dissabte, 13 d’octubre del 2012

Asuntos de Estado.

Extraordinaria foto la que publica hoy ,la web de La Moncloa. Grandísimo su valor simbólico. Se reúnen tres estamentos decisivos: a) el ejército, representado en el uniforme del Rey supongo que de Capitán General y la presencia del ministro de Defensa; b) la nobleza, de nuevo porque el del uniforme es Rey y el ministro, noble, segundo hijo de un vizconde y nieto de un Grande de España; c) el poder político, en cierto modo, el estado llano, por cuanto representa casi once millones de ciudadanos. Un poder político, como se ha comprobado, intensamente nacionalista. Falta el clero, el estamento eclesiástico, que en España es decisivo. De encontrarse un obispo entre los presentes, la foto hubiera sido para enmarcarla. En fin puede darse por presente porque en España siempre lo está. Detrás del Rey un guión de alguna unidad militar y detrás de Morenés, un alabardero en uniforme de granadero que probablemente está pensando que se ha quedado sin paga de Navidad.
Los tres semblantes reflejan una historia. El Rey parece estar diciendo "esas cosas no se dicen, Mariano, no fastidiéis, que está esto que arde". Rajoy desvía la mirada y, sin duda, asegura que no le consta que las declaraciones de Wert sean de Wert, ni siquiera le consta si Wert es Wert. Morenés lo mira como si pensara: "Mariano que te pierdes, que nos perdéis a todos."
Asegura El País que el Rey afeó a Rajoy el españolizar wertiano. El diario contrató, al parecer, esos especialistas en interpretación de movimiento de labios a distancia, que son como micrófonos abiertos de control remoto y saben lo que el Monarca dijo al pie de la letra. Pues como si nada. La Zarzuela, ente prodigioso, encargado de moldear (iba a escribir "modular") la realidad a la medida de la dinastía, afirma solemnemente que el Rey no habló palabra sobre Cataluña con Rajoy. Pues estarían hablando del tiempo, pero los caretos dicen otra cosa bien clara.
Y no solo los caretos; la mera realidad. A la misión arbitral y moderadora que el Rey se ha impuesto añade su hijo el Príncipe de Asturias un desafortunado "Cataluña no es un problema" porque no parece darse cuenta de que el solo hecho de decirlo ya prueba que es falso y que Cataluña es un problema. Pero, en fin, el chaval está aprendiendo.
El problema de Cataluña es también el del País Vasco y, en menor medida, el de Galicia. Es decir, es el problema de España, por otro nombre, Estado español, un Estado caracterizado por su planta austracista que nunca consiguió integrarse completamente pues nunca contó con la lealtad incuestionada de todos sus territorios. Ni durante la República, cosa que conviene recordar a la hora de aquilatar esa idea tan frecuente de que una hipotética IIIª República española haría justicia a las demandas particularistas de las regiones/naciones  que las invocan.
La cuestión pura y simple es que quienes acusaban a Zapatero de procurar la ruptura de España aparecen ahora como verdaderos zapadores, dispuestos a imponer su visión apostólica de la nación -de su nación- con ese espíritu de cruzados que ha llevado siempre a España a sus peores delirios, a impedir que la gente se exprese en su lengua, tenga su propia religión o quiera decidir libremente sobre su destino colectivo.
¿Cómo no va a ser cuestión de Estado un volver a las andadas españolas? Los 6.000 asistentes (65.000, según la Delegación del Gobierno español en Barcelona) a la manifa de la Plaza de Cataluña contra la independencia y las docenas de energúmenos con bates de beisbol en Bilbao prueban que ruge la Raza, esa que se celebraba ayer, en las entrañas del Estado. Falta tantico así para que se funde un Amanecer dorado.
Mientras tanto, García Margallo, ministro de Asuntos Exteriores de un gobierno tan intensamente nacionalista que pretende españolizar a quienes no lo estén suficientemente, García Margallo, digo, impartía una teórica en sede parlamentaria equiparando comunismo con nazismo y con ¡nacionalismo! 
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 12 d’octubre del 2012

El 12 de octubre es la Fiesta Nacional de España, el día de España por excelencia. Cosa que se nota por la bronca que tenemos montada.

