divendres, 23 de setembre del 2011

Los maestros censores.

Estábamos los españoles sobrellevando con nuestro tradicional estoicismo la crisis que la codicia y la incompetencia de los genios de las finanzas nos han echado encima cuando nos enteramos de repente de la existencia de otro organismo, otro más, alimentado con fondos públicos y dedicado a hacernos la vida imposible. El Consejo de Administración de la Corporación RTVE es un órgano elegido por las Cortes Generales, compuesto por 12 miembros, cada uno de los cuales cobra unos 120.000 euros al año, excepto su presidente que, al parecer se embolsa 240.000. O sea, sólo él, veinte mileuristas. Añaden asesor, secretaria y coche oficial. Ni que fueran banqueros rescatados ¿verdad?

Y ¿qué hace esta docena de ilustres desconocidos aparte de saltarse alegremente la normativa que rige el organismo en materia de paridad de sexos, descaradamente en favor de los varones? Nada que haya merecido la atención de los medios de comunicación en cuatro años que llevan de mandato. Éste es de seis años. No me extraña; si Palinuro cobrara diez mil euros al mes querría un mandato vitalicio. Bueno, nada no; el miércoles tomó una decisión que sin duda salió a la mayoría del fondo mismo de sus entretelas partidistas: hartos de que los telediarios fueran plurales y dieran noticias positivas o negativas, para unos u otros, los consejeros decidieron atribuirse la competencia para censurarlos previamente. La medida la propusieron, se dice, los consejeros del PP, sin duda molestos de que la RTVE no alcanzara las cotas de objetividad, neutralidad, calidad y, desde luego share de las televisiones de Esperanza Aguirre y Francisco Camps, hoy Alberto Fabra.

Votaron a favor los cuatro consejeros del PP y el de CiU, se abstuvieron los del PSOE, ERC y CCOO y votaron en contra (en todas partes hay gente decente) los de IU y UGT. De inmediato hubo una reacción universal en contra hasta de sus propios partidos y los malaconsejados consejeros, sin duda preocupados por sus emolumentos, decidieron desdecirse bravamente antes de que la noticia hubiera terminado de ser leída por los locutores. Si hay que perder la dignidad, se pierde, pero no los 120.000 euríviris ni los demás chollos y privilegios que convierten unas nulidades en verdaderos potentados a costa del trabajo de un pueblo al que querían birlar la información.

Por no pensar, ardua tarea a la que estos lumbreras no deben de estar acostumbrados ya que la de llenarse los bolsillos no les deja tiempo libre, ni han pensado en cuál podría ser el resultado final de un producto en el que metieran las tijeras todos los partidos. Si cuando la tijera es sólo cosa de un partido salen los engendros sectarios que salen en TeleMadrid y Canal Nou en Valencia, cuando sea cosa de todos no saldrá nada. Los telediarios darán información sobre la vida de los pingüinos australianos o la canonización de Fruela.

Esto de la democracia no hay quien lo aguante. Al fin y al cabo, la censura previa tiene sólidas raíces españolas. En tiempos de Franco estaba en vigor, hasta que llegó el liberal Fraga y la abolió sustituyéndola por la censura a posteriori. Podías publicar lo que quisieras; pero si lo publicado no gustaba a Franco, Fraga, el obispo, el alcalde, el jefe provincial del Movimiento y una retahila de enchufados, te la cargabas. Te ponían una multa que te baldaban, o te cerraban el periódico o te metían en la cárcel. Y todo eso en defensa de la civilización cristiana. ¡Y ahora no se puede ni defender el pluralismo ni la imparcialidad informativa de los medios públicos como corresponde a la democracia que el Glorioso Movimiento Nacional trajo providencialmente a España! Una vergüenza, mi general.

Uno entiende que propongan esta medida los consejeros del PP. Al fin y al cabo, Fraga es el fundador del partido y aportan la experiencia que tienen en la manipulación de los telediarios de sus comunidades, verdaderas máquinas de agit-prop de la derecha. Que vote a favor el consejero de CiU ya es incomprensible. Pero no tanto como que se abstengan el PSOE, ERC y CCOO. La izquierda propiciando con su abstención la censura previa en los medios públicos. Eso no tiene nombre, los representantes de estos grupos no merecen más que desprecio y todos, los votantes a favor y los abstencionistas, deben abandonar ipso facto unos cargos que no debieron ocupar jamás. Los únicos que se han ganado seguir (en el supuesto de que continúe un órgano cuya supresión ahorraría un puñado de millones al erario público) son los consejeros de UGT e IU, así como el agradecimiento de una ciudadanía que no quiere que la traten como menor de edad.

dijous, 22 de setembre del 2011

El caso FAESAN.

Es una gran noticia que el pleno de lo penal de la Audiencia Nacional (AN), por unanimidad, haya revocado el procesamiento de los tres mandos policiales por el presunto chivatazo del bar Faisán. Hubiera sido mejor que la sala hubiera decretado que, en realidad, no hay caso y que el procesamiento de los tres funcionarios más parece una causa política por asuntos muy ajenos a ellos y que, en el fondo, trata de atacar la candidatura de Pérez Rubalcaba a la presidencia del Gobierno pues era ministro del Interior cuando los hechos supuestamente se produjeron. Pero, hasta donde llega, es un alivio y, si sostiene que parece hubo delito, dice también que no hay pruebas suficientes contra los policías, con lo que estos tienen un merecido respiro en la campaña mediática y las continuas interpelaciones parlamentarias del PP que son un verdadero juicio paralelo que dura ya años y ha tenido que causarles mucho quebranto psicológico. Algo de lo que Palinuro, al menos, se siente avergonzado en nombre de la sociedad española que no ha sabido devolver bien por bien ni proteger de la infamia por infames intereses políticos a quienes han sido instrumentalizados en una estrategia innoble.

Al lado personal y humano del hecho hay que añadir el colectivo e institucional de que, al plantearse como un ataque al Gobierno, esta acción judicial ha hecho mucho daño a la lucha antiterrorista que, como es obvio, debe ser una asunto de Estado, por encima de los intereses de los partidos. Al acusar a la policía del delito de colaboración con banda armada y dar a entender que es instigado por el ministro del Interior, el efecto, objetivamente hablando, es debilitar la lucha del gobierno contra el terrorismo. Que esto además se haga en contra del gobierno que ha conseguido de hecho derrotar a ETA que ahora sólo mide los plazos para anunciar su disolución es notoriamente injusto.

Pero es la estrategia del PP, que se ha personado en el proceso en calidad de acusación popular, esa figura que permite a un partido político acusar a otro en sede judicial de forma seguramente temeraria. Una estrategia que, al parecer, está pensada por Federico Trillo, exministro de Justicia y responsable de esta materia en el PP. Es curioso; el señor Trillo, especialista en Shakespeare, debe sentirse como Hamlet, al que perseguía la sombra de su padre, vilmente asesinado. En el caso del exministro las sombras son las de 62 y militares españoles muertos en circunstancias que los tribunales encontraron delictivas y por las que condenaron a penas de prisión a otros mandos militares de los cuales Trillo era el responsable político. Es posible que Trillo no sienta esas sombras porque la conciencia es una mar abierta; Palinuro viviría angustiado.

Federico Trillo es patrono de la fundación FAES en cuya página web se dice que: vinculada al Partido Popular desde su creación, en 1989, la Fundación FAES está presidida por José María Aznar. Muchos otros patronos de la FAES (Aguirre y otros) han reiterado en público la idea de que el caso Faisán revela colaboración con banda armada y Rubalcaba está inhabilitado como candidato a la presidencia del Gobierno. Por descontado, siendo el responsable de Justicia del PP y coordinador de su estrategia judicial al tiempo que patrono de la FAES, Trillo está en inmejorable posición para llevar a buen puerto esa estrategia.

Pero no sólo él. También podría colaborar en la tarea el inefable magistrado Enrique López, de la citada sala de la AN y principal adalid de la idea de la colaboración con banda armada, al tiempo que estrecho colaborador de la FAES, en la que ha impartido 63 seminarios y, al parecer, retribuidos, si bien no sabemos en cuánto, lo cual no está bien pues la financiación de la FAES es básicamente pública. Aun así, el magistrado López no tiene intención de inhibirse en la causa. Es asombrosa la falta de sensibilidad de la derecha política o judicial frente a estos asuntos morales. Los mismos que pidieron y consiguieron apartar al magistrado Pérez Tremps del Constitucional porque había redactado antaño un informe para la Generalitat o que pidieron y obtuvieron la dimisiòn del ministro Bermejo por haberse ido de cacería con el juez Garzón, son los que ahora se niegan a dimitir por asuntos más clamorosos. Y tanto como que la cacería ahora no sería de animales sino de personas. Tampoco hay que extrañarse mucho a la vista de lo que tardó Camps en hacer lo que no tenía otro remedio que hacer.

Por eso el caso Faisán es en realidad el caso FAESAN en el que se sacan las cosas de quicio quizá con la intención de atropellar a tres funcionarios con una gran hoja de servicios en la lucha contra ETA, de involucrar al gobierno en una inverosímil colaboración con banda armada cuyo resultado sólo podría ser que descarrilara el actual proceso de normalización en el País Vasco, la primera esperanza sólida de paz en más de treinta y cinco años.

Aplausos del respetable.

dimecres, 21 de setembre del 2011

Una digna respuesta.

La educación, la sanidad, la vivienda, el seguro de desempleo y las pensiones son los pilares del Estado del bienestar, la conquista democrática del siglo XX en Europa basada en la idea de que esos servicios constituyen derechos de los ciudadanos. Como tales deben tener igual reconocimiento y garantía que los derechos clásicos civiles y políticos y los derechos fundamentales. Porque son derechos fundamentales, no mercedes graciables del poder ni actos de beneficencia de organizaciones privadas. Mucho menos negocios.

