dimarts, 27 de gener del 2009

Las mentiras de Monseñor.

A propósito del autobús ateo dice Monseñor Rouco Varela, prelado ultramontano que preside la Conferencia Episcopal Española, que utilizar el espacio público "para hablar mal de los creyentes es un abuso que condiciona injustamente el ejercicio de la libertad religiosa". No puede evitarlo: cada vez que abre la boca miente. Los autobuses no hablan mal de nadie sino que se limitan a decir con gran prudencia y tacto que "Dios probablemente no existe". Eso no es hablar mal de nadie, ni siquiera de Dios, así que el cardenal, repito, miente, cosa que tiene estrictamente prohibida por la ley que dice profesar. Y hay más: los autobuses son espacio público que usan los anunciantes pagando. ¿Cuánto y a quién paga la Iglesia Católica por llenar las calles con sus procesiones religiosas o sus vocingleras manifestaciones políticas cuando quiere? Manifestaciones que ocupan el espacio público y en donde ya lo creo que se habla mal de mucha gente: del Gobierno sin ir más lejos a quien este mentiroso compulsivo acusaba hace poco de atentar contra los derechos humanos sin una sola prueba. ¿Cuánto y a quién pagan los curas que tañen las campanas de sus iglesias cuando les peta invadiendo el espacio público, el silencio público y la tranquilidad de los ciudadanos?

Es irritante la caradura de esta gente.

(La imagen es una foto de mermadon, con licencia de Creative Commons).

El machismo del Cavaliere.

Comprendo perfectamente la desesperación de mis amigos italianos. Si el presidente del Gobierno de mi país anduviera por ahí diciendo las sinsorgadas machistas y casposas que suelta il signore Berlusconi me declararía apátrida. A propósito de un caso de violencia de género dice il Cavaliere que deberíamos tener tantos soldados como chicas guapas. Carece uno de palabras para calificar a un menda así que da por supuesto que el hecho de ser una "chica guapa" te convierte en objeto de protección porque, claro es, los italianos son muy bravos. ¿Se puede ser más majadero? Es la mentalidad de: "Van provocando", "en el fondo les gusta", "qué más quisieras tú, guapa" propias de comisaría de tercera.

(La imagen es una foto de rogimmi, con licencia de Creative Commons).

dilluns, 26 de gener del 2009

Desde Madrid con amor.

¡Qué espectáculo el de ese foro abierto del PP durante el finde! Un verdadero psicodrama que hubiera hecho las delicias de Jacob Moreno. Mientras los elementos bramaban en el exterior con vientos huracanados que embravecían la mar, quebraban árboles y derribaban edificios, los elementos internos, las pasiones, rugían con no menor fuerza en el cónclave conservador. Quien haya contemplado el saludo y recíproca sonrisa que se dedicaron la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) y el alcalde de la capital habrá sentido el hálito gélido del odio, entrevisto el frío fulgor de las dagas, el ansia ominosa de la venganza. Los que cuarenta y ocho horas antes se acusaron en público de cometer delitos y se retaron ante los tribunales se sonrieron, se abrazaron, se besaron, se dijeron secretillos al oído y se sobaron bajo la mirada vacía e indecisa del líder nacional de su partido que no sabe cómo manejarse en esta pendencia de poderosos segundones, verdaderos sátrapas en sus respectivas jurisdicciones.

Finalmente la foto de la primera fila quedó para definitivo encuadre: el señor Ruiz Gallardon, el señor Rajoy, la señora De Cospedal y la señora Aguirre, todos ellos asistentes a un espectáculo que no les interesaba nada y concentrados en la sorda batalla que a estas horas tiene al PP de Madrid y el de toda España ensimismado y sin capacidad de respuesta.

El periódico que destapó el escándalo del espionaje político, El País, el órgano del infame felipismo-polanquismo-zapaterismo, siguió atizando la hoguera demostrando que el señor Rajoy ya estaba al tanto de las actividades de espionaje en la CAM desde ¡mayo de 2008! pero que, siguiendo inveterada costumbre, no hizo nada. Hoy mismo, el infame panfleto progresociata, empeñado en ocultar los fracasos del Gobierno, trae sabrosa información sobre qué exactamente hurtaron los espías que no existen del despacho de la CAM en el que no estuvieron: un dossier comprometedor para el consejero señor Granados que no tiene espías a sus órdenes ni jamás ordenó a nadie allanar despacho alguno en busca de información. Y el que lo afirme se verá en los tribunales, claro que sí. Que esa es la línea de defensa de los sospechosos de haber organizado un servicio de espionaje ilegal y haberse beneficiado de él: negarlo todo contra viento, marea... y pruebas y más pruebas.

La señora Aguirre entró dicharachera en el cónclave del PP bromeando con sus compañeros de partido y preguntándoles si no los había espiado "con lo todopoderoso que eres". Pues ella sabrá. Hay bromas que muestran poca lucidez. Sus aguerridas (nunca mejor dicho) huestes pasaron por la brecha, sobre todo ese inefable consejero de Sanidad, señor Güemes, cuya habilidad para repatear el estómago del noventa y nueve por ciento del personal con sus actitudes, expresiones y sonrisas es proverbial, saltó agresivo, como acostumbra, negándolo todo, poniendo en cuestión el crédito de El País y el del periodista, señor Mercado, responsable de la información y a quien espero que sus jefes hayan protegido suficientemente a la vista de cómo las gasta la pandilla sobre la que informa.

