divendres, 18 de febrer del 2011

Vuelve el pasado.

La nueva peripecia de Ruiz Mateos vendría a ser la enésima comprobación del manido dicho de que la historia se repite pero la segunda vez como farsa, de no ser porque en este caso, ya la primera fue una farsa.

La expropiación (que no nacionalización) de Rumasa el 23 de febrero de 1983, con la que prácticamente se estrenaba el primer Gobierno socialista, levantó suspicacias sobre el bolchevismo de la izquierda. Miguel Boyer, ministro de Hacienda entonces y ya por entonces converso al popperismo, pasaba por ser una especie de furibundo radical dispuesto a socializar los medios de producción en plan soviético. De demostrar lo contrario se encargaría doña Isabel Preysler. Pero los defensores del orden constituido llevaron el asunto al Tribunal Constitucional y, como éste dictaminara la constitucionalidad de la expropiación, cargaron contra el alto órgano jurisdiccional y su presidente, García Pelayo, que era un rojo venido del exilio.

Por supuesto, en la izquierda también pusieron verde a Boyer, presumiendo que la expropiación era una concesión a la banca comercial para que ésta devorara aquel intruso de la abeja que había tenido la audacia de hacerse con un banco, el Atlántico, pretendiendo entrar en el club de los grandes, él que era un parvenu por muy Marqués de Olivara que sea y grandeza de España que diga tener.

Casi treinta años después el propio Ruiz Mateos, que en el curso de su pintoresca vida llegó a propinar un mojicón al ministro de Hacienda que lo había expropiado, se ha encargado de probar que el apuñado ministro tenía razón. Ahora vuelve al proscenio con una historia que hace temer lo peor. Diez empresas del holding-no holding zozobran. Y, según parece, detrás están los ahorros de cientos de personas que los invirtieron con la promesa de intereses altísimos. ¿Suena esto a algo? ¿Suena a caso Madoff en ibérico? ¿A esquema Ponzi? ¿A alguien que da duros a cuatro pesetas?

Veamos: después de la expropiación y su batalla judicial con el Gobierno, Ruiz-Mateos se metió en política, creó una agrupación, buscaba la inmunidad parlamentaria contra el acoso de la justicia. En cierto modo un adelantado del método Berlusconi aunque no con tanta fortuna pues el jerezano sólo llegó a eurodiputado. Por eso hubo de acudir a otros recursos, como aparecer en público vestido de Supermán. Finalmente, dio con sus huesos en la cárcel. La flor y nata del empresariado patrio en la trena en una situación que quizá preludie la del exjefe de los empresarios, Díaz Ferrán.

Y aquí está de nuevo el héroe, rehecho por segunda vez y por segunda vez en situación comprometida. Comparece en público, sombra de lo que fue, con sus seis hijos varones pues en las familias de orden las mujeres se quedan en casa, a decir que, si no puede pagar, se pega un tiro... si sus convicciones religiosas se lo permiten; que no se lo permiten, ya lo sabe él de sobra, que es hombre pío ,como lo demuestran sus trece hijos.

Tan pío que no hace dos años el cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, le imponía en Roma la medalla de la Orden de San Gregorio Magno que es "la máxima distinción y reconocimiento que otorga la Santa Sede a un laico por su contribución y ayuda a la Iglesia", dice La Razón. Hay que ver cómo ha decaído la diplomacia vaticana y su servicio de inteligencia. O quizá sea que la codicia ciega al clero. Pues será el momento de ver si el Vaticano está dispuesto a socorrer a su caballero en este difícil trance. Se admiten apuestas.

El pasado ha vuelto para dar la razón a Miguel Boyer que ya había calado al menda, a diferencia de monseñor Bertone.

(La imagen es la cabecera del blog de Ruiz-Mateos.)

dijous, 17 de febrer del 2011

El pulpo que asfixia España.

Hace unos días se conmemoró el centenario de la muerte de Joaquín Costa, el autor de Oligarquía y caciquismo como la forma de Gobierno actual en España, escrito en la tradición de propuestas arbitristas (Lucas Mallada, Macías Picavea, etc) que buscaban las razones de la decadencia española y trataban de ponerles remedio. Igual que Costa. Igual que el resto de los regeneracionistas de los que la IIª República fue la última manifestación. Y tantos esfuerzos tanto tiempo después, ¿han servido de algo?

Temo que no. La prueba más palpable es la desgraciada peculiaridad de España en el contexto de la crisis actual: el doble de la tasa de paro y la recesión continuada allí donde los demás países han iniciado ya la recuperación. España sigue siendo un país no enteramente europeo como se ve en cuanto se repase la actualidad.

La forma de gobierno, como en los tiempos de Costa, es la oligarquía y el caciquismo, algo edulcorada la primera que se disfraza de modernidad a través de la banca y los llamados mercados y en auge el segundo en todos los niveles de gobierno, comunidades, diputaciones, municipios en los que el caciquismo es el hilo de oro de la acción pública; y eso sin hablar del turnismo de los dos partidos del sistema cada vez más parecido al de la Restauración.

Todos los vicios y defectos que denunciaba Larra están presentes casi doscientos años después: el favoritismo, el clientelismo, el enchufismo, el amiguismo y el fulanismo continúan determinando el quehacer nacional con redoblada intensidad y amplitud. No son solamente las formas de actuación de la derecha y los sectores tradicionalistas e integristas de toda la vida sino también de los que alguna vez se presentaron como alternativa a los anteriores, los democráticos y de izquierda. Siempre se dijo que cuando estos accedieran a los asuntos públicos las cosas cambiarían, el país se modernizaría, se haría más próspero y más productivo.

Mentira.

