dijous, 26 de juny del 2008

La directiva de la vergüenza y la desvergüenza de Rodríguez Zapatero.

Cada vez está más claro que este Gobierno en general y su presidente en particular están escorados hacia la derecha. Ayer no bastó al señor Rodríguez Zapatero que el señor Rajoy lo felicitara por su posición sobre la inmigración (dijo que el Gobierno había "rectificado") y en especial sobre la llamada "directiva de retorno", también conocida como directiva de la vergüenza, que ha suscitado críticas y rechazos en la izquierda europea y mundial. Tampoco le bastó que los grupos más de izquierda del Congreso, Esquerra Republicana de Catalunya, Izquierda Unida, el Bloque Nacionalista Galego y ¡hasta el partido de doña Rosa Díez! lo criticaran frontalmente y hablaran de un "Guantánamo europeo". Se reafirmó en su apoyo a la directiva de la vergüenza y pasó al ataque, sosteniendo que tales críticas son muestra de una "ignorancia supina elevada a la categoría de lo insólito o de una demagogia insostenible."

No ven (no vemos) los críticos las ventajas que para los inmigrantes ilegales supone la dicha directiva: garantías jurídicas de todo tipo, amparo, protección y un plazo máximo de detención, siendo así que en varios, ocho, países de la Unión Europea no lo había.

Es la repuesta la que muestra una ignorancia supina y un grado de demagogia difícil de superar: como algunos países no tenían plazo máximo de detención, se arbitra uno ¡de año y medio! durante el cual se puede deportar a la gente mediante decisión administrativa. Mediante decisión administrativa (policial) se confina a los inmigrantes en centros de internamiento; es verdad que pueden pedir el amparo de los tribunales, pero el presidente calla que eso será según las disponibilidades de cada país, condición que rige también para la asistencia letrada de los retenidos/deportables. O sea que de garantías, nada. Asimismo la deportación se puede hacer a terceros países siempre que estos acojan a los deportados. También calla el presidente que lo habitual es que esos "acogimientos" se compren. Lo mismo sucede con los menores inmigrantes; también pueden ser deportados a terceros países que, tras cobrar por ello, harán con esos menores lo que les venga en gana. ¿A qué garantías y seguridades se refiere este buen hombre?.

Dice el señor Rodríguez Zapatero que hablar de "Guantánamo europeo" es intolerable demagogia. Seguramente tiene un pico de tal, pero no más que la que hace él en sentido contrario justificando como avance y progreso una norma por la que vota la derecha europea en pleno, incluida la neofascista y a la que se opone la izquierda europea también en pleno, incluidos dos eurodiputados socialistas españoles, señores Borrell y Obiols, obviamente los únicos que han tenido agallas.

Porque, como no quiero dar a entender que, cegado por mi extremismo, ataco injustificadamente al presidente del Gobierno y secretario general del partido por el que he votado, echemos una ojeada a la votación de la directiva del retorno en el plenario del Parlamento Europeo del 18 de junio pasado. La directiva salió adelante por 369 votos a favor, 197 en contra y 106 abstenciones. Aun teniendo en cuenta que hubo muchos votos cruzados (por ejemplo los 16 eurodiputados socialistas españoles que cometieron la canallada de votar a favor ahora vemos que por orden del señor Rodríguez Zapatero, que tanto alaba esta norma xenófoba) es razonable pensar que los 369 "síes" vinieron de los 431 eurodiputados de los grupos del Partido Popular Europeo, la Alianza de Demócratas y Liberales y la Unión de la Europa de las Naciones, un grupo populista de derecha, o sea, la gente bien, contando con los dieciséis "socialistas" españoles. Los 197 "noes" y 106 abstenciones proceden del Partido de los Socialistas Europeos (215 aurodiputados) y de los Verdes, la Nueva Izquierda y los Independientes, o sea, la chusma. Es más, los socialistas europeos que trataron sin éxito de modificar la directiva de la vergüenza en un sentido garantista consideran que ésta atropella los derechos de los inmigrantes y permite que se pueda encerrar en centros de internamiento hasta dieciocho meses a gente cuyo único delito es su deseo de escapar de la miseria y la desesperación, según dice Mme. Martine Roure, la encargada de negociar la directiva de retorno en nombre del Grupo del Partido de los Socialistas Europeos, cosa imposible porque las derechas, apoyadas por los dieciséis eurodiputados españoles de la ignominia, impusieron el texto en un trágala de "lo tomas o lo dejas", ese texto que para el señor Rodríguez Zapatero es tan garantista.

Preguntas: ¿también son supinos ignorantes y demagogos los socialistas europeos? ¿Lo son los verdes? ¿Amnistía internacional que ha publicado un comunicado condenando la directiva? ¿Mercosur, que ha hecho lo propio? ¿Y no será que el ignorante supino y el demagogo es el señor Rodríguez Zapatero que, además, pretende engañar a la gente ocultando el hecho de que los casi doscientos eurodiputados socialistas del PE han votado en contra o se han abstenido?

Este menda ¿cree que la gente es idiota?

(La imagen es una foto de Adobemac, y representa una visita al campo de concentración de Dachau, bajo licencia de Creative Commons)

Activismo en la blogosfera.

MUGABWE

Ayer surgieron dos o tres causas de esas por las que uno cree que merece la pena hacer algo, que normalmente bien poco es: firmar alguna petición, hacer circular una protesta, indignarse, comentarlo con alguien, patalear. Algo, por no estar de brazos cruzados sintiéndose un poco cómplice por inacción. Doy cuenta de los más significativos por si alguien quiere sumarse al derecho al pataleo.

En primer lugar, los de Avaaz quieren que firmemos una petición para "liberar a Zimbabwe de Robert Mugabe", o sea, para echar a ese viejo carcamal que lleva veintiocho años machacando a su país, robando a sus ciudadanos, encarcelando, torturando y matando a quien le place. Y hacerlo para pedir que se aplacen las elecciones previstas para hoy, que serán una farsa. Si alguien quiere firmar, que pinche aquí.


PRECARIOS

Juan Dorado Romero me manda un texto que resume y denuncia muy bien la condición de los becarios de los programas universitarios de formación de personal investigador. A la incertidumbre y escasez de sus medios económicos, añaden estos becarios demoras y dilaciones de meses y meses de la administración a la hora de convocar los concursos, resolverlos y comenzar a hacer efectivas las dotaciones. Quien quiera hacerse una idea de las condiciones inadmisibles en que se encuentra este personal investigador de la "octava potencia economica del mundo" y a las cuatro años de un gobierno socialista que ya podía haber hecho algo por ellos, que pinche en Precarios.

(La imagen es una foto de aipexa, bajo licencia de Creative Commons).


CAMBIO CLIMÁTICO.

Elsa Pensamiento me manda esta presentación sobre el cambio climático. Es una carta que se supone escrita en el año 2070, con la biosfera en estado irrecuperable y la humanidad en trance de extinción, aquejada de los más diversos, previsibles y devastadores males.

En realidad, este tipo de productos (recuerdo haber visto una historia espeluznante al respecto en los años setenta, Soylent Green, una peli de Richard Fleischer, con Charlton Heston, que acaba de morir; luego han venido otros, Blade Runner es uno de ellos) son narraciones distópicas. Esto es, continúan la tradición utópica que inventó Platón y bautizó Tomás Moro pero con la carga valorativa cambiada. Hace mucho tiempo que la Humanidad ha dejado de ver el futuro con confianza y alegría, incluso con la alegría rabelaisiana de reírse de lo que hay y contraponerlo a lo que pudo ser. Ha dejado de confundirlo con el progreso. Hoy, la idea del futuro es apocalíptica; de una u otra forma, pero apocalíptica. Lo que refleja esta presentación es un Apocalpsis producido por el agotamiento del agua. Se aborda esta situación carencial desde perspectivas prácticas e inmediatas, de cuanta agua hay que beber al día o para qué se usa en relación con el cuerpo humano o la producción alimenticia. Con mi optimismo existencial pienso en lo que será una situación en que haya no escasez sino carencia de aquello de lo que estamos hechos, ya que más de tres cuartas partes del cuerpo humano son agua.

dimecres, 25 de juny del 2008

Topar con la Iglesia.

Si Dios tiene el don de la ubicuidad, sus representantes en la tierra, los curas, lo llevan a rajatabla. No hay debate o cuestión polémica en nuestra sociedad, por alejados que estén del privilegio eclesiástico, en los que la Iglesia no se sienta autorizada, qué digo autorizada, moralmente obligada a hacer escuchar su opinión y, si los tiempos y las costumbres lo permiten, a imponérsela a todo el mundo a cristazo limpio. ¿Aborto? ¿Fecundación in vitro? ¿Eutanasia? ¿Clonación? ¿Educación? ¿Homosexuales? ¿Matrimonios gays? ¿Adopciones gays? ¿Pobreza en la sociedad? ¿Sostenimiento de culto y clero? En todas estas cuestiones y en muchísimas otras la Iglesia está acostumbrada a que su opinión se tenga en cuenta y, antes de este deplorable (por democrático y constitucionalista) siglo XXI, imponía dicha opinión a sangre y fuego.

En los trabajos preparatorios de su trigésimo séptimo congreso, según parece, las bases del PSOE andan apremiando a los órganos del partido para que se vaya adelante con la política de laicidad y otros derechos de homosexuales, mujeres (aborto), ancianos (autanasia) en los que la opinión de la Iglesia es rotundamente contraria a toda ampliación. Casi parece como una especie de premio de consolación a las sufridas mesnadas socialistas. No es posible empujar al Gobierno hacia la izquierda en asuntos de política económica ni en los de la política europea. La primera es estrictamente ortodoxa a causa del miedo de los barandas a la crisis económica que se cierne inexorable. La segunda es una actitud de sumisión total a los dictados de la derecha en la Unión Europea (UE) en concreto a raíz de la aprobación de esa directiva de la "vergüenza" que legaliza el expolio de derechos de los inmigrantes en Europa. Por cierto, ver a los dirigentes socialistas explicar a unos y otros que esta directiva inhumana, ilegítima y vergonzosa no solamente no restringe derechos de los inmigrantes sino que se los amplia es un espectáculo deprimente.