Bueno, sobra toda narrativa articulada: espionaje, seguimientos, cámaras ocultas, informes secretos, allanamientos de despachos, sustracción de bienes públicos, incendios de coches de extraña titularidad, dossiers, presiones, destituciones, sobornos, tamayazos... ¿Qué gente está al mando en la CAM?

Ayer mismo, en su discurso de clausura del florentino evento, el señor Rajoy se comprometió a conservar la unidad del PP "pase lo que pase". Que no lo diga muy alto porque se puede encontrar que lo que pase sea su pase a la reserva.

(La imagen es una foto de Whiskeygonebad, con licencia de Creative Commons).

El referéndum de Bolivia.

El 19 de diciembre de 2007 subí un comentario sobre el proyecto de Constitución que acababa de aprobar el Parlamento boliviano titulado Las dos Bolivias así que ahora puedo ahorrarme reiterarlo y vale con que resuma diciendo que la Constitución que ayer se aprobó en referéndum en el país andino es una de las las más avanzadas y radicales del mundo, si no la que más, amén de las más luengas, prolijas y normativas. Desconfío del exceso de normatividad y regulación. Normalmente oculta la intención de dejar que la letra sepulte a la letra y nada cambie en la realidad. En este caso puede ser muestra de un intento genuino de hacer justicia a la mayoría de la población boliviana, descendiente de aborígenes y tradicionalmente explotada y preterida. Esa será cuestión que zanje el tiempo. Pero habrá dificultades.

El texto consagra la oficialidad del español y treinta y seis lenguas indígenas en sus correspondientes territorios. Más lenguas que en Europa. Se me hace difícil ver cómo funcionará la administración del Estado en esta Babel. El de las lenguas es uno de los rasgos sobresalientes de las dificultades del nuevo ordenamiento constitucional. En lo básico éste consagra una descentralización territorial considerable con otra de carácter lingüístico-cultural pues reconoce los ordenamientos jurídicos indígenas consuetudinarios en el general boliviano manteniendo la autonomía de los primeros e integrándolos en la jerarquía de la administración de justicia hasta llegar al Tribunal Constitucional que estará compuesto paritariamente por magistrados de la administración ordinaria y los de la jurisdicción indígena campesina. Traza, pues, la Constitución un mosaico complicado de relaciones territoriales y culturales que se parece a la planta actual de Bélgica pero más enrevesada.

En todo caso, es la Constitución más progresista en la actualidad. Su parte declarativa en materia de derechos casi parece salida de un laboratorio del pensamiento más avanzado pues reconoce los de los indígenas, los discapacitados, etc y se amplía de los políticos, económicos y sociales a los culturales y medioambientales. Asimismo reconoce derechos colectivos a las comunidades indígenas.

En la entrada del 19 de diciembre de 2007 señalaba que una Constitución tan avanzada debería ser aprobada con sustanciosa mayoría. Desde entonces, como se sabe, Bolivia ha vivido momentos tumultuosos, con amenaza incluso de secesión de los departamentos orientales, los ricos en los que se concentra la oligarquía pero, al final, el referéndum se ha celebrado y, en el momento de redactar estas líneas, los sondeos dan una victoria del 60 por ciento en todo el país lo que probablemente quiere decir que será mayor en los departamentos occidentales de mayoría indígena que en los orientales. Lógico, además, si se tiene en cuenta que, con la Constitución también se ha aprobado una medida histórica que reduce la extensión máxima de los latifundios de las actuales 10.000 Ha. a 5.000, cosa que no gusta nada en la oligarquía.

Es decir, de hecho, la Constitución divide al país en dos y no es un buen comienzo. Pero ¿quién ha dicho que las causas justas tengan comienzos fáciles?

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, con licencia de Creative Commons).

Los arcanos del poder.

Interesante trabajo el último que publica el conocido ensayista José Antonio Marina (La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación, Anagrama, Barcelona, 2008, 229 págs.) sobre un asunto complicado y peliagudo como es el concepto del poder cuyo examen satisfactorio requiere una perspectiva pluridisciplinar en la que se cruzan los enfoques filosóficos, jurídicos, politológicos, sociales, económicos e históricos, cuando menos. El de Marina es predominantemente filosófico pero no ignora que también es de utilidad aquí el psicológico por cuanto su concepción del poder, coincidente en cierto modo con la de Foucault, lo rastrea en todos los ámbitos del quehacer humano si bien él se propone tratarlo sólo en el aspecto social.

El análisis filosófico es muy sugestivo, aunque no me parezca que esté bien estructurado, y viene apuntalado con amplio recurso a citas de autoridad, señalando cuál es el ámbito preferente de estudio del autor. Los otros enfoques están más débilmente argumentados, el jurídico es casi inexistente, salvo una referencia a la dualidad poder constituyente/poder constituido, por cierto asimilada a la espinoziana entre natura naturans y natura naturata, y otra a la Grundnorm kelseniana y lo mismo sucede con el económico-organizativo, tratado en un capítulo sobre la empresa.

