dilluns, 7 de gener del 2013

Cómo nos roban.

El 4 de enero de este año, el Wall Street Journal (WSJ) publica un artículo titulado España recurre al fondo de reserva de las pensiones para comprar su propia deuda. Está en inglés. Quien quiera una versión española, puede acudir al blog de Armak de Odelot, con una entrada titulada España saquea el 90% del Fondo de Seguridad Social para comprar su propia deuda, que trae una versión del artículo del WSJ aunque, al estar traducida por Google, a veces no se entiende gran cosa. El asunto es bien sencillo: después de prometer que jamás tocaría las pensiones y después de tocarlas a la baja (aunque diciendo lo contrario) el gobierno ha esquilmado el fondo de reserva de la seguridad social, utilizándolo para los más diversoso menesteres. Queda menos del 10% de los 65.000 millones de la reserva. Es un atraco en toda regla y a la chita callando a los pensionistas, cuyo futuro se ensombrece aun más si cabe. Según el gobierno no hay ningún problema, los fondos están garantizados por la deuda española que cada día vale menos y está a punto de desplomarse. No la deuda, sino la capacidad de pagarla. Y entonces habrá quita y adiós el fondo de reserva de la Seguridad Social, eso que no es el Estado cuando al Estado le va bien pero sí lo es cuando le va mal. Un robo en toda regla a los pensionistas.
El otro atraco de miles de millones es el rescate de la banca con dinero público. Aquí el desfalco es en bastantes casos por partida doble porque muchos de quienes han de sufragar el rescate de la banca con sus impuestos son aquellos a quienes esa misma banca ha arruinado.
La enorme evasión de impuestos es otro latrocinio en forma de lucro cesante de la colectividad. Los impuestos evadidos al Estado, en miles de millones, son impuestos pagados por quienes no los evaden. Es decir miles de millones que están obligados a pagar porque los otros no cumplen. No solo no cumplen; el Estado los protege, los amnistía, no los persigue y se niega a dar publicidad a sus nombres.
Las privatizaciones son lo mismo: formas más o menos disimuladas de hurtar el dinero a la colectuvidad. No son tan solo muestras de la corruptela de la puerta giratoria entre la política y la empresa. No se limitan a casos especialmente escandalosos por lo inmoral, como el del fichaje de Rato por Telefónica, la empresa privatizada por él. Van mucho más allá. En las privatizaciones de la sanidad pública y la gestión privada de los hospitales en Madrid se está hipotecando la Comunidad por los próximos treinta años. Es una práctica perversa la de ahorrar dinero hoy para transferir su pago a los gobernantes y las generaciones posteriores. Y eso sin contar con que es falso que la gestión privada ahorre. Al contrario (a la vista está en Manises y en Collado Villalba) es mucho más gravosa para el erario público. Pagamos más por servicios peores. O sea, más robo. Privatizar es poner lo público al servicio de lo privado y en manos de unas empresas que actúan prácticamente como monopolios y monopsonios, con un único cliente, el Estado, del que viven, acogidas a esa intolerable práctrica de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas.
Todas las medidas del gobierno hasta la fecha son de saqueo de los ciudadanos: las subidas de impuestos directos e indirectos, de las contribuciones, de las tasas, de las matrículas, la imposición de nuevas exacciones como el doble pago de los servicios, la disminución de las becas, todo ello es sacar directamente a la gente el dinero del bolsillo. Atraco.
Y a todo ello es preciso hacer frente con el salario congelado o mermado. Y eso, el que lo tiene.
(La imagen es una foto de Images_of_Money, bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 6 de gener del 2013

El país del silencio.

Hace unas fechas, Susan George se despachó diciendo que los españoles somos ratas de laboratorio, a ver cuánto castigo aguantamos sin rebelarnos. La dama podía haber dicho algo menos malsonante a oídos hispanos. Debió de decir, sí, laboratory rats, que es, desde luego, "ratas de laboratorio". Pudo haber dicho Guinea pigs, más clásico en inglés y hubiera puesto al traductor en un aprieto y hasta obligado a elegir entre las dos formas castizas castellanas de cobaya o conejillo de Indias. Así tendría que haber traducido el "laboratory rats" para que no resultara tan desagradable. Pero, en fin, esto no tiene mayor importancia. Lo importante es la idea, compartida hoy por mucha gente y expresa con relativa frecuencia en los medios extranjeros: ¿cuánto están los españoles dispuestos a soportar antes de rebelarse? La pregunta enlaza con el viejo  mito de los españoles raza indómita, bravía, levantisca, difícil de sojuzgar.

Mentira pertinaz. Somos un pueblo manso, sometido, servil. El pueblo del ¡Vivan las caenas! y el lejos de nosotros, etc. El pueblo del miedo. En alguna ocasión hemos respondido a la brava y nos han dado tal paliza que aún la recordamos. No obstante, aquella respuesta del 36 sirve para mantener vivo el mito de la raza impetuosa. Pero es un mito.  Preguntaba José Luis Sáez de Heredia a Franco al final de su biopic de 1964, Franco, ese hombre, si los españoles éramos tan difíciles de gobernar como se decía. Respondía el Invicto, en resumidas cuentas, que no. Se nos puede gobernar desde la ilegitimidad y no decimos nada. Se nos puede gobernar tras una guerra civil y una larguísima postguerra de terror o después de unas elecciones en las que se prometió lo contrario de lo que después se hizo. Resurge el miedo y no decimos nada. Somos el país del silencio.

Parece mentira cuando la experiencia es la de una enorme algarabía con todo el mundo hablando al mismo tiempo, los políticos, los curas, los empresarios, los deportistas, los criminales, los policías, los homos, los heteros, los flautas, el gobierno, la oposición, los extranjeros, los plumillas, los opinantes, los blogueros, Palinuro; todo el mundo. Y nadie. Nadie a quien se conceda crédito. El gobierno carece de él y los demás, también, excepto, en cada caso, para sus muy fieles seguidores. Y eso es silencio. El silencio del miedo que produce hombres huecos.

La página de diario de la imagen nos retrata: el silencio es la expresión de los hombres huecos que es como se han traducido los Hollow Men de Elliott. Además, curioso, abundan las máscaras de Guy Fawkes, como reverberando la segunda línea de la dedicatoria del poema, A penny for the Old Guy. Máscaras que hacen más pesado el silencio porque ocultan la identidad del que habla. Así que, como somos españoles y dados al silencio, acabamos haciendo lo que dice el poeta Vamos a tientas, juntos/Evitando hablar.

Somos hombres huecos. El gobierno es de una oquedad alucinante y ni se esfuerza en parecer verosímil. Los curas no paran de decir dislates para evitar hablar de los acuciantes problemas reales de la gente. A nadie le importa un rábano en este momento con quién se casa el prójimo porque casi nadie puede casarse. Los catalanistas tocan a rebato detrás de Sant Jordi; los españolistas, de Santiago y cierran en orden de combate. Al rey le patinan las meninges de forma lamentable y está más interesado en parecer rey que en serlo. Una parte de la izquierda no sabe si salvar España, Europa o los 400€ de las prestaciones. La otra pretende congregar a la manada a base de consignas dispersas o de maximalismos. Los ecologistas por un lado, l@s feministas por otro, el 15M por otro más. Un guirigay ambiental en todo equivalente al silencio.El silencio de la nave de los locos.

¡Ah! No se debe caer en el pesimismo. El silencio también es sabio, es prudente, le pasa como al miedo: guarda la viña. No, no, la sabiduría del sabio de verdad, el Buda, vamos, el que no necesita de la palabra. Sí, es una forma de sabiduría que glorifica su propia miseria, esa sabiduría amarga del lema del famoso autorretrato de Salvator Rosa: cállate a no ser que lo que vayas a decir sea mejor que el silencio. Y ahí está el problema, en ese decir.

(La imagen es una foto de TheAlieness GiselaGiardino, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 5 de gener del 2013

España, estado de corrupción.

