dissabte, 12 de maig del 2012

Compás de espera.

Ayer, volviendo a casa, puse Radio Clásica. En algún programa habían decidido transmitir el Alexander Nevski, de Prokofiev y sonaban los patrióticos sones folklóricos que llamaban al buen pueblo ruso a alzarse en contrapunto con el sombrío galimatías latino, especie de seudogregoriano, que viene entonando la invasora Orden Teutónica. Tuve que apagarla porque se oía fatal ya que no sé en dónde diablos tengo la antena. Pero seguí oyendo la cantata entera en la memoria, pareciéndome que narra sublimándolo un momento parecido al actual en España, en el día de hoy, 12-M en que la ciudadanía está convocada a tomar las calles y plazas en protesta contra el poder político en su conjunto y su maridaje con el económico y financiero. No se nos convoca en cuanto obreros, mujeres, jóvenes, estudiantes, jubilados, inmigrantes, homosexuales, víctimas o agricultores sino en función de nuestra común condición de ciudadanos en defensa de unos derechos básicos de todos, una sanidad y una educación públicas, viviendas dignas, empleo decentemente remunerado, en fin, una vida de ser humano y no de esclavo. Se nos convoca en cuanto pueblo, en cuanto multitud.
Enfrente se encuentra ese poder político (irónicamente visto como pretoriano del teutón) contra el que se protesta, pertrechado con el máximo título de legitimidad que hay, esto es, la mayoría absoluta en elecciones libres; y armado hasta los dientes, por si el argumento de la legitimidad no se impone. A su lado, el establecimiento económico-empresarial y financiero en pleno, encargados de vaticinar desgracias sin cuento si la gente se empeña en significarse socialmente. Por detrás, los fabricantes de ideología, sobre todo los medios afines, la iglesia católica, las fundaciones de la derecha y algunas universidades, especialmente privadas, todos demostrando que la sumisión a los dictados del capital a través de sus gobiernos es lo más racional que se puede hacer. Con tanta embriaguez de razón y fuerza, el poder político se enfrenta a la jornada de hoy en una actitud tensa, hostil, que hace temer lo peor y lo peor es que algo falle y se encienda la violencia.
Cosa que puede pasar en cualquier punto del país que, contra lo que piensan los gobernantes, no se reduce a Madrid, ciudad en la que han concentrado una cantidad considerable de agentes del orden. Hoy habrá manifas de perroflautas y no tan perros ni tan flautas en muchos puntos de España. Todas conectadas entre sí en tiempo real, a la velocidad de twitter. Cualquier cosa que pase en Barcelona se sabrá en Sevilla al instante. Así que hay que tener cuidado con Felip Puig. La policía también está preparada. Llevará cámaras en los cascos. Curiosa iniciativa que hay que calibrar porque ¿qué sucederá con esas cámaras y sus contenidos? ¿Se los llevarán luego los policias a sus comisarías para manipularlos y ocultar pruebas incriminatorias? En mi opinión todo ese material debe pasar ipso facto de terminada la manifa a disposición de juez, quien lo custiodará por si fuera necesario recurrir a él. Nada de dejar a los policías la base del relato.
Los dos bandos están preparados para entrar en acción. Es un momento tenso, la noche antes de la batalla en Alexander Nevski, la irrupción de los teutones al amanecer del 5 de abril y la batalla sobre el hielo. Vencerá el buen pueblo ruso. Vencerán los ciudadanos españoles. Pero hay por medio una batalla y no sabemos cuánto durará. Lo que es cierto es que, a partir de mañana, las cosas habrán cambiado en el sentido en que vienen haciéndolo desde el comienzo de la contestación del 15-M, al que muchos, impacientes, daban ya por muerto. En el sentido de la recuperación práctica de la soberanía de la ciudadanía. Ahora esta comenzará un proceso de indagación de las responsabilidades incurridas por políticos y financieros en la gestión de la crisis. Cada vez amplía más el marco de su acción.
La dificultad reside en hacer eficaces esas decisiones a través de las instituciones. En tanto se encuentra la forma de conseguirlo, una vía puede ser fomentar la unidad de acción del 15-M con la prensa crítica, de forma que esta sirva como punto de referencia para los partidos de la izquierda que pueden así articular su acción con la del 15-M, prestándose a ser sus portavoces.
Lo anterior va por el éxito de MasPúblico, mi periódico.
(La imagen es un grabado de Gert Arntz, de 1928, titulado La guerra civil. Merece la pena observarlo con atención).

divendres, 11 de maig del 2012

El PP y la represión de los derechos.


Artículo aparecido hoy en "Público".


La deriva autoritaria.
                                                Ramón Cotarelo

El gobierno del PP ha dado suficientes pruebas de un talante estricto, incluso autoritario en el modo de enfrentarse a las manifestaciones públicas que los ciudadanos hacen en ejercicio de sus derechos constitucionales, sean manifestaciones, concentraciones, huelgas o deliberaciones. Asimismo ha manifestado en diversas ocasiones una voluntad de endurecer el tratamiento legislativo de estos actos a fin de castigar con mayor contundencia las conductas que puedan considerarse ilegales a raíz, precisamente, de esos cambios legislativos. La tendencia es a simplificar, a tratar como cuestiones de orden público las manifestaciones de la conflictividad política y social que se da siempre en toda sociedad compleja, sin mayores distingos ni miramientos. Es la vieja idea conservadora de que la paz social solo se consigue mediante una política represiva, sin pararse a pensar si pueden tomarse otras medidas que desactiven los conflictos sin necesidad de abrir la cabeza a la gente.
Esta ya prolongada crisis a la que no se ve final ha sido un cataclismo económico y social. Ha empobrecido al conjunto de la sociedad, ha abocado al paro a una quinta parte de población activa, incide negativamente sobre la estabilidad y la formación de familias, aniquila las expectativas de futuro de la juventud, despoja a sectores enteros de prestaciones que les son vitales, profundiza las desigualdades a extremos clamorosos, etc. Todo ello, no es de extrañar, genera una conciencia colectiva de desánimo, nerviosismo, resistencia, protesta, indignación que es perfectamente comprensible. Las autoridades no pueden ignorar que no es lo mismo policiar una sociedad tranquila, integrada, satisfecha que otra en turbulencia, polarizada y muy tensa.
Los previstos actos de mañana, 12-M, convocados por el movimiento 15-M, se han encontrado en la delegación del gobierno con un muro no ya de falta de comprensión o simpatía, sino de clara dureza y hasta hostilidad. Casi da la impresión de que las restricciones al derecho de manifestación impuestas por Cifuentes sean una especie de provocación para que el 15-M desborde los cauces pacíficos y se pueda justificar la represión para la cual ya se han hecho abundantes y públicas provisiones, con miles de agentes sobre el terreno.
Es absurdo proceder de este modo. Lleva a la confrontación. Pero no hay duda de que es lo que se busca. Así se entiende la afirmación de Aguirre que condena el “tomalaplaza” con el argumento de que se trata de una “privatización” de un espacio público. Debe de ser lo único a cuya privatización se oponga la presidenta de la Comunidad.
Además del derecho de manifestación, en la deriva autoritaria general, el gobierno de la Comunidad restringe o suprime el de libertad de expresión. El cierre de la plataforma que permite emitir a “TeleK” y dos o tres canales críticos más es un atentado también contra el derecho a la información y a la pluralidad informativa. Lo que la derecha quiere son canales como Telemadrid, literalmente al servicio del gobierno autonómico y de su partido con el dinero de todos los contribuyentes. Esta situación, por cierto, no tiene nada que ver con el liberalismo.
Por todos estos motivos, entre otros, es necesario que publico.es sobreviva y se estabilice como plataforma de un pensamiento y una información críticos. Solo la pluralidad de fuentes garantiza la libertad de elección del público que, como los liberales de verdad saben bien, es el requisito de la libertad a secas.

1/99

En el tumulto de esta crisis galopante, en la que las malas noticias solo se compensan con la resignada seguridad de que las siguientes serán peores, hay un verdadero alud de imágenes sustituidas en segundos por otras, lo que genera una sensación de desconcierto, de incomprensión. Sin embargo hay cosas que van quedándose en la retina y la conciencia de la ciudadanía, cosas que dibujan un orden social tan injusto, tan arbitrario, que sorprende no haya provocado ya más turbulencias de las que ha habido. Para verlo no se precisan grandes disquisiciones. Puede hacerse comprensible a través de una fábula, la fábula de la exigua minoría y la amplia mayoría o fabula del 1/99 y que dice así:
  • Mientras el 1% de la población tiene empleos de importancia y relieve social, variados y puede compatibilizarlos, la inmensa mayoría malvive con un empleo monótono, aburrido y, además, precario y eso cuando lo tiene porque hay millones sin trabajo.
  • Mientras el 1% cobra sueldos, pluses, pensiones astronómicos, incluso aunque arruine las empresas que administra, la inmensa mayoría ha de conformarse con los salarios más bajos de la Unión Europea o el salario mínimo, también el más bajo de la misma Unión; y eso cuando hay salario, pues son millones las familias por debajo de la raya de la pobreza.
  • En tanto el 1% vive en residencias de lujo, en zonas exclusivas, la inmensa mayoría se amontona en casas de mala calidad pagando alquileres excesivos o está sometida a hipotecas gravosas y la desahucian a decenas de miles.
  • Si el 1% puede llevar a sus hijos a magníficos colegios privados de pago, la inmensa mayoría solo accede al derecho a la educación a través de una red pública de enseñanza, descapitalizada, empobrecida y desmotivada que ha de sufrir además el impacto de la integración de los inmigrantes.
  • El 1% bien educado tiene expectativas brillantes y ocupa los puestos decisivos en tanto que la inmensa mayoría está sometida a las condiciones leoninas del mercado y solo alcanza empleos sin futuro o se resigna al paro o emigra.
  • El 1% recibe una asistencia sanitaria de extraorinaria rapidez y calidad en tanto que la inmensa mayoría debe conformarse con unos servicios de salud en situación de práctico desmantelamiento por la vía de las privatizaciones y ha de soportar largas listas de espera.
  • Mientras el 1% disfruta largas vacaciones en lugares paradisiacos cuando le viene en gana, la inmensa mayoría ya no puede permitirse vacaciones porque está en el paro, no le alcanza el presupuesto o, si se trata de jubilados, el Imserso los ha dejado sin los viajes de la tercera edad; los que, con todo, pueden, es en circuitos de turismo rata, de masas, de altos precios y pobres prestaciones.
  • Si el 1% delinque, cosa que hace con la misma frecuencia que el 99% restante, la justicia lo trata con toda clase de miramientos, en muchas ocasiones sobresee los casos o declara inocencias y, en donde no es posible, sale el gobierno al quite con un indulto o una amnistía en tanto que la inmensa mayoría sufre las deficiencias de una administración de justicia que deja mucho que desear y se le aplica generalmente con todo el rigor de la ley.
  • Teóricamente los españoles, todos, tenemos la esperanza de vida más larga del mundo, detrás de la japonesa si no ando equivocado, de más de 81 años; no sé si este dato está desglosado por algo distinto al género pero me malicio que el 1% de la población tiene una esperanza de vida sensiblemente superior al de la inmensa mayoría. Que es la forma definitiva de la desigualdad.
Esta es la fábula del 1/99.
(La imagen es un cuadro de Van Gogh llamado Los comedores de patatas (1885)).