Inicia Marina su discurso recordando su teoría de los tres deseos que mueven al ser humano: el de bienestar, el de vinculación social y el de afirmación del poder del yo (p. 22). Esto lo lleva a afirmar que el estudio del poder es una travesía de la biología a la ética con tres grandes "saltos de fase" que son como el programa de su libro: 1º) la inteligencia humana convierte todos los deseos en insaciables, incluido el de poder; 2º) los mecanismos de dominación van haciéndose cada vez más simbólicos; 3º) aparece la necesidad de legitimar el poder (p. 25). Paralela a la idea del poder viene la de control (interesante reflexión sobre la palabra) porque para protegernos del poder no basta con querer abolirlo, cosa que nunca se ha hecho, sino que hay que controlarlo (p. 36), como ya quería Montesquieu para quien estaba claro que sólo el poder puede contrarrestar al poder.

Analiza Marina las relaciones entre el dominador y el dominado con atención especial al matrimonio y las diferencias entre poderes directos (inmediatos) e indirectos (mediatos) en una especie de cratología en la que aparecen los clásicos, Maquiavelo, Hobbes y los intentos de legitimar la guerra (típico poder inmediato y directo) a través de la idea de la "guerra justa", así como la tortura, considerada zona intermedia entre lo directo y lo indirecto. Aquí incluye el autor una consideración sobre el Marqués de Sade con la que coincido plenamente: "La admiración por Sade de intelectuales que lo inciensan como arquetipo de la libertad es uno de los más penosos episodios de la filosofía contemporánea y manifiesta un ramalazo dictatorial en muchos pensadores." (p. 72) . El poder inmediato es una cuestión de hecho. El mediato, como es lógico, utiliza medios entre los que cita Marina el de cambiar los sentimientos de un sujeto o un grupo y el de cambiar las creencias también individuales o colectivas.

El capítulo sobre el cambio de sentimientos está muy bien argumentado, yendo desde los más elementales, como el miedo, del que nos libera el Estado al decir de Spinoza y tambien Hobbes, pasando por los de furia, odio y resentimiento, todos los cuales son políticamente instrumentalizables, hasta llegar a los sentimientos morales, ámbito en el que anida la reflexión de Weber acerca de la obediencia al poder a través del sentido del deber (p. 93). El capítulo sobre los cambios de creencias me parece algo más confuso y tiene que ver con la política como espectáculo, la mitología del poder (consideración un poco a vuelapluma de Napoleón), el nacimiento de la opinión pública y la cuestión del adoctrinamiento (p. 107) todo lo cual no va muy allá.

El cambio de fase que verdaderamente interesa al autor y al que dedica casi la mitad del libro es el que se ocupa de la legitimación del poder y es el núcleo de su razonamiento. Deja constancia por referencia a Weber de la concepción subjetiva de la legitimidad que, como la del precio en la escuela austriaca, dice que es legítimo lo que la gente reputa como legítimo (p. 139). Pero no me queda claro si ello no le parece repudiable porque lo liga a una crítica frontal a la filosofía pomoderna que: "... con su aparente defensa del relativismo, su desprecio a los grandes relatos (incluidos, claro está, los grandes relatos de la emancipación), su amor por el pensamiento débil, acaba siendo la filosofía más apropiada para justificar sistemas totalitarios." (p. 142) Entiendo que las teorías subjetivas incorporan el peligro del totalitarismo del mismo modo que ellas acusan de totalitarias a las teorías objetivas. Se evade Marina de esta peligrosa dualidad objetivo/subjetivo postulando que todas las teorías de legitimación del poder son "ficciones necesarias" y postula lo que llama una "tesis escandalosa" (p. 143) cuando dice que hay una ficción excluyente e irrenunciable a la que llama "ficción constituyente" (p. 144) que, por lo demás, es lo que aporta la teoría clásica del "poder constituyente" al que le ocurre lo que al barón de Münchhausen, a quien Marina trae a colación al comienzo de su último capítulo sobre la "ficción necesaria" (p. 209), que tiene que sacarse a sí mismo del pantano tirándose de sus propios cabellos. Obsérvese, por lo demás, que esto pasa no sólo con la legitimación del poder, sino con todo el quehacer y pensar humano pues es lo mismo que se contiene en la célebre definición kantiana de la Ilustración según la cual el ser humano sale del estado de inmadurez en que se halla valiéndose de sus propias fuerzas.

En su tarea de rastrear los procesos de legitimación del poder, Marina se concentra en tres territorios: las relaciones amorosas, la empresa y el poder político de los que el primero y el tercero me parecen en verdad brillantes. En las relaciones amorosas se pregunta qué ha de haber en ellas para conseguir que no se manifieste el poder que es ubicuo (p. 148). Suena aquí el eco de la famosa definición de Adorno sobre el amor que viene a decir "eres amado sólo allí donde puedes mostrarte débil sin provocar un acto de fuerza". No soy capaz de traducirla más a mi gusto. El original, por si alguien quiere intentarlo, reza: Geliebt wirst du einzig, wo du schwach dich zeigen darfst, ohne Stärke zu provozieren.

