Hace unos días recibí un par de avisos circulares por la red animándome a ir a ver la peli de Andrés Linares La vida en rojo que estaba siendo sometida a ninguneo y ostracismo por los circuitos comerciales por tratarse de cine español y de izquierda. Confieso que después de tantos años estas campañas siguen movilizándome. En defensa del cine español... ¡y de izquierda! Por supuesto que allí estaría yo que soy ambas cosas.
Lo primero que comprobé es que la peli sólo se proyectaba en el cine Luchana. Mala y buena noticia al tiempo. Mala porque el tal cine está fuera de los circuitos comerciales de distribución, lo que quiere decir que la peli pasará por cartelera sin que casi nadie la vea. Con razón la campaña. La buena noticia, que se trata del cine Luchana, uno de los supervivientes de los grandes cines de Madrid. Siendo todavía niño ahí fui a ver Hondo, una peli de John Farrow con John Wayne y Geraldine Page que no olvidaré jamás ni tampoco aquel inmenso cine en que se proyectaba. Así empezó mi admiración por Wayne, que tantos disgustos me ha causado en la vida y que sigue incólume. Precisamente en el vestíbulo del Luchana de hoy puede verse un retrato más que de tamaño natural de Wayne en... Hondo. Así que iba yo muy bien predispuesto.
Pero salí jurando en arameo. No por el cine sino por la peli. Quienes acuden a verla (poca gente; estábamos siete ayer en la sala) reciben con el volante-anuncio del film un suelto impreso en ordenador que dice: "A QUIEN LE HAYA GUSTADO 'LA VIDA EN ROJO': se ruega envíe una Carta al Director de El País CartasDirector@elpaís.es exponiendo su opinión sobre la 'crítica-masacre' publicada el viernes 24 de octubre y firmada por Javier Ocaña. Y un e-mail al propio crítico javier.ocana@gmail.com diciéndole que es un canalla putrefacto." He consultado corriendo la crítica de Ocaña y puedo asegurar que es benévola. La peli me pareció un bodrio insulso, pretencioso, engolado, falso, mal hecho a conciencia y sin salvación posible. Todo, desde la interpretación a la banda musical, pasando por la ambientación, los diálogos y el guión ataca los nervios. He aquí cómo se pueden hacer españoladas de izquierda.
No he leído la novela de Isaac Rosa en que está basada y, teniendo en cuenta que el propio Rosa es uno de los guionistas del producto, no sé si lo haré porque no me parece necesario. Seguramente será muy buena pues le han dado premios pero la peli no es de recibo. El director quiere hacer una mezcla de historia de ficción y documental jugando con los tiempos del relato sobre un episodio de la lucha universitaria contra Franco en el año 1965 que pretende ser verosímil y, en efecto, en su esquema puro lo es. La voz en off de José Sacristán narrando una historia rebuscada en algo así como galaico-castellano es muy difícil de soportar.
En síntesis la historia es la de un joven estudiante del Partido Comunista detenido por la Brigada Político Social, "hábilmente interrogado" y que desaparece sin dejar rastro. Al día de hoy, más o menos, sigue sin aparecer. Su abuela, su novia y un equipo de jóvenes cineastas que andan haciendo un documental sobre los hechos también lo buscan. El asunto se mezcla con otra cuestión muy verosímil: un profesor de literatura al que le cae injustamente el sambenito de confidente de la policía, algo que normalmente era falso y que demuestra qué mala gente podíamos llegar a ser entonces al no percatarnos del daño que esas cosas podían causar, cosa que pude apreciar cuando alguien para mí muy querido fue víctima también de tan odiosas prácticas, muchas veces movidas por la envidia y el resentimiento. Es curioso, bien pensado, ese personaje de Denís; creo que iré a buscar la novela porque es un tipo en una situación kafkiana de verdad: un tipo cogido en un engranaje que no entiende y que a su vez tampoco es capaz de darle una explicación satisfactoria. El profesor Julio Denis es como Joseph K., que no sabe por qué está pasándole lo que está pasándole.
Hasta aquí, el asunto hubiera dado para una buena historia. El problema empieza cuando, ya desde el principio, los autores, esto es, los guionistas y el director, dan la impresión de hablar de oídas y de no tener gran idea de cómo fueron las cosas en aquellos años. Y lo digo también con suficiente conocimiento de causa por haber estado allí, en las manifas del sesenta y cinco y en la lucha contra Franco. Mi opinión sobre los comunistas es muy pobre pues opino que su fanática entrega a la ideología, su convicción sin fisuras en la verdad de su doctrina y su sumisión a las órdenes "del Partido" (sobre todo entonces) los deshumaniza y los convirte en gente capaz de cualquier cosa. Pero creo que me dejaría cortar en pedazos antes que admitir lo que en la peli se da como normal: que un estudiante comunista amenace a una tercera persona con una navaja con ademán de típico matón. Quien haya imaginado tal secuencia no tiene ni idea de lo que era la militancia comunista que podía ser sectaria, pero estaba generalmente basada en la generosidad y la entrega. Los interrogatorios en la Brigada Político-Social tampoco tienen salvación. Y también lo sé de sobra porque estuve tres veces detenido en Gobernación y me subieron a interrogatorio muchas más. Hasta el lenguaje que usan los esbirros policías de la Dictadura está mal, plagado de anacronismos. Oír a un comisario de la Social decir "tú mismo" mueve a risa.
En fin no quiero escarbar más porque estoy muy disgustado: el tema me es caro y soy rotundo partidario de la memoria histórica, del recuerdo y reconstrucción de aquellos tiempos, de sacarlos y tematizarlos para comprenderlos y explicárselos a los demás. Pero haciéndolo bien; no así; no de cualquier modo; no impostando y contando patrañas. Puede que alguna vez en los años 1965 a 1967 (de los posteriores no sé mucho porque estuve en prisión de 1967 a 1969) hubiera pasado algo parecido a lo que cuenta la peli que le sucede en clase al infeliz profesor Denís pero sería excepcional y estoy seguro de que me hubiera enterado. Nada de lo que en el film se muestra como representativo lo es. Ni siquiera el episodio del hijo comunista del guardia civil que pretende que su vástago se pegue un tiro. Está tomado de otro real que conozco de primera mano, el de un militante del PCE cuyo nombre no daré por discreción, hijo de una general de aviación de Franco quien, al ver que la Brigada Político Social detenía a su vástago, lo invitó a descerrajarse un tiro con su arma de reglamento. Sólo que este episodio que es cierto en la peli resulta acartonado e inverosímil.
Una pena.
Para no quedarnos con tan mal sabor de boca, aquí dejo el trailer de Hondo con el Duque mascullando sus sentencias y mostrando sus habilidades en el cuerpo a cuerpo en el amor y en la batalla, a caballo y a pie firme.