dissabte, 13 de juny del 2009

Los que pagarán la crisis.

De manual. Cinco días después de las elecciones el Gobierno sube los impuestos. Los indirectos, claro, que son los que gravan a ricos y pobres, con encomiable sentido socialista de la igualdad. Ya lo tenía decidido antes del domingo pasado pero no dijo nada para no perder votos que, cuando se habla de subir impuestos, huyen como alma que lleva el diablo. Se acabaron las dádivas, los regalitos, 400 euros por aquí, 2.500 euros por niño por acá...Ahora toca pagar por los dispendios de antaño y las medidas sociales de hogaño. Suben el tabaco y las gasolinas y, dentro de nada, subirán el alcohol, los juegos, etc. La crisis van a pagarla los fumadores, los bebedores y los conductores. Es decir, todos.

No digo que no deba ser así, pero convendría que el Gobierno explicitase algo más su orientación política porque, aunque los reaccionarios y los curas digan que es un gobierno de "radicales", lo cierto es que, hasta la fecha, sus políticas han beneficiado más a los ricos que a los pobres. Por eso, ¿qué tal si, además de subir la fiscalidad de bienes esenciales como las gasolinas, el Gobierno crea y las Cortes aprueban un impuesto extraordinario sobre las rentas del capital? ¿Qué tal si se refuerza la progresividad del impuesto en los tramos más elevados? ¿Qué tal si se crea un impuesto extraordinario y transitorio sobre los sueldos de los cargos electos en nuestro país? Así, entre otras cosas, comenzaría a recuperar parte del dinero que ha puesto a disposición de los bancos, es decir, de los causantes de la crisis.

(La imagen es una foto de Ted Abbott, bajo licencia de Creative Commons).

Felipe, presidente.

Es una pena que Felipe González no acepte nombramiento alguno porque a los asquerosos felipistas, lacayos del capitalismo y amigos de Mr. X nos encantaría verlo de presidente de la Unión Europea. De ese modo también se marcarían más las distancias con el señor Aznar a quien nadie quiere de presidente ni de la comunidad de vecinos. Por desgracia el de Sevilla le dijo anoche a Gabilondo en Cuatro que no se postula para nada. No soy quién para enmendar la plana al ilustre periodista, pero no hubiera dejado escapar la ocasión de poner a mi entrevistado contra las cuerdas. Le permitió explayarse sobre la lamentable situación actual de la Unión, la fragmentación, la falta de unidad, etc, sin recordarle que fue él uno de los principales responsables de que las cosas se hayan puesto así cuando presionó para la rápida ampliación de la Unión con los doce nuevos Estados que finalmente ingresaron en 2004 y 2007. Esa ampliación se había debatido mucho en los años noventa y ya entonces estaba claro que quienes querían la ampliación a toda costa, los viejos enemigos de la Unión, como Inglaterra, trataban de aguar la comunidad, haciéndola ingobernable mientras que quienes se oponían a la ampliación y propugnaban que, antes, la Unión se consolidara, eran los europeístas más consecuentes. En aquella ocasión Felipe se pronunció sin ambages por la ampliación. La cosa consistiría en decirle ahora que está moralmente obligado a aceptar la presidencia europea para remediar la metedura de gamba que tuvo entonces, en lugar de elaborar bonitas teorías sobre el impacto de la crisis en la unificación europea.

Pero no hay nada que hacer y eso que hasta lo pide el marido de doña Carla Bruni.

(La imagen es una foto de Petezin, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 12 de juny del 2009

Vuelve Trillo.

Vuelve Trillo, el de las vacunas contra la meningitis para sus hijos; Trillo, el de Perejil; Trillo, el de "manda huevos"; Trillo, el del Yak 42; Trillo, el que dice que los electores lo han exonerado de responsabilidades políticas y penales; Trillo, el que no dimite jamás; el del doble rasero para exigir esas responsabilidades políticas y/o penales, según se trate de gente del PP o de otros partidos.

Y ¿a qué vuelve el señor Trillo? A montar la habitual escandalera en contra de la administración de justicia, a arremeter contra la Fiscalía General del Estado a la que apoyó cuando ésta se opuso a dar traslado de las diligencias del juez Garzón contra el aforado del PP, Luis Bárcenas, presunto corrupto que, según el jefe de la mafia, Correa, se embolsó más de 1.000 millones de las antiguas pesetas en cohechos.

Vuelve Trillo a tratar de intimidar a los jueces, acusar a los periodistas, amenazar con todo tipo de acciones legales.

Vuelve Trillo a apuntalar la disparatada reacción del partido popular de sostener que todo son campañas y conspiraciones en contra de él.

La Fiscalía, que ha hecho un trabajo intachable, ve ahora indicios racionales de que el señor Bárcenas puede haber cometido, entre otros, un delito fiscal e insta al Tribunal Superior de Justicia de Madrid a que dé traslado de las actuaciones cuanto antes al Supremo para evitar la prescripción de los hechos que, al parecer, era la piedra angular de la defensa del PP en este asunto.

Una vez más la corrupción política en España es tan acusada que los partidos -en este caso el PP- no orientan su acción a esclarecer los hechos caiga quien caiga y demostrar la inocencia de los acusados cuando son de los suyos, sino que confían en que la justicia se paralice por prescripción de los hechos, como sucedió con el llamado "caso Naseiro", otro tesorero. Es decir, confían en que no se haga justicia. Ya sólo esta actitud es vituperable pero si, encima, viene avalada por el señor Trillo, un hombre que se ha negado sistemáticamente a asumir las responsabilidades que le correspondiesen tras un proceso penal en el que ha dejado a los pies de los caballos a sus más directos colaboradores y que debiera estar fuera de la vida política por su comportamiento indigno, además de vituperable produce bastante repugnancia.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

La vacuidad del poderoso.

La biografía de Juan Luis Cebrián está unida a la fundación y consolidación de esa empresa mediática única en España que es El País; unida, por lo tanto al más exitoso empeño regenerador de la información, la comunicación y, por ende, la vida pública española del último medio siglo. El País ha sido desde sus orígenes símbolo del buen hacer informativo, de la prensa de calidad, independiente y objetiva en la medida de lo posible, verdadero adalid de la europeización de España, de la lucha contra los vicios ancestrales de la vida pública española, el caciquismo, el personalismo, el enchufismo, etc. Y, en la medida en que la biografía de Cebrián se confunde con la del periódico, también él aparece adornado por estos rasgos. Esa foto de cubierta que se sobreimpone a la histórica primera del periódico el día en que éste salió informando de la intentona de Tejero en 1981 es una referencia a lo que probablemente el autor considere que fue el momento decisivo de la historia de ambos, director y diario, en la que los dos comparten el título de luchadores por la modernización, democratización y europeización de España. ¿Es así?

El país es el que es. Cebrián es un hombre poderoso ya que, tras ser director de El País, pasó a ser consejero-delegado de la empresa, quizá la más importante de medios de comunicación en España y, como tal hombre poderoso, está acostumbrado a que su voluntad sea ley y su capricho, norma; acostumbrado a que todos cuantos tiene en torno suyo le bailen el agua y le digan lo que quiere oír. Y lo que Cebrián quiere oír es que, además de exdirector de El País y poderoso hombre de empresa, es un ilustre académico, fino escritor, gran novelista y profundo pensador. Es decir, quiere el reconocimiento de sus contemporáneos en campos en los que no muestra especial merecimiento por un efecto añadido de su condición de poderoso. Y como, efectivamente, el país es el que es, quienes lo rodean le dicen lo que quiere oír y el hombre, probablemente, acaba creyéndoselo.

Un ejemplo patente de lo anterior lo tenemos en el prólogo que Sami Naïr escribe para este conjunto de ensayos de nuestro autor (El pianista en el burdel, Barcelona, Círculo de lectores, 2009, 202 págs), ditirámbicamente titulado Del piano a la sinfonía. Naïr es, entre otras cosas, director de la colección en que aparece el libro de Cebrián pero también articulista de El País, es decir, hombre sometido al poder del autor cuyo libro prologa. Por ello rebautiza lo que Cebrián llama "una colección de ensayos" para transformarla en "todo un libro, fundado en una visión del mundo coherente y consciente de sí misma" (p. 8). Y como esto debe de parecerle poco añade que se trata de "una reflexión de primera magnitud sobre las relaciones entre la libertad de expresión, la búsqueda de la libertad y el derecho a la misma que deben presidir el trabajo del periodista..." (p. 10) . Todo lo cual es hipérbole para hablar de eso, de un conjunto de ensayos del autor sobre cuestiones de su oficio sin gran conexión entre sí, bastante variados, de calidad desigual y en el que se conjugan indistintamente reflexiones sociológicas, de actualidad, sobre medios de comunicación con recuerdos personales y trozos autobiográficos generalmente destinados a realzar la figura del autor.

Desde luego, uno de los rasgos más llamativos de la obra en contra de lo que asegura el prologuista, es la falta de coherencia entre el talante del autor y lo que afirma de su profesión. En un primer ensayo que no está mal sobre la fascinación que el caso de Watergate ejerció sobre algunos periodistas españoles, sigularmente Pedro J. Ramírez, a quien Cebrián no cita expresamente pero es quien más se ajusta al perfil, Cebrián afirma que "no pretendo impartir lección alguna sino que trato de ser útil, desde la experiencia, a las nuevas generaciones que hoy se aventuran en una profesión que es frecuente pasto de correcaminos y vanidosos, cuando su fibra la constituyen la humildad y la reflexión" y, más abajo: "la historia del Watergate, la de sus protagonistas, puede servirnos para apreciar la difícil modestia con la que es preciso ejercer nuestra tarea" (p. 31). El lector puede hacer un sondeo de urgencia entre las gentes que conozca, a ver cuántas creen que el señor Cebrián se caracterice por su humildad y su modestia.