dijous, 10 de maig del 2012

El ataque a la libertad de expresión.

El gobierno fasciberal o liberofascista de Aguirre no tolera más medios de comunicación que los que le rinden abyecta pleitesía. Por ejemplo, Telemadrid, remedo de televisión en el que unas docenas de paniaguados regiamente pagados con dineros públicos cantan diariamente las excelencias de Aguirre y sus secuaces mientras denigran, insultan e injurian a quienes tengan opiniones no coincidentes con el mando cuartelario del seudoliberalismo de que se disfraza actualmente el nacionalcatolicismo más rancio.
Si las fuerzas democráticas y progresistas del país no hacen frente a esta nueva agresión a la libertad de expresión, los fascioliberales se crecerán y mañana repetirán, irán por otro medio crítico y así hasta llegar a El País, al que se la tienen jurada. No es exageración alguna. Ya lo intentaron hacer en 1996 Aznar, Cascos y otros gobernantes de la misma cuerda que Aguirre. Con la ayuda de un puñado de periodistas corruptos, jueces prevaricadores y simples delincuentes, intentaron cerrar el periódico y encarcelar a sus responsables. Entonces no lo consiguieron. Pero su émula Aguirre seguirá intentándolo. El ataque a TeleK es el primer paso.
Los fascioliberales no pueden soportar la democracia ni las libertades.

Bankia: la nacionalización como rescate



Articulo del diario "Público" hoy


Bankia. La nacionalización como rescate.
                                               Ramón Cotarelo

El negocio de la banca es generalmente discreto. Los banqueros no gustan estar en titulares de prensa, no quieren ser noticia de primera. Todo eso refleja sobresaltos que ponen en cuestión el buen nombre de las entidades, generan desconfianza en la seguridad de su acción y arriesgan dar con ellas en tierra. La gestión de la crisis de Bankia parece haber estado dictada por criterios contrarios a los anteriores: rumores, noticias, más rumores, más noticias, dimisiones, declaraciones, suposiciones, giros repentinos, propuestas contradictorias. Un espectáculo de desconcierto e improvisación que muestra particular impericia en los gobernantes.
A estas alturas nadie sabe con exactitud cuál es la situación real del cuarto banco español que, hasta la fecha, al parecer, no ha rendido cumplida cuenta de su acción. Por eso se lo describe como el obstáculo a que las medidas del gobierno tengan el efecto que buscan. Algo que Rajoy no se explicaba hasta que alguien le sopló que el problema era Bankia (de la que los mercados no se fiaban) y el problema del problema, Rato. En 36 horas Rato estaba en la calle y su delfín Goirigolzarri tomaba posesión como administrador efímero porque se limitó a transferirla en el mismo acto al Estado. Tal fue la brevedad que cabe preguntar por qué no hizo la transmisión el propio Rato. Probablemente porque su visión era la contraria; por lo menos dejó tras de sí una declaración triunfalista según la cual Bankia está en perfecto estado de salud y no necesita intervención alguna.
Al nacionalizar la entidad, el gobierno puede estar haciendo un buen negocio o un negocio ruinoso, según cómo esté aquella, si como dice Rato o como supone su sucesor. Lo segundo debe de ser lo cierto dado que la derecha no nacionaliza sino que privatiza los beneficios. Son las pérdidas las que socializa y eso es lo que hace ahora. Si el dinero público que se aporte es o no a fondo perdido es una discusión inane; a la larga, será a fondo perdido y, en todo caso, no estará disponible aquí y ahora para situaciones de emergencia que, por desgracia, son ya habituales en el quinto año de la crisis.
La intención del gobierno, porque así está en la norma, es devolver a la iniciativa privada las entidades intervenidas y nacionalizadas tan pronto estén saneadas. Esto no lo hacen los Estados con las pequeñas, las medianas ni siquiera las grandes empresas. Pero sí con los bancos por su importancia estratégica. La cuestión en este caso es cómo se sanea. Da la impresión de que la banca trata de descargar todo su volumen enfermo de ladrillo en el Estado. Esto quiere decir descargar sus pérdidas sobre la sociedad en su conjunto no solo ahora sino también en el futuro ya que, obviamente, el único modo que tiene el Estado de liberarse de la acumulación del ladrillo es deprimiendo el mercado de la construcción y la vivienda durante los próximos años. Es decir, el resultado de la socialización de las pérdidas de Bankia, aparte de resolver el problema de esta, es generar un nuevo conflicto social entre oferta y demanda de vivienda en propiedad o alquiler.
Conseguir que lo que ahora se nacionaliza se mantenga en el ámbito público y no sea reprivatizado posteriormente una vez vuelva a generar beneficios mientras la sociedad sigue pagando por los errores (o las ilegalidades) de otros, es algo que pondrá a prueba la fuerza de la izquierda.
(La imagen es una foto de gilioli, bajo licencia de Creative Commons)."

Esto viene de Lizarra.

En septiembre de 1998 todos los partidos vascos nacionalistas, así como Ezker Batua-Berdeak y el Partido Carlista de Euskalerria, y distintos sindicatos y asociaciones firmaron los acuerdos de Lizarra-Garazi "para buscar un "proceso de diálogo y negociación" que lograra el cese del terrorismo de ETA". Por aquel entonces escribía yo unos billetes ocasionales en El Periódico de Catalunya, único medio progresista que me quedaba, después de que el peculiar concepto de la libertad de expresión del PP me echara de todos los demás. La mecánica era como sigue: el diario me pedía una opinión fundamentada sobre un hecho político relevante del momento. Yo la daba, ellos la publicaban al día siguiente y yo tenía que recorrer los kioscos buscando el periódico porque todavía no había ediciones online. Con motivo del pacto de Estella o Lizarra o Lizarra-Garazi me pidieron una opinión, se la mandé y no solo no la publicaron sino que interrumpieron abruptamente su relación conmigo y jamás volví a hablar con ellos. Y era un diario progresista que avisaba de que no compartía "necesariamente" las opiniones de los articulistas. No avisaba, en cambio, de que los articulistas sí debían compartir las opiniones del periódico.
Porque barrunto que la razón de una espantada tan repentina estaba en el contenido del billete. Este se felicitaba del pacto y sostenía que era el comienzo del fin de ETA y de la violencia en el País Vasco. Pero debía de ser el único. En el país se alzó un clamor indignado contra el nacionalismo vasco, especialmente el PNV, por entender que el pacto era un acuerdo entre los pérfidos nacionalistas para excluir de la vida política vasca a los constitucionalistas o españolistas, una trampa de ETA, el triunfo último de esta, la entrega del nacionalismo democrático al radical y totalitario. Precisamente ante la cercanía del Pacto, el PSOE rompió la alianza de gobierno con el el PNV, haciendo así realidad de antemano lo que será su profecía después: la exclusión. No tengo duda de que El Periódico sostenía ese punto de vista y el billete solo podía ser obra de un traidor, de un filoetarra, de un falso español. Punto final abrupto a la colaboración. El billete jamás se publicó.
Mi discrepancia radicaba en que lo importante del Acuerdo no era su carácter frentista de nacionalistas contra los autodenominados "no nacionalistas", sino el hecho de que el frente nacionalista, especialmente su parte izquierdista, radical, revolucionaria, próxima a ETA, pedía un escenario sin violencia. Ahí estaba el germen de lo que casi 15 años después ha sido el cese definitivo de la violencia etarra. Pasando por el espíritu de Anoeta. Lizarra-Anoeta-Vitoria. Pero hacía falta verlo y los españolistas no suelen ver estas cosas como se deduce de que ni siquiera se ven como españolistas sino que sostienen ser "no nacionalistas" en contra de toda prueba empírica.
Porque durante esos casi 15 años en el País Vasco ha pasado casi de todo, alternada, cíclicamente, represión-acción-más represión, períodos de calma, intentos de negociación, proyectos soberanistas, cambios de alianzas, pacto antiterrorista, en lo que, con cierto distanciamiento (pero no equidistancia) cabe considerar como la violencia de la historia. Entre tanto, el espíritu de Lizarra seguía evolucionando, daba un destello en Anoeta y acababa cuajando en una presencia política normalizada del independentismo radical a pesar de los estrechísisimos filtros de una Ley de partidos que equivale a un estado de excepción de hecho.
Si se hubiera apoyado en su día Lizarra-Garazi quizá nos hubiéramos ahorrado sobresaltos, sufrimientos, muertes. ¿Por qué no se hizo? ¿Porque excluía a los "constitucionalistas" o "españolistas"? ¿Y qué? Los partidos tienen derecho a aliarse con quien quieran y no hacerlo con quien no quieran siempre que lo hagan dentro de la legalidad. Pero, además de esto, que es evidente, hay otra faceta más interesante en Lizarra: al excluir a los "constitucionalistas" y "españolistas" (que son tan vascos como los otros) los nacionalistas vienen a confesar que lo que llaman el conflicto poniendo los ojos en el cielo es estrictamente un problema vasco que los vascos deben resolver en lugar de descargarlo sobre las espaldas de los españoles.
El problema es que son precisamente los españoles (en especial los nacionalistas que dicen no ser nacionalistas) los que, al no entender el problema de los vascos y tratar de interferir e imponerse permanentemente, lo convierten en un problema español. Un problema español que arranca de la negativa de los españoles a reconocer a los vascos (y a los demás) el derecho a decidir si quieren seguir siendo españoles, con lo cual las relaciones entre los dos territorios están envenenadas.
Tengo para mí que si ese derecho de autodeterminación se hubiera reconocido en los años ochenta, por ejemplo, el resultado hubiera sido el mantenimiento de la integridad de España. Al prolongarse el problema (o "conflicto"; no hay que hacer cuestión de las palabras; ni Aznar lo hacia), ya no estoy tan seguro y, de seguir los españoles cometiendo errores, acabará siendo segura la separación. 
La sentencia del caso Bateragune será jurídicamente irreprochable, no lo dudo, pero políticamente es una desgracia. Presenta a España como la eterna represora, incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos de reconciliación y pacificación, arbitraria, inaccesible a razones o conveniencias. En cambio proporciona mártires al movimiento independentista, que son presentados ante la sociedad como rehenes del Estado, le da una causa de lucha siempre bien vista: la liberación de unos héroes nacionales, una situación de irredentismo, que tiene siempre mucha fuerza de movilización y mantiene la lucha política en un nivel de efervescencia en el que también el nacionalismo burgués tiene que radicalizarse si quiere sobrevivir. Otegi en la cárcel es la garantía de una holgada mayoría absoluta nacionalista en Euskadi, el País Vasco, las provincias vascongadas, los territorios históricos, Euskalerria Sur, Vasconia y Hegoalde, que todos esos nombres tienen estas hermosas tierras (aunque no siempre con las mismas superficies), lo cual, probablemente, quiere decir algo. 
(La imagen es una foto de Daquella manera, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 9 de maig del 2012

