divendres, 30 de desembre del 2011

Naturalmente: primarias abiertas.

Palinuro está encantado de que tanto el candidato ya postulado, Rubalcaba, como la candidata in péctore, Carme Chacón, se hayan pronunciado por unas elecciones primarias abiertas, "a la francesa". Podrían haber dicho "a la norteamericana" en muchos lugares desde hace tiempo. Dar a los ciudadanos la posibilidad de influir en quién sea el próximo secretario general del PSOE es muy democrático, muy buen comienzo para una etapa de renovación. El PSOE no pertenece a nadie, no a un individuo ni a una oligarquía, ni a un grupo de barones. Pertenece a toda la sociedad española. Ya lo dice su nombre, es un partido español y es natural que los españoles puedan decir algo sobre las decisiones que luego los afectarán.

Preocupado por la imagen de tumulto que el PSOE pueda proyectar con estas elecciones, Rubalcaba recuerda que "no es un movimiento social". Sin duda quiere marcar distancias con el 15-M. Es claro que el PSOE no es un movimiento, pero tampoco es sólo un partido, sino algo más. Y en ese algo más caben sus votantes.

Es de esperar que el Congreso apruebe el procedimiento de primarias abiertas. Queda por saber si habrá más candidat@s. Una vez sabido lo que corresponde es fijar el día de la votación lo antes posible y entre tanto llevar adelante sendas campañas electorales de juego limpio entre los candidatos, de neutralidad del aparato del partido y de debate de ideas. La izquierda es democrática y la socialdemocracia del siglo XXI tiene que encontrar su camino.

La imagen es una foto de Irekia, bajo licencia de Creative Commons).

De señores, siervos y gandules.

Las Cortes Generales casi se vinieron abajo de la ovación. A excepción de los de IU, PNV y UPyD, el resto de los diputados, representantes del pueblo soberano, puesto de pie se fundió en un aplauso de dos minutos, en muestra de cerrado apoyo a la Monarquía en sus horas bajas. ¡Viva el Rey! gritaban. ¡Vivaaaaa! se respondían a sí mismos. Orondo y satisfecho, el Rey se dejaba aclamar.
Salvo honrosas excepciones, como Público, la prensa se deshacía en ditirambos y elogios a la Casa Real, a la ejemplaridad, la transparencia de que había dado muestra (sin estar legalmente obligada a ello, decían los plumillas) al publicar sus ingresos. ¿Ejemplaridad? ¿Transparencia? El Rey da a conocer -ya veremos en qué medida y con qué detalle- sus ingresos públicos -no los privados-a los 33 años de la aprobación de la Constitución y 40 días antes de que su yerno se siente en el banquillo de los acusados por una ristra de presuntos delitos cometidos, al parecer, al cobijo de su figura.
Para Palinuro eso no es ejemplaridad ni transparencia, sino hacer de necesidad virtud. El juicio de Urdangarin será sonado y dará una imagen bastante negativa de la Casa Real a ojos de los ciudadanos. ¿Cabía que ésta siguiera ocultando la cuantía de sus ingresos? No, claro. Lo ha hecho tarde y a regañadientes y de modo enrevesado, sin computar todos sus ingresos procedentes de diversos ministerios. Sólo un espíritu servil puede ver ejemplar y digno de encomio un comportamiento que no es sino el cumplimiento de un deber moral y también juridico pues es falso que la Corona no esté obligada a revelar sus ingresos por el hecho de que aún no haya una ley específica que así lo ordene. No la hay específica, pero la hay general. El Rey es un funcionario público; lleno de privilegios, prerrogativas, títulos y grandezas, pero funcionario y sus ingresos, como los de todos los funcionarios, deben ser públicos y estar a disposición de quien quera consultarlos. Así que aquí no hay nada ejemplar. El Rey trae 33 años de retraso.
Y los revela porque no tiene otro remedio, porque habiendo averiguado hasta dónde llegaban las andanzas del yerno (no haya duda de que el Rey es la persona mejor informada de la situación procesal del Duque de Palma), ha comprendido que es la única forma de que el vendaval de esta imputación no se lleve por delante la Monarquia. Y eso está todavía por ver, cuando se apague el eco de esos atronadores aplausos con que los vasallos han regalado los reales oídos.
La trascendencia del procesamiento de Urdangarin viene dada por ser el imputado quien es, no por otra razón. Delitos como la malversación de caudales públicos, la falsedad documental, el fraude y la prevaricación los ventilan los tribunales todos los días, especialmente en España. Dice el abogado defensor que la imputación se debe al clamor popular. Efectivamente este clamor se da y es lógico que se dé, pero los jueces le imputan delitos concretos, no clamores. No es inteligente cuestionar el procesamiento poniendo en cuestión la independencia de los jueces y su probidad profesional. Si los jueces fueran volubles, venales, influibles, ¿cabe alguna duda de que las influencias de la Casa Real se hubieran hecho sentir?
El clamor popular viene y seguirá viniendo por ser Urdangarin quien es, por estar casado con quien está casado y ser yerno de quien es yerno. Por su posición en la vida. Los Reyes, los príncipes, las realezas tienen varias misiones simbólicas; una de ellas es dar materia para las revistas del corazón porque eso satisface un natural deseo del pueblo llano de hacerse ilusiones de príncipes azules, de olvidarse de lo anodino de su vida, de vivir vicariamente la de los señores, los grandes, los famosos, las celebridades. Es el peaje que la opinión pública les ordena pagar para hacerse perdonar sus vidas de boato, su dolce far niente, sus existencias de gandules y zánganos de lujo. De forma que cumplen poblando las páginas de papel couché. Pero no se les espera en las de crónicas de los tribunales por delitos de estafas propios de chorizos sino, si acaso, por tormentas matrimoniales y otros apasionamientos que también seducen al gentío. Al cruzar esa línea roja, Urdangarin ha desplegado a los ojos del común una vida de parásitos insaciables que, además de obtener una pastuqui de los presupuestos del Estado y de conseguir unos salarios de cine merced a sus enchufes, no pareciéndoles eso suficiente, se apropian al parecer ilícitamente de los caudales del común y los usan para los más fastuosos caprichos mientras millones de personas en España malviven como pueden.
Claro que hay un "clamor popular", señor abogado, y a él debieran unirse sus voces porque también es su dinero el que este presunto gandul a quien defiende se ha apropiado; supuestamente, claro. Más de seis supuestos millones de supuestos euros.

