diumenge, 4 de desembre del 2011

La ciberrealidad

Antonio Gutiérrez-Rubí es un gurú de internet. La aplica a su oficio de comunicación política, en el que se le reconoce verdadera autoridad. Es fácil encontrarlo en múltiples foros y siempre ofreciendo ideas y diciendo cosas que muestran un gran dominio de una materia magmática y una capacidad de estar al día que muy poca gente tiene. Es un encendido digitalófilo, un espíritu profético que predica las excelencias de una nueva era. Y su libro (La política vigilada. La comunicación política en la era de WikiLeaks, Madrid, UOC, 2011, 158 págs) está escrito con auténtico entusiasmo. Como eso es algo que Palinuro, digitalófilo confeso comparte, se lo ha pasado muy bien leyendolo y espera sacar provecho de las muchas ideas que en él bullen.

Es una prosa encendida, llena de metáforas, rápida, galopante, como si el autor tuviera prisa en contar todo lo que quiere para que coincida con lo que está viendo. En ella se nos explican las vivencias que tenemos y se hace en un espíritu muy digital, algo así como está pasando, te lo estoy contando. Casi todas las citas remiten a páginas web. Es un libro que hay que leer conectado a la red. Gutiérrez-Rubí vive en un mundo digital y escribe para lectores digitales. Quien no lo sea probablemente no entenderá gran cosa de lo que lee.

Su idea básica es que internet ha revolucionado la política. Y no es lo único que ha revolucionado. Ha influido decisivamente y cambiado muchas otras cosas, desde los hábitos de lectura hasta el consumo de pornografía. Hay quien dice que internet es un acontecimiento sólo comparable a la invención de la imprenta y si la galaxia Gutenberg fue una revolución, internet lo será con mayor motivo.

Internet es responsable de eso que llama el autor política vigilada y que viene aparejada con una demoracia vigilante. El poder político está fiscalizado de continuo, sus secretos son del dominio público, sus fuerzas de seguridad y militares no tienen impunidad pues sus actos son escrutados por la gente gracias a los vídeos y los smartphones. Todos los gobiernos se han volcado en la red y la transparencia de la acción administrativa es cada día más extendida.

Los defectos e insuficiencias institucionales de las democracias se hacen patentes a ojos de los gobernados, no merced a la función crítica que siempre se atribuyó a los medios de comunicación tradicionales (y que estos cumplieron o no, según los casos), sino a cuenta de la generalización de la producción de la información. Cualquier persona con un móvil en la mano, capaz de conectarlo a la red es un creador de exclusivas, un posible denunciante político, un periodista ciudadano, un agitador de masas. Y además, puede permanecer anónimo. El ciberespacio es un territorio de anonimato y también de espontaneidad.

Gutiérrez-Rubí critica la inercia de los partidos políticos tradicionales, aferrados a sus viejos usos y dessconectados de las generaciones digitales. Llega, incluso a imaginarse una democracia sin partidos, a través de la acción consciente de las multitudes, coordinadas reticularmente. Cuando las multitudes actúan políticamente por medios digitales son capaces de derribar no ya partidos sino longevas tiranías. La idea es sugestiva. Hasta ahora se ha creído que la existencia de la democracia está vinculada a la de los partidos y por eso mismo a estos se los ha constitucionalizado. Sin duda pueden desaparecer. Pero alguien o algo tendrán que sustituirlos en el cumplimiento de las funciones que tienen encomendadas y que no son menores; por ejemplo, la formación de gobiernos.

La acción política en la red ha tomado formas muy interesantes que el autor menciona y considera, como las primaveras árabes, WikiLeaks o el movimiento 15-M. Pero un dato es muy significativo: nadie ve el 15-M formando gobiernos.

Hay muchas otras ideas en el ensayo de Guiérrez-Rubí muy provocativas y no es posible mencionarlas todas. Basta mencionar la que cierra el libro, la cita de Joichi Ito, del MIT, de que "las voces serán más importantes que los votos". Quizá sea así aunque suena un poco romántico y no muy tranquilizador. La voces serán muy importantes, pero no cabe contarlas y los votos, sí. Y contar es esencial para saber en dónde está la mayoría, la única que puede tomar decisiones legítimas en una democracia. A ver si va a venir una potente voz a tapar las decisiones de la mayoría. Porque ese final ya nos lo conocemos.

dissabte, 3 de desembre del 2011

Tiempos difíciles, duros, sombríos

Como es sabido, Carlyle bautizó la economía de ciencia triste (dismal science), nombre que reaparece cuando la realidad se vuelve sombría, cuando aumenta la pobreza, la miseria, cuando crecen las diferencias entre ricos y pobres y estos no ven fin a sus desgracias, ni salida a la situación. Pero no es la ciencia la triste sino la misma realidad que quiere retratar y explicar, pues obviamente es incapaz de mejorarla.

