dimecres, 28 de gener del 2009

Todos contra todos o ¿por qué no se van ya?

¿Hay alguien en el PP que no espíe o sea espiado o ambas cosas a la vez? Según revela hoy El País, la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) no alberga(ba) solamente una organización de espionaje sino... ¡tres!, mal avenidas entre sí y dedicadas la mayor parte del tiempo, al parecer, a vigilarse recíprocamente, sin perjuicio de otras chapucillas de seguimientos por los recovecos orgánicos del partido conservador. Y, por cierto, por lo que se lee en las informaciones, nutridas de verdaderos desechos de tienta en esto del espionaje.

Según van conociéndose los hechos de esta astracanada detectivesca que más que género negro parece marrón, las actitudes, ayer arrogantes, desafiantes y un pelín chulescas de los responsables políticos, van tornándose hacia la preocupación, el sobresalto y hasta el sollozo. ¿Pues no dice doña Esperanza Aguirre ahora que es una víctima y que políticamente van por ella? Lástima que esta aseveración merezca el mismo crédito que el monstruo del lago Ness. La victimaria que jalonó su carrera de víctimas reales, la que aniquiló a los sociatas en la CAM mediante el tamayazo, la que truncó sin piedad las ingenuas aspiraciones del señor Gallardón en repetidas ocasiones, la que ha tenido al señor Rajoy en una jaculatoria perpetua, la que se enfrenta al Gobierno de España día sí, día no, la que ha entrado a saco en el patrimonio colectivo de los madrileños privatizando en beneficio de los leales ¿dice ahora que es una víctima? ¿Espera que alguien la crea?

Seguramente alguno habrá. Sin ir más lejos, sus leales medios de comunicación a los que ha faltado tiempo para desenterrar otras actividades de espionaje en otros ámbitos del PP con encomiable sentido de la justicia distributiva. Así, Intereconomía, empresa privada de propaganda neocon en Madrid, afirma que el Alcalde de la capital tiene un servicio de inteligencia idéntico al de la comunidad.

Según El Mundo, quien se ha dedicado a espiar en Madrid ha sido la sede central del partido en la calle Génova y en concreto otro personaje verdaderamente pintoresco que emerge ahora de las sombras, fue tesorero del PP, según propia confesión "policía honorario" (¿qué diablos es eso?) y mano derecha de don Mariano Rajoy. Mira tú por dónde entramos en un brumoso y opaco lío que es el territorio en que gusta moverse El Mundo con alguaciles alguacilados, terroristas aterrorizados y espías espiados

Tiempo ha faltado al popular locutor de la COPE para adjudicar al hipotético chiringuito de espionaje de la calle Génova la siniestra condición jurídica de checa. Sí señor, a las cosas por su nombre y para qué andarse con pamplinas y rodeos. La tímida "Maricomplejines" resultó ser un cruce de los siniestros Beria y Vichinsky en cosa de horas por necesidades del guión. Y los oyentes, por cierto, a cambiar el chip al paso de la oca.

El mismo celebérrimo locutor en nómina del obispado acusa a un antiguo consejero de la CAM y actual fiel del señor Rajoy, el señor Alfredo Prada, un espiado más que denuncia o un denunciante más que espía, pues ya me pierdo en la madeja, lo acusa, digo, de haber tramado la muerte de la señora Aguirre y el señor Rajoy en un accidente de helicóptero cuando era responsable de seguridad de la CAM. No parece muy verosímil que el tal señor Prada tratara de deshacerse de una tacada de su jefa entonces y quien sería su jefe posterior pero lo que se me hace seguro es que el señor locutor va a encontrarse con otra querella por injurias y calumnias con lo que es probable que acabe pasando más tiempo en los tribunales que ante el micrófono.

No se dirá que este asunto no tenga un tufo indiscutiblemente español por lo liado, incomprensible, cutre, chapuza y de verdaderos besugos. Muchos, yo mismo en un principio, empezaron recordando el caso Watergate. Nequáquam: esto es el espionaje de Puerto Hurraco. En un típico ataque de demencia los protagonistas han decidido poner en marcha a todo trapo el aspersor du mot de Cambronne y ninguno de ellos va salir sin pringue.

En cuanto al impacto en la vida política española a dos meses de dos importantes elecciones autonómicas, no hace falta extenderse: cuando este nido de grillos venenosos, de conmilitones caníbales, de camaradas cainitas, de espías, contraespías, mentirosos, trapaceiros y vendechufas quiera haber arreglado algo del desastre tendrá encima las elecciones en las que se va a dar una castaña de campeonato. Y una recastaña en las europeas de junio. Para entonces la dirección del PP estará en almoneda y con todas las opciones abiertas, incluida la del intento de retorno del señor Aznar al que se opondrán a dentelladas los mismos que hoy lo llaman con la boca chica.

Esto promete.

(La imagen es una foto de pt, con licencia de Creative Commons).

Mal vamos.

Signo de los tiempos: en la blogosfera nada permanece, todo cambia, muta, se transforma, perece, resurge como el ave Fénix, se funde, se escinde, desaparece. Y con la crisis general, más y a más velocidad si cabe. Según parece, Yahoo! ha entrado en barrena con pérdidas de cientos de millones de dólares en los últimos meses. No fraguó su venta a Microsoft y ahora a saber qué será de este buscador y, con el buscador, la dirección de correo de muchos de nosotros. La mía es de Yahoo! desde el principio