divendres, 15 de febrer del 2008

Iberoamérica y literatura.

Ha salido el número 19 de la revista Quórum, que dirige Manuel Guedán y edita la Universidad de Alcalá de Henares. Es una publicación interesante, en cuidado diseño y formato original, que trae una cumplida información sobre algún tema monográfico latinoamericano y artículos sueltos de una variedad de materias y disciplinas. El núcleo de este número es la política exterior de España en América. Un artículo de Celestino del Arenal hace balance de la política española en el Nuevo Mundo y sigue el desarrollo de las últimas cumbres iberoamericanas en Costa Rica (2004), Salamanca (2005) y Montevideo (2006). La muy pintoresca de 2007 se produjo cuando ya estaba en imprenta este número de Quórum.

Siempre en Latinoamérica tiene especial interés un artículo de José Antonio Sanahuja que examina en términos cuantitativos la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) viendo cómo ha evolucionado en los últimos años y cómo se incrementa para los siguientes. El autor elabora una especie de política de cooperación para los próximos años mientras que Cástor Díaz Barbado cree arbitrar un lugar especial para España en el espacio latinoamericano. Por último, Caterina García proyecta se atención inmediata en Las relaciones de España con Estados Unidos, un punto de fricción entre ambos países. parece haber un acuerdo general entre los autores en que el Gobierno socialista consiguió recomponer la política española en el continente americano que había quedado seriamente dañada con el servilismo del señor Aznar ante las aventuras imperialistas del señor Bush.

La revista trae también un artículo de Roberto Goycoolea sobre arquitectura y sociedad, especialmente sobre la adaptación de las nuevas ideas arquitectónicas a las ciudades de hoy que he encontrado de gran interés por no ser un aspecto que se trate con frecuencia y con el debido rigor.

Por último merece la pena reseñar dos interesantes aportaciones de cuestiones literarias. Una de ellas es un diálogo entre dos celebrados novelistas latinoamericanos de hoy, Jorge Volpi y Mario Bellatín, moderado por Caridad Plaza que se presenta como un mano a mano "sobre el fin de las ideologías" pero que, gracias a los dioses, no versa sobre tan manido tema sino sobre cuestiones específicamente literarias de la novela actual. Ambos autores definen el panorama literario latinoamericano como muy influido por la obra de Roberto Bolaño, al que los dos rinden tributo. Coincido con ellos; con Bolaño desapareció prematuramente un creador que, habiendo dado prueba de poderosa personalidad, aun hubiera producido mucho más pues mucho más era lo que se intuía en su obra publicada que lo que en ella era manifiesto.

La otra es un magnífico artículo de Santiago Roncagliolo sobre literatura y emigración, especialmente interesante ahora que la inmigración se ha convertido en un espantajo que la derecha española agita para atemorizar a la gente. Invocando el ejemplo adelantado de su paisano el inca Garcilaso de la Vega, Roncagliolo viene a decir que el mestizaje, el cosmopolitismo de nuestra época está generando un tipo nuevo de literatura. Curiosamente, es de lo mismo de lo que hablan los dos novelistas antes citados, Volpi y Bellatín, que ambientan sus narraciones en lugares extraños y llegan a la muy acertada conclusión de que no hay literaturas "nacionales" en español. Roncagliolo escribe:

"Al interior de la misma Europa, conforme la integración avanza, las diferencias de lengua y escenario se van diluyendo. El checo Milan Kundera escribe en francés, una novela de Susana Fortes transcurre en la Albania comunista, el italiano Tabucchi ambienta sus novelas en el Portugal salazarista. El desdibujamiento de las identidades nacionales no es una particularidad de los que vienen de fuera. Lo que se está perdiendo culturalmente es la necesidad -o la posibilidad misma- de un "afuera"."

Roncagliolo ilustra su punto de vista tomando el ejemplo de Salman Rushdie (un inmigrante en el Reino Unido) y los muy nuevos Hanif Kureishi y Zadie Smith que ya no son inmigrantes, sino británicos. No trata, aunque lo menciona, el caso de V. S. Naipaul, un indio nacido en Trinidad y afincado en Londres, cuya espléndida obra refleja esa mezcla de miradas, esa polifonía que ya no pertenece a parte alguna. La idea de Roncagliolo es brillante: la literatura no brota dentro de unas fronteras nacionales que definen un horizonte cultural sino que se ha globalizado. Él no usa la expresión, pero es como si lo hiciera.

Por mi parte, cuando me paro a pensar en este fenómeno me entra la curiosidad por imaginar qué diría un hombre cómo E. M. Forster, tan dado a lo transcultural (Un viaje a la India, Una habitación con vistas, Howard's End) de esta otra visión literaria de los Naipaul o los Rushdie. Y esto por no mencionar la literatura de un pueblo que lleva siglos siendo inmigrante en todas partes, transterrado, el pueblo judío. ¿No es éste el caso, por ejemplo, de Philip Roth y su alter ego, Nathan Zuckerman?