La izquierda es tan enchufista, amiguista y clientelar como la derecha. Los partidos de izquierda son redes de influencias, camarillas unidas por relaciones de intereses personales, desde el gobierno, en donde el presidente nombra a quien le peta, sin consultar el parecer del partido ni del Parlamento, hasta la última pedanía. En todos los casos el requisito para ocupar un cargo no es la competencia ni el criterio, sino la amistad con el baranda y la fidelidad a su persona. Basta con ver algún ministro o ministra, algún director general u otros cargos. Los nombrados, a su vez, reproducen estas prácticas: llenan de amigos y clientes los órganos e instituciones públicas en un toma y daca de casta de enchufados. El rendimiento de esta miríada de cargos, dedicada a medrar, es cero o, incluso, negativo. Situación que afecta por igual a la otra formación de la izquierda, IU; no tanto en los nombramientos porque ésta tiene pocos spoils que repartir, pero sí en el conjunto de su acción política. El 95 por ciento de los conflictos internos de la coalición se origina en cuestiones personales más o menos disfrazadas de ideología. Más bien menos.

Estos vicios no son tales en la actividad privada de la sociedad civil. Si un empresario quiere colocar en su negocio a todos sus familiares es libre de hacerlo porque es responsable de sus actos y no tiene que dar cuentas a nadie. Pero el asunto ya no es tan claro cuando esa actividad privada consiste en influir sobre la pública a través de la formación de la opinión, la participación en los debates, en definitiva, la acción en el ámbito ideológico y simbólico, especialmente cuando, como sucede siempre, los opinantes, en la sombra de Catón el Censor, se arrogan la condición de conciencia moral de la colectividad.

De nuevo que esto suceda en la derecha no tiene nada de extrañar: es su forma de ser y prueba de su completa identificación con el orden constituido, basado en esas prácticas. Las distintas facciones conservadoras tienen sus predicadores a sueldo y es muy improbable que estos cambien de cobijo si no es por algún choque extraordinario. Pero lo mismo sucede en la izquierda en donde se presume de mayor autonomía de juicio y de sentido crítico. Ambas cosas falsas.

Hace muchos años que Benda señaló que los intelectuales han traicionado su independencia de criterio, su misión en definitiva, pensando y escribiendo en el marco de consignas, de intereses de partido cuando no de empresa, diríamos hoy. Ahora esa traición se hace más abyecta pues los dichos intelectuales ostentan la marca de la ganadería con orgullo. Y no son solamente los intelectuales, todos los hacedores de opinión, los periodistas, las gentes de los medios, actúan movidos por consignas partidistas, de grupo, corporativas. Y lo hacen como los políticos: con criterios de enchufismo, amiguismo y gremialismo: forman camarillas, grupos de intercambio de favores, que excluyen a los críticos y sólo admiten a los incondicionales.

La izquierda critica estos vicios en la derecha y los exhibe en su propio comportamiento a extremos vergonzosos. ¿Se quiere una prueba? En el momento en que, al ver un nombre, ya sabemos lo que va a decir o escribir, ¿estamos hablando de un opinante o de un esbirro? Generalmente muy bien pagado, pero esbirro al fin y al cabo. El resultado es este desconcierto de la izquierda en un panorama de atonía y mediocridad en los medios en donde no alumbra debate alguno de interés.

La independencia, única garantía de sinceridad, ha sido siempre un lujo y un riesgo. La blogosfera le ha procurado un medio propio de expresión. Un blog es un lugar en el que cabe leer textos como éste que será imposible encontrar en algún periódico o medio audivisual, literalmente copados por los fulanistas que parasitan a los independientes pero no lo dicen.

El pulpo que asfixia España es el incumplimiento del programa regeneracionista ayer por la derecha y hoy por la izquierda.

dimecres, 16 de febrer del 2011

Delincuentes políticos y políticos delincuentes.

La política es una actividad muy mal valorada en todos los sondeos de opinión. El prestigio de los políticos es generalmente bajísimo y los partidos suelen ocupar el último lugar en el aprecio de los ciudadanos. Se asocia con ella la falsedad, el engaño, la mentira, la hipocresía y la demagogia, cuando no los privilegios, el favoritismo y la injusticia y, desde luego, la corrupción. Y eso en cuanto a la opinión que, al fin y al cabo, es una imagen. La realidad viene siendo aun peor. La política mantiene relaciones muy complejas con dos tipos de actividades humanas que todo el mundo condena, incluso los que viven de ellas: la guerra y el delito. Las relaciones con la guerra son de tipo causa-efecto en que la política tanto puede tomar una forma como la otra. Las relaciones con el delito suelen ser de tipo medio a fin y aquí la política viene siendo el medio para el fin delictivo, no el delito en sí mismo.
Ese juicio tan condenatorio que merece la política se pretende contrarrestar a veces echando mano de nobles ideales acerca del bien común, el servicio público, la condición ciudadana, la civilización, que enraizan en la filosofía griega y se mantienen confusamente hoy cuando hasta los políticos a veces distinguen entre la política como sucia actividad cotidiana y la Política (suelen decir que "con mayúscula") como desinteresada vocación.
Es la distinción que también se hace muchas veces entre un político y un estadista. La nobleza del estadista reside, precisamente, en que ha dejado de ser un político, esto es, de ocuparse del bien público desde un punto de vista de partido para pasar a hacerlo desde el punto de vista de la totalidad sin cuestionarse mucho cómo sea esto posible en una sociedad conflictiva. La distinción es un intento de resolver la contradicción que se da entre reconocer de algo (la política) que es imprescindible y tener al propio tiempo la peor opinión de ello.
Son aquellas viejas relaciones de la política con el delito las que están cambiando aceleradamente. El político al servicio del delito gestiona el bien público en interés de un individuo o de un grupo de individuos, una asociación delictiva, por ejemplo la mafia. La importancia de la política para la delincuencia, igual que para los demás quehaceres del hombre, radica en que engloba la actividad legislativa, la capacidad para establecer las normas generales, las reglas del juego. Por ello se está pasando de la instrumentalización de los políticos por los delincuentes a la conversión directa de los delincuentes en políticos. Es el camino que llevan los países en los que el narcotráfico está sustituyendo al Estado. Y el que emprendió Berlusconi hace años si fuera cierto que, efectivamente, los tribunales lo condenan por la comisión de delitos y no digo de cuáles porque, de darse el caso, con Berlusconi puede acabar pasando lo que pasó en su día con Al Capone, que lo buscaban por unos delitos pero lo condenaron por otros. Delitos eran al fin y al cabo.
La diferencia sin embargo es considerable: Berlusconi ha intentado gobernar, poner el aparato del Estado en su conjunto al servicio de sus intereses, el primero de los cuales es no responder ante la justicia por los numerosos delitos de que se lo acusa. Su gobierno ha sido un tejer y destejer leyes procesales para garantizar su inmunidad, muchas veces en detrimento del Estado de derecho. Y al final viene a caer por un presunto delito posterior a su consagración como político, de donde se seguiría que, para él, gobernar no es solamente protegerse frente a los tribunales sino, además, seguir delinquiendo.
El poder ciega. A lo más que puede llegar Berlusconi es a imitar a Sansón y morir bajo los cascotes del templo, en este caso, el Estado de derecho. Pero este proceso que, por fin, le han abierto en Milán permite suponer que el Estado de derecho sobrevivirá a la sacudida. En todo caso, la enseñanza es clara: la política debe estar libre de toda concomitancia directa o indirecta con el delito.
Por esta razón la aventura de Camps es distinta de la de Berlusconi pero tiene elementos en común. El primero eso de que el poder ciega y el miedo a perderlo ciega aun más. Camps pretende imponerse al curso de la justicia no cambiando las leyes sino contraponiéndole un triunfo en un plebiscito. Si la derecha quiere mantenerse dentro de las reglas del juego democrático del Estado de derecho, no puede permitírselo. Esas afirmaciones de Camps de que es el candidato más respaldado de la democracia en el mundo entero demuestran que el hombre ha perdido todo contacto con la realidad en la que se ve con facilidad que ni su propio partido lo respalda, salvo, claro está, su núcleo más fiel de clientes. Únicamente así, como un destello de un espíritu trastornado, puede entenderse que alguien crea que un voto unánime del electorado valenciano en su día pudiera pesar más que la decisión de un solo tribunal. Alguien debiera explicárselo. Explicarle que la fuerza de los tribunales proviene de la legitimidad que les ha dado la decisión de las generaciones en la historia y es muy superior a la que pueda emanar de un destello de una decisión colectiva momentánea, superficial y pasajera. El cadáver de la Gürtel sigue creciendo.
(La imagen es una foto de Alessio85, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 15 de febrer del 2011