Democracia, corrupción y Tribunal Supremo.


Artículo de hoy en "Público"


Nosotros, los Supremos.
                                                                    Ramón Cotarelo

Abro con un aplauso a mi colega, José Manuel Gómez Benítez, no solo por su indudable calidad académica sino por haber tenido el raro valor de cumplir con su deber en un país en el que tal cosa es una quimera. Su deber es trasladar a la justicia las pruebas que tenga de lo que de buena fe considere como un comportamiento ilegal y punible de un colega. Es un deber tanto más arduo cuanto que ha de cumplirse en contra de la tendencia al corporativismo que se da en la administración española, la de justicia incluida. Cree Gómez Benítez, vocal del Consejo General del Poder Judicial, que el presidente de este órgano y del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, ha cometido un delito de malversación de fondos y ha procedido a denunciarlo ante el órgano competente.
Por supuesto el magistrado Carlos Dívar está protegido por el principio de presunción de inocencia y, en tanto no se demuestre fehacientemente lo contrario, aquí no volverá a hablarse de él. Pero tampoco quedará sin consideración la complicada situación en que la denuncia deja al resto de vocales del COPJ, obligados probablemente a declarar si conocían los hechos o no, aunque siempre podrán decir que no les parecen constitutivos de delito, toda vez que ello está aún por demostrarse.
Innecesario decirlo, los hechos que describe la denuncia y muestra la prensa resultan familiares a una opinión pública tan frecuentemente escandalizada por el comportamiento de la clase política que considera a esta el tercer problema colectivo en orden de gravedad tras el paro y la situación económica, si bien a considerable distancia de ellos. Hace ya bastantes años que los políticos constituyen lo que llama Daniel Montero la casta, haciéndose eco del exitazo de ventas del mismo nombre en Italia, de los periodistas Antonio G. Stella y Sergio Rizzo. En ambas obras se da cumplida cuenta del extraordinario, depilfarrador y hasta estrambótico régimen de privilegios que se han autoasignado los políticos de todos los niveles en los dos países así como el mucho más populoso mundo de sus allegados en la forma de asesores, consejeros, ayudantes o colaboradores.
Los sueldazos astronómicos, las laxas incompatibilidades, los complementos de todo tipo, dietas, viáticos, gastos protocolarios, las pensiones, las subvenciones, los ceses dorados, la libre disposición de cualesquiera medios de transporte, todo ello dibuja un panorama de lujo y privilegio que no desmerece en mucho el boato de la nobleza en el antiguo régimen, máxime si se tiene en cuenta que la situación del pueblo llano, vuelve a ser, como lo era entonces, angustiosa. Suele la opinión tomar conciencia de estas hirientes desigualdades y privilegios en el momento en que sus beneficiarios, además, se ven obligados a comparecer ante la justicia por la comisión de algún delito. Se revelan entonces narraciones alucinantes de tarjetas oro, hoteles de lujo, comisiones millonarias, tráficos de influencias, extorsiones, prevaricaciones faraónicas, todo ello con una conciencia de impunidad que indigna y subleva a una población a la que muchos de estos presuntos corruptos, malversadores, despilfarradores de los caudales públicos sermonean constantemente que no debe vivir por encima de sus posibilidades y que debe aceptar mermas y recortes dictados por ellos, los Supremos, quienes, sin embargo, jamás se aplican las restricciones que imponen a los otros.
Son los privilegios de la casta política y las extendidas corruptelas de la administración pública, muchas veces interrelacionadas, los principales responsables del desprestigio de las instituciones democráticas y de la desafección de la ciudadanía hacia ellas pues no parecen capaces de garantizar que los políticos observen un comportamiento virtuoso con voluntad desinteresada de servicio público.
La deslegitimación de las instituciones democráticas es la puerta de entrada del totalitarismo del signo que sea. Se le busca remedio o todos tendrán que ponerse en pie en actitud de respeto cuando entre el líder. Ese también el Supremo.
(La imagen es un grabado de Umberto Boccioni titulada "Masa agitada en torno a un monumento ecuestre" (1908))

La banca o la vida.

La economía en general y las finanzas en particular son territorios de números, la base misma de las matemáticas, la única ciencia exacta que hay. Parecería que los conocimientos que tengamos sobre ellas debieran ser ciertos. Nada más lejos de la realidad. Resulta imposible decir a primera vista si un banco es una institución robusta, saneada, con energía y planes de expansión como dice Rato que es Bankia o si, por el contrario, se trata de una entidad quebrada que no puede hacer frente a sus compromisos por unas u otras razones. Obsérvese que no se trata de una discrepancia de matiz, sino de dos interpretaciones antagónicas y excluyentes, lo cual produce necesariamente perplejidad, desconcierto y temor entre la gente. La banca es el sector de la economía más afectado por las cuestiones del buen nombre. Una sombra de una duda puede desencadenar un pánico bancario, la peor de las hipótesis. Si todavía no se ha producido no será por falta de irresponsabilidad de los gobernantes que dan la impresión de creer que el cuarto banco del país es como la concesión de un kiosco. Si no se ha producido es porque la población es madura, fía en las promesas del anterior gobierno de garantizar las imposiciones y, además, está ya acostumbrada a estos sobresaltos inexplicables, estos tumbos misteriosos de los ciclos que recuerdan la atribución clásica que se hacía de ella al carácter caprichoso y tornadizo de la diosa Fortuna. Y no muy lejos de esta creencia andamos ahora cuando atribuimos de antemano a una medida un efecto determinado que no solamente no se produce sino que da lugar al contrario.
Al comienzo de la crisis, Zapatero tomó un día el escenario para tranquilizar a los españoles asegurándoles que el sistema financiero patrio era sólido como una roca porque ya se había purgado de los famosos activos tóxicos que daban entonces problemas en la banca de ambas orillas del Atlántico. Lo que Zapatero probablemente no sabía, lo cual es casi tan imperdonable como si lo sabía aunque por otros motivos, era que la banca española había generado sus propios activos y tóxicos y estaba en peor situación que las demás, con unas cantidades de morosos, impagos y ejecuciones que habían superado la capacidad de las instituciones de asimilarlas.
Así que la habilidad de la banca ha consistido en convencer a los gobiernos de que la única forma de salir de la crisis es socializando sus pérdidas por el ladrillo. Solo así se sanearán, el mercado interbancario se calmará y los bancos abrirán de nuevo el grifo del crédito. Y ¿de dónde saldrá el dinero para hacer frente a esas obligaciones? De todos los demás capítulos, preferentemente los del Estado del bienestar que, como los gastos en cultura, nunca han sido prioritarios para los banqueros.
La moraleja de esta crisis es que la banca, concretamente la banca estadounidense provocó la crisis al exportar al mundo entero los activos tóxicos que se habían generado en su burbuja inmobiliaria. La crisis se extiende a todo el sistema bancario y los Estados (muchos de ellos convencidos neoliberales) tienen que intervenir de un modo u otro para estabilizar el sistema financiero. La misma banca que ha provocado la crisis se postula ahora para resolverla siempre que antes se la libere de la necesidad de hacer frente a las consecuencias de sus errores e, incluso, presuntos delitos. Y es así cómo, si los gobiernos aceptan el dictado de estas condiciones, se convierten en agentes de la exacción universal a que la banca pretende someter a las sociedades, en colaboradores de una situación en la que la gente sacrifica su vida a la banca y vive únicamente para saciar la insaciable sed de beneficios de los bancos.
Es una opción difícil de formular políticamente, pero es preciso hacerlo para que la expresión del retorno al humanismo, que empieza a oírse por ahí tenga algún sentido. Y tampoco lo será tanto teniendo en cuenta que consiste en recordar lo obvio: que los mercados y los bancos se hicieron para las personas pero no al revés. En España esto podría pensarse si el PSOE se decidiera a acometer lo que ya le han pedido muchos, empezando por Palinuro hace unos días: traducir al español el programa de Hollande, ya que no puede hacer uno mejor, adaptarlo al casticismo hispánico, pronunciándose claramente respecto a la monarquía y la iglesia y hacerlo suyo en las próximas elecciones.