Para no provocar incidentes, las bases socialistas concentran sus esfuerzos precongresuales en los asuntos "superestructurales", por así decirlo como este del laicismo. Pero tampoco esto les servirá de mucho ya que el Gobierno no está dispuesto a ir más allá en nada que pueda incomodar a la Iglesia sino, en todo caso, más acá. Recuérdese que, además, está pensando en un pacto de legislatura con CiU, coalición de la que forman parte los beatorros de Unió Democrática de Catalunya. Y empiezo a sospechar que no solamente hay reparos tácticos a incurrir en las iras callejeras de la jerarquía sino que también cuenta y mucho el beaterío de los ministros del Gobierno. Si se recuerda cómo levitaba de felicidad en diciembre pasado la vicepresidenta Fernández de la Vega en presencia del cardenal secretario de Estado, Tarsicio Bertone, se comprenderá que esta señora no quiera dar ni medio paso que pueda molestar a los obispos.

Para dar cumplimiento al mandato constitucional de aconfesionalidad del Estado, el Gobierno tendría que denunciar los acuerdos sectoriales de renovación del Concordato de 1953 en los terrenos educativo, cultural, económico, jurídico y político, pero la señora de la Vega ya ha dicho que eso ni se considera. Los acuerdos se quedarán como están porque en el Gobierno no va a tocarlos por conveniencia o por convicción, como no va a hacer nada que pueda incomodar a la Iglesia.

Por la otra banda, la de la derecha, leo que el señor González Pons vaticina que la Iglesia necesitará el potente brazo del PP frente a la política laicista de ataque a la institución y al clero que desatará el PSOE después del congreso y que, en consecuencia, carecerá de sentido que la COPE se cebe con el PP. Ni el Gobierno tiene malas intenciones respecto a la Iglesia ni la COPE se ceba con el PP sino con el señor Rajoy y sus ayudantes, que no es lo mismo y todo esto suena a hipócrita, falso y embustero, o sea, a eclesiástico. Pero es que estamos en España y en España la Iglesia ha tenido vara alta de siempre. Y sigue.

(La imagen es un cuadro de Jean Paul Laurens titulado Sixto IV y Torquemada, 1882, y se encuentra en el Musée de Beaux-Arts de Burdeos).

Filosofía y globalización.

La globalización es un tema de suma actualidad que habitualmente se trata desde una perspectiva económica, política, jurídica, comunicacional o sociológica y mucho menos frecuentemente desde una filosófica. Por eso tiene interés el volumen que se comenta aquí (Ignacio Ayestarán, Xabier Insausti y Rafael Águila (Eds.) (2008) Filosofía en un mundo global, Anthropos, Barcelona) porque aborda el citado fenómeno desde una perspectiva poco empleada en este menester. La tarea corre a cargo de un nutrido grupo de profesores de filosofía de la Universidad del País Vasco, con algún escaso añadido de fuera. El trabajo es meritorio, aunque el resultado deje algo que desear. Bien sea porque los editores se han pronunciado por un tipo de consideración en el que se dé cabida a muchas voces (lo cual obliga a que las aportaciones sean, a veces, excesivamente breves, casi esquemáticas), bien porque muchos de los análisis que en la obra se hacen toman pie en investigaciones anteriores en otros campos del conocimiento no estrictamente filosófico. En todo caso no podré comentar todas las aportaciones y lo haré sólo con las que más me han interesado, sin demérito alguno para las demás.

En un prólogo que firman los tres editores se advierte que la globalización es un fenómeno de interés mundial (dos millones de entradas en Google para la búsqueda "globalización" + "filosofía" en inglés) y que, tras la caída del muro de Berlín, la gran oposición contemporánea era de los ricos contra los pobres, una oposición que va a peor por cuanto los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

La primera parte es una historia de fenómenos culturales de la globalización en la que se tratan sobre todo cuestiones relativas a la idea del progreso y el cosmopolitismo. Este cosmopolitismo estaba ya presente en el discurso panhelenista de los sofistas, según Javier Aguirre (Panhelenismo y cosmopolitismo en el pensamiento griego antiguo). Por otro lado, Xabier Palacios entiende que la globalización refleja la crisis de la mundialización de la filosofía de la historia, basada en las categorías de progreso y de historia-mundo (p. 41) y añade una muy perspicaz observación, en el sentido de que las restricciones a la libertad de circulación de las personas (que es un derecho fundamental) conviven con la paradoja de que, en cambio, dicho derecho fundamental se reconozca a las mercancías. Es una metáfora por cuanto las mercancías no son titulares de derechos, pero suficientemente significativa ya que ese derecho de circulación irrestricta de mercancías afecta a quienes las producen en tanto que productores, pero no como seres humanos sin más. En un interesante ensayo (La idea del progreso y el problema del mal), Luis Garagalza coincide en que la globalización implica el vaciamiento de la idea de progreso (del siglo XIX) y su mercantilización en la que el ser humano queda reducido a una especie de autómata que se rige por un estricto cálculo de costes-beneficios. Echa mano de las ideas de Jean-Pierre Dupuy para poner de manifiesto que el fenómeno del mal rompe el paradigma del hombre como egoísta racional.

El segundo bloque versa sobre Mass Media, tecnologías audiovisuales y cibercultura en la era de la tecnología digital. Título desmesurado. Extraigo una referencia de Xavier Puig Peñalosa a la venerable idea de que nuestra sociedad es una "sociedad del espectáculo" en la que la imagen es la protagonista con independencia de su mensaje (p. 61) y un muy interesante y original ensayo de Gotzon Arrizabalaga sobre Música en la era digital en el que dictamina "que ya es prácticamente imposible diferenciar un sonido producido originalmente de forma analógica de su reproducción digital." Sostiene el autor que este hecho es poco interesante (p. 72). Entiendo que según a qué respecto. Para una consideración de la calidad de la audición musical es básico. Andoni Alonso (Globalización, tecnociencia y cibercultura) parte de la clasificación tricotómica de globalizaciones de Peter Sloterdijk para quien ha habido tres de aquellas en el mundo: la metafísica de los griegos, la de los descubrimientos geográficos del siglo XVI y la de hoy en que nos hemos quedado solos en la tierra (79). Y, añado, quizá también en el universo. Esta globalización de la cibercultura ha reavivado el mundo de las utopías con una carga tan innovadora que hay quien habla del "mundo posthumano" (p. 83), si bien lo más importante para el autor es el auge del multicultarlismo.

El tercer bloque versa sobre Racionalidad, conocimiento y condiciones epistémicas en la globalización. Julián Pacho (Conocimiento científico e interculturalidad. Función y límites de la ciencia en la era global) desgrana seis interesantes tesis sobre la ciencia, unas más provocativas que otras. Entiendo que todas quedan resumidas en cierto modo en la sexta que reza: "Los conocimientos científicos básicos no son objeto de la globalización en sí mismos. Actúan como agentes de la globalización por mediación de la tecnología, que es manipulable, pero no inteligible" (p. 98). Xabier Insausti encuentra la universalidad concreta en la oposición entre la universalidad absoluta y el repliegue a lo particular de forma que, dice, "el fenómeno de la antiglobalización es la verdadera cara de la globalización (p. 111). Liga esta "universalidad concreta" al concepto de "acontecimiento" en Alain Badiou cuya verdad se corrompe cuando irrumpe el Mal que puede adoptar tres formas diferentes: la traición, el simulacro y la totalización dogmática de la verdad (p. 113). María Jesús Maidagán Romeo (Universalidad de la razón poética versus globalización) parte de la contraposición entre el lenguaje común de los seres humanos (lo que los hace humanos), empobrecido por la globalización y el lenguaje poético como aparece especificado en la Poética de Aristóteles, el único que puede romper ese empobrecimiento porque "toda la verdadera humanización viene de la exploración de lo nuevo" (p. 120). José Ignacio Galparsoro, en un ensayo sobre Derrida: la universidad en el horizonte de la globalización, muy bien articulado y expuesto, concluye que sólo consiguiendo que el saber rebase su horizonte connotativo para llegarse a lo performativo podrá defenderse del poder que todo lo pone a su servicio. Tal sería la tarea de la universidad para salvar a la razón del predominio de la razón instrumental o tecnocientífica (p. 128).

El cuarto bloque habla de Sostenibilidad, ecología y gobernanza en la sociedad del conocimiento global, arrimando más la reflexión al ámbito político. En un trabajo fuertemente normativo (Filosofía y globalización: ¿puede la filosofía contribuir a un desarrollo del proceso de globalización ético y socialmente sostenible?) Nicanor Ursua dictamina que el debate sobre la globalización debe centrarse en la democracia y la justicia social, una globalización más ética y social en la que se hace imprescindible la intervención del Estado (p. 141). Dado que no es ésta la marcha de las cosas, Ursua recurre al argumento de autoridad de Stiglitz (para otros un redomado optimista) y una determinación todavía más normativa cual es la propuesta del Grupo de Lisboa (1993) acerca de los "cuatro contratos" que han de firmarse globalmente: 1) contrato para cubrir las necesidades básicas; 2) contrato cultural; 3) contrato democrático; 4) contrato con la tierra (144). No obstante el dar forma de articulado a los buenos propósitos no los hace menos dependientes del siempre etéreo campo del deber ser. José Ramón Arana (Hacia una metafísica ecológica) arremete contra la hermenéutica de Gadamer, acusándola de voluntarismo y fiasco (p. 147). Gadamer queda arrumbado junto a los analíticos entre aquellos que niegan la existencia de la realidad o afirman que sólo cabe hablar de nuestro hablar sobre ella y frente a ellos aparecen los "ecologistas", que van de consuno con el hombre ordinario, o sea todos aquellos que piensan que la realidad existe y no es un mero lenguaje. La ecología estudia las relaciones entre el ser vivo y su medio ambiente que aparecen determinadas por tres categorías: la habitabilidad, el lenguaje y la interacción (p. 149) gracias a las cuales entendemos bastante bien al ser vivo y su diversidad (p. 154). Ignacio Ayestarán (Sostenibilidad, crisis ambiental y responsabilidad social de las empresas en la sociedad del conocimiento y del riesgo global) toma ejemplo en dos conocidas anécdotas de Tales de Mileto para distinguir la crematística de la oikonomía, avanza a la idea del impacto del hombre sobre la naturaleza hoy día, lo que permite hablar de que el Holoceno se ha convertido en el Antropoceno (p. 160) y desciende al terreno práctico proponiendo un programa de sostenibilidad desde el paradigma de la complejidad con seis premisas muy dignas de consideración: a) espacio; b) tiempo; c) globontología; d) acción; e) conocimeinto y f) participación (pp. 163/164).