Al comienzo del 18 Brumario, en un arranque brillantísimo, Marx dictamina que en la historia la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y en algún lugar dice Kant de España que es tierra de antepasados. En ningún momento del año cobra esta condición tanta fuerza como el 12 de octubre. Es una fiesta de turbulenta celebración, por decirlo suavemente y que, a pesar de haber ido cambiando de nombre, Día de la Raza, Día de la Hispanidad y hoy, por ley de 1987, Fiesta Nacional de España, nunca se conmemora pacíficamente sino que siempre hay bronca a cuenta de los muertos, de los antepasados.
"Nada que celebrar" dicen algunas escuelas catalanas que abren hoy sus puertas a los alumnos, esos a los que Wert quiere "españolizar". "Nada que celebrar" es expresión que ya se había acuñado cuando lo que se celebraba era la Hispanidad y se simbolizaba en el llamado descubrimiento de América, considerado como el inicio de un genocidio que duró siglos. Y sigue. Una contestación creciente a la acaramelada doctrina oficial del descubrimiento se plantaba con el "nada que celebrar". Pero también lo hacía el 12 de octubre. Nadie es neutral. Fueron los curas y la derecha quienes pusieron en boga el concepto de Hispanidad para substituir el de Raza que a nadie suena bien.
Durante el franquismo se osciló al principio entre la Raza (al fin y al cabo, Franco era autor de una novela así titulada, Raza) y la Hispanidad. Pero finalmente, con el giro de los años 50, se decantó por la Hispanidad.
Como todo lo que tocaba Franco lo contaminaba, al final la Hispanidad se ha quedado en la curiosa Comunidad Hispánica de Naciones (una especie de Commonwealth o Francophonie de trapillo) y el 12 de octubre es la Fiesta Nacional de España. Y, en efecto, es muy española porque al festejo civil se une otro religioso especialmente señalado ya que es el día de la Virgen del Pilar, patrona de Aragón y también de la Hispanidad, así como de algunos cuerpos del Estado, singularmente la Guardia Civil. Con estos atributos no es de extrañar que se la tenga también por patrona de España, no siéndolo. Añade también a la confusión la leyenda de la aparición de la Virgen a Santiago el Mayor en carne mortal o sea, antes de ser asunta a los cielos, en el año 40.
Así que fiesta reciamente española, fiesta del Pilar, de la Guardia Civil, del Cuerpo de Correos, de la Hispanidad, de la Raza (en varios países latinoamericanos), Columbus Day en los EEUU, del respeto a la diversidad cultural (la Argentina). La Fiesta Nacional de España es la fiesta del Nuevo Mundo y de la muy reñida batalla ideológica acerca del significado y consecuencias de la efeméride.
Es absurdo negar que esa nación, España, es una nación problemática. Casi tan absurdo como el propósito del ministro Wert de españolizar españoles. Y este carácter problemático no es de ahora sino de siempre. Pocas naciones habrá en el mundo que consuman tanta energía intelectual en preguntarse angustiadamente, generación tras generación (que ya es un poco tedioso), si son o no naciones solo para encontrar que sus respuestas nunca gozan de general consenso.
La Fiesta Nacional de España se celebra hoy en un clima de evidente discordia, al borde de tres elecciones autonómicas precisamente en los tres territorios de tendencias separatistas (ya, ya, en distinta proporción), en mitad de una furiosa crisis económica que como un vendaval, afecta a todas las instituciones políticas, incluida la Monarquía. El desafío catalán (a la espera de cómo quede el Parlamento vasco) sostenido probablemente por una mayoría considerable de fuerzas políticas plantea una situación nueva en la que ya se ha materializado una resquebrajadura importante en el PSC-PSOE con la salida de Ernest Maragall para fundar un partido soberanista.
Los partidos dinásticos más UPyD y diversas instituciones del Estado se han manifestado en un sentido rotundamente negativo. Desde el Rey hasta los mandos de la Guardia Civil pasando por los curas el discurso es el mismo: la integridad territorial de España no se toca.
Entre tanto, los británicos se han puesto de acuerdo para dirimir el contencioso escocés mediante un referéndum de autodeterminación que se celebrará en 2014 con una pregunta simple y clara: "Independencia ¿sí o no?". Y se celebrará en Escocia; no en el Reino Unido.
¿Por qué en Escocia sí y en Cataluña no?
Hay quien dice que porque no son lo mismo, como si esto fuera una razón. ¿Por qué no son lo mismo? ¿En qué no lo son? Observaciones como que lo escoceses fueron independientes anteriormente y los catalanes nunca son irrelevantes salvo como peso de las generaciones muertas.
No existen razones en contra del referéndum de autodeterminación en Cataluña, especialmente en una situación en que el 74% de los catalanes quiere que lo haya. ¿Con qué derecho nos negamos los demás españoles a que las tres cuartas partes de los habitantes de un territorio puedan ejercer lo que consideran que es el suyo a decidir?
Tarde o temprano ese referéndum se celebrará. Las previsiones actuales respecto al resultado del escocés es que un 28% de los votantes pedirá la independencia y el resto por abrumadora mayoría la situación actual. ¿Cuáles serían las proyecciones hoy en un referéndum en Cataluña? Ahí es donde verdaderamente está el problema. El nacionalismo español (que, en el fondo, no cree en la nación española) teme que haya un resultado mayoritario a favor de la independencia. Actúa el miedo. El miedo a la desintegración de la Patria. Si ese referéndum se hubiera celebrado hace 25 años, el resultado hubiera sido una abrumadora mayoría a favor de España. Si se celebra hoy, el resultado es incierto, pero no habrá abrumadora mayoría en ningún sentido. Si España sigue obstaculizando la autodeterminación, cuando el referéndum se celebre, que se celebrará, la abrumadora mayoría puede ser a favor de la independencia.

dijous, 11 d’octubre del 2012

Españolizando.