Tras pasar revista al poder en la familia, la violencia doméstica, etc, Marina propone lo que llama un Nuevo Modelo de Poder (NMP) basado en cuatro ideas: igualdad basal, relaciones de poder de suma variable, movilidad de las posiciones de poder y aparición de un campo de empoderamiento (p. 168). Confiesa el autor que el término "empoderamiento" no le gusta; a mí tampoco y, además, la traducción de empowerment es "apoderamiento" o "habilitación". Pero el problema con estos términos es que acaba casi siempre consagrándose la acepción más simple (y errónea) movida por la indolencia o la ignorancia. Volviendo a la cuestión de fondo, ese NMP (que me recuerda el New Model Army de Cromwell) adolece a mi entender de un exceso de normativismo bienintencionado: la cosa "relaciones amorosas" y poder irá evolucionando, queramos o no, a medida que las mujeres vayan imponiendo los cambios que son causa y efecto de su habilitación o emancipación histórica. Y saldrá el sol por doquerrá.

El capítulo sobre el poder político condensa y entrelaza los hilos que Marina ha ido tejiendo a lo largo del libro. La democracia es el mejor procedimiento para gestionar el poder porque se ajusta a su NMP (186), aunque se hace eco de algunas quejas sobre el carácter poco satisfactorio de los partidos políticos e incluye una referencia a la cuestión de las listas electorales (p. 187) que no es especialmente oportuna dado que en la multiplicidad de democracias que hay en el mundo se dan listas de todos los tipos y en el libro no se trata solamente de la democracia española. Aborda aquí de nuevo la cuestión de la legitimación del poder y tras avisar del riesgo de la legitimación carismática (que puede derivar hacia monstruosidades como el Führerprinzip o la doctrina del caudillaje, p. 193/194) acomete las otras formas (no las de la clasificación weberiana tradicional), en concreto la doctrina del derecho divino (p. 196) y la de la soberanía, elaborada por Bodino (p. 197), tan insuficientes en su capacidad de fundamentación como los otros conceptos que el autor pone al mismo nivel que el de soberanía si bien se trata de sus titulares, esto es, el Rey, el pueblo y la nación, de los que los dos últimos son construcciones tan arbitrarias como el principio mismo de soberanía de cuya titularidad se invisten (pp. 201-202). El concepto de soberanía implica una paradoja ya señalada por Agamben (p. 205) por cuanto toda Constitución, emanación de un poder constituyente implica una petición de principio que algún teórico reciente, como Antonio Negri, ha equiparado a la teoría del Big Bang, dentro de la más acrisolada tradición de la idea del poder Constituyente que es, en definitiva, el absurdo que llaman los filósofos causa sui y que Schopenhauer relacionaba precisamente con el barón de Münchhausen.

Así concluye Marina su muy interesante indagación: "Se lo diré en plata: la soberanía, como todas las demás ficciones, tiene su origen en un acto de la vluntad creadora, que aparece así como el fundamento último de todo el sistema jurídico y político" (p. 207). Por supuesto, como todo lo humano: ficción necesaria.

diumenge, 25 de gener del 2009

Estado de la limpieza étnica en Palestina.

Ahora que los sionistas han puesto fin momentáneo a sus bombardeos sobre Gaza indefensa; ahora que la "comunidad internacional" ha empezado a hacer lo único que se atreve a hacer: convocar conferencias de donantes para reconstruir lo destruido por los sionistas con cargo a los contribuyentes; ahora que el nuevo presidente de los Estados Unidos ya ha dejado oír su voz de respaldo sin fisuras al derecho de Israel a defenderse, o sea, a masacrar civiles palestinos a mansalva; ahora que prosigue el bloqueo israelí a Gaza, se puede hacer balance de cómo lleva Israel su política a largo plazo de limpieza étnica de Palestina y de despojo de los territorios palestinos. La ilustración es suficientemente significativa y habla por sí sola acerca de cómo los palestinos han perdido prácticamente todo el territorio que venían habitando desde tiempos inmemoriales. La última etapa, correspondiente al año 2000 deja ya claro cual fue el propósito originario de Israel, a qué se ha dedicado todos estos años y qué finalidad perseguía el último ataque a Gaza, planeado minuciosamente hace meses: despojar a los palestinos de las tierras miserables que aún les quedan, encerrarlos en dos o tres campos de concentración (Gaza y los dos en que probablemente partirán Cisjordania en los próximos años: norte y sur). Y todo lo más que permitirán que se erija en esos campos de concentración serán bantustanes, al estilo de los que montaron los racistas sudafricanos del Apatheid. Jamás un Estado palestino independiente y viable.

Para comprender UPD.

Leo que la señora Rosa Díez reparte mandobles en todas direcciones y considera una desgracia que coincidan a la vez el peor Gobierno y la peor oposición. Es un misterio por qué lo considera "una desgracia"; debiera felicitarse por ello puesto que así, llegado el momento, la gente acudirá en masa a votarla a ella y a su formación política que son los únicos que, al parecer, saben qué es lo que hay que hacer.