dijous, 29 de desembre del 2011

Señoras bien de derechas.

Los peores enemigos de la igualdad de género, de la emancipación de las mujeres son algunas, muchas, mujeres. Las que aceptan de grado su posición subalterna tradicional, las que implícitamente justifican los privilegios del machismo imperante y así contribuyen a perpetuar el orden patriarcal; las cipayas de este. Son las peores porque, con su discurso de la servidumbre voluntaria, deslegitiman la lucha de sus congéneres por alcanzar la plena condición ciudadana y la igualdad de derechos con los varones. Las más visibles son las mujeres acomodadas, de clase alta, por ser las que tienen más acceso a la esfera pública, pero las hay en todos los estamentos sociales, también entre los más pobres. Su oposición a la emancipación femenina nace de inveterados prejuicios y estos están liberalmente repartidos entre toda la población.

Dado que las conquistas del feminismo, por el que la derecha no ha movido jamás un dedo, han cristalizado en leyes e instituciones que la sociedad ha acabado aceptando y no es posible derogarlas o aniquilarlas, las señoras bien de derechas tratan de vaciarlas de contenido, de inutilizarlas reformulando la terminología que les es propia, retorciendo el lenguaje para confundir la cuestión. Saben que el nombre define la cosa y por eso tratan de cambiárselo. Apenas sentada en la poltrona, la ministra Ana Mato ya ha llamado violencia en el entorno familiar a lo que la ley misma llama violencia de género (Ley Orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género). La intención es transparente y consiste en desactivar la ley, retornar al camino de la sumisión frente a la violencia machista. Más o menos en el espíritu de esa otra señora bien de derechas que acaba de estrenarse como alcaldesa de Madrid y que, al interpretar el cuento La cenicienta, se extasiaba diciendo que esta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe los malos tratos sin rechistar..."