Impecablemente ataviado con su camisa azul marino, muy apropiada para la ocasión, el ministro Wert desnudó ayer en sede parlamentaria el alma de su gobierno, sacó del armario el espíritu reciamente patriótico y soltó que el propósito de aquel es españolizar a los niños catalanes. ¡Qué gran jefe de la diplomacia ha perdido España! Pareciéndole de inmediato algo arriscado, belicoso, ese españolizar, se mostró magnánimo y autorizó a los niños catalanes un fifty-fifty, tan orgullosos de sentirse catalanes como españoles. O algo así.
Menudo disparate que ha dejado consternado a todo el mundo. No me extraña que tenga la más baja valoración popular y, por baja que sea, será demasiado alta.
No se trata de que se pretenda imbuir una identidad a través de la educación porque, al fin y al cabo, eso es lo que hacen todas las educaciones; se trata de que se quiera imponer a la fuerza en competencia con otra identidad de la que, sin embargo, se predica que también es española. Por eso se le niega el recurso a la independencia porque, se dice, España no puede admitir la independencia de una de sus partes. O sea la identidad catalana ya es española, según el punto de vista del ministro españolizante. ¿Por qué hay que españolizar lo español? ¿Puede ser que el ministro no sepa lo que dice o que haya ideas discrepantes sobre lo que sea lo español?
El verbo españolizar despierta ecos de turbios pasados. Supongo que las almas cándidas recordarán la polémica del 98 sobre si europeizar España o españolizar Europa. Pero este ejemplo no hace al caso salvo que, en un estallido de enajenación, venga a decirse que sí, que el mandato unamuniano de españolizar Europa afecta a Cataluña, de la que siempre se ha dicho que es Europa en España. Pero esto es otro disparate, aunque inofensivo.
El verbo ha empezado a bailar por las redes y estas le han encontrado los orígenes en lo más rancio de la retórica falangista y fascista españolas. Twitter se llenó de testimonios. Uno vale por todos, esa orden de la Junta de Defensa Nacional de Burgos, la de los fascistas, de fecha 28 de agosto de 1936 en la que se ordena españolizar la enseñanza.
Si 76 años después de aquella orden de los facciosos que se aplicó en España a rajatabla manu militari durante los siguientes cuarenta la autoridad, el gobierno, tiene como objetivo lo mismo, exactamente lo mismo, esto es españolizar a alguien, ¿cabe pensar que se ha fracasado? Al menos es razonable hacerlo, ¿no?
Sostengo que la política educativa españolizante de la derecha es un acicate para el independentismo y que su manifiesto fracaso se debe a que por españolizar la derecha entiende imponer su visión de España, cargada de ideología, de prejuicios de valor, una España nacional-católica, regida por la iglesia, cuyo símbolo nacional son las corridas de toros, declaradas, según parece, patrimonio artístico o cultural. Es decir, en efecto, hay una discrepancia profunda sobre lo que sea lo español. Un problema de identidad que el país arrastra desde hace siglos y que no por negarlo es menos evidente.  La esencia misma del nacionalismo español, tanto más vociferante y españolizante cuanto más duda de sí mismo. España es el país del nacionalismo titubeante; por eso es tan peligroso.
(La imagen es una captura del vídeo de El País, sobre la sesión de control al gobierno.

dimecres, 10 d’octubre del 2012

Las imposturas de Cebrián.

Impresionado por el naufragio de El País, ese símbolo de la prensa libre de calidad durante la transición y de la transición misma, la entrada de Palinuro de hoy iba dedicada a este asunto. Pero, según iban pasando las horas, seguía pensando en esta cuestión e iba calentándoseme la sangre cuando consideraba el comportamiento de Cebrián a lo largo del proceso. ¡Un millón de euros mensuales por hundir una de las empresas más emblemáticas del país! Un acto de saqueo y pillaje desvergonzado, mucho más desvergonzado que las granujerías de las cajas de ahorros porque se ha hecho en nombre de los ideales de convivencia democrática y regeneración ética de nuestro país, de lucha contra la corrupción y otras lacras crónicas en España.
Y según iba indignándome con el recuerdo de las veces que este pavo, Cebrián, se ha manifestado en público, siempre el más listo, el más brillante, el más honrado, luchador y decidido, mientras ocultaba este comportamiento ruin, miserable, de apandador, se me venía a la cabeza la persona de Polanco. Menos mal que tanto este como Javier Pradera se han muerto antes de que la realidad haya puesto en su sitio a quien, finalmente, ha resultado ser un impostor. Porque, mientras Polanco vivió, Cebrián se limitó a medrar a su sombra, ser su alter ego, imitarlo en todo con tanto éxito que parecía que estuviera animado por un espíritu parecido al del león de Santillana. 
Pero no era así: fue morirse Polanco y desplegarse un plan de saqueo de PRISA en beneficio de Cebrián y los cebrianes de turno que ha acabado arruinando una empresa un día puntal del buen hacer periodístico, con consistencia intelectual, para convertirlo en una aventura ruinosa, mero hacinamiento de mediocres apesebrados que han tejido una tupida red clientelar y de enchufismo de la que, por cierto, no queda enteramente libre el PSOE que siempre ha mantenido una relación subrepticia de amistad con este diario muy conveniente para influir en él, en su línea y hasta vetar a autores y personas no gratos a los burócratas al frente del partido. Y todo esto gracias a que, pendientes de sus intereses personales, los mediocres (que forman la mayor parte de esos increíbles 450 altos cargos de una empresa que tiene 450 trabajadores ordinarios, un alto cargo con su alta paga por cada trabajador), le han seguido la corriente y han mantenido la superchería y la impostura de que Cebrián, cuando menos, fuera un buen administrador. Bien claro se ve ahora que su gestión ha hundido el grupo PRISA, lo ha descapitalizado, arruinado y ha enviado a mucha gente al paro. Si lo ha hecho por mera incompetencia o con aprovechamiento y malicia, como supone Palinuro, se averiguará si, como puede pasar, acaban interviniendo los tribunales. En todo caso lo que está claro es que no se trata de la única impostura de este hombre que ha vivido de ellas.
Siendo director de El País, es decir un hombre poderoso, en cuya mano estaba publicar (y remunerar) colaboraciones escritas de los académicos que, en la mayoría de los casos, se morían de ganas de verse en los periódicos, maquinó un proyecto con Luis María Anson, entonces director del ABC para hacerse miembro de la Academia, gracias a su común influencia. Anson es un hombre insoportablemente pretencioso y cursi pero, cuando menos, es culto; tanto como bastantes académicos o, incluso más. Pero Cebrián, no. No es culto (al contrario, es bastante ignaro), ni escribe bien, ni tiene virtud alguna para ser académico salvo su poder para publicar o no a sus colegas. Es un académico sin méritos. Una de sus imposturas.
La otra hace referencia a su condición de ensayista y literato. Cualquiera que haya leido algún texto de nuestro hombre sabe que, como ensayista, es vulgar, sin método ni chispa y, como literato, lo mejor es que se olviden sus intentos. Y eso que ha gozado de unos medios de difusión y publicidad como no los ha tenido nadie nunca en España. En el colmo del peloteo institucional, alguien rodó una película (subvencionada, claro) sobre su novela La rusa, casi tan mala como el libro. Otra impostura.
Por último, la gran relevancia social que obtuvo mientras actuó a la sombra de Polanco y que consolidó luego cuando, libre del protectorado del jefe, pudo dar rienda suelta a sus desatentadas ideas, lo han configurado como hombre público influyente e importante en los círculos internacionales. La última impostura. No tiene absolutamente nada que decir de su cosecha personal sobre ninguno de los problemas que aquejan al mundo actual. Ni posee influencia ni poder alguno como no sea el de abrir o cerrar las páginas de El País a unos u otros autores, según sus preferencias personales, ideológicas, estilísticas y de pura presencia.
La ruina de El País es obra exclusiva de Cebrián, cuyas imposturas que muchos veníamos exponiendo desde hace tiempo, quedan hoy a la vista de todos.
(La imagen es una captura de dilmarousseff, bajo licencia Creative Commons).