(La imagen es una foto de bsterling, bajo licencia de Creative Commons. En ella, según la leyenda, se encuentran los tres bancos emisores: Bank of China, HSBC (Hongkong and Shanghai Banking Corporation), y Standard Chartered Bank.- Eso sí que es un nuevo mundo).

dimarts, 8 de maig del 2012

Bankia, la democracia e Islandia.


Artículo de hoy en Público


La última peripecia de Rodrigo Rato ha suscitado un verdadero escándalo sobre todo por el grado de negligencia, incompetencia y corrupción del conjunto del sistema que pone de relieve. Se han escuchado muchas voces indignadas pidiendo que se abra en España un proceso similar al de Islandia hace unos años. No es mala idea. Pero, para evitar que la desactiven con el habitual argumento de la incomparabilidad entre los dos casos, convengamos en que lo que se quiere imitar de Islandia no son las medidas o actos concretos sino el principio general de abrir una investigación pública, con participación de la ciudadanía, acerca de la forma en que las autoridades políticas, económicas y financieras han gestionado la crisis. En otras palabras un examen público del funcionamiento de las instituciones de la totalidad del sistema pues está quedando claro que es defectuoso, a veces incomprensible, lleno de vicios, claramente injusto, con frecuencia ilegal y plagado de corrupción.
Por eso es legítimo plantear un proceso “islandés” en cuanto examen y evaluación públicos del funcionamiento de nuestro sistema supuestamente democrático. Motivos sobran, están en el ánimo de todos: desde el paro a los desahucios, desde el clientelismo al despilfarro, pasando por los recortes, las privatizaciones de beneficios y socializaciones de pérdidas, las ruinas de las empresas y las jubilaciones áureas de quienes las arruinan, el conjunto produce la impresión de una irracionalidad en la que rige la ley del más fuerte, el más rico, el más influyente. A los unos se los indulta; a los otros se les aplica la legislación vigente.
Lo primero que llama la atención es la deliberada mezcla de lo público y lo privado, fundamento de toda corrupción. La misma política de privatizaciones desde los poderes públicos es una burla que, a veces, se prolonga en el tiempo. Un gobernante privatiza una empresa pública y seis años después la empresa “privada” lo nombra asesor con una paga suculenta. Eso ¿cómo se llama? Nada porque, fuere lo que fuere, a los cuatro o cinco años habrá prescrito. Se niegan los conflictos de intereses. ¿Acaso los políticos, los parlamentarios encargados de hacer las leyes no se sitúan por encima de ellas? Por ejemplo, el incumplimiento de la Ley de incompatibilidades es clamoroso, a veces mediante fraude de ley, a veces porque sí.
Las instituciones encargadas de controlar los poderes, el Parlamento o los tribunales, no funcionan. Por la misma dinámica del sistema que, gracias a un pintoresco sistema electoral proporcional, consigue mayorías absolutas, el Parlamento no controla el gobierno. Solo los tribunales de justicia ejercen alguna fiscalización, constantemente interferida por los partidos políticos, cuyo predominio en el funcionamiento institucional es, al mismo tiempo, imprescindible y muy perjudicial.
Los partidos no suelen ser transparentes y dejan mucho que desear en cuanto a su funcionamiento interno democrático pero, al controlar todos los poderes del Estado (con mayor o menor eficacia) se han constituido en unos estados dentro del Estado y han consolidado su posición independizándose de los avatares sociales mediante la financiación pública. Esta está en el origen de una serie de contubernios en los que el Tribunal de Cuentas resulta inoperante y que apuntan a uno de los puntos más negros del funcionamiento de la democracia: la confusión de intereses entre los partidos y los bancos, unos bancos que pueden dar trato de favor a unos partidos que luego legislan sobre ellos y los favorecen. Y el régimen de intercambio de prebendas no se limita a los bancos y los partidos sino que se extiende a las empresas en general y los organismos de la administración pública gestionados por los partidos. Mismas componendas, mismos tratos. Los favores se pagan luego con puestos para los políticos cuando dejan de serlo o para sus parientes y allegados ahora mismo. Donde media el oro no existe el decoro.
Quiere la teoría política pura que los medios de comunicación ejerzan esa función fiscalizadora de los poderes que está abandonada y que, además, la extiendan a las relaciones entre lo privado y lo público. Pero es difícil que lo hagan dado que los medios son, en primer lugar, empresas y, como tales, dependientes de las relaciones que se establezcan con los poderes públicos y los partidos y las posibles colusiones de intereses
La conciencia de que el sistema está viciado, que no funciona, que es ineficaz, corrupto e injusto, está muy generalizada, es compartida por la mayoría de la población como muestran los barómetros del CIS y los sondeos sobre popularidad de políticos, partidos, instituciones, sobre prestigio de estas o de las magistraturas. Lo que nadie tiene claro es cómo darle forma práctica.
Eso es, en cierto modo, lo que la gente espera de movimientos como el 15-M, razón por la cual estos tienen tanto apoyo; una innovación radical, un giro copernicano, una refundación del orden socio-político. Y lo espera, además, sin violencia y sin revolución. Quizá esté aquí el meollo de la cuestión. El término “perroflautas” recuerda el de “sans-culottes”, pero solo en la forma. ¿La participación pacífica y espontánea de la gente en asambleas y manifestaciones puede conseguirlo? Si no tienen un seguimiento masivo, es dudoso. ¿Las convocatorias y movilizaciones a través de las redes sociales? El gobierno se apresta a considerarlas delitos. No hay duda de que el tiempo está abierto.
(La imagen es una foto de Bankia, bajo licencia de Creative Commons).

El verdadero discurso de investidura de Rajoy.

Por fin puedo decirlo ya que, hasta ahora, he debido mantenerlo en secreto por orden de mi jefe y he tenido que hacerme violencia para no saltar y revelar de una vez la verdad cuando veía cómo los medios lo atacaban sin piedad, acusándolo de haber mentido en todos y cada uno de sus actos de gobierno. Pero Mariano, con su reconocida flema, siempre me decía que no estaría bien que el jefe del gabinete del presidente lo desautorizara en público de inmediato. Lo que le fastidiaba es que fuera de inmediato pues ya estaba resignado a que, en un momento u otro, por razón de dignidad, lo desautorizara. No podía permitir que la canallesca se cebara en él llamándolo embustero, trilero y pidiéndole que dimitiera.
Por fin, sin embargo, Mariano me ha dado permiso y ya puedo revelar la sinrazón de tanto desaguisado. Rajoy no ha mentido jamás. Lo que sucede es que leyó un discurso de investidura de otro, que hubo que procurarle a toda prisa porque no entendía la letra del suyo. No es cuestión de reproducirlo aquí, aprovechando la hospitalidad de Palinuro, pues es muy largo, pero haré un resumen y se verá cómo el presidente, cual dice Cospedal muy bien, ha cumplido su palabra al pie de la letra. Ello la llama "programa" pero es que es una dama.
Rajoy jamás dijo que no subiría lo impuestos, sino que estos serían los que Dios mandase. Igualmente, jamás habló de no subir hoy o mañana el IVA, sino que se refería al del año 2010. Cuando los socialistas pretendían subirlo Rajoy dijo muy claro y alto que él no subiría el IVA del año 2010. Sí, en cambio, dijo que no rebajaría las pensiones y, efectivamente, no las ha rebajado sino que las ha aumentado en lo que Dios se ha servido ordenarle. Los rojos dicen que, al subir los impuestos, en realidad ha mermado las pensiones, pero se trata de un modo de razonar pedestre, inmediato, sin altura, que ignora el principio del caos y el efecto mariposa. Sí, es posible que otras medidas (es imposible no tomar otras medidas en otros campos) incidan luego negativamente en la cuantía de las pensiones; pero también es cierto que otras más pueden incidir positivamente. Por ejemplo, la supresión de las subvenciones a las actividades de ocio de la tercera edad hará innecesario que los pensionistas ahorren para dilapidarlo luego en juergas en Benidorm.
Rajoy prometió no recortar la sanidad ni la educación y solo con mala fe pueden llamarse recortes  los reajustes que se han producido a efectos de optimizar el gastos, aprovechando mejor los recursos humanos y materiales. De aquí se han derivado unos excedentes que se han reintegrado al erario común y un reintegro no es un recorte sino un ahorro. La sanidad, que ha replanteado la forma de pago de los medicamentos en función de la renta, para hacer justicia social, y la cantidad de camas por hospital; y la educación, que ha redimensionado la ratio alumnos por clase y profesor por alumnos son buenos ejemplos. Es más, sin ánimo de presumir, tenía Rajoy en la recámara el cartucho de la ampliación de la cultura al dominio de las corridas de toros, un patrimonio inmarcesible de la nación que pasea con orgullo su esencia astada por el mundo adelante.
En la lucha contra la corrupción, Rajoy no dijo nada por lo que no pudo mentir. Y no dijo nada, no porque sea lo que habitualmente hace, sino porque la corrupción está sub iudice y, además, es cosa del Partido, no del gobierno que, al contrario, acaba de presentar un proyecto de Ley de la Transparencia sometido escrupulosamente a consulta pública, cosa que no hacen ni los del 15-M, tanto como se las dan de ultrademócratas.
Es verdad, Rajoy aseguró que no se emplearía dinero público en la rescates bancarios. Pero se refería, obviamente, como muy bien señala Rubalcaba, a dinero público a fondo perdido. Los rescates que el gobierno apresta ahora son créditos pendientes de devolución y mantenidos a un escalofriante 8% de interés y con la amenaza de que, si el préstamo no se devuelve, el Estado se convierte en accionista del banco intervenido (por no señalar), lo cual debe de ser un negocio. ¿Que, a pesar de todo, desaparecen 10.000 millones de las arcas públicas? Por supuesto, no vamos a inventarlos; pero se advertirá que antes los hemos aprontado de las medicinas de los jubilados y las becas de los estudiantes.
Esta es el resumen del auténtico discurso de investidura de Mariano Rajoy, la verdad verdadera de su proyecto y de su talante. Para aquilatar este también ayuda mucho el reciente descubrimiento, hecho por La Razón de que, cuando viaja con su familia, lleva la comida en fiambreras o tuppers A él no le gusta decirlo porque es hombre discreto que no alardea ni de modestia. Pero, como jefe del gabinete de la Presidencia, puedo decir, para mayor seguridad de La Razón en sus desvelos que, salvo almuerzos de representación, en La Moncloa se encargan arroz tres delicias y rollitos de primavera de un chino cercano.
(La imagen es una foto de La Moncloa, en el dominio público).

dilluns, 7 de maig del 2012

La suerte de tener amigos.

