No por cierto. La semántica gubernativa es prolija. Primero hubo una "desaceleración" y el crecimiento del PIB futuro se apeó del tres y pico por ciento. Luego el fenómeno se hizo francés, pasó a ser una "ralentización" y el aumento del PIB previsto se situó en un 2,3%. Más tarde, la cosa se llamaba "frenazo", incluso un "fuerte frenazo" (todavía no batacazo, ups) y el porcentaje del PIB se quedó en el 2%. Finalmente, ayer, en el Consejo Económico y Social, el presidente señor Rodríguez Zapatero, habló de "deterioro" y vaticinó un crecimiento del PIB de menos del 2%. No sé cuál será el próximo hallazgo, quizá "tropezón" o "traspiés" o "estrangulamiento". La obstinación, que empieza a parecerme algo patológica, en no hablar de "crisis" o "recesión" agudizará el ingenio de los gobernantes. Una prueba más de que toda creatividad tiene un punto de locura.
Nunca fue tan clara la distancia entre la España real, que habla de "crisis" y la España oficial, que se niega a hacerlo. Argumenta ésta que para hablar de "recesión" (y, por supuesto, crisis) hay que tener eso que se conoce con el eufemismo de "crecimiento negativo" un par de trimestres. Hay que ser precisos y rigurosos en los términos, sobre todo cuando nos conviene. Nada de brujulear por el léxico. Pero la gente, la gente normal, se obstina en hablar con metáforas: una vez que se ha establecido una tendencia (en este caso a la baja) y que sólo es cuestión de poco tiempo para que la evolución alcance la situación que se teme, nombrar lo que hay por lo que va a ser ahorra tiempo y quebraderos de cabeza: crisis, recesión, estancamiento con inflación (o stanflation) es lo que nos espera. El señor Rodríguez Zapatero lo llamará como quiera pero los datos que dio ayer no ofrecen lugar a dudas: si el PIB crece por debajo del 2% (por debajo de la raya de creación de empleo) y la inflación va a seguir siendo alta, el asunto es estancamiento con inflación; o sea, crisis.
Da la impresión de que el Gobierno no ha calibrado bien el panorama. Y no me extraña a la vista del cacao del señor Presidente con algunos datos. Ayer soltó la esperada primicia de que, para hacer frente a este frenazo/ralentización/deterioro, entre otras cosas, se reducirá en un 30% la oferta pública de empleo y así lo publicó la prensa. Horas después, la misma presidencia del Gobierno corregía a su jefe máximo, diciendo que el recorte sería del 70%. Algunos comentaristas se felicitan de que el señor Rodríguez Zapatero haya reaccionado por fin y decidido ponerse a la tarea de resolver el aciago presente. Ciertamente pero conviene que sepa de qué habla porque confundir un 30% con un 70% es demasiado confundir. Si "ponerse al frente" consiste en comparecer en público proclamando una inquebrantable confianza en la capacidad del país para superar el bache y ganar la Eurocopa, y recitando unos papeles que no se han visto ni por el forro, es mejor que o bien él se ponga al frente de otra cosa u otro se ponga al frente de ésta.
Las medidas que el señor Rodríguez Zapatero ha anunciado para hacer frente a esta innombrable situación producen perplejidad porque están tomadas del recetario neoliberal más exquisito. La reducción de oferta pública de empleo, la congelación de sueldos de los altos cargos (¿por qué no la supresión de los que sobren que son bastantes?) y el tope al gasto público corriente significa que de políticas expansivas keynesianas, naranjas de la China. La reducción del gasto público, la generosa financiación de las empresas, las múltiples subvenciones al consumo y el muy probable intento de congelación de salarios (¡en tiempo de inflación!) responde a un espíritu neoliberal al lado del cual el señor von Hayek es un correoso socialdemócrata. Una receta que no resolverá nada, pero permitirá que el capital capee la mar gruesa mientras el problema se resuelve solo a costa de los asalariados, los pensionistas, los hipotecados, los de abajo, como siempre. Sabia medida porque, teniendo a mano fórmulas que ya dieron resultado antaño, ¿a santo de qué meterse en dibujos hogaño?
¿Alguien ha hablado no ya de contener los beneficios de las empresas sino de destinar por ley parte de ellos al relanzamiento económico? ¿No puede el Banco de Santander dedicar parte de los 10.000 millones de euros de beneficios a inversiones que generen empleo? No, de eso no habla nadie.
(La imagen es una foto de guillaumepaumier, bajo licencia de Creative Commons).