Yendo ya hacia el año de la legislatura, es razonable reflexionar sobre qué significa la presencia de UPD y de la muy activa señora Díez. Y no es difícil: es la presencia del populismo. Un populismo que empieza por el nombre de la formación, UPD, que rehúye el término "partido". Los partidos son la bicha de los populistas, empeñados siempre en que ellos hablan en nombre del pueblo y no de una miserable facción. Así empezó también el señor Fraga, fundando algo que se llamó "Alianza Popular". Alianza, Unión... la idea es siempre la misma: que no los asimilen a un partido. Aquella Alianza mutó luego en una Coalición Democrática y sólo al final, habiendo aceptado las convenciones democráticas y aferrados al éxito del Partido Popular Europeo, los conservadores admitieron el odiado término. UPD, no. Ellos no son un partido; son la Unión, el Pueblo, el Todo. En fin...

O la Nación. UPD nace como un issue party o partido monotemático: la defensa de la nación española frente a los nacionalismos disgregadores. Es un tema que, en efecto, cuenta con amplio respaldo electoral en España, donde hay cierto hastío ante lo que se ve como quejas, agravios, reclamaciones y atropellos permanentes de aquellos nacionalismo periféricos. Se configura así como un partido nacionalista en defensa del supuestamente agredido pueblo español. Su segunda raíz populista.

Pero ese carácter monotemático no es suficiente para diferenciar a UPD de un mero grupo de presión. Si, como sucede de hecho, funciona como partido, la gente quiere conocer qué piensan UPD y la señora Díez, que es la única que habla, de los demás asuntos que pueblan la vida política. Y aquí es donde de nuevo sale la, tercera, veta populista: el partido se define a contrario de los otros dos nacionales con una negación dual: no vale la derecha ni tampoco la izquierda. UPD no es de derecha ni de izquierda. Como casi todos los populismos y dejo ahí la comparación por no encontrarme con i soliti ignoti. ¿Y cómo se puede no ser de derecha ni de izquierda? Lo primero que uno piensa es: siendo de centro. Pero UPD rechaza expresamente el discurso centrista que es siempre moderado y circunspecto en tanto que ella, la Unión, tiene puntos de vista muy radicales en el monotema como reformar la Constitución y los estatutos de autonomía que sea necesario para retrotraer el Estado de las Autonomías a una fórmula menos centrífuga. El populismo no suele ser de centro sino que se considera por encima de la divisoria izquierda/derecha. Así es UPD: está por encima, al margen de la división tradicional y los partidos tradicionales no la entienden.

Y es que hay poco que entender porque en los demás asuntos programáticos que no son la Nación Española reina la más alegre de las indeterminaciones, como en los buenos populismos. Por ejemplo, sostiene la señora Díez que el PSOE está llevando una política económica fracasada. ¡Cáspita! Teniendo en cuenta que la política económica del PSOE es en lo esencial la misma que la de los demás países avanzados, incluidos los Estados Unidos, resulta que según la señora Díez todo el mundo se equivoca... menos ella, es de suponer. Sería bueno que, a su vez, expusiera las líneas maestras de una política económica que no fracase. Pero no haya cuidado porque nunca sucederá; los populistas no suelen tener propuestas positivas concretas en nada.

A su vez, la crítica de la señora Díez al PP no es más afortunada sino que es una mera e inadmisible argumentación ad hominem (aunque se trate de un partido), diciendo que está "cargado de complejos y de hipotecas y que no es alternativa de nada". Es como si alguien dijera de la señora Díez que está cargada de ambición personal, de narcisismo y de resentimiento contra su viejo partido cuando no sólo no consiguió que la eligieran para la Secretaría General sino que obtuvo una cantidad ridículamente baja de votos.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, con licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (XXXVII).

La verdad siempre se sabe.

(Viene de una entrada anterior de Caminar sin rumbo (XXXVI), titulada Conociendo a la gente.