Todas las noticias, que son como enunciados definitorios de los distintos aspectos del mundo, trazan un cuadro siniestro de dificultades y estrecheces que, además, durarán años, según Angela Merkel. Los datos que hablan de deuda, déficit y ruina son incontrovertibles y sobre esa situación fatal sube al puente de mando de toda Europa la derecha con un programa último de desmantelamiento del Estado del bienestar.

Tras las duras medidas y recortes aplicados por CiU en Cataluña, vinieron ayer los del PP en Castilla-La Mancha, que no se quedan atrás y permiten calibrar el alcance de los que estará preparando Mariano Rajoy. El PSOE ya ha acusado a Cospedal de "dinamitar" el Estado del bienestar y los sindicatos anuncian acciones en la calle. Es decir, parece estar fraguándose una confrontación social. Pero ésta probablemente no será muy intensa por tres razones. La primera porque el PP llega con la legitimidad reforzada de la mayoría absoluta que le asegura la estabilidad parlamentaria pase lo que pase en la calle.

La segunda razón es que los datos, además de abrumadores, son objetivos. La situación es la que es: no hay dinero (en el mercado), no hay crédito, no se invierte, no aumenta el PIB (incluso quizá vuelva a retroceder), no se genera riqueza, no se pueden remediar las situaciones de carencia. Todo esto son hechos. Los hechos, claro, son susceptibles de interpretación pero, de momento, la única que se escucha y en la que se basan las medidas que están tomándose, tanto en España como en el resto de Europa, es la de la derecha neoliberal. Apenas hay interpretación alternativa, de izquierda.

Esa es la tercera razón. Es muy difícil que prosperen las movilizaciones extraparlamentarias cuando no están integradas en una teoría viable que dé una explicación de las circunstancias y muestre un proyecto de salida con un objetivo claramente expuesto. En la izquierda reina la confusión. Desde el momento en que no plantea la sustitución del modo de producción, del capitalismo, por otro, sus propuestas sólo pueden ser de reformas de aquel. Pero reformas son también las que hace la derecha, lo que quiere decir que el enfrentamiento entre ambas no es antagónico sino de matices. La dos, izquierda y derecha, plantean la salida de la crisis sin cambiar el modo de producción. No es suficiente acicate para mantener vivas las protestas callejeras y para que éstas tengan algún impacto en las medidas del gobierno.

En realidad, el movimiento 15-M es una especie de manifestación previa de esta situación. Su generalización apunta a la existencia de motivos para la protesta. Pero su inoperancia prueba que, si bien es relativamente fácil criticar lo existente, es mucho más complicado formular alternativas. Podría tratarse de tiempos de revolución. En verdad la palabra aparece de vez en cuando (por ejemplo, la spanish revolution), pero no encuentra revolucionarios que la invoquen ni gentes que la sigan.

Un gato que es un zorro.

Como quiera que este mes Palinuro ha decidido ilustrar su blog con el simpático gato de Chesire, de Alicia en el País de las Maravillas, juzgué que era un buen momento para poner mi grano de arena a la afición felina y fui a ver El gato con botas, la película de Chris Miller, en compañía de mis hijos. Debe saber el amable lector que el gato con botas es un animal icónico en casa. Tiene una estatua junto al televisor lo que, está claro, quiere decir que se le concede gran importancia, porque el televisor en el hogar moderno es el centro mismo del universo.

Por supuesto, los pequeños disfrutaron tanto de la peli como yo me aburrí. ¡Vaya estafa, ya en el propio nombre! Este gato con botas no tiene nada que ver con el gato con botas de Charles Perrault. Ya me extrañaba que se pudiera hacer una película de un cuento tan breve como el que narra en sencillas palabras la forma en que el inteligentísimo gato consigue que el miserable de su amo, tercer hijo de un labrantín cuya única propiedad es esa, un gato, convertido en Marqués de Carabás gracias a la imaginación del felino, haga su fortuna casándose con la hija del rey.

La película de Chris Miller es algo totalmente distinto. Lo único que tienen en común ambos gatos son las botas y ni eso es cierto porque el gato de Perrault las quiere para caminar por los rastrojos sin herirse mientras que el de Miller las calza por pura presunción. Ni marqués de Carabás, ni rey, ni castillo del ogro, ni nada, esta película no es más que un ejercicio de efectos especiales para verla en 3D, llena de vistosas peripecias para que los espectadores disfruten con sus emociones. Practicamente no tiene guión, salvo una historia elemental de una habichuelas mágicas, vagamente conectadas con una oca de los huevos de oro y un relato de honor, valor, venganza y amistad bastante trivial.