Según el barómetro del CIS de diciembre pasado, la corrupción ocupa el cuarto lugar en las precupaciones de los españoles, por detrás del paro, la crisis económica y los políticos. En realidad es el tercer lugar porque la preocupación por los políticos es, en el fondo, por su corrupción. Y llegará a primero de seguir las cosas así.
Coincidiendo con el barómetro, Telefónica anunció ayer haber fichado a Rato como asesor para América Latina y Europa. Telefónica es una empresa privada gracias precisamente a Rato. Contratarlo ahora será legal, pero es inmoral. Como empresa privada, la moral le importa un rábano. Ella se debe a la rentabilidad y el beneficio. ¿Es rentable la contratación de Rato? En términos de imagen, desde luego, no. Su hoja de servicios está en muy negativo. Salió por pies y prematuramente del FMI y hasta la fecha no se saben las verdaderas razones. No sé qué importante revista extranjera especializada en estas cosas lo coloca entre los cinco peores administradores del mundo. Su gestión en Bankia ha sido un desastre y provocado la ruina de miles de personas; tanto que está imputado en un proceso penal por cinco presuntos delitos. ¿Imagen? Más bien contraimagen. Y, así, los beneficios se resentirán. Pero, al parecer no importa. Lo importante es pagar favores estilo mafioso. actuar según acuerdos y compromisos jamás públicos. La base de la corrupción. Pero esto es únicamente la punta del iceberg de la marca España. Ahí van otras partes de su cuerpo:
  • La declaración de ingresos de Cospedal, que suma varios sueldos públicos y semipúblicos no solo es inmoral en estos tiempos de empobrecimiento general (precisamente gracias a sus decisiones) sino que también podría ser ilegal. Obviamente, nadie ha explicado a la católica dama que las personas honradas predican con el ejemplo. Si es cierto, como dice el PSOE, que Cospedal oculta parte de sus ingresos en su declaración, a lo mejor acaba explicándoselo un juez.
  • De Álvarez Cascos se dice ahora que su nómina es de "estilo Cospedal". O sea, acumulación de sueldos. Álvarez Cascos incurre en esa fea costumbre de cobrar del partido y de la administración por el cargo que se ocupa en ella gracias a aquel partido pero, además, declara ingresos pintorescos como un pico cobrado de la Fundación FAES por actividades en esta de las que no hay pública constancia u otro por rendimientos "profesionales" y actividades privadas, como la presidencia de una empresa y cuya legalidad será preciso comprobar a la luz de la vigente Ley de Incompatibilidades que, en su artículo 14 dice que el ejercicio de actividades profesionales, laborales, mercantiles o industriales fuera de las Administraciones Públicas requerirá el previo reconocimiento de compatibilidad.
  • Madrid, Comunidad y Ayuntamiento, es tierra de la Gürtel, sembrada de corruptelas y en un ambiente de reparto de prebendas y enchufes francamente escandaloso. Ignacio González, Salvador Victoria (el consejero que criminaliza a los huelguistas del metro), Esperanza Aguirre, Ana Botella, etc., tod@s ell@s han enchufado o recibido enchufad@s (en formas de asesores, "libre designación" y otras mamandurrias) a una recua de parientes, allegad@s, amig@s, clientes y agentes para todo, estilo Mortadelo y Filemón. Ese Carromero, especie de funcionario del PP, al parecer, en Cuba, figura como "asesor" en el Ayuntamiento de Madrid, con un sueldazo, que pagamos todos los madrileños, de 50.000 euríviris. El partido no paga a sus agentes; los pagamos todos vía enchufe en la administración. La propia Ana Botella debe su cargo a una maniobra de enchufe conyugal.
  • Si nos vamos a provincias, Pérez Galdós empalidecería de envidia ante casos cumplidos de caciquismo al más puro siglo XIX; la dinastía de los Fabra en Catellón y la de Baltar en Ourense. Con sus toques de modernidad mediterránea, a lo Matas o lo Camps quienes, no limitaban su megalomanía a la compra de palacetes o la construcción de espantosas moles ciclópeas e inútiles sino que ascendieron en la escala social y entraron en tratos con la Real familia gracias a ese yerno que debe de ser la comidilla de todos los círculos aristocráticos del Continente. ¡Cómo será la corrupción en España que salpica hasta la Corona!
  • En el orden institucional, la corrupción es una epidemia, una marea. Por fin se anuncia una querella ante el Supremo contra los 63 diputados que cobran dietas viviendo en Madrid. Es una práctica detestable. Y afecta a varios ministros y al presidente del gobierno. Es posible que sea algo legal. Pero nadie negará que es inmoral, sobre todo en este tiempo, cuando se echa a la gente de sus casas a miles. Y la peor corrupción es precisamente esa, la que respeta la letra de la ley pero va contra su espíritu. Lo que, en definitiva, puede ser fraude de ley. Como lo del doble cobro del partido y de la administración cuando hay dedicación a tiempo completo a esta. Es imposible respetar instituciones tan llenas de corruptelas. Especialmente cuando desde esas instituciones, repletas de gente que está haciendo su agosto solo por tener el carnet del partido, se sisa a la gente del común de sus míseros sueldos, sus ahorros, sus pensiones.
  • Capítulo aparte las cajas, esas instituciones mixtas, público-privadas administradas por una mezcla de políticos codiciosos, empresarios sin escrúpulos y meros enchufados que se limitaban a cobrar una pasta por dar su aprobación a unas cuentas que han quebrado las cajas, han supuesto la ruina para miles de pequeños impositores o accionistas y han hundido el país. Y no eran uno o dos; eran decenas, un interminable desfile de individuos que se retiraban (o los retiraban) del desastre y se llevaban pluses, compensaciones, sueldos o pensiones estratosféricas. Un desfile reiterado, cotidiano, insultante.
El paro, la crisis, son las primeras preocupaciones de los españoles. Pero la crisis española es producto de la corrupción española. Las autoridades están jugando con fuego en su actitud agresiva, tolerante con la corrupción e insensible a las consecuencias de su acción en una sociedad en donde cunde el descontento y la rabia. Y, hablando de fuego, hasta ahora, la gente se limita a prendérselo a sí misma. Puede llegar un momento en que se lo prenda a otros.

divendres, 4 de gener del 2013

La política o la vida.

Los recientes casos de suicidios de personas desahuciadas o carentes de medios de vida son especialmente dramáticos. Apuntan a un estado general de ánimo mezcla de desesperación e ira. En esta situación, carente de perspectiva de mejora, cabe esperar cualquier cosa. Las movilizaciones de la primavera árabe comenzaron con un joven tunecino prendiéndose fuego en público. Aquí llevamos dos en dos días. Señalarlo no es sentimentalismo. Tampoco demagogia. Es decir la verdad. La política es cosa de palabras, de conceptos más o menos etéreos, confusos, ambiguos. Pero sus consecuencias concretas para la vida de la gente son terribles. Son la raya entre la vida y la muerte. Porque esto va en serio.
En el reino de las palabras, de los conceptos, se habla de una situación de emergencia pero parece como si las desgracias acaecieran en otro planeta. Así se manejan tranquilamente, como moneda corriente, datos, cifras escalofriantes. El paro puede llegar a los seis millones. Menos de la mitad de los parados recibe algún tipo de prestación. Más de dos millones de familias, con todos sus miembros en paro. Entre uno y dos millones de personas, por debajo del umbral de la pobreza. Más de la mitad de los jóvenes está desempleada y el resto son precarios. Todos los indicadores, en negativo.
Es una catástrofe cuya magnitud se aprecia justamente cuando se ve cómo afecta a la gente del común en su vida cotidiana. No en las estadísticas o informes sino en el trajín del día a día. Son los derechos de los niños pisoteados. Es la esperanza de futuro de la juventud robada. Es la frustración de las parejas desahuciadas. La autoestima de los parados, ultrajada. La dignidad de los dependientes, humillada. La expectativas de las mujeres, burladas. La confianza de los viejos, defraudada. La esperanza de vida, mermada. Y, en último término, el horizonte del suicidio. Son los casos concretos de millones de vidas: los jóvenes que no pueden emanciparse; los inmigrantes mal vistos por doquier y desamparados por los poderes públicos; los autónomos obligados a darse de baja; los pequeños empresarios, a cerrar sus negocios; las maltratadas, maltratadas igualmente por los poderes que debieran protegerlas. Es la infinidad de casos de la vida cotidiana, convertida en un fardo cuyo peso acrecienta la colusión entre el poder y la riqueza en un sistema político minado por la corrupción. Algo de lo que los gobernantes ni se percatan. Pero no ya solamente gente como Cospedal que hace pública ostentación de fe en una religión cuyo fundador condenaba todo lo que ella hace y dice. Ese es uno de los casos más escandalosos, pero sucede con todos los políticos. Para ellos, las gentes no somos personas. Somos votos.
En el caso de la derecha esa indiferencia suele darse por descontada. La gente hace su vida en el mercado. Allí van a parar los salarios, el paro, los contratos, los desahucios, las hipotecas, los créditos, las rentas, los planes, todo. Y el Estado no debe meter sus narices en el mercado salvo para garantizar que reciban su merecido quienes, creyéndose perjudicados, protesten algo más de la cuenta.
En la izquierda el asunto aparece más confuso. La parte mayoritaria de ella, la socialdemocracia, da la impresión de haberse tragado más de la mitad del discurso de la derecha y, para el resto, quiere articular propuestas teóricas que tampoco tienen en gran cuenta las vicisitudes reales de la gente. La parte minoritaria presenta mayor tendencia a conectar con esas vicisitudes. Pero está muy ocupada en anatematizar a su fraternal enemiga y en consolidar un proyecto unitario en torno a una identidad de izquierda que no acaba de cuajar. Y no acaba de hacerlo porque su práctica parlamentaria, institucional, le impone unos límites obvios en el discurso con lo que este resulta confuso.
En esa confusión de la divisoria tradicional de la política en izquierda y derecha resurgen los discursos prepolíticos, con resonancias prefascistas, el de no somos de izquierdas ni de derechas del nuevo populismo. Igual reza con los nacionalismos (todos, el español también), otro territorio pretendidamente exento de la divisoria porque el supremo interés de la Patria así lo exige.
Los políticos, a su vez, son lo que son sus líderes. Dan de sí lo que sus líderes dan. Rajoy y Rubalcaba comparten la puntuación más baja en la confianza de sus conciudadanos. Probablemente esto les dé un sentido de fraternidad. Pero es un hecho: al cabo de un año la gente no cree que ninguno de los dos tenga capacidad para desempeñar sus tareas, el uno en el gobierno y el otro en la oposición. Ya fueron el otro gobierno y el uno oposición en la legislatura anterior y tampoco lo hicieron de cine. Pero, claro está, ninguno de los dos quiere moverse. Esas son cosas que se deciden cada cuatro años. Entre tanto, ancha es Castilla.
Lo característico de esta situación, lo más revelador, es la creciente capacidad de autoorganización de la gente al margen de las instituciones y de quienes las administran que tampoco se ocupan de ella. Viene facilitada por las redes sociales y tiene una sorprendente capacidad de movilización. La resistencia del personal sanitario a la política de privatizaciones no está movida por los partidos. Las redes se autoorganizan, buscan la manera de frustrar los atropellos del poder de forma concreta y práctica. Ahora reconocen las autoridades que cobraron 2,3 millones de euros de más a los jubilados a cuenta del infame repago impuesto por la ministra analfabeta. Por eso está bien que haya ya un protocolo para quienes no quieran pagar el nuevo atraco del euro por receta decretado por el valet de Eurovegas.
¿Hasta dónde puede llevarnos esta reacción social espontánea? No lo sabemos. No conviene hacerse ilusiones. Pero tampoco minusvalorar la capacidad de respuesta de la gente.
(La 1ª imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público. La 2ª es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia Creative Commons).

dijous, 3 de gener del 2013

Colgado del rescate.