Esa conquista democrática es la que la derecha neoliberal quiere desmantelar y lleva camino de hacerlo si las sociedades bajo ataque no se defienden. Las pensiones están congeladas; el seguro de desempleo, reducido y acortado; el acceso a la vivienda es una quimera. Ahora el ataque es contra la educación y la sanidad que, privatizadas, son suculentos negocios. La novedad de la situación es que el neoliberalismo no niega ya (como sí lo hacía antes) que la educación y la sanidad sean derechos. Lo que dice ahora es que, por desgracia, no hay dinero para financiarlas y que, en época de crisis, hay que recortar. Pero esto es una excusa.

En primer lugar, no hay dinero porque hace años que está descapitalizándose el Estado a base de reducir los impuestos y renunciar a ingresos bajo la engañosa consigna de que "en donde mejor está el dinero es el bolsillo de los contribuyentes", sin especificar de qué bolsillos se habla. En segundo lugar si, con todo, hay que reducir partidas, habrá que pensárselo mucho, ser muy transparentes y justificar que no hay otro lugar del que reducir que no sean la educación o la sanidad. Si las exenciones fiscales y privilegios que la Comunidad Autónoma de Madrid concede a la enseñanza privada concertada alcanzan los ochenta millones de euros y esa es la cantidad que se ahorra con los recortes de la enseñanza pública, será preciso demostrar por qué es más justo privilegiar a la privada en detrimento de la pública. No blandir el hacha y asestar el tajo sin más explicaciones.

Esa es la política de la Comunidad de Madrid, la de los hechos consumados y las confrontaciones. Porque a Esperanza Aguirre no le interesa conservar la enseñanza pública sino desmantelarla en beneficio de la privada. Por eso no razona, sino que insulta. La historia de su mandato es de hostilidad a los servicios públicos. No da razones sino que va por la vía de hecho y, en lugar de, cuando menos, explicar las medidas tomadas, pues no las ha consensuado con nadie, trata de desprestigiar a los docentes (como intentó hacer en la legislatura anterior con la sanidad pública y las calumnias al doctor Montes) mintiendo sobre su jornada laboral, descalificando su labor y agrediendo a los sindicatos. Eso no es política democrática, de diálogo, sino política autocrática, de imposición. Y no es casual ni repentino sino algo calculado, planeado y ejecutado fríamente, es el desmantelamiento del Estado del bienestar.

La colectividad de enseñantes, padres y alumnos respondió ayer ejemplarmente por segundo día en la calle con una manifa multitudinaria que es en realidad una enmienda a la totalidad de la política educativa de Aguirre y de su consejera, Lucía Figar, esa pía dama que según ella misma dice, piensa entregar suelo público gratuito para que las sectas ultracatólicas que son de su agrado pueden adoctrinar a los niños de la región. Visto lo visto imagino que estas sectas edificarán en los terrenos públicos unos colegios de excelencia para los hijos de los ricos y, al lado, unas chabolas para enseñar el catecismo a los hijos de los pobres que, bien pensado, es lo único que necesitan aprender.

Y no acaba ahí el alcance político de la combatividad de Aguirre. No solamente desprestigia a los docentes y miente sobre su jornada sino que ataca la legitimidad de la huelga atribuyéndosela a los sindicatos, el PSOE, los indignados y "los de la ceja" y, en definitiva, al gobierno central. Es decir, todo el conflicto está provocado y planeado por la Comunidad de Madrid con el fin de plantear un problema más al gobierno central y como eso es absurdo porque éste carece de competencias en la enseñanza en Madrid, se lleva por el lado de la demagogia, asegurando que está alentando a los huelguistas y poco menos que sosteniendo que la huelga está organizada por Rubalcaba y que el ministro de Educación dimita por ello. Una actitud de tan disparatada frivolidad en un asunto de tal importancia muestra que a Esperanza Aguirre la enseñanza pública y los docentes le importan un comino. Y los alumnos, menos.

dimarts, 20 de setembre del 2011

Por qué la izquierda.

En la historia de Occidente ha habido tres momentos de especial importancia en los que se han opuesto dos concepciones del mundo, la de la ciencia y la de la religión, la que va en busca de la verdad, avanza en el conocimiento de la naturaleza y contribuye a la emancipación de los seres humanos y la que se atiene al dogma, obstaculiza el avance del conocimiento y no quiere la emancipación sino la sumisión de los seres humanos. Es la lucha sempiterna entre la razón y la fe que el Papa Benedicto quiere resolver dando primacía a la segunda sobre la primera y la izquierda, como la ve Palinuro, procediendo al revés, dando primacía a la razón sobre la fe.

Los tres momentos citados son el redescubrimiento del cuerpo filosófico aristotélico en el siglo XII; el giro copernicano del triunfo del heliocentrismo sobre el geocentrismo en los siglos XVI y XVII; y la formulación de la teoría darwinista de la evolución de las especies en el siglo XIX. En las tres ocasiones la Iglesia se opuso al descubrimiento, a la novedad, a las teorías científicas. En el caso del aristotelismo, un sistema filosófico completo que ignoraba la idea de Dios, lo que hizo la Iglesia fue casarlo con ese mismo Dios a través de la obra de Santo Tomás, gracias a la cual Aristóteles pasó a ser objeto él mismo de dogma, algo que no casa nada con el estagirita, pero permitió perseguir las discrepancias filosóficas como herejías y actuar en contundente consecuencia. El tomismo sigue siendo la filosofía oficial de la Iglesia, sea en vertientes "progresivas" o "tradicionales".

Frente a la teoría copernicana, la Iglesia reaccionó con mayor virulencia, si cabe, y menos contemplaciones. Censuró, persiguió, encarceló, torturó y asesinó gente por sostener ideas que hoy nadie cuestiona, ni los curas. Porque respecto a la metafísica aristotélica se puede debatir, pero no del hecho de que la tierra sea redonda y gire en torno al sol. La Iglesia ha pedido perdón por algunas de las barbaridades más escandalosa, como los asesinatos de Savonarola y Bruno. Pero la cuestión no es pedir perdón por los excesos sino reconocer que estos son producto de una teoría perversa que consiste en arrogarse el derecho a decidir lo que los demás pueden pensar. Una monstruosidad.

La polémica del darwinismo llega a nuestros días pues la Iglesia no acepta la teoría del origen de las especies por evolución y sigue aferrada a la concepción creacionista, entendiendo la fábula bíblica en sentido metafórico pero como esencialmente cierta. Hoy el creacionismo renace y cobra fuerza en las llamadas teorías del diseño inteligente, ampliamente favorecidas por la derecha y la extrema derecha de carácter confesional sobre todo en los Estados Unidos y cada vez en más países en los que se intenta sustituir en la enseñanza la concepción darwinista por la creacionista.

Este último es un dato esencial porque apunta al hecho de la alianza permanente de la Iglesia (sobre todo la católica) con la derecha y con sus regímenes políticos, incluso cuando son dictaduras. No hace falta recordar aquí que se habla de la Iglesia, no de los cristianos. Nadie ignora que hay muchos cristianos que se oponen a la Iglesia por una serie variada de razones. Es la Iglesia la que normalmente forma alianza con la derecha y sus formas políticas. Lo cual explica por qué la izquierda tiene que estar enfrentada a ella, no a los cristianos.

El maridaje Iglesia-poder político favorece un discurso basado en la idea de la división de los seres humanos que tiene diversas formas a lo largo de la historia pero siempre acaban en lo mismo: los que mandan y los que obedecen. La idea de que todos los seres humanos tenemos el mismo valor y, por lo tanto, somos iguales y merecemos vivir en libertad es la izquierda. La igualdad en libertad, sin que sea prudente favorecer a la una sobre la otra.

Aparentemente todo el mundo está de acuerdo en la propuesta. Es más, basta con mirar en torno nuestro: vivimos en sociedades básicamente libres y tratamos de que sean igualitarias. Para la izquierda, sin embargo, la libertad e igualdad existentes dejan mucho que desear. No hay libertad si no hay igualdad. Y no hay igualdad si ésta se limita a ser igualdad ante la ley, condición necesaria, pero no suficiente, entre otras cosas porque las leyes se cambian ya que son producto de la razón.

Es verdad que la desigualdad presente parece no ser tal pues encaja en la igualdad ante la ley y ya no hay privilegios nobiliarios o de otros tipos. Nadie habla de señores y siervos, nobles y villanos, ni siquiera burgueses y proletarios. Pero eso no quiere decir que no siga habiendo la dicotomía entre los que mandan y los que obedecen, los de arriba y los de abajo. Lo que sucede es que, en la sociedad neoliberal, que marcha a toda máquina al restablecimiento de condiciones materiales del capitalismo primitivo y la moral victoriana con toques calvinistas, la división es entre los justos, que son los triunfadores, y los injustos, que son los fracasdos. Y mientras eso siga siendo así, la izquierda será necesaria.

(La imagen es una reproducción de un cuadro de Jacques Réattu, titulado El triunfo de la libertad (1794/95) que está en el dominio público).

dilluns, 19 de setembre del 2011

El peligro somos los hombres.

Durante el fin de semana ha habido tres mujeres asesinadas por sus parejas. Tres más. Tres casos más de violencia machista. Se discute mucho sobre el nombre. Antes se llamaba a esto "crimen pasional" y, luego, se han ido empleando otros términos, como "violencia doméstica", "violencia de género" o "violencia sexual". Todas las expresiones tienen algún sentido, pero no son enteramente satisfactorias. Si por "pasional" se entiende irreflexivo, impremeditado, repentino, súbito, muchos de estos asesinatos son premeditados, planeados, alevosos. No siempre son crímenes domésticos. Desde que hay divorcio, separación, denuncias, órdenes de alejamiento, casi nunca son domésticos. Son sexuales, sí, de género; pero siempre del mismo sexo y del mismo género; del masculino. Son crímenes de hombres, viriles, machistas.

Es un terreno escabroso por lo que tiene de íntimo y lo que hace a las autoimágenes que los hombres tenemos. De inmediato se forma un coro de ultrajados varones prestos a recordar que por dos o tres casos aislados no cabe criminalizar el género. Dejando aparte el hecho de cierto peso de que no son dos o tres casos aislados (como se verá más abajo) se da la circunstancia de que el género no necesita que lo criminalicen ya que es criminal por sí. Es cierto que no todos los hombres asesinan a sus parejas. Pero también lo es que casi todos los que asesinan a sus parejas son hombres. Siempre hay algún caso, ese sí excepcional, de mujeres.