Paistanic.

El aparatoso, lamentable, naufragio de El País, tiene a la profesión periodística en suspendido ánimo y a la casta política preparando el abordaje del pecio que quede. Hay un resplandor de extraña premonición en el horizonte: justo cuando la Constitución de 1978 pasa por sus peores momentos hace aguas el que fuera (junto al extinto Diario 16) su único baluarte en momentos de zozobra. Es la España de la transición, la de la segunda restauración, la que parece presta a abandonar la escena. Los dos partidos dinásticos solo reúnen una intención de voto del 50%.
Tampoco hay que exagerar, viene a decirse. Solo es un ERE. La empresa continúa, igual que lo hizo El Mundo hace un tiempo. Sí y no. Sí porque, en efecto, la empresa dice querer continuar; no porque ya no es la misma empresa y porque no está claro por qué y para qué y hasta cuándo pretende continuar. Pero sobre todo no porque El País, para mucha gente, es más que una empresa, es una forma de vida, un modo de enfocarla, un auxiliar importante en el proceso de socialización. Una leyenda viva. Y eso es lo que está quedando destrozado con esta lenta cuanto sórdida agonía.
Decir El país es decir Juan Luis Cebrián, sobre todo desde el fallecimiento de Polanco padre. A partir de ese momento, la identificación entre el periódico y la persona de Cebrián, que ya fue fuerte desde el comienzo, se hizo indiscutible. En la medida en que los complicados tejemanejes de los órganos directivos de estas empresas y sociedades son inteligibles para el común de los mortales, la imagen que emergía era la de que Cebrián tomaba las decisiones estratégicas del grupo PRISA. Y esas decisiones han llevado al grupo a la situación en que se encuentra, siendo la responsabilidad exclusiva, por decisión propia, del primer director del diario. Aquí se rompe un mito que se había conservado indiscutido desde los tiempos de Polanco: el de que Cebrián era un buen gestor. No lo es, no lo ha sido y el resultado a la vista está.
Pero en esta confesión de ineptitud que hay en el ERE de El País (aplicado, por lo demás, en las condiciones de la reforma laboral actual) resalta un dato que deja anonadado a cualquiera, el sueldo de Cebrián de 11 o 13 millones de euros en un año. ¡Caramba! Esto pasaba en las cajas, que están todas en manos de presuntos mangantes, pero no en El País, conciencia honesta del país. ¿No? Taza y media. Parece que el periódico tiene una cantidad de altos cargos equivalente a la de trabajadores ordinarios. Los primeros, sin embargo, cobran una pasta que ni siquiera osan hacer pública mientras que los segundos, mileuristas o poco más, tienen que encajar el ERE. 
No, no es un asunto normal. Es un cataclismo de autoconfianza de un sector importante de la intelectualidad española. La fragmentación del ídolo de barro. Como empresa, El País, el grupo PRISA, parece responder a los mismos criterios de enchufismo, clientelismo y corruptelas que las cajas o cualquier otro lugar en que una casta de privilegiados pueda hacer lo que le dé la gana.
Sobre todo un cataclismo porque, además del mito de Cebrián buen gestor se rompe en añicos el de Cebrián intelectual crítico, comprometido con la democracia y la regeneración ética del foro. Que levante la mano quien no haya leído algún sermón cebrianesco sobre los anteriores aspectos. ¡Cuánta regañina moralizante! ¡Cuánto desdén intelectual! Sobre todo con los presidentes del gobierno. En el verano de 2011 publicó un artículo poniendo a Zapatero de botarate y exigiendo elecciones anticipadas, hablando implícitamente en nombre de los sectores más avanzados y progresistas de la sociedad.
Todo eso hay que contraponerlo ahora sobre el trasfondo de un hombre que dice que un millón de euros al mes es un salario dentro de los usos y costumbres del mercado. No un saqueo de una empresa sino una retribución condigna y equitativa, una que era mil veces el salario de bastantes empleados de la empresa en cuestión. 
Palinuro es consciente de que Cebrián es persona que genera muy extendida animadversión y se afirma en su idea de que gran parte de esta está movida por la envidia. Pero no toda. Hay en la actitud del primer director un elemento torcido que nada ni nadie puede enderezar. Asignarse una retribución disparatada en una empresa en dificultades una de las cuales es lo disparatado de las retribuciones de los cargos directivos, no es compatible con ningún criterio ético de ningún tipo.
Hay un elemento final que Palinuro encuentra especialmente deplorable y es el hecho de que, en su obra ensayística, Cebrián insista desde hace años en que los periódicos de papel no tienen salida, están condenados a desaparecer. Eso lo decimos muchos otros también desde hace años. Pero, en el 99,99% de los casos no somos responsables de la edición de uno de ellos, del más importante. Con este dato, el asunto aparece en toda su cruda realidad: ¿cómo va a dirigir bien una empresa alguien que no cree en ella? Palinuro tiene especial debilidad por quienes luchan desinteresadamente por causas en cuyo triunfo final no creen. Pero cuando se entera de que eso se hace por un millón de euros al mes, ya no lo tiene por lucha sino por saqueo. Lo que da la auténtica dimensión de Cebrián.
Los trabajadores le piden que devuelva cuando menos parte de los millones. No se sabe si lo hará o no, pero lo que no podrá devolver jamás es la fe en un modo de gestionar la empresa de acuerdo con criterios de eficiencia y equidad.