Candidato Gürtel.

Reunión de urgencia del Comité Electoral Regional del PP del País Valencià. Resultado: unanimidad búlgara para nombrar a Camps candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma valenciana. Acto seguido, envío de dicha decisión al estilo prusiano a la sede nacional del PP en la calle Génova de Madrid con un lacónico comunicado en el que se lee textualmente que el Comité Electoral Nacional deberá ratificar la propuesta elevada por el PPCV. Deberá, imperativo; no deberá de, posibilista, desiderativo. Obviamente los valencianos piensan que el Comité Electoral Nacional es un órgano ratificante; como las Cortes de Franco. O sea, perfectamente inútil.

La taxativa comunicación quiere emplazar a la dirección nacional del PP ante un hecho consumado. Era la táctica preferida de Hitler. Y no estoy comparando a Camps con Hitler. Es obvio que no tienen la misma talla y no me refiero a la de los trajes. Hitler lo hacía porque podía: te descuidabas y había invadido la Unión Soviética. Camps y el PPCV lo hacen por si cuela. Tienen conciencia de su subordinación. Los traiciona el verbo elevar hablando de su propuesta. Sólo se eleva algo a lo que está más alto. Y desde el punto de vista de la derecha lo que está más alto prevalece siempre sobre lo que está más bajo.

Camps ha retado a duelo a Rajoy. Habrá analistas que digan que ha echado un órdago; cada cual con sus aficiones. El intríngulis es que Rajoy tendrá que pronunciarse, cosa que, al parecer, le molesta. Tendrá que decir sí o no. ¡Ah, que no quepa nombrar al "curita" embajador ante la Santa Sede! Podría, si las cosas se ponen muy mal, solicitar santuario en la basílica de San Pedro, escenario adecuado a la idea que tiene de sí mismo. Como El Escorial lo era para la que tenía Aznar también de sí mismo y de su prole. En la derecha siempre han gustado mucho las películas de Samuel Bronston.

Hay quien dice que si Rajoy no se ha pronunciado todavía es porque Camps conoce cosas cuya revelación le haría daño. Cuando se llega al fondo de la naturaleza humana nunca se sabe, pero me atrevo a decir que no hay tal. No creo que Camps pueda chantajear a Rajoy en algo más que en insinuar que puede alzar bandería propia en el Reino como Cascos lo ha hecho en la siempre indómita Asturias. Porque esa es una preocupación real. Rajoy teme no lo que pueda decir Camps sino lo que pueda hacer. El PP no resistiría una escisión valenciana. Francisco Camps es capaz de cualquier cosa una vez que ha decidido defenderse en el ámbito jurídico con armas políticas, como Berlusconi.

Y lo es porque el hombre no debe de regir ya del todo bien, sometido a una tremenda presión social y mediática de dos años de duración. Sus actos nunca han sido enteramente comprensibles pero, de un tiempo acá, revelan rasgos patológicos. Ese obstinado silencio ante la prensa es tan lamentable como lastimoso. Y de nada le sirven, (al contrario, lo obnubilan) las loas de la televisión valenciana y las defensas públicas de Ritá Barberá, como una dueña dolorida. Así las cosas Rajoy sólo puede desautorizar a Camps y esperar que la derecha valenciana no se eche al monte. Lo que no puede es tener un candidato sentado en el banquillo de los acusados. Porque acabarán llamándolo el candidato Gürtel. Y muy mal deben de ver las cosas los valencianos para no permitir que Rajoy pueda decidir sabiendo si el juez abre la vista oral o no con Camps de acusado. Y ojo porque a veces los cachazudos se vuelven flamígeros.