La cena, que consistió sobre todo en ajiaco con arroz y aguacate, muy bien cocinado el ajiaco, transcurrió apaciblemente. Hubo que dar de cenar al crío mayor, antes de que se fuera a la cuna y volver a amamantar al rorro antes de llevarlo al cesto, porque todavía dormía en cesto, de lo crío que era. Y entonces los mayores pudieron relajarse. Fumaban los dos que es cosa cada vez más insólita en estos tiempos en que tanto ha calado la campaña antitabáquica. Efectivamente parecía buena gente. Ivvy esperaba encontrar trabajo en alguna clínica dental de la ciudad y, si no tenía suerte, consideraba la posibilidad de trabajar en lo que fuera ya que no están los tiempos para andar con miramientos. Eugenio parecía a gusto con ellos. Debió de tratarlos bastante cuando la clínica veterinaria. Ahora se mostraba muy interesado en averiguar cuestiones generales de la inmigracion, cuestiones del debate político: si la inmigración pone en peligro los puestos de trabajo, lo que no podía ser más falso porque, cuando hay puestos de trabajo es porque los españoles no los quieren y cuando no los hay, no los hay para nadie. La cuestión que suscitó mayor debate fue la de la posible relación entre inmigración y delincuencia. El cincuenta por ciento de las mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas son inmigrantes, lo cual contrasta con el hecho de que la inmigrante es la décima parte de la total en general. La inmigración no es criminógena, está claro. Es la condición emigrante, lo curioso en el comportamiento emigrante, esa conciencia de saberte extranjero en cualquier caso y en todo momento. El hecho era que entre Hamilton e Ivvy todo lo que se hablaba en la cena era sobre la emigración o a causa de la emigración. Imaginé lo que sería veinte años después, cuando hayan crecido los hijos pero el horizonte cultural de estos sea español; tendrán que aparecer otros temas. De hecho ya los hay. En casi todos los asuntos de la vida ordinaria el matrimonio sonaba a Juan Español. Él era tan castizo que utilizaba expresiones como "el españolito de a pie". La condición inmigratoria aparece cuando hay algo que reivindicar, algo de lo que quejarse o denunciar. Entonces sí, se muestra una misteriosa fuerza colectiva que se llama la "emigración" capaz, se suponía, de cualquier cosa. De modo que determinado acto administrativo no sería, digamos, un inconveniente para Hamilton Ayuzo que no quería hacer mal inmigrante sino que era una afrenta que se infligía a la "emigración".

Siempre he sostenido que cuanto mayor es la inmigración en un país, mejor para él. En tiempos de pleno empleo, por supuesto. Cuando hay paro, la cosa de la inmigración se pone más difícil, surgen los enfrentamientos y los conflictos y es raro que no sea así porque la competencia es muy dura. En tiempos de prosperidad los países actúan como sifones, absorben mano de obra extranjera; pero cuando llegan épocas de crisis y paro galopante la situación de esa misma mano de obra se hace muy precaria puesto que el trabajo abundante que había venido a buscar ha desaparecido. Por eso Eugenio decía a Hamilton que tenía que darse con un canto en los dientes por haber encontrado aquel empleo en el ayuntamiento, pero el colombiano le contestaba que no las tenía todas consigo. Hasta que no saliera la plaza convocada no las tendría todas consigo. Habían encontrado aquel chalet muy acomodado de precio pero ni locos iban a meterse en una compra, que era la idea que acariciaban en tanto no tuvieran una situación más estable.

Sí, era buena gente, gente de paz que quería trabajar, formar una familia, criar los hijos, prosperar razonablemente, el sueño de miles de millones de personas en el mundo, el más común de la humanidad. Y un sueño que en amplísimas partes de la tierra, en continentes enteros era irrealizable y en otras no muy seguro y hasta en la parte fetén del mundo, esa que va dando lecciones por ahí de cómo se progresa en sistemas políticos libres y estables con economías prósperas, puede verse repentinamente en el alero a causa de algún tipo de cataclismo financiero o bursátil.

Así lo iba razonando al día siguiente en el coche, ya en la carretera de vuelta a Madrid con Eugenio quien, tras sopesar la idea de quedarse un par de días en casa de los colombianos, decidó que se volvía conmigo.

- Que sí, que sí, mola mucho eso de la "parte fetén del mundo", tío. O sea, nosotros, que no tenemos nada que ver con los pringaos de las otras partes. Porque somos nosotros, nada menos, lo más guay, que las pillamos todas en el aire, ¿vale? Lo que más me divierte es la seguridad con que salen unos mendas por la radio, la tele, o sea los media, dando la impresión de que saben de lo que hablan cuando hablan de la cosa política, económica, social.

- ¿Crees que no lo saben?

- No tienen ni guarra. Te sueltan un discurso que varía en los detalles, según sean más de derechas o más de izquierda y se quedan como dios. Bueno, yo ya no me trago nada de eso y me monto mi rollo con mi gente, que estamos en el movimiento alterglobalizador.

- Que no es un movimiento.

- ¿Cómo que no? Claro que es un movimiento porque se mueve.

- Pero no tenéis organización, estructura, cauces institucionales.

- Es que eso es lo que hace que el movimiento se detenga, la institucion.

- Vale y ¿qué va en su lugar?

- Nada. ¿Por qué ha de ir algo? Esta es la época de las comunicaciones globales en tiempo real. Yo puedo estar comunicándome ahora mismo, es más, lo hago, con un colega de Hong Kong y otro de Sao Paulo y todo para coordinar acciones del movimento que es movimiento pero que está fragmentado en multitud de entes que se interrelacionan en ese mundo virtual que coexiste con el real en forma de red.

- Un movimiento que es una malla que envuelve el planeta. No creas que me cueste imaginarlo. Lo entiendo muy bien; yo vivo en él, aunque no me considero parte de movimiento alguno. Lo veo funcionando en los espacios sociales virtuales cuando de pronto aparece uno en la pantalla diciendo que se ha hecho seguidor de la doctrina del Satyagraha de gandhi y que hace el número cientocincuentaysietemil. A veces me apunto a alguna de esas cosas. Apuntarme y ya está, no creas. No vuelvo a oír hablar de ello. Pero, además de moverse, el movimiento se mueve en una dirección con un propósito. ¿Cuáles son las del movimiento de alterglobalización, por ejemplo?