Nadie sabe a ciencia cierta en qué consiste el famoso rescate. Unos lo quieren y reclaman con insistencia, como los bancos y las empresas, otros lo rechazan de plano, como la oposición y los sindicatos y otros, como el gobierno, lo postergan cuanto pueden aunque afirman que es una buena solución. No será tan buena cuando lo retrasan sin dudarlo un instante. La política española gira en torno al rescate, objeto de la conocida dialéctica de Rajoy de decir una cosa y su contraria acto seguido.
La política española se decide en Berlín y en Berlín este año tocan elecciones. El cálculo de Rajoy es muy simple. Consiste en hacer los deberes, como dios manda, con sentido común, de modo previsible y sin improvisaciones ni ocurrencias y quedarse quieto a esperar el resultado de las elecciones al Bundestag en el otoño, a ver qué mandan los alemanes, que vienen siendo unos dioses más cercanos. De momento no necesitamos el rescate, pero podemos necesitarlo. No es mucho decir, pero menos da una piedra que prablemente tendrá más seso que el señor presidente.
Entre tanto el desmantelamiento del tejido industrial español solo es equiparable en velocidad al desmantelamiento de las instituciones del Estado del bienestar y todo ello adobado con un retorno ideológico en la educación a los tiempos de la Cruzada.
El comportamiento de la derecha es muy revelador. Su discurso es de emergencia nacional pero su práctica es la contraria. En una emergencia nacional se busca la alianza con la oposición para tener un amplio respaldo social y, desde luego, no se aprovecha para hacer cambios ideológicos en aspectos que no tienen nada que ver con la emergencia. No se aprovecha para hacer trampas.
La cuestión es si la población puede aguantar diez meses más sometida a continuas agresiones, a recortes de ingresos, nuevos gravámenes e imposiciones ideológicas de la más rancia derecha nacionalcatólica. Hay un sentimiento generalizado de frustración e irritación que puede dar lugar a situaciones difíciles. El hombre que se prendió fuego ayer ante un hospital de Málaga es un indicador de los sentimientos populares. Se recordará que la primavera árabe se inició con un episodio similar en Túnez.
Pero Rajoy parece dispuesto a someter el país a ese tenso compás de espera de diez meses en los que puede pasar de todo. Es una apuesta muy fuerte jugando con la vida de los demás. Supongo que Rajoy tendrá pensado dimitir si, a pesar de todo, hay rescate. ¿O quizá sea entonces cuando convoque un gobierno de unión nacional, de los de amplia base?

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

La moda y el marqués de Cerralbo.

Palinuro se siente a veces como Mesonero Romanos que, además, se llamaba Ramón, y se echa a las calles de ese Madrid, destartalado poblachón manchego, en busca de emociones. Y vaya si las hay. El ministerio de Educacion y Cultura apadrina una exposición titulada La moda es sueño. 25 años de talento español. Ya en el título ruge el león patrio: talento español. En otro lugar se habla de la inevitable marca España. Son las consignas del poder que tienen tanto que ver con la realidad como un cuento de Andersen. La iniciativa debe de venir de las dos comisarias, Isabel Vaquero y Lucía Cordeiro, dos damas a quienes no conozco pero a las que auguro brillante porvenir. La idea es simple: distribuir por todas las salas del fabuloso museo Cerralbo maniquíes ataviados con las creaciones más brillantes de l@s modist@s españoles de postín en los últimos 25 años.
Las gentes de ánimo ortodoxo se escandalizarán al ver cómo se mancilla el solemne espíritu del palacio, la severidad de la mayor parte de su pintura, la gravedad de sus armaduras, la solemnidad del comedor, la suntuosidad de la sala de baile o la seriedad de la biblioteca. Pero, en verdad, es una muy buena idea. Los maniquíes no molestan nada, están muy bien integrados, parecen un grupo de visitantes algo desperdigados, procedentes de la estratosfera y que uno va encontrándose por las salas. Además, atraen a un montón de gente, lo que siempre es bueno para la cosa de la cultura, pues algo se nos pegará. Nunca había visto tan concurrido el Cerralbo. Éramos dos tipos de visitantes claramente diferenciados, quienes íbamos a ver el museo y quienes iban a ver la moda. Debíamos de interesarnos mucho porque no dejábamos de mirarnos mutuamente. Los de la moda parecían más bien figurines y los del museo debíamos de parecerles a ellos aldeanos.
Tampoco es para ponerse exquisito. El museo Cerralbo es muy original porque en él se funden el continente con el contenido. Y no es propiamente un museo porque todo cuanto hay en él le pertenece, forma parte del palacio como lo hizo construir sobre sus propios planos el marqués de Cerralbo en la esquina de Ventura Rodríguez con Juan Álvarez Mendizabal, para dar cobijo a sus colecciones de monedas, de lienzos, de libros, de armaduras, de objetos extranjeros procedentes de sus viajes y algunos exóticos, del extremo oriente, adquiridos en París. La casa no tiene más espíritu que el que pueda tener una casa aunque, claro, construida y equipada con un lujo sin parangón en Madrid, salvo las estancias reales o, supongo, el palacio de Liria. Los maniquíes están ahí tan ricamente y hasta alegran un poco ambientes agresivos, como la sala de armas.
Este marqués de Cerralbo, un carlistón empedernido, actuaba como un representante del pretendiente en la corte. No sé si era de un carlismo más o menos montaraz, pero anduvo conspirando contra don Cándido Nocedal, si bien se mantuvo fiel a la causa hasta la primera guerra mundial. Era hombre muy culto, incluso versificaba, Hizo una edición de sus poemas que tuvo el muy aristocrático detalle de hacer editar póstumamente. Era numismático, criador de reses, entendido en pintura y en artes menores como la cerámica o la armería. Fue asimismo aficionado a la arqueología. Pero sobre todo fue coleccionista, acaparador, voraz coleccionista. Le gustaba vivir en un museo y se hizo construir una casa museo, literalmente abarrotada de jarrones, bargueños, columnas, armaduras, panoplias, sofás, sillones, cornucopias, relojes, vitrinas. El cristal de Murano, la porcelana de Sajonia, la de Sèvres, los salones imperio, la chinoiserie. Todo abigarrado y algo atosigante. Pero, en fin, era su casa.

dimecres, 2 de gener del 2013

Novedades en el escándalo Cospedal.

A Cospedal está saliéndole el tiro por la culata. Publicó su declaración de ingresos y bienes a regañadientes el día 31 de diciembre en la esperanza de que, no habiendo periódicos el 1º de enero, no se hablara mucho de ella que, como se sabe, es un escándalo, el que suscita una politica que predica austeridad, pide a los demás que se aprieten el cinturón, les quita los salarios, rebaja y recorta todas las prestaciones, mientras ella se lo lleva crudo a casa: 158.000€ netos, 205.000€ brutos anuales procedentes de varias pagas, todas ellas públicas y que plantean dudas sobre su legalidad, aunque ninguna sobre su moralidad: son profundamente inmorales.
Le falló la maniobra porque no contó con las redes sociales que se han encargado de mantener viva la llama de la indignación popular ante este abuso y presionan a los medios y representantes de otras fuerzas políticas y autoridades en petición de que se actúe en el caso, se exijan explicaciones a la interesada y se tomen las medidas pertinentes. Porque, según pasan las horas va viéndose que lo turbio y oscuro de la declaración no está solamente en la fecha de la presentación. El contenido tampoco está claro ni mucho menos, como advierte Escolar en una entrada de Escolar.net titulada las trampas en la declaración de la pluriempleada Cospedal y cual ya advertía asimismo Palinuro en su entrada del lunes, ese escándalo llamado Cospedal. Definitivamente, las cuentas de Cospedal no están claras y piden a gritos explicaciones y la correspondiente investigación.
Porque resalta igualmente otro dato de la peor calaña. Al parecer, la dama declara que el cigarral de Toledo valorado en más de dos millones de euros procede de una donación. Si no consta la identidad del donante, la donación es secreta. Un político en activo no puede bajo ningún concepto recibir donaciones, especialmente secretas. La interesada está obligada a aclarar ipso facto la identidad del donante, en cuánto se evalúa la donación y qué contrapartidas lleva aparejadas, si las lleva.
El PSOE clama contra el sueldo de Cospedal, exigiendo que esta se explique y aclare todos los puntos oscuros del asunto. Si es así, que espere sentado. No basta con clamar. La señora no dará explicación alguna sino, siguiendo las enseñanzas de su maestro Rajoy, la callada por respuesta en espera de que pase la tormenta.
La única posibilidad real de que Cospedal explique su actuación y aclare si sus muchos sueldos son o no compatibles, si se ha saltado o no la ley y si la famosa donación del cigarral lleva gato encerrado en detrimento de los ciudadanos o no es emplazarla a que lo haga ante los tribunales. Con todos los datos en la mano, el PSOE o quien esté legitimado para hacerlo, debe acudir a la justicia y presentar la correspondiente denuncia contra una gobernante sobre la que se ciernan densas nubes de sospecha en cuanto a la legalidad de su actuación. Respecto a la moralidad, ya se ha dicho, ni una: es profundamente inmoral.

300 presuntos ladrones.