La vergogna sei tu, Silvio

Como si se tratara de una obra de Aristófanes, cientos de miles de ciudadanas salieron el domingo a la calle en Italia a decir a Berlusconi que ya basta de humillar y maltratar a las mujeres. El comediógrafo griego viene a cuento aunque no lo parezca. ¿No ha invocado una senadora belga el ejemplo de Lisístrata para pedir a las mujeres de los políticos que los tengan en abstinencia sexual en tanto no compongan gobierno? Lo que no sé es qué resultado dará en un país rebosante de católicos y protestantes tan respetuosos con el débito conyugal.

Berlusconi se defiende sosteniendo que él jamás ha pagado por las mujeres ya que una de las acusaciones es haber obtenido los favores de prostitutas menores de edad a cambio de dinero. Pero esa defensa es en verdad el mayor ataque a la dignidad de las mujeres porque, si no es por el dinero, ¿por qué otro don consigue Berlusconi a las mujeres?

(La primera imagen es una foto de mercedesalonso, bajo licencia de Wikimedia Commons. La segunda, una foto de Ricardo Stunckert/PR Agência Brasil[1]), también bajo licencia de Wikimedia Commons).

dilluns, 14 de febrer del 2011

Goyesca.

La gala del cine español tuvo ayer su noche con todos los requisitos de rigor, empezando por la imitación de la ceremonia de los Óscar, alfombra roja incluida, así como en mojigato, sous-développée y provinciana. Es verdad que Hollywood tiene la paternidad y maternidad del cine y es justo que se le rinda tributo. Pero no es imprescindible imitarlo. Si el Óscar es aquí Goya, la fiesta quizá pudiera tener un aire más goyesco. Podían hacerla en una romería, por ejemplo; o llevarla al anfiteatro de Mérida o a la plaza de toros de Ronda. Para eso los tenemos, cosa que no pasa en Hollywood. Los medios acudirían igual y la atención sería la misma, puede que superior. También los títulos podían ser algo más castizos: Buried es casi tagalo y Biutiful, impresentable. Parece que no pero los títulos también son arte y debiera haber un Goya para ellos. Pa negre es lo más recio que ha habido, lo más goyesco. Lo dice todo.

Aun así hubo bastante esencia nacional. Eso de tener a una ministra en el acto no como convidada de piedra sino activa por ser del gremio es un punto. Luego dicen que los sociatas comunican mal. Lo que sucede es que el personal no las pilla. ¡Una ministra vestida de gala de cine! Con un glamour (como dicen los especialistas) discreto. Eso vale algo.

La ministra, además, enconada con el director saliente, Alex de la Iglesia, que se ha largado un discurso de gran interés. Y mira que el hombre ha salido mal parado en la lluvia de premios. Le han dejado dos de consolación: maquillaje y efectos especiales que a mí me parecieron detestables por la cantidad de casquería. Y tampoco se lo hubiera dado al título. Pero sí le hubiera dado algún otro que ha ido a parar a otras pelis.

En su discurso, por cierto muy ágil y con sentimiento, De la Iglesia se ha rendido a lo evidente: internet que, dice, es el presente, está cambiándolo todo. Pero eso es obvio desde hace años. Añade el ya exdirector de la Academia que la considera (internet) como la gran oportunidad para los cineastas, para el cine. Pero no dice cómo y, además, da la impresión de que dimite porque no ha conseguido un resultado favorable a su punto de vista en las negociaciones de la Ley Sinde. Lo que sucede es que su punto de vista no está claro. Y esto no es un reproche. De la Iglesia es un hombre honrado y viene a reconocer que las circunstancias lo superan. Llega hasta decir que hay que cambiar el modelo de negocio. Pero como él no es un negociante, el asunto le es ajeno.

Entre tanto, la gala se vio oscurecida o iluminada (según puntos de vista) por la presencia de los miembros o seguidores de Anonymous que, tras haber tumbado las páginas de la Academia y de los Goya, se llegaron hasta el Real a armar bulla en pro del acceso gratuito a la cultura, cosa en principio loable siempre que se resuelva previamente el modus vivendi de los creadores que son esos que, por tener genio, suelen estar condenados a la miseria unas veces por una causa, otras por otra, como Modigliani, Balzac, Van Gogh, etc.

Hay en este elemento del anonimato de Anonymous un aspecto moralmente dudoso. El anonimato es el santo y seña de la red. Pero el activo, el eficaz. Me explico: el anonimato ha sido, es y será el destino del 99 por ciento del género humano. Lo que hay de nuevo es que se trata de anónimos que pueden hacer daño y no dan la cara. Ellos dicen que no se identifican por prudencia, porque tienen declarada la guerra a la cienciología y esa secta amenaza de muerte a quienes la combaten. Es posible, pero los pobres Goya no tienen nada que ver con una secta. Entonces, ¿por qué se mantiene el anonimato? ¿Puede haber alguna otra razón que la de hacer daño a terceros impunemente? Y eso, se defienda lo que se defienda, no es de recibo. Es una parábola: el ataque al glamour de las candilejas viene de la sombra. De la sombra que las propias candilejas proyectan.

No obstante, el capitalismo no sería lo que es si no tuviera capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias creadas precisamente por su evolución. Esta resistencia numantina de los partidarios de los derechos de autor durará el tiempo que tarde el capitalismo en encontrar la forma de conseguir beneficios de y en internet. Y los piratas durarán el tiempo que tarde el mercado en encontrar fórmulas para obtener beneficio de la libre navegación en la red. Esos beneficios se materializarán el día que los costes de perseguir la piratería se hagan prohibitivos.

Porque el beneficio es la diferencia entre el coste y el precio. Ahora puede estar en una relación de veinte a uno. Si vigilar tiene un coste muy elevado, puede empezar a resultar atractiva una relación de dos a uno, teniendo en cuenta que los clientes se multiplican por millones. 500 millones de usuarios de FaceBook hacen que el servicio sea gratuito y un negocio próspero, sumamente próspero. Ese es el camino. Para el cine también.

diumenge, 13 de febrer del 2011

Gürtel, el cadáver y los pirómanos.