Como mucha gente, a veces doy un paseo por Facebook, esa red social hecha a base de narcisismo, romanticismo y afán comunicativo y suelo detenerme en los filosofemas con que de vez en cuando jalonan el camino los usuarios. Vienen siendo reflexiones originales, curiosas, sorprendentes, sobre asuntos cotidianos o relaciones personales que todo el mundo entiende, trasladan con frecuencia un mensaje moral, estan acompañadas de imágenes generalmente atractivas (aunque pequen de cursilería en más de una ocasión) y detenerse ellas siempre es beneficioso, más que nada para el espíritu. La mayoría contienen definiciones originales, apotegmas sabios o sorprendentes, sobre la vida, la felicidad, los padres, el amor conyugal, el filial, la amistad, etc. Creo haber encontrado media docena de definiciones de amistad del tipo de: "un amigo es el que te ayuda cuando crees que no te hace falta" o "un amigo no es el que comparte tus victorias sino tus derrotas", o "la amistad es un contrato sin letra pequeña" o "un amigo es el hermano que Dios no te ha dado pero tú te has buscado", etc. 
Podría seguir porque Facebook es un pozo sin fondo. Pero prefiero aportar mi propia propuesta y presumir al tiempo de protagonismo en la definición de la cosa. Por ello, ¿qué tal si digo que "un amigo es quien piensa en ti al crear algo bello y te lo dedica"? Pue eso: tengo un amigo con una exquisita sensibilidad y dotes artísticas, capaz de hacer una foto como la de la imagen, pensar en mí y enviármela, como el que envía una flor, un recado, una nota, un recuerdo.
Eso no tiene precio, ¿verdad?
No digo el nombre real porque no suele usarlo. El imaginario florece en las alturas como la rosa blanca.

¿El renacer de Europa?

Artículo publicado hoy en el diario publico.es

Jornada memorable la del domingo. Desde el mar del Norte al Egeo, los europeos han dicho “no” a las políticas neoliberales de recortes, ajustes, mermas en ingresos, salarios y servicios; han dicho “no” a sacrificarlo todo ciegamente a una estabilidad presupuestaria imposible de alcanzar porque se alimenta de devorar el mismo presupuesto que pretende estabilizar. Se han sublevado contra las imposiciones de los llamados “mercados”, perífrasis con la que se designa hoy el dominio absoluto del capital a través de sus trujamanes de la derecha en todo el mundo; se han sublevado contra la imposición de un pensamiento único que, en virtud de una falsa ortodoxia económica, pasa por encima de la soberanía popular, destroza el espíritu democrático y trata de destruir el Estado del bienestar. Todo lo sual, por cierto, comenzó en marzo en Andalucía.
La clara victoria de François Hollande fue el momento estelar de la jornada. Nicolas Sarkozy es el primer presidente que no repite mandato en treinta años. Pero no se trata solamente de que este fuera ya insoportable sino de que el programa de Hollande es lo suficientemente atractivo para asegurarse la mayoría. Tanto que se dice que es muy difícil, si no imposible, articular una política socialdemócrata. Quien quiera saber cómo se hace, que lea el texto del triunfador en las elecciones franceses. El PSOE, por ejemplo, que nada en la ambigüedad, a punto quizá de cometer su último error de imitar el silencio del PP a fin de ganar elecciones, podía traducirlo al castellano y firmarlo, ya que no es capaz de redactar uno propio. Y defenderlo con la seguridad que da el respaldo popular. Empezando por la República y cerrando el paso a ese subrepticio monarquismo que está abriéndose paso en el partido de Pablo Iglesias.
Menos vistosos, pero no menos significativos, son los resultados en el Land de Schleswig-Holstein, en Alemania: 30% del voto para la CDU y el SPD respectivamente; 13% para los Verdes, 4% para la minoría danesa (para la que no reza la barrera del 5%); 8% para los liberales y el Partido Pirata respectivamente, mientras que el Partido “Die Linke” (“la izquierda”, heredero de los comunistas) queda fuera del parlamento de Kiel al no superar la barrera del 5%. Lo previsible es un gobierno “semáforo”-danés, esto es, una coalición de los socialdemócratas con los verdes y la minoría danesa. La que queda expresamente desechada es la Gran Coalición (negro/rojo) al tiempo que es imposible la repetición de la coalición negra/amarilla (esto es, democristianos y liberales) que gobierna el conjunto de Alemania y no alcanza la mayoría necesaria. Conviene recordar que es la décima derrota electoral que encaja la derecha germana, lo cual permite augurar una victoria socialdemócrata el año que viene si las circunstancias no obligan a una elección anticipada.
A su vez, todo el mundo ha estado pendiente de los resultados en Grecia, el país más castigado de la Unión por las políticas de la derecha neoliberal en contra de la crisis que lo único que hacen es agravarla, profundizarla, prolongarla con la finalidad de desmantelar el Estado del bienestar y aumentar la tasa de explotación de los trabajadores. Las convulsiones callejeras pasadas de Grecia se han trasladado al Parlamento. Es probable que los dos partidos del sistema, Nueva Democracia y los socialistas del PASOK, no consigan mayoría para formar un gobierno de coalición que acate mansamente el “Diktat” de los organismos financieros internacionales y de Berlín en concreto. La coalición de izquierda, Syriza, queda en segundo lugar y algún otro grupo comunista, como el Partido Comunista, consigue más del 8% del voto, algo tan insólito como el casi 7% del partido neonazi. El FMI ya se ha apresurado a amenazar a los griegos con retener los fondos del rescate si el país adopta una actitud que no sea sumisa a las imposiciones del capital. Al margen de la inmoralidad y la ruindad de esta amenaza, es claro que Grecia ha votado más o menos como Francia y como el Schleswig- Holstein: no a la política neoliberal de hundir a los países con el fin de restablecer la tasa de beneficio del capital.
Paradójicamente, España queda una vez más al margen de la corriente que apunta en Europa y, como siempre, yendo en sentido contrario. Así como, al acabar la segunda guerra mundial, los aliados permitieron que el fascismo, derrotado en el continente, prosiguiera en España durante 40 años, es posible que volvamos a tener la mala suerte de quedar en manos de esta derecha neoliberal y nacionalcatólica, heredera de la de los 40 años, y obsesionada por expoliar a los españoles, mientras el resto del continente, acabada la pesadilla de la crisis-estafa de la derecha, reemprende el camino de la estabilidad y el crecimiento.
(La imagen es una foto de jmayrault, bajo licencia de Creative Commons).

Estos sí son brotes verdes.