La información de 20 Minutos sobre esos más de 300 políticos imputados en causas judiciales por corrupción que se encuentran en todos los niveles de la administración y pertenecen a casi todos los partidos políticos da idea de que la corrupción es un rasgo determinante del sistema político español actual. Más aun si se recuerda que los casos detectados suelen ser solo una fracción de los consumados. En cuanto a los niveles, la administración local ostenta la mayoría de ellos, pero no los más importantes en cuantía. La administración autonómica y la nacional los presentan de cantidades millonarias y mucho escádalo mediático. En cuanto a los partidos, si todos están en el ajo, la mayor parte afecta al PP por razones estructurales, por su concepción paternalista, clientelar, patrimonial y caciquil de la política. El caso Gürtel en su ramificación madrileña y valenciana debería haber provocado una cascada de dimisiones. Pero no fue así.
Eso es lo peculiar con la corrupción en España, un grado de tolerancia muy alto. Poco a poco se abre camino la idea de que la corrupción es en gran medida responsable de la crisis. En los barómetros, por ejemplo el del CIS de octubre de 2012, ocupa ya el cuarto lugar en orden de procupaciones, por detrás del paro, los problemas económicos y los políticos. Sin embargo y en esto coinciden los estudiosos, no pasa factura electoral. Estando imputado y pendiente de comparecencia, Camps acrecentó su mayoría absoluta y en las elecciones del 20N en España la corrupción no contó nada.
Sin embargo está presente a todas horas. En los casos identificados, siempre supuestamente, claro, de Urdangarin, Matas, Fabra, etc y en los no identificados, pero también a la vista, los evasores de capitales, los defraudadores al fisco. Son estos no identificados, en ocasiones, porque el propio gobierno quiere. El ministro de Hacienda dice tener una lista con los nombres de los evasores en cuentas suizas, pero se niega a hacerla pública, lo cual podría equivaler a un encubrimiento de delito.
Hay, en efecto, mucha tolerancia social hacia la corrupción. Viene de antiguo. Ya se sabe: Lazarillo de Tormes, la picaresca, el caciquismo, el clientelismo, el franquismo y sus secuelas actuales. Es opinable si la señora Cospedal, con sus múltiples sueldos públicos, entra en la categoría o no. Desde luego, tratándose de una política que ordena a sus gobernados apretarse el cinturón y les merma sus ingresos, su posición es moralmente insostenible. Y es cuestión de aclarar si también lo es jurídicamente.
La tolerancia debe acabar. Solo así se podrá abordar el problema de esos comportamientos escandalosos en los últimos tiempos por parte de los directivos de las cajas y entidades de crédito. Indemnizaciones, pluses, sueldos, pensiones multimillonarios para el personal que ha llevado a la quiebra al sistema de cajas y, de paso, ha ocasionado la fantástica crisis española que, siendo a la mundial lo que la zarzuela a la ópera, ha dado al traste con el país. Esa actuación tiene toda la pinta de ser delictiva. Hay muchos ya maliciosamente perjudicados, aparte del daño al conjunto de la sociedad, para que los responsables no respondan judicialmente. Un somero repaso a las incidencias de las cajas españolas y las administraciones de las que dependían, augura que se agotaría la panoplia de delitos del código: prevaricación, fraude, malversación, cohecho, etc., etc.
Si lo miramos bien quizá los presuntos ladrones no sean 300 sino 3.000. O más.
Mientras esto siga así y la tolerancia/complicidad social con la corrupción se vea correspondida por la tendencia del gobierno a indultar a delincuentes económicos no veo cómo dejará de ser esta la marca España.

Los eternos preguntones.


Carlos Fernández Liria (2012) ¿Para qué servimos los filósofos? Madrid: La Catarata.


Una pregunta encabeza este libro, lo cual es muy propio de los filósofos quienes, como los científicos, son seres específicamente inquisitivos. Y, de preguntar, empezar por uno mismo. ¿Para qué sirven los filósofos? Para hacer preguntas, algo constitutivo de los seres humanos. Así es este libro, una serie de preguntas saltando aquí y allá a lo largo de unos capítulos no escritos con una unidad de sentido, sino recogidos en un volumen con diversa procedencia. Tiene pues algunos (pocos) de los vicios de este género y algunas (muchas) de sus virtudes. No es reiterativo y, en cambio, es muy variado, siempre dentro de la mirada filosófica. El socorrido hilo conductor lo proporciona la lucha contra el plan Bolonia en donde el autor viene siendo muy activo desde 2000. Bolonia es la destrucción de la Universidad humboldtiana e implica el retorno a una oscurísima Edad Media (p. 139). Palinuro coincide y le llama la atención ese recurso a la nueva Edad Media que nos acecha. Viene a ser una idea parecida (aunque de otro signo) a la de Alain Minc en su libro de ese título, La nueva Edad Media, de 1993. Y los dos recuerdan la célebre obra de Nicolás Berdiaeff, aunque, para este, la nueva Edad Media, lejos de ser oscurísima era brillantísima. La Edad Media como metáfora.
Pero el libro va mucho más allá y mucho más acá del combate antibolonio. Hay en él otro tipo de temas muy sugestivos que, al aparecer y desaparecer a lo largo del texto, es preciso reorganizar, con el consiguiente riesgo de interpretar mal
¿Para qué sirve la filosofía? Para nada y para todo. Para gobernar a los hombres y, a través de ellos, el mundo. Así se sigue del brillante y original capítulo sobre el proceso de Sócrates quien habla aquí, no por boca de Platón, sino del propio autor. La pretensión de la filosofía se justifica por su uso de la razón, de la razón pura, desinteresada, exenta de contaminaciones histórico-culturales. Una razón de inmediato asimilada a la Ley por sus caracteres de abstracción, universalidad y generalidad (p. 55) Lo propio del Estado de derecho, identificado con la respuesta a la eterna cuestión de la filosofía política sobre la mejor forma de gobierno. Fernández Liria lo tiene claro: el Estado de derecho con tres notas concomitantes de división de poderes, publicidad en el sentido kantiano, e inmunidad de los representantes parlamentarios, "artilugios institucionales" (p. 44). El imperio de la ley se da por supuesto.
El problema de esta forma política es su coexistencia con el capitalismo (p. 72) que viene a ser entendido como el triunfo de la burguesía frente a los ideales de la Revolución francesa y taxativamente condenado como el mayor obstáculo a la libertad (p. 99).
En el análisis de la Ilustración, Fernández Liria señala que el requisito para la independencia civil en el Estado de derecho imaginado por los iusnaturalistas es la propiedad. Esta es la prueba de la verdad o falsedad del orden político. No siendo la propiedad universal, la consecuencia es el sufragio censitario, modo crudo de consagrar la desigualdad de los seres humanos precisamente con aquello que los hace tales. Locke sostenía que los tres derechos naturales esenciales a todo ser humano eran la vida, la libertad y la propiedad. Que eso de la propiedad lockeana es peligroso se delata en que su seguidor, Jefferson, no la incluyó en los derechos de la declaración de independencia que pasaron a ser: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Hasta la libertad podía quedarse en una declaración firmada por propietarios de esclavos, pero no la propiedad.
Tema conflictivo el de la propiedad. Si no lo he entendido mal, el autor propone resolverlo universalizándola mediante criterios posibilistas, tipo Tasa Tobin o renta básica (p. 79). En la medida en que el Estado es pensado, como siempre y, desde luego, desde Hegel, como el único interesado en la universalidad de estos propósitos de la ley y la razón, corresponde hoy a los trabajadores, a los asalariados, defenderlo frente a los ataques de la burguesía neoliberal que apunta a la nueva Edad Media (p. 47), la selva de las privatizaciones. Ese tipo ideal de Estado de derecho no es compatible con ninguna forma de conquista partidista del Estado, ni siquiera de la del partido de uno mismo si lo tuviere. Identificado el Estado con el derecho, su empleo partidista equivale al uso de una justicia partidista, esto es, una contradicción en los términos, un oxímoron.
No sé si, a fuerza de coincidir con el autor, le atribuyo intenciones que no tiene, pero detecto en su punto de vista una forma de razonar que precisamente trato de exponer en una obra de próxima aparición. Una forma de razonar que se abre paso con otra pregunta: ¿se equivocó la izquierda al entender que debía "superar" la Revolución francesa? Sin duda el capitalismo consagra una especie de traición de los ideales de la revolución imponiendo ese sistema que el marxismo critica con la dualidad democracia formal/democracia real. Pero, a su vez, aquí viene lo interesante del punto de vista del autor, el marxismo cometió el grave error de aceptar los vicios del capitalismo (p. 94), con aberraciones como la del "hombre nuevo" (p. 47) para acabar produciendo una forma de totalitarismo (p. 96). Imagino que se refiere más especialmente al comunismo. Pero la crítica es, desde luego, formidable para venir de quien se considera a sí mismo "comunista antisistema", si estoy en lo cierto.
De ser correcta esta interpretación, desde luego lo imperativo es volver a los ideales de la Revolución francesa. Es mi punto de vista, rehacer el camino, no tirar al niño con el agua sucia. Cuando un ideal se falsea, la culpa no es del ideal sino de quien lo falsea. La falta de respeto a los derechos humanos no es un argumento en contra de los derechos humanos. Así que también aplaudo su recuperación de la idea ilustrada del progreso como una victoria frente al tiempo (p. 86). Este es válido incluso en el problemático sentido moral. Su confianza en el derecho lo lleva a negar el relativismo. La prohibición de la esclavitud y el avance del feminismo son pruebas objetivas del progreso. Ello sin ignorar que puedan producirse retrocesos, incluso muy pronunciados. Él mismo predice uno con la nueva Edad Media.
Ya no me resulta tan convincente la reiterada condena del capitalismo como el mayor obstáculo a la libertad (p. 99). No porque se contradiga el canto que hace Marx al capitalismo en el Manifiesto como gran liberador de fuerzas productivas y avance sino porque, no habiendo sido capaces los anticapitalistas de procurar un orden social más libre que los capitalistas, la afirmación de que el capitalismo es el mayor obstáculo a la libertad solo puede sustentarse en una convicción de futuro, en una ideología. Cierto que el capitalismo ha posibilitado la extensión de esas instituciones en las que el espíritu objetivo hegeliano facilita la libertad, pero lo que hoy está en marcha es un proceso de destrucción de lo avanzado (p. 115). Cabe imaginar qué pensaremos de la situación si decidimos que el mercado es el cerebro de la totalidad hegeliana (p. 115) y, al mismo tiempo le otorgamos la condición de demente. Suena aquí la idea de la anarquía del mercado pero el hecho es que, demente o anárquico, injusto y cíclicamente catastrófico, el mercado garantiza la existencia de los órdenes sociales mientras que las formas de organizar la producción al margen de él, no lo han conseguido. Por eso, el problema de la relación del capitalismo con la libertad es complicado.
Desde luego puede compararse la privatización neoliberal con un nuevo feudalismo. Todo relaciones entre privados. Bolonia es un ataque directo a la Universidad como servicio público que se debe, no a la sociedad, sino a la verdad. Privatizarla es un suicidio; algo tan absurdo como privatizar la justicia (p. 149). Sin embargo, hasta esto está en recámara. No tanto la actividad judicial en sí (aunque el encarecimiento de las tasas es una forma de privatización) como otras acividades de la administración de justicia, cual los establecimientos penitenciarios. Los anarcocapitalistas probablemente los pondrían en pública subasta. O sea, los externalizarían. Puede ser un negocio tener mano de obra barata en un penal. Así que el proceso de privatización de la Universidad es un frente de batalla abierto.
El ataque a la Universidad pública es, en el fondo, un ataque a la función pública. Fernández Liria analiza agudamente cómo la condición de funcionario, con el colofón de la libertad de cátedra es lo que da a estos la libertad. La libertad es posible con seguridad en el empleo (p. 119). Esa faceta es la que la privatización pretende romper para someter la crítica y el espíritu libre a la ignominia de la incertidumbre y el miedo al futuro que convierte a unos hombres en dependientes de otros, lo cual es la base de la tiranía como algo opuesto a la obediencia a la ley que es la base de la libertad, según recordaba Rousseau. Esa convicción es la que lleva a muchos neoliberales a propugnar la abolición de la tenure, estadounidense, esto es, la seguridad en el empleo del profesrorado universitario El odio neoliberal al Estado es el odio a esa condición exenta de los funcionarios y así, mientras la izquierda pretende extender la condición funcionarial a toda la sociedad como base de seguridad generadora de libertad, la derecha pretende eliminarla, reduciendo a la mayoría de los seres humanos a la condición de inseguridad y dependencia de los caprichos del amo o las fuerzas ciegas del mercado.
Paso por alto, pues no puedo eternizarme, algunas interesantes elaboraciones sobre los ideales universales de lo bello, lo bueno y lo justo y otras sugerencias. Es un libro valioso, lleno de ideas y de preguntas que invitan a la reflexión y a la respuesta.