Quizá por casualidad, quizá como sutil homenaje al también maravilloso gato de Cheshire, aparece aquí Humpty Dumpty, que pega tanto en el conjunto como una bomba fétida en un rosal. En fin, que este Gato con Botas, plagiario del título, en realidad está moldeado según el estereotipo del personaje del Zorro, un noble de bien que se ve obligado a vivir al margen de la ley pero es habilísimo espadachín (el gato de Perrault no manejó una espada en su vida; se valía de su inteligencia) y corazón generoso. O sea, un petardo. Que la voz sea la de Antonio Banderas, que simula una dicción apache, igual que la de Salma Hayek, únicamente refuerza esta impresión de que al gato le han metido el espíritu del Zorro.

Conozco tres gatos que hablan en la literatura y los tres son de gran inteligencia, sentido del humor y mucho realismo, el mentado gato de Cheshire que consigue desaparecer dejando tras de sí sólo su sonrisa; el Gato con botas de verdad, quien convence al rey de que su amo es el imaginario Marqués de Carabás; y el Gato Murr, propiedad del Maestro de Capilla Johannes Kreisler, creado por E. T. A. Hoffmann, un gato fabuloso que llega a escribir una especie de memorias en la parte posterior de las hojas en las que escribía su amo y que éste creyó oportuno publicar como Vida y opiniones del gato Murr.

Al lado de estos tres felinos, figuras señeras de la civilización, este otro fanfarrón tiene maldita la gracia.

divendres, 2 de desembre del 2011

Estado de corrupción.

En la escala de corrupción percibida que elabora anualmente Transparency International España aparece en el informe de 2011 en el lugar 31 de 183 países en el mundo, en el 17 en Europa occidental y en el 14 de la Unión Europea. Un puesto muy poco satisfactorio. Con una puntuación de 6,2, estamos muy por encima de Italia (3,9) y Grecia (3,4), pero muy por debajo de Dinamarca (9,4), Finlandia (9,4) o Suecia (9,3). Un juste milieu nada honroso.

Es una fortuna que el índice mida la corrupción percibida por la ciudadanía, pues si pudiera medirse la objetiva a lo mejor estábamos más abajo. Porque es un hecho que, en contra de lo que Palinuro siempre quiere creer, la corrupción no pasa factura en las elecciones, algo verdaderamente insólito. Es lógico que, si la ciudadanía no tiene en cuenta la corrupción a la hora de votar, su percepción sea extraordinariamente benévola. Al dar a su país un magro 3,9 probablemente los italianos son más realistas que los españoles.

¿Cómo explicar que el PP obtenga una abrumadora mayoría de votos en la Comunidad Valenciana que está literalmente anegada en (presunta) corrupción que afecta de lleno al PP? Su expresidente Camps responde desde el banquillo en unos días por el inenarrable asunto de los trajes de la Gürtel y hay multitud de cargos políticos implicados en un sinfín de casos penales. Al expresidente de la diputación de Castellón, Fabra, el Tribunal Supremo lo ha puesto de nuevo en manos de los jueces, de quienes estuvo a punto de librarse no por ser declarado inocente sino porque sus supuestos delitos hubieran prescrito. Al parecer Fabra achaca sus golpes de fortuna al hecho de que le toca la lotería casi sistemáticamente, lo cual explica porqué no nos toca a los demás. La suerte está del lado de Fabra. Estaba porque, al fin, van a juzgarlo por delitos contra la Hacienda Pública, que están acompañados de otros no menos vistosos como tráfico de influencias o cohecho continuado. Una joya el, por ahora, último vástago de una dinastía de Fabras casi tan antigua en la Diputación de Castellón como los Borbones en el trono de España. Casualidad tan maravillosa como que le toque la lotería casi siempre.

Lo anterior puede parecer de cine de humor, de película del napolitano Totó que, por cierto, era un príncipe, de verdadero nombre Antonio Focas Flavio Angelo Ducas Comneno De Curtis di Bisanzio Gagliardi. Pero no es nada comparado con la historia del aeropuerto de Castellón, obra emblemática de Fabra que éste inauguró del brazo con Camps, explicando que era un aeropuerto sin aviones. Eso es algo más surrealista que la pipa de Magritte según el cual la pipa no era una pipa; el aeropuerto no es un aeropuerto. Pero resulta que sí es un aeropuerto y cuesta una millonada. Es decir, ¿no es también un delito? ¿No es malversar dineros públicos?