Esta incongruencia, esta disonancia, es llamativa y radical aunque el autor, cegado por su hybris ni siquiera la detecte y hasta se jacte de ella. Pongo un ejemplo clamoroso: en un capítulo bastante interesante titulado De la transición al potro de tortura, con recuerdos y relatos de cosas vividas en el que el señor Cebrián reconoce que el éxito de El País durante la transición es culpable "del espíritu arrogante y autosuficiente de muchos de quienes contribuimos a hacerlo" (p. 75), hace un relato del primer Gobierno del señor Aznar y su política de dádivas y favoritismos a los amigos (p. 82), de agresión contra el grupo Prisa y Sogecable (pp. 83/84) y de ataque contra la libertad de mercado (p. 86). Como parte de este relato revela aquí por vez primera, es decir, trece años después, un hecho que es extraordinariamente significativo para entender el sentido de la política de la derecha española: al poco de llegar Aznar al poder, Polanco y el propio Cebrián recibieron una petición directamente de La Moncloa para que Eduardo Haro Tecglen dejara de escribir en El País e Iñaki Gabilondo abandonara la SER (p. 87). Ciertamente, esta indicación retrata al personaje aznaril y lo creo a pies juntilla dado que lo mismo hizo conmigo en Onda Cero, sólo que yo no tuve un valedor tan eficaz como Cebrián. Naïr percibe con olfato la carga de esta revelación y la subraya en su prólogo. Sin embargo, la pregunta inmediata que aquí se plantea es: ¿por qué ha tardado Cebrián trece años en dar una noticia de tal calibre? O, dicho en términos más periodísticos: ¿por qué la ha ocultado durante trece años? Supongo que tendrá sus razones que sería interesante escuchar, pero no hay duda de que su comportamiento es frontalmente contrario a las doctrinas que profesa y que siembra por doquier a lo largo de su libro como cuando, por ejemplo, dice que "...nadie debe publicar una noticia falsa a sabiendas de que lo es, ni debe callar otra de interés público si ha comprobado su veracidad, aunque afecte al interés de alguien, sea al gobierno, un grupo de presión, el propietario del medio o los profesionales que trabajan en el mismo" (p. 112). Muy valiente, muy íntregro, idílico... pero falso de toda falsedad en su caso.

Algunos otros ensayos tienen también contenido autobiográfico y escaso valor teórico, aunque sirven para ilustrar sobre la trayectoria personal del autor. Encuentro interesante que trabajara unos años, precisamente los de su formación como periodista, en el diario Pueblo, a las órdenes de aquel personaje populista y peculiar que fue Emilio Romero. Es significativo.

No obstante son los ensayos de reflexión teórica los que me interesa resaltar aquí. Cebrián lleva años cavilando sobre los medios de comunicación, la era digital y el español en el mundo y esta colección de ensayos ofrece la oportunidad de calibrar en qué momento se encuentran sus reflexiones. Hay un ensayo sobre los orígenes remotos de la prensa en el que se vierte un juicio sobre la "corrección política" con el que no puedo estar más en desacuerdo. Dice Cebrián: "La corrección política equivale en demasiadas ocasiones al sometimiento al poder y ésta es una paradoja de la que no hemos podido prescindir en los últimos doscientos años: los periódicos, que presumen de sus habilidades críticas contra el que manda, nadan demasiadas veces en las babas de la adulación" (p. 38). Es posible, incluso probable; pero esto no tiene nada que ver con la "corrección política" como hoy la entendemos y que es el afán por no reproducir los estereotipos del poder en el lenguaje y que raras veces tiene relaciones con ese mismo poder. La prueba es cuánto la atacan los siervos de aquel.

Estoy de acuerdo con las reflexiones del autor sobre la información como un derecho de los ciudadanos que los medios de comunicación administran, razón por la cual es impropio definirlos como "servicios públicos" (p. 100). Igualmente encuentro muy ilustrativas sus conclusiones acreca de los requisitos de credibilidad e independencia de los medios (p. 106) sobre los que lleva tiempo reflexionando. También considero interesante su capítulo titulado Asesinos y que constituye una indagación de provecho sobre el terrorismo contemporáneo en clara crítica a la simpleza aznarina de que "todos los terrorismos son iguales". Cebrián sostiene que no es así y desarrolla una interesante tipología del fenómeno, distinguiendo: 1) terrorismo de fanatismo religioso; ideológico; 3) reivindicaciones nacionales o nacionalistas; 4) terrorismo de Estado; y 5) terrorismo individual (pp. 124-128).

En La paradoja global reproduce las conclusiones a que llegó hace unos años en un informe para el Club de Roma acerca de la sociedad digital y sostiene que ésta es: global, convergente, interactiva, caótica, cuna de nueva realidad virtual, rauda y paradójica (p. 141) que no está mal pero tampoco era original ni deslumbrante cuando se formuló. Excuso decir ahora, años después cuando lo digital sigue avanzando imparablemente en todos los terrenos, incluido el muy libre de la creación artística.

El campo en que más me interesa reseñar la obra de Cebrián es uno que también le es especialmente querido y en el que él mismo debe de considerarse un denodado luchador en su condición de académico y de periodista "global" en español, esto es, el de la lengua española. Adelanto que esta reflexión (aquí contenida en el capítulo Don de lenguas) es confusa, algo pretenciosa y bastante jingoísta. En definitiva, si toda la defensa del español en la época del ciberespacio es ésta, poco bueno cabe augurar a la lengua y, por ende, a la cultura española.

Comienza Cebrián diciendo que "antes del jacobinismo del siglo XIX, las lenguas definían las naciones o las patrias" (p. 162), cosa que no sé de donde sale, cuenta habida de que el concepto de nación (antes del tal jacobinismo) responde a su etimologia latina estricta y no tiene mucho que ver con las lenguas. Además señala como "suprema paradoja" que se convierta en "bandera o bandería lo que nació como elemento de comunicación, de acercamiento al otro" (ibíd.), conclusión también peregrina, producto de una visión teleológica de la lengua que no se tiene de pie porque, como es obvio, lo que nace para comunicar y acercar a unos lo hace para incomunicar y alejar a otros. Todo eso (valor de comunicación, proximidad, incomunicación, alejamiento) está implícito en la anécdota histórica del término shibolet. Sostiene asimismo Cebrián que el español "está de moda" y es el aspecto más jingoísta de su razonamiento, rebelándose contra la costumbre de llamarlo "castellano", sin parar mientes en que "castellano" se llama al español en la Argentina y que diccionarios históricos como el Covarrubias, entiendan que la lengua es indistintamente española o castellana. Se trata de un asunto irrelevante que no hay que convertir en tema de fricción.

Posee Cebrián una visión cuasiimperial del español o castellano en el mundo, subrayando su fuerza en función de criterios numéricos, con cientos de millones de hablantes o de países que la tienen como lengua oficial sin perder de vista que lleva camino de ser cooficial en el Brasil y aumenta su presencia en los Estados Unidos. Con todo ello, Cebrián pretende asentar el principio de la fuerza y el dinamismo de la cultura española, acarreada por su lengua, sin pararse a calibrar la importancia objetiva, real, de esos países en el mundo artístico, científico, cultural. La verdad es que uno piensa que está en un tris de elaborar una nueva teoría de la Hispanidad (p. 165) movido, sin duda, por su celo patriótico y su dedicación a un negocio cuya base es la difusión de la palabra hablada o escrita.

Sin duda lo cuantitativo es importante en la prosperidad de las lenguas pero no menos lo es lo cualitativo, la vida propia de las lenguas, su fuerza para generar formas nuevas, nombrar lo inédito, designar y comprender las formas de vida. Y en esto el castellano o español deja mucho, muchísimo, que desear. El propio Cebrián tiene que hacerse cargo de ello al mencionar el fenómeno de la infición del castellano por el inglés, tema sobre el que se puede hablar hasta el fin de los tiempos. Le guste o no al autor, la nuestra es una lengua básicamente traducida, que apenas aporta nada a la común tarea humana de inventar términos para designar las nuevas realidades que va creando la humanidad en el curso de la existencia, sino que se limita a apropiarse los que crean los demás y "adaptarlos" a nuestra gramática, lo cual es una triste consolación para lo que no es otra cosa que una colonización lingüística. No veo, por tanto, la base de ese optimismo de Cebrián, del que suele hacer gala en otros foros, acerca de las perspectivas del español en el ciberespacio. Y no sólo no la veo yo sino que no está. Según los datos de Technorati, el sesenta por ciento de la blogosfera está escrito en inglés, el treinta por ciento en japonés y los españoles (con un tres por ciento) nos repartimos el diez restante con franceses, alemanes, italianos, rusos, suecos, etc., etc.

Sirva como ejemplo el penúltimo trabajo del libro, La vida en un blog, especie de retruécano con el título de una vieja película española, La vida en un bloc en el que hace un apunte a vuelapluma sobre la realidad que subyace a este mismo escrito: los blogs. Cebrián tiene algunos datos cuantitativos, probablemente (no cita fuentes) también sacados de Technorati acerca de la marea universal de los blogs, comprueba el (relativo) fracaso de la versión española de "bitácora" (lógicamente, la expresión correcta habría de ser "cuaderno de bitácora"), pero no da la impresión de tener mayor familiaridad con el fenómeno que es, sin embargo, la columna vertebral del nuevo panorama mundial de la comunicación. No tiene clara ni la etimología del término, que es un apócope de los dos ingleses web log.

El último capítulo, Escritores de periódicos, un territorio que Cebrián domina mucho más, tiene gran interés porque demuestra que la literatura contemporánea se hace en los periódicos y la hacen periodistas, ya desde los tiempos de Dickens.