El cadáver de la obra de Ionesco sigue creciendo y ya ocupa los escenarios de los mítines del PP. La derecha está reaccionando del peor modo posible a las noticias sobre el proceso de la Gürtel.

Del peor modo posible en lo referente a los intereses generales y el respeto debido a las instituciones a las que pone en solfa permanentemente. La policía y la fiscalía siguen consignas políticas. Los jueces tienen doble rasero y no son independientes. Un discurso que cuestiona la actuación de los órganos del Estado y sus fuerzas de seguridad sin pruebas es tan ajeno al espíritu democrático y al Estado de derecho como a la verdad.

Pero también está actuando del peor modo posible respecto a sus intereses como partido. Esa batahola que organizan los dirigentes llamando persecución política al hecho de que el Ministerio Público acuse de presuntos delitos al presidente de la Generalitat valenciana en sede judicial es tan disparatada, tan delirante, que sólo sirve para magnificar lo que quieren minimizar: la Gürtel. Lo inteligente aquí sería no mencionar el asunto y hablar de otra cosa a ser posible montando un escándalo. En lugar de ello respiran por la herida, cada vez más infectada y lo hacen sin temor al ridículo. Escuchar al señor González Pons llamar al pueblo a la sublevación, como si fuera Rafael de Riego o Marat es un poco ridículo. Salvo que en realidad esté llamando a la sublevación a los militares cosa que, tratándose de quien se trata, tampoco sería de extrañar.

Ese conjunto de disparates que va desde querer minimizar la importancia del presunto delito (teoría de las "cuatro corbatas") hasta negar la legitimidad de los jueces por los más peregrinos motivos revela tal desquiciamiento y estado de nervios que va a dar al traste con las esperanzas electorales del partido. No creo exista un solo delincuente que no diga que es objeto de una persecución de jueces que le tienen ojeriza o víctima de una sórdida venganza de alguien que maneja a los jueces como si fueran guiñoles. Véase el caso de Berlusconi, presunto delincuente de manual. Dice que los jueces son comunistas que lo persiguen. Más o menos como Rajoy cuando dice que son socialistas.

El último desatino en esta campaña de intimidación de los jueces a fin de obtener la impunidad para una serie de presuntos sinvergüenzas y mangantes es insistir en el nombramiento de Camps como candidato a la Generalitat estando imputado en un proceso penal porque eso equivale a erigir un baluarte político frente a la acción de la justicia. Caer en tan craso error supone intentar una política caudillista no admisible. Nadie, ni el Rey, está por encima de la ley; nadie excepto el Rey (que ya tiene narices), fuera del alcance de los tribunales. Y eso es sin duda lo que pretende el presunto delincuente Camps: mantener su aforamiento para que no lo juzguen y decir luego que era inocente. Como Fabra con la prescripción. En el PP se hace lo que sea con tal de no comparecer ante los tribunales.

En nada ayuda la otra cara de esta actitud de asalto a la justicia, consistente en negarse a rendir cuentas públicas, a responder a las preguntas de los medios. Camps hace tiempo que no contesta a los periodistas que quieren saber algo sobre la Gürtel y María Dolores de Cospedal sigue su ejemplo y se niega a contestar preguntas sobre Camps. Silencio. Luego llegará el que se encargue de no contestar a las preguntas sobre Cospedal. No hay comentarios. Son los mismos que luego incendian la pradera en sus mítines. Esa parece ser la consigna: hablar en los mítines, en donde se puede decir lo que se quiera sin que lo repliquen a uno, sí; responder a las preguntas de los periodistas, cuando hay que dar explicaciones concretas y justificar las palabras, no.

Y el cadáver sigue creciendo.


No sé qué pinta Bono en Guinea Ecuatorial y estoy dispuesto a creer que lo mueven objetivos solidarios en pro de la paz y la libertad del pueblo guineano así como intereses de Estado mutuamente benéficos. Seguramente. Pero la verdad es que la tiranía de Obiang no se diferencia de la de los cleptócratas árabes más que en el color de la piel del tirano y los tiranizados. Esa infeliz excolonia española solo ha conocido la dictadura en sus 42 años de independencia, primero del tío y luego del sobrino.

Pero el país es también otras cosas. Hay gente que protesta y a la que no se debe silenciar. Hay un intelectual, Juan Tomás Ávila Laurel, en huelga de hambre en pro de la democracia en su país y que ha escrito una carta abierta a José Bono y hay también un puñado de opositores en el exilio (cuatro, en realidad; pero la razón no se mide por el número) que ha suscrito un manifiesto de solidaridad con Ávila Laurel. Palinuro aplaude la acción y espera que Bono dé algún tipo de respuesta a la carta de un ciudadano en huelga de hambre contra una tiranía a la que le unen más cosas de las que lo separan. Otra vez como si esta importancia fuera numérica de más o menos cosas cuando es obvio que si lo que nos separa es el respeto a los derechos humanos, nada de nada puede unirnos.

(La primera imagen es una foto de Carlesmari, bajo licencia de Wikimedia Commons; la segunda, una de US Department of State, en el dominio público vía Wikimedia Commons).

dissabte, 12 de febrer del 2011

Más sobre Egipto y más sobre Gürtel.

La momia se va

Ahora que los egipcios han echado a Mubarak como los españoles antaño a Isabel II y a su nieto Alfonso XIII, y mientras se enciende otra revuelta en algún otro país árabe, es buen momento para recapitular las reflexiones teóricas que se van confirmando en los hechos.

No es una revolución en un país, sino en un conjunto de ellos, unidos por la etnia y la religión, son islámicos y árabes. Es así, por lo grupal, parecida a la revolución que puso fin a los regímenes de los países comunistas, aquella oleada de revoluciones pacíficas, algunas de terciopelo, todas con presencia determinante de la multitud como protagonista. Somos el pueblo decían las pancartas en la República Democrática Alemana, que fue la chispa que provocó el incendio.

