cual en su sitio.

A propósito de la sarta de mentiras sobre mi modesta persona con que el señor José Luis Gutiérrez, director de la revista Leer, obsequiaba a sus inadvertidos lectores y a la que di cumplida contestación en un post anterior titulado Desmintiendo, decía que tenía pruebas de que era falso que el dicho señor Gutiérrez me hubiera nombrado nada en Diario 16. Aquí está una: es una foto del mes de noviembre de 1990 en la que se presenta el consejo editorial del periódico. Aparecemos de izquierda a derecha y en primera fila Carlos Dávila, Lourdes Ortiz, Justino Sinova, esto es, el director y el que me nombró, Álvaro Delgado-Gal, Juan Tomás de Salas (q.e.p.d.), propietario del diario, un servidor y Amando de Miguel. En segunda fila y siempre de izquierda a derecha Julio Rey, Miguel Ángel Gozalo, Antonio Alférez, Carlos Rodríguez Braun, Ignacio Amestoy, José Luis Gutiérrez, Antonio Alemany, Juan Pedro Aparicio, José Gallego y Javier Tusell (q.e.p.d.). El señor Gutiérrez no nombraba allí nada.

Por cierto, aquel sí que era un consejo editorial plural; el más plural que he visto nunca, con gente tan de derecha como Miguel Ángel Gozalo y Carlos Dávila y tan de izquierda como Lourdes Ortiz o yo mismo. Predominaba la derecha, desde luego, pero también había gente de centro y el equilibrio fue obra de Justino Sinova, probablemente una de las personas más moderadas y respetuosas que me he tropezado en la vida. Y llevo vivido un rato.

Pero no pretendo solamente aquí remachar el desmentido a los embustes del señor Gutiérrez, ya que no merece la pena. Lo que quiero es fijar la atención en un párrafo del artículo en que este señor responde a mi crítica al libelo de Pablo Lizcano que él ha editado y en el que dice lo siguiente:

"El resto, su crítica contra el libro de Lizcano editado por LEER, realizada desde ese engolamiento de ciertos profesores –que no soportan que su notoriedad e influencia intelectual haya desaparecido a favor de otros colectivos, como es el de los comunicadores– que denostan los libros por ser “muy periodísticos” y apartarse de “la historiografía”.

La sintaxis es suya, claro. Como siempre cuando se trata del señor Gutiérrez, la verdad está en otro lado: no somos los profesores quienes no soportamos... etc, etc, sino que son esos "comunicadores" los que no soportan que, gracias a internet, hayan perdido el monopolio que tenían para abusar de las buenas gentes sin darles posibilidad de defenderse. Eso se ha acabado y si el señor Gutiérrez publica un artículo repleto de mentiras y embustes con intención de agredir a un ciudadano, el ciudadano le contesta en su blog como hice yo y lo pone en su lugar.

Este es un caso bien claro, pero puedo poner otros. Ahí va uno: hacia 1994 (no recuerdo bien el año, pero conservo los artículos publicados) el señor Antonio Burgos, un columnista de la derecha más carca y presuntamente "graciosa", me insultó en su columna de El Mundo. Escribí una carta al director que, por supuesto, El Mundo, ese diario que publica noticias falsas, no sacó. A este abuso es al que me refiero y este es el privilegio que estos sujetos han perdido: insultar a los demás y no dejarlos hablar. Mi carta respondiendo como merecía al señor Burgos se publicó en El siglo (y está a disposición del respetable) pero, de no ser por esta revista, yo hubiera sido objeto de un atropello, impedido de responder.

Con internet, con los blogs, con la libertad de acceso a la red y a publicarlo todo de inmediato, esa situación de abuso de los "comunicadores" se ha acabado. Cada cual está en su sitio, el mentiroso queda como mentiroso y eso es lo que el señor Gutiérrez no soporta.