Millones de europeos votaron ayer en contra de la política económica del trágala del "consenso de Bruselas" que, bajo pretexto de imponer la disciplina presupuestaria y garantizar la estabilidad, pretende desmantelar el Estado del bienestar, consolidar la dominacion irrestricta del capital, aumentar la tasa de explotación de los trabajadores e impedir el avance hacia una organización política europea de igualdad entre las personas y los Estados. Lo hicieron los franceses, los griegos y hasta los alemanes, incluido un buen puñado de daneses que viven en el Schleswig-Holstein.
Circula la muy simplificadora idea de que la crisis ciega de tal modo a los electorados que estos se limitan a votar en contra de los gobiernos, con independencia de las políticas que apliquen, lo cual bien pudiera ser falso, como casi todas las simplificaciones. Los votantes retiran su confianza a los partidos y gobiernos que aplican las draconianas recetas de la derecha y de los organismos financieros internacionales. Cuando eso no sucede, los gobiernos no pierden las elecciones, como se ha visto en Andalucía.
Una comparación de las tres elecciones habidas (la presidencial francesa, la parlamentaria griega y la del Land del Schleswig-Holstein) quizá nos permita una visión más ajustada. Pierden votos los partidos que apoyan y practican el "consenso" de Bruselas; los ganan los que se oponen a él. El candidato socialista francés gana la presidencia con un programa claro, rotundo y factible, alternativo al canon neoliberal. El SPD alemán, también en la oposición a la política de solo ajustes, sube cinco puntos porcentuales. Se da un batacazo, sin embargo, el tercer partido socialista, el PASOK griego que, aunque con contradicciones, también ha practicado la política neoliberal. Socialistas, sin embargo, son los tres. El electorado sabe distinguir perfectamente. Por supuesto, en todas partes pierde la derecha neoliberal: en Francia, la presidencia (ya veremos qué sucede en un par de meses, en las elecciones legislativas), en Grecia, cae en un tercio de sus votos y en el Schleswig-Holstein pierde un punto, lo que, junto al descalabro de sus aliados liberales, la expulsa del gobierno.
Son "brotes verdes" políticos que permiten barruntar un cambio en la orientación política y la forma de gestionar la crisis en Europa. Junto a ellos hay otros de otros colores, indicativos de que la situación está bastante crispada por doquier. Es decir, que el recetario neoliberal está arruinando los países europeos y llevándolos a la quiebra y, además, está suscitando un clima político crispado y polarizado que no augura nada bueno. Significativa aquí es la primera vuelta de las presidenciales francesas: un aumento del voto de la izquierda "anticapitalista" (o sea, radical) y uno más espectacular de la extrema derecha, con sus tintes xenófobos, chovinistas, autoritarios y fascistas. Igualmente el resultado en Grecia en donde la coalición de izquierda radical está en segunda posición, con más del 16% del votos y el Partido Comunista ha obtenido un alto resultado, con el 8% teniendo que contar también con otros partidos comunistas menores y los verdes cuya representación está por determinar en este momento. Los neonazis, a su vez, con más de un 6% del voto, entran en un parlamento que promete ser muy movido. La izquierda radical en Alemania, representada por Die Linke, unión de socialdemócratas de izquierda y antiguos comunistas, no ha llegado al 5% y se ha quedado fuera del parlamento de Kiel, y la extrema derecha ni existe. Los verdes repiten su porcentaje en torno al 13% y si algún tipo de voto antisistema cabe señalar quizá sea el del Partido Pirata, con un 8%, igual que el partido liberal, socio de la derecha en el gobierno hasta ahora.
Es decir, hay un vuelco en la conciencia del electorado, una convicción de que ya está bien de políticas de ajustes, recortes y restricciones del gasto y que es preciso formular otra de estímulo que saque a los países de la recesión en la que poco a poco está volviendo a entrar Europa. Todo lo cual ya se puso en evidencia en Andalucía.
La cuestión ahora es ver cómo lucen esos "brotes verdes" en el conjunto de España con un gobierno más papista que el papa en materia neoliberal, a quien los brutales recortes que ha realizado hasta la fecha que no amenazan ya solo con la recesión sino con una depresión, le parecen insuficientes. De no tratarse de un asunto tan trágico sería para reír (sardónicamente) la mala suerte de los españoles, siempre a contracorriente de Europa.
Pero no es cosa de reír, sino de actuar. Resulta iluso pedir al gobierno español la flexibilidad necesaria para adaptarse al cambio de orientación en Europa o, incluso, incitarlo. La política económica neoliberal no es una respuesta técnica a una situación de hecho sino ideológica, indiferente a unos resultados que no sean los que la satisfagan. De forma que la tarea de luchar por un retorno de España al mainstream europeo tendrá que recaer sobre la oposición, la oposición de izquierda. Para esto encontramos dos factores, uno favorable y otro desfavorable. El primero es el gobierno de unión de la izquierda en Andalucía, que se constituye en referente de las políticas económicas alternativas al neoliberalismo. El segundo, el estado del PSOE a escala nacional que no parece haber encontrado todavía la plataforma clara desde la que hacer oposición sino que oscila entre apoyar al gobierno en asuntos que juzga "de Estado" y quejarse de lo radicalmente erróneo de sus medidas.
Si el PSOE no es capaz de definir una programa claro, propositivo, que pueda servir como plataforma de un gobierno de unión de la izquierda a escala estatal, que traduzca el de Hollande, que lleva el voto de la izquierda francesa. Y, por cierto, que le añada un par de claros pronunciamientos respecto a los dos asuntos en los que prefiere la marrullería: la separación de la iglesia y el Estado (y circunstancias concomitantes) y la cuestión de la República.

Recordatorio Primeras Jornadas de Ciberpolítica en España


Reitero la noticia sobre las primeras Jornadas de Ciberpolítica que se celebrarán en Madrid el 17 y 18 de mayo próximos. Una lectura del cartel (por cierto, una foto estupenda de Vectorportal con una nube de palabras que recuerda el edificio Capitol en la Gran Vía madrileña y el Flatiron en Broadway) da cumplida información sobre le fecha, el lugar de celebración y las entidades que lo organizan y colaboran (UNED, Fundación Ortega/Marañón y Colegio Nacional de Politólogos y Sociólogos). Para mayor especificidad en cuanto a los horarios, el contenido de las sesiones, las ponencias y los nombres de los ponentes, debe consultarse el programa que he aquí:



La asistencia es libre y no hay necesidad de inscribirse, salvo si se quiere obtener un diploma de asistencia, en cuyo caso hay que dar los datos para una lista nominal el primer día para certificar la asistencia. Para darse de alta es preciso escribir un mail al secretario académico de las Jornadas, Prof. Juan Pizarro Miranda (jpizarromiranda@gmail.com).  Igualmente si se quiere presentar alguna breve comunicación en el marco de una de las cuatro mesas y es previamente aceptada por esta. Ya sé que andamos mal de tiempo y esto vale sobre todo para quien ya tenga la comunicación hecha. Luego de la defensa de la comunicación, los autores (igual que los ponentes) tendrán un plazo adicional para modificar el texto antes de su publicación en forma de libro, cuya salida está prevista para septiembre de este año.

 En el proyecto, por cierto, va incluido el hacer un vídeo con las exposiciones que se colgará luego en la página web de la UNED, a libre disposición.

No me parece necesario reseñar la importancia que tiene el tratamiento académico, riguroso, del fenómeno político-social más importante en mucho tiempo: la aparición del ciberespacio que está alterando decisivamente el modo de hacer política de nuestras sociedades.

(La imagen es una foto de Vectorportal, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 6 de maig del 2012

Europa despierta.

Esto empieza a cambiar. La victoria de Hollande sobre Sarkozy por 51,9% contra 48,9% es el primer signo de que los europeos comenzamos a sacudirnos los temores inducidos por la mezcla de estupidez y barbarie que representa siempre la derecha, sea alemana, francesa y, por supuesto, la española. 
Además de la victoria del socialista francés, se dibuja un hundimiento de los dos partidos griegos del sistema (Nueva Democracia y Pasok) con el correspondiene ascenso de los anticapitalistas de Syriza y también (lo que es mala noticia) los neonazis. En todo caso, que el PSOE vaya poniendo las barbas en remojo, si tiene barbas. O se distancia de la derecha, recupera su discurso republicano y su programa socialdemócrata o seguirá para abajo. Igualmente en el Schleswig Holstein, en un Estado al norte de Alemania, la Democracia Cristiana aparece empatada con el SPD, lo cual también es muy de celebrar porque apunta en la buena dirección, a ver si el año que viene los socialdemócratas ganan las elecciones en Alemania y se acaba la pesadilla de esta crisis-estafa originada por la derecha, agravada por la derecha y que la derecha pretende hacer pagar a la mayoría de la gente
Ya falta menos para que se reviertan las absurdas politicas de la UE, pensadas para machacar a los pobres y enriquecer más a los ricos.

Las aventuras de la Monarquía.

La democracia es un régimen de opinión, qué le vamos a hacer. Lo decía Platón que por eso la despreciaba pues tenía la peor opinión de la opinión. Igual que su discípulo, Aristóteles, si bien este, como era más concreto, motivaba la mala opinión en el hecho de que, en la democracia, los muchos y pobres, al tener el poder, se dedicaban a saquear a los pocos y ricos. Una idea tan aparentemente certera que los pocos y ricos decidieron adelantarse y, cual si estuvieran en guerra preventiva, expoliaron a los muchos y pobres. Y es lo que siguen haciendo, por si luego dice alguien que las teorías de los intelectuales no sirven para nada.
La consigna, tan repetida en el campo monárquico, de la monarquía democrática es un contrasentido. Suele mitigarse señalando que el Rey, al fin y al cabo, no gobierna; que no pinta nada, vamos y su valor es puramente simbólico. Ciertamente, la intención de forjar un régimen en que el Rey y la representación popular tuvieran el mismo peso, esto es la idea de la soberanía compartida entre el Monarca y el Parlamento, aunque se intentó, no prosperó. De aquí la formulita de "monarquía parlamentaria" que ladinamente desliza la Constitución española de 1978, luego de haber reconocido que la soberanía reside en el pueblo español. Así que, como el Rey no pinta nada sustancial y el soberano es el pueblo, la fórmula primera debiera ser "democracia monárquica". Pero esto suena ya a pitorreo. Con "monarquía parlamentaria" en la CE y "monarquía democrática" en el lenguaje coloquial nos hemos quedado.
Pero la democracia, repito, es un régimen de opinión. Se basa en la decisión de la mayoría y las mayorías ya se sabe que son erráticas, imprevisibles, caprichosas. Cientos de varones ilustres nos han advertido a lo largo de los siglos sobre los vicios de las mayorías. Su deslealtad, su desvergüenza, su irracionalidad. Los más adustos (y misóginos) han recordado que las mayorías tienen alma liviana y tornadiza, como la de las mujeres y qué más se quiere. Pero son las mayorías y gobiernan porque la soberanía reside en el pueblo y este se manifiesta a través de ellas.
¿Y cuál es la opinión de la mayoría sobre la Monarquía? Los datos del CIS son que bastante baja. Es cierto que en los discursos publicados, en la retórica de los partidos (y no de todos) hay un espíritu protector de la Monarquía que nos insta a entender la importante función que cumple la institucion en la salvaguardia de la unidad de España y la legitimidad de sus otras instituciones. Igualmente se da una especie de convicción generalizada de que no es justo extrapolar a la institución las andanzas personales de sus allegados. Así razonan sobre todo los dos partidos dinásticos, PP y PSOE (aunque en el caso del PSOE imagino que habrá cierta resistencia interna) y multitud de publicistas y comunicadores,
Pero la pregunta por la opinión de la mayoría también se mueve en esos argumentos. La idea de la instrumentalidad de la Monarquía para la democracia en España suele contrarrestarse recordando que, en sí misma, es una imposición de la dictadura de Franco, un régimen ilegítimo de origen y ejercicio y que no puede legitimarse en atención a sus resultados por razones obvias. En cuanto a la cuestión de la extrapolación, hay mucha tela que cortar. La idea de que el comportamiento de los allegados a la Corona no puede ensombrecer a esta no es sin más admisible porque una de las exigencias que lógicamente se hace siempre a los allegados es que su comportamiento debe ser virtuoso e irreprochable. Los allegados y, por supuesto, el mismo Rey. ¿Tampoco se proyecta sobre el prestigio de la Corona el comportamiento de quien simbólicamente la porta? Entonces, lo simbólico, ¿en qué diantres consiste?
Que el Rey, al parecer, se lleve fatalmente con la Reina; que su conducta sea supuestamente liviana, disoluta, reprochable; que haya, se dice, amasado una enorme fortuna en actividades que son incógnitas; que, según parece, ande en trapicheos y compraventa de regalos de lujo que recibe; todo eso, puede predicarse, pertenece al más estricto ámbito privado del Monarca pues este, como cada hijo de vecino, tiene derecho a una intimidad inviolable. Puede predicarse pero es prédica inútil. La opinión, el pueblo soberano, no es como los jueces que, cuando se enteran de que una prueba se ha obtenido ilegalmente, la ignoran. La opinión no solamente no ignora sino que, convencida de que la pruebas obtenidas ilegalmente son más verdaderas que las otras, las de los canales institucionales que suelen estar amañadas, les dan mayor valor.
La baja opinión popular sobre la Monarquía traduce baja opinión sobre el Monarca porque el Monarca representa la Monarquía y no de nueve a tres, sino las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco días de todos los años de su reinado. Nobleza obliga. Pero si, sobre lo ya sabido, se confirman relaciones objetables con la trama de su yerno, el desprestigio del Rey será mayúsculo.
En fin, no quiero liarla ya que, según dicen los prohombres de la Patria, hay cosas en que pensar más importantes que esta. Pero no me quedo tranquilo si no formulo otro argumento francamente favorable a la República y es que no conviene nada vincular la jefatura del Estado a una familia, para no tener que padecer después sus líos internos pues con los de cada cual ya tenemos bastante.
(La imagen es una foto de SalamancaBlog.com, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 5 de maig del 2012