Igualmente casi todos los que abusan de los niños son hombres. Lo cual explica por qué está tan extendida la pederastia en la iglesia católica: porque es una organización exclusivamente varonil. Casi todos los componentes de las redes de pederastia en internet que, se supone, reflejan en cierto modo las del mundo real, son hombres.

Asimismo hombres son casi todos los que torturan animales hasta la muerte. Entre los individuos que alancearon a Afligido en Tordesillas no había una mujer. En el post que Palinuro dedicó al toro de Tordesillas con el título de los toros no votan se decía que el problema de la crueldad es que es atributo de la especie y atributo racional. Ahora corresponde precisar que no es de la especie, sino de parte de ella, la masculina. Quizá sea por esto por lo que los más misóginos de los varones ilustres proclaman que la mujer es una animal irracional. Porque no mata o mata poco.

Hombres son los que llevan a cabo las violaciones generalizadas y sistemáticas en los conflictos armados que se han dado o se dan en Yugoslavia, el África o algún país musulmán. Serán o no expresamente ordenadas por el mando militar, pero están siempre presentes como un acto más de guerra expresamente dirigido contra las mujeres que casi nunca son combatientes. Hombres también los que recurren a lo que ya se conoce como feminicidio.

No son dos o tres casos aislados. Y no cuenta si son ricos o pobres, jóvenes o viejos, nacionales o extranjeros, católicos o confucianos. Cuenta que son hombres.

Es decir, es violencia viril o violencia machista porque parece ser inherente al género masculino hacer violencia a los más débiles. Someterlos, torturarlos, asesinarlos. El peligro somos los hombres. El debate sobre si esta condición criminal tiene raíz natural o cultural, si es genética, por ejemplo, o aprendida en la socialización, es inútil porque, aunque fuera lo primero, genética, no se puede admitir. La especie no puede tolerar que parte de ella sea criminal por instinto. Hay que empeñarse en que es cosa de la socialización.

Pero ¡es que aquí está todo por hacer! No basta con las leyes, con ser éstas necesarias, sino que hay que entrar a saco en el lenguaje, en la educación, en veinte siglos de filosofía, literatura y arte. Y no digo nada de las religiones. En la judeo-cristiana, que tiene a la mujer como la causa de la pérdida del paraíso terrenal, anida una concepción de ésta que, se quiera o no, incita a su asesinato. Por eso, porque la tarea es ciclópea, pues consiste en cambiar la vida, no se puede perder ni un segundo, no se puede perdonar ni una broma, ni una complacencia, ni un paso atrás y en todos los asuntos hay que plantear siempre la perspectiva de género. Del otro.

(La imagen es una foto de Paul Lowry, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 18 de setembre del 2011

Clamar contra la crisis

Esta crisis viene de largo y va para más largo. Las comparaciones al uso con la de 1929 quedan más y más desfasadas. Quizá sea ya peor, más destructiva, que la Gran Depresión. Los cientos de personas que ayer se manifestaron en Wall Street y delante de la Bolsa de Madrid, así como en otras ciudades, tienen una gran valor simbólico pues señalan el ámbito financiero y el especulativo como responsables directos de esta catástrofe. Pero su valor es ese, simbólico. El movimiento 15-M es cada vez más como Juan Bautista, que predicaba en el desierto, aunque había muchos que lo oían. También ahora, por la tele, por los periódicos. Pero no se mueven. Pasará del todo el verano, llegará el invierno y, si los indignados siguen de acampada y debatiendo bizantinismos, muy contentos con su clarividencia, saldrán de las noticias políticas para entrar en las de servicios sanitarios. Pero este es otro asunto que los compete a ellos, si se dan o no otras formas de actuar de mayor impacto social.

Aquí vamos de la crisis que tiene unas proporciones descomunales, de esas que se producen de vez en cuando en el capitalismo, sin que nadie sepa cómo (aunque algunos dicen que pueden predecirse) ni cómo hacerles frente y menos cómo salir de ellas. Casi todas arrancaron con el estallido de una burbuja, desde la primera de la compañía británica de los Mares del Sur (hacia 1720), que arruinó a miles de personas en las islas, hasta la penúltina de las empresas puntocom en los años noventa del siglo XX, pasando por la del Canal de Panamá en 1891 o la de los roaring twenties que desencadenó la de 1929. Ahora la burbuja ha sido inmobiliaria, de los Estados Unidos, Inglaterra y España principalmente.

El problema es que la burbuja inmobiliaria ya ha estallado, con las habituales consecuencias destructivas e imprevisibles pero, lejos de reencauzarse las economías por la senda del crecimiento, tras haber hecho sacrificios sin cuento y tomado medidas tan amargas como el ajenjo, amenaza en el horizonte una segunda recesión que pone los pelos de punta a los analistas y los gobiernos. Con razón porque -dicen- ya no hay recursos con que hacerle frente. Sin embargo, esta amenazante recaída en la crisis se origina en otra burbuja: la de los Estados. Es lo que se llama la "crisis de la deuda soberana". ¿Quién dijo que los Estados no podían quebrar? Lo han hecho más veces, no es nuevo.

Esta burbuja de los Estados se debe a que, a juicio de los "mercados neoliberales" (por encontrar algún nombre), se han extendido temerariamente en la sociedad, se han hecho cargo de aventuras que no pueden financiar, sobre todo cuando son fiscalmente esqueléticos. Los Estados garantizan la enseñanza, la salud, el subsidio de paro y las pensiones. Sus títulos se sobrevaloraron en la época del crecimiento sostenido y ahora se han desplomado y ya no inspiran confianza salvo que esos Estados prescindan del gasto innecesario para su mantemiento (esto es, el gasto social) y se concentren en el ejército, la policía y el sistema penitenciario.

En definitiva, lo que puede estallar es la burbuja del Estado del bienestar al que muchos consideran insostenible. Esta insostenibilidad se predica en dos terrenos interrelacionados, el económico y el ecológico. La idea es que el sistema no puede seguir como va y, si lo hace, la catástrofe será mayor. Va siendo hora de entender que todos los vaticinios (invoquen la competencia técnica que invoquen) son formulaciones de deseos. Es propio de los seres humanos creer que las cosas serán como queremos que sean y eso sólo pasa por casualidad. Al fin y al cabo esta crisis, burbuja sí o no, puede entenderse como una manifestación de la ley de la tendencia al descenso de la tasa de ganancia que, según Marx, permitía predecir la crisis general del capitalismo, si bien con muchos elementos que tendían a su vez a impedirla. Lo que está claro es que la tasa de ganancia ha bajado y los capitalistas pretenden resarcirse despedazando un competidor ya que, desde el punto de vista del capital, el Estado del bienestar no es más que un competidor molesto en los mercados de educativo, sanitario, de seguros. Un competidor que, hasta ahora, se aprovechaba de su capacidad de influencia en los gobiernos tirando los precios. Pero la situación ha cambiado; los gobiernos tienden a favorecer al capital y este aprovecha la ocasión para desmantelar al rival y aumentar su beneficio a costa de los derechos de los ciudadanos.

Es, por tanto, una crisis que afecta y perjudica al conjunto de la población, a la ciudadanía en general y es ésta la que debe dar una contestación. Cosa que no se hace clamando. Hay que organizarse. Es difícil, dadas las experiencias, pero hay que hacerlo. El aparente ultrademocratismo de Equo muestra que es posible conjugar organización y práctica democrática. Es un buen ejemplo de política de principio que probablemente arrastre bastante voto de la izquierda.

(La imagen es una foto de Mike Light - NotionsCapital.com, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 17 de setembre del 2011

Diez años de prisión para Otegi.

La condena de la Audiencia Nacional ha sido muy mal recibida por la izquierda abertzale; mal por los nacionalistas vascos y gran parte de la izquierda española; con reticencias por los socialistas vascos; con alguna incomodidad por los demás nacionalistas; bien por los socialistas españoles con alguna reservilla sobre su oportunidad; y muy bien, con aplausos, por la derecha española. Por supuesto, se trata de reacciones políticas.

Desde el punto de vista jurídico la inmensa mayoría acata la sentencia. Siempre hay quien la considera una "aberración" y una injusticia. Pero eso es inevitable. Lo importante es que los acusados han tenido un juicio justo y que la sentencia lo es por unanimidad de unos magistrados que la han fundamentado en derecho. Si los condenados creen que no ha sido así, pueden recurrir al Tribunal Supremo. Después, dependiendo del resultado, pueden ir al Constitucional y, si llega el caso, a Estrasburgo. No será por falta de garantías. De momento, lo único civilizado que cabe hacer es dar la sentencia por justa en tanto no se demuestre lo contrario. Que puede demostrarse y también no demostrarse. La sentencia contiene una prolija explicación sobre el valor de las pruebas en el orden material altamente problemática. La Audiencia reconoce que son indiciarias y que, por tanto, no son reales, materiales, plenas. Igualmente en orden procesal da carácter de prueba pericial a los informes de la policía. Si los acusados recurren será el Tribunal Supremo el que decida si la interpretación de la Audiencia se ajustó a derecho o no, sobre todo teniendo en cuenta que se apoya en su jurisprudencia.

Cuando ese presumible segundo pronunciamiento de la justicia se produzca habrá pasado un tiempo, breve o prolongado, pero decisivo: el tiempo que viene de inmediato, ahora, en los próximos meses y de eso es de lo que hay que hablar, en el plano político. Pero, antes, hay que hacer una recapitulación de cómo hemos llegado aquí.

Desde las elecciones del 22 de mayo han pasado más o menos los famosos cien días de suspensión de juicio de las nuevas corporaciones locales, sobre todo las de Bildu y cabe ya decir algo. La experiencia muestra que los independentistas de Bildu se llenan la boca a hablar de la nueva etapa, del nuevo escenario que tanto le gusta a Otegi quien tiene una concepción teatral de la política, y a pedir a los demás que den pasos valientes -se supone que hacia delante- pero los que dan ellos son claramente hacia atrás, hacia la etapa pasada. Todavía no han entendido lo que entiende cualquiera con un mínimo de decencia, esto es, que todas las víctimas son iguales; que no las hay de primera y de segunda. Y ello sin mencionar los comportamientos provocadores de Garitano que Odón Elorza, un hombre más conciliador que Palinuro, llama inmorales. No, Bildu no ha estado a la altura de lo que proclama y eso de amenazar ahora con una movilización social contra la sentencia no va a ayudarla. Parece mentira que aún no se haya enterado de que la imagen de arde Euskadi ya no asusta a nadie.