La mala jugada de Mato en contra de las mujeres víctimas de la violencia machista ha levantado una ola de protestas en una sociedad que ha visto cómo en un año caían sesenta de ellas asesinadas por sus parejas y ex parejas, en sus casas, en los parques, en el campo, en mitad de la vía pública y que por lo tanto sabe que la violencia no se da solo en el entorno familiar sino en todos los entornos porque es violencia de género, machista, que sólo cabe combatir teniendo esto muy presente. Vista la contundencia de la respuesta, Mato ensayó un línea de defensa afirmando que "el nombre es lo de menos". Vieja y socorrida falacia. Si el nombre fuera lo de menos, ¿por qué cambiarlo? Porque no es lo de menos sino lo de más. Los delitos deben estar correctamente tipificados con un nombre que no quepa desdibujar o difuminar.

Como el sofisma nominalista no coló, el ministerio de Ana Mato emitió ayer una nota de prensa en la que se califica el último asesinato de una mujer por su ex compañero sentimental de "violencia de género"; pero en el cuerpo del texto vuelve a hablar de violencia en el entorno familiar. Quieren restar importancia a esta lacra, diluirla en un problema de "familia", en definitiva, desproteger a las mujeres. Por eso insisten en cambiarle el nombre.

Hace un tiempo, en un libro de Pilar Urbano sobre la Reina Sofía, esta, que es quintaesencia de las mujeres bien de derechas, de las damas como Dios manda, decía a la periodista que no se opone a que los homosexuales se junten (olvidó decir que no se opone ahora pues ya no puede evitarlo) pero que no llamen "matrimonio" a esa unión. Efectivamente, los nombres importan, son decisivos, sirven para reconocer derechos. Torcerlos, cambiarlos, ayuda a recortar, a mermar esos derechos pues, por fortuna, ya no es posible negarlos de raíz. Que es lo que las señoras bien de derechas quieren hacer con los que protegen a las de su sexo.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

Una Lisístrata moruna.

Muy interesante película de Radu Mihaileanu (La fuente de las mujeres, 2011) sobre un hecho real acaecido hace unos diez años en una aldea perdida de Turquía. Las mujeres tenían que ir a aprovisionarse de agua a una fuente muy alejada y de difícil acceso entre grandes trabajos y fatigas, mientras los hombres estaban sentados en las terrazas de los bares charlando. Un buen día las mujeres deciden negarse a tener relaciones sexuales con sus maridos, hacer una huelga de amor, mientras estos no vayan por el agua. Mihaileanu sitúa la acción hoy, en 2011, en algún país del norte del África en la inteligencia de que estas costumbres sociales (las mujeres, casi todas ellas analfabetas, trabajan como animales de carga mientras los hombres holgazanean) es común en el Islam.

El hecho parece reproducir el imaginado por Aristófanes hace 2.500 años en su comedia Lisistrata y, entrevistado el director, se refiere al comediógrafo griego. Pero ahí se acaba el parecido. La Grecia clásica no tiene nada que ver con el Islam contemporáneo ni las mujeres griegas con estas semiesclavas de las sociedades musulmanas. Además, la motivación es la inversa. Las griegas niegan a sus maridos el lecho para obligarlos a poner fin a la prolongada guerra del Peloponeso. Precisamente Lisistrata se escribió y representó al año siguiente de la derrota de Atenas en la batalla de Sicilia, en la que los atenienses perdieron casi toda la flota (doscientos navíos) y miles de hombres y unos ocho o nueve años antes del desastre final en Egospótamos. En la peli, en cambio, la huelga de sexo se produce porque los hombres, antiguos guerreros, hace ya muchos años que no van a la guerra y viven como parásitos de sus propias mujeres.

Esta explicación, que se repite un par de veces en la película, introduce al espectador occidental o europeo de hoz y coz en un mundo tan extraño, atrasado, injusto, convencional, oscurantista y angustioso que cuesta trabajo darlo por coetáneo. Sin embargo, lo es; es el mundo islámico rural, el más dominado por los preceptos de esa religión que, como todas, es misógina.