Los dolores del sepelio.


Deslomada, contra las cuerdas, sin capacidad de golpear y, lo que es más importante, habiendo comprendido por fin que en España se puede conseguir más desde 1978 por la vía institucional que por la violenta, ETA quiere dejarlo. Se lo ha dicho a los de la Comisión Internacional de Verificación y estos, tras recordar a los gudaris que no parece bien verlos por ahí pistola al cinto, han comunicado al gobierno el nuevo giro de la situación... y lo han pillado prometiendo aliviar la condenas de los etarras en la cárcel si se portan bien al tiempo que se mete hasta el gaznate en una fea pugna con los suyos, los militantes de su partido, los de otros y los ciudadanos que actúan como víctimas en lo relativo a los contactos con terroristas. De inmediato Sáez de Santamaría, vicepresidenta y portavoz del gobierno aclara que este no va a negociar con terroristas Lo bueno del semblante querubínico de Saéz es que resulta convincente a la hora de enunciar absurdos. Si hubiera de hacerlo Cospedal con su gesto adusto y amenazador no quedaría tan bien. Cada cual está para lo que está y la vicepresidenta está para hacer creíble lo increíble. Si el gobierno tiene un adarme del sentido común que Rajoy suele apropiarse como si fuera de su consumo exclusivo, negociará con terroristas y con el mismo Satanás si hay una posibilidad razonable de conseguir un resultado beneficioso para la colectividad. Es más, contará para ello con toda la izquierda parlamentaria que se abstendrá de organizar el guirigay que organizaba el PP cuando era el PSOE quien pretendía negociar.
Por otro lado la misma Sáez de Santamaría hace saber que el gobierno no necesita comisiones de verificación para tratar el asunto. El razonamiento es parcialmente autodestructivo porque, si el gobierno no va a negociar con terroristas, la cuestión de la verificación ni se plantea. Si se plantea es porque dice que no, pero sí negocia. Afortunadamente. Esta comisión, por lo demás no es nada del gusto del integrismo nacionalcatólico. Son seis personas, creo, todas ellas procedentes de la Commonwealth o de lo que Churchill llamaba the English speaking peoples y uno de Sri Lanka que probablemente también será anglófono: la antiespaña protestante, la leyenda negra, la pérfida Albión. Para verificar nos bastamos y sobramos pues nos conocemos todos.
Lo que sucede es que el gobierno no se enfrenta aquí a la oposición, sino a la hostilidad de sus propias filas. Y con enfrentamientos así como campanudos, con los intervinientes lanzándose al rostro epítetos injuriosos como traidor que es muy fuerte y suena a teatro del Siglo de Oro, sin ánimo de ofender al Siglo de Oro. Y no solo de sus filas; también de las adyacentes. Rosa Díez ha lanzado otra acusación similar al PP por engañar con el asunto de los presos. No hace falta hablar de Mayor Oreja. En cuanto a las víctimas, a algunas de las asociaciones, ya solo las medidas penitenciarias las llevaron a hablar con el ministro del Interior. La nueva noticia de la posible negociación para la disolución de la banda puede echarlas a la calle.
En el fondo, Rajoy está sufriendo los vendavales que él mismo sembró cuando, con una falta de sensibilidad pasmosa, acusó al presidente Zapatero de "traicionar a las víctimas". Siempre que la derecha se pone estupenda habla como Calderón de la Barca, insisto, sin ofensa para don Pedro. El político del PP vasco que apadrina la iniciativa de medidas penitenciarias, Borja Semper, ha escrito una tribuna en El País (¡El País! ¡Qué clara está la traición!) titulada, muy euskaldunamente, Presos en la que se lamenta con amargura de Díez y Mayor Oreja. Pero estos están encendidos. Sobre todo Mayor Oreja que, de no ser por su figura corpulenta y un poco plomiza (como su mentalidad) recordaría al flamígero Elías o a Juan el Bautista. Sostiene el exministro que no solamente es un error monumental negociar nada con los etarras sino que se está cayendo en la trampa de estos que consiste en que volverán a las andadas en cuanto puedan y en una situación de mayor debilidad y desmoralización del campo constitucional.
Es tal la efervescencia en la derecha que se ha considerado obligado a intervenir el hombrre providencial, Aznar. Y, como siempre, ha dejado el campo mucho más minado de como lo encontró. Dice Aznar, casi desde la altura del oráculo de Delfos, que lo obligado en España es "cumplir la ley sin atajos ni ocurrencias". Estas verdades de perogrullo son muy dañinas, al menos mientras exista la posibilidad de que a uno lo acusen de ser innoble partidario de los atajos o un ocurrente. Un peligro que pende sobre Rajoy como una espada y blandida precisamente por quien tuvo la ocurrencia de acercar muchos presos etarras a las cárceles del País Vasco mientras alimentaba las esperanzas de un final feliz en una no negociación en Ginebra que jamás se produjo.
(La imagen es una foto de peru, lili eta marije, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 4 de maig del 2012

Ideas sin fuerza frente a fuerza sin ideas

En mi cada vez más desesperanzada búsqueda en los medios de algo que se parezca a una buena noticia, tropecé ayer con un manifiesto publicado por El País y firmado en primera instancia por Ulrich Beck y Daniel Cohn-Bendit. Lleva un ambicioso, prometedor y sonoro título: ¡Somos Europa! Manifiesto para reconstruir Europa desde la base y lo apoyan con sus firmas relevantes personalidades de la vida pública europea, desde Jürgen Habermas (quien no solo firma sino que aparece expresamente citado en el manifiesto) hasta Martin Schulz, Jacques Delors, Javier Solana, Helmut Schmidt o Zygmunt Bauman, ente otros. El fondo del título responde al espíritu del tiempo. Ese desde la base suena a 15-M. Pero el hecho de que lo respalde gente tan principal y tan diversa hace sospechar que su contenido no habrá de ser muy comprometido. Si se echa cuenta, además, de que la inmensa mayoría de los firmantes se sitúa en un terreno genéricamente socialdemócrata se deducirá que, sobre no ser muy comprometido, será bastante inconcreto.
Efectivamente el pretexto del texto es apuntalar la iniciativa europea aprobada el año pasado de un Año Europeo del Voluntariado para Todos, argumentando que es imprescindible para la recomposición de Europa en unos tiempos aciagos como los actuales. Lo que sucede es que las ideas que en él se exponen carecen de fuerza en cualquiera de los sentidos: no son originales, no son concretas, no son verosímiles. Suenan bien a oídos de gentes educadas en la tradición europea de la democracia, los derechos humanos y el sentido crítico. Pero no aportan nada nuevo, ni apuntan a un futuro distinto viable. Tanto es así que van a buscar su inspiración a la manida fórmula de John F. Kennedy en su discurso de toma de posesión de 1961: "no preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país". Esta luz de hace más de medio siglo no ilumina casi nada de la situación europea actual fuera de la edad de los firmantes y sus memorias de juventud.
El resto del manifiesto enuncia críticas ya venerables en Europa y a Europa: no a la Europa "de las élite y los técnocratas" y sí a la de los ciudadanos; se añade otra relativamente nueva pero que ya tiene su recorrido: la crisis no es solamente "un problema económico sino también político".
Ahora bien, si se pregunta cómo se llegará a esa imprecisa europa de los ciudadanos en la que las generaciones jóvenes no padecerán la incertidumbre, las recetas son vagarosas cuando no directamente ilusorias, como, por ejemplo, cuando solicitan "del empresariado europeo que haga su pertinente contribución" a la sólida base financiera del Año del Voluntariado o cuando confían en un contrato firmado por entes de naturaleza tan dispar como "el Estado, la Unión Europea, las estructuras políticas de la sociedad civil, el mercado, la seguridad social y la sostenibilidad" y todo ello movido a través de "redes transnacionales" sin mayores precisiones.
Es posible que el Año Europeo del Voluntariado sea un programa específico, bien articulado y con éxito (aunque uno sospeche que no están los tiempos para gollerías) pero, en todo caso, el manifiesto no va a empujarlo ni a hacerlo más eficaz. Es un texto de ideas, todas muy bien vistas y tenidas por deseables, aunque ninguna de ellas sea nueva. Son ideas sin fuerza. Tal vez al ser conscientes de ello, los autores incluyen un penúltimo apartado sobre la ironía, sobre la capacidad que tenemos los europeos de "reírnos de nosotros mismos". Quizá para demostrarlo terminan con una especie de jaculatoria al estilo perroflauta llamando a la movilización de "los europeos de a pie actuando en su propio nombre".
Frente a estas ideas sin fuerza se alza rotunda la fuerza sin ideas hoy reinante en Europa, cuya capital accidental fue ayer Barcelona, en donde más de ocho mil policías, algunos de los cuales parecían sacados de un baile de disfraces o de una peli indie, mantuvieron a raya a unos centenares de manifestantes. Su finalidad (la de los policías) era que la cumbre del gobierno del Banco Central Europeo, de cuyas deliberaciones depende el destino de millones de personas, discurriera plácidamente y los gobernadores no se irritaran, que podía ser peor.
Supongo que alguien se acuerda de cuando Dolores de Cospedal acusaba al gobierno socialista de implantar un Estado policial en España, un infundio por el que tendrá que rendir cuentas ante los tribunales según parece, aunque ella tiene por costumbre no asistir en estos casos pues es muy suya. En todo caso, para Estado policial el que llevan camino de imponer los conmilitones de Cospedal o sus allegados políticos nacionalistas. Fernández Díaz, ministro del Interior, no tiene nada que envidiar en punto a autoritarismo a Felip Puig, el consejero catalán de lo mismo. Además de la toma de Barcelona por la policía, se cuenta el episodio del puñado de estudiantes que siguen presos por los hechos del 29-M, cuya libertad se pide en la columna de la derecha de este blog. En Madrid no iban a ser menos. La policía no deja instalar mesas informativas del 15-M en Sol (si fueran petitorias de marujas para el Domund podría hablarse). Un par de diputados de IU van a preguntar al gobierno en sede parlamentaria si es cierto que el ministerio del Interior anda investigando a los dirigentes del 15-M. Es un ministerio que no solamente garantiza la contundencia de sus acciones de orden público sino que también pretende endurecer la ley para reprimir manifestaciones y concentraciones.
Todo lo anterior habla de la fuerza. Es la fuerza la que se está empleando para contener las reacciones de protesta de unas poblaciones cada vez más indignadas por las acciones de los gobiernos, orientadas por un único, rígido, inflexible criterio, más parecido a una obsesión que a una idea, de control del déficit público a toda costa y caiga quien caiga. La cerrazón germánica -que quizá ahora se matice si los franceses eligen a Hollande- no atiende a razones, no considera objeciones, no escucha ideas. Es la fuerza sin ideas. Política de recortes, ajustes, pérdidas de derechos, de capacidad adquisitiva, del mero empleo, que generan más paro, más estancamiento y retroceso, un círculo vicioso que sale de la deuda pero vuelve a la deuda agravada. Una política sin ideas. Y a los descontentos, si pasan de firmar manifiestos en pro del voluntariado, se los trata como un problema de orden público. Política sin ideas pero con fuerza.
En ese desencuentro todos, absolutamente todos, perderemos.