dimarts, 1 de gener del 2013

El mundo al revés.

La noche de San Silvestre es muy ruidosa y muy movida. En algunos lugares le da a la gente por echar a correr, por ejemplo, en Vallekas, en donde se organiza la famosa Maratón de San Silvestre. Anoche tuve ocasión de verla pasar por la Plaza de Atocha y, en verdad, es impresionante por la cantidad de gente corriendo y el ambiente de alegría, de comunidad que la rodea. Es una acción colectiva, espontánea, que empieza y acaba en sí misma, sin predicar ni vender nada. O sea, una gozada.
Pero, en general, tengo para mí que tanto ruido y tanto movimiento son formas de evitar quedarse parado pensando. Porque la tal nochecita del 31 tiene siempre tintes metafísicos. Se acaba un día, un mes, un año, y el personal cae en cavilaciones. Balance del pasado, perspectiva del futuro y propósitos de cambio, mudanza, de nueva vida. Y todo eso suele ser tan abrumador que muchos consideran preferible coger un matasuegras, ponerse un cucurucho en la cabeza y salir a la puerta del Sol a dar gritos.
Porque eso de proponerse un cambio de vida, habida cuenta de la experiencia de que cambiar de vida no es nada fácil, produce melancolía y nostalgia y si algo está prohibido en esta noche es la murria. La orden es divertirse. Porque cambiar la vida es imposible. La vida cambia, a buen seguro, pero no como, ni cuando, nosotros decidimos. La vida cambia y nosotros con ella; ella nos cambia; no nosotros a ella.
Cambiar la vida ha sido siempre el anhelo de todos los revolucionarios. Incluso llegó a formularse expresamente como consigna sesentayochera: changer la vie. ¿Que ha hecho la vida con todos aquellos que tan orgullosamente quisieron cambiarla? Pecios en la mar brava de la existencia.
La vida no nos pertenece; no más que el camino al caminante. Es tan inmensa e inabarcable que jamás podremos entenderla. Y hasta cuando alguien propone un cambio radical, un basta ya definitivo y provocador, la vida juega con él como el viento con las hojas muertas y pone al descubierto sus miserias.
Considérese el mapa mundi de la ilustración. Es el mundo al revés. Pero, justamente, es un intento de demostrar que el mundo no tiene revés. Es un ataque a una concepción tan arraigada en nuestras mentes como una creencia orteguiana. El mundo tiene un derecho, con Europa en el hemisferio norte y un revés, el de la ilustración, tan a propósito hecha que la leyenda sí está al derecho, para que no haya dudas. Es decir, es un ataque al eurocentrismo, esa especie de convicción íntima de que el mundo es como nosotros lo vemos. Y lo vemos como queremos.
Pues no, señor, dice alguien, la tierra es una esfera y lo único cierto de los polos es que son opuestos, pero no que uno sea el norte y otro el sur. La estrella polar no señala necesariamente el Norte; podría señalar el Sur sin cambiar de sitio; basta con cambiar los nombres. Cambiar el mapa tampoco es tan fácil. Ese provocativo mundo al revés sigue siendo tremendamente eurocéntrico. Es una reproducción plana de una proyección desde el Ecuador, una clásica proyección Mercator que magnifica las dimensiones de las tierras del "hemisferio norte" y disminuye las del "hemisferio" sur. Aquí se cambia el nombre pero la desproporción "eurocéntrica" se mantiene. Y eso sin señalar que el cartógrafo ha mantenido incólume la tradición eurocéntrica de tomar al meridiano de Greenwich como el O para el cálculo de latitudes y longitudes.
El ataque al eurocentrismo sigue siendo eurocéntrico. No es tan fácil cambiar la vida.

La otra imagen asociada con la San Silvestre es la del dios Jano, el del famoso templo y sus famosas puertas, el que da el nombre al mes de enero, con sus dos rostros. Jano es una de las figuraciones del doble, el Doppelgänger que aparece en todo tipo de fábulas y encuentro fascinante. El doble es la representacion antropomórfica de ese universal humano de verlo todo en términos de dualidad, desde su forma esencial: el ser y la nada, el Yin y el Yang, la vida y la muerte, la materia y el espíritu, el día y la noche, el bien y el mal, el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde. Es el maniqueísmo de todas las religiones. Todas tienen un dios y un diablo, un Ormuz y un Ahrimán.
En el caso de Jano, el dios de los solsticios, el doble adquiere una extraña dimensión porque es un doble con relación al tiempo. Un rostro mira el año anterior y otro el posterior, uno el pasado y otro el futuro. También solía representarse a Hermes como bifronte y opuesto y servía entonces de mojón en el camino, para medir la distancia recorrida y la que queda por recorrer. Algo también comprensible en términos de tiempo, como cuando se mide la distancia de un punto a otro en horas.
La alegoría de Jano como doble en el tiempo se ve en que tiene dos caras pero es una sola persona. Las representaciones populares de la figura suelen dar al rostro que mira el pasado los rasgos de un anciano y al que mira el futuro los de un recién nacido. Pero también son la misma persona. ¿Podrían representarse al revés, como el mapa mundi? Puestos a cambiar... Es difícil de imaginar pero podrían, desde luego. Sin embargo resultarían menos convincentes que la inversión cartográfica. Cabe adjudicar al viejo la condición de niño y hasta suele hacerse con ánimo algo despectivo. Pero es imposible adjudicar al niño la condición de viejo. La vida aún no lo ha cambiado.
Pues eso: feliz año nuevo. 
(La imagen es una foto de Fubar Obfusco en el dominio público).

dilluns, 31 de desembre del 2012

Ese escándalo llamado Cospedal.

Hasta el 31 de diciembre -ultimísimo día- ha esperado Cospedal para hacer pública su declaración de ingresos de 2011 a pesar de tenerla firmada desde julio. La intención es obvia: que la gente no se fije en cómo esta política predicadora de la austeridad y el sacrificio, que ha dejado sin sueldo a los diputados de la oposición, acumuló salarios públicos de modo ilegal y fraudulento a lo largo de 2011 (y años anteriores) a juicio de Palinuro.
Las cantidades y conceptos de estos devengos, insisto, presuntamente ilegales, están en esta página de Sueldos públicos que conviene leer con atención, y son los siguientes:
  • 88.897 € netos como secretaria general del PP (6.350 € al mes en 14 pagas)
  • 31.775 euros del Senado.
  • 36.082 como presidenta de Castilla-La Mancha.
  • 1.634 euros procedentes de los trienios como abogada del Estado
Con razón no quería la dama que se supiera lo que pillaba, porque es un escándalo.
Añade Cospedal en su declaración que, desde julio de 2011, solo ha cobrado el salario de presidenta de Castilla-La Mancha, mientras que por el resto de conceptos solo cobró hasta junio de 2011, cumpliendo así con la legislación de la Comunidad Autónoma. Muy bien. Estaría bueno, aunque cabe preguntarse si también ha dejado de cobrar como Secretaria General y lo más seguro es que no, que sigue. Pero no lo dice. Como abogada del Estado, no ignora que, por encima de la Ley de CLM está la legislación del Estado y que la Ley de Incompatibilidades de 1984, en vigor en su cortijo, aunque ella quiera ignorarlo, estipula taxativamente que no pueden cobrarse dos o más sueldos públicos por ningún concepto y ella ha estado cobrándolos hasta junio de 2011 y en los años anteriores. El del Senado es un sueldo público, los trienios de la abogacía del Estado, también y, aunque la mangancia y la marrullería de los políticos quiera ocultarlo, el del PP también, puesto que los partidos políticos en España se financian con cargo al erario público. Y eso sin contar con un salario que, misteriosamente, no aparece en la declaración porque debe de estar oculto en el de presidenta de la Comunidad. ¿No era Cospedal diputada del PP en CLM antes de junio de 2011 y no cobraba un salario también por ese concepto, compatibilizado con el de senadora, abogada del Estado y secretaria general del PP?
En cualquier país civilizado del mundo, esta señora habría dimitido ya y estaría devolviendo las cantidades indebidamente percibidas. Aquí no pasa nada, la dama se pone una peineta y va por ahí dando lecciones de austeridad a la gente a la que priva de sus derechos, ingresos y emolumentos.

Glosas a la valoración que la gente hace de las principales instituciones y grupos sociales.