En resumen, la obra en comentario es prueba de lo que venimos diciendo: Cebrián ha tenido una interesante trayectoria personal y sus méritos como director del periódico más importante del país y consejero delegado de la empresa son grandes y lo han convertido en una referencia en el panorama mediático español y en un hombre poderoso. Tal poder se afianzó con justicia cuando supo oponerse a las sucias maniobras del señor Aznar y su gobierno para meterlo en la cárcel junto a Polanco y acabar con su empresa, lo cual lo hace acreedor al agradecimiento de los ciudadanos demócratas de nuestro país. Pero eso no quiere decir que tenga igual valor en otras provincias de la existencia y él mismo tendrá que darse cuenta de que su condición de académico (en hábil operación urdida de consuno con Luis María Anson, entonces director del Abc que supo valerse del clientelismo de las relaciones de los académicos con los dos periódicos) no lo convierte en lingüista ni en escritor y mucho menos en profundo pensador, por más que el coro de pelotas de su empresa y los aledaños de beneficiados se lo repitan. En términos más cultos: si desde Francis Bacon entendemos que "saber es poder", lo contrario, "poder es saber" no tiene por qué ser cierto.

dijous, 11 de juny del 2009

Dimes y diretes de la corrupción.

El dime principal, la comidilla de estas elecciones pasadas, el pasmo generalizado, la maravilla de la Corte es que la corrupción sospechada y en distintos momentos procesales, no parezca afectar negativamente al respaldo electoral del PP. Seguramente no, aunque tampoco se me hace tan grave. No creo recordar que en la corrupción galopante que caracterizó la última etapa del "felipismo" los electores castigaran al PSOE que finalmente perdió por trescientos mil votos; una fruslería.

No obstante, no se ve ya cómo podrá el PP seguir minimizando los asuntos de dineros sucios al avistarse de nuevo el nombre del Tesorero del partido, señor Bárcenas.Y lo más gordo es que, al parecer, hay una cuenta corriente en un banco de Ginebra con cargo a la cual se hacían pagos que las autoridades están investigando. Ginebra es aquí la palabra. En cuanto emerge el nombre de la ciudad calvinista por excelencia, los españoles, con su tradición tridentina a cuestas, empiezan a pensar en la corrupción. Recuérdese que lo que catapultó el asunto de Amedo y Michel Domínguez de un rollo de cuartelo a un tema de órdago a la grande fueron los subresueldos que se les tramitaban en Suiza, en Ginebra, la Roma del mundo protestante, para remunerar su silencio. Ginebra es el encanto y el ensalmo y aquí aparece como lago nutricio de la corruptela con una cuenta corriente desde la que se hacían pagos, supuestamente, a varios diputados del PP. Según avanza la corrupción va llegando más arriba y ahora reaparece el tesorero del PP, señor Bárcenas, con su aspecto de señor Mississippi, y con el asunto camino del Supremo, según pide la fiscalía anticorrupción.

A la oposición le pierde su histrionismo. Hay que ver cómo se puso en el debate parlamentario del otro día con el asuntillo del ex-presidente de la Junta de Andalucía y los fondos públicos asignados a una empresa en la que trabajaba su hija. El asunto es absurdo porque en algún sitio tendrán que trabajar las hijas y si el hecho de que sean hijas incapacita a las empresas para recibir subvenciones resultará que ninguna empresa querrá contratar a hija alguna. Y si la hija movió el teatro que movió ayer, será digno de ver lo que mueva el Tesorero que tanto parece haber atesorado para sí. Y la retahíla de tesorerillos que, según se supone, ha estado beneficiándose de los pingües negocios del recluso Correa. Que, por cierto, menudos deben de ser para justificar fianzas de millón y medio de euros y pagos gangsteriles en Ginebra. Me temo un escandalazo de los de uno al siglo, y presupongo una crisis grave del PP. Si, como parece, el caso Gürtel afecta en serio a todos los sospechosos, imputados y procesados, por algunos de los cuales ha salido garante el prsidente del partido, el asunto va a ser terrorífico.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

El sueño europeo.

Leo en El País que Felipe González dice de Europa que lleva veinte años distraída. Sí, desde que se puso en marcha la dicotomía "profundización/ampliación" en la que unos sostenían que, antes de admitir miembros nuevos en la Unión, era preciso profundizar en ella y reforzarla mientras que otros, entre los que estaba él mismo, propugnaban que se hiciera la ampliación a toda costa y luego ya veríamos cómo se consolidaba. La situación al día de hoy y tras la absorción de diez nuevos miembros en 2004 y otros dos (Rumania y Bulgaria) en 2007, es la que es, con una Unión Europea sumida en una crisis de identidad, con un (segundo) proyecto de Constitución rechazado y una revisión de los tratados a través del Tratado de Lisboa también en similar situación de callejón sin salida. Aparentemente en una situación agónica. Si bien es cierto que tampoco debe la Unión proyectar una imagen tan macilenta cuando Islandia (o lo que queda de ella después del latrocinio neo-liberal) solicita abrir negociaciones de adhesión. Será estupendo hacer negocios con gente que se llame Ostogtebittir o cosas así.

Entre tanto, el señor Sarkozy propone al señor González como presidente de Europa, idea que aplaudo calurosamente aunque no sea más que por ver qué careto se le pone al señor Aznar, el prodigio de los siete mares. No estará mal, además, que el señor González remediara algo del desastre producido por aquella ampliación desde un puesto de responsabilidad. En este caso poner rostro a ese ente magmático que llamamos Unión Europea. Buena idea que ese rostro sea el de Felipe y no el de Aznar con sus muecas.

Y de Europa ¿qué? Elaboro aquí algo más mi teoría de la chapuza europea. La Unión saldrá adelante de esta crisis porque la alternativa no-Europa no es pensable. Discutiremos más o menos; los irlandeses tendrán que reconsiderar su "no" al tratado de Lisboa o estudiar la posibilidad de go on their own way porque la Comunidad tiene que funcionar con arreglo al principio de la mayoría y no al de la unanimidad, que es parálisis garantizada.

Los europeos tenemos que salir de la crisis reforzados como tales europeos. Debemos tener un presidente, cuyo estado civil no es muy canónico (con lo que mostramos que, en efecto, somos europeos) y también un pasaporte europeo. El sueño europeo se hará realidad a medida que toquemos los símbolos que son los reclamos de la lealtad. La unión debiera abrir embajadas en todos los países del mundo y los miembros de la Unión debiéramos suprimir nuestro respectivo servicio exterior para integrarlo en el de la Unión en su conjunto. Eso unificaría mucho la visión que los ciudadanos tenemos del invento. Basta con imaginar una situación en que un ciudadano español en Pekín, por ejemplo, requiera los servicios de la embajada europea y le atienda un embajador británico, por ejemplo. Visualizarnos como europeos implica aceptarnos como somos en nuestra complejidad y variedad.

dimecres, 10 de juny del 2009

Hablando de Berlusconi de Roma...

...por la puerta asoma, aquí lo tenemos, en vera efigie, el prohombre contemporáneo, el héroe de Carlyle, el superhombre de Nietzsche, el mando a cuyo imperio se abate la orgullosa majestad de la ley, el que somete con mano firme el ensangrentado caballo alado, la vigorosa lucha final con las fuerzas del mal.

Su comparecencia es siempre heraldo de algún portento mayor, de una decisión insólita que hace crujir las cuadernas del navío. Personifica la solidez y soledad del poder. El guía que toma las decisiones en nombre de todos pero sin ayuda de nadie. Aquel que responde ante Dios y la historia. El encargado de la entrada y el guardian de la puerta de la salida. El depositario del carisma por procedimiento escrupulosamente democrático.

Una figura así encaja mal en el esquema del Estado de derecho. Pero tiene que encajar porque a día de hoy es la única fuente de legitimidad. Que use ésta para socavar la del propio Estado de derecho, para situarse por encima de la ley y romper con el principio mismo del imperio de aquella es parte de la perversión de este tipo de despotismo legal y plebiscitario que ha puesto en marcha Silvio Berlusconi en su país. Una nueva forma de ataque a la democracia para la que (una vez más) ésta no estaba prevenida: el ataque desde dentro, como el gusano de la manzana.

(La imagen es una foto de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).

El veneno.

Cada vez que en los últimos tiempos los tribunales ilegalizaban a alguna de esas formaciones políticas que los etarras y sus amigos ponían en pie por ver si conseguían estar presentes en las instituciones, salía alguien muy preocupado por las garantías procesales de los ilegalizables y pidiendo la derogación de todas las execrables medidas represivas. En medio del debate no era raro que algún otro denunciara los expeditivos conceptos procedimentales garzonianos, sosteniendo que la tesis de "todo es ETA" o del "entorno de ETA" eran contrarias a las prácticas legales de las leyes de procedimiento. Ahora Garzón se enfrenta a varias querellas criminales. Algunas son las que pone la extrema derecha por animar a la investigación de la memoria histórica, restablecer los derechos de las víctimas del franquismo. Las otras, las que interponen los representantes de los acusados del famoso "entorno de ETA".

Está claro quiénes se oponen a la acción de juez de la Audiencia Nacional: los ultraderechistas de Manos Limpias y los propios etarras, según puede verse en los rocambolescos propósitos recogidos en el registro de las pertenencias del detenido Jurdan Martitegi que incluían envenenar al magistrado. Bueno, y unos izquierdistas españoles empeñados en seguir demostrando que su crítica no es de este mundo y que no entienden que si no "todo es ETA", sí una parte. Y nunca saben cuál.

(La imagen es una foto de carolonline, con licencia de Creative Commons)

¡Tachán, tachán!