dijous, 3 de maig del 2012

Por la libertad de expresion.

Hoy, 3 de mayo, se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, estatuido por la UNESCO en 1993 y al que Palinuro se suma de todo corazón. Cree el autor de este blog que la libertad de prensa es una de las formas que toma el derecho sumo, el derecho de todos los derechos, el fundamento mismo de la democracia y el Estado de derecho, la libertad de expresión. Y digo una de las formas porque hay otras en que esta libertad se manifiesta sin que intervenga la de prensa. Por ejemplo, la libertad de creación artística es libertad de expresión. La de hablar en público es también libertad de expresión. O la de culto. Pero, sin duda, la libertad de prensa, al abarcar la de todos los medios de comunicación, es casi coincidente con la de expresión. Si los medios no son libres, la expresión tampoco.
Los más interesados en defender la libertad de prensa, lógicamente, son los periodistas, puesto que incide en su actividad profesional y en su propia vida. Allí donde no hay libertad de prensa (y, a veces, también en donde la hay) la actividad periodística implica riesgos, ocasionalmente mortales. La lista de periodistas asesinados, secuestrados, apaleados, es interminable y merece una reflexión agradecida y solidaria de toda la ciudadanía que se beneficia accediendo a una información que puede haber costado vidas humanas.
Los periodistas, sin embargo, no son los únicos en defender la libertad de prensa. Por la cuenta que nos trae lo hacemos todos los ciudadanos. Y tanto lo hacemos que estamos preparados para defenderla contra los mismos periodistas. Esto no es una paradoja. El máximo garante de la libertad es el Estado de derecho, pero la experiencia muestra que, muchas veces, los peores ataques a la libertad proceden del propio Estado. Lo que está sucediendo en España es una ilustración. Resulta entonces que es preciso defender la libertad frente al Estado, confiando en él mismo, por cuanto es Estado de derecho y porque no queda más remedio ya que no existe contestación satisfactoria a la clásica pregunta de ¿quién vigila a los vigilantes? Pasa siempre. Los mayores ataques a una idea, una institución, proceden siempre de su interior. Los peores ataques a la política vienen de los políticos y los peores ataques a la libertad de prensa vienen de los periodistas.
Y conste que no se trata aquí de los casos muy evidentes de periodistas que son ideólogos y manifiestamente partidistas con un grado de agresividad hacia los demás que hace sospechar de su creencia en la libertad de prensa que no sea estrictamente la suya; periodistas que son sicarios y, a veces, hasta cruzan la línea de la ley y se dejan sobornar con fondos públicos para escribir los discursos a los políticos y alabarlos luego en sus columnas en otros medios (por las que también cobran) y que firman como periodistas. Algo parecido, pero más rotundo cabe decir de aquel periodismo directamente delictivo, como ha resultado ser el de News of the World, perteneciente al grupo News Corporation, del magnate Rupert Murdoch para el que trabaja (o del que, cuando menos, cobra) el expresidente Aznar. A Murdoch acaba de declararlo el Parlamento británico no apto para dirigir su empresa. De Aznar no se ha dicho nada.
Son, en efecto, casos evidentes en los que el ejercicio de la profesión periodística, por su condición sensacionalista, amarilla, difamadora o simplemente delictiva, es una amenaza a la libertad de prensa y, por ende, de expresión. Y no son casos aislados. La cantidad de medios que recurren a prácticas inmorales o ilegales y, por tanto, son un peligro para la libertad de prensa es grande. Es obvio que no se puede encomendar a este periodismo la garantía de la libertad de prensa y que confiar en los códigos deontológicos revela una ingenuidad rayana en lo infantil. Siendo así, los vigilantes deberán ser vigilados por alguien ajeno a ellos y ese será el único garante de aquellas libertades: la opinión pública y los tribunales de justicia.
No obstante, el ataque a la libertad de prensa y expresión más grave proviene del conjunto sano de la profesión periodística que lo hace de buena fe. La Asociación de la Prensa de Madrid publicó anteayer un decálogo de reivindicaciones para el Día Mundial de la Libertad de Prensa que Palinuro comentó en la entrada del día siguiente (Periodismo y democracia), haciendo especial hincapié en la reivindicación de la lucha contra el intrusismo en la profesión y en el evidente tufo a corporativismo que ese planteamiento despide. El concepto de intrusismo, hablando del periodismo, carece de sentido y solo puede emplearse para excluir la libre competitividad (es decir, atentar contra la libertad de prensa y expresión), pretextando una competencia técnica o una protección normativa que, o no son ciertas o no existen. La competencia técnica puede afectar a la práctica y la rutina, pero no garantiza la creatividad, ni la originalidad, ni la profundidad, ni el ingenio, ni muchísimas otras dotes propias del escritor o el creador y que se encuentran repartidas por igual entre los periodistas, los médicos, los abogados, los profesores, los curas, ls militares, los banqueros y hasta los zagales de la majada. Carece de sentido reservar para los primeros el acceso a los medios (que, además, no son suyos, sino de empresarios privados o públicos, cuyo interés es el éxito, la rentabilidad), excluyendo a los demás.
Los argumentos están en la entrada citada como lo está también la crítica al evidente corporativismo de la profesión que, no pudiendo ejercerse legalmente, como sucede con las de abogado, arquitecto, médico, etc., solo podrá darse alegalmente, por la vía de la práctica, por la vía del hecho consumado. Pero se da con claridad. Considérese a título de ejemplo el panorama de las tertulias y debates en los medios audiovisuales. Están literalmente copados por periodistas que también trabajan en la prensa escrita. Es decir, el personal que nutre estos elencos y que suele participar en varios de ellos, prácticamente monopoliza el acceso a los medios audiovisuales por un sistema que, de seguro, solo puede mantenerse mediante una red corporativa y clientelar de intercambio de favores.
El perjuicio para la audiencia es manifiesto: de un lado se le restringe variedad ya que los periodistas que multiplican sus colaboraciones dicen siempre lo mismo, como es lógico y, de otro, se le priva de escuchar las interpretaciones de los hechos procedentes de otros puntos de vista no periodísticos, de los escritores, por ejemplo, o los artistas, o los comerciantes. Los únicos que gozan de cierto acceso privilegiado a los medios son los políticos. Pero esta es una prueba más de corporativismo en la colaboración estrecha entre periodistas y políticos que, a veces, intercambian profesiones. Hay políticos que se encastillan en los medios y periodistas que ejercen de políticos y pueden ser diputados o directores generales con uno u otro partido.
Está en el interés de todos que estos debates tengan un rigor, una calidad que de ningún modo puede dar una visión tan cerradamente corporativista de la actividad. Esto es, garantizar la libertad de expresión que algunos periodistas quieren reservar a su profesión, monopolizar, en suma. Y en esto no se aprecia gran diferencia entre los de derecha y los de izquierda. Lo cual es lógico por cuanto los intereses corporativos son superiores a las afinidades ideológicas.