Lo del aeropuerto castellonense queda chiquito junto al saqueo de los caudales públicos que, al parecer, perpetraron cargos del PP al frente de una empresa, Emarsa, muy simbólicamente dedicada al tratamiento de aguas fecales y que sufragaba los más costosos caprichos de los tales cargos, desde viajes de lujo hasta francachelas diversas. Seguramente para expiar esta vida de licencia y molicie, las autoridades valencianas propiciaron y financiaron en 2006 una visita del Santo Padre Benedicto XVI quien vendría cargado de indulgencias. Por el camino se se esfumaron al parecer 3,8 millones de euros de un total de 7,4 millones que costó la visita papal al erario público. Más de la mitad de la pastuqui volatilizada y perdida se presume que en los bolsillos de los caballeros del Santo Gürtel.

En esa atmósfera de densa corrupción, no sería de extrañar que el yerno del Rey, marqués de Palma o algo así, se hubiera contagiado de las costumbres locales. Debió de haber un tiempo en el mundo empresarial levantino y balear en que regía la máxima de ¡tonto el último!. Lo malo de Urdangarín es que esté relacionado con la Casa Real y aparezca también presuntamente implicada la infanta Cristina. Mala cosa para la Monarquía española.

Pero es un asunto que pertenece a otra entrada. En ésta se trata de reseñar que el estado de corrupción es el normal en España (recuérdese, número 14 en la UE, por detrás de Estonia y Chipre). Pero que sea normal no lo hace menos indignante. Por su naturaleza la corrupción afecta a empresarios, funcionarios y cargos políticos. Estos últimos carecen de toda legitimidad a la hora de pedir a la gente que se sacrifique, que pierda sus exiguas rentas, que ceda parte de sus bajos salarios.

Así pues la señalada tolerancia frente a la corrupción presenta rasgos de masoquismo colectivo. Puesto que hemos de hacer sacrificios, preferimos que nos los impongan los que se libran de ellos fradulentamente. La corrupción y los recortes son como las guerras: los que las declaran nunca van a ellas.

dijous, 1 de desembre del 2011

La batalla de las ideas.

La pugna por la sucesión de Zapatero en el PSOE está llevándose con guante de terciopelo en el que, por supuesto, puede haber un puño de hierro. Pero, de momento, reinan las buenas maneras. Los militantes de proyección pública se pronuncian en libertad sobre uno u otra candidata. A favor o en desfavor. Con alguna estridencia de vez en cuando, como esa de Bono a gritos en el cuarto de banderas y alguna sabia conseja, como la de López recordando al ex-ministro que su partido ya se llama español. Recordatorio inútil pues Bono tiene muy claro que el PSOE es español; lo que no parece tener tan claro es que, además, es socialista y obrero.

Madina y Vázquez se han retirado y sólo parecen quedar dos posibles candidatos, Chacón y Rubalcaba, si bien ninguno ha dicho nada aún. Personifican dos generaciones distintas en su partido: la de la transición y la de la post-transición. Palinuro insiste en que sería bueno escuchar la opinión de la militancia en general, no sólo la de los jefes, cargos, ministros, representantes, que es también lo que dice Fernández Vara. Nadie estará reprimiendo con traidoras mañas que se formulen esas otras opiniones de forma que, si no se producen, será porque no las hay. Y los dos precandidatos harán bien en seguir en sus intenciones.

Sus declaraciones están siendo correctas. Chacón dice que es el momento del debate de las ideas, después vendrán los nombres. A su vez, Rubalcaba pide una oposición intensa desde el primer momento. Es lo que tiene que hacer porque es lo que le toca. Pero no puede soslayar el "debate de ideas" chaconiano. Sobre todo porque no tiene que hacerlo él sino su partido para llevar sus conclusiones al congreso en el que se elegirá un secretario general para que proponga un proyecto a la sociedad.

No es claro el ámbito de las ideas a que se refiere Chacón. Si es el de la política concreta en España y la oferta electoral hay poco debate entre los dos candidatos pues ambos propugnan lo mismo: la vuelta a un programa socialdemócrata, parcialmente abandonado por la presión de la crisis. Debate cerrado. Vuelve a abrirse, sin embargo, en cuanto alguien pregunte: ¿y qué es un programa socialdemócrata? Pero entonces el ámbito de las ideas en debate cambia. Ya no es la política practica, inmediata, de cómo se ganan unas elecciones, sino la más doctrinal del sentido de la izquierda en nuestro tiempo.

La defensa del programa socialdemócrata ha de hacerse en dos frentes: el de la derecha y el de la izquierda. La diferenciación de la derecha es relativamente sencilla sobre todo desde que ésta se ha ido a las posiciones neoliberales más extremas y se manifiesta contraria al Estado del bienestar. Consiste en defender los servicios públicos universales y gratuitos o casi gratuitos por entenderlos como derechos de las personas, en especial la sanidad y la educación. Política fiscal progresista e intervención justa en los mercados. Todo ello interfiriendo lo menos posible en su funcionamiento, pero no dejándolos a su libre y destructivo albedrío.