Y de eso trata la película que dura más de dos horas pero no se hace pesada porque constituye un verdadero documental de gran valor antropológico y cultural. Está rodada en escenarios naturales, con imponentes paisajes muy bien fotografiados, sin decorados, en las casas en las que vive la gente, sin suelos, sin ventanas, en los comercios, mezquitas, calles, plazas, sin asfaltar, sin luz ni agua corriente, pero con teléfonos móviles, aunque con dificultades de cobertura.

Introducido en esta sociedad tan cercana geográficamente como lejana culturalmente, Mihaileanu refleja diversos conflictos que nos informan de las relaciones de los hombres con las mujeres, de las mujeres y los hombres entre sí por razones de edad, de fortuna, de conocimientos, los lazos de parentesco, las obligaciones familiares, los ritos, las tradiciones, las interpretaciones del Corán. Solo en los dos momentos en que aparece el amor encontramos peripecias que nos son cercanas. Y todo ello apunta siempre al centro del relato: la condición humillada, explotada y escarnecida de las mujeres y sus esporádicos y desesperados esfuerzos por salir de ella. Se aprende mucho con esta película.

Aunque en parte ya lo sabíamos. Hace cincuenta, cien años, en nuestros países, en España, la situación era muy similar y de ello quedan vestigios (ver más arriba el post sobre Ana Mato). Pero había una diferencia notable: las mujeres estaban oprimidas y explotadas, desde luego, pero los hombres no ejercían de zánganos salvo en el hogar; fuera de él trabajaban hasta reventar. Una diferencia importante que, junto a la de la religión, tiene que haber sido decisiva para que nuestras sociedades, injustas como siguen siendo, estén a años luz de este espantoso atraso.

dimecres, 28 de desembre del 2011

Democracia y renovación en el PSOE.

Hay mucha preocupación en el PSOE por si el actual proceso de renovación divide o fragmenta el partido. Demasiada. A nadie parece acurrírsele la idea de que lo contrario, esto es, un partido monolíticamente unido, cerrado sobre sí mismo, detrás de un líder indiscutible e indiscutido sería igualmente malo. Porque son las dos posibilidades reales en un momento en que la necesidad impone reflexión, debate, clarificación y consiguiente reorientación; ambas negativas por ser extremas. Ciertamente es malo que del debate se siga la polarización, el enfrentamiento y la fragmentación como suele pasar en IU; pero también lo es, incluso peor, que la cerrada unidad autoritaria forjada en la unanimidad que la prensa ha dado en llamar a lo búlgaro, asfixie todo debate

Entre los dos extremos se mueve la renovación del PSOE y, a poco que ésta se haga con transparencia, apertura, respeto mutuo y formas democráticas, no tiene por qué incurrir en ninguno de ellos. Al contrario, la confrontación dialéctica aclarará muchas cuestiones y permitirá llegar a decisiones democráticas que son las que tienen dignidad y fuerza. Todas las opiniones, los criterios, las ideas deben ser bienvenidos. Ya la discusión misma sobre si el debate debe ser de personas antes que de ideas o de ideas antes que personas muestra lo sano que es plantear los problemas a la luz del día. Al final, como era de esperar, la discusión es sobre personas y sobre ideas al tiempo, aunque estas últimas anden un poco a la zaga.

El PSOE es un partido histórico, no de aluvión. Es un partido de gobierno, no de sempiterna oposición. Todo lo cual le otorga un empaque y una responsabilidad que le permitirán renovarse sin mayor quebranto. Como dice Carme Chacón, candidata in péctore, la democracia le sienta muy bien al PSOE. Añade la exministra que el candidato Rubalcaba tiene "todo su respeto". Efectivamente, ese es el estilo. Estoy seguro de que si ella da el paso de presentar a su vez su candidatura, la reacción de Rubalcaba será análoga a la suya. Con ello habría ya dos candidatos, como calcula el secretario de organización, Marcelino Iglesias. Pero tampoco pasaría nada porque hubiera más.

Al espíritu democrático del proceso ha contribuido no poco el anuncio de Zapatero de que será neutral entre los candidatos. Por supuesto; daría muy mala impresión que no lo fuera y probablemente sería inútil. El expresidente es historia y su función ahora no puede ser sino la de un árbitro, un caretaker, encargado de guardar las formas mientras entrega el testigo; no la de un órgano de decisionismo schmittiano. El PSOE no puede renovar su dirección por el procedimiento de la designación a dedo, como hizo Fraga con Aznar y Aznar con Rajoy. El PP y el PSOE no son lo mismo.