Tomo prestado el gráfico de Metroscopia para El País de ayer. Ilustra un estupendo artículo de Fernando Garea titulado La justicia recupera prestigio que hace un agudo análisis de los datos con conclusiones muy acertadas. No obstante, Garea es periodista, escribe en un afamado medio, y está obligado a ser lo más aséptico y ponderado posible, cosa que consigue. Pero Palinuro es un humilde bloguero, escribe en un medio de su propiedad (aunque sea una que los juristas considerarían de tipo enfitéutico), lo cual le concede un mayor margen de libertad en sus apreciaciones. Esto quiere decir que expresa opiniones personales, subjetivas, si bien las fundamenta racionalmente sometidas a la aspiración kantiana de convertirse en objetivas por ganarse el acuerdo de los demás.
El cuadro es interesantísimo y refleja el estado de la opinión pública, del imaginario colectivo españoles a mediados de este diciembre con respecto a las 37 instituciones y grupos sociales más importantes en nuestro país y la oscilación de junio de este año hasta hoy. La primera conclusión es comprobar que la gente no es tonta y sabe valorar muy bien la calidad de los distintos items, sin dejarse engañar ni manipular.

Los excelentes. Intervalo del 80-99%. En los 4 primeros reglones no hay una sola institución. Son "grupos" sociales, colectividades. Resulta ilustrativo que sean los que sufren los ataques más sañudos del poder político: los recortes en I + D, la privatización de la sanidad pública y el desmoche del sistema educativo. Puede sorprender en principio el tercer lugar de la pequeña y mediana empresa. Pero se entiende con una ligera reflexión: la pequeña y mediana empresa simboliza el significado del término emprendedor para la gente corriente y moliente. Esto es, aquel que se lo monta por su cuenta, arriesga todo y se lo curra personalmente. No coincide en nada con la imagen del emprendedor de la propaganda neoliberal cuyo ejemplo más claro es el señor Adelson, propietario de Eurovegas: grandes capitales dedicados al negocio y la especulación con contactos privilegiados con el poder político que se pone a su servicio hasta el punto vergonzoso de romper un principio fundamental del Estado de derecho, el carácter de universalidad y generalidad de la ley. Si nadie recurre ante el Tribunal Constitucional esa norma aberrante, que legaliza el privilegio, nos merecemos lo que nos pasa. Así pues, los excelentes son excelentes con toda razón.

Los mejores. Intervalo del 70-79 % también eleva mucho el ánimo. A pesar de las campañas mediáticas de difamación y de la instrumentalización de algunas de ellas (pues aquí son todas instituciones) tienen el merecido reconocimiento público. Con matices. La radio ha subido 11 puntos desde junio y seguirá subiendo si la televisión continúa siendo tan mala y, sobre todo la pública, tan ignominiosamente manipulada que parece un centro de agitprop neoliberal. Es un efecto compensatorio, a pesar de que la radio aparece siempre como tecnológicamente más atrasada. La policía ha perdido 11 puntos de junio acá y seguirá perdiendo si su actuación callejera se mantiene en los niveles de agresividad, desproporcionalidad, intimidación y arbitrariedad que viene observando. Probablemente es injusto, pues ese juicio negativo debiera gravitar sobre sus mandos. pero est@s son polític@s de los que hablaremos cuando corresponde, o sea, en el fondo de la sentina. El Ejército sube 17 puntos y no bajará salvo que empiece a tontear a propósito de la cuestión catalana. Los abogados pegan un salto de 33 puntos lo cual, es de suponer, refleja el agradecimiento de la gente por su clara oposición a los desmanes del ministro de Justicia, como también sucede con los jueces, un poco más abajo. Son nuestra defensa y cuanto más independientes sean y más se enfrenten al poder, más subirán.

Los buenos. Intervalo de los 50-59%. Pasable está la cosa. La mayor alza, ya mencionada, los jueces. Insólita la presencia aquí de la defensora del pueblo, sin variación desde junio. Probablemente porque la gente no sabe quién es ni qué hace. En cuanto se entere de que es una marquesa que actúa como tal, ya veremos cuál será su puntuación. Porque esa idea de que la gente adora el tronío de la nobleza y, a falta de esta, la peineta en la cabeza, solo puede caber en la de la señora Cospedal, y no entera.

Los malos. Intervalo de los 40-49%. El salto mayor lo da el Tribunal Supremo con 41 puntos, pues parece que la gente va olvidando el bochorno de su expresidente Dívar. Suben mucho asimismo las grandes empresas españolas con 25 puntos. Pero sigue siendo significativo que se encuentren 40 por debajo de las pequeñas y medianas aventuras. Lo más llamativo es ese misérrimo 46% de la TV. Nada de extrañar. La calidad de la TV es ínfima y así se acusa en su baja valoración. Sin embargo, la TV es, con mucho, el medio de mayor audiencia, pues alcanza el 85% de la población. Y una audiencia que no se limita a mirarla así de pasada, como quien mira distraidamente un anuncio en el metro, sino que se clava frente al televisor cuatro horas y seis minutos diariamente. Es decir, la mayoría de los españoles se traga cuatro horas diarias de un producto que en su mayoría dentro de la mayoría detesta. Hay una obvia disonancia cognitiva. La iglesia católica ocupa el fondo de los malos y aun parece muy favorecida si se tiene en cuenta su trayectoria de institución conservadora, privilegiada, insolidaria, hipócrita y manipuladora del poder político dócil (todos ellos) para imponer su ideología reaccionaria al conjunto.

Los pésimos. Intervalo de los 0-39. Están quienes deben estar; todos con valoraciones negativas que se han ganado a pulso por diversos motivos: su codicia, su ineptitud, su corrupción, su intolerancia, su sectarismo, su deslealtad y su miseria moral. Ese 76% de reprobación popular a los obispos que se pasan el día metiéndose en donde nadie los llama, encendiendo conflictos, atizando el odio contra las minorías, debiera hacerlos reflexionar acerca de su función en el siglo y en la iglesia y dejar de tratar a la gente como una masa compuesta de idiotas, sus feligreses, y delincuentes, los no creyentes. El gobierno y el parlamento flanquean a los prelados en el menosprecio popular. Tanto el uno como el otro tienen tan baja puntuación que, animados por un espíritu ahorrativo, debieran despedir sin más a sus gabinetes de comunicación. Las dos instituciones carecen de todo crédito por razones conocidas pero el gobierno suscita, además, inquina, al vérsele como un agresor permanente, mientras que el parlamento solo parece inspirar desprecio. No obstante, la palma se la llevan con todos los honores los tres últimos: bancos, partidos políticos y políticos. ¡Qué acierto ponerlos juntos! Una forma gráfica y rotunda de señalar que forman una (quizá hasta delictiva) unidad, explicada a través de la actual teoría de la puerta giratoria, la clásica de las afinidades electivas o el puro hecho de que unos están al servicio descarado de los otros. En el fondo del barril, ya cerca del desagüe de la historia, los políticos individualmente considerados, cuyo retrato robot es el de un embustero, venal, corrupto, demagogo, inepto y aprovechado. Obviamente la generalización es injusta, tanto para los políticos como para los partidos, y es preciso reconocer que se trata de excepciones. Pero, como van las cosas, cabe ya preguntarse cuál es el lado excepcional, el de los corruptos o el de los honrados.

diumenge, 30 de desembre del 2012

La España oficial y la España real.

El presidente afirmaba solemne en su lamentable comparecencia del día de los Inocentes: Creo en España y en su futuro. Estaría bueno. Cabe imaginar cómo sonaría otro tipo de enunciado, por ejemplo: No creo en España ni en su futuro. Ningún presidente del gobierno puede decir algo así. Y, como tampoco es cosa de andarse con pamplinas del tipo de mediocreo en España y en su mediofuturo, la expresión primera resulta obligada y es una vaciedad. Porque si Rajoy no creyera en España y en su futuro, ¿por qué empeñarse en ser presidente del Gobierno? Para los neoliberales, tan admiradores de lo empresarial, sería como si un fabricante de quesos, por ejemplo, dijera no creo en mis quesos ni en su futuro

Son las perogrulladas de Rajoy. Adornadas, además, por el hecho de no saberse nunca qué diantres quiera decir. Porque, en efecto, ¿qué significa exactamente creer en España? Por supuesto, nada. No significa nada. Es una consigna de la España oficial, perfectamente encarnada en esa esfinge sin secreto del presidente Rajoy, especialista en la retórica vacua de creer en España, como si España fuera el misterio de la trinidad. Son expresiones genéricas, vagarosas, sin substancia concreta: saldremos de esta todos juntos, trabajando con tesón, con confianza, con comprensión. Somos un país serio, capaz de afrontar los sacrificios necesarios para salir adelante. Somos una gran nación. Pero ni una referencia específica a medidas prácticas, propuestas para resolver los problemas.

El PSOE es también parte de la España oficial pero, al estar en la oposición, no tiene por qué compartir la retórica del gobierno y puede aportar soluciones. Al parecer trae hoy una de manifiesto calado, consistente en reformar la Constitución para implantar un Estado federal. La reforma necesitará el consenso del PP y, como es harto improbable que lo consiga, ello nos evita dedicar espacio a la propuesta federal en sí misma, al menos hasta que se formule con detalle. Es bueno, sin duda, que la España oficial se digne reconocer uno de los dos grandes problemas que la atosigan, el de su planta territorial, aunque la propuesta federal esté lejos de ser la panacea como algunos se figuran. El otro, el de la crisis económica y social aguarda aún soluciones, después de cinco años de un proceso de deterioro sin precedentes.

Así pues, la España oficial conjuga el viejo españolismo huero con una propuesta de reforma de la organización territorial del Estado.

¿Y la España real? Es esta especie de democracia autoritaria en la que, a cuenta de una crisis todavía inexplicada, se desmantela aceleradamente el Estado del bienestar y se despoja de sus derechos a sectores enteros de la población, empezando por los trabajadores. La manipulación de los medios oficiales y la concepción represiva del orden público dibujan un panorama desolador con el que nadie, ni siquiera quienes lo están imponiendo, puede estar de acuerdo. Esta España real es fácil de encontrar pues se pasa el día en la calle, en manifestaciones, huelgas y actos de protesta en contra del gobierno del PP. Es una masa gente de todos las profesiones, oficios y andaduras de la vida en estado de permanente movilización, la acción de multitudes que tan pronto se manifiestan como revientan en acciones concretas todos los actos públicos de las autoridades. Esta acción colectiva, sin embargo, a duras penas se cuela en las informaciones de los medios y nunca consigue de los gobernantes un mínimo de consideración, una reflexión, una flexibilización o modificación de sus medidas más agresivas. 