- No lo sé. Creo que no lo sabe nadie. Andamos buscando, pedimos cosas razonables como la tasa universal sobre transferencia de capitales o la práctica del comercio justo, aunque no tenemos una idea clara de cómo se pondrían en práctica. Algunas cosas son más etéreas pero no menos importantes. Por ejemplo, hay que someter el capital a control democrático, o sea el cascabel al gato. Pero, en todo caso, te juro que la claridad o practicabilidad de los objetivos del movimiento no son la razón por la que uno se implica en estas cosas, al extremo de desplazarse a otra ciudad unos días para asistir a una manifa alterglobalizadora o un boicot de algún tipo.

- Que es lo que haces tú.

- Bueno, sí, y lo que me propongo hacer ahora. Por eso quiero el año libre. Para vivir la vida cotidiana según las convicciones que compartimos en el movimiento.

Así que era eso. Me había costado varios días y un viaje a Melilla con escala a la vuelta en Jerez de la Frontera pero al final me había enterado del motivo de Eugenio para querer interrumpir los estudios que tan nervioso tenía a Daniel. Hicimos alto en Puerto Lápice para estirar las piernas y comer un bocado.

- O sea, que quieres suspender un año los estudios para llevar vida de altermundista, quizá hacerte de alguna ONG...

- Quizá, sí, no es seguro; pero sí, eso es.

- ¿Puedo contárselo a tu padre así mismo?

- No, si él lo sabe. Lo que sucede es que no lo entiende, que no es igual y por eso te ha embarcado a ti en la operación.

Me dejó un poco perplejo, pensando mientras comía una paella grasienta que había pedido en maldita la hora. Eugenio, entretanto, había vuelto al caso de Hamilton e Ivvy y seguía hablando de los problemas de convivencia multicultural en nuestras sociedades, sobre todo en las poblaciones pequeñas en que todo el mundo se conoce. El mestizaje es complicado. Porque uno está acostumbrado a que un cruce de calles de la capital de España o de algunas de sus grandes ciudades, como Barcelona sea una concurrida y abigarrada mezcla de colores, atuendos, acentos y lenguas, pero ya no es tan frecuente que eso mismo se dé un poblaciones más reducidas, como Torrelaguna, por ejemplo, en donde conviven chinos, suramericanos y moros con los españoles y todos siguen conociéndose.

Apenas lo escuchaba porque pensaba en la conversación que tendría con Daniel. Así que, decidido a poner término a la tarea, hice una seña a Eugenio, me levanté de la mesa y marqué el móvil de Daniel que no podía hablar porque iba conduciendo pero que puso el manos libres y me preguntó que cómo iba todo, que en dónde estaba y qué había pasado con Eugenio. Le dije que su hijo quería pasar un año haciendo de alterglobalizador y que me había dicho que él ya lo sabía. Dijo que sí pero que no se lo creía y que quería averiguar si era en serio.

- Me ha dicho que tú no lo entendías.

- Pues claro que lo entiendo. Lo que quería saber es si era una excusa para otra cosa, si me estaba diciendo la verdad que con los chicos nunca se sabe.

Es verdad, nunca se sabe por qué hacen los hijos las cosas que hacen. Cuando regresé a la mesa, Eugenio estaba en el postre.

- ¿Estáis ya de acuerdo las dos autoridades paternas? ¿Cuento con vuestra aprobación?

La verdad es que me lo había pasado bien con Eugenio y que aquel absurdo viaje de ida y vuelta a Melilla había resultado agradable. Me gustaba el chaval porque era franco, directo y nada tonto con puntos de vista muy agudos que con mucha frecuencia me pillaban con el pie cambiado y haciéndome defender cosas con las que en realidad no estaba de acuerdo. Una verdadera experiencia, como si estuviera uno poniéndose a prueba en cada instante. Habíamos hablado de muchísimas cosas, de mayor o menor fuste, por supuesto mucho sobre emigración y también sobre la juventud, los amores, los planes en la vida, el Derecho como vocación, las varias corrupciones del tiempo, El Rojo y el negro, que ya estaba acabando, con Julien Sorel camino del cadalso, la vida de familia, el orden mundial, la justicia, los recuerdos, la mentira, etc. Al hacer el balance final de los temas de conversación me sorprendió con uno que no me esperaba. Quería saber cómo nos habíamos conocido su padre y yo y qué tal nos llevábamos. Si, su padre se lo había contado alguna vez pero ahora quería oír mi versión. Eso me llevó a recordar los tiempos del servicio militar. Le dije que la mili es el tema que prefieren los mayores para aburrir a los jóvenes pero me contestó que no me importara, que escucharía con dedicación.