La diferenciación frente a la izquierda que se considera a sí misma "verdadera" o "trasformadora" resulta más difícil al PSOE. No consiste en encontrar para sí un lugar al margen de la izquierda, ya que eso situaría al socialismo en el "centro" que, como se sabe, es un lugar inestable, inseguro y algunos dicen que inexistente. Antes bien, consiste en recabar su condición de izquierda de siempre dejando a la llamada "transformadora" la designación de otra izquierda. Habrá quien diga que eso no es suficiente y que es preciso probar que esa otra izquierda en realidad no es tal, recurriendo a la famosa pinza y otras muestras de lo que tradicionalmente ha sido el comunismo, que es el endoesqueleto inconfeso de esa otra izquierda.

En realidad el problema de demarcación lo tiene esa otra izquierda, carente de discurso propio y necesitada de empujar a la socialdemocracia hacia la derecha para ponerse en su lugar. No merece la pena, por tanto, dedicar más tiempo a esta tarea ya que, por cuanto se ve, la otra izquierda no tiene visos de llegar al gobierno que es el único lugar desde el que se transforman las cosas. Su costumbre es cultivar la irrelevancia y, en espera de que las masas vean por fin la luz de la verdad que llevan treinta años ignorando libremente, considerar un triunfo la obtención de once diputados en el Congreso de los diputados. O sea, el 3,1 por ciento.

La diferenciación frente a la otra izquierda la extrae el socialismo de su tradición de socialismo democrático y gran impulsor (aunque no el único) del Estado del bienestar. Esto lo c0mpromete a una extensión de la democracia y ampliación a todos los ámbitos de la sociedad, incluido el económico. Debe haber trabajadores en el control de las empresas y en las decisiones sobre ellas, a cambio de la vinculación de los salarios a la productividad. Tiene que haber una revolución de la fiscalización democrática de todos los actos de las administraciones públicas a través de la política 2.0 y el uso masivo de las redes sociales. Por supuesto la socialdemocracia ha de seguir ampliando los derechos civiles y los derechos de la minorías, apoyando siempre la perspectiva de género y con una clara conciencia medioambiental. En ese orden de ideas hay que moverse.

(La imagen es una foto de Cham (Christian Amet), bajo licencia de bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 30 de novembre del 2011

Franco.

La memoria de Franco pesa sobre la conciencia colectiva de los españoles como una losa más abrumadora que la de 1500 kilos que cubre la tumba del dictador. Se haga lo que se haga, ahí sigue, como un fantasma del pasado que no permite el descanso de los muertos ni la paz de los vivos. Su periódico retorno con uno u otro motivo resucita los sentimientos de humillación, terror y persecución de cientos de miles de españoles, vivos de nuevo en el recuerdo de los relatos de la España negra con los que crecieron sus descendientes.

¿De qué otra forma podía ser cuando, contra todo espíritu de magnanimidad, el cuerpo del dictador yace en el centro de un inmenso, ciclópeo mausoleo que se hizo construir en vida para su mayor gloria en la muerte a su vez en el centro mismo de España? Cercana al Escorial, pétreo emblema del imperio español, con voluntad de resurrección imperial, esa gigantesca cruz no simboliza la reconciliación de los españoles, sino la victoria de unos sobre otros y se alza en recuerdo de los casi cuarenta años del régimen más sanguinario que haya padecido el país nunca. Desde Cuelgamuros irradia el espíritu de unos vencedores inmisericordes que crearon un cementerio colectivo en el que enterraron a la fuerza los huesos de los vencidos para que les sirvieran como trofeo por los siglos de los siglos. Quienes afirman que el monumento trata de hermanar a los españoles más allá de la muerte y de honrar por igual a los caídos de ambos bandos sólo añaden la mofa a la afrenta. ¿Desde cuando se entierra a las víctimas con su victimario, a los asesinados con su asesino?

Mientras esa mole esté en donde y como está los españoles no conocerán la paz de espíritu ni podrán entenderse. Los descendientes de los vencedores porque se sentirán obligados a seguir respetándolo y aun rindiéndole honores como única forma de acallar sus remordimientos. Los de los vencidos porque, al no encontrar justicia ni reparación, seguirán siendo presas del recuerdo herido y sintiéndose derrotados, como experimentan quienes diariamente pasan junto al arco de La Moncloa que, para vergüenza de todos, sigue llamándose Arco de la Victoria.