El lunes fui a recoger a mi hija Inés a Barajas. Venía de Londres con su hija Sofía. Mi hijo Andrés se apuntó también, así que aquí estamos los cuatro porque una señora se ofreció espontáneamente a hacernos una foto. Los dioses la protegan. A la señora. Por cierto que parecemos una familia de cuáqueros o de los Santos del Último Día; aunque no sé si esos no son predominantemente negros. El caso es que los encuentro muy guapos. En especial a mi nieta Sofía a la que hay que hablar en inglés porque no entiende español. Y tengo que aguantar que me llamen "granddad," brrrrr. Espero que en poco tiempo la niña sepa que su "granddad" se llama Raymond y, todavía mejor, Ramón. Ramón es un nombre estupendo. Estoy encantado con él. ¿Se han dado cuenta de la cantidad de Ramones ilustres que hay en la historia literaria española? Raimon Llull el primero y luego Ramón de la Cruz, Ramón María del Valle Inclán, Ramón de Campoamor, Ramón de Mesonero Romanos, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna, Ramón J. Sender, Juan Ramón... Todos me gustan y hubiera sido emocionante un intercambio de impresiones. Ramón Gómez de la Serna era simplemente "Ramon". No "don Ramón" sino "Ramón" simplemente. Y hasta existe el adjetivo "ramoniano". Ya volverá.

dimarts, 9 de juny del 2009

El voto redime.

Lo más característico de las elecciones del domingo es que allí donde menudean las acusaciones e imputaciones penales a los dirigentes del PP este partido haya obtenido sus mejores resultados. Los bastiones electorales del PP, Madrid y Valencia coinciden con las dos Comunidades Autónomas en las que hay más y más encumbrados dirigentes de PP procesados por presuntas corruptelas. Tanto que da la impresión de que los electores de este partido están inmunizados contra el escándalo de los comportamientos supuestamente corruptos si son de los suyos y en modo alguno si pertenecen al campo adversario. Ese asombroso 52,27 por ciento del voto a favor del bien trajeado señor Camps en Valencia y ese 48,61 por ciento a favor de la señora Aguirre en Madrid, nido de presuntos espías parecen probar que a los electores del PP estos asuntos de pública moralidad no les importan. Tanto es así que los propios interesados han acabado elaborando una teoría mejor o peor traída sobre la función catárquica de las elecciones. Cada uno lo ha hecho a su manera, con su peculiar estilo, pero todos lo han hecho y merecen nuestro reconocimiento.

Así, la señora De Cospedal, en la línea antiinquisitorial de su maestro, señor Rajoy, sostiene que la victoria del PP se ha logrado precisamente porque se hizo frente a un ataque muy especial y agresivo por parte de los socialistas. De esta forma, los resultados electorales vienen a ser una froma de exoneración de quienes han sido tan injustamente perseguidos. Es aquí irrelevante que los imputados de su partido no lo estén por órgano alguno del PSOE sino por los tribunales ordinarios de justicia.

A su vez, el señor Camps, sin duda emocionado por esa apabullante reacción de sus paisanos, se ha lanzado en plan estratega, hablando de una moción de censura a Zapatero. Seguramente se ve ya en el lugar del señor Berlusconi, capaz de modificar las leyes para irse de rositas en sus numerosos líos con la justicia.

Otro imputado y con petición de pena, el señor Fabra, presidente de la Diputación de Castellón razona de una forma bien pintoresca. A su juicio, a la gente no le importa saber si Fabra o Camps son culpables o no que eso ya lo dirán los tribunales. Entre tanto, la gente está a lo que está, que es a llegar a fin de mes. Hasta se podría pensar que se defiende la idea de que, si se consigue que la gente llegue a fin de mes, el resto no importa.

Por último, la dama de la Comunidad de Madrid minimiza y relativiza la acusaciones y habla asimismo de ilusión gastada, de imposibilidad de Zapatero de seguir y de cómo el "radicalismo" del PSM hará que el socialismo llegue a la insignificancia.

De todo esto se sigue, evidentemente, que las trapacerías, mangancias, desaguisados y simples estafas posibles de los dirigentes del PP no precisan pasar por los cauces ordinarios de la administración de justicia sino que basta con que sus presuntos responsables se presenten ante el pueblo, reciban el apoyo de sus pares (pares en el presunto latrocinio) y los electores encantados de purificar esas adherencias, esas impurezas involuntarias que el generoso ejercicio de la función pública procura.

Y aquí paz y después, gloria. Que esto es España, señor mío.

( La imagen es una foto de Periódico La Democracia, bajo licencia de Creative Commons)

La economía mundo, hoy.

Muy oportuno y muy interesante este libro (Jaime Requeijo, Odisea 2050. La economía mundial del siglo XXI, Madrid, Alianza, 2009, 197 págs.) escrito por un ilustre catedrático emérito de Economía Aplicada de la UNED a base del resultado de una investigación financiada en su día por la Fundación FUNCAS, de las Cajas de Ahorros. Sobre todo, oportuno, porque nos interesan visiones al día de los complejos procesos económicos y financieros de este mundo globalizado, especialmente si, como hace el autor de este libro, no se limita a los aspectos áridamente econométricos ni siquiera económicos de la cuestión sino que los relaciona con cuestiones que nos afectan socialmente como las migraciones, la esperanza de vida o los recursos energéticos. El autor tiene un punto de vista vagamente neoliberal que no comparto (con discrepancias que señalaré en su momento), pero sus análisis son siempre rigurosos y acertados.

Arranca Requeijo levantando constancia de la crisis financiera mundial y enumera los cuatro rasgos que considera esenciales en el sistema financiero mundial: 1) su total integración; 2) la enorme complejidad de muchos de los productos que se negocian; 3) la existencia de una sistema financiero "en la sombra", formado por bancos de inversión, fondos del mercado monetario, de alto riesgo, etc; 4) las entidades que tradicionalmente han evaluado la solvencia de instituciones y emisiones ya no son de fiar (p. 14).

Al comienzo del libro hace un análisis pormenorizado de las principales centros económicos del mundo. En el caso de los Estados Unidos señala que sus rasgos característicos son: 1º) el tamaño. Con 14 billones de dólares de producto total en 2007, es la mayor economía del mundo como país; 2º) su gran capacidad tecnológica que relaciona el mundo militar con el civil; 3º) la flexibilidad de sus mercados de productos y factores; 4º) su cultura individualista (p. 20). -La Unión Europea le parece un enorme Estado del bienestar gestionado por las administraciones públicas, lo que requiere un gasto público muy elevado, en torno al 50 por ciento del PIB que en España es del 40 por ciento (p. 21). Esta es una discrepancia típica con los neoliberales que ven el Estado del bienestar en términos de gasto público exclusivamente, sin referencia alguna a los aspectos desmercantilizados de su gestión y mucho menos de la justicia social, que es anatema en la doctrina neoliberal. La Unión Europea de los 27 Estados, a su vez es la mayor economía del mundo como conjunto. Algunos de sus miembros (Alemania, Francia, Reino Unido) tienen alta capacidad tecnológica, los mercados muy integrados y la ventaja de la moneda única. Pero el autor considera que está lastrada por el gasto de su Estado del bienestar. No es preciso decir que, a mi entender, el Estado del bienestar es una de las grandes conquistas del siglo XX e irrenunciable.-El Japón tuvo un crecimiento del 9,6 por ciento entre 1960 y 1973, gracias a su forma "administrativa de guiar", garantizada por el MITI (que, por cierto, implica intervencionismo económico) pero después ha bajado a un 1,5 por ciento (pp.24/25), quedando en una situación de estancamiento. La China ha salido adelante gracias a las reformas que se aplicaron al comunismo a raíz de la muerte de Mao y ha puesto en marcha un modelo de desarrollo basado en las exportaciones y que cuenta con la mayor reserva de divisas del mundo que acabarán dándole el primer puesto (p. 29).- La India tuvo un crecimiento medio anual del 6,03 por ciento entre 1982 y 2007. Es ya la duodécima economía del mundo y sigue avanzando (p. 31). Es el segundo país del mundo en población y en 2050 será el primero, con 1.658 millones de habitantes (p. 34). Los otros dos gigantes a los que se refiere Requeijo son el Brasil y Rusia.

En cuanto a la crisis actual, en parte se debe a la insuficiente regulación y supervisión de los sistemas financieros, que son responsabilidad del sector público (p. 42). Esta es una de las discrepancias más agudas: los neoliberales culpan de la crisis al sector público por no haber ejercido sus funciones con eficacia, pero se trata de una crítica muy injusta por cuanto fueron los mismos neoliberales quienes desmantelaron los sectores públicos e impideron que pudieran ejercer sus funciones supervisoras. Requeijo sostiene que la recuperación de aquella se enfrenta a dos tipos de inconvenientes: la limitación de los recursos y los problemas medioambientales (p. 43). Para el año 2050 considera que la jerarquía de las economías será la siguiente: 1º) EEUU; 2º) UE; 3º) China; 4º) Japón; 5º) India, Rusia y Brasil.

En un capítulo muy interesante titulado Los señores de la energía analiza los problemas del abastecimiento energético del mundo, el de los recursos no renovables, los ritmos de consumo a la vista de las demandas crecientes de economías emergentes, como la China y la India, el petróleo y los mercados de petróleo como fuentes de problemas y de situaciones conflictivas. En este contexto considera que debe reabrirse el debate sobre la energía nuclear y cita el caso del famoso "arrepentido", Patrick Moore, fundador de Greenpeace que publicó un artículo en el Washington Post en abril de 2006 invitando al movimiento a cambiar de actitud por creer que la energía nuclear es la única que puede salvar el planeta por ser menos contaminante que el carbón y más barata que las centrales térmicas e hidroeléctricas (p. 71). Siempre que se habla de energía hay un debate interminable. Entiendo el punto de vista semimalthusiano que habla del agotamiento y de la necesidad de la energía nuclear, pero no estoy seguro, ni creo que pueda estarlo nadie, de que esa sea la solución ideal. Sin necesidad de mencionar aquí las tesis de los partidarios del decrecimiento, con los que tampoco coincido, entiendo que todavía tenemos un tiempo para indagar en las fuentes alternativas y renovables ya que el problema con ellas no es si están o no disponibles, sino el de su explotación eficiente con el nivel tecnológico más desarrollado, cuestión que está lejos de resolverse y no se resolverá nunca si las sustituimos por centrales nucleares.

