El lunes el señor Obama largó un discurso en Canton, Ohio, pensado para ganarse el apoyo de uno de los estados bastiones de los republicanos en los EEUU, uno que, dice el saber convencional, hay que ganar si se quiere llegar a la Casa Blanca. Mr. Obama dijo a los ohianos que llevaba veintiún meses de campaña y que estaba a punto de ganar las elecciones dentro de una semana.
Si lo pensamos bien, ya es milagroso que un hombre de color pueda ganar las elecciones a la presidencia de los EEUU. Que lo haga una mujer de color está, creo, out of the question. La candidatura del mestizo se ha impuesto a la de una mujer WASP, que ya hubiera sido bastante portentoso. Hace un año nadie daba un duro por Obama y la señora Clinton era la nominada in pectore pues traía la aureola Clinton y era mujer. Al final ganó el mulato, ante la incredulidad de los Clinton que luego se han portado bien.
Ahora al mulato parece que nadie pueda pararlo. Todo Cristo se declara a su favor: políticos como el exministro de Exteriores de Bush, Colin Powell o el exportavoz de la Casa Blanca, Scott McLellan, actores y actrices, presentadoras de televisión, periódicos (desde el New York Times hasta el Anchorage Daily News, el periódico de Alaska, el Estado de la señora Sarah Palin). A favor del señor MacCain sólo parece haberse pronunciado hasta ahora el señor Matorral-pato-cojo, lo que no sé si puede computarse como un activo según están las cosas. Y no es que el mulato haya hecho mucho más que poetizar acerca de "¡como esta Nación necesita un cambio!", que es un mensaje que creo haber escuchado a un candidato a presidente de cada dos en este país desde 1960. (Quien quiera entreterse escuchando a todos los candidatos a presidente desde 1960 -Kennedy/Nixon- que pinche aquí.) El punto es que a éste la gente lo cree porque es joven, es mulato y, sobre todo, no es un vejestorio intelectualmente esclerótico que no ha dado una en toda la campaña. Porque si Mr. Obama va por delante en las encuestas en un rango de cuatro a once puntos porcentuales se debe a él y a su contrincante a partes iguales. Y nombrar a Mrs. Palin, una Esperanza Aguirre de la parte de los pingüinos, fue suicida.
Salvo algún imprevisto muy, muy gordo, el resultado de esta campaña está a la vista dentro de una semana. Una campaña que ha seguido el mundo entero aunque derecho de voto -que debiéramos tener todos- sólo lo tienen los ciudadanos estadounidenses. No tengo duda de que entre el señor Obama y el señor MacCain hay más parecidos que discrepancias. Pero por pocas que sean éstas las prefiero a los parecidos. Y lo mismo deben de estar pensando muchos gringos.
Resultado (también al modo gringo): a éste sólo lo paramos a tiros. Y ya se ha visto que la idea se le había ocurrido a una pareja de semiimbéciles neonazis que estaban programando una especie de videojuego/reality a base de cargarse negros, culminando la cosa con el mulato. Por mucha risa que entre ante el intento, no debe olvidarse que hay una posibilidad (no sé en qué grado) de que alguien atente contra Mr. Obama.
No sería el primer candidato o presidente que muriera a tiros en los EEUU, país sólo segundo ante España en cantidad de magnicidios: Lincoln, Garfield, McKinley, Kennedy; contra Prim, Cánovas, Canalejas, Dato, Carrero Blanco en España. De los cuatro presidentes asesinados, tres lo fueron por razones presumiblemente políticas, aunque de signo distinto: a McKinley lo mató un anarquista. También el equiparable asesinato del candidato Robert Kennedy parecer haber tenido motivación política. Y político sería el asesinato de Obama a quien muchos, empezando por su contrincante en la carrera electoral, el biznieto de un poseedor de esclavos, consideran una amenaza potencial a los EEUU.