Sean cuántos y quiénes sean los candidatos, lo que corresponde ahora es determinar el modo en que se decidirá entre ellos. Al margen de actitudes más o menos ordenancistas con los estatutos del partido en la mano (que es a lo que recurren quienes temen los cambios por sí mismos) el PSOE tiene tres vías posibles: a) votación de los delegados del congreso, lo que ya cumple el mandato constitucional de funcionamiento interno democrático; b) elecciones primarias cerradas, esto es, votan todos los militantes; y c) elecciones primarias abiertas, es decir, votan también los electores lo que, al ser el voto secreto, quiere decir todo el mundo. No sé si será preciso señalar que Palinuro es partidario de la tercera forma, aunque quizá sí explicarlo, lo cual es sencillo. Si el PSOE quiere pedir el voto para un programa es lógico que permita a sus electores pronunciarse de antemano sobre su contenido. Esto equivale a dar voz y voto sobre las fortunas del partido a quienes no pertenecemos a él.

La llamada "guerra de los manifiestos" ha dejado en el aire la sospecha de que unos y otros ven el debate del PSOE como algo que sólo incumbe a sus afiliados y, si se me apura, a los dirigentes. Al menos, es lo que me ha parecido entreleer en un artículo de José Borrell titulado Empieza el debate. Sin embargo parece obvio que así como no se puede negar a quienes formaron parte del gobierno socialista el derecho a intervenir en el debate, tampoco a quienes no formaron parte de él y ni siquiera del mismo PSOE. Si una de las preocupaciones de los socialistas es haberse apartado de la gente, el asunto empeorará manteniéndola al margen. Todo el mundo que quiera aportar algo a la renovación de la izquierda y lo haga de buena fe debe ser bienvenido.

En todo caso, el congreso es soberano y a él corresponde decidir sobre el cómo y el quién. Y desde hoy, en que ya hay un candidato, hasta el día del congreso que cien flores se abran y compitan cien escuelas, como decía Mao Tse-tung, quien gustaba referir la impresionante fábula del viejo tonto que removió las montañas.

(La imagen es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia de Creative Commons).

Fabracadabra: caciquismo morganático.

Según las crónicas, el todopoderoso cacique castellonense Carlos Fabra es un hombre dicharachero, sanguíneo, chistoso, aficionado a cenas y saraos, con un repertorio de canciones italianas de su juventud que entona en cuanto tiene ocasión, amigo de todo el mundo y conseguidor universal de la provincia. Quizá todo esto tenga su lado bueno, al menos para los beneficiados y clientes de tan singular personaje, pero en lo que hace al interés general y a la política local no puede ser más lamentable. El expresidente de la Diputación provincial, prácticamente hereditario de la dinastía Fabra, esta imputado por varios presuntos delitos fiscales hace más de seis años, en unos procesos rocambolescos que devoran jueces a la misma velocidad que los mercados las primas de riesgo. Todos los poderes del Estado, de la Comunidad y de la provincia aparecen congelados y distorsionados por una presunta corrupción que rodea la acción de Fabra. Una acción dictada, al parecer, por su discrecionalidad y su pintoresco carácter.

Según algunas voces, que Fabra haya construido e inaugurado a bombo y platillo un aeropuerto en el que no aterrizarán aviones es un escándalo que debiera eclipsar para siempre la figura del político del PP. Es no conocer a nuestro hombre quien, al parecer, tiene pánico a montar en avión. A cualquiera se le alcanza que el mejor modo de no sufrir el miedo a volar es que no haya vuelos, ni aviones. En ese aeropuerto sin aviones que, sin embargo, cuenta con un director que cobra un buen sueldo, solo aterrizarán halcones que no tienen miedo a volar.