Ahora la comisión de expertos a la que el Gobierno encargó la tarea de recomendar una decisión que hubiera debido tomar el Parlamento en su día propone exhumar los restos del Caudillo y llevarlos a otro lugar, siempre que la iglesia católica otorgue su permiso. Sin duda esta cautela está dictada por muy pertinentes consideraciones jurídicas pero equivale a dejar en manos de una organización privada una medida de enorme trascendencia pública; una organización privada que fue cómplice de la Dictadura a lo largo de su existencia. Y más que complice, fue, junto a ejército y la policía política, uno de sus pilares fundamentales bajo la forma del nacionalcatolicismo, la que tomó el fascismo en España.

Tres de los miembros de la comisión se oponen a lo que ésta recomienda porque contribuiría a dividir y radicalizar a la opinión pública, un argumento que pone de relieve lo que niega. Todo lo que tiene que ver con Franco divide y radicaliza porque él dedicó su vida a dividir y radicalizar España y, mientras no esté enterrado en algún otro lugar, mientras siga expuesto presidendo en cierto modo el centro mismo de la memoria colectiva de la tragedia nacional, así será. Tarde o temprano, aquí, en la Argentina o en donde sea, un tribunal de justicia calificará de genocidio la represión franquista, un delito que no prescribe, y condenará a Franco como genocida. Entonces el peligro de división y radicalización será máximo.

El franquismo es el responsable de que generaciones enteras de españoles experimentaran su condición nacional como una vergüenza cuando, al salir al extrajero, comparaban los Estados de derecho europeos, respetuosos con la dignidad de sus ciudadanos, con la tiranía que ellos padecían y que los trataba como súbditos y carne de presidio. Nada humilla más a una persona que vive bajo una tiranía que compararse con quien lo hace en un régimen de libertad. De ahí viene en buena medida el complejo de inferioridad de los españoles frente a los europeos.

Llega el informe en el momento del relevo en el gobierno y, por más que los socialistas pidan a Rajoy que no lo ignore, lo más probable será el olvido con el argumento de que no es un asunto urgente, pues los hay mucho más. Querrá ocultarlo recurriendo a esa fórmula huera de que España es una gran nación y se ayudará de los gritos de rigor al estilo Bono de ¡viva España! Pero una nación que maltrata a sus hijos, les niega la justicia y la reparación, jamás será grande. Vivirá seguramente pero será en la ignominia. El orgullo del presente hunde sus raíces en el pasado y el pasado español hiede a mortandad.

(La imagen es una foto de hermenpaca, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 29 de novembre del 2011

¡Viva España!

Palinuro es moderado, carece de prejuicios, hasta es (bueno, era) moreno; grita ¡viva España! con todas sus fuerzas legionarias. ¿Cómo no es aún secretario general del PSOE? ¡Ah, claro, porque no es del PSOE! Pero eso le pasa también a Carme Chacón, según Guerra y Bono que, mira por dónde, a pesar de su correoso antagonismo, coinciden en el amor a la patria. Al ser la ministra del PSC no es del PSOE como, según dice Guerra, sostienen algunos socialistas catalanes, más cuatribarrados que bicolores. Lo que nos lleva a la curiosa conclusión de que el Gobierno de España es de coalición y no nos habíamos enterado.

El debate sobre la sucesión de Zapatero, que se preveía animado, empieza a tocar fibras nacionalistas, siempre delicadas. Ya puede Carme Chacón desgañitarse por los páramos manchegos gritando "¡viva España!". No se la oye, no se la escucha, porque es catalana. Hace un par de días Palinuro avisaba de que éste iba a ser su handicap porque en España hay mucho prejuicio anticatalán, incluso entre los socialistas. Dicen los prejuiciados que no es por catalana sino por socialista catalana. Pero sólo es un modo de disfrazar el prejuicio.

Estamos en zona minada. En el post citado Palinuro sostenía que, para la izquierda, la condición de catalán no sólo no puede ser un lastre sino que ha de ser una ventaja. Si el PSOE se tiene por el gran partido vertebrador español ha de admitir sin más que una catalana pueda ser secretaria general y, llegado el caso, presidenta del gobierno de España. Eso es vertebrar. Lo otro, no. En efecto, zona minada porque no es un claro terreno de política práctica, sino uno oscuro de pasiones y sentimientos. El de los prejuicios.