dimarts, 9 d’octubre del 2012

Regeneración democrática

El gobierno del que es vicepresidenta esa señora de la derecha de la foto, ataviada según la Trento Fashion, muy apreciada en La Moncloa, y gracias al impulso personal de esta, ha decidido encargar un estudio sobre regeneración democrática del país a un grupo de "expertos".
¿"Expertos" seleccionados por el PP? Claro, cierto. ¿Nadie se acuerda de aquella especie de troglodita mental, psicólogo "experto" en homosexualidad, que hizo el ridículo mundial con sus "teorías" al respecto? Pues eso. Y, como no hay que dar nada por descontado, esta vez también elegirán "expertos" incuestionables en la materia de la democracia. Solo por ayudar sugiero los nombres siguientes: Carlos Dávila, Ynestrillas, Blas Piñar, Nacho Villa y Pedro J. Ramírez (por lo de los medios); Rouco Varela cubrirá el flanco religioso; para el femenino, por no caer en el feminazismo, bastará el brazo incorrupto de Santa Teresa; el militar, siempre muy necesario, estará dignamente representado con uno de los infinitos cuadros que Franco se hizo pintar en vida. Una gran comisión de patriotas.
Como ya sé que Palinuro -por mucho que haya escrito sobre la democracia y el Estado de derecho- jamás será llamado a un cónclave tan entretenido (y, seguramente, opíparamente bien pagado), me ha hecho llegar sus recomendaciones gratis et amore para colaborar con tan excelsa tarea de regenerar democráticamente nuestro amado país. Parte del principio de que el principal obstáculo a la regeneración democrática de España es el propio gobierno que encarga el dictamen sobre regeneración, al extremo de que duda de si en verdad quiere saber cómo se regenera la democracia en el país o cómo acabar con ella de una vez, para volver a los tiempos de la extraordinaria placidez del genocida, que es lo que le mola. Por si fuera lo primero (Palinuro es un poco iluso) sugiere una batería de medidas que, debidamente resumidas, son las siguientes:
1ª) Instalar un detector de mentiras en la entrada de La Moncloa con un mazo de 500 kilos que caerá sobre la cabeza del mentiroso. Si se hace, habrá cambio de gobierno en horas.
2ª) Expulsar del gabinete a los siguientes ministros: Mato (por analfabeta), Wert (por oscurantista y pedante), Báñez (por inútil), De Guindos (por ruinoso), Montoro (por falsario), Morenés (por belicista), Margallo (por incompetente), Soria (por impopular), Cañete (por tramposo), Gallardón (por hipócrita), Fernández Díaz (por facha).
3ª) Echar de una patada en el culo a los dos comisarios de agit-prop que han puesto en TVE1 y nombrar a uno que no tenga más de lo imprescindible de esbirro.
4ª) Mandar a la gobernadora de Madrid por su marido, que lo busca la justicia, y que deje de criminalizar a la ciudadanía y de hostigar a los viandantes.
5ª) Mandar a paseo al Director de la policía, Cosidó por utilizar a esta como un instrumento de provocación mafiosa y delictiva.
6ª) Apartar al portavoz Rafael Hernando y nombrarlo jefe de la sección de peleas de gallos en el extrarradio.
7ª) Mandar a la diputada Andrea Fabra a hacer un cursillo con su padre sobre variaciones del "¡Que se jodan!"
8ª) Poner al alcalde de Valladolid (a) "Morritos" de guardia a jugar al mus con el albondiguilla.
9ª) Pagar al eslabón perdido de Castelao Bragaña un curso completo de humanidades contemporáneas.
Seguro que si el gobierno es capaz de hacer esto, habrá un avance de la calidad de la democracia en España. Me dejo mucho en el tintero pero solo estas recomendaciones darían al sistema político español un aspecto muy distinto.
De nada.

La secesión de Cataluña.