Ayer mostró el gran Fabra quién manda en la provincia al conseguir que su novia sea nombrada vicepresidenta de la Diputación. Cuando los conservadores sostienen que la política de cuotas de género degrada a las mujeres seguramente quieren decir que la apropiada con vistas a la mejora de la condición femenina es la política conyugal o de pareja de hecho. No obstante es posible que la motivación de Fabra al conseguir este nombramiento haya sido ensalzar la figura de su novia, Esther Pallardó que, al ascender a la cúpula de la Diputación, pierde su condición morganática pues ya está al nivel del galán que canta canciones italianas de Adriano Celentano.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 27 de desembre del 2011

Sácame de esta.

Vamos a suponer que sea verdad lo declarado por el sastre José Tomás en el juicio de los trajes. Por supuesto, Camps es inocente en tanto no se demuestre lo contrario. Pero más inocente es Tomás que ni siquiera está imputado y se presume que, por ser testigo, dice la verdad. La verdad parece ser que el nueve de febrero de 2009, Camps lo llamó por teléfono varias veces y una de ellas le dijo: "sácame de esta y no te faltará de nada". Es decir, reconocía haber cometido un ilícito, pedía a Tomás que incurriera en otro, encubrimiento, y para compensarlo anunciaba cometer alguno más a fin de que al sastre no le faltara de nada. Para tratarse de un presidente de una Comunidad Autónoma, era una conversación a la desesperada que retrata una gestión histéricamente consagrada a salvar el propio gaznate. La de un político ejemplar a juicio de sus compañeros de partido.

Hay aquí un drama. Un hombre en el cenit del poder y la gloria, aclamado por la multitud, mimado por las fuerzas vivas de la sociedad, los empresarios, los banqueros, los curas, los jueces, un hombre cuyas decisiones nadie discutía, ve abrirse el abismo bajo sus pies por un asunto que considera menor y se lanza a evitar su hundimiento sin reparar en medios. Se parapeta tras la dirección nacional de su partido, dilata cuanto puede los procedimientos judiciales, confía en que algún juez más que amigo le resuelva la situación (por cierto, ¡vaya justicia que administra aquel De la Rúa que archivó el caso de Camps en un primer momento y cómo se parece a la prevaricación!), deja de responder durante casi tres años a las preguntas de los periodistas y se presenta a las elecciones pidiendo un amplio respaldo popular que, en su desvarío, cree que podrá contraponer a las decisiones judiciales.

Pero en esos mismos años este hombre sostenía (falsamente, según se ve) que él se pagaba sus trajes, que no conocía al Bigotes al que, sin embargo, decía querer un huevo, que no sabía nada de la Gürtel. Es decir, vivía instalado en la mentira y el engaño. Y no sólo eso, también era agresivo con la oposición a extremos insólitos. Estando pendiente de que lo sacaran de esta, Camps se atrevía a acusar de intención asesina al portavoz del PSOE en Valencia, Ángel Luna, a quien llegó a decir que le encantaría coger una furgoneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta. Dicho por uno que estaba presuntamente tratando de burlar la acción de la justicia, esa barbaridad demuestra lo que el propio Luna dijo y Palinuro lleva dos años sosteniendo: que el hombre no está enteramente en sus cabales y, con independencia de ello, da la medida de un político indigno que debiera ser expulsado sin miramientos del puesto que ocupa en el Consell Juridic de la Comunidad valenciana. Y, con él la pandilla de colegas, todos muy ejemplares desde luego, que ha convertido el antiguo Reino en una cueva de presuntos mangantes.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

Cuestión de medida.

Ha sido buena la idea del Museo Thyssen de Madrid de dedicar una exposición a la pintura de Berthe Morisot, una de los pintores impresionistas franceses menos conocidos, probablemente por ser mujer, lo que no solamente condicionó el alcance de la temática de su pintura sino la repercusión social de su obra. Sin embargo, la autora de La cuna es una artista de gran categoría, una fuerza decisiva en el comienzo y la consolidación del impresionismo. Había aprendido la pintura al aire libre, punto central de la nueva corriente, en su juvenil contacto con Corot y la escuela de Barbizon y puso su mirada, su curiosidad, su particular forma de presentar las cosas y gentes de la realidad al servicio de una idea del artista como iniciador. Ante sus obras uno tiene la sensación de que lo estuvieran introduciendo en un contenido, de que le estuvieran ofreciendo, no una visión, no una impresión, sino una opinión lo cual es, precisamente, poco impresionista. Ella lo fue militantemente pero acusa en su obra con gran fuerza la influencia de su cuñado, Eduard Manet, de quien fue también modelo, amiga y confidente. Y Manet nunca se consideró a sí mismo impresionista.

