Conviene recordar, sin embargo, que se trata del 87% del 37%, la proporción que ha votado. El señor Gaspar Zarrías, Consejero de la Presidencia daba las cifras presentándolas como un triunfo y diciendo que aproximadamente 9 de cada 10 electores ha votado que sí. Esto no es mentira del todo, pero sí bastante falso. "Electores" son todos los ciudadanos andaluces con derecho de voto, esto es, según datos de la Junta de Anadalucía, 6.185.664 de los que han votado 2.306.015. Lo correcto sería decir: de cada 10 electores, 6,5 han decidido quedarse en casa y de cada 3,5 que han acudido a votar, tres lo han hecho en favor del estatuto. En resumen, el nuevo estatuto andaluz ha sido aprobado por el 32,60 de los electores. No es mucho, desde luego.
¿Y qué?. La abstención es un fenómeno difícil de explicar. Una opinión muy extendida ve en la alta abstención una deslegitimación de las instituciones democráticas. Pero eso es muy problemático. Dos de los países con más tradición democrática ininterrumpida encabezan todas las clasificaciones de abstención: Suiza y los EEUU. En Suiza, la media de participación en las elecciones legislativas de 1987 a 1999 fue 37,55% con un punto bajo de 34,9 en 1999. En los EEUU, la participación en las elecciones parlamentarias de 1998 fue de 37,4%; elecciones parlamentarias federales. Uno puede pensar lo que quiera de las democracias suiza y estadounidense, pero es difícil negar que tienen larga tradición democrática-electoral. Y aun hay casos más llamativos. En las últimas elecciones al Parlamento Europeo, en 2004, la participación en Eslovaquia fue del 16,91%. Vamos, que se descuidan y no votan ni los candidatos, y a saber... Sin embargo, Eslovaquia es un país de fuerte europeísmo. Si se ojea el último informe del Eurobarómetro, de diciembre de 2006, se ve que el apoyo a la Unión Europea es de un 61%, lo que quiere decir que allí no votan por el Parlamento Europeo ni los que dicen apoyarlo.
La abstención no es interpretable en un sentido u otro. Hay quien sostiene que, con la abstención, los descontentos quieren dar una sacudida al sistema: no votan por nadie porque todos son muy malos. Pero esto no es así. En principio, el abstencionista es un indiferente. Esa imagen de "voto de castigo" corresponde más al voto en blanco. También es aducible, y hay quien lo hace, que la abstención, al contrario, es un buen índice de solidez democrática en función del proverbio popular de que "quien calla, otorga". Los electores tienen tanta seguridad en sus instituciones que se dan el gusto de abstenerse sin temor a una crisis democrática.
La participación tiende a crecer cuando las elecciones están reñidas y puede ganarlas el adversario. Aquí no solamente no había adversario al tratarse de un referéndum, sino que el adversario habitual estaba coadyuvando al triunfo de la opción del gobierno. Visto lo cual, la verdad, creo que la participación andaluza ha sido altísima.
El aspecto más necesitado de explicación a mi juicio es ese 9,48% o unos 218.016 ciudadanos que han votado en contra. Confieso no haber entendido muy bien por qué se oponían al Estatuto el Partido Andalucista y la izquierda radical. Supongo que porque el Estatuto no declara la independencia de Andalucía o no cuestiona la base mismo del injusto sistema social y económico del capitalismo en Andalucía. Dos opciones que tienen el respaldo que tienen y que ni siquiera llega al 9,48% pleno, pues ahí hay que incluir también a los que votan en contra del estatuto porque prefieren un sistema de centralización como el de Franco, como hay que incluir a los que votan que no a todo, que lxs hay.