El bloque quinto y último es el más político de todos, Derechos, utopías y políticas para un mundo global. Esteban Antxustegi Igartua (Los derechos sociales y la solidaridad) baraja tres posibilidades en la relación derechos de ciudadanía/derechos humanos, esto es: 1) sólo hay derechos de ciudadanía; 2) los derechos de ciudadanía se conciben sobre una base universalista; c) la mezcla de ambas: derechos de ciudadanía con presupuestos universalistas, que es la posición de David Held que él suscribe (p. 175) en la medida en que se articula como resultado de una asociación de Estados democráticos con un marco normativo común (p. 179). Belén Altuna (Posibilidades utópicas en la era de la globalización) pasa revista a la concepción de Habermas/Apel de una comunidad ideal de comunicación que ambos filósofos consideran una "utopía no mitificada" en la medida en que a) responda a una dialéctica abierta; b) sea fiel a su intención ética; c) tenga una doble dimensión crítica y de propuesta; d) sea una utopía antropológica (p. 185). Altuna admite que se trata de una "utopía de mínimos", entendiendo con ello "una radicalización de la democracia, un desarrollo del derecho cosmopolita más allá del derecho internacional, y una concepción de la justicia que se entrelaza con la solidaridad" (p. 186) ¿De mínimos? De muy máximos me parece. Francisco Javier Caballero Harriet (El "sueño europeo": el optimismo infundado de Rifkin) critica con fundamento a Rifkin en su ingenua admiración por el proceso de unión europea y trae a colación el "plan Marshall", llamado en su época de "reconstrucción europea". Ese plan se concibió como base de restablecimiento del capitalismo europeo y, entre otras provisiones políticas anejas, imponía la condición de que los Estados que se beneficiaran de él deberían prescindir de comunistas en sus gobiernos (por entonces los había en Francia, Bélgica, Italia y Finlandia). Con tino también sitúa el punto de inflexión del "sueño europeo" en la crisis del petróleo de 1973, pero igual pudiera situarlo en la decisión unilateral estadounidense de 1971 de poner fin al cambio fijo del dólar y acabar con el sistema de Bretton Woods. Coincido con el autor (que, a su vez lo hace con Bernard Cassen) en cuanto a que el objetivo del neoliberalismo sea crear un nuevo orden mundial feudal (p. 200).

En resumen, un libro de no fácil lectura pero muy interesante y sugestivo en la mayoría de los ensayos que prueban que aún queda un largo camino por recorrer en lo que la filosofía puede aportar a una comprensión de la globalización, el fenómeno más característico del tiempo que nos ha tocado vivir.

(La segunda imagen es una foto de Duke roul, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 24 de juny del 2008

Menos mal que no había crisis.

No por cierto. La semántica gubernativa es prolija. Primero hubo una "desaceleración" y el crecimiento del PIB futuro se apeó del tres y pico por ciento. Luego el fenómeno se hizo francés, pasó a ser una "ralentización" y el aumento del PIB previsto se situó en un 2,3%. Más tarde, la cosa se llamaba "frenazo", incluso un "fuerte frenazo" (todavía no batacazo, ups) y el porcentaje del PIB se quedó en el 2%. Finalmente, ayer, en el Consejo Económico y Social, el presidente señor Rodríguez Zapatero, habló de "deterioro" y vaticinó un crecimiento del PIB de menos del 2%. No sé cuál será el próximo hallazgo, quizá "tropezón" o "traspiés" o "estrangulamiento". La obstinación, que empieza a parecerme algo patológica, en no hablar de "crisis" o "recesión" agudizará el ingenio de los gobernantes. Una prueba más de que toda creatividad tiene un punto de locura.

Nunca fue tan clara la distancia entre la España real, que habla de "crisis" y la España oficial, que se niega a hacerlo. Argumenta ésta que para hablar de "recesión" (y, por supuesto, crisis) hay que tener eso que se conoce con el eufemismo de "crecimiento negativo" un par de trimestres. Hay que ser precisos y rigurosos en los términos, sobre todo cuando nos conviene. Nada de brujulear por el léxico. Pero la gente, la gente normal, se obstina en hablar con metáforas: una vez que se ha establecido una tendencia (en este caso a la baja) y que sólo es cuestión de poco tiempo para que la evolución alcance la situación que se teme, nombrar lo que hay por lo que va a ser ahorra tiempo y quebraderos de cabeza: crisis, recesión, estancamiento con inflación (o stanflation) es lo que nos espera. El señor Rodríguez Zapatero lo llamará como quiera pero los datos que dio ayer no ofrecen lugar a dudas: si el PIB crece por debajo del 2% (por debajo de la raya de creación de empleo) y la inflación va a seguir siendo alta, el asunto es estancamiento con inflación; o sea, crisis.

Da la impresión de que el Gobierno no ha calibrado bien el panorama. Y no me extraña a la vista del cacao del señor Presidente con algunos datos. Ayer soltó la esperada primicia de que, para hacer frente a este frenazo/ralentización/deterioro, entre otras cosas, se reducirá en un 30% la oferta pública de empleo y así lo publicó la prensa. Horas después, la misma presidencia del Gobierno corregía a su jefe máximo, diciendo que el recorte sería del 70%. Algunos comentaristas se felicitan de que el señor Rodríguez Zapatero haya reaccionado por fin y decidido ponerse a la tarea de resolver el aciago presente. Ciertamente pero conviene que sepa de qué habla porque confundir un 30% con un 70% es demasiado confundir. Si "ponerse al frente" consiste en comparecer en público proclamando una inquebrantable confianza en la capacidad del país para superar el bache y ganar la Eurocopa, y recitando unos papeles que no se han visto ni por el forro, es mejor que o bien él se ponga al frente de otra cosa u otro se ponga al frente de ésta.

Las medidas que el señor Rodríguez Zapatero ha anunciado para hacer frente a esta innombrable situación producen perplejidad porque están tomadas del recetario neoliberal más exquisito. La reducción de oferta pública de empleo, la congelación de sueldos de los altos cargos (¿por qué no la supresión de los que sobren que son bastantes?) y el tope al gasto público corriente significa que de políticas expansivas keynesianas, naranjas de la China. La reducción del gasto público, la generosa financiación de las empresas, las múltiples subvenciones al consumo y el muy probable intento de congelación de salarios (¡en tiempo de inflación!) responde a un espíritu neoliberal al lado del cual el señor von Hayek es un correoso socialdemócrata. Una receta que no resolverá nada, pero permitirá que el capital capee la mar gruesa mientras el problema se resuelve solo a costa de los asalariados, los pensionistas, los hipotecados, los de abajo, como siempre. Sabia medida porque, teniendo a mano fórmulas que ya dieron resultado antaño, ¿a santo de qué meterse en dibujos hogaño?

¿Alguien ha hablado no ya de contener los beneficios de las empresas sino de destinar por ley parte de ellos al relanzamiento económico? ¿No puede el Banco de Santander dedicar parte de los 10.000 millones de euros de beneficios a inversiones que generen empleo? No, de eso no habla nadie.

(La imagen es una foto de guillaumepaumier, bajo licencia de Creative Commons).

Medio Evo.

El domingo se sublevó el cuarto departamento díscolo de Bolivia, que aprobó con un 80% del voto emitido válido (abstención, entre un 30% y un 60%) un estatuto de autonomía en la la línea de los de Santa Cruz, Beni y Pando, que dejan en manos de las autoridades departamentales la gestión de los recursos locales. Para el próximo otoño tiene referéndum previsto en el mismo sentido el departamento de Cochabamba con lo que el país se habrá dividido en dos: los departamentos ricos, los de la oligarquía y las grandes empresas, que quieren separarse del Gobierno central y los departamentos ordinarios, más pobres y de mayoría indígena que lo respaldan.

El gobierno del señor Evo Morales ha declarado ilegales los referéndums citados, pero no parece haber estado en situación de impedirlos. Es de esperar que el Gobierno español sea más eficaz a la hora de frenar la "consulta" (más eufemismos, quiérese decir "referéndum") del señor Ibarretxe que tiene muchos parecidos con las de los departamentos frondeurs de Bolivia: zona rica que quiere separarse de la chusma indígena si bien aquí coadyuva una izquierda local señoritinga. Con su proyecto de Constitución atascado (puede verse un análisis del proyecto en mi post Las dos Bolivias) y en una situación difícil, el señor Evo Morales ha convocado un referéndum sobre su continuidad en el cargo de Presidente de la República para el próximo 10 de agosto. Está seguro de ganarlo y así será pues sólo cabe la revocación si el "no" supera el 54% de la votación "sí" en la pasada elección presidencial. Los prefectos de los cuatro departamentos secesionistas ya han anunciado que ellos se descuelgan de la consulta que consideran tan ilegítima como el proyecto de Constitución indigenista.

Es posible que el presidente Morales tenga razón y que la gran mayoría respalde su gestión así como su revolución indigenista de izquierda. La idea que subyace a esta propuesta es la de la democracia como puro agregado de voluntades individuales. Sin embargo, guste o no, los sistemas democráticos son poliárquicos y en ellos, además de la voluntad del electorado (el juego de la mayoría y la minoría) opera la de otras instancias, empresas, corporaciones, asociaciones, iglesias, sindicatos, etc que interfieren en el funcionamiento de la democracia plebiscitaria y muchas veces de modo muy eficaz, por ejemplo, descapitalizando el país, como sucedió en Francia cuando Mr. Mitterrand ganó las elecciones (o, sea, obtuvo la mayoría) en 1981, aplicó una política económica keynesiana para salir de la crisis y el capital, asustado, emigró a otras latitudes más bonancibles.