La cuestión es si la revolución actual desbordará el llamado "mundo árabe" al amparo de la unidad civilizatoria que es la Unma. Eso está por ver. En Turquía es improbable pues se trata de una democracia; peculiar en algunos aspectos, pero democracia. Mas ¿por qué no en el Irán? Al fin y al cabo aquí también se derribó un tirano, Mohammad Rezā Shāh Pahlavi, en 1979. ¿Por qué no otro?

Las revoluciones tunecina y egipcia las han protagonizado sendas multitudes; no partidos, sectas, asociaciones u organizaciones en general. Acción espontánea de multitudes. Estas han sido capaces de actuar coordinadamente merced al uso masivo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (las célebres TICs); cosa tanto más de esperar cuanto que los protagonistas de las rebeliones han sido los jóvenes, generalmente duchos en su manejo. Los gobiernos tratan de yugular el movimiento cerrando la red, bloqueando páginas, servidores, redes sociales. Sólo para descubrir que no pueden. Cerrar internet en un país es buscarle la ruina en cosa de días.

A su vez este uso masivo de la red para la movilización multitudinaria se ha visto acicateada por la aventura de WikiLeaks, dicho sea como respuesta a esa doctrina tan extendida entre nosotros de que WikiLeaks es un bluff o algo peor, un señuelo de la CIA. No siempre que se piensa mal se acierta.

Otra cuestión abierta: ¿pueden estas rebeliones traspasar la frontera civilizatoria? ¿Saltar del ámbito musulmán al cristiano? La principal enseñanza de las habidas es que los pueblos son capaces de tomarse la libertad por su mano. Y otra más que, si la revolución y la inestabilidad política se extienden, los suministros de petróleo se verán afectados. Aunque quizá sólo se den las revoluciones en los países pobres, los que no tienen ese recurso o lo tienen moderadamente. El asunto se comprobará viendo qué sucede en Libia, cuyo jeque, El Gadafi, lleva cuarenta años nadando en un mar de petróleo entre huríes.

Estos acontecimientos van a replantear las relaciones entre civilizaciones. No creo que haya choque ni alianza; pero sí que habrá más diálogo y en mayores condiciones de igualdad.


Gürtel: el cadáver crece.

La dimisión del alcalde de Boadilla del Monte, el segundo por ahora, a causa de la Gürtel ha encontrado ecos heroicos. Dice la señora Aguirre que en el PP el que hace algo incorrecto dimite. Sublime manera de hablar porque el alcalde dimisionario no ha hecho algo incorrecto ahora sino, supuestamente, hace meses cuando no solo no dimitió sino que lo ascendieron de concejal a alcalde.

Pero el cadáver de la obra de Ionesco Amadeo o cómo salir del paso sigue creciendo. Los trajes de Camps ya tienen precio penal 41.250 €. Más le hubiera valido pagarlos. La aventura del curita tiene elementos de farsa pero en lo esencial es una historia acerca de cómo el poder enajena. Desde el mismo principio el comportamiento de Camps ha sido lamentable. En lugar de dimitir ipso facto de iniciarse la investigación judicial, ha dado la batalla en todos los frentes: ha mentido sobre los trajes, ha tratado de conseguir el archivo de la causa por medios que han resultado torticeros, se ha encastillado en una actitud de hostilidad a los medios y ha asegurado que estaba deseoso de que el asunto se aclarase cuanto antes mientras se niega a declarar y sus abogados dificultan y retrasan el procedimiento cuanto pueden.

Este de Camps es un problema real para el PP que no puede aceptar que alguien quiera contraponer la legitimidad política a la jurídica. En el caso de Camps ni en el de Fabra. Los políticos acusados de corrupción e imputados en sede judicial no deben ir en lista electoral alguna.

El cadáver sigue creciendo.

(La primera imagen es una foto de 20 Minutos bajo licencia de Creative Commons. La segunda también de 20 Minutos, bajo licencia de Wikimedia Commons).

divendres, 11 de febrer del 2011

Egipto y otra vuelta de Gürtel

Se va, pero se queda; se queda, pero se va.

¡En el nombre de Alá misericordioso!

Faltaba el trance del discurso gimoteante a la nación. Lo mismo que hicieron el sátrapa tunecino y el yemení, por ahora. El tunecino está fuera. Al yemení le queda un telediario. La multitud es imparable. Después de haberlo intentado todo, las amenazas, la represión, el sabotaje, los asesinatos a manos de los matones de la policía, el cambio de Gobierno, la promesa de reformas, a Mubarak le faltaba llorar más que cantar la palinodia por la tele, hablando a sus "hijos queridos", suplicando una moratoria hasta septiembre porque piensa hacer en siete meses lo que no ha hecho en treinta años: elecciones limpias.

La alocución del Rais ayer por la noche fue un discurso caótico, titubeante, lacrimógeno del que sólo cabe sacar en limpio que quiere quedarse, que ha traspasado los poderes al primer ministro (con lo que no se entiende para qué quiera quedarse), que se reformará la Constitución en una serie de artículos perfectamente irrelevantes (en realidad, toda la Constitución es irrelevante, dado que el país vive en estado de excepción desde 1981) y que, atención, no se actuará al dictado de poderes extranjeros (o sea, que no se hará caso a las amables invitaciones de los países occidentales a tomar las de Villadiego) en lo que parece un postrer intento de batir tambores de orgullo patriótico.

Es decir, Mubarak, militar de profesión, se pone en manos de los militares con lo que estos no podrán seguir manteniendo la neutralidad y tendrán que optar por una de las dos vías: deponer al tirano o, como diría Brecht, deponer al pueblo. Si son los militares quienes deciden, lo primero puede terminar en un asesinato palaciego, siguiendo costumbres arraigadas en la región; lo segundo, en un baño de sangre. Pero lo que harán los militares será preguntar en la Casa Blanca, de forma que se abre un compás de espera hasta ver qué sucede hoy, día en que está previsto que la revolución islámica en curso prenda en Marruecos, Argelia, Jordania, Yemen...