Siempre en estos momentos finales de conflictos muy enquistados se producen meteduras de pata de unos y otros, errores, traiciones y hasta nuevos delitos y hay que andar con pies de plomo para evitar la vuelta del otro plomo. Bildu está jugando muy mal y preparando los ánimos para una nueva ilegalización. Pero en los otros campos hay que guardar las formas y no atizar los fuegos porque esa dinámica es la que propician ETA y quienes viven de la existencia de ETA. ¿Tenía que ir el príncipe Felipe a inaugurar en París ese congreso de las víctimas del terrorismo? ¿No podía haber ido un presidente de Colombia, o una víctima del terrorismo musulmán o del israelí? Ya sé que es un asunto de principios. Pero el hecho crudo es que estamos siempre a vueltas con las víctimas y, aunque esto es bueno porque quiere decir que nos acercamos al final, no deja de prestarse a su utilización política que es uno de los mayores obstáculos que ahora hay.

Pero, en definitiva, la verdad es que si la situación en el País Vasco y, por ende en España, no está normalizada es porque, contra toda lógica, toda moral y todo sentido común no se ha producido el único hecho que de verdad abriría una etapa nueva: la disolución de ETA. Algo incomprensible porque todo el mundo quiere o dice que quiere que se disuelva; hasta la izquierda abertzale que anda, como siempre, haciendo filigranas con las palabras; hasta los presos y, me malicio, muchos etarras en la intimidad.

Por tanto, políticamente hablando, ¿quién condena a Otegi a diez años de prisión? ETA y solo ETA que, como puede verse ahora, no sólo no ha hecho nada nunca por los objetivos que dice perseguir sino que ahora es el mayor obstáculo al proceso de normalización. Es ETA la que ha metido a Otegi en la cárcel; ETA la que mantiene presos a los presos; ETA la que no permite que la izquierda abertzale actúe con legitimidad en las instituciones.

Y ahora a lo que decíamos al principio, a ver qué hacemos. Mal va la izquierda abertzale si saca a la gente a la calle en lugar de decir a ETA que kanpora. Para algunos Otegi está muy bien en prisión porque así tienen un mártir para encender la lucha popular y una posibilidad de meter en cintura a los presos, que están revolviéndose. Hay gente para todo. Pero la realidad es que Otegi lleva ya dos años en la cárcel y en Euskadi no ha pasado nada; ni pasará. Ha sido condenado en un juicio justo y legítimo dentro de un proceso avalado en todo su recorrido en otras ocasiones por las instancias internacionales. Frente a eso no hay nada que decir. Los pistoleros de ETA no tienen margen social ni político (el ético no lo tuvieron nunca) para volver a matar. ¿Por qué no deponen las armas, se disuelven y nos dejan a todos en paz, empezando por los habitantes de esos territorios que quieren liberar cuando lo único que tienen que hacer es liberarlos, sí, pero de su presencia?

divendres, 16 de setembre del 2011

El torbellino del capitalismo.

Apenas veinticuatro horas después de que los países emergentes, los BRICs, esto es, el Brasil, Rusia, la India y la China anunciaran que estaban dispuestos a acudir en auxilio de Europa y el euro comprando deuda soberana, sale la división acorazada del capitalismo financiero mundial a anunciar que es ella la que va a salvar a los europeos. El anuncio conjunto de la Reserva Federal de los Estados Unidos y los bancos centrales de Inglaterra, el Japón, Europa y Suiza desató la euforia en las bolsas que se fueron todas al alza, tras las amarguras bajistas de las jornadas anteriores. Probablemente esto no quiera decir nada en sí mismo. En la situación de volatilidad existente, las bolsas suben como cohetes y se desploman acto seguido como castillos de naipes que es lo que en buena parte son.

Al parecer los mercados no tuvieron tiempo de calibrar ambas medidas por su carácter insólito e imprevisto. Pero ya lo harán y caerán en la cuenta de que la oferta de los BRICs no era unitaria (Rusia se desmarca), ni estaba libre de condiciones, ni era una decisión firme sino una especie de amago en busca de una negociación que no está nada clara. La justificación era salvar el euro para evitar el contagio. Lo importante, salvar el euro.

El consorcio de bancos centrales trae otra propuesta. No comprar deuda soberana europea sino posibilitar que pueda seguir comprándose en dólares. En principio más parece una operación para salvar el dólar y, de paso, convertir a esta divisa en triunfante en su pugna con el euro. Es el órdago que lanzan las potencias del viejo orden capitalista frente a los emergentes y la infeliz Europa que tuvo la quimérica idea de dotarse de una moneda única sin un poder político que la respalde. Porque estos bancos centrales (excepción hecha del europeo, que tampoco cuenta porque sus transacciones son en euros) son bancos de los Estados. Más o menos independientes, pero bancos políticos al fin y al cabo. El hecho de que el Reino Unido aparezca una vez más vinculado a los extracomunitarios y desligado de la Unión Europea es una vieja melodía ya muy conocida. ¡Qué ojo tenía De Gaulle cuando se oponía al ingreso de Inglaterra en la Comunidad Europea!

Es un golpe político y parecería como si, por fin, la política se hubiera impuesto a los mercados demostrando quién manda aquí. Parecería. Demos tiempo a los mercados a calibrar a su vez qué crédito merece la división acorazada en el cumplimiento de sus compromisos. Porque de esos países, dos, los Estados Unidos y el Japón, están tan hundidos en la crisis como Europa, a Inglaterra lo ocurre más o menos lo mismo y el único por encima de toda sospecha es Suiza que probablemente no podrá salir garante de los otros, aunque no sea más que por su tamaño. La amenaza de un colapso de las transacciones por falta de dólares en el mercado suena como el efecto de la Ley de Gresham que tendría el euro como "moneda mala". Y, si esto es así, inundar el mercado de dólares a lo mejor no es la solución. Lo sabremos en los próximos días con las sucesivas reacciones de las bolsas y el comportamiento de la deuda. Si la crisis se reproduce todo lo que tendríamos serían más países absorbidos por el torbellino europeo, pateando en el lodazal de la crisis de la deuda soberana. En algunos casos, sangriento. Por ejemplo, en el del Japón, que se enfrenta a posibles catástrofes que ponen los pelos de punta. ¿Qué sucedería si tuvieran que evacuar Tokio a causa de las radiaciones nucleares? No me lo invento; lo he leído: dan la evacuación por imposible. En otros casos más de opereta; por ejemplo, en el de los ingleses que, según The Spectator, debieran abandonar la UE.

En España, el último rugido del torbellino ha sido la aprobación del impuesto sobre el patrimonio que, tras muchos cálculos y recálculos, queda en una previsión de unos 160.000 paganos con patrimonios superiores a los 700.000 euros y una recaudación estimada de mil y poco pico de millones de euros. Después de tres años de andar arañando los ingresos de los más desfavorecidos, los pensionistas, los parados, los trabajadores en general, los hipotecados, de rebajar el sueldo a los funcionarios, de subir los impuestos indirectos, ya era hora de que los más ricos de la comunidad aportaran algo tangible. Aun así, muerto de miedo el gobierno por tocar la bolsa al millonetis, promete que la vigencia del tributo será de un año, 2012. Cuando, en realidad, habría que haberle afeado que sea tal su codicia que no tuvo ni el gesto de los ricos franceses o gringos de pedir que les suban los impuestos.

Al contrario el orfeón ideológico ya ha aireado todos los seudoargumentos, las falacias, las patrañas, los cuentos con que estos lumbreras pretenden demostrar que la clarísima causa de que pague más quien más tiene es falsa, incluso contraproducente pues va, ¡en contra de los pobres! El capital paga bien este tipo de teorías pero, a la vista de los resultados, quizá debiera emplear el dinero en otra cosa. Porque estos argumentos no pueden ser más pobres. Incluso son irrisorios. Los resume muy bien Escolar en cinco falacias fiscales.

dijous, 15 de setembre del 2011

Los toros no votan.

La barbarie del toro de la Vega en Tordesillas es apabullante porque, en el fondo, nos retrata como especie. Somos una especie cruel. Que nadie se ofenda como individuo. No se habla aquí de individuos. Seguramente, entre los criminales que torturaron y asesinaron a Afligido y los que se divertían con el espectáculo habrá algunos que tendrán mascotas en casa a las que considerarán "casi de la familia", como suelen decir. No se habla de individuos; se habla de la especie. Como individuos somos todos intachables. Como especie somos crueles. Una crueldad que nace de nuestra condición racional. Porque las demás especies de animales no son crueles y dado que lo único que nos distingue de éstas es la razón, la razón es el origen de la crueldad que anida en ella desde su origen. Algunos grabados de William Hogarth, del siglo XVIII, que muestran lo crueles que pueden ser los niños con los gatos y los perros, marcan un camino que nos lleva a reconocer que causar sufrimiento a los animales por diversión es algo frecuente en todos los tiempos, todos los lugares y (casi) todas las culturas. Recuérdese cómo los más tontos a la hora de defender la crueldad con los animales, invocan la tradición. Para qué seguir.

Está bien que se haya armado esa tremolina a cuenta de la ignominia de Tordesillas. Apunta en la buena dirección, en la de que, poco a poco, estas muestras de barbarie irán desapareciendo. Ojalá. Pero no hay que olvidar que la crueldad de la especie no se agota en los animales irracionales sino que tambien se ejerce sobre los racionales, lo que es imposible de entender. Cada vez que se comete un crimen contra la humanidad la especie se detiene aterrada ante la insondable profundidad del Mal que en ella habita. "Después de Auschwitz no es posible escribir poesía", reza el famoso dicho de Adorno, objeto de mil y una interpretaciones. Añadamos "después de Auschwitz y después del Gulag", porque el Gulag vino después de Auschwitz, al menos en la conciencia de los occidentales.