Me da la impresión de que al señor Morales le falta respaldo y fuerza para llevar adelante su proyecto de una revolución dual, izquierdista a la par que indigenista, que no ha calibrado bien sus fuerzas frente a las de la oligarquía criolla y sus seguidores ni tampoco la presión que distintas instancias internacionales (desde los Estados Unidos a la Unión Europea) pueden ejercer sobre su empobrecido país. Tengo para mí que al final el señor Morales habrá de llegar a un consenso, a un acuerdo pactado con las oligarquías de los departamentos secesionistas. Dicho de otra forma, tendrá que arrumbar su programa máximo y sustituirlo por su programa mínimo, si lo tiene. Los programas máximos piden la unanimidad. Cuando sólo se tiene una mayoría del 54% hay que ir a las medias tintas.

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons).

¿Publicidad libidinosa?

Durante unos días, los usuarios de correo electrónico de Yahoo! pudieron ver esta imagen que, se supone, es publicidad de una empresa llamada Flycell. Haciendo el consabido click (no aquí), al parecer, cabe descargarse imágenes de tías imponentes al tiempo que se consigue algún tipo de ventaja en la contratación del móvil. La invitación es bien clara: poner en marcha el ventilador para ver el culo a la chica. Francamente, no sé cómo encaja esto en las abundantes recomendaciones sobre carácter no "sexista" de la publicidad, la denigración del cuerpo femenino, su mercantilización y otras consideraciones muy a la orden del día. ¿Es aceptable esta publicidad? Y ¿por qué no poner a la chica de frente, aplicar el ventilador y que se le vea el coño? Está claro: porque se supone que, por detrás, se sorprende su buena fe, se abusa de ella, cosa que sería más difícil por delante pues, salvo aplicación de violencia (nunca descartable con gente que hace estas cosas), lo más probable es que no se deje. Así que esta publicidad consiste en un abuso. Asunto oscuro y complejo. En principio, toda censura es detestable. Ya se ejerce alguna con diversos pretextos que la mayoría encuentra aceptables: respeto a la verdad (prohibición de publicidad engañosa), protección de la infancia, prohibición de publicitar sustancias estupefacientes o simplemente adictivas (como el tabaco y el alcohol), prohibición de contenidos machistas, racistas, xenófobos, discriminatorios... ¿Cabe este anuncio en alguno de estos supuestos?

Lo primero que se me ocurre es preguntarme a quién va dirigido. Según parece, a un público joven, con independencia del género puesto que éste no es, en principio, relevante a la hora de consumir telefonía móvil. Por eso me he parado a imaginar qué efecto podría tener una imagen similar pero de un muchacho al que se pudiera bajar unos pantalones cortos para verle el culo o la polla, según estuviera de espaldas o de frente. Supongo que el mismo, aunque no estoy seguro. Así que lo irritante de la imagen de la chica no es lo que invita a hacer sino que sólo sea imaginable tratándose de una chica. Si fuera normal la alternancia no resultaría tan chocante. ¿Por qué, sin embargo, no es normal? Si no es por la diferencia de la capacidad adquisitiva del público al que se orienta (target dicen los "creativos" pedantes), ¿podrá ser por los prejuicios aún imperantes en la sociedad machista? ¿Por los prejuicios también machistas de los publicitarios? ¿Por las diferencias importantes entre chicos y chicas, hombres y mujeres a la hora de manifestar la curiosidad y el interés en este eterno juego de la sexualidad?

dilluns, 23 de juny del 2008

Vencedores y vencidos.

Terminó el congreso del PP y los compromisarios tuvieron tiempo para regresar a sus casas, a contemplar cómo la selección española rompía el maleficio al que parecía condenada de no pasar de cuartos de final. Muchos lo habrán visto como un buen vaticinio también para el partido en el futuro, igual que los augures y arúspices de la Antigüedad interpretaban el vuelo de las aves o las entrañas de las víctimas de los sacrificios para predecir qué suerte o destino aguardaba al empeño que estuviera poniéndose en marcha.

A partir de hoy se estrena un nuevo PP que viene con renovación de dirigentes y un discurso más moderado y matizado del que tenía por costumbre. El tantas veces anunciado y nunca culminado "viaje al centro". Sale de un congreso en el que ha habido un duro ajuste de cuentas, y se ha librado la penúltima batalla de una enconada contienda que comenzó la noche del nueve de marzo pasado. Es verdad que todo se ha hecho en medio de un mar de sonrisas, felicitaciones y buena educación, excepto en las intervenciones del señor Aznar, plagadas de gestos desagradables, groserías, displicencias y alguna que otra chulería. El resto, tanto si se trata de quienes han salido perdiendo como ganando, ha sabido guardar las formas y mostrar cierta elegancia, facetas ambas muy deficitarias en el caso del expresidente del Gobierno de España.

Porque unos han ganado y otros han perdido; ha habido vencedores y vencidos. El primer vencedor de cuya victoria dependen las demás es el señor Rajoy a quien el sector ultra del partido venía haciendo la vida imposible, tratando de echarlo de la Presidencia del Partido y, de no poder, obligándolo a seguir haciendo la política que le marcaba la vieja guardia aznarina desde los cargos importantes. Vencedor ha sido, y muy significado, el señor Ruiz Gallardón quien en su larga pugna con la señora Aguirre llevaba algún tiempo encajando derrotas en su intento de postularse como sucesor del señor Rajoy. Vencedor igualmente, aunque ya meramente simbólico, el señor Fraga Iribarne, exministro franquista y fundador de partido con otras siglas. Por último, vencedora la pléyade de relativamente jóvenes de que se ha rodeado el señor Rajoy para mostrar un cambio generacional del partido con excepción de él mismo.

Entre los vencidos debe contarse en lugar destacado al señor Aznar quien, tras intrigar cuanto pudo en estos tres últimos meses a favor de las tesis más extremas del PP y en nombre y defensa de quienes trataron de boicotear al señor Rajoy, se presentó en el congreso con aspecto de latin lover de peli del neorrealismo italiano con un discurso consistente en dos líneas: no hay más política que la suya y quien lo dude merece las penas del infierno. Una derrota paliada por el hecho de haber colocado a su señora (cuyos méritos políticos no conyugales son un misterio) en el órgano ejecutivo del partido, como submarino y espía del sector ultra. Vencida asimismo ha sido la señora Aguirre, a quien no se ha nombrado nada en el equipo directivo y algunos de cuyos bravos mosqueteros han medido la longitud de la calle con los traseros. Derrotados, derrotados y muy amargados han quedado los hombres de Aznar, que llegaron a creer que el reinado de éste (1996-2004) tendría duración eterna o cuando menos los chollos que procuraba.

Pero los más derrotados en el Congreso son los periodistas de extrema derecha, el locutor señor Jiménez Losantos y el señor Ramírez, director de El Mundo que creían tener vara alta en el PP, acostumbrados como estaban a dictarle su comportamiento, su estrategia parlamentaria, su política de comunicación y hasta la provisión de sus cargos. Es dudoso que se resignen al ocaso de su poder pero aun lo es más que puedan volver a influir en la vida política española de modo tan decisivo como lo hicieron en la pasada legislatura merced a la división del trabajo que tenían con el PP por la que éste planteaba en el Parlamento cualquier bulo, rumor o simple invención que propalaran la radio de los obispos o El Mundo que al día siguiente hacían de caja de resonancia del debate parlamentario del que tenían información de primerísima mano porque lo planificaban con los dirigentes populares pues todo lo hacían de consuno. Eso se ha acabado.

Los vencidos, la banda de los cuatro, Aguirre, Acebes, Zaplana e Ignacio Conzález, volverán una y otra vez a la carga y mantendrán la actitud de hostilidad hasta las próximas elecciones autonómicas vascas en este otoño. Luego, ya se verá. Lo que parece conjurado, al menos de momento, es el peligro de una escisión del partido.

(La imagen es una foto de Chesi FotosCC, bajo licencia de Creative Commons).

Más en contra de la directiva europea de inmigración.

A propósito de la directiva canalla sobre la inmigración recientemente aprobada por el Parlamento Europeo con el voto favorable de dieciséis eurodiputados socialistas españoles leo en InSurGente que Chávez puede cortar el suministro de petróleo a Europa. En el mismo medio leo que los países del Mercosur en América Latina han condenado enérgicamente esa directiva de la vergüenza.

Tengo escasa simpatía por el señor Chávez, que no me parece de recibo, pero en esta ocasión aplaudo su actitud. Igual que aplaudo la de los delegados de Mercosur. Estos países poseen toda la fuerza moral que les da el hecho de que en buena medida son producto de la inmigración, la mezcolanza, el mestizaje, algo positivo para toda sociedad y a la que ninguna que no esté ciega debe renunciar.

Pero además del argumento pragmático para ir en contra de la citada directiva se da el moral tradicional, el más humilde y más potente, la llamada "regla de oro" de todo sistema ético, la que se repite siempre en cualquier lugar y momento de la historia de la humanidad como especie planetaria, la que reza: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti." Con eso basta. No es necesario ponerse a recordar que los inmigrantes en Europa, legales o ilegales, son seres humanos y sus derechos (también humanos, no meramente cívicos), como la libertad de circulación o el derecho a un juicio justo, deben respetarse.

¿Es que ninguno de los dieciséis criptofascistas del PSOE que votaron esa ignominia (por cierto, rompiendo la disciplina de voto del Partido de los Socialistas Europeos) se acuerda ya de los campos de prisioneros de Franco? ¿Tampoco de cómo los españoles republicanos encontraron acogida en los países latinoamericanos? ¿Ni de los cientos de miles de españoles que en los años sesenta del siglo XX salieron a trabajar a Francia, Alemania, Bélgica, etc? ¿No tienen sentido de la dignidad ni vergüenza? No soy vengativo pero confieso haberme entretenido con la fantasía de ver qué harían estos dieciséis desalmados si se vieran en la necesidad de buscarse la vida en otro país y se encontraran con que los encerraban en un campo de internamiento hasta año y medio sin juicio justo, sin garantías, sin los más elementales derechos; como animales.