Esa España real se organiza cada vez más de modo espontáneo a través de las redes. Se da, pues, la paradoja de que la España real es virtual. Pero es y tiene cada vez mayor presencia. Es una sociedad civil en marcha contra un gobierno empeñado en imponer una concepción ideológica doctrinaria radical, un modelo de capitalismo expotador y primitivo, rechazado por la mayoría de la gente (pues no debe confundirse la mayoría electoral con la social) y contrario a las convicciones jurídicas y morales contemporáneas.

Ese movimiento de multitudes, al enfrentarse al gobierno, cuestiona el conjunto del sistema político y sus fundamentos: el procedimiento electoral, la representación parlamentaria, la Constitución misma y, en la medida en que postula un proceso constituyente, rechaza las instituciones incluidos los partidos. Sin embargo, hay entre estos algunos parlamentarios, singularmente IU, y otros extraparlamentarios de la llamada izquierda anticapitalista interesados en tender puentes con el movimiento social y encontrar vías de integración y/o acción conjunta.

Son formas nuevas de acción y están por explorar. No es desdeñable que parte de la España oficial busque unidad con la España real, pero no contará con amplias expectativas en tanto el PSOE, como la fuerza mayoritaria de la izquierda en la España oficial no dé el paso de hacer una propuesta de integración de las reivindicaciones de este movimiento similar por su definición a la que hace acerca de la organización territorial del Estado.La formulación de una alternativa económica y social al neoliberalismo salvaje importado y autóctono que el país está padeciendo no es algo tan sencillo como una propuesta federal. Si no se hace, sin embargo, el abismo entre la España oficial y la real puede llegar a ser infranqueable y tomar formas inesperadas.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 29 de desembre del 2012

Las comparecencias.

En Madrid por las señaladas fechas nos llueven los discursos solemnes. Hasta el día de los Inocentes llevamos cuatro, unos con más boato y ceremonia que otros, pero todos serios, graves, circunspectos, como corresponde a las duras circunstancias del país. Madrugó la alcaldesa Botella, seguramente por las prisas de algún desplazamiento vacacional. Nos aseguró que sentía mucho la muerte de las cinco chicas del Madrid-Arena, en la que su gobierno y el de su predecesor tienen una evidente responsabilidad por dejación o negligencia con resultado de muerte. Lo hizo sentada en un sillón con una escenografía típica de La Zarzuela, acorde con los delirios de grandeza de la dama. Por eso hizo bien el Rey en espetarnos sus cavilaciones esta de vez de pie, para no parecer el replicante de la alcaldesa. De pie o sentado, los discursos del Monarca son siempre planos y deliberadamente ambiguos para que nadie se dé por aludido. En esta ocasión, además, se trataba de aludir menos aun, a fin de mantener en discreto olvido el asunto del elefante (y sus concomitancias) y el del dichoso yerno. Luego vino Rajoy e, inmediatamente después, esta vez sí, de replicante Rubalcaba. Botella, Juan Carlos I, Rajoy, Rubalcaba. No veo por qué no va a decirnos unas palabritas Ignacio González, que vuelve César invicto de la guerra contra los rojos, los médicos, los huelguistas, los sindicalistas y los que no se enteran de la era de fortuna que se abre en Madrid con su audaz privatización de la sanidad pública. Es la hora de la oportunidad, la nueva frontera, el negocio y la rebatiña. Luego se podrán ir a jugar las ganancias al gran Saloon de Eurovegas, zona exenta de España, como Texas, antes de ser estado de la Unión. Y, ya puestos, por qué no Rouco Varela. Pero no en su medio eclesial sino en una comparecencia general en la TVE. Total, es suya. Y ya va siendo hora de anunciar el comienzo de la prometida reevangelización de España que, sin duda, comienza con la renovación del voto de pobreza, con ayuda del gobierno.
La comparecencia de Rajoy, por todos calificada de previsible, no dejó a nadie por mentiroso. Nos leyó un mazo de folios (porque le escriben los textos en tamaño enorme de letra para que pueda leerlos sin dar la impresión de leer) de consideraciones requetesabidas. No quiere dejar nada al azar, no quiere jugársela en una improvisación. Lleva las explicaciones medidas: la culpa de todo es de la herencia socialista; se ha visto obligado por la realidad y las circunstancias; es conocedor del descontento de la gente pero pide confianza y comprensión; le duele en el alma el destino de los pensionistas, a quienes no pudo subir cuanto hubiera querido; si no se hubieran tomado esas decisiones ahora estaríamos en quiebra; cree haber sido equitativo en el reparto de las cargas de la crisis; no ve preciso pedir el rescate y no sabe si lo hará en el futuro; el futuro a corto pinta azabache aunque quizá en la segunda mitad de 2013 se vea alguna luz. A ese guión más o menos se atuvo en las respuestas a las preguntas de los periodistas, dejando algunas significativas por contestar, como si volvería a hacerse la foto frente a la cola del INEM a causa del paro. Del paro en sí no habló ni dijo nada concreto acerca de qué medidas lo mitigarían o qué otras harán que España despegue por fin. Se limitó a asegurar que las suyas están empezando a dar frutos. Pero no se sabe cuáles.
El personaje no entusiasma, ni se esfuerza mucho. Se pueden extraer unas u otras afirmaciones, demostrar que son falsas, engañifas o que, como suele suceder con Rajoy, ocultan aviesas intenciones. Su atribulada preocupación por los pensionistas es el preámbulo a la nueva reforma de las pensiones que recortará aun más este derecho. O las puras mentiras, como decir que se ha sido equitativo cuando se ha amnistiado a los grandes evasores, no se suben los impuestos a las grandes fortunas ni a las SICAVs, y en cambio se eliminan las subvenciones a la dependencia, se restringe el paro, se reduce la paga de los funcionarios, etc.
También es sencillo señalar las mixtificaciones y ocultaciones: la involución en materia de educación, de administración de justicia no se debe a la necesidad de hacer frente a la crisis sino a un proyecto ideológico reaccionario evidente en el hecho de que se consolida la presencia de la religión en la enseñanza pero no se tocan los privilegios de la iglesia. Lo mismo sucede con el estilo de gobierno. La mayoría absoluta parlamentaria ha devaluado por entero la función de la cámara. Es el gobierno quien legisla mediante decreto y el presidente no comparece sino de uvas a peras y su gobierno carece de control parlamentario real.
Pero lo verdaderamente llamativo de la comparecencia es la clara impresión de que Rajoy no sabe lo que dice (y por eso procura no decir nada concreto) ni lo que hace. Su programa quedó incumplido porque se encontró una situación inesperada, desconocida. Nada permite ahora suponer que conozca mejor la actual. Su gobierno produce la impresión de actuar de modo improvisado y por ocurrencias, la acusación que él hacía al de Zapatero. Así lo piensa la mayoría de la ciudadanía, según el estudio de Metroscopia para El País, el 25%  piensa que el Gobierno tiene un plan y sabe a dónde va mientras el 65% cree que improvisa sobre la marcha. Pero es una improvisación casi obligada, vistas las circunstancias, por cuanto el margen de maniobra del gobierno en el contexto europeo, y a pesar de las habituales baladronadas de campanario del presidente, es cero, a merced de las tarascadas de unos mercados erráticos que nadie parece querer o poder controlar. La soberanía de la gran nación de Rajoy es una filfa. Si Rajoy se refiere vagarosamente a la segunda mitad de 2013 como fecha de recuperación quizá sea porque en esas fechas habrá elecciones legislativas en Alemania, de cuyo resultado depende todo respecto a España.
En el interior, Rajoy se enfrenta a un problema creciente con la demanda soberanista catalana que él mismo empezó tildando de algarabía y sigue sin entender, como se demuestra con el mantenimiento de la Ley Wert. De todas formas este es el único aspecto en que parece preparado para hablar con la oposición socialista a la cual ningunea de modo sistemático. Afirma tener una coincidencia completa con Rubalcaba en la oposición al soberanismo catalán. A su vez, en su comparecencia, en efecto, Rubalcaba ha subrayado la oposición del PSOE a la independencia de Cataluña que comparte con el PP.
Comparte más cosas y una de ellas, paradójicamente, la que menos dice compartir. Afirma Rubalcaba que nunca supusieron en el PSOE que la derecha iba a ser tan agresiva en el gobierno. En otros términos, le sucede como a Rajoy: no sabía lo que le esperaba. En consecuencia, un año perdido para la oposición, tan perdida como el año. Igualmente, tampoco Rubalcaba quiere hablar de lo que no le interesa, en concreto la situación interna del PSOE, las primarias, la candidatura a la presidencia del gobierno, en definitiva despejar la incógnita del liderazgo. Siendo estos asuntos de gran importancia, aplazarlos otro año sin una garantía mínima de que no será tan perdido como el anterior quizá no sea equivalente a jugar con fuego pero sí a dejar que este se extinga.
(La imagen es una es una captura del vídeo de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 28 de desembre del 2012

Palinura.