¿De dónde sale la resurrección del sadismo que traduce la obra de Peter Weiss sobre el divino marqués en el asilo de locos de Charenton que llevó al cine el gran Peter Brook? Y eso se hizo después de Auschwitz y el Gulag. En realidad, hay que reconocer que después de Auschwitz y después del Gulag todo es posible. No sólo la poesía sino literalmente todo. No, no, de ningún modo, argumentan gentes sin duda bien intencionadas. Hemos aprendido la lección: nunca más. ¿Nunca más? Y ¿qué es Guantánamo? No quiero poner a nadie en apuros así que mejor planteo otras preguntas: ¿qué pasó en los killing fields de Camboya? ¿Qué en la enésima guerra de los Balcanes hace veinte años? ¿Qué pasa en Somalia, en Libia, en el Irak, el Afganistán, en México, Guatemala? ¿Cuándo han acabado los genocidios? ¿Qué es el feminicido?

Bueno, como no se trata de ocultar un digno debate ético a base de echarle problemas trascendentales encima, volvamos a Tordesillas. Sobre el toro podemos haberlo dicho todo y, si no, tampoco importa gran cosa porque los toros no votan y eso es algo que los políticos miran mucho. Porque de los políticos, a los que se supone una función de liderazgo moral, es ahora la fábula aquí. El Intermedio preguntó por la barbarie tordesillesca a varios políticos del PSOE. Lo cuenta muy bien Félix Población en Políticos del PSOE ante el toro de la Vega. El alcalde de Tordesillas es del PSOE y defiende la crueldad con argumentos típicos de gobernador civil franquista: que los que protestan contra esa monstruosidad "no son de aquí". Serán extraterrestres bolcheviques. Los políticos preguntados condenaron el hecho pero se abstuvieron de enjuiciar el comportamiento del alcalde, lo cual refleja su talla moral y su liderazgo. Excepto la ministra de Cultura que ni siquiera condenó, que no dijo nada. Por lo demás, lo que suele hacer, demostrando una vez más que no dice nada porque no tiene nada que decir, lo que plantea el espinoso asunto de por qué la hicieron ministra.

En el PSOE hay enemigos y partidarios de la lidia. Es razonable pensar que un partido no tiene que ser necesariamente una cofradía de una sola opinión en todo y que es bueno que tenga pluralismo en su interior y lo respete. Vamos a suponer asimismo que, por diversas razones, la lidia aún no permite una decisión colectiva que, de forzarse, podría escindir el partido. Pero ¿tampoco lo permite un espectáculo tan vergonzoso como el de Tordesillas? Todavía la lidia lleva consigo mucha música, pintura, literatura, poesía, folklore, un abigarrado mundo simbólico que se resiste a cambiar y que incluso ha taraceado la lengua con multitud de expresiones hechas. Pero ¿qué tiene el crimen de Tordesillas? ¿En qué ha entrado en la lengua si no es por algún rebuzno? ¿No habrá un porcentaje abrumadoramente mayoritario de militantes socialistas que condene la tortura animal, deje en minoría al alcalde tordesillesco y le haga ver que, si quiere seguir ganando elecciones en su pueblo, lo haga bajo la bandera de otro partido?

No es bueno ni realista que un partido sea una piña en torno a una sola opinión; pero tampoco que no tenga ninguna y que, por prudencia electoral (ya que los toros no votan, pero sus torturadores sí) no pueda pronunciarse sobre asuntos morales tan claros y evidentes. Porque, si no es capaz de conseguir ni esto, ¿qué es lo que lo une como partido? ¿El mero hecho de ganar las eleciones y calzarse un puesto al sol? ¿En nombre de qué? En la tradición de la izquierda, eso es más propio de la derecha.

(La imagen es una foto de Wikimedia Commons,que está en el dominio público).

dimecres, 14 de setembre del 2011

¿Por qué no desvela Rajoy sus ingresos?

Hace casi tres años que vienen preguntándoselo y no ha sido capaz de decir una cantidad concreta, bien porque la lleve escrita en su letra que ni él mismo entiende, bien porque le falla la memoria de un mes para otro. Porque lo que sí dice, con esa marrullería que da por supuesto que los ciudadanos somos tontos, es que mira su cuenta a fin de mes con lo que pretende suscitar la misma simpatía solidaria que Esperanza Aguirre cuando decía en una biografía autorizada que no llega a fin de mes con más de cien mil euros al año.

Si Rajoy mira sus cuentas a fin de mes, ¿cómo es que no puede dar una cantidad concreta de lo que gana? ¿Están los extractos bancarios escritos en su letra? Todo esto son pamplinas. Sus mismos compañeros de partido calculan que su sueldo oscilará entre los 9.000 y los 12.000 euros mensuales y estarán calculando por lo bajo y sin contabilizar las bicocas y pagos en especie, dietas, gastos de libre disposicion, etc. Es decir, parecería que Rajoy no dice cuánto ingresa porque es mucho, demasiado, para un país con sueldos muy bajos y que, además, están reduciéndose. Al contrario, él añade que "tiene los problemas de los ciudadanos". ¡Qué más quisiéramos los ciudadanos que tener los problemas de 9.000 a 12.000 euros tirando por lo bajo! Realmente estos políticos que viven a lo grande pierden el mundo de vista y, con el mundo, a sus habitantes a los que creen que se les puede decir cualquier cosa.

Porque el problema no está sólo en la cantidad, con ser muy elevada, sino en el hecho de que sean dos sueldos lo cual no es solamente inmoral sino probablemente también ilegal, según la Ley de Incompatibilidades de 1984 y la orgánica de Régimen Electoral General de 1985. Se podrá decir lo que se quiera (y, seguramente ya se habrán encontrado las triquiñuelas necesarias para justificar este abuso) pero la condición de diputado o senador es radicalmente incompatible con la percepción de cualquier otro estipendio público o privado de la naturaleza que sea. El art. 157, 2 de la citada Ley Orgánica dice taxativamente que "el mandato de los Diputados y Senadores será incompatible con el desempeño, por sí o mediante sustitución, de cualquier otro puesto, profesión o actividad, públicos o privados, por cuenta propia o ajena, retribuidos mediante sueldo, salario, arancel, honorarios o cualquier otra forma". Puede parecer muy duro, pero es lo que dice la ley. Y, según el normal sentido del castellano, de acuerdo con este precepto, Rajoy y todos los diputados y senadores que, como Rajoy, reciban su sueldo de parlamentario y, además, otra cantidad regular procedente de su partido, en principio, están fuera de la ley y habrán de ser sancionados.

Es decir, a la inmoralidad del hecho de que los políticos tengan unos ingresos (y otros privilegios en ceses, derechos pasivos, etc) desproporcionados en relación con las retribuciones medias de la sociedad, se añade la mucho más corrosiva de que, para percibirlos, burlen la ley que, sin embargo, aplican a rajatabla a los demás. La famosa ley del embudo.

La escasa relevancia pública de una situación tan anómala probablemente se deba a que, en esta situación inmoral y presuntamente ilegal se hallan diputados y senadores de varios partidos que encuentran en esto un motivo para cerrar filas por encima de sus -en otras circunstancias- estridentes discrepancias. Hay aquí una solidaridad sombría, una falta de iniciativa y de empuje regeneracionista. En el PP y en el PSOE y no sé si en otros partidos. Y esa solidaridad crea un espíritu de casta que propicia todo tipo de corruptelas.

Esa decisión, tomada a última hora, a regañadientes y forma poco explícita de publicar los patrimonios de los parlamentarios es mucho más importante por lo que deja entrever que por lo que dice. Lo que parece deducirse de lo publicado (y Palinuro habla aquí de oídas pues carece de espíritu fiscalizador y no ha ido a escudriñar las declaraciones) es que un buen porcentaje de parlamentarios tiene mucho dinero metido en los tristemente célebres "fondos de inversión", probablemente administrados por empresas gestoras que juegan en los mercados a especular contra los intereses del país al que sus señorías representan.

Como fuera quimérico esperar que el Parlamento tome alguna decisión regeneracionista, será menester alimentar movimientos ciudadanos (los del 15-M vendrían aquí al pelo) que exijan la trasparencia completa de la casta política. Es decir, la declaración de patrimonio debe ser completa, afectando a todos los bienes y derechos que realmente se posean; no sólo aquellos de los que se es titular. Además, ningún representante popular debiera recibir su acta sino fuera contra la entrega de su declaración de la renta.

¡Ah! Y que Rajoy diga de una vez cuánto gana. A lo mejor hay que hacer una colecta para ayudarlo a llegar a fin de mes como fue necesaria con Esperanza Aguirre.

(La imagen es una foto de Partido Popular de Melilla, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 13 de setembre del 2011

El retorno de los brujos.

La realidad cotidiana ha pasado a ser apocalíptica. Lo que los medios reflejan día a día es el hundimiento de un sistema a cámara lenta, el hundimiento del Titanic capitalista. El agua entra en tromba por la rasgadura del iceberg griego que puede prolongarse a lo largo del Mediterráneo como un destino fatal que no es posible detener. Creo que nadie espera explicación política de la crisis. Las derechas y las izquierdas hacen más o menos lo mismo. Pero tampoco se espera explicación económica. Los economistas no se ponen de acuerdo en nada; ni en algo tan elemental como los tipos de interés.

Viene a resultar que la crisis, en su extensión europea al menos, pone un marcha una especie de poder constituyente ya que el compromiso que va tomando cuerpo de crear una agencia europea de la deuda ¡con el acuerdo de los alemanes! significa un paso de gigante hacia los eurobonos y la unificación política europea. Una revolución, se mire como se mire. Pero antes de ponerse a cantar la Oda a la alegría recuérdese que la decisión alemana no está movida por una repentina fe europeísta, sino por el temor de que haya que sacar del atolladero al Mediterráneo en pleno y un pizco de Francia. Caro puede salir el euro a los teutones. Pero, como los llamados "mercados" ya saben esto (pues ¿qué otra cosa son los mercados sino nosotros mismos?) ya lo descuentan. Con lo que ni por vía de ditirambo revolucionario hay explicación política a la crisis. Puede pasar cualquier cosa. Y en economía también.