Lo dije en el post de ayer: ¿por qué no dimiten? Añado hoy: ¿por qué no se pasan al PP? Más que nada por saber a qué atenernos.

(La imagen, el campo de concentración de Dachau, es una foto de Voj, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 22 de juny del 2008

Principios permanentes e inalterables.

La Ley de Principios del Movimiento Nacional de 17 de mayo de 1958, en su artículo 1º decía: "Los principios contenidos en la presente Promulgación, síntesis de los que inspiran las Leyes fundamentales refrendadas por la Nación en 6 de julio de 1947, son, por su propia naturaleza, permanentes e inalterables." Ahí siguen. Con razón se escandaliza el señor Rajoy y se pregunta "Pero ¿en qué cabeza cabe que vamos a cambiar nuestros principios?" Pues, según parece, en un respetable porcentaje de cabezas de los asistentes al congreso, que varía según quien haga el cálculo (15,4% según Público y 21,2% según El Mundo) pues aquí se politizan hasta las matemáticas.

El señor Rajoy, que todo cuanto tenía de ogro comeñinos en la legislatura anterior lo tiene ahora de oblato franciscano, ponía énfasis al afirmar que pensaba cambiar formas pero no fondos. Alguno asomó, viejo familiar en el discurso rajoynico, como el carácter indiscutible de la nación española. Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, consciente de su responsabilidad ante Dios y ante la Historia, en presencia de las Cortes del Reino, dejó dicho entre otras principalísimas cosas que "la unidad entre los hombres y las tierras de España es intangible" y que la Nación española está "constituida por las generaciones pasadas, presentes y futuras". ¡Futuras! No estoy haciendo comparación indebida alguna entre Franco y el señor Rajoy. Imagino que todo aquel que interviene en política tiene principios. Pero lo habitual no es andar presumiendo de ellos porque, cuando lo es, ya es mala señal. El principio más destacado afecta siempre a la Patria que es indiscutible, incuestionable y como un Moloch que devora a las generaciones futuras, obligadas a formar parte de la nación española velis nolis y haya pasado lo que haya pasado. En salvando esta peripecia, el señor Rajoy está dispuesto a poner su mejor sonrisa y comenzar a dialogar con todos, incluidos los temibles nacionalistas, tribus indómitas de los confines, con quienes también dialogó el señor Aznar, si bien él dice que no dialogó, sino que monologó. El líder no suelta una verdad así lo aspen si intuye que decirla pueda ponerlo en algún peligro.

El principio II de la citada Ley de Principios decía que "la Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación." La Nación Española es católica o no es. En esto el PP está jugueteando con los colores de la indiferencia y el laicismo, admitiendo las parejas gays, aunque negándose a llamarlas "matrimonios". Pero esto no es suficiente para salvaguardar la esencia nacionalcatólica de España y así nos vemos hoy, obligados a defender a los nonatos de la furia asesina del rojerío antiespañol mientras la masonería judicial condena por injurias a nuestros más cristianos voceros.

El caso es que el señor Aznar, en un discurso previo que todo el mundo examinó con lupa, instrumento inadecuado porque el discursito fue de trazo grueso, el que normalmente endilga en estado de sobriedad, sentenció que no hay que ir al centro, pues ya estamos en él y lo hemos hecho todo perfectamente, esto es, ganar las elecciones y gobernar con acuerdos y alianzas. ¡Y no tenemos nada de que arrepentirnos!. Son dos afirmaciones muy típicas del espíritu del personaje. El centro es donde él esté porque él es el centro. En cuanto a negociar, lo hizo en su primera legislatura porque no tenía mayoría absoluta y hubo de entregarse a los nacionalistas para sobrevivir; en la segunda, con mayoría absoluta, no dialogó ni con el cuello de su camisa y así, sin dialogar, sin encomendarse a Dios ni al diablo, metió al país en la guerra del Irak. Y dice que no tiene nada de qué arrepentirse; como Espinoza, pero sin saberlo.

No cree Aznar que el PP deba configurarse como un partido que dé gusto a los adversarios. Es vieja sabiduría china: del enemigo el consejo, reformulada por el presidente Mao: "atacar todo lo que el enemigo defiende y defender todo lo que el enemigo ataca". Así se puede ir muy lejos, hasta se puede atravesar un país continente como China pero eso no quiere decir, según recuerda Horacio, que hayamos de cambiar de carácter. El señor Aznar sigue dando muestras del suyo, rencoroso, vengativo y mezquino, gracias al cual ofreció su "apoyo responsble" al señor Rajoy. No "todo su apoyo" o "pleno apoyo" o "apoyo sin reservas", sino "apoyo responsable" que suena como cuando algún candidato de algo en el País Vasco resulta electo y tiene que jurar o prometer lealtad al Rey y acaba haciéndolo por "imperativo legal". Lo mismo el señor Aznar: apoya al señor Rajoy por "imperativo legal". Que el apoyo es "responsable" échase de ver en cómo desprecia al apoyado ausentándose cuando éste elabora su nueva doctrina.

El rumbo está marcado: enésimo viaje al centro. La fuerza de las palabras no está en su repetición ad libitum, sino en que se transformen en hechos en algún momento. La idea de que el problema no son los famosos principios permanentes e inalterables sino los errores en el modo de comunicarlos es una ocurrencia galaica que servirá para que el señor Rajoy salga del foso de los leones del Congreso de Valencia; pero ahora tiene que servir también para ganar elecciones, que será la prueba definitiva de la consolidación de su liderazgo. Eso es lo que el presidente del PP ha obtenido como margen de la vieja guardia, más o menos un año, hasta las elecciones gallegas y europeas. Sabemos lo difícil que es desmontar una dictadura y el PP estaba organizado de modo dictatorial, con nombramiento directo del sucesor, al modo en que el Caudillo hizo con el Rey. Ahora el ungido se ha rebelado, el método de nombramiento ha cambiado, sustituido por primarias. Veremos si el PP, por fin, consolida su particular transición, la única que queda por hacer en España.

(La imagen es una foto de PPCatalunya, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 21 de juny del 2008

Yo no voté esto.

En un magnífico artículo en El País titulado Los límites de la confusión, Soledad Gallego-Díaz explica cómo el señor Rodríguez Zapatero y la señora De la Vega pretenden confundir (no aclara si intencionadamente o no) a la ciudadanía diciendo que la infame directiva europea sobre la inmigración aprobada hace unos días por el Parlamento Europeo con el voto a favor de dieciséis eurodiputados socialistas españoles no tendrá efectos jurídicos en España. Doña Soledad: el señor Rodríguez Zapatero es licenciado en Derecho y la señora De la Vega es jueza y ambos saben perfectamente que mienten. Luego mienten.

Doña Soledad, que es persona buena, añade: "El PSOE asegura que nunca se llegará en España al tope de 18 meses de internamiento. ¿Por qué no? ¿Piensa que va a estar en el Gobierno de España legislatura tras legislatura?". Una muestra de ingenuidad, ¿de dónde saca doña Soledad que unos tipos que han votado a favor de esa infamia dejarán al PP el placer de detener contra toda justicia a los inmigrantes sin darse el gustazo de ponerla en práctica en su límite máximo? ¿De lo que dicen? ¿Y no ha quedado claro ya que mienten?


Confieso que nunca había visto deteriorarse tan rápidamente la fibra moral de unos gobernantes. Esto no es lo que yo voté ni (espero) lo que votamos otros cuantos millones de gentes de izquierda el pasado nueve de marzo. Ni los inmigrantes ni nosotros nos merecemos esta faena.


En un colofón que la honra doña Soledad dice que guardaremos en la memoria los nombres de los diputados socialistas José Borrell y Raimon Obiols que votaron en contra y el de Martín Grau y Segur que se abstuvo. No veo muy bien porqué he de recordar a un menda que no tuvo agallas para votar no, pero tiene un pase. Ahora bien, sigue doña Soledad diciendo que "Los (nombres) de los 16 que firmaron la directiva junto a Fini y Kaczynski quedarán apuntados en un papel." Vale. Pero que no se olviden. Los diputados socialistas en el Parlamento Europeo y, entre ellos los dieciséis que han votado esta canallada son los siguientes (con su correspondiente correo electrónico) que saco del blog IIIª República por si alguien quiere escribirles diciéndoles lo que piensa de ellos.

Bárbara DÜHRKOP DÜHRKOP
barbara.duhrkop@europarl.europa.eu

Inés AYALA SENDER
ines.ayalasender@europarl.europa.eu

Maria BADIA i CUTCHET
maria.badiaicutchet-assistant@europarl.europa.eu

Enrique BARÓN CRESPO
(sin mail)

Carlos CARNERO GONZÁLEZ
carlos.carnerogonzalez@europarl.europa.eu

Alejandro CERCAS
alejandro.cercas@europarl.europa.eu

Juan FRAILE CANTÓN
(sin mail)

Vicente Miguel GARCÉS RAMÓN
vicentemiguel.garcesramon@europarl.europa.eu

Iratxe GARCÍA PÉREZ
(sin mail)

Miguel Angel MARTÍNEZ MARTÍNEZ
miguelangel.martinez@europarl.europa.eu

Antonio MASIP HIDALGO
antonio.masiphidalgo@europarl.europa.eu
http://www.antoniomasipeuropa.blogspot.com

Manuel MEDINA ORTEGA
manuel.medinaortega@europarl.europa.eu

Emilio MENÉNDEZ del VALLE
(sin mail)

Rosa MIGUÉLEZ RAMOS
rosa.miguelezramos@europarl.europa.eu

Javier MORENO SÁNCHEZ
javier.morenosanchez@europarl.europa.eu

Francisca PLEGUEZUELOS AGUILAR
francisca.pleguezuelosaguilar@europarl.europa.eu

Teresa RIERA MADURELL
teresa.rieramadurell@europarl.europa.eu

María Isabel SALINAS GARCÍA
(sin mail)

Antolín SÁNCHEZ PRESEDO
(sin mail)

María SORNOSA MARTÍNEZ
maria.sornosamartinez@europarl.europa.eu

Luis YAÑEZ-BARNUEVO GARCÍA
luis.yanez-barnuevogarcia@europarl.europa.eu

Dieciséis de estos se han valido de mi (nuestro) voto para aprobar una directiva inhumana, ilegítima, xenófoba, propia de fascistas; me (nos) han engañado.