¡Qué pronto ha cambiado el tono de los españoles al referirse al propósito catalanista renovado de ir a la independencia! Lo que empezó siendo una algarabía catalana, según calificación de Rajoy, cuya capacidad para el análisis realista es inexistente, ha acabado siendo una algarabía española. Algunos de esos que siempre lo saben todo habían descubierto que, en el fondo, la petición independentista no era más que una cortina de humo para que la gente no se fijara en los asuntos verdaderamente importantes, los recortes, la crisis, etc. Esos mismos están hoy dispuestos a mandar la Guardia Civil o lo que haga falta para frenar a unos independentistas que cada vez hablan más claro.
La algarabía española está siendo atronadora. De Guindos dice que lo sucedido en el Camp Nou da "mala imagen" de España en el extranjero y en la red le contestan que peor la dan Cospedal y Sáez de Santamaría vestidas con el burka católico, poniendo la nota negra en el Vaticano. Gallardón, a quien gusta sentar plaza de avisado, sostiene que la secesión de Cataluña sacaría a España del euro, algo sorprendente porque, en primer lugar, no está claro que seguir en el euro sea bueno y, en segundo, tampoco lo está por qué España habría de salir de la eurozona si los catalanes se van.
Al final ya no hay ni razones. Así, Felipe González afirma en un mitín en Bilbao (creo) que ningún territorio de España va a ser independiente, lo que no se sabe si es una profecía o una amenaza, aunque suena más a lo segundo. Aquí nadie se independiza porque no nos da la gana.
¿Independencia de Cataluña? Por encima de mi cadáver, piensa Rajoy, quien también se muestra rotundo afirmando que no va a admitir separaciones de ninguna clase. Sí señor, alto y claro y bombardeo de Barcelona si necesario fuese. Con afán de modular algo su rotunda negativa, Rajoy echa mano de un argumento tan necio que ya nadie más se atreve a emplearlo: ¿a dónde van estos independentistas cuando el sentido de nuestro tiempo es, dice, la integración por arriba, cuando desaparecen las fronteras y los Estados? Siendo esto así, ¿qué más da a Rajoy y resto de integristas que Cataluña se sume al gran agujero negro de la Unión Europea, al Estado continental, como parte de España o fuera de España?
Resumen final: de independencia, nada, catalanes. No hay nada que hacer. Pero, por si acaso, el gobierno ha ido corriendo a Bruselas a chivarse y a pedir a las autoridades comunitarias que se opongan a la independencia de Cataluña, con lo cual ya la han fastidiado estos águilas porque han conseguido lo que han tratado siempre de evitar, esto es, la internacionalización del asunto.
Y, por otro lado, guste o no a los nacionalistas españoles va a debatirse en el Congreso la petición de ERC de que se autorice al Parlament la competencia para convocar un referéndum de autodeterminación.
Ahí está la palabra. Autodeterminación. El escollo de la convivencia.
En mitad de la algarabía española, ayer Rubio Llorente publicaba un artículo en El País, titulado Un referéndum para Cataluña en el que trata establecer algo de cordura en el tumultuoso y apasionado debate echando mano del célebre dictamen del Tribunal Supremo Federal canadiense de 1988 en relación a Quebec. La doctrina es clara: la autodeterminación no cabe en la Constitución del Canadá (de hecho, Rubio Llorente no la menciona en el artículo) pero si hay una mayoría de quebequeses partidarios de la independencia, habrá que hacer algo, en concreto un referéndum, negociando previamente las condiciones aceptables para todos. Lo mismo propone el autor para Cataluña.
A Palinuro, que lleva años defendiendo el derecho de autodeterminación de los pueblos de España lo del referéndum le parece muy bien, aunque desconfía de su carácter excepcional. Por eso es partidario de reformar la Constitución de 1978 para que, entre otras cosas, recoja el derecho de autodeterminación. Cree Palinuro que, si ese derecho se ejerce, tanto el País Vasco como Cataluña votarán mayoritariamente a favor de la conservación de España, aunque está convencido de que tal mayoría desaparecerá si el nacionalismo español se empeña en negar ese derecho a las naciones llamadas periféricas. Así que, cuando el referéndum se celebre, que habrá de celebrarse inevitablemente, quizá haya mayoría a favor de la independencia.
Si así fuera, España debe reconocerla.
Está claro el dilema. Las propuestas de federalización de España, probablemente tardías, también son bienvenidas, cómo no. Pero dan la impresión de no estar muy bien pensadas. En primer lugar España es ya de hecho en buena medida un Estado federal, a falta de un par de nombres y eso no ha mitigado en absoluto las pretensiones independentistas. En segundo lugar el cupo de los territorios vascos y la soberanía fiscal navarra rompen todos los moldes federales, incluidos los del federalismo asimétrico
No obstante, la situación puede ser la tensión entre un impreciso federalismo y la desintegración de un Estado que nunca consiguió estar integrado salvo a la fuerza.
(La imagen es una foto de Huhsunqu, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 8 d’octubre del 2012

Negros augurios en la corte de los recortes.