El autor dedica un capítulo titulado Cigarras y hormigas a analizar la famosa "paradoja de Lucas" según la cual la balanza de pagos es negativa en los países desarrollados y ricos y positiva en los pobres o, en otras palabras, el capital fluye de los países pobres (en donde hay más ahorro) a los ricos (en donde hay más inversión). En 2007 los mayores exportadores de capital fueron la China (21, 3 % del total), Alemania (14,5%), Japón (12,1 %), Arabia Saudita (5,5%), Rusia (4,4%) y, en cambio, los mayores importadores fueron: EEUU (49,2 %), España (9,8%), Reino Unido (8,0%), Australia (3,8%), etc (p. 78). El motivo por el que no hay apenas exportación de capital privado a los países pobres es el de su mala calidad institucional (p. 79). El canal fundamental de préstamo de los ahorradores a los desarrollados es la acumulación de reservas. Dos tercios de las reservas mundiales en 2007 pertenecían a los países asiáticos y a Rusia, con ellas tratan estos países de estabilizar su moneda y conseguir que el dólar no se deprecie (p. 81). El dólar y el euro son el 92% de las reservas de los países industrializados y el 89% de los países en desarrollo (p. 83). Esta situación preanuncia un futuro con tres posibles alteraciones de la economía mundial: 1) mayor inestabilidad del sistema monetario internacional; 2) redistribución del poder económico; y 3) posible resurgir de tensiones proteccionistas (p. 84).

La cuestión de las migraciones requiere también reflexión. Son el fenómeno contemporáneo por excelencia. Los emigrantes han pasado de 75.463.352 en 1960 a 190.635.564 en 2005 y sólo se habla de la legal (p. 98). Las emigraciones posibilitan el envío de remesas, que contribuyen mucho al desarrollo. Al propio tiempo es importante controlar el nivel educativo de los inmigrantes (p. 107). También hay problemas de compatibilidad y/o integración cultural. Considera aceptable el criterio de Samuel P. Huntington del "choque de civilizaciones" si bien matiza con otras concepciones, como la de Fouad Ajami, para quien los intereses son más importantes que las civilizaciones (p. 113). No me parece que los intereses sean desglosables de las civilizaciones y, en cambio, tiendo a pensar que, mediando la política, las relaciones entre civilizaciones no tienen por qué reducirse a las antagónicas del choque. Sostiene asimismo el autor que la inmigración ilegal (calculada en un 1 % aproximadamente de la población total de la OCDE) es un problema potencialmente explosivo (p. 114)

Otro fenómeno social de gran repercusión económica y financiera es el envejecimiento galopante de la población producido por la caída de las tasas de fertilidad conjuntamente con el aumento de la esperanza de vida. Avanzamos hacia un mundo de ancianos y, sobre todo, de ancianas. Los efectos económicos de la vejez se notarán en el aumento de las tasas de dependencia. Así ha sido en Europa y, sobre todo, en España, en donde la transformación ha sido brusca: de 2,8 hijos por mujer en 1976 a 1,39 en 2007; de una esperanza media de vida de 73,34 años en 1976 a 80,23 en 2007 (p. 133). Se proponen diversas soluciones para paliar el envejecimiento. El recurso al aumento de la inmigración es problemático y en algunos países, como el Reino Unido y Holanda, casi imposible (p. 138). La OCDE propone reformar la legislación en materia de jubilación, medida que se me antoja muy atinada; no tanto otras que propone el autor y que me parecen una forma indirecta de restar derechos a los trabajadores y aumentar su explotación. Por ejemplo: "...debe suprimirse en las negociaciones salariales la norma según la cual los años de trabajo cuentan positivamente en la fijación de los salarios futuros" (...) También propone evitar "las normas que protegen el empleo de los trabajadores de más edad porque, por ese conducto, lo que se consigue es desincentivar la contratación de este tipo de trabajadores." (p. 140) Un típico razonamiento neoliberal como ese de establecer el despido libre como medida para resolver el problema del paro.

No es posible hablar de economía hoy sin hacerlo de las nuevas tecnologías, que abren horizontes insospechados. Casi todas las fantasías utópicas de la humanidad llevan camino de cumplirse en un veloz proceso de aceleración tecnológica (p. 149). Frente a ello, nos encontramos con un problema de obsolescencia del capital humano. Requeijo identifica estos sectores como los siguientes: 1) banca y seguros; 2) Administración Pública y educación; 3) química; 4) ingeniería; 5) salud; 6) transportes y comunicación; 7) servicios a las empresas: 8) alimentos y bebidas; 9) otras manufacturas; 10) construcción; 11) comercio; 12; agricultura y pesca" (p. 154). En la medida en que conozco alguno de ellos, doy fe. Añadiría, no obstante y en puesto muy alto la administración de justicia.

En su capítulo de cierre, Requeijo trata el caso español. Nuestros puntos débiles son: a) la debilidad exterior por el déficit por cuenta corriente de la balanza de pagos que alcanzó los 105.838 millones de euros en 2007, equivalente al 10% del PIB y con una necesidad de financiación del 9,5% del PIB. (p. 166). Igualmente nuestro endeudamiento y nuestra debilidad energética (p. 169). Otras debilidades son la baja productividad y los elevados costes laborales, que equivalen a algo más del 47% de los costes totales de producción en 2007 (p. 173). La Productividad Total de los Factores (PTF), buen indicador de desarrollo y crecimiento, depende de: a) las infraestructuras; b) el capital humano; c) la inversión en i + d; d) el espíritu empresarial (p. 174). Al ser baja la productividad es baja la competitividad que es la "capacidad de un país para ganar y defender mercados" (p. 175). Hace un cálculo comparativo histórico para ilustrar la pérdida de competitividad tomando como base 100 el primer trimestre de 1999 de forma que en septiembre de 2008, la pérdida de competitividad frente a la Eurozona estaba en un 10,6%; frente a la UE-27, un 11,6; frente a países desarrollados, 15,8; frente a los países industrializados un 117,0; frente a nuevos países industriales de Asia (p.177). Desde la implantación del euro la exportación española ha ido perdiendo competitividad frente a las áreas globales de la economía mundial por el doble efecto del tipo de cambio-inflación relativa. (p. 179). Hace por último una serie de recomendaciones para resolver la crisis: a corto plazo la productividad aumentará por el incremento del paro, pero lo importante es que aumente el empleo y la productividad al mismo tiempo, lo que lleva a la productividad Total de los Factores (p. 180); hay que reducir la inflación y ha de mejorar la competitividad-tecnología.

No sé si el título del libro, Odisea 2050 está muy bien escogido. Parece que hace referencia por un lado a la Odisea de siempre y, por otro, al film de Kubrick; entiendo que se trata de visualizar cómo el mundo navega por las aguas procelosas de la crisis; pero no alcanzo a ver en dónde se situaría Itaca.

dilluns, 8 de juny del 2009

Europa se escora a la derecha.

Aún es pronto para calibrar los resultados de las elecciones europeas de ayer pero algunos datos apuntan ya tendencias. El más llamativo de todos, el del permanente aumento de la abstención que en esta ocasión ha alcanzado un máximo de casi el 57 por ciento. Desde el 33 por ciento a que llegó en 1979, en las primeras elecciones directas al Parlamento, ha aumentado en veinticuatro puntos porcentuales y eso de modo continuo, sin oscilaciones, como puede verse en el gráfico más abajo. En consecuencia, nada dice que la abstención haya de detenerse en estos últimos datos sino que puede seguir descendiendo. No es mi opinión pero hay mucha gente que sostiene que las altas tasas de abstención deslegitiman a los sistemas políticos. Obviamente, es el caso de la Unión Europea.

En segundo lugar, no se confirma la idea de que en las elecciones europeas se castigue al gobierno. Mirando los resultados y, salvo error por mi parte, me salen doce países en los que es el (o los) partido(s) del Gobierno quienes han ganado las elecciones (Bélgica, Chequia, Eslovaquia, Finlandia, Francia, Italia, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, Polonia, Portugal y Rumania), once en los que ha ganado la oposición (Austria, Bulgaria, España, Estonia, Grecia, Hungría, Irlanda, Letonia, Malta, Suecia y Reino Unido), tres en los que Gobierno y oposición han empatado (Chipre, Dinamarca y Eslovenia) y el caso especial de Alemania que, al formar los dos grandes partidos coalición de Gobierno y habiendo ganado uno (la Demcoracia Cristiana) y perdido el otro (Partido Socialdemócrata) no cabe hablar de Gobierno y oposición.

Al margen de la cuestión de la abstención, el tercer dato es el triunfo de las candidaturas de derecha y extrema derecha. En el Parlamento anterior, la distancia entre los diputados del Partido Popular Europeo (286) y los del Partido de los Socialistas Europeos (215) era de setenta y un diputados. En el que se eligió ayer puede llegar a ser de ciento diez a favor de los primeros. El resultado para el Partido de los Socialistas Europeos ha sido bastante malo. Es verdad que sube el grupo de los Verdes pero bajan los demás como el de los liberales, el Unitario de izquierda o la Unión Europea de la naciones, mientras que aumentan los de los euroescépticos y la extrema derecha. Parece como si, con esto de la crisis y las incertidumbres institucionales europeas, la gente se echara más a la derecha, a las opciones conservadoras.

