Hace un día maravilloso como corresponde a la región divina. A la hora de celebración de la democracia angélica, cuando todos los espíritus se mezclan sin parar mientes en su jerarquía, querubines con tronos, virtudes con dominaciones pues de otro modo no podría armarse la orquesta celestial, y poco antes de entonar con melancólica cadencia el Gloria in excelsis Deo, Adam Smith (concertino) se encuentra con John Maynard Keynes (clarinete) que está en animada charla con Karl Marx (octabajo) quien, al ver a aquel, se dirige hacia él blandiendo el arco.
Marx: ¡Siempre lo dije, siempre lo dije! ¡Mis predicciones se cumplen! El socialismo se implantará empezando por los países más avanzados de la tierra. Nada de aquel pestiño de la Rusia agrícola cuando un eslavo bastante bruto llamado Lenin se empeñó en empezar la casa por el tejado. El comunismo se establecerá en los EEUU en primer lugar, luego Inglaterra, después Europa Occidental... como yo lo había predicho.
Smith (desconcertado, dirigiéndose a Keynes): ¿qué le sucede a Herr Marx esta mañana? Está muy excitado y cuando los alemanes se excitan...
Keynes: nada, acaban de anunciar que la Fed en los States interviene AIG y dice que es el comienzo del fin, la crisis general del capitalismo que él siempre vaticinó, que ahora los EEUU nacionalizan empresas, la transición al socialismo. No puede imaginarse qué mañana llevo. He llamado a Lytton para que me eche una mano, pero está ligando con el sobrino de Virginia Woolf.
Smith (escandalizado): no me hable Vd. de esas horrendas perversiones suyas de Bloomsbury. El capitalismo es sobre todo moralidad, amigo mío, moralidad, cumplimiento, palabra dada, trabajo, frugalidad...
Marx: ... y explotación, explotación a mansalva. La plusvalía...
Smith: no empiece Vd. Herr Marx. Por Dios, no me suelte el vol. I de El Capital que es el único que pudo Vd. publicar. ¿Cómo que crisis general del capitalismo? Lo que Vd. siempre dijo es que esa crisis vendría por un proceso de depauperación de un lado con sobreproducción de otro en un contexto de anarquía del mercado y todo ello hablando del capitalismo industrial...
Keynes: es lo que yo le digo siempre, Mr. Smith. Charlie boy, no diste ni una.
Smith: claro que no; ni una. Aquí hablamos de una crisis del capitalismo financiero.
Marx: financiero, industrial, el capitalismo es siempre capitalismo; igual que una ñorda es siempre una ñorda...
Keynes: ¡por favor, Charlie!
Marx: déjame Johan, sé lo que me digo: el capitalismo es una ñorda y de anarquía en los mercados ¿para qué hablar? A ver, Mr. Smith, ¿quién puede controlar los mercados financieros internacionales? Ni Dios, que acaba de pasar por aquí con el Wall Street Journal bajo el brazo, ni Vd. mismo, que era su querubín teórico tienen ni la más guarra idea. Esto es un caos, mezcla de irracionalidad y pura codicia. El afán de lucro, la sobreexplotación de las masas.
Keynes: Bertie Russell me dijo el otro día que ha ayudado mucho la pavorosa estupidez de los llamados "neocons", con ese tejano beodo que ya está considerado el peor presidente de su país.
Smith (A Marx): ¿qué quién controla? Bueno, debiera Vd. saber, Herr Marx, que los mercados se controlan solos, pues son sistemas autorregulados y como dice otro sabio alemán, autopoyéticos. Mi mano..., ejem, quiero decir, la mano invisible de los vicios privados/virtudes públicas...
Marx (aporreando el octabajo): ¡ja! ¿Has oído John? ¡La mano invisible! Aquí la única mano invisible es la que ha metido en los ahorros de medio mundo una banda de ladrones y banqueros (lamento la redundancia) que llevan treinta años viviendo de las bellaquerías económicas de las desregulaciones, las privatizaciones y las "reformas" de unos políticos siervos que sólo pretendían embellecer el capitalismo. ¡Y por más que la embellezcas, una ñorda es una ñorda!
Smith: falso, Herr Marx. El error no está en el mercado, que es un mecanismo neutro, impersonal y racional de asignación de recursos. El error está en esa monstruosidad que se llama "política económica" por la que todos los gobiernos interfieren en donde no deben y me da igual que esas interferencias sean para privatizar o para nacionalizar. La mejor política económica es la que no existe. El Estado está para detener chorizos, hacer caminos e impedir que nos invada la Armada Invencible. Todo lo demás, como dice mi amado doctrino von Mises, es socialismo.