Hace un par de días el CIS pronosticaba a Feijóo la misma ajustada mayoría absoluta que tiene ahora. Sin más comentarios. El sondeo de Metroscopia para El País parece una corrala en un funeral. El PP tiene una caída de voto de más de 14 puntos y el PSOE, de más de 4, con lo que consigue el mérito del peor dato de su historia desde 1977. Los dos partidos dinásticos, sumados, andan en torno al 50% del voto. Su hegemonía se resquebraja, se desmorona desde lo fabulosos ochenta y pico por ciento de hace unos años. Con estos resultados seguramente no hubieran podido reformar la Constitución a la remanguillé, como hicieron.
¿Hace aguas el sistema político de la segunda restauración?
A lo mejor. IU pega un salto de 6 puntos en expectativa de voto y se va al 12% y UPyD aumenta 5,5 puntos. Más voces en el parlamento.
Y esos son los partidos. Miradas las personas, Metroscopia presenta un aquelarre. El 84% de la ciudadanía desconfía del presidente del gobierno al que el Economist, al parecer, llama mysterious. Su valoración está por debajo de la de todos y cada uno de sus ministros, que ya es decir porque salen todos suspensos. Rajoy, el porras. No veo datos sobre Rubalcaba pero vienen siendo similares a los de Rajoy o peores. La gente no se fía del gobierno porque miente y no se fía de la oposición porque ni miente.
Lo que se diga de Galicia puede decirse asimismo del País Vasco en lo que hace al batacazo de los dos partidos dinásticos; si bien aquí lo que tienen enfrente es un bloque nacionalista que se prevé apabullante. Aprovecho para sostener mi tesis: nunca ETA consiguió poner el País Vasco en una situación tan halagüeña para el independentismo.
Todo esto suena a fin de ciclo, de época, de etapa.
La Monarquía está en entredicho por los malos pasos cinegéticos (en todos los sentidos) del Rey y los todavía peores de su yerno y su hija, a la que los tribunales andan exonerando cada vez con mayores dificultades. Por si fuera poco y quede claro que los Borbones son los Borbones, el Rey ha presidido no sé qué ceremonia para honrar a los responsables del desastre de El Annual, lo que, andando el tiempo, acabaría costando el trono a su abuelo.
El gobierno carece de toda autoridad. Ya dijo Palinuro que la táctica de guerrilla de protesta se extiende. Primero fue De Guindos, a quien chafaron una conferencia en la London School of Economics; después fue Rajoy, recibido en Malta al grito de "¡Rajoy, tu pueblo pasa hambre!" y ayer le tocó el turno a Fernández Díaz, el de Interior, al que pitaron y silbaron los asistentes al homenaje a la Guardia Civil. Ya no se respeta nada. Pero, claro, para que te respeten has de ser respetable y el caso de Rajoy no reúne los requisitos. Aquí lo vemos hace unos días a su llegada a Roma, al palacio presidencial, sin saber qué hacer a lo largo de toda la ceremonia.


Genial. La pregunta obvia es: ¿cómo van los ciudadanos a confiar en alguien así?
Bueno, la verdad es que confían o, cuando menos, votan, a gentes aun más estrafalarias. La foto de ayer en la entrada también de ayer de Mensaje de Dios a Cospedal, esa foto impagable de Cospedal con peineta y mantilla en el Vaticano, abanderada de la contrarreforma tridentina, junto a una mínima Sáez de Santamaría, devotamente vestida de negro desde el pescuezo, la saqué del twitter de Nieves Concostrina. Impagable, cierto. Ese gesto agrio, duro, agresivo, refleja un espíritu.
Y ya no hablamos de la señora gobernadora Cifuentes cuyo marido está en ignorado paradero pero al que se puede ver fotografiado en la misma Delegación del Gobierno que tendría que buscarlo. La corte de los recortes es una corte de maravillas.
(La segunda imagen es un vídeo de You Tube, bajo
licencia Creative Commons).

diumenge, 7 d’octubre del 2012

Mensaje de Dios a Cospedal.

Mucho se congratuló mi corazón, hija mía, al verte hoy en la ceremonia dedicada a Juan, el poeta seráfico. Estabas resplandeciente con esa peineta y esa toca o mantilla que tanto realzan tu natural compostura y te hacen parecerte a la reina María Cristina, de religiosa memoria. Nada de falsas gracias femeninas, que inducen a los hombres al pecado. Un gesto avinagrado, adusto, estirado, como de cabo furriel, que ese lo bordas. Solo mirarte y Satán pone pies en polvorosa porque en verdad parece que vayas a ladrar. Tus enemigos -que son muchos, lo sé, pues es la carga que yo te envío para probarte- dicen que no ladras, sino que rebuznas. Pero, dilecta como me eres, lo tuyo es el ladrido, el ceño y, si acaso, algún rugido que otro. Con firmes puntales como tú, mi reino está garantizado en España hasta el fin de los tiempos y, al menos en Castilla-La Mancha, no será necesario reevangelizar España. Ya estáis Nacho Villa y tú ahí y al que se salga del camino de Dios, una buena colleja en la noche oscura del alma.
Me dicen que has restablecido el orden natural de las cosas en tus dominios, que gobiernan los ricos, los banqueros, los empresarios, los plurienchufados como tu marido y los corruptos que menuda cruz llevan con el ludibrio público. Y que has echado a los pobres a patadas del Parlamento autonómico igual que mi  Hijo hizo con los mercaderes en el templo. Muy bien, María Dolores, porque ¿qué pinta un pobre, un trabajador, aunque sea honrado, en el Parlamento? No saben gobernar; ni siquiera saben usar el tenedor en la mesa. Haces bien poniéndolos en su sitio y que no nos den la murga con sus nefandas doctrinas luteranas, sacadas de Rousseau, Voltaire y otros diablos sulfurosos. Si quieren leer (¿ves qué mal se hizo al acabar con el analfabetismo, fuente de vocaciones y milagros?), que lean al Padre Astete y, si quieren buena literatura, al Padre Coloma.
Ya sé que tú solo lees Camino, pero ese libro excelso no está pensado para tus administrados por lo mismo por lo que las margaritas no son para los cerdos.
Sí, hija amantísima. No cedas a las presiones del nefando progresismo. No escuches las venenosas propuestas de los Palinuros del siglo, no te dejes corromper, no des tantico así a la carne. Ya sé que tuviste un hijo por inseminación artificial. Los más bobos de la cofradía lo achacan a una mal entendida independencia por tu parte cuando yo sé que lo hiciste así por amor a mí, para cumplir mis mandatos sin conocer varón. Sigue así, hija mía, y alcanzarás la beatitud. Nada de concuspicencia. Ni en el matrimonio. La única forma de controlar cristianamente la natalidad como yo mando es la abstinencia. Y cuando se presente la tentación, resiste y coloca a tu marido en otro consejo de administración de otra gran empresa para que se enfríe, que los hombres son concupiscibles, pues yo los hice así para probaros.
Veo que te trajiste a tu amiga la devota menudica, a la que estás empujando hacia el bien y la devoción porque espezó su aventura política un tanto ligera de ropas y más de ideas. La verdad es que tiene un poco cara de torta y desmerece de la fiereza de tu mirada, de tu temple guerrero, de tu deseo de aplastar al maligno en cualquiera de sus nefandas formas, PSOE, IU, UGT, CCOO y ya no hablemos de los gays, las lesbianas o los aborrecidos abortistas. Espero que, con el tiempo y la dulce frecuentación de ese querubín que hay en el gobierno, la ministra Báñez, así como del sucesor de Torquemada, Wert, alcance a recuperar el sendero recto.
Sí. hija, pasa luego por el solio de San Pedro, que he iluminado a mi siervo Benedicto para que te aconseje acerca de cómo perseguir con más eficacia los males del siglo en tu tierra, la libertad, la igualdad, la justicia social y otras invenciones diabólicas, igual que se hacía en las gloriosas Hitlerjugend.
No hace falta que traigas a la pánfila de Soraya contigo. Que se quede viendo los museos vaticanos. Tú y yo solos por intermedio del Genosse Ratzinger, quien te dará mi bendición.
(La imagen es una foto tomada del Twitter de Nieves Concostrina)