En lo que hace a las elecciones en España, el resultado sigue la tónica general europea aunque con algunas variantes específicas. En primer lugar destaca que la participación haya sido substancialmente la misma que en 2004, aproximadamente un cuarenta y cinco por ciento y dos puntos por encima de la media de los veintisiete. Triunfa la oposición del PP y pierde el Partido Socialista en el Gobierno, pero en cantidades más reducidas a las de las medias europeas. De hecho, los socialistas se consuelan de su derrota diciendo que son el grupo nacional de los suyos más numeroso en el seno del Parlamento europeo, cosa cierta luego del fracaso electoral del socialismo europeo. Es opinión extendida que el Gobierno español ha pagado los destrozos de la crisis ecónomica. En contra de este razonamiento suele formularse el de que si el PSOE ha pagado los excesos de la crisis, el PP también debe de haber pagado por los casos de presunta de la corrupción recientemente descubierta. Seguramente. Lo que sucede es que la crisis tiene en España un efecto mucho más destructor que en los otros países europeos, cosa que se deja ver en la tasa de desempleo, el doble que la media europea y la más alta del continente (18,1 por ciento). Inmediatamente detrás vienen los países bálticos: Estonia, 13,9 por ciento; Letonia, 17,4 por ciento y Lituania, 16,8 por ciento, así como Irlanda (11,1 por ciento) y Eslovaquia (también 11,1 por ciento). El resto de países está por debajo del diez por ciento.

Lo interesante de España es la interpretación que los partidos hacen del resultado. Para el PSOE se trata de una advertencia que han dirigido los ciudadanos con ánimo de conseguir que el Gobierno se emplee más a fondo en las políticas que viene aplicando para salir de la crisis. Para el PP, en cambio, el resultado es un portento del ánimo favorable al "cambio" que hoy es imprescindible en España. Conociendo el estilo de la derecha española nos esperan meses escuchándola que hay que hacer elecciones anticipadas.

Ciertamente si lo que el PP quiere es substituir al PSOE en el Gobierno, más rápido y directo que las elecciones anticipadas tiene a su alcance la moción de censura. Esta es harto improbable porque, si bien quizá se encontraran votos suficientes (ha de ser mayoría absoluta) para echar al señor Zapatero, es muy poco probable que los haya para apoyar al candidato contrario. De ahí que los del PP seguramente preferirán la política de la reiteración, y la contumacia. Y pueden llegar a ser más pesados que una vaca en brazos.

Quizá para evitar una situación de bloqueo lo más recomendable fuera que el presidente del Gobierno decidiera someterse a un voto de confianza. Es la única forma segura de averiguar qué respaldo parlamentario real tienen sus políticas.

¿Y si Manuel Trillo entendiera lo que lee?

Ayer publicaba Manuel Trillo un artículo en InSurGente titulado Si eres tonto de los cojones..., en el que arremetía contra mí iniciando su ataque con el párrafo siguiente: “He visto y leído que el inigualable e ínclito e inefable, además de valiente, el bueno de Cotarelo, dice públicamente que si no votas a los candidatos que están limpios de polvo y paja, pero no de sangre - GAL-, porque el asesinato desde el poder es menos asesinato que si se hace en las trincheras, eres un tonto de los cojones.”

La diatriba de Trillo viene a (escaso) cuento de una entrada en Palinuro, titulada Si mañana gana el PP y cuyo último párrafo, el único en el que se habla de los “tontos de los cojones” dice: “Así que, si eres tonto de los cojones, ya sabes lo que tienes que hacer.” Nada más.

Llevo unos días moviditos de modo que estuve tentado de no responder al injustificado ataque del señor Trillo. Si al final lo hago (y prometo no reincidir entre otras cosas porque creo que los lectores de InSurGente tienen derecho a que no se les aburra) es por mor de la amistad que creía tener con él. Aclaro que la expresión "tonto de los cojones" (que Trillo da la impresión de pensar que empleo ex novo) es irónica, un juego de palabras con el que cito al alcalde de getafe, Pedro Castro, hace unas semanas al referirse a los votantes del PP. Nada más. En mi entrada no se dice que haya que votar a unos o a otros. Por ello creo que el señor Trillo desbarra y que su artículo no tiene nada que ver conmigo, pero sí y mucho con él mismo y con su forma de relacionarse con la gente.

Aprovecho la circunstancia para añadir una reflexión a propósito del último párrafo del artículo de Trillo que reza así: Viendo al bueno de Cotarelo en pugna singular con Frabetti a uno sólo le queda compadecerse del “listo” de los cojones, y que la edad “é mu mala” y la senectud da como resultado esto. No se es joven eternamente, no hay dos tiempos de juventud, y cuando la edad no permite florituras –ni físicas ni intelectuales- lo mejor es ser discreto. Vi en ese duelo entre ambos a un anciano limitado y a un matemático con su lógica dejándole fuera de juego en el segundo párrafo. Creía que el bueno de Cotarelo tenía más altura, pero sólo vi a un diletante que se escondía tras los arbustos de esa dolencia que es la vejez muy mal llevada.

Solo dos consideraciones: 1ª) entre Frabetti y yo hay menos de dos años de diferencia; 2ª) el ataque a la gente por la edad demuestra el máximo encanallamiento, la mayor bajura moral, la propia de un racista. Da vergüenza leer ese párrafo.

diumenge, 7 de juny del 2009

El día D.

El presidente Obama ha venido a la celebración del 65 aniversario del día D, el desembarco en la playa de Omaha en Normandía, que abrió el segundo frente y selló el comienzo del fin de la segunda guerra mundial. Escenas muy solemnes y emotivas y discursos sentidos y trascendentales. No obstante, con el paso del tiempo, las cosas tienden a enredarse, los significados, unos a hipostasiarse y otros a oscurecerse y hasta perderse y, al final, nos encontramos con situaciones cuya verdadera interpretación requiere algunas consideraciones previas. En este caso:

Esa idea que se desliza en los discursos del señor Obama y otros de que el desembarco de Normandía en 1944 fue el turning point en la guerra y que a los soldados que allí desembarcaron se debe que se ganase la guerra no es correcta. La guerra ya la habían perdido los alemanes en Stalingrado ante los soviéticos. Fue el ejército ruso el que venció a Alemania. Y, por cierto, mientras lo hacía, la Unión Soviética no se cansaba de pedir a los angloamericanos que abrieran un segundo frente en Europa que aliviase la presión alemana sobre el frente del Este. Pero los aliados no lo hicieron, tardaron más de un año en organizar el desembarco de Normandía que, efectivamente, obligó a los alemanes a dividir sus fuerzas, y sólo lo hicieron cuando comprendieron que la guerra, de hecho, ya la habían ganado los soviéticos que ahora amenazaban con ocupar ellos solos Alemania. Dicho se sea sin menoscabo alguno para la importancia de la operación del Día D y el heroísmo de quienes tomaron parte en ella.

En las celebraciones están ausentes los alemanes y los italianos puesto que ellos no participaron en el desembarco sino que eran el motivo por el que el desembarco se había producido. Pero sí están los franceses cuya participación en el esfuerzo de guerra contra Alemania, con ser muy apreciable simbólicamente, no era digna de consideración desde el punto de vista material. Son las ironías de la historia.

De los derrotados europeos en aquella guerra, Alemania e Italia, hemos sabido también muy acordemente con los estereotipos que sobre ellos rigen. La señora Merkel ha acompañado al señor Obama a visitar el campo de Buchenwald, prueba y testigo de aquella maldad. El señor Berlusconi anda peleando en Italia para que no se conozcan sus aficiones privadas de vejete millonario libidinoso y no se sepan sus corruptelas y sus costumbres de invitar a otros ancianos prebostes con cargo al erario público italiano a esta orgías con ninfas. Como si el tiempo no hubiera pasado y aquí tuviéramos de nuevo al emperador Calígula en su villa de Capri rodeado de efebos y sirénidos.

Es una forma italiana de celebrar el día D, distinta de la de los serios y esforzados protestantes del norte, incluido el afroamericano.

(La imagen es una foto de army.mil, bajo licencia de Creative Commons).

La agonía de la izquierda (y II).

En realidad el golpe más duro para la izquierda, la experiencia más amarga, fue comprobar que no podía hacer realidad su promesa de transformación radical del orden social, que su denuncia del presente como reino de lo injusto no iría acompañada de la implantación de otro orden futuro cuyas claves estaban en su discurso crítico. El capitalismo carece de alternativa viable y ésta es una experiencia que se hizo patente con el hundimiento del comunismo, fenómeno de magnitud histórica del que no me cansaré de repetir que la izquierda no ha dado una explicación satisfactoria. No hacerlo, sin embargo, pretender seguir como si nada, como si aquel hundimiento de un orden social que sostenía ser el futuro en el presente, no rezara con ella, no ha contribuido a fortalecer a la izquierda sino a mostrarla como más insegura, vulnerable y carente de un discurso propio, distinto del del reformismo capitalista. Hoy nadie dice en serio en la izquierda que introduciendo reformas radicales en la sociedad surgirá un "hombre nuevo" al modo en que iban los hombres surgiendo de la tierra según lanzaban Deucalión y Pirra los huesos de su madre.