Que dimitan.

Este año que viene hay elecciones al Parlamento Europeo y desde ahora digo que mientras esos dieciséis usurpadores sigan ocupando escaños que no les pertenecen y la directiva de la vergüenza esté en vigor, no votaré al PSOE.


(Las imágenes son fotos del campo de concentración de Auschwitz European citizen, bajo licencia de Creative Commons).

El rencor del personajillo.

La imagen del señor Aznar llegando ayer deliberadamente tarde al congreso de su partido para interrumpirlo y concentrar focos y aplausos sobre su persona fue una maniobra sucia, vil, mezquina, a tono con la talla moral del personaje. Éste se desvivió por saludar, sonreir, palmear, besar y abrazar a lo largo de su recorrido, radiante como una figura estelar en el hall de la fama. Luego, ya cercano a su sitio, se amerengó con el señor Acebes para hacer más patente la displicencia hacia el señor Rajoy y el desplante al señor Fraga, a quien no dirigió la mirada. Una evidente manifestación de un carácter rencoroso y pequeño, perfectamente a juego con la pinta de macarra que se ha echado. En fin, un tesoro para tenerlo en casa. Pero de eso que se cuide su señora, que me parece cortada por el mismo patrón, y vamos a sacar punta a la actitud, los gestos, sonrisas y saludos del tercer gallo de las Azores.

Primero, los achuchones con Acebes deben de haber parecido al señor Aznar suficiente prueba de magnanimidad, solidaridad con el hundido, grandeza de espíritu y bofetada en el rostro de un Rajoy que ha dejado en la estacada a tan seguro como leal servidor. Pero eso se lo parecerá a él. A la vista pública se escenificó un lamentable episodio en el que el señor Aznar se abrazaba a un cadáver desvaído, proclamando así con enojo su propia impotencia, su incapacidad para impedir el laminado de los aznaristas. Bueno, que le busque un empleíto en telefónica, como al señor Zaplana, y con cargo a los bolsillos de los accionistas. Para eso privatizaron Telefónica y se la dieron a los amiguetes, para convertirla en retiro de mandados sin valor de uso ni de cambio.

Segundo, el gélido (adjetivo que usan hoy muchos medios) saludo al señor Rajoy, pública evidencia de que su sucesor, a dedo designado por él, se le ha soliviantado... cuatro años después del dedazo, que tampoco ha sido una súbita rebeldía como las de los pictos contra las legiones. El desprecio a Rajoy, a su criatura, escenificado ante el Congreso en pleno es una humillación gratuita e inútil al hombre fuerte del partido y, si a él no le traerá consecuencias, sí, sin duda, a los suyos y quizá hasta el conjunto de la organización. No faltarán escasos de meninges que piensen que pues los jefes andan a la greña cabe levantar facción por el uno o el otro. Grave error del que sólo será responsable el señor Aznar, incapaz de sobreponerse al despecho que le produce la insólita actutud de su segundón de pretender prescindir de su tutela... cuatro años después de adedazado .

Tercero, el desprecio a Fraga fue estomagante hasta para un izquierdista impenitente como un servidor. Izquierdista que siempre ha tenido a Fraga por un fascista criminal pero que también siempre ha creído que las canas merecen respeto y deferencia, sobre todo si las luce aquel gracias a quien eres lo que eres. Porque este sujeto que ayer se permitió el lujo de ningunear al señor Fraga Iribarne fue a éste lo que el señor Rajoy a él: su ungido. Si de bien nacidos es ser agradecidos, es obvio el tipo de nacimiento del señor Aznar. La medida de la capacidad mental y moral del mancebo nos la da el hecho de que escupa por igual hacia arriba que hacia abajo, que castigue en Rajoy la misma (supuesta) deslealtad que él practica con el señor Fraga y no es supuesta. Eso no es un comportamiento propio de un político y menos de un estadista sino de un granuja mezclado con lo que don Pío Baroja llamaba un "tonto ordinario".

Colofón: el canto del cisne. Este es el final, ahora sí, por fín, de la carrera política del señor Aznar que no solamente no se había retirado de la vida pública, como decía mendazmente, sino que pretendía controlarlo todo entre bastidores, como el padrone mafioso que le gustaría ser. Porque toda esa inmoral escenificación de su pequeño rencor tuvo un público de excepción: los compromisarios del PP, hombres y mujeres del partido que ahora ya saben a qué atenerse y que no dudarán en responder de forma masiva, apoyando a la dirección actual y dejando a los impropiamente llamados "críticos" con las muchas vergüenzas al aire. Y digo impropiamente porque estos no critican nada, salvo que por crítica entendamos el dicterio, la descalificación y la chulería.

Si el señor Rajoy y su equipo no se arredran ante la penúltima muestra de la bajeza moral de su enemigo y salen adelante en el Congreso, se habrán ganado el respeto de muchos ciudadanos y sus perspectivas electorales serán muy otras. Enhorabuena y no desfallezcan, que están a punto de conseguirlo. España necesita un partido de centro derecha, flexible y democrático que no esté sometido a los dictados de un pequeño megalómano.

(La imagen es una foto de Brocco Lee, bajo licencia de Creative Commons).

Lo más y lo menos.

En fin, para compensar un poco las amarguras del día aceptamos la invitación que nos hizo mi buen amigo Antonio Gutiérrez Resa y su encantadora señora, Ligia, (a quienes los dioses bendigan por su generosidad) para asistir al concierto de la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Jesús López Cobos en el Auditorio Nacional de Música. En programa, el Concierto para piano en do mayor nº 21, de Mozart en la primera parte y la Sinfonía nº 1 en mi mayor, de Hans Rott en la segunda. Un programa tentador porque si bien es cierto que el Concierto mozartiano (conocido como Elvira Madigan desde que el andante del segundo tiempo fue banda musical de la muy romántica película sueca de ese título) es de lo que más abunda en los repertorios mundo adelante, la sinfonía del malogrado Hans Rott, en cambio, apenas si se interpreta desde que la partitura se descubrió en 1989, ochenta y seis años después de la muerte del autor que aún no había cumplido los veintiséis. De hecho, no la había escuchado nunca, aunque había oído hablar mucho del compositor.

El concierto nº 21 pasó con brillantez por el ingenio y la conocida viveza de las frases musicales y la delicadísima fuerza melódica. La muy experta dirección de López Cobos imprimió el ritmo adecuado y garantizó un diálogo perfecto entre la orquesta y el solista, Javier Perianes, quien hizo una exhibición de maestría volando sobre las teclas como si no las tocara y dominando los silencios hasta dejar al auditorio suspenso, asombrado, en un par de ocasiones. Tuvo que hacer un bis que se le agradeció mucho.

La cuestión de la sinfonía fue muy distinta. Rott comenzó a componerla cuando aún no había cumplido los veinte años y la terminó dos o tres más tarde en circunstancias vitales muy penosas: huérfano temprano de padre y madre, recibió educación musical gratuita por caridad y aunque llegó a ser discípulo de Bruckner (cosa que se nota bastante en su obra), las opiniones sobre su talento estaban divididas y enfrentadas. Mientras su amigo y compañero Mahler consideraba que era un genio y que con la sinfonía nº 1 había revolucionado la música, Brahms, a quien el joven Rott admiraba profundamente, lo consideraba un negado y le aconsejó en varias ocasiones dedicarse a otra cosa. El drama se agudizaría por cuanto Rott metió trozos enteros del último movimiento de la primera de Brahms en la suya y, en dos o tres ocasiones, con lo que el autor del Requiem alemán pensó que estaba burlándose de él. Para mayor desgracia, lo que en Rott no es homenaje a su ídolo, es Wagner, cosa que acabó de enfurecer a Brahms y, en consecuencia, de desequilibrar a Rott, quien terminó encerrado en un psiquiátrico, en donde murió en poco tiempo. Hay quien culpa directamente de ello a Brahms y, para más señas, recuerda que el mismo destino padecieron los más o menos coetáneos Robert Schumann y Hugo Wolff, todos relacionados con el músico de Hamburgo quien, como cumbre consagrada de su tiempo, a diferencia de Bruckner, toleraba mal la posible competencia y no alentaba a los valores emergentes.

El caso es que, cuando se descubrió la partitura de la Sinfonía nº 1 hubo quien creyó ver en ella "más Mahler que en Mahler", sosteniendo que este último había plagiado a su desgraciado amigo, dejándolo morir en la casa de lunáticos. Ciertamente, hay elementos comunes de lenguaje musical entre los dos músicos austríacos (Rott, nacido en Viena; Mahler en Bohemia) pero parece claro que son independientes y que, en todo caso, la obra de Mahler precede a la de Rott, aunque era algo más joven que éste.

La obra es muy desigual y desafortunada: un primer movimiento plano y deslavazado da paso luego a otros donde hay promesas tímbricas que Mahler supo ver como "geniales" (precisamente el mismo adjetivo que Rott reservaba para su amigo), engastadas en melodías prestadas y variaciones confusas que tratan de conjugar a Brahms con Wagner con Bruckner y hasta con algo de Schumann. Merece la pena escucharla, sin embargo, para hacerse una idea de a dónde hubiera podido llegar un talento (del que hay mucho) de no haberse malogrado.

(La primera imagen es un gracioso grabado de Mijail Vrubel titulado Salieri vertiendo veneno en la copa de Mozart (1883) y la segunda una portada de una de las escasas ediciones de la sinfonía nº 1 de Rott).

divendres, 20 de juny del 2008

El beneficio de la duda.

Cada vez que el PP se reúne en congreso afirma que es o quiere ser o pretende ocupar el centro político español. Terminado el evento pasa los tres años siguientes demostrando lo contrario, esto es, que es un partido de derecha recalcitrante en el que quienes mandan hablan y actúan al estilo de la extrema derecha. Así que será prudente no dar excesivo crédito a lo que digan ahora, al comienzo de su congreso y que vuelve a ser la melopea del centro.