Habla la mayoría silenciosa.

Nada menos que el 77% de la población comparte los motivos del 25S (el 50% motivos y procedimientos; el 27% restante solo los motivos). El 77% se parece a una mayoría, la mayoría silenciosa que le gusta a Rajoy. Pero ese gusto no tiene reciprocidad. Él no gusta a la mayoría. A la mayoría silenciosa le gusta el 25S.
Una mayoría silenciosa que apoya un golpe de Estado encubierto en la celebrada expresión de la gobernadora Cifuentes. Lo nunca visto. Por cierto, con el 77% de la población perrofláutica, esas listas que dice que tiene o no tiene son muy fáciles hacer. Se coge el censo y se da a todo el mundo por sospechoso. Hay un riesgo de fallar del 23%; pero como es fallar por exceso, es menos grave.
La encuesta de Metroscopia para El País revela no ya indiferencia o desafección hacia los políticos sino incluso hostilidad, franca animadversión. El periódico culpa de ello a la crisis, esa misma que lo ha llevado a él a un ERE que ha encrespado la profesión periodística. Pero la crisis no tiene la culpa de nada, como no la tiene una tormenta o una inundación. La culpa la tienen los que la gestionan. Y justo en el momento en que más necesarios son los políticos de altura por la situación de emergencia, en España contamos con dos ilustres medianías que ni siquiera consiguen ponerse de acuerdo. Y no ya en los asuntos de la gobernación del Reino sino incluso en el modo de reaccionar frente al nuevo actor político-social que se ha impuesto en el marco de la legalidad para cuestionarla, la acción de las multitudes que tienen continuidad en el tiempo y cada vez más marcan el debate público.
Para la derecha ese movimiento es una cuestión de orden público y reacciona muy en la línea de su autoritarismo intrínseco criminalizando comportamientos críticos, aumentando las penas, restringiendo derechos y libertades, imponiendo el estado de excepción de hecho. La autoridad policial española ha puesto además en práctica medidas represivas preventivas, identificaciones masivas de ciudadanos al azar por la calle. Ello no impide que el día de la aprobación de los presupuestos en el Parlamento ya esté convocada una nueva acción de rodear el Parlamento similar a la anterior, quizá con más gentes. Para detenciones preventivas propongo que se habilite un campo de fútbol. Será muy simbólico.
Para la izquierda, el movimiento 15M o 25S o sea cual sea su nombre es un problema. La izquierda socialdemócrata no puede aceptar la desobediencia civil, pero tampoco puede condenarla tajantemente porque es acción politica por razón de conciencia. Por eso viene diciendo la dirección del PSOE que hay que escuchar a la gente. Resulta paternalista porque no basta con escuchar condescendientemente como el sultán bondadoso sino que, además, hay que hacerse oír. Y esa parte de la función la tiene el PSOE aún muy verde.
La otra izquierda, IU, los anticapitalistas, los ecologistas, tienen muchos lazos con el movimiento 15M y aunque este esté emperrado en mantener una actitud ajena a los partidos no puede ignorar que hay acciones conjuntas. Esa denuncia contra tres políticos de IU por defender las manifestaciones del 25S es una de estas, una acción conjunta del 25S e IU. El propósito es que estas acciones conjuntas lleven a una estrategia conjunta. Si IU o Izquierda Anticapitalista o una sociedad de izquierdas se ofrece para canalizar en sede parlamentaria las peticiones del 15M este no perderá nada con servirse de ella sin que eso quiera decir que deba cejar en su forma ordinaria, extraparlamentaria, de producirse.
Hablar de mayoría silenciosa en una sociedad digital carece de sentido. Aquí no se calla nadie. La mayoría silenciosa recurre también a técnicas que podrían llamarse de "guerrilla de oposición". Allí donde aparece algún dirigente a la luz de los focos, se encuentra una contestación organizada ad hoc a través de las redes. Le pasó a De Guindos en la London School of Economics y le ha pasado a Rajoy en Malta. La mayoría silenciosa le ha dicho que su pueblo pasa hambre. Vaya usted a saber qué le dirá a Cospedal, a González, a Mas, etc la próxima vez que vayan a inaugurar algo.
De silenciosa la mayoría ya no tiene nada.