La izquierda había sostenido que no existe eso que se llama la naturaleza humana puesto que todo en el hombre es cultura y que, en consecuencia, un buen programa de transformación social (básicamente centrado en la abolición de la propiedad privada, origen de todos los males, desde Rousseau y quizá antes) acabaría transformando la naturaleza humana. Falso y la amarga experiencia de esa falsedad ha dejado a la izquierda desarbolada y sin propuestas propias. Es verdad que la izquierda revolucionaria cedió la plaza a la izquierda reformista pero ese reformismo, precisamente, era como el sambenito que denunciaba la ausencia del "verdadero" espíritu de la izquierda por no poder contestar siguiendo su doctrina a la pregunta aquí básica: reformismo, sí pero ¿para qué? Obviamente no para edificar un orden social nuevo, sino para perpetuar el orden social capitalista que se había querido abolir por medios revolucionarios. Fragmentada, dividida, enfrentada, sin un discurso propio, la izquierda ya no es la sepulturera del capitalismo sino su administradora de rostro más humano.

Privada, pues, de su discurso transformador, la izquierda ha ido parasitando los ajenos. Surgen así los maridajes más típicos del siglo XX de la izquierda con discursos por así decirlo, "epecializados", que no se interesan por una visión de conjunto, sistémica, del orden social, sino que inciden en un aspecto concreto de éste y se concentran en buscarle una alternativa. Es el caso del nacionalismo, el feminismo, el ecologismo y el pacifismo. Las relaciones de la izquierda con ellos ha sido muy diferenciadas.

En el caso del nacionalismo, hay autores que sostienen que el maridaje es imposible y que la izquierda no puede ser nacionalista ya que su espíritu es internacionalista o cosmopolita. Sin embargo es un hecho que hay organizaciones y movimientos que dicen ser nacionalistas y de izquierda. Personalmente no lo encuentro difícil de entender: son organizaciones que han resuelto la citada pérdida del referente de la izquierda (la conciencia de que no hay orden social radicalmente distinto al capitalista y más justo) por la construcción de un orden social inventado al que llaman "nación". Que este orden social, en el fondo, tiene poco (nada, incluso) que ver con la izquierda se observa en el hecho de que, realizada la nación ésta abarca a todos sus "hijos", con independencia de que sean de izquierda o de derecha. En el fondo, el nacionalismo dice que no es una ideología porque en su seno las ideologías carecen de sentido. Y no le falta razón. Si nacionalismo es poner los intereses de ese supuesto ente nacional por encima de nuestro juicio moral como individuos, efectivamente izquierda y derecha son determinaciones irrelevantes.

Tampoco la integración del feminismo y la izquierda está libre de problemas. En un principio del movimiento feminista, se afirmó la idea de que éste sólo era compatible con la izquierda. Pero luego vino a decirse que el feminismo abordaba cuestiones que eran transversales en lo social e ideológico. Creo, no obstante, que hay un fuerte anclaje "izquierdista" en el feminismo en la medida en que éste es la búsqueda del remedio a una situación de injusticia que viene de tiempos inmemoriales y sigue haciendo estragos hoy y siempre que se menciona la injusticia la izquierda se siente concernida porque, según su autoconciencia, ella misma es lucha contra la injusticia. Lo que sucede con el feminismo es que parte de la injusticia contra la que hay que luchar está producida por la izquierda misma. No tendría, no debería ser así; pero es. Con todo la simbiosis izquierda/feminismo me parece más viable (o más aceptable) que la de nacionalismo e izquierda.

Ecologismo e izquierda ha sido también relato de mutuo reconocimiento y conflicto creciente hasta el día de hoy. El ecologismo y su primo hermano el conservacionismo, tuvo originariamente que ver con la izquierda, pero la separación fue muy rápida, mucho más que en el caso del feminismo y, desde luego del nacionalismo. Frente al feminismo los ecologistas muestran su propia acción política, cosa que no han conseguido hacer las mujeres que en ninguna parte han puesto en marcha partidos o movimiento feministas políticamente eficaces. En relación con el nacionalismo, el ecologismo se diferencia en el hecho de que su acción política es propia e independiente.

Por último el pacifismo, el último recurso de una izquierda que se iba haciendo teóricamente liviana a lo largo del siglo XX era declararse contraria a la guerra y partidaria de la paz, pero sólo en un terreno retórico. Llegado el momento de la verdad (una vez que la guerra, que es el hecho humano por excelencia porque es el hecho típico del ser creado, la destrucción), la izquierda acepta la guerra y no solamente la acepta sino que la pretexta y hasta la glorifica y se vale de ella para el logro de sus fines. ¿Quién es más pacifista o más agresivo, el ministro español de defensa mandando tropas al Afganistán o el etarra del coche bomba?

No obstante los discursos parciales son eso, parciales, y a la izquierda le agrada verse como el gran relato de la totalidad del orden social. No es extraño escuchar a los dirigentes socialistas españoles decir que existe un estilo "socialista" de hacer las cosas y, por lo tanto, de ser. Pero nadie sabe en qué consiste. Ser "socialista" no significa postular un orden social radicalmente distinto del existente sino, si acaso, el existente pero más justo. Aunque parezca mentira, cuando alguien dice que es "anarquista" está siendo mucho más concreto y experimental que cuando dice que es "socialista".

Son los socialistas, los laboristas, los socialdemócratas los que con la Democracia Cristiana han hecho Europa en los últimos cincuenta años pero ese maridaje de conveniencia parece a punto de acabar. La democracia cristiana se dirige al neoliberalismo, aunque santurreando a cuenta de la doctrina social de la Iglesia y el socialismo, habiendo aceptado hace muchos años los principios de acción del mercado, en el fondo, también se orienta en esta dirección.

Quedan las llamadas izquierdas a la izquierda del PSOE. Pero son minorías exiguas. Nuestros sistemas políticos son democracias y en democracia las decisiones de adoptan por mayoría y estas corrientes políticas ni en sueños quieren prescindir de ellas. Es posible, no obstante, aunque nada fácil ,que una corriente anticapitalista destrone a la hegemonía socialista. Si tal cosa sucede, ya se verá la forma de dar cuenta de ello.

Entre tanto, ¿estamos preparados para vivir en sociedades de las que ha desaparecido la vieja dicotomía izquierda-derecha? No lo sé. Por cierto, ¿existe el debate postizquierdista?

(La imagen es una foto de daniele esposito, bajo licencia de Creative Commons).

¿Y si Trillo entendiera lo que lee?

En un artículo publicado hoy en InSurGente y titulado Si eres tonto de los cojones..., Manuel F. Trillo arremete contra mí iniciando su ataque con el párrafo siguiente: “He visto y leído que el inigualable e ínclito e inefable, además de valiente, el bueno de Cotarelo, dice públicamente que si no votas a los candidatos que están limpios de polvo y paja, pero no de sangre - GAL-, porque el asesinato desde el poder es menos asesinato que si se hace en las trincheras, eres un tonto de los cojones.”

La diatriba viene a (escaso) cuento de una entrada en mi blog Palinuro, titulada Si mañana gana el PP y cuyo último párrafo, el único en el que se habla de los “tontos de los cojones” dice: “Así que, si eres tonto de los cojones, ya sabes lo que tienes que hacer.” Nada más.

Llevo unos días moviditos así que estuve tentado de no responder al injustificado ataque del señor Trillo. Si al final lo hago (y prometo no reincidir entre otras cosas porque creo que los lectores de InSurGente tienen derecho a que no se les aburra) es por mor de la amistad que creía tener con él. Aclaro que la expresión "tonto de los cojones" (que Trillo da la impresión de pensar que empleo ex novo) es irónica, un juego de palabras con el que cito al alcalde de getafe, Pedro Castro, hace unas semanas al referirse a los votantes del PP. Nada más. En mi entrada no se dice que haya que votar a unos o a otros. Así que creo que el señor Trillo desbarra y que su artículo no tiene nada que ver conmigo, pero sí y mucho con él mismo y con su forma de relacionarse con la gente.

dissabte, 6 de juny del 2009

Si mañana gana el PP.

  • Pedirá elecciones anticipadas.
  • Pedirá despido libre.
  • Querrá aumentar la jornada laboral.
  • Querrá bajar los impuestos a los más ricos.
  • Pedirá elecciones anticipadas.
  • El señor Camps se considerará exonerado por las urnas.
  • El señor Fabra se considerará exonerado por las urnas.
  • Los espías presuntamente a sueldo de la Comunidad de Madrid se considerarán exonerados por la urnas.

  • FUNDESCAM no dará explicaciones sobre sus pagos en tiempos electorales.
  • Pedirá elecciones anticipadas.
  • Las CCAA del PP seguirán boicoteando la legislación del Estado.
  • Pedirá la restricción del aborto.
  • Querrá suprimir los matrimonios homosexuales.
  • Pedirá elecciones anticipadas.
  • Querrá que sólo gobiernen los que los empresarios consideren "cojonudos/as".
  • Querrá privatizar la sanidad pública.
  • Querrá privatizar el Canal de Isabel II.
  • Pedirá que bajen los sueldos de los funcionarios.
  • Pedirá elecciones anticipadas.
  • Querrá congelar el salario mínimo interprofesional.
  • Querrá congelar la todas las pensiones
  • Querrá recortar el gasto público.
  • Pedirá mayor desregulación financiera.
  • Pedirá elecciones anticipadas.
  • Querrá conceder más privilegios a la Iglesia Católica.
  • Obstaculizará la ley de dependencia.
  • Obstaculizará la ley de paridad.
  • Pedirá elecciones anticipadas
Así que, si eres tonto de los cojones, ya sabes lo que tienes que hacer.

La agonía de la izquierda.