Sin embargo los acontecimientos habidos desde las últimas elecciones generales el nueve de marzo al día de hoy y la forma en que la dirección actual del partido los ha afrontado permiten abrigar una expectativa distinta y conceder a aquella el beneficio de la duda. Hay tres datos que avalan esta actitud.

Primero el áspero enfrentamiento que se destapó ya la noche del mismo día nueve, cuando los periodistas orgánicos del PP, señores Losantos y Ramírez, pidieron la dimisión del señor Rajoy y abogaron porque fuera substituido por alguien más adecuado a las circunstancias, probablemente la señora Aguirre. Ese enfrentamiento se trasladó al interior del partido (probablemente estaría previsto que fuera así) entre un sector intransigente y radical (señoras Aguirre y San Gil, señores Álvarez Cascos, Mayor Oreja, Juan Costa o Gabriel Elorriaga) y otro en torno al señor Rajoy algo menos integrista, un sector con un talante más abierto y partidario de dialogar con otras fuerzas políticas.

Segundo la hábil táctica del señor Rajoy en mitad de las turbulencias, consistente en ganarse el apoyo del partido, explicitar que el debate era exclusivamente por cuotas de poder por más que los opositores hablaran continuamente de cuestiones de principios y, por último, soltar lastre reaccionario dejando fuera de toda combinación a los señores Zaplana y Acebes, los dos rostros más conocidos de la agresividad y la altanería, a cuya marcha puso puente de plata. No menor importancia tuvo el inesperado gesto de colocar en su sitio a los autoproclamados gurús mediáticos de la derecha, afirmando la autonomía del partido que no tenía por qué recibir órdenes de una emisora ni de un periódico. Estos predicadores no salen de su asombro: maricomplejines ha resultado ser más gallegamente correoso de lo que parecía y ahí tenemos al señor Jiménez Losantos, condenado por injurias graves y a pique de perder el empleo.

Tercero la serie de nombramientos de ayer, la señora De Cospedal (en la foto, que he tomado de 20 minutos), para la Secretaría General y los señores Ana Matos, González Pons y Javier Arenas para las Vicesecretarías, cuatro rostros que contribuyen a dar un aspecto más amable, moderado y abierto al PP por contraposición a las fachas agresivas, intransigentes y achuladas de los señores Acebes y Zaplana, principales muñidores de una clima de enfrentamientos y agresiones.

Hasta la fecha todos los movimientos del señor Rajoy han sido aciertos que poco a poco encarrilan al partido de la derecha española hacia la moderación y el centro, lo que explica la actitud de cerrada contra de sus propios medios, la COPE y El Mundo así como la labor de zapa y sorda oposición que realiza el sector más ultramontano del partido. La señora San Gil hace saber que no irá al congreso de Valencia y la señora Aguirre se lamenta de la decisión pero, siendo como es la doblez personificada, eso no le impedirá asistir al cónclave de la derecha y votar por Rajoy, como anunció ayer que haría al ver que éste nombraba a su protegida, señora De Cospedal.

Todo lo anterior hace más verosímil que otras veces el giro al centro del PP. A ello se añade el fuerte alineamiento con el señor Rajoy del señor Ruiz Gallardón, el conservador con más clara (y merecida) fama de centrista de la constelación de la derecha, con lo que algo de centrismo moderado se le pegará al registrador de la propiedad aunque sólo sea por un mecanismo de magia simpatética.

Hace ya bastante tiempo que muchas y muy calificadas voces vienen reclamando un partido de derecha "civilizada" en España como alternativa viable a la izquierda, algo que la vieja guardia aznarina del PP no puede proporcionar porque representa y es la continuidad del espíritu franquista con una pátina democrática para sobrevivir. De ahí que para impedir esta evolución del PP sus adversarios de la derecha extrema subrayen a menudo que al girar al centro el partido del señor Rajoy está haciendo lo que a la izquierda le interesa, esto es, renunciar a los principios eternos e intangibles del Movimiento Nacional a cambio de una alianza pasajera con izquierdistas, socialdemócratas, laicos y ¡hasta nacionalistas periféricos! Lo que muestra traición a las esencias y, según los más tontos del cotarro, ¡sumisión a ETA!

Quienes no consideramos de recibo los insultos, las agresiones y la beligerancia de la derecha tradicional española vemos con muy buenos ojos este enésimo intento del PP por hacerse un lugar al sol en el centro sin que esto sea dar la razón a los demagogos en el sentido de que pretendamos eliminar al PP. Al contrario, queremos que esté en situación de ganar las elecciones y no solamente de acceder al poder a resultado de que el partido alternativo produzca mayor rechazo. Ni el PP ni el PSOE tienen por qué enfrentarse para oponerse el uno al otro con toda contundencia y, al mismo tiempo, respeto a las personas. Es posible civilizar la vida política española. Lo que fastidia a los energúmenos de la radio y la prensa escrita es que el señor Rajoy se salga con la suya de construir un partido conservador pero moderado y abierto, capaz de ser alternativa real de Gobierno mientras que los citados energúmenos comprueban que su influencia se desvanece como jirones de bruma al sol.

A mucha gente que no es votante incondicional del PP, incluso a alguna que es votante habitual del PSOE, le interesa que haya un partido de la derecha al que se pueda votar pues, de otra forma, el voto se desnaturaliza sin opciones alternativas. Lo que los demócratas queremos es que haya alternancia real en el poder. De no ser así, el que lo ocupa de momento, aunque sea de los nuestros pretende quedarse en él recurriendo a cualquier procedimiento, lo cual tiene poco que ver con la democracia.

Historia de la historia.

Hace veinte años, cuando mis dos buenos amigos y competentes historiadores Javier Paniagua y José Antonio Piqueras me dijeron que iban a poner en marcha una revista académica consagrada a la historia social les auguré que no pasarían del tercer número. Demostré ser un pésimo zahorí porque este año la revista cumple veinte años, va por su número sexagésimo y goza de mejor salud que alguno de sus fundadores, al que deseo pronto restablecimiento.

Este número sesenta que ahora celebro y comento (Historia social, nº 60, Valencia, 2008, 260 págs.) es una especie de recapitulación sobre el estado actual de esa disciplina relativamente joven que se llama historia social. Un número monográfico sobre el estado de la cuestión. La primera mitad contiene cinco interesantes ensayos que comentaré de inmediato y la segunda dieciséis respuestas firmadas por algunos de los más prestigiosos historiadores sociales actuales españoles y extranjeros y de las que haré una valoración de conjunto.

El número se inicia con un elegante ensayo de Colin James, Los "pobres" de Olwen Hufton, el "pueblo" de Richard Cobb y la noción de longue durée en la historiografía de la revolución francesa, un título interminable, que es el precio que los británicos pagan por su enfoque tradicionalmente empírico. El autor traza unas semblanzas paralelas de estos dos reconocidos historiadores ingleses especializados en la revolución francesa. Cobb tenía un estilo muy personal y una actitud oscilante y así fue avanzando, hasta dar en una actitud antipolítica. A la inversa, Olwen Hufton, con un pronunciamiento ideológico/político más claro se sumó al programa socialdemócrata de Lord Beveridge y, además se convirtió en abanderada de la introducción de la perspectiva de género en la historia social. Cobb es un antimodernista y Hufton plenamente modernista: los dos desarrollan la longue durée de Fernand Braudel, si bien para Cobb ésta va de 1790 a 1960, mientras que para Hufton es la del propio Braudel (siglos XV a XVIII). Los dos autores, Cobb y Hufton se parecen en el estilo, pues ambos son "resurreccionistas", como Jules Michelet; pero así como Michelet ve la revolución como un romance du peuple, los dos británicos la ven como una tragedia al estilo en que la presentó Charles Dickens en Historia de dos ciudades un libro que todavía hoy, casi en en sesquicentenario de su publicación, sigue condicionando la forma en que los británicos ven la revolución francesa.

El ensayo de Marilyn J. Boxer, Repensar la construcción socialista y la posterior trayectoria internacional del concepto de "feminismo burgés" es una muy interesante pieza sobre la evolución del movimiento feminista. La autora no pierde el tiempo en probar que éste sea parte de la historia social y con razón lo da por supuesto. Arranca de la obra de la socialista alemana Clara Zetkin quien siempre sostuvo que desde el punto de vista marxista la emancipación de la mujer sólo podría venir con la emancipación de los trabajadores en general, lo que la llevaba a calificar (y, en consecuencia, condenar) cualquier intento de emancipación femenina como "feminismo burgués". No menciona Boxer un ejemplo que apuntalaría su posición: ese era también el punto de vista de Marx en relación con los judíos en La cuestión judía donde se decía que la emancipación de los judíos será su emancipación como ciudadanos. La consideración peyorativa del "feminismo burgués" es compartida por otras mujeres, como Luxemburg o Alexandra Kollontai. Esa es también la razón por la que los gobiernos franceses del Frente Popular no pidieron el voto de las mujeres, algo que también pasó en España, en donde Clara Campoamor, de Izquierda Republicana, luchó por el voto femenino y lo obtuvo, mientras que Victoria Kent, socialista, se oponía al sufragio de la mujer. Este concepto/estigma de femenismo burgués aún estaba en vigor en tiempos de la pionera Betty Friedan o de la más combativa Kate Millet, empezando a cambiar a mediados de los años setenta con las obras de Juliet Mitchell y Sheila Rowbotham, ambas discípulas de E.P. Thompson que suplieron la más significativa laguna de su maestro: la ausencia de género en The Making of the English Working Class. Suscribo la conclusión de Boxer: "En tanto movimiento político, el feminismo nunca ha sido "burgués" en el sentido que le dieron a esa palabra los marxistas. El "feminismo burgués" fue un invento del algunas socialistas y no existió como movimiento de mujeres específico, identificable con una base clasista." (p. 56)

El trabajo de José Antonio Piqueras El dilema de Robinsón y las tribulaciones de los historiadores sociales es una ingeniosa interpretación del Robinson Crusoe de Daniel Defoe a la luz de giro lingüístico y de la pretensión de que ya no tenemos textos ni pasado sino sólo interpretaciones de textos (p.63) que, por lo demás, es lo que decía Nietzsche: "No hay hechos; sólo interpretaciones". La divertida lectura del Robinson que realiza el autor subraya la transferencia de conceptos, sentimientos, creencias, etc. ¿No queríais interpretación de textos? Taza y media. Piqueras, sin embargo, es poco partidario del pluralismo metodológico y para él no tiene el mismo valor la aceptación de una all pervading subjetividad que la de alguna forma de objetividad, aunque ahora no se llame así, sino explicación de la realidad histórica. Resulta que "por más que nos empeñemos en descubrir subjetividad en la construcción de la percepción social, este mundo nos devuelve situaciones tangibles y acumulación de tal volumen de información que si alguien duda del trabajo que aguarda al historiador del mañana, el que se ocupará de nuestra época, es porque los dioses, para perderlo, le han confundido sus sentidos" (p. 87).