Keynes: pues es que ahora lo que se impone como solución es la nacionalización.
Smith: ¡error!
Marx: ¿error? Es lo único sensato que ha hecho en ocho años esa banda de ineptos en Gringolandia. Mr. Smith, Vd. no entiende nada de economía. El error eran y son las privatizaciones. Al abolir el Estado quiere Vd. retrotraernos al feudalismo.
Smith: quien no entiende nada de Economía es Vd., Herr Marx, que quiere abolir el mercado, lo que equivale a abolir la base misma del cálculo económico. Al abolir el mercado nos lleva Vd. al totalitarismo más inepto.
Keynes: pero en algo tiene razón Charlie, Mr. Smith: las privatizaciones fueron un desastre.
Smith: ¡claro que sí! No seré yo quien lo niegue. Fueron un desastre porque fueron actividades de capitalismo corsario o capitalismo de ladrones. El capitalismo es un sistema moral que prohíbe el robo o la confiscación y las privatizaciones fueron confiscaciones de aprovechados. Basta ver lo que se hizo en España. Por eso digo que ninguno de los dos entendéis de economía.
Keynes: ¿cómo que no, old chap? Yo siempre defendí un punto de vista que integraba el suyo y el de Kärlchen, una mezcla, un juste milieu, como decía Montesquieu o, para que Charlie me entienda, una "superación" o Aufhebung hegeliana de la contradicción capitalista básica...
Marx: juste milieu, juste milieu. Tú eres un pánfilo que no te has enterado de qué va esto o peor aun, un sucio socialdemócrata progre al servicio del capital. Como lo está el Estado, siempre al servicio del capital. Por eso quiere Mr. Smith que sea diminuto y no tenga competencias: para que sea la agencia de la clase dominante. Cuando hay que privatizar se privatiza y cuando hay que nacionalizar, se nacionaliza. Según le interese al capital.
Smith: hágame el favor de no caricaturizar mi teoría Herr Marx. Que la suya sea elemental como el sonido del grillo no quiere decir que también lo sea la mía. En mi teoría el Estado no tiene por qué intervenir en el mercado para beneficiar al capital ni al no capital, a nadie.
Keynes: pero Mr. Smith, por favor, en este Cristo que hay montado en Wall Street, si el Estado no interviene, todo el montaje mundial se va al garete.
Smith: pues que se vaya. Eso quiere decir que estaba mal montado.
Marx: ¿lo ves? Lo que yo decía: crisis general del capitalismo y llegada del socialismo en la Meca misma del capital. Como yo lo dije.
Keynes: creo que están Vds. los dos locos. Sus recetas son destructivas y las dos (anulación del Estado o anulación del mercado) llevan a una perpetuación de la crisis. Claro que el Estado debe intervenir, precisamente para corregir las disfunciones del mercado y así mantenerlo. En momentos de crisis, el Estado debe garantizar la demanda agregada, invirtiendo en obras públicas...
Marx: ¿y salvando a los ladrones de la quiebra? ¿Como hacen los sociatas en España, que subvencionan con dineros públicos a los tiburones del ladrillo? ¿Tirando los ingresos del Estado por el sumidero de las operaciones especulativas y fraudulentas del capital reunido en conciliábulo a ver cómo puede explotar más a los trabajadores del mundo entero?
Smith: cierto, John, Herr Marx y yo estamos de acuerdo en esto. Recuerde que en La riqueza de las naciones decía yo que siempre que dos capitalistas se juntan aunque sea para jugar a las cartas las consecuencias las pagamos los demás.
Keynes: de acuerdo yo también, amigos. No me refería a estas intervenciones que suenan a sacar las castañas del fuego a los piratas del caos financiero mundial y que van a dejar a nuestros países sin recursos para poner en marcha las acreditadas políticas de mi flamante marca keynesiana, expuesta en La teoría general, etc. El Estado debe intervenir recurriendo incluso al déficit pero no arruinándose en operaciones especulativas (ese es el aspecto más siniestro de esta historia) sino en actividades productivas; así se mantiene alta la demanda y a largo plazo...
Smith y Marx (al unísono, mientras empiezan a sonar los primeros acordes del Gloria in excelsis): ¡todos calvos!.
(La primera imagen, una estatua de Adam Smith en la parte trasera de la Royal Academy es una foto de Matt From London; la segunda, un retrato de Karl Marx, es una foto de Álvaro Herraiz, ambas bajo licencia de Creative Commons); la tercera es una foto de John Maynard Keynes (a la derecha) junto a Harry Dexter White en una reunión de Bretton Woods y está en el dominio público).