Así que, a falta de explicaciones políticas que pasen de las elecciones y económicas que no se reduzcan a un trimestre, Palinuro piensa si no podría pensarse el asunto en términos más abstractos. A lo mejor se entiende algo más de lo que está pasando.

Da la impresión de que el triunfo de la postmodernidad ha sido su derrota. Llevada de su pasión crítica, la filosofía ha asaltado los últimos reductos del dogmatismo, sacudido las columnas ideológicas sobre las que se asentaban los relatos mitológicos supervivientes que ahora se amparaban en la razón científica entendida no como requisito sino como modelo o metáfora. Y todo en nombre de la libertad y de la autonomía del individuo que se enfrenta así a la tarea de dar sentido a su vida por su cuenta.

Aquella razón científica ya no garantiza seguridad alguna en el orden del conocimiento de la especie sobre sí misma. El dominio de la naturaleza no tiene correlato en el conocimiento del espíritu de forma que, a fuerza de ignorarse y no controlar su propia acción ni prever sus consecuencias, se encuentra con la paradoja de que la principal amenaza que se cierne sobre la humanidad es ella misma, enfrentada a la posibilidad de suicidarse de modo involuntario. Y el individuo, liberado de ataduras metafísicas que le daban seguridades falsas se encuentra sometido a la peor de las incertidumbres que surge de lo incomprensible de su acción colectiva.

Los grandes relatos han muerto, dice el postmoderno, orgulloso de su lúcido escepticismo con cierta condescendencia ante los inútiles empeños de quienes siguen librando la batalla de la modernidad contra la superstición porque el mundo es de desarrollo desigual y algunos aún no se han enterado de que todo es lo mismo y que tanto valen las teorías científicas como los conjuros de los nigromantes pues todos son relativos. Sólo lo relativo es absoluto. ¿No anda por ahí el Papa, vicario de Dios en la tierra condenando el relativismo? Pues ¿qué mayor prueba podemos pedir del carácter liberador de éste sino que lo condene el gran brujo de la tribu al que tanto molesta?

Pero el navío del relativismo lleva en la sentina la carga que amenaza con hundirlo. Esa acción colectiva surgida del cruce caótico de los intereses individuales que tan celebrado fue en el comienzo de la modernidad, cuando se suponía que podía ser negativa pero no letal para la especie está fuera de toda capacidad de comprensión de ésta. Los racimos de expertos saben tanto de lo que está pasando como las ballenas en trance de extinción.

El instinto de autoconservación recomienda siempre volver la vista y con la vista la fe a las opciones, los valores, las ideas de los que se tiene memoria que dieron buen resultado en el pasado, las apuestas seguras que nos han legado las generaciones anteriores, la fuerza de la tradición, el acervo de la especie, lo malo conocido. El relativismo postmoderno se bate ahora en retirada ante la oferta de las confesiones, las ideologías resurrectas que vuelven a conquistar el terreno perdido y a afianzar la fe del hombre en sí mismo como ser superior de la naturaleza, en contra incluso de su propia razón que, al negar dicha superioridad, aparece como un desvarío.

Pero el desvarío es precisamente dejarse llevar de nuevo por la fe en una verdad revelada y esclavizadora, ajena a la propia especie y que es la que nos ha traído a donde estamos pero sin comprender en dónde estamos; porque los europeos y, en buena medida los yanquies también, no nos hemos enterado de que no definimos el mundo, que no mandamos en él, que no mandamos militarmente (a la vista está en el Islam) y por tanto tampoco política ni ideológicamente. Los occidentales (entre los cuales se contaba el Japón y Australia) ya no somos los sujetos del acontecer de la humanidad sino los objetos. Ya no definimos; nos definen. No determinamos; nos determinan. No intervenimos; nos intervienen. Y va a costarnos hacernos a la idea.

(La imagen es una foto de gfoster67, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 12 de setembre del 2011

Un programa electoral para Rubalcaba

Todo el mundo dice que Rubalcaba lo tiene muy difícil y es verdad. La distancia en intención de voto entre el PP y el PSOE mete miedo y, aunque pocos dudan de que el candidato socialista es lo mejor que tiene su partido se apunta a que padece un problema de crédito porque, habiendo sido parte del problema en los últimos años, es poco verosímil que ahora se transmute en parte de la solución. Además, la devastadora crisis que padece el mundo capitalista desarrollado, especialmente virulenta en España, tiene a los opinion makers y los ideólogos sin resuello. Casi parece que se hayan aplicado ya todas las recetas pero de ninguna de ellas se ha seguido hasta hoy recuperación alguna; al contrario, cuantas más recetas se aplican, peor parece estar la situación. Nadie confía ya en los políticos y Rubalcaba lo es. Menos aun se confía en los gobernantes y Rubalcaba lo ha sido hasta ayer. Realmente lo tiene muy difícil. Debe añadirse, además, que la izquierda, a la que Rubalcaba se adscribe, está especialmente quemada, descontenta, desmovilizada y, en la medida en que se moviliza, lo hace en opciones que quieren excluir al PSOE de Rubalcaba. Para mayor desgracia, éste aún no cuenta con un programa electoral congruente, en la espera -quizá ilusa- de que se lo haga una conferencia política de su partido.

Sin embargo, la experiencia de Palinuro es que a las conferencias políticas de partido que han de aprobar programas electorales conviene ir con un proyecto de tal ya hecho, so pena de que el candidato salga de ella con un dibujo de un dromedario diciendo que es un caballo.

Así que Palinuro, que no tiene muchos respetos humanos, ha pensado que porqué no va a presentar él un proyecto de programa electoral por si Rubalcaba y sus asesores quieren valerse de él. Si así fuera, no tiene derechos de autor y está en licencia Creative Commons, como todo en este blog. En una estupenda entrevista ayer en El País, Rubalcaba dice que su esperanza es que la gente se lo piense mucho. Cierto y es de desear que así sea. Pero, para pensar mucho es preciso que haya en qué. De ahí la propuesta.

Por cierto Palinuro es bastante de izquierda. No tanto como esos grupos que llevan treinta años transformando la realidad sin que ésta se haya dignado enterarse, pero algo más que el sociata rubalcabiano medio. Pero, como cree que la situación es de emergencia y conviene arrimar el hombro sin extremosidades que puedan ser contraproducentes, ha dejado de lado algunas de sus reivindicaciones más queridas, como el derecho de autodeterminación para otro momento, en la espera de no irritar más a la izquierda jacobina reticente ya que la gran tarea y más imperiosa del campo de Rubalcaba es aglutinar a toda la izquierda. Palinuro ha dividido el programa en cuatro apartados de muy distinto alcance: a) política económica; b) reforma de la Constitución y más democracia; c) lucha contra la corrupción y regeneración del sistema político; y d) cuestión religiosa. Por partes:


Política económica


Primero. Reimplantar la progresividad fiscal. Aumentar el mínimo exento y subir los tipos más altos de las rentas más elevadas.

Segundo. Restablecer el impuesto sobre el patrimonio, el de sucesiones y revisar el societario haciendo que las SICAV tributen como todo el mundo.

Tercero. Eliminar los paraísos fiscales mediante una acción internacional concertada, empezando por Europa, en donde se encuentran algunos significativos, como el Vaticano.

Cuarto. Hacer que aflore la economía sumergida.

Quinto. Acabar con el fraude fiscal.

Sexto. Reducir drásticamente el gasto militar así como todos los gastos suntuarios y de representación.

Séptimo. Con el dinero así ahorrado, financiar más gasto público para relanzar la economía.

Octavo. Detener las reformas laborales, subvencionar e incentivar fiscalmente la contratación laboral indefinida y hacer la jubilación voluntaria.

Noveno. Liberar la creación de empresas.

Décimo. Crear una banca pública para facilitar el crédito.


Reforma de la Constitución y más democracia.


Undécimo. Garantía constitucional reforzada del carácter público de todos los servicios sociales que son derechos de los ciudadanos en todos sus aspectos (financiación, gestión o prestación, etc) para impedir las corruptelas y latrocinios de los distintos subterfugios privatizadores.

Duodécimo. Eliminación progresiva de toda educación concertada, dejando el sistema educativo en público y privado y emplear la ampliación del público como fuente de empleo.

Decimotercero. Reforma del sistema electoral en el sentido de mayor porporcional imitando el sistema alemán.

Decimocuarto. Introducción del derecho de revocación en todos los órdenes de la administración y ampliación del derecho de referéndum, facilitando su empleo para decidir las grandes cuestiones de Estado.

Decimoquinto. Reforma del Senado, eliminación de su condición de cámara representativa y legislativa en imitación del Bundesrat alemán.


Lucha contra la corrupción y regeneración del sistema político.


Decimosexto. Transparencia de la administración y obligación de colgar en la red a disposición de la ciudadanía todas las transacciones económicas de todos los organismos públicos.

Decimoséptimo. Obligación de todos los cargos públicos de hacer pública su declaración de la renta.

Decimooctavo. Régimen reforzado de incompatibilidades. Nadie puede percibir dos salarios públicos ni uno público y otro semipúblico como el de los partidos, los sindicatos, etc.


Cuestión religiosa.


Decimonoveno. Denuncia del Concordato de 1953 con la Santa sede y derogación de los acuerdos con el Vaticano de 1979.

Vigésimo. Ley de libertad religiosa.

(La imagen es una foto de psoe extremadura, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 11 de setembre del 2011

La derecha y los medios de comunicación.

Cuando en 2006 Aguirre puso en la calle de una patada en el trasero a Germán Yanke, periodista bien de derecha pero no de la derecha que place a Aguirre, le espetó en antena que usted compra el discurso del adversario. Habiendo incurrido en el desagrado de la buena señora, Yanke, a quien Aguirre había nombrado director y presentador del telediario como podía haberlo nombrado jefe de contabilidad, no tenía más remedio que dimitir, igual que, según se dice, Racine no pudo sino morirse cuando Luis XIV lo miró con disgusto. Salvando las distancias, claro. Ya había habido un precedente cuando Aguirre pidió a Yanke que echara a otro periodista que tampoco le gustaba, Pablo Sebastián, con quien el primero tenía uno de esos apaños típicos del do ut des de su profesión, de yo te doy una columna aquí y tú me das un espacio allí, lo que explica el nivel informativo del país. Yanke echó a su amigo pero eso no le sirvió para conservar su puesto.

