¡Qué espectáculo el de ese foro abierto del PP durante el finde! Un verdadero psicodrama que hubiera hecho las delicias de Jacob Moreno. Mientras los elementos bramaban en el exterior con vientos huracanados que embravecían la mar, quebraban árboles y derribaban edificios, los elementos internos, las pasiones, rugían con no menor fuerza en el cónclave conservador. Quien haya contemplado el saludo y recíproca sonrisa que se dedicaron la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) y el alcalde de la capital habrá sentido el hálito gélido del odio, entrevisto el frío fulgor de las dagas, el ansia ominosa de la venganza. Los que cuarenta y ocho horas antes se acusaron en público de cometer delitos y se retaron ante los tribunales se sonrieron, se abrazaron, se besaron, se dijeron secretillos al oído y se sobaron bajo la mirada vacía e indecisa del líder nacional de su partido que no sabe cómo manejarse en esta pendencia de poderosos segundones, verdaderos sátrapas en sus respectivas jurisdicciones.
Finalmente la foto de la primera fila quedó para definitivo encuadre: el señor Ruiz Gallardon, el señor Rajoy, la señora De Cospedal y la señora Aguirre, todos ellos asistentes a un espectáculo que no les interesaba nada y concentrados en la sorda batalla que a estas horas tiene al PP de Madrid y el de toda España ensimismado y sin capacidad de respuesta.
El periódico que destapó el escándalo del espionaje político, El País, el órgano del infame felipismo-polanquismo-zapaterismo, siguió atizando la hoguera demostrando que el señor Rajoy ya estaba al tanto de las actividades de espionaje en la CAM desde ¡mayo de 2008! pero que, siguiendo inveterada costumbre, no hizo nada. Hoy mismo, el infame panfleto progresociata, empeñado en ocultar los fracasos del Gobierno, trae sabrosa información sobre qué exactamente hurtaron los espías que no existen del despacho de la CAM en el que no estuvieron: un dossier comprometedor para el consejero señor Granados que no tiene espías a sus órdenes ni jamás ordenó a nadie allanar despacho alguno en busca de información. Y el que lo afirme se verá en los tribunales, claro que sí. Que esa es la línea de defensa de los sospechosos de haber organizado un servicio de espionaje ilegal y haberse beneficiado de él: negarlo todo contra viento, marea... y pruebas y más pruebas.
La señora Aguirre entró dicharachera en el cónclave del PP bromeando con sus compañeros de partido y preguntándoles si no los había espiado "con lo todopoderoso que eres". Pues ella sabrá. Hay bromas que muestran poca lucidez. Sus aguerridas (nunca mejor dicho) huestes pasaron por la brecha, sobre todo ese inefable consejero de Sanidad, señor Güemes, cuya habilidad para repatear el estómago del noventa y nueve por ciento del personal con sus actitudes, expresiones y sonrisas es proverbial, saltó agresivo, como acostumbra, negándolo todo, poniendo en cuestión el crédito de El País y el del periodista, señor Mercado, responsable de la información y a quien espero que sus jefes hayan protegido suficientemente a la vista de cómo las gasta la pandilla sobre la que informa.
Bueno, sobra toda narrativa articulada: espionaje, seguimientos, cámaras ocultas, informes secretos, allanamientos de despachos, sustracción de bienes públicos, incendios de coches de extraña titularidad, dossiers, presiones, destituciones, sobornos, tamayazos... ¿Qué gente está al mando en la CAM?
Ayer mismo, en su discurso de clausura del florentino evento, el señor Rajoy se comprometió a conservar la unidad del PP "pase lo que pase". Que no lo diga muy alto porque se puede encontrar que lo que pase sea su pase a la reserva.
(La imagen es una foto de Whiskeygonebad, con licencia de Creative Commons).