La peculiaridad de Morisot se aprecia comparándola con la otra gran pintora impresionista, la norteamericana Mary Cassatt, mucho más prolífica que ella y que, como ella, hubo de aprender su arte como pudo, de forma autodidacta, pegándose a los maestros (en las dos fue Degas una influenia decisiva) pues las mujeres tenían prohibido el acceso a los estudios formales, institucionalizados, de pintura. Cassatt es más uniforme, más regular y menos variada que Morisot, que cultivó un arte más compleja, más sinestésica, pictórica y poética.

Algo de todo esto, aunque no mucho, se aprecia en la exposición del Thyssen y ello porque se reduce mostrar los fondos propios de (o en torno a) Morisot y los que ha traído del Museo Marmottan Monet de París que consisten, en lo esencial, en unas docenas de piezas que la pintora conservaba en su casa y los herederos donaron luego al museo. Aunque el Thyssen pretende ensalzar la importancia de la colección advirtiendo que es poco conocida y que consiste en obras que Morisot conservó para sí, la verdad es que se trata mayoritariamente de obra menor, acuarelas, bocetos, dibujos, algunos óleos que la artista no llegó a vender seguramente por no considerarlos acabados o con la suficiente categoría. Está bién que el museo traiga esta muestra. Lo que no está tan bien es que cobre 8 euros por la entrada, como cuando presenta una exposición trabajada, difícil de organizar, con obras importantes y que normalmente comparte con Caja Madrid, que no es aquí el caso. Es carísimo; es un abuso.

dilluns, 26 de desembre del 2011

El mensaje estaba en la foto

Atención a la foto a la izquierda del Rey en su charla al amor del Belén. Es él mismo entre Rajoy a su derecha y Zapatero a su izquierda, sutil detalle que insinúa la idea de que la que importa es la derecha. ¿Qué más tiene de interesante esa foto? Que no se había visto nunca. Es lógico, se tomó con motivo de la última alternancia en el gobierno. Es verdad, pero no recuerdo haber visto otra parecida con otros presidentes del gobierno, aunque puedo estar equivocado.

En todo caso, la foto está oportunamente enmarcada y exhibida a la vista de todos los españoles, al menos de los que siguieron el mensje real por la curiosidad de ver cómo faenaba el rey el morlaco de Urdangarin. Era una comparecencia que traía el morbo de los números de trapecio sin red en el circo. La red era la foto.

¿Qué más dice la solemne instantánea? No sólo dice, sino que canta el fementido bipartidismo que tiene a Llamazares en un grito. El Rey con los dos jefes de los dos partidos. Si el Rey lo fuera de verdad de todos los españoles se fotografiaría con toda la basca parlamentaria, incluido el de Amaiur. Pero el Rey no es un legítimo Camborio, así que va a lo segurito. Al sentido de Estado. La función de la foto es recordar a los amados súbditos que los dos partidos mayoritarios que juntos representan unos 18 millones de votos están como una piña con la Corona en momentos de zozobra y galerna. Luego cada cual interpreta las reales palabras como le interesa, lo cual es fácil porque, a fuer de genéricas, ambiguas y retóricas, son como las respuestas del oráculo de Delfos, en las que cada cual escuchaba lo que quería oír.

A Dolores de Cospedal, hablando en nombre del PP, el discurso le ha parecido muy bueno por no recuerdo qué razones y Marcelino Iglesias, en nombre del PSOE, cree que el Rey ha estado a la altura de las circunstancias. Definitivamente, la foto ha sido un éxito de merchandising. Un exitazo porque, además, ha resuelto el enojoso problema de la foto de familia que, en el mejor de los casos, quedaría reducida a cuatro de los ocho originales. ¡Un 50% de bajas en el choque de la institución con los pavores del siglo! Así que Rajoy y Zapatero son los sustitutos de los dos yernos ausentes. Es más: en momentos de peligro para las instituciones (es decir, la Monarquía) la familia del Rey son sus leales vasallos, jefes de sus mesnadas. Ya sé que es una interpretación algo feudal del signo de una Monarquía moderna, democrática, parlamentaria; es posible, pero también es cierta desde el momento en que la misma monarquía se enorgullece de hundir sus raíces en épocas lejanas, de las que trae evidentes efluvios.