En todo caso, la expresión aguirresca y el fulminante despido ponen en evidencia la idea que la derecha española tiene de la relación del poder político con los medios de comunicación, una relación que aquella dice ser propia de "liberales" y, en realidad, es de carácter feudal en la que los medios son los feudos del baranda político de turno y los periodistas sus feudatarios, o vasallos, muy bien pagados, a los que se ordena lo que tienen que decir y hacer so pena de perder la bicoca. El verbo "comprar" empleado por Aguirre quiere ser un típico anglicismo semiculto pero traduce a la perfección la idea que la dueña tiene de los periodistas, de los discursos, las creencias y las cuestiones de ideología: todo se compra y se vende y no le falta cierta razón ya que está rodeada de un buen puñado de comunicadores e ideólogos a sueldo.

El despido de Yanke muestra que Aguirre cree que, pues es la presidenta de Madrid, la Comunidad Autónoma le pertenece como la empresa de chorizos Revilla pertenecía al industrial Emiliano Revilla. Pero no es así. La Comunidad Autónoma y la televisión madrileñas pertenecen a todos los madrileños y la presidenta está obligada a gestionarlas en interés de todos ellos y no a patrimonializarlas. No obstante, es lo que hace con singular descaro. La televisión de Madrid es su televisión. En ella se dice lo que Aguirre quierer escuchar y como quiere escucharlo y se silencia lo que no quiere escuchar, y si alguien se sale del guión, como Yanke, se le despide sin más monsergas. Si el despedido acude a los tribunales y estos le dan la razón y obligan a la Comunidad a pagarle una indemnización, Aguirre lo hace encantada porque la paga con el dinero de los madrileños. Mas desvergüenza es imposible. Sobre todo en alguien que va diciendo que el poder político ha de abstenerse de intervenir en la sociedad civil y el mercado pero que tiene sus narices bien metidas en ambos.

Si Aguirre pagara la tele que controla de su bolsillo, como Ariza paga Intereconomía del suyo, no habría nada que objetar, pero no es así sino que lo hace con dinero que no le pertenece, de un modo inmoral, sustrayendo recursos ajenos, de los ciudadanos, para emplearlos en beneficio de los suyos, de sus votantes indirectamente y directamente de la caterva de paniaguados y paniaguadas que tiene a suculento sueldo, muchos de los cuales no saben hacer la o con un canuto. Pero cobran. Como, según Bono, en tiempos de Aznar cobraba Carlos Dávila, hoy director de La gaceta (cuatro millones y medio de pesetas (unos 27.000 euros) al mes de TVE) por hacer lo que hace ahora, insultar y agredir a la izquierda.

El resultado de esta acción tan profundamente inmoral de Aguirre es un medio de agitación y propaganda al servicio de su persona y de su partido que sirve de modelo para todas las demás televisiones que gestiona el PP, en Valencia (en donde el Canal Nou es peor que la televisión de Franco), en Mallorca, en Castilla-La Mancha y en Extremadura ahora. La técnica es siempre la misma: se ganan las elecciones y se nombra al frente de la TV a auténticos comisarios políticos, cuando no a simples esbirros ideológicos a los que se pagan fortunas con el dinero de los contribuyentes por hacer un periodismo irrisorio al servicio de los gobernantes y de ataque a la oposición. El coste es altísimo, sobre todo si se mide en términos de productividad, esto es, de dinero por índice de audiencia.

Pero eso importa poco. Lo harían aunque la audiencia fuera cero y el negocio inexistente porque deja otros beneficios: de un lado, se impide que si alguien, por casualidad, sintoniza estos engendros, pueda acceder a una información equilibrada e imparcial y, además, se pagan los servicios de unos propagandistas venales, no con el dinero privado de los gobernantes ni de su partido sino con el de todos los contribuyentes. Es un negocio redondo. Mentir, censurar, difamar, engañar sale gratis y a algunos los enriquece. Curry Valenzuela, Isabel Durán, Alfonso Rojo, Hermann Terstch, Alfredo Urdaci, Fernando Sánchez Dragó, Ernesto Sáez de Buruaga, Ignacio Villa, etc., etc., la lista de gente que cobra o ha cobrado cantidades suculentas a cuenta del contribuyente por falsear la realidad al servicio del amo es impresionante. ¿De qué podía extrañarse Germán Yanke?

(La imagen es una foto de Esperanza Aguirre, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 10 de setembre del 2011

Fraga contesta a Bono.

Estimado Bono: me ha divertido su carta con motivo de mi prematura y transitoria retirada de la vida pública, debida a la falta de adhesión de quienes me lo deben todo al proyecto que encarno desde los tiempos del invicto caudillo de cuya gloriosa presencia estará el Señor disfrutando en este momento. Desde que lo conozco he dicho que a pesar de ser usted un híbrido de falangista y rogelio, tenía algo aprovechable, probablemente heredado de su padre, razón por la cual, siempre propuse que, si había que volver a alzarse por el bien de España a usted lo fusiláramos el último.

Permítame que no lo tutee, como hace usted atolondradamente conmigo. Eso, joven, sólo se acostumbra entre camaradas y, usted, aunque apunte maneras, todavía no lo es. Le ruego que no se moleste. Las cosas tienen sus tiempos y no hay que forzarlas porque pueden torcerse y se hace luego preciso enderezarlas y llevarlas por el recto camino lo que no siempre es agradable.

En una visión superficial, ñoña, inficionada de machadismo como la suya, los españoles tenemos algo de cainitas, pero no le admito que eso nos empequeñezca. Ni siquiera a usted, que más pequeño no puede ser. Ya el Alzamiento, el postalzamiento y el postpostalzamiento dieron cuenta de los caínes marxistas que había en España, sembrándolos por las cunetas del solar patrio que lleva más de 70 años de gloriosos abeles reciamente imperiales, así que déjese de monsergas, joven, y vayamos al grano, que no estoy yo para perder el tiempo con sensiblerías izquierdistas.

Dice que a usted y a mí nos une mucho más que lo que nos separa. Puede ser, mi querido amigo. Lo que no entiendo es qué une a usted con la morralla socialista, seguidora de aquel semianalfabeto de Pablo Iglesias por más que, según me cuenta el camarlengo Bertone, pretende usted que el Papa canonice al tipógrafo, aprovechando su apellido. ¿Será, pues, cierto, que aspiraba usted a la Secretaría General del PSOE para convertirlo en PCOE, Partido Católico Obrero Español? No me extrañaría, ya que observo en usted una marrullería albaceteña y, por tanto, morisca, un centrismo afeminado que no me gusta un pelo, como cuando hizo usted desfilar hombro con hombro a un héroe de la División Azul con un criminal de las brigadas internacionales. ¡Cual si fueran lo mismo! Si hubiera estado allí le hubiera arreado dos guantazos por muy ministro que fuera usted, porque nunca me han gustado las medias tintas ni los pasteleos, típicos de seudoespañoles sin nervio y sin tirantes.

Mire usted, Bono, no me importa que diga en esa carta que escribe como presidente del Congreso de los Diputados y, por lo tanto, en representación de todos los españoles, (razón por la cual hay gente muy molesta con usted) que colaboré a "que llegase la democracia" porque, al fin y al cabo, en ese recinto se han dicho estupideces mayores. ¡Si lo sabré yo que allí me sentaba con mi camisa azul a escuchar al Caudillo de quien aprendí la verdadera democracia! Usted mismo las dice de a kilo. No me importa pero, caramba, Bono, no sea usted pelota. Lo que yo hice fue oponerme con todas mis fuerzas a su democracia y, aunque no conseguí eliminarla por completo, sí la demedié bastante. La mejor prueba es que está usted en donde está. Así que, para decirlo con mi llaneza habitual, no me toque usted las narices. Mi democracia la puse en práctica en Vitoria pero, por desgracia, al no estar el horno para bollos, no pude cargarme suficientes rogelios, fallé la memoria del invicto en el campo de batalla y hube de hacerla respetar en algunas sabias disposiciones de la Constitución que, como sabe usted muy bien (y, en el fondo, celebra) mantienen en lo esencial el gran legado de aquel hombre clarividente.

Dice usted también que colaboré a que "los extremismos se encauzaran en medida muy relevante". Mire que es usted cursi, caballerete: no había ni hay más extremismo (gloriosa pasión joseantoniana) que el nuestro, el de los herederos del 18 de julio, encauzado primero en Alianza Popular y luego en el PP, en donde estamos los hombres de verdad, las mujeres-mujeres y los sanos regionalistas. En ese otro batiburrillo de soplagaitas, maricones, vegetarianos, ecolotontos, marimachos, beatorros, pacifistas, bolleras, sudacas y separatistas en el que milita usted nadie tiene lo que hay que tener para ser extremista de Santiago y cierra España. Ni siquiera usted que en esto de cerrar unagrandelibrearribaejpaña trata usted de imitarme cuanto puede pero sin conseguirlo porque no tiene agallas para giñarse en la ikurriña y limpiarse el trasero con la cuatribarrada como hacemos los hombres.

Sabe usted que lo aprecio Bono pues, a pesar de sus años, parece usted un curita misacantano y tiene gracia, pero no me llame "patriota de bien" porque eso supone que hay "patriotas de mal", los que nosotros llamamos "antiespañoles", que abundan en su partido. Es comprensible que ande usted buscando otro arrimo, ahora que ya no lo quieren ni los suyos. Pero, canastos, no haga más el ridículo y menos invoque usted el nombre de Dios en vano. Camino y vida... Lo que tengo que oír a mis ochenta y nueve años. Camino y vida...

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 9 de setembre del 2011

La impudicia de Aguirre.