Palinuro, siempre tan celoso de su predio, lo cede de muy buen grado para reproducir un magnífico artículo de Inés Gestido en el digital Insurgente, un periódico de la izquierda no sectaria, pues también la hay. Es una pieza breve, clara, sencilla, actual que relata y delata una injusticia lacerante, parte del abuso general y generalmente aceptado sin discusión a que nuestra sociedad somete a más de la mitad de sus miembros. Y con la complicidad no ya de quienes lo perpetran directamente sino de tod@s l@s que no lo denuncian. Porque quienes viven en la injusticia, de ella se benefician, aunque sea involuntariamente, y no la denuncian son cómplices.
Gestido aclara además de forma diáfana y concisa qué pretende el femenismo y qué quienes lo combaten. Lo subscribo por entero excepto en su última frase que atribuyo a un exabrupto, por lo demás presente en todo el artículo, razón por la cual este tiene tanta fuerza. Salvo la última frase. El feminismo no puede propugnar dictadura alguna, ni la propia, ni en broma. Nadie es libre en una dictadura. Tampoco l@s dictador@s.
Suele llamarse extremistas a quienes relacionamos la condición femenina en el patriarcado con la esclavitud. Tanto más exagerad@s cuanto que no podemos ignorar y no ignoramos lo mucho logrado cuando hace unas décadas (tampoco tantas), en algunos puntos del planeta (no en todos, por ejemplo, no en los países musulmanes) y en algunos órdenes sociales (tampoco en todos, por ejemplo, no en la iglesia católica) se reconociera la igualdad ante la ley del hombre y la mujer. Ya se hablaba de igualdad ante la ley mucho antes, pero -eso iba de suyo- las mujeres quedaban siempre excluidas.
Mencionaré un hecho incontrovertible, como todos los hechos: la ley reconoció antes el derecho de sufragio (y por tanto la ciudadanía) a los esclavos que a las mujeres.

El expolio o el gran pelotazo.

El gobierno de la C.A. de Madrid ha consumado la expropiación del servicio público de salud a favor de la empresa privada. Lo que él mismo embellece con el término "externalizar", otros llaman "privatizar" y otros, más claros, "expoliar". Y lo ha hecho del peor modo posible, a la brava, en mitad de un tremendo conflicto social, sin asomo de consenso, por imposición del rodillo de la mayoría absoluta del PP. Que además haya concurrido el recochineo de unos diputados jugando al scrabble mientras se decidía tan grave asunto es anecdótico. Solo muestra la condición moral de quienes toman esas decisiones.
El atropello carece de toda justificación racional. La privatización no es mejor, ni más eficiente, ni más barata que el mantenimiento del estatus público del servicio, como muy bien se expone en la carta abierta a Ignacio González del Dr. José Luis Pedreira Masa. La Comunidad no ha aportado ni un solo estudio, informe o documento que pruebe lo contrario. Según la citada carta publicada en el Diario progresista ni siquiera el consejero competente en la materia, Fernández-Lasquetty, es competente en la materia. Lo cual prueba que la competencia, tanto en lo médico como en lo económico, es indiferente pues se trata de una decisión puramente política, una cacicada de ingentes proporciones en favor y beneficio de unas empresas privadas.
Es más, si hay pruebas prácticas de algo ya es de la ruina de estas privatizaciones como se prueba fehacientemente con la quiebra del privatizado hospital de Manises y el escándalo del de Collado Villalba que, confiado a la gestión de Capio, cuesta 900.000 euros mensuales a los madrileños y está cerrado. Y no es lo único. Todo cuanto se gestiona con estos criterios privatizadores acaba siendo ruinoso para la administración porque las empresas que se encargan del servicio siguen a rajatabla la conocida máxima de privatizar los beneficios y socializar la pérdidas. Lo que pasará con los hospitales y centros de salud hoy privatizados ya está prefigurado en la ruina de las radiales de Madrid, que descargan sus pérdidas sobre los madrileños y, por ende, todos los españoles. Y antes y a lo grande en la de las cajas de ahorros, gestionadas con objetivo de puro saqueo de lo público, arruinadas por prácticas erróneas cuando no delictivas, que ahora deben ser rescatadas con dineros de todos los ciudadanos.
Ese es el contenido del neoliberalismo español: poner el Estado al servicio de los intereses de las grandes empresas privadas. Literalmente.
Y ¿qué hace la izquierda, confrontada con esta agresión sin precedentes a los fundamentos del Estado del bienestar que, en su formulación constitucional de Estado social y democrático de derecho daba ya como una conquista consolidada, inamovible? ¿Qué, frente a la aniquilación del régimen jurídico de las relaciones laborales y la pérdida de los derechos de los trabajadores? ¿Qué, frente a la ruina de la educación pública en favor de la privada? ¿Qué, frente a la manipulación de los medios públicos de comunicación puestos al servicio de los intereses de esta oligarquía político-empresarial?
Muy poco, por no decir nada, lo cual es llamativo, además de lamentable, por cuanto este atropello, perpetrado en sigilo e impuesto por un trágala una vez hecho público, ha suscitado una indignación generalizada en la sociedad. Es lo menos. Recuérdese que este mismo intento de privatización del servicio nacional de salud, incluso bastante menos chapuza que el madrileño, es lo que costó el cargo a Margaret Thatcher.
No se me ocurre si no que la izquierda no tendrá perdón posible si, ante la emergencia de la situación, no se une con un programa común mínimo consistente, quizá, en un solo punto: firme propósito de volver al sector público todo lo que le haya sido arrebatado. Y conviene que lo formule ya con suficiente claridad para que quienes se aprestan a consumar el pelotazo de la privatización se lo piensen dos veces. Querrán blindar su transacción cuanto puedan y creerán que será difícil deshacer lo hecho. Más difícil parecía cumplir la promesa de traer las tropas del Irak y fue la primera medida de Zapatero. Porque si este ganó contra pronóstico las elecciones de 2004 fue, entre otras cosas y de modo decisivo, por aquella promesa.

dijous, 27 de desembre del 2012

Machismo.

Bueno, vamos a ver. Esas cuarenta y seis mujeres asesinadas -la cuota sangrienta de una violencia que tiene muchisimas más víctimas- son, o deben ser, un aldabonazo en la conciencia de la colectividad. Sumadas a las cuarenta y tantas o cincuenta y tantas del año anterior y el anterior, obligan a una reflexión a fondo sobre las causas. No podemos admitir que una determinada cantidad de hombres mate a sus parejas con la misma inevitabilidad con que a partir de ciertos grados, hierve el agua.
No podemos tratar de disfrazarlo u ocultarlo con circunloquios tan falsos como cursis. Esa violencia en el entorno doméstico con que la inenarrable ministra de Sanidad pretendió, como buena cipaya de género, escamotear el comportamiento asesino del machismo, carece de toda dignidad intelectual; como ella misma.
Tampoco podemos obstinarnos en abordarlo como una problema legal. Es preciso, sí, legislar para prevenirlo y castigarlo. Legislar más y mejor. Pero no basta con legislar. Debe abordarse con un enfoque integral, haciendo intervenir todos los factores posibles. Empezando por la educación, tanto en la escuela como en la familia y la que se transmite a través de los medios.Si el ministro Wert, otro fenómeno de la España Hurraca, sostiene que la separación por sexos en la enseñanza no es necesariamente causa de discriminación en favor o contra de nadie, juega al sofisma ya que la separación, sobre ser causa, es ya efecto de la discriminación. La separación es, obviamente, discriminación.
El enfoque integral implica la revisión permanente de una infinidad de prácticas sociales por insignificantes que puedan parecer. Es un proceso también educativo, pero del conjunto de la sociedad, a lo largo de toda la vida, no solo en la escuela. Es la aplicación de la perspectiva de género, que debiera ser universal e incuestionable porque se trata de devolver a la mitad de nosotros la dignidad que hace siglos viene negándosele. Cuando un cura italiano dice que la culpa de la violencia machista es de las mujeres por ir por ahí provocando cada vez más, u otro clérigo en Canarias achaca asimismo a la desenvoltura de los chavales la pederastia del clero, la estupefacción general apenas oculta el hecho de que se trata de manifestaciones de un sentir latente muy generalizado en la sociedad patriarcal.
Lo mismo pasa con las burlas sobre la corrección política. La prensa está llena de individuos que presumen de incorrección política a título de rebeldía, como esos lacayos del poder que dicen estar contra todo poder cuando no mandan los suyos. Suelen ser los aficionados a contar chistes verdes, generalmente denigratorios hacia las mujeres, en esas sobremesas densamente estúpidas de machos ahítos que son el orgullo de la estirpe hispana de Braulios larrianos.
Más en concreto, es preciso disipar cualquier ambigüedad, conformismo y enfrentarse a toda agresión de género, se dé como se dé. Hace unos días leí un estupendo artículo de Lorena Aguilar Aguilar en Caos en la red titulado No es piropo, es acoso callejero en donde se consideraba la costumbre del piropo una forma de agresión de género. Aunque es un poco blando para mi gusto, pues parece sugerir que si la agresión fuera "de verdad" piropo, sería admisible, me sentí identificado de inmediato con él. Hace veinte años se me ocurrió decir por la radio en Onda Cero que el piropo era una manifestación de machismo y se me vino encima una avalancha de críticas de todo tipo con los manidos argumentos en defensa de esa forma de violencia: es un arte, tampoco es para tanto, a las mujeres les gusta, es inevitable, es un reconocimiento de la belleza, es ingenio popular, etc., etc. Todas falacias de manual, generalmente esgrimidas por los mismos que justifican de modo parecido la tortura y muerte de los toros en las corridas. Hay también toques patrióticos: el piropo, amig@s es muy español. Cierto, cierto, menuda desgracia. No me consta traducción aceptable del término en otras lenguas como el francés, el alemán o el inglés. Lo más cercano parece ser cumplido, también existente en español, prueba de que no es piropo. Además de otras cosas, el piropo es una grosería.
Los asesinatos de mujeres están ya en potencia en los últimos rincones y pliegues de nuestra cultura, desde los piropos a la instrumentalización del cuerpo femenino en la publicidad, hasta en el lenguaje. Y no se diga nada de la religión. De todas las religiones. ¿Cómo no va a ser feminicida una cultura cuya religión empieza por decir que la culpa del pecado original la tiene la mujer, Eva?
Y una última consideración de rabiosa actualidad. Son los nuestros tiempos de penuria, de empobrecimiento, de desempleo, inseguridad, injusticia, atropellos. La inmensa mayoría de la población pasa penalidades. Hombres y mujeres. Pero las mujeres padecen una desgracia añadida: a su regreso a casa, su pareja puede asesinarlas. No falla: las mujeres siempre llevan la peor parte. Y, si son negras, ya ni hablamos.