Los regímenes del llamado "mundo árabe" se hunden a la velocidad a que lo hicieron los comunistas a partir de 1989. La masa en movimiento es la multitud y el catalizador, WikiLeaks, la red.

Pero de todo esto habrá tiempo de hablar en los próximos días en que se vivirá mucho choque y mucha alianza de civilizaciones. De momento hay que prestar atención al sobresalto nacional permanente de la corrupción porque se da una nueva vuelta de tuerca en el interminable caso Gürtel.


Otro imputado más

Ayer dimitió Juan Siguero, otro alcalde de Boadilla del Monte, a quien el juez también ha imputado en la trama Gürtel. Y dimite, dice, "por no perjudicar al PP". Es lo que en términos exquisitamente jurídicos se llamaría un caso de morro mayestático.

Porque, este Siguero, ¿no ascendió a alcalde del municipio a raíz de la dimisión del anterior, Arturo González Panero, también imputado en la Gürtel? González Panero presidía un consistorio que repartía 2,3 millones de euros entre sus 45 concejales y altos cargos, casi el número de colaboradores de Alí Babá, contando, por cierto, con Siguero. Y cuando éste tomó el relevo, ¿no sabía que también iban a imputarlo? ¿No sabía lo que había hecho? Preguntado de otro modo y para entendernos, ¿para qué quería ser alcalde un hombre que ya tenía que saber al jurar el cargo que iban a imputarlo? La respuesta es obvia: para arreglar los papeles, mover los expedientes, apañar las pruebas, todo ello presuntamente, por supuesto. Pero, presunta o no presuntamente, ese mandato viciado de origen da la medida exacta de la reacción del PP frente a la corrupción de Gürtel: obstaculizar la acción de la justicia, esto es, difamar a la policía, los fiscales y los jueces, enmarañarlo todo, acusar a la prensa independiente de demagogia.

Pero el caso Gürtel sigue creciendo y creciendo, como el cadáver de la obra de Ionesco, Amadeo o cómo salir del paso. E igual que el cadáver acaba expulsando de su casa a Amadeo y Magdalena, la Gürtel acabará expulsando del poder al PP allí donde lo tenga o lo pretenda.



Actualización a las 17:00 del 11 de febrero de 2011

Al final, fue la primera opción: el ejército, debidamente asesorado por los Estados Unidos, ha depuesto a Mubarak. Se abre así la transición en Egipto y se acelera el proceso de hundimiento de las tiranías árabes. Sobre todo esto, igual que sobre la imputación de Camps en la Gurtel hablaremos mañana. (La primera imagen es una foto de 20 Minutos bajo licencia de Creative Commons. La segunda también de 20 Minutos, bajo licencia de Wikimedia Commons).

dijous, 10 de febrer del 2011

Carla Antonelli vs. Silvio Berlusconi

La libertad, el ideal más hermoso de la especie humana, es autodeterminación. Cada cual puede decidir por sí mismo, que es la idea básica de Hegel, aunque luego la complique mucho. Para decidir es preciso que haya opciones distintas. La libertad es libertad de elección. Y tiene sus contrarios: en la teología, la predestinación; en filosofía, la necesidad. Soy libre de vivir o morir: hay elección. Pero no soy libre de morir o no morir: no hay elección. Siempre en el mismo espíritu hegeliano, suele identificarse la naturaleza con el reino de la necesidad y ahí entronca ese concepto difícil y escurridizo del derecho natural.

El problema está en la naturaleza de la naturaleza. Quien postula que la naturaleza aquí y ahora es un límite absoluto, siendo así que es condición humana romper límites naturales porque en eso consiste la ciencia y la mejora de la especie, está haciendo trampa. Está mezclando necesidad y contingencia. Un bonito ejemplo: decía DeLolme al hablar del régimen británico que el Parlamento podía "hacerlo todo excepto convertir un hombre en una mujer". El cambio de sexo era visto como una imposibilidad natural y de ahí procedían, vía "derecho natural", todas esas tonterías que siguen esgrimiéndose sobre las funciones de los sexos, la esencia del matrimonio, el "eterno femenino", etc; y eso hoy en que, no ya el Parlamento, sino cualquier médico con cierta competencia puede hacer de un hombre una mujer.

Esa obtusa negativa a admitir la ampliación del reino de la libertad a costa del de la necesidad que suele tomar forma de principios ultrajados cuando no de memeces dichas desde la pantalla o el púlpito es tan antigua como la humanidad y hay que sobrellevarla con resignación, pero sin ceder a ella. Los aristotélicos creían que unos hombres eran libres y otros esclavos por naturaleza. Convencerlos de lo contrario costaría siglos. Todavía los padres de la patria en los EEUU, que firmaron aquello tan glorioso de que son verdades evidentes por sí mismas que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad eran propietarios de esclavos a los que obviamente no consideraban hombres.

Igual con la mujeres: también eran inferiores a los hombres por naturaleza; todavía hoy los sabios teólogos católicos no les reconocen igualdad pues les niegan el sacerdocio. ¿Y qué decir de los homosexuales? Franco les aplicaba la Ley de Vagos y Maleantes de la República, la conocida luego como gandula, que los ponía fuera de la ley y los encerraba en prisión indefinida. Y en Irán los ejecutan en el entendimiento de que la homosexualidad es una transgresión de la ley natural, la divina, etc, etc.

De forma que si venimos de ese pasado, nada tiene de extraño encontrar cretinos que creen no serlo cuando se mofan del reconocimiento de la libertad de los transexuales, quienes constituyen la última frontera en esa lucha del ser humano en contra de la necesidad porque son el momento en que estos conceptos abstractos de libertad se hacen concretos en la vida personal de las gentes.