Como madrileño tengo que reconocer que Esperanza Aguirre es mi presidenta de Comunidad Autónoma por voluntad mayoritaria de mis convecinos libremente expresada. Como analista político con cierta experiencia no puedo dejar de admirarme de que alguien que basa sus títulos al gobierno en tal nivel de impudicia obtenga lo que se propone. Al extremo de que he de concluir que los madrileños no sólo tienen la presidenta que se merecen sino la que les gusta, cuanto más retrechera, echá p'alante, chulapa y desvergonzada, mejor. Como en las zarzuelas, ese subgénero que es a la ópera lo que el gato al tigre.

Cuando Aguirre decía que los profesores trabajan veinte horas por semana mentía bellacamente pero lo hacía esperando desprestigiarlos a los ojos de los demás madrileños. Una mentira bastante sucia, por cierto, a cuyo paso estaba moralmente obligada a salir su consejera de Educación, Figar, esa dama que pretende que los colegios madrileños queden en manos de la Iglesia para que haga negocio y los niños en las de los curas para que hagan con ellos lo que suelen hacer.

Al ver Aguirre que el embuste, en contra de lo que le sucede otras veces gracias a la cohorte de periodistas pelotas dedicados a propagar sus trolas e infundios como si fueran verdades luminosas, se le ha vuelto en contra, reconoce públicamente que ha errado, que los profesores trabajan el doble de esa cantidad y pide perdón por el yerro, al tiempo que apela a la responsabilidad de los docentes. Unos docentes a quienes ha intentado insultar tachándolos de vagos. Muchos comentaristas aplauden el gesto y sostienen que Aguirre, al fin y al cabo, no es tan embustera como parece. Puro síndrome de Estocolmo. Si la presidenta retiró el infundio contra los docentes sólo ha sido para mentir y difamar más por otro lado, al sostener que en la manifa en contra de los recortes en la enseñanza pública no había profesores sino "liberados sindicales". Siempre que habla miente y vitupera; si no es por un lado, por otro.

A todo esto convendría advertir a la concejala Botella, la subaguirre municipal, que le falta clase para alcanzar el nivel de impudicia de su modelo. Se sumó a la infamia aguirresca sólo por imitación servil tildando de vagos a los profesores y ningún alma caritativa la ha advertido que aquella la ha dejado por embustera. Suponiendo que le importe. Suponiendo que importe a cualquiera de las dos, que piensan que gobernar consiste en insultar a los gobernados cuando no se pliegan a sus caprichos.

Las mentiras dibujan un modo de entender la administración de la cosa pública. Y se complementan con otro dato que, aunque conocido, asombrosamente no suscita la indignada reacción que debiera: Aguirre ha gastado 620 millones de euros en publicidad institucional desde que empezó la crisis y este año 2011 gastará 111 millones. Y nadie dice nada. Y nadie denuncia cuando se trata claramente de un desvergonzado expolio. Porque ¿qué quiere quiere decir "publicidad institucional"? Simplemente que, con el dinero de los contribuyentes, no con el de su bolsillo, Aguirre encarga campañas de propaganda (y estaría bien saber a quién) a su mayor gloria, para explicar a esos mismos contribuyentes lo que ha hecho con su dinero y darse pote de partido. Una verdadera tomadura de pelo. Los contribuyentes no pagamos impuestos para que los políticos se los gasten en autobombo sino para hacer las cosas que necesitamos. ¿Publicidad las administraciones públicas? Cero. La mejor publicidad son sus actos. Las administraciones no son empresas privadas que tengan que vender productos (aunque en la idea de Aguirre esto es así sobre todo porque le sale gratis) sino gestoras de los dineros colectivos para los fines que los ciudadanos queremos y entre los cuales no está que nos convenzan de palabra e imagen de qué guapos y eficaces son unos gobernantes que dicen ser liberales y abogan por la no intervención pública en los mercados pero la emplean en favor de sus intereses particulares.

Aguirre dice que va a enviar una carta a los profesores preguntándoles en qué puede ahorrarse. Que envíe otra a todos los madrileños preguntándoles si les parece que deben destinarse 111 millones de euros a cantar las excelencias de su gestión. A ver qué contestamos.

La de Palinuro puede ahorrársela pues ya la contesta desde aquí: un abuso, prácticamente una malversación de fondos, (¿cuántos profesores pueden contratarse con 111 millones de euros?), una impudicia y una desvergüenza propagandística que debiera estar penada por ley.

(La imagen es una foto de Esperanza Aguirre, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 8 de setembre del 2011

Schadenfreude.


Caso de fuerza mayor.

Alguna vez tenía que pasar. Sobre las 10 de la noche hora del Brasil, en donde me encuentro estos días, esto es, hacia las cuatro de la madrugada, hora peninsular española, un malhadado camión cortó unos cables misteriosos y dejó sin conexión telefónica o de red todo el barrio en el que resido. Dado que, ayer, además, era el día de la Independencia patria, imposible encontrar sustituto alguno. Hasta ahora mismo en que, sin haberse arreglado la avería, he hallado una solución transitoria para que el pobre Palinuro no pase por holgazán y malqueda. El mismo Palinuro me ha prometido dar más explicaciones sobre sus andanzas en otro post de fin de semana. El mundo es muy complicado.


Schadenfreude

Los atribulados socialistas gobernantes llevan tres años de sufrimientos y agonías que jamás pensaron que iban a atormentarlos como lo están haciendo. Al principio tardaron en reconocer la magnitud de lo que se les venía encima, como si por el hecho de no llamarlo por su nombre pudieran salvarse de su furia destructiva. Cuando lo hicieron, giraron el timón todo al lado contrario y aplicaron medidas rígidamente ortodoxas, alejadas del ideario socialdemócrata tradicional que les enajenaron las simpatías de muchos de sus seguidores y los de otros que nunca lo habían sido pero que aprovechaban la emergencia para hacerse pasar por tales y justificar ahora en el desengaño repentino una actitud de enfrentamiento y crítica que siempre habían tenido.

En esta situación apurada la oposición de derecha se limitó a adoptar una actitud de Schadenfreude, de indisimulada alegría por las desgracias que acosaban a sus adversarios quienes demostraban claramente la insuficiencia de sus postulados al ser incapaces de recuperarse frente a aquellas. Ya podían los gobernantes al cargo de la empresa reclamar la colaboración de sus opositores explicando que la zozobra era general y afectaba al interés de todos y no solamente al de un solo partido, que todo lo que conseguían eran gestos de indiferencia o, todavía peor, consejos del maestro Ciruelo acerca de la necesidad de dejar de actuar como lo estaban haciendo y de poner en práctica otras ideas que tampoco explicaban.

A medida que se enfurecían los elementos de una crisis que los gobernantes no supieron reconocer pero nadie había previsto y menos aun tenía la menor noción de cómo resolver, los distintos sectores sociales y económicos se fueron enfrentando por separado a un gobierno que braceaba desesperadamente por mantenerse a flote a sí mismo y con él el país; unos porque se sentían injustamente maltratados y otros porque no se consideraban suficientemente atendidos. Hasta que el descontento llegó a tomar una forma difusa y generalizada que invadió las calles para poner de relieve un hastío hondamente sentido, aunque no prácticamente encauzable.

Con motivo de la renovación de los gobiernos municipales y bastantes autonómicos el electorado dio rienda suelta a su irritación, desplazando de la mayoría de ellos a los socialistas que, en algunos casos, habían venido ocupándolos tanto tiempo que llegaron a creerlos casi de su propiedad. Y la oleada no se limitó a barrer a ayuntamientos y comunidades sino que anunció como negra borrasca que lo mismo haría llegado el momento con el gobierno central.

A la vista de la penosa situación, los socialistas tomaron una decisión digna de una tragedia griega, concentraron en la figura de su máximo dirigente todos los pecados de la tribu y procedieron luego a sacrificarlo en el altar de los sondeos, pensando que el candidato posteriormente ungido podría recuperar para aquella la benevolencia de los dioses. Pero los elementos los obligaron a un último gesto de claudicación, a apurar la copa de la cicuta abrazándose a su adversario para sobrevivir no ya por lo que habían sido en un pasado que parecía remoto sino por lo que estaban dispuestos a dejar de ser.

En esta última entrega a las fuerzas ciegas de los mercados creyó la oposición de izquierda que se encontraba la promesa de su justa venganza tantas veces y tantos años postergada por el éxito de los socialistas en hacer creer a la gente que eran lo que decían ser pero no eran en el fondo ni en la forma. La alianza de fondo de las dos grandes fuerzas en torno a un postulado tradicionalmente visto como conservador, antipopular e injusto dejaba al descubierto la cruda realidad de los hechos, ponía a cada cual en su sitio y recuperaba para la auténtica izquierda las razones y el discurso que siempre habían sido suyos. Los socialistas y los conservadores eran el mismo perro con dos cabezas y la Schadenfreude que los últimos experimentaron al comienzo de la tormenta los invadía ahora a ellos cuando ya no cabían más subterfugios.

Por fin cada cual vestiría los colores que le eran propios y se encontraría con las gentes que constituían su audiencia. La derecha se maridaría con los banqueros y los explotadores de todo pelaje, la élite del poder, y los socialistas le servirían de mariachis mientras que la verdadera, la auténtica izquierda, tan injustamente preterida y maltratada por los medios de comunicación, tan herida y aislada por las manipulaciones institucionales, se encontraría en la gran fiesta multitudinaria de la calle encabezando la alegre sublevación pacífica y popular pero absolutamente mayoritaria de protesta contra el atropello urdido por los siervos del capital, el diestro y el zurdo.

La escuálida protesta que, luego de la minuciosa preparación, acabó cuajando en la calle contra la reforma de la Constitución y en la que prácticamente había más convocantes que convocados debería servir para que aquellos reflexionaran sobre las enseñanzas de su enésimo fiasco a la hora de sustituir una izquierda que no consideran tal por otra que quieren auténtica y verdadera pero no consiguen que se manifieste. Debería, pero no lo hará. Al contrario, ya está esta izquierda postulando plataformas unitarias para las elecciones del 20-N, como si tuviera algo digno de consideración numérica que unir. Y que unir, además, en tantas plataformas unitarias como grupos concurren a aquellas.

(La imagen es una foto de tuey, bajo licencia de Creative Commons).