Lo primero que había que explicar era el servicio militar obligatorio porque, desde que el ejército es voluntario, aquel ya no era algo tan universalmente conocido en la sociedad. Cuesta hoy entender qué significaba que el Estado tuviera a varios miles de reclutas en un campamente de instrucción enseñándoles a desfilar gallardamente, saludar a la bandera con corrección militar, limpiar el correaje, las cartucheras y el arma que te hubiera correspondido para que brillaran como los chorros del oro, hacer marchas kilométricas, correr a paso ligero por la explanada, etc. Era la iniciación a la vida castrense. Daniel y yo no nos habíamos conocido en el Campamento de instrucción sino en el cuartel que nos había tocado después de la jura de bandera, un regimiento de carros de combate en las afueras de Madrid, a la altura de Campamento, en la carretera de Extremadura. Aquello era otro mundo.

Así que enfilamos el último tramo de carretera hacia Madrid hablando del ejército.

(Continuara).

(La imagen es una viñeta de Aubrey Beardsley, 1894).

dissabte, 24 de gener del 2009

El desempleo en españa.

Si alguna vez se hizo un cartel electoral que había de resultar inoportuno fue ésta. El señor Rodríguez Zapatero muere por la boca, como el pez. Su "pleno empleo" deja chiquita la baladronada de Felipe González de crear ochocientos mil puestos de trabajo cuando al final de la legislatura se habían destruido cuatrocientos mil. Algo parecido a lo que ha ocurrido esta vez con el señor Rodríguez Zapatero que empezó hablando del pleno empleo y puede terminar su mandato en pleno desempleo. Los socialistas parecen fallar en este punto tan delicado y peligroso.

Es verdad, cual no se cansa de repetir el señor Rodríguez Zapatero, que la crisis es general, es global. Ciertamente pero al mismo tiempo la tasa de paro española es la más alta de todas las de los países desarrollados; es el doble de la media europea y el doble de la de los Estados Unidos. Es verdad que esto tampoco es de hoy y que un diferencial positivo de la tasa de desempleo en España es fenómeno crónico. La cuestión radica en averiguar por qué pasa eso en España y la respuesta viene dada en lo que acabamos decir: porque es el menos desarrollado de los desarrollados y si es que se le puede considerar "desarrollado" en sentido estricto algo así como lo que sucede con Irlanda.

Da la impresión de que el presidente no acaba de comprender el problema. Se nota cuando dice muy orgulloso que somos la octava economía del mundo sólo porque nuestra renta por habitante ha superado a la italiana. Pero eso no quiere decir que nuestro país esté más desarrollado que Italia; quiere decir que ha crecido más. Crecimiento y desarrollo no son lo mismo. Así que como el país no es una sociedad desarrollada en el sentido del crecimiento armónico de todas sus partes, sino más como una sociedad que experimenta fuertes crecimientos en un modelo de producción muy especializado en dos sectores, construcción y turismo y cuando estos sectores se contraen los otros no pueden absorber el excedente porque están sin desarrollar. De ahí que, como se dice, España hace lo que los demás pero exagerando: cuando se crece, crece más que nadie y cuando se decrece, se contrae más que nadie.

De lo anterior se sigue que las políticas contra la crisis que elabore el Gobierno tienen que ir dirigidas a los sectores de la producción que están menos desarrollados y que, por lo tanto, tengan mayor potencial de crecimiento y puede además condicionarlas a que los gobiernos que las reciban las distribuyan bien y con hilo ecologista de oro cosa que no está nada garantizada.

Sostenella, no enmendalla.

El diario francés conservador Le Figaro trae hoy una entrevista con el señor Aznar en la que éste exhibe esa actitud tan suya de pronunciarse de modo tajante sobre asuntos sobre los que nadie lo hace y en oposición al sentir mayoritario, prácticamente unánime con lo que la posición es la del entrevistado y nadie más. Así, la culpa de la actual crisis no es del liberalismo sino del fracaso de los mecanismos de regulación y de intervención del Estado en un sector que ya está muy regulado, el sistema bancario. Es decir, la crisis se debe al exceso de intervencionismo o, por decirlo más a lo señor Aznar al intervencionismo a secas, ya que todo intervencionismo por definición es excesivo.

Y cuando se le pregunta qué propone él para remediar tan lamentable situación dice: "Estamos obligados a salvar los bancos porque no hay economía que resista sin un sistema financiero sólido. Pero sobre todo (o sea, lo más importante) hay que hacer reformas económicas. Más flexibilidad y libertad en la economía (lo que debe leerse como despido libre) menos impuestos, menos gastos (especialmente los sociales). Más estabilidad presupuestarioa y menos intervención del Estado". (Los paréntesis son míos). O sea menos intervención del Estado una vez que haya salvado a los bancos.

Cuando el periodista le hace ver que eso es lo contrario de lo que están haciendo los Estados europeos contesta el señor Aznar que ya lo sabe y que por eso saldrán más tarde de la crisis mientras que los EEUU, que son mucho más flexibles, saldrán antes. Al parecer el señor Aznar no se ha enterado de que los Estados Unidos están haciendo lo mismo que los europeos y que en este momento el Estado gestiona ya o interviene directamente en buena parte del sistema financiero.

Creo que estos despropósitos periódicos aznarinos son parte de la sal de la vida pública española. Deberían nombrar al ex-presidente patrono del esforzado columnista que suele tener tema sólo con escucharlo un par de minutos.

(La imagen es una foto de Dr Case, con licencia de Creative Commons).