Tal es la causa que tan justamente simboliza Carla Antonelli; la causa de la libertad, de la pluralidad, la ampliación de los derechos a las minorías perseguidas, la humanización del ser humano, la vida vivida noblemente, sin engaños ni dobleces y sin necesidad de fingir que se es lo que no se es.

Su polo opuesto es el simbolizado por Silvio Berlusconi, firme defensor de la idea de los límites naturales (el también podría haber dicho que la mujer debe ser mujer, mujer en un momento especialmente lerdo) y de las instituciones enraizadas en la tradición como la familia patriarcal, bendecida por la Iglesia católica, así como de las pautas del machismo latino más insoportable. Un hombre de orden, defensor de la civilización occidental y de los valores cristianos, un hipócrita que se sirve de la política para evadir la acción de la justicia y que, para no responder ante los tribunales de las acusaciones de proxenetismo, concusión, cohecho y tratos sexuales con menores por dinero, entre otros presuntos delitos, parece dispuesto a convertir Italia en una pocilga moral, atacando los principios del Estado del derecho y el respeto a la dignidad de las personas. Porque tal es la quintaesencia de esta actitud moral respetable, conservadora, patriótica, de la gente bien de toda la vida, la que va del brazo de los curas: no importa cuán canalla seas y de cuántas personas abuses con tal de que no lo parezca.

Antonelli o Berlusconi, esa es la apuesta hoy. Y somos libres de elegir.

La imagen es la portada de la revista Zero de marzo del 2007 después de la aprobación de la ley de identidad de género (15 de marzo de 2007).

dimecres, 9 de febrer del 2011

Diez puntos de ventaja.

(Palinuro en Radiocable)


Diez puntos de ventaja lleva el PP al PSOE en intención de voto, según el último barómetro del CIS. Diez puntos a favor de un partido que carece de alternativa, de programa, y hasta de programa oculto.

A favor de un partido que tiene una pavorosa cantidad de militantes y cargos públicos involucrados en casos de corrupción todos en los tribunales, siendo el más grave de ellos el Gürtel, un tremendo expolio del erario público.

Un partido que se opone cerradamente a toda política de restauración de la memoria histórica y de reparación de las víctimas del franquismo, al igual que a cualquier ampliación de los derechos de los ciudadanos en los terrenos sexual, reproductivo, de minorías de todo tipo y de inmigración.

Un partido cuya unión se basa en la perspectiva del poder ya que, en su interior, los más altos cargos están mal avenidos entre sí.

Cuyo presidente no entiende su propia letra y es incapaz de recordar medida alguna concreta que para remediar el paro juvenil a pesar de sostener que tiene la clave de la solución de la crisis;

un presidente que gana más de 200.000 euros al año información aproximada que el diario Público ha tenido que sacar con forceps, dado el secretismo que la rodea. No consta que Rajoy se haya bajado el sueldo, según pide que hagan los demas. Pero está dispuesto a bajárselo en un 60 por ciento, hasta los 75.000 euros que es lo que ganaría si coronase su sueño de ser presidente del Gobierno;

cuya secretaria general acusa todos los días al Gobierno y al PSOE de cometer delitos, como el de constituir un Estado policial, sin pruebas hasta la fecha;

cuyo presidente de honor y expresidente del Gobierno, Aznar, boicotea cuanto puede la imagen de España en el exterior y en el interior al servicio de intereses privados extranjeros;

cuya presidenta de la Comunidad de Madrid está entregada en cuerpo y alma al desmantelamiento del Estado del bienestar privatizando los servicios públicos como la sanidad o desdotándolos en favor de los privados, como la enseñanza. Su último objetivo parece ser la privatización del Canal de Isabel II, en aplicación de un liberalismo mercantil aparejado con un ultracatolicismo reaccionario, un intervencionismo atosigante en los medios de comunicación y una forma de gobernar de una ramplonería unamuniana;

un partido en el que la concejala de Medio Ambiente de Madrid, la mujer de Aznar, no solamente hace trampas en las mediciones de los índices de contaminación, los más altos de Europa, sino que sostiene que no son nocivos para la salud de los madrileños a partir de su inexistente competencia técnica en la materia;

un partido uno de cuyos eurodiputados, Mayor Oreja, parece la flauta de Bartolo con un agujero solo, el de una fantasmagórica negociación secreta entre el Gobierno y Batasuneta.

No merece la pena seguir. Esos diez puntos de diferencia, según saber convencional, no se deben a la superior atracción del PP sino al disgusto con la gestión del PSOE. Como suele decirse: el primero no ganará las eleciones; las perderá el segundo.

Será así, pero no es mi impresión y la fundamento en una consideración minuciosa del citado barómetro del CIS. Si nos tomamos la molestia de estudiar toda la encuesta, no sólo las preguntas de simpatía e intención de voto, esto es, también aquellas otras que quieren revelar cómo ven los españoles los distintos problemas y cómo juzgan los dos partidos, resulta que la ciudadanía tiene una visión muy realista. La conclusión lógica no da una victoria del PP sino una derrota. Si, a pesar de todo, se dibuja la victoria conservadora, ello se debe a mi entender a que hay un problema de disonancia cognitiva alimentado por el cabreo generalizado con las duras políticas económicas del PSOE. El hecho de que la mayoría las considere irremediables no obsta para que levanten ronchas de las que se culpa al gobierno que es el único que tiene rostro ya que los demás villanos de la obra, los mercados, la especulación, las burbujas inmobiliarias y financieras, las agencias de calificación, la crisis son entes amorfos, anónimos.

A la disonancia contribuye asimismo la conocida espiral del silencio: dado que las derechas son tan vociferantes, agresivas y amenazadoras, la ciudadanía, pacata, se achanta y dice lo que cree que es más seguro decir. Luego ya se verá lo que hace porque el voto, por suerte, es secreto. Y más que la espiral lo que contribuye a la disonancia es que falten 14 meses para las elecciones.

Es decir, una vez más, da la impresión de que el PP está vendiendo la piel del oso antes de cazarlo.

(La imagen es una foto de PP de Madrid, bajo licencia de Creative Commons).