En el trabajo de Ricardo García Cárcel Veinte años de historia social de la España contemporánea se ve cómo la historiografía social española ha ido siempre a remolque tardío de las orientaciones metodológicas procedentes del extranjero. Después de los primeros maestros, Domínguez Ortiz y José Antonio Maravall, así como posteriormente Josep Nadal, la historiografía social española aparece impregnada de un marxismo vulgar al que después sustituirá la moda del cuantitativismo. El impacto hoy día es el del posmodernismo al estilo de Vattimo, Lyotard y el conjunto del giro lingüístico, Gadamer, Derrida, Foucault. Sostiene Garcia Cárcel que todos ellos ha influido en la historiografía española a través de Chartier (la investigación de la lectura, que habla mucho de la influencia del público lector, de Habermas), Giovanni Levi (el replanteamiento de la función de la Inquisición) y Peter Burke, el responsable de la historia cultural ajustado al muy fascinante estudio de la lectura en el pasado (quién, qué, cómo, cuánto, dónde, cuándo leía). La historiografía social española es homologable con la extranjera y diez puntos de ésta así lo evidencian, entre ellos la historia de la lectura, el éxito de la historia local, el fracaso de la microhistoria, la historia religiosa (no la eclesiática), la de la vida cotidiana, etc.

Finalmente el artículo de Julián Casanova Pasado y presente de la guerra civil española, debiera titularse Pasado y presente de la historiografía de la guerra civil española, que fue lo que fue y es lo que es. El franquismo no dejó nada de valor salvo, parcialmente, la historia militar. En los años noventa fue incrementándose la demanda de historia de la guerra civil y postguerra, las cuestiones de la memoria histórica que el establishment franquista vio como un peligro redoblado, lo que c0ntribuyó al nacimiento de una nueva historia de la guerra civil de carácter ideológico y militante, que reproducía las falsedades de los historiadores franquistas a manos de seudohistoriadores. La historiografía de la guerra civil goza de muy buena salud y aporta puntos de vista nuevos, por ejemplo, el autor singulariza la contribución de Michael Seidman, que explica la derrota del bando republicano a partir de la falta de motivación de los combatientes, que él obtiene de sus métodos de análisis del comportamiento del individuo (p. 124).

La segunda parte consiste en una especie de encuesta. La revista ha preguntado a dieciséis reputados especialistas en historia social, nacionales y extranjeros, "¿Qué entendemos hoy por historia social?" y ha impreso sus dieciséis respuestas que configuran un buen diagnóstico del state of the realm hecho por quienes lo conocen (y muy bien) por dentro. La conclusión que obtiene un lector curioso no especializado en la materia es que si la historiografía quiso pasar del marco de las antiguas Humanidades al más nítido de las ciencias sociales lo ha conseguido plenamente visto que los temas que más la apasionan son los de su propio status como disciplina, su lugar al sol en los planes de estudio y su razón de ser. La prueba empírica de que esta Historia es ya una ciencia social es que más de la mitad de este número de jubileo de la revista se dedica a preguntarse angustiadamente por su esencia y potencia. En las dieciséis respuestas aparecen mencionados los siguientes asuntos, algunos varias veces y que suenan familiares a cualquiera que se dedique a estos menesteres: la ambigüedad de la expresión "historia social" (lo mismo pasa con el término social de la expresión "Estado social y democrático de derecho" y ¡está en la Constitución vigente!); la falta de una definición unívoca sobre qué sea la disciplina; abundante controversia metodológica (lo individual, lo colectivo, las cuestiones semánticas, la construcción social de la realidad, etc); los frecuentes cambios en métodos y fuentes; la multiplicidad de marcos teóricos (muy cómodo para los posmodernos y poco para los premodernos); típicos problemas de la incertidumbre heisenbergeriana; eclipse de viejos y queridos objetos de estudio (clases, estados, economía y otros valores antaño seguros) que hoy flotan a la deriva como pecios en la mar líquida del posmodernismo más descreído; el malhadado giro lingüístico; el fin del paradigma marxista y el abandono de una posición de izquierda (p. 188); la aparición de los "enfoques culturales", que no todo el mundo ve con delectación; la aparición de la historia oral; la del feminismo (estos dos últimos, giros metodológicos decisivos); el surgimiento del transnacionalismo (que nadie me quita de la cabeza es una versión metodológica medio histórica medio antropológica del cosmopolitismo y la globalización); la angustia por lo que se percibe como el "fin de la historia social" y el hecho de que ésta haya de confesarse en el diván del psicoanalista, que es donde por su propio bien quiere verla Javier Paniagua.

De entre las dieciséis respuestas singularizo una de Peter Burke, Algunas reflexiones sobre la circularidad cultural que me ha resultado especialmente grata por afinidades electivas con el autor cuando éste recuerda esas "identidades circulares" de Gambetta que los sistemistas llamarían Feedback loops, ejemplarizándolas en la la relación entre el condado faulkneriano de Yoknapatawpha y el de García Márquez de Macondo o la relación de va y viene entre las novelas de José Lins do Rego y Thomas hardy. Me gusta ver que a la historiografía social no le duelen prendas de codearse con la literatura; como Viernes con Robinson Crusoe.

En resumen, felicidades a la revista por su vigésimo aniversario y que lo cumpla otras veinte veces.

dijous, 19 de juny del 2008

Dieciocho meses.

Ese es el tiempo máximo que las autoridades pueden tenerte chapado por mera decisión administrativa si eres un "ilegal", un "sin papeles" extracomunitario. Es verdad que tienes derecho a recurrir en demanda de una revisión judicial de tu caso, pero ésta sólo se hará "lo antes posible" y no en el plazo máximo de 72 horas que proponía una enmienda de las muchas rechazadas ayer en el Parlamento Europeo. O sea, que la policía puede darte una patada y echarte del país y, para cuando llegue un auto judicial, puedes llevar año y medio retornado a tu adorable tierra natal

Con la llamada directiva de la vergüenza las autoridades comunitarias dicen que pretenden "garantizar los derechos de los inmigrantes", como reza la foto de más arriba, que he sacado de la página web del Parlamento europeo. ¿Qué derechos? ¿El de libertad de circulación, el de habeas corpus, la inviolabilidad del domicilio, el acceso a la justicia, etc? Esta doblehabla orwelliana está afianzándose en la Unión Europea. ¿No señalaba hace poco la señora Marjeta Cootman, ministra eslovena de Trabajo e impulsora de la directiva de las sesenta y cinco horas que ésta: "ofrece protección para los trabajadores y trabajadoras y flexibilidad en la ordenación del tiempo de trabajo"? Igual que la directiva sobre el retorno de los inmigrantes ilegales: una garantía para ellos. Creo que la Comisión anda buscando alguien que la ilustre sobre esa magnífica idea de hacernos pagar también por las llamadas de móvil que recibimos. Se acabó la peste de los mòviles en las cabinas de los trenes y el asiento contiguo en el autobús. Porque, con semejante ideaza, la gente utilizará mucho menos el móvil y mucho más la red, cosa que ahora no sucede. Lo dicho, una ideaza que habría que extender a todos los demás clientes: si, al pasar, el frutero te ofrece un kilo de pimientos, aunque digas que no ya le debes un porcentaje del precio; si una gitana te ofrece la buenaventura, al oírla, ya estás en deuda con ella. Y (¿por qué no?) el sello de las cartas que lo pague el que las reciba; sí señor. De acuerdo con la doblehabla, la medida podría justificarse diciendo que, de este modo, se facilita el trabajo al sector publicitario que es uno de los que tienen más "tirón" del PIB.

Los dieciséis eurodiputados socialistas españoles que votaron a favor de la directiva de la vergüenza tienen el honor de compartir voto con el Partido Popular europeo y el grupo Unión por la Europa de las Naciones aun más de derechas. Se salvan algunos, escasos, dirigentes, como José Borrell o Raimon Obiols, pero los otros síes socialistas son un baldón al que ya se ha ido acercando el PSOE al abstenerse nuestro representante en la votación de la directiva canalla de las sesenta y cinco horas.


ACTUALIZACIÓN A LAS 13:00 DEL 19 DE JUNIO.

Leo en Público que el señor Rodríguez Zapatero califica de "inaceptable" la ampliación de la semana laboral hasta 65 horas¿Cómo es posible que el representante de España en el Consejo de Ministros de Trabajo se abstenga en una medida que el Secretario General de su partido y presidente del Gobierno de España considera "inaceptable"? Si algo que es inaceptable sólo mueve a la abstención, ¿para cuándo se reserva el claro y rotundo "no"? ¿O es que los socialistas se aprestan a hacer con la directiva de las sesenta y cinco horas lo mismo que con la de la inmigración: renegar de ella en casa pero votar que sí en Bruselas o Estrasburgo?


Lo anterior, como derecho al pataleo. Viene ahora pensar en qué se dice, si es que se va a decir algo. Corre por la red una convocatoria a una huelga general creo que para el próximo quince de julio. No estaría mal: la primera huelga general montada en la red y una huelga verdaderamente internacional. ¿No somos los europeos los destinatarios finales de esa norma en protección de las garantías de los trabajadores? Bien podemos ser los europeos quienes demos una respuesta unitaria a la agresión del capital. Y, de paso, metemos lo de los inmigrantes.