Pareciendo que oliera el peligro, Felipe González, cuyo mayor activo político ha sido siempre una poderosa intuición, ha reafirmado lo obvio, esto es, que se puede ser secretario general y catalán; que no es tan obvio porque, si lo fuera, no sería necesario reafirmarlo. Como Palinuro pasa por furibundo felipista desde lo de las Termópilas, ofrece a Isidoro de Sevilla la base racional de su intuición. Es simple: si lo que queremos es fomentar el nacionalismo y el separatismo en las filas del socialismo catalán y, por extensión, en Cataluña, lo mejor que podemos hacer es poner pegas a los catalanes por catalanes. Es difícil que un nacionalista excluyente lo entienda, pero es fácil que lo hagan los incluyentes. Y, en efecto, consuela que Vara, Iglesias y Griñán coincidan con Felipe en que un(a) catalán(a) pueda liderar el PSOE. Por supuesto. Y ser president@ de España. Como lo fue de la Generalitat un cordobés. Es de sentido común en un país en el que tod@s somos iguales ante la ley.

Juzguen los socialistas la capacidad, la inteligencia, la habilidad, la determinación de Carme Chacón si presenta su candidatura. Juzguen lo que quieran menos su procedencia territorial. Si hay España, es propiedad de tod@s. Otra cosa es la sorda pugna partidista PSOE/PSC, que la hay y que los socialistas tendrán que resolver con alguna fórmula imaginativa que no los lleve a la situación en que se vieron el PCE y el PSUC. Es difícil, desde luego (como siempre que aparecen los nacionalismos), pero no imposible y, en todo caso, no puede convertirse en la razón por la que se atropellen los derechos de una persona.

Rubalcaba no es catalán pero tiene mucho a su favor. Varios dirigentes añosos lo postulan con razones de peso que hablan de experiencia y eficacia probadas. El propio Rubalcaba las exhibe cuando, como es costumbre en él, no habla mucho, pero hace. En este caso ha hecho lo más sensato y lo que más deben agradecerle sus compañeros: seguir dando la cara en el Congreso aun sin haberse pronunciado sobre su candidatura a la secretaria y sin saber si es o no segura. Su partido tiene una deuda con él. Y más que tendrá después del debate de investidura. Se puede objetar que se trata de una maniobra suya, según ese maquiavelismo que le atribuyen, para postularse de hecho como candidato. Pero quienes esto dicen deben responder dos preguntas. La primera, qué otra cosa cabe hacer. La segunda porqué no son separables la candidatura a la presidencia y a la secretaría.

A todo esto lo de añosos de más arriba no llevaba mala intención. Sobre la sucesión se han pronunciado ya bastantes miembros importantes del PSOE en sana discrepancia. Tienen, sin embargo, algo en común: todos son hombres y ninguno cumplirá ya los sesenta. Guerra critica la predilección por los jóvenes y las mujeres; pero se refiere a los cargos públicos. Estoy seguro de que no tiene nada que objetar a que opinen. Sería bueno que se escucharan voces de generaciones más recientes. A la postre será su secretari@ general más tiempo que lo será para algunos de los que ya han hablado. Ley de vida.

(La imagen es una captura de telecinco.com)

dilluns, 28 de novembre del 2011

De la dignidad en política.

El diario El País continúa con ese ataque al PSOE y a Rodríguez Zapatero que deja ver el mar de fondo producido por la negativa del gobierno socialista a plegarse a los intereses empresariales del grupo Prisa. El duro, altanero e injusto editorial de ayer contra el secretario general del PSOE (¿Nadie es responsable?) muestra por lo bajo que se intenta hacer leña del árbol supuestamente caído y por lo más bajo que el periódico acabará consiguiendo ponerse a la altura moral de sus competidores de la derecha.

Interpreta el editorialista a su modo el contenido del Comité Federal de ayer y se escandaliza de que Zapatero no haya aceptado su responsabilidad en las dos derrotas electorales producidas por la pretendida mala gestión de la crisis, de la cual hace exclusivo culpable al presidente en funciones, exactamente igual que Rajoy quien, sin embargo, ahora está comprobando amargamente que a lo mejor no consigue estar a la altura de aquel a quien denigraba sin cesar. Igual también que El País quien, a su vez, al no ser gobernante, no tiene que temer por ese lado, pero sí por el de la desafección de sus lectores más ecuánimes.

No vamos a perder el tiempo recordando que lo de la "mala gestión" no es cierto como ve cualquiera que compare a Italia con España; por no hablar de Grecia, etc. Al contrario, vamos a ganarlo con una simple pregunta: ¿qué diría hoy El País si, en lugar de girar 180º en mayo de 2010, el presidente hubiera seguido con la política de estimular la demanda a base de más gasto público? No fue así y Zapatero tuvo la dignidad de anteponer los intereses de España a los de su partido. Pues eso no lo libra de la bronca del sabelotodo de siempre. Haga lo que haga será abroncado porque, en el fondo, el ataque responde a otras causas que, sin embargo, no se tiene la dignidad de formular. Hay sus diferencias.