La izquierda se bate en retirada en Europa. Estas elecciones al Parlamento europeo pueden ser su toque de difuntos. ¿Qué fue de los otrora orgullosos y triunfantes partidos socialistas y socialdemócratas europeos? Parecen fantasmas del pasado. Su visualización está hoy ligada a fenómenos de hace una docena de años, no más, pero que parecen del pleistoceno. La Third way de Tony Blair (Tony... who?), como el Dritter Weg, de Gerhard Schröder (Gerhard... wie?) carecen de toda consistencia conceptual. Ya no la tenían en su origen, en virtud del principio del tercio excluso pero ahora la carencia se ha hecho clamorosa. De hecho el laborismo británico, reducido a la peligrosísima tercera posición en las elecciones municipales, puede augurar un cambio decisivo en el sistema de partidos ya que el político, encuadrado en el principio mayoritario, no es tan fácil de cambiar. En Alemania, la escisión de Oskar Lafontaine entraña cierto riesgo de supervivencia para el viejo SPD. De los socialismos francés e italiano merece poco la pena hablar. El italiano, después del sórdido asunto de Bettino Craxi, no volvió a levantar cabeza y el francés quizá tuvo su última oportunidad con Segolène Royal pero hoy puede verse despedazado entre lo izquierdistas de Olivier Besancenot o y los centristas de François Bayrou. El socialismo europeo está en crisis. Gobernar lo hace en Portugal, Austria y Noruega, países poco decisivos en Europa y uno de ellos, encima, fuera de la Unión Europea, como lo está Suiza. En los demás países europeos occidentales excepto en España el socialismo es una dimensión política en decadencia. Y no parecen signos de que vaya a a salir de ella.

Este fenómeno debe de tener algún tipo de correlación con la actual crisis económica. Sin embargo, la manifestación externa viene a mostrar lo contrario. Es en los momenos de crisis cuando deberíamos esperar socialismo pero nos llega conservadurismo. En España está por ver pero lo cierto es que según va pasando la crisis, la oposición va cobrando fuerza. En el resto de Europa, el viejo socialismo no suele ser mas que un nostálgico recuerdo. En los años noventa, a raíz del hundimiento de la Unión Soviética, el comunismo salió del escenario político normal: unos renegaron del partido, otros lo disolvieron y otros, por fin, lo mantuvieron en todo ese tiempo. como el que mantiene una reminiscencia cuando no el brazo incorrupto de Santa Teresa o la momia de Lenin. Hoy parecería que es el socialismo quien tiene que librar una intensa batalla histórica por la legitimidad de un símbolo, el socialismo, la izquierda.

Por lo demás, el panorama teórico de la izquierda se ajusta como un guante a la concepción de la filosofía postmoderna: nada de relato único, de verdades absolutas, de necesidad o generalización históricas, nada de pretensiones de validez universal, nada de Kant. La izquierda es, así, un pensamiento fraccionado que ella misma tiene que disimular diciendo que no está fraccionado sino que es una situación plural: por plural ha de entenderse una situación en que conviven convicciones distintas y hasta contradictorias sin conflicto, muchas veces al borde del caos pero sin que pase nada porque la condición es que la convivencia lo sea en la inoperancia. Es lo que se llama la multiculturalidad, feliz estado de promiscuidad civilizatoria en la que distintas formas de entender la acción humana conviven en cuanto que se ignoran. Cuando, por algún motivo, levantan acta de la mutua existencia, se entredespedazan en una guerra de todos contra todos.

Lo dejo de momento aquí. Mañana veré las relaciones entre izquierda y socialismo, ecologismo, feminismo, pacifismo y (a modo de contundente resumen) capitalismo. Hasta mañana.

(La imagen es una foto de Roberto Rizzato >pix jockey< , bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 5 de juny del 2009

El discurso de Obama.

Mañana llegarán los especialistas, expertos y estudiosos a demostrarnos que nada de lo que oímos ayer es posible porque las relaciones internacionales son lo que son y mucho más importantes que la mera voluntad bienintencionada de un individuo; vendrán asimismo los enterados, los que saben la verdad verdadera y no se tragan las apariencias con que nos engañan a los demás, a explicarnos que este es el últmo ardid sionista para coger a los musulmanes con la guardia baja y acabar de una vez por todas con los palestinos; vendrán también los que creen en las leyes de la historia que dicen que el imperialismo norteamericano está perdido y lo sabe frente al despertar revolucionario de los pueblos del mundo y trata de ganar tiempo para sobrevivir, aunque sea unas semanas.

Todo eso será mañana. Hoy estoy encantado todavía de haber presenciado un hecho de gran importancia y momento: un presidente negro de los Estados Unidos hablando en un recinto del saber al mundo islámico y diciendo algo que ningún otro presidente de los Estados Unidos había dicho antes en público o en privado. Ninguno. De pronto Obama ha vuelto a ganar, al menos a mis ojos, la estatura y el valor que tuvo durante la campaña electoral y en sus primeros días de gobierno, antes de parecer que flaqueaba ante la tortura y Guantánamo y que buscaba triquiñuelas para zafarse de sus responsabilidades.

Pero aquí está de nuevo, el hombre más poderoso del mundo, el Emperador, ocupándose del asunto más vidrioso, más complicado, más difícil y, en buena medida, causa de muchos otros, de la política internacional. Y lo hace con un estilo también nuevo: cierto que llamó al señor Netanyahu antes para ponerlo en guardia, pero no cedió a sus presiones como hicieron todos los antecesores en la Casa Blanca y ha adquirido dos compromisos firmes ante la opinión pública mundial: a) detener los asentamientos; b) forjar un Estado palestino. Cuando eso haya sucedido, ya tendremos tiempo de añadir que el muro tiene que desaparecer o que hay que buscar un estatuto especial para Jerusalén.

Y en ese discurso que fue como una manifestación del espíritu hegeliano en que el mundo ha vuelto sobre sí, lo español ha estado presente por partida doble: en lo histórico y en lo político. En lo histórico por la referencia a la tolerancia de Al-Andalus y en lo político por la invocación de la "Alianza de civilizaciones", aunque haya atribuido la iniciativa erróneamente a Turquía. O sea que mira por donde, los gorgoritos de Leire Pajín hablando de la coincidencia astral entre los mandatos de los señores Obama y Zapatero no son tan limitados y paletos como los vio el muy limitado, paleto y engolado señor Mayor Oreja.

Obama ha admitido que los Estados Unidos han torturado y han quebrantado derechos humanos en Guantánamo y ha reconocido que en Irak tomaron la decisión equivocada pues, en lugar de la guerra, debían haber acudido a la diplomacia, que era lo que todos los demás, excepto los señores Blair y Aznar, les urgieron a hacer. Pero esos reconocimientos, lejos de disminuir o debilitar la imagen de los Estados Unidos, la fortalecen y la ennoblecen. Al menos a mis ojos.

Se nota que el presidente de los Estados Unidos es demócrata y es negro. Se acabó el reinado de los criminales imbéciles que primero disparaban y luego preguntaban. Y, a propósito, parece que el señor Aznar vuelve a sembrar veneno sobre los responsables del 11-M. Por el mismo precio a lo mejor puede volver a decir que sí, que había armas de destrucción masiva en el Irak.

(La imagen es una foto de jmtimages [is it Friday yet??], bajo licencia de Creative Commons).

Al cuidado de la mamma.

Quien quiera divertirse un rato y reír de buena gana, que vaya a ver esta peli que aquí se titula Vacaciones de Ferragosto porque deja incólume lo que requiere explicación a ojos españoles, que es el término Ferragosto. Para mantenerlo, hubieran hecho mejor traduciendo el título original como se debe El almuerzo de Ferragosto.

Esta comedia de Gianni di Gregorio, es una mezcla de "nuevo cine italiano" y viejo neorralismo. Un don nadie de mediana edad, Gianni, magníicamente interpretado por el mismo Di Gregorio, sin trabajo ni oficio conocido, que habita con su madre viuda en el viejo caserón de alquiler en el centro de Roma cuyos gastos, sin embargo, hace años que no paga, ha de quedarse en la capital un 15 de agosto (ferragosto) porque no tiene con quién dejar a su anciana madre. Tampoco hubiera podido ir a ninún sitio porque está sin blanca. El caso es que, presionado por el administrador de la casa, que le recuerda sus ingentes deudas, se ve obligado a quedarse en tan señaladas fiestas también con la madre del propio administrador y una tía ya que él debe ir con la familia a un balneario al que su madre no quiere ir. En realidad se va un par de días con una jovencita. Cuando Gianni empieza a hacerse a la idea de pasar el ferragosto encerrado en su casa con tres viejas, héteme aquí que viene su médico de cabecera, le hace un rápido reconocimiento y le pide por favor que se haga cargo también de su mamma, ya que él tiene guardia en el hospital.

La película son las vicisitudes de Gianni, encerrado un 14/15 de agosto en casa con cuatro viejas que no se conocen entre sí pero que acabarán haciéndose grandes amigas y pasando una estupenda noche de fiesta.

El pobre Gianni, quien anega su fatalismo en buen vino blanco tiene que hacer la cena de las ancianas y acostarlas. Al día siguiente habrá varios conflictos en marcha que dejarán a Gianni exhausto pero que nos permiten ver el carácter de cada una de las cuatro viejas, trazado con una concisión, una sobriedad, elegancia y maestría muy poco habituales: todo a base de incesantes travellings y planos cortos que se suceden sin parar (en claro contraste con un arranque de cámara fija preponderante) y componen unos escenarios llenos de vida. Como están los cuatro personajes, a los que el director saca en primeros planos crudelísimos, con sus arrugas, sus pelos, pellejos, todo y, sin embargo, las cuatro acaban resultando muy simpáticas: la madre de Gianni, un remedo italiano de Gloria Swanson en Sunset bulevard, llena de afeites; la madre del administrador, una ligona casquivana; la tía del mismo, una aburrida abuelita simple que sólo habla de la pasta al forno y la madre del médico, condenada por este a dietas severas y que padece bulimia de pasta al forno precisamente. Y Gianni tratando de sobrevivir, cosa que consigue cuando, al final, las viejas lo compran.

Es una peli verdaderamente agradable.