A propósito del autobús ateo dice Monseñor Rouco Varela, prelado ultramontano que preside la Conferencia Episcopal Española, que utilizar el espacio público "para hablar mal de los creyentes es un abuso que condiciona injustamente el ejercicio de la libertad religiosa". No puede evitarlo: cada vez que abre la boca miente. Los autobuses no hablan mal de nadie sino que se limitan a decir con gran prudencia y tacto que "Dios probablemente no existe". Eso no es hablar mal de nadie, ni siquiera de Dios, así que el cardenal, repito, miente, cosa que tiene estrictamente prohibida por la ley que dice profesar. Y hay más: los autobuses son espacio público que usan los anunciantes pagando. ¿Cuánto y a quién paga la Iglesia Católica por llenar las calles con sus procesiones religiosas o sus vocingleras manifestaciones políticas cuando quiere? Manifestaciones que ocupan el espacio público y en donde ya lo creo que se habla mal de mucha gente: del Gobierno sin ir más lejos a quien este mentiroso compulsivo acusaba hace poco de atentar contra los derechos humanos sin una sola prueba. ¿Cuánto y a quién pagan los curas que tañen las campanas de sus iglesias cuando les peta invadiendo el espacio público, el silencio público y la tranquilidad de los ciudadanos?
Es irritante la caradura de esta gente.
(La imagen es una foto de mermadon, con licencia de Creative Commons).