Al día siguiente de la derrota del PSOE, el mismo diario, en otro durísimo y despreciativo editorial, pedía la inmediata dimisión de Zapatero y como éste no la presentara, el periódico, molesto por que no se acaten sus mandatos, volvió ayer a la carga con el nivel y los resultados que ya se ha visto. La independencia del poder político frente a las exigencias perentorias de quienes se arrogan un derecho de intervención que toma la forma de órdenes es una garantía de la dignidad de la política.

Otra sencilla pregunta ¿qué hubiera pasado si Zapatero, en lugar de no doblegarse ante esta petulante injerencia, hubiera dimitido? Un PSOE descabezado, una probable comisión gestora, aplazado sine die el congreso, un partido que no podría, quizá, hacer su labor de oposición hasta bien entrado el año 2012. Si es esto lo que se buscaba, probablemente porque haya que hacer méritos con los nuevos aires, la operación se ha frustrado gracias a que, de nuevo, Zapatero ha actuado con dignidad y ese sentido de la responsabilidad que El País le niega igual que se lo negaba el PP.

Zapatero ha explicado ante el Comité Federal que no había alternativa al giro de mayo de 2010, cosa que entiende todo el mundo salvo quien no quiera hacerlo. Porque ¿cuáles eran las otras opciones? Dado que resultaba imposible seguir con las medidas económicas de incentivar la demanda, sólo quedaba dimitir y convocar elecciones o convocar un referéndum y ambas, en aquellos momentos críticos, hubieran sido catastróficas.

Por último, reducir las dos legislaturas de Zapatero a una mezcla de improvisación, populismo y volubilidad, ocultando (no ignorando sino ocultando adrede) que la primera introdujo cambios sustanciales en la sociedad española convirtiéndola en una de las más avanzadas de Europa en punto a igualdad, derechos civiles, protección de las minorías, dependencia, etc., es algo más que indigno. Raya en lo repulsivo.

(La imagen es una foto de Delatorre, bajo licencia de Creative Commons).

Reflexión sobre los resultados electorales.

Invitación a una reflexión y debate sobre los resultados electorales



Todo el mundo bienvenido.

diumenge, 27 de novembre del 2011

Reaccionar a tiempo.

Nadie podrá acusar al PSOE de lentitud o afán de escurrir el bulto. Ya tiene convocado el congreso ordinario para elegir su nuevo secretario general y decidido el procedimiento para hacerlo. Quedan descartadas las primarias y serán los delegados los que se pronuncien.

De aquí a primeros de febrero se formalizarán las candidaturas. Se quiere que haya varias como se demuestra por el hecho de que el Comité Federal haya rebajado la cantidad de avales que se precisan para optar. Pero, de momento, ninguno de los posibles interesados ha soltado prenda. Sí han hablado, en cambio, algunos que no se postulan. El viernes lo hizo Gabilondo, pidiendo a Rubalcaba que se retire y ayer, en cambio, Jaúregui decía que, de no haber otro que concite mayores apoyos, hay que fortalecer a Rubalcaba, mientras que Bono pedía un candidato que sea español "sin complejos". Este Bono es tan de derecha que hasta coincide con ella en las expresiones. Esa de "sin complejos" es expresión cara a Aznar y a la partida de la porra mediatica conservadora y quiere decir que no basta con tener convicciones fuertes sino que hay que vociferarlas por ahí, sacarlas a relucir venga o no a cuento y arrojárselas a la cabeza a los posibles adversarios. Esta falta de complejos de Bono se refiere a su acendrado nacionalismo español. Bono quiere un secretario general españolista. Rubalcaba lo es, aunque quizá no tan estridentemente como le gustaría a Bono. Pero da la impresión de que, en el fondo, su fórmula no pretende tanto animar a Rubalcaba como justificar la oposición a la candidatura de la catalana Chacón. Ayer decía Palinuro que en España hay un fuerte prejuicio anticatalán. La prueba, en menos de doce horas. Así pues Bono sólo admitiría un catalán como candidato si fuera un nacionalista español al estilo de Josep Pla. Verdaderamente llamativo en esta impertinente exigencia es que a Bono lo único que le preocupe del candidato sea la intensidad de su nacionalismo y no sus ideas o propuestas acerca de la renovación de la socialdemocracia.

Sin embargo, la definición ideológica se presenta como lo verdaderamente decisivo en este caso. El capitalismo al que la socialdemocracia tiene que enfrentarse ha evolucionado mucho desde aquel otro al que Pablo Iglesias quiso oponerse fundando un partido. El partido tiene asimismo que evolucionar. Y tiene que hacerlo atendiendo a unos objetivos propios de la socialdemocracia que se distinguen de los de la derecha y los de la izquierda de obediencia comunista: libertad, democracia, igualdad, justicia social. Estado keynesiano del bienestar.