El tesoro de la aventura.

La 3D se impondrá en el cine como en su día se impuso el sonido, después el color y luego el cinemascope, al menos para cierto tipo de historias. Suele haber resistencias al principio, pero acabarán cediendo. En estos días de vacaciones infantiles agarré a los críos y nos fuimos a ver la última de Steven Spielberg, Las aventuras de Tintin, subtitulada El secreto del Unicornio. Para ser unos niños aguantaron muy bien probablemente porque están más acostumbrados que yo a estas animaciones que no son personajes reales, aunque hablen como tales, ni dibujos animados, sino figuras hechas con programas informáticos. Pero muy bien hechas. Desde luego, unas mejor que otras. El capitán Haddock está clavado y Hernández y Fernández pasables. El propio Tintin no acaba de convencerme, pero es él sin duda alguna.

Había empezado contando a los niños que ese Tintin era el de unos tebeos que yo leía cuando chaval pero, como sé que las memorias de los mayores apenas interesan a los críos y que estos sólo se prendan de lo que a ellos les gusta, me callé prontamente, dando algunas explicaciones generales. Pero la peli les entusiasmó, igual que a mí que tengo, como muchísimos de mi generación, debilidad por el mozo reportero, a pesar del machismo y hasta el racismo de las historias de Hergé. Es curioso que esos tintes racistas (por ejemplo, Tintin en el Congo) no le hayan dado mal nombre mientras que sí se lo dio el primer cuaderno que publicó en 1930, Tintin en el país de los soviets, que era, en realidad, un trabajo de propaganda anticomunista de encargo. Tanta que el propio Hergé no quiso que se reeditara y es el único, que yo sepa, que no se pasó a color y del que tampoco se han hecho pelis de dibujos animados. Casterman, que publicó todos los tintines en los años setenta, dejó el de los soviets en blanco y negro. ¡Y es el episodio en que nace Tintin!

La peli de Spielberg, en realidad, funde dos álbumes sucesivos publicados hacia 1943: El secreto del Unicornio (que subtitula la película) y El tesoro de Rackham el Rojo, y mete elementos de otros relatos, como el buque Karabudjian (de El cangrejo de las pinzas de oro). Falta en cambio el profesor Tournesol que, sin embargo, es decisivo porque inventa un submarino especial que no les sirve para nada en la aventura en el tebeo pero les permite reunir el dinero para comprar el Chateau de Moulinsart al vender la patente. Está la Castafiore rompiendo vidrios con sus agudos. Hernández y Fernández son magníficos y el inevitable Milú tiene sus ratitos de protagonismo, incluso en momentos 3D. Por cierto, algunos efectos especiales (las grúas) están muy bien pero resultan un poco cansinos. El combate de las dos galeras, en cambio, muy bueno.

Hay algo, sin embargo, que el cine apenas recoge (pero lo hará, como lo han hecho muchos dibujos animados) y es una falta muy sensible: el minucioso detalle con que Hergé dibujaba escenas de la vida cotidiana, calles, estaciones, casas, locales, o las máquinas que los personajes utilizaban, coches, motos, aviones, barcos, trenes. Las historias de Tintin son casi testimonios documentales gráficos de la vida en los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Como Hergé las publicaba en tiras en un diario, igual que Dickens las novelas por entregas, se solazaba en los escenarios, en la prolijidad del dibujo porque así alargaba las narraciones; como Dickens. Y es el encanto de Tintin: aventuras disparatadas de tesoros escondidos, destronamientos, conspiraciones, cultos malignos, secuestros, diamantes sangrientos, espionaje, en las ciudades, selvas y mares de las cinco partes del mundo. Y todo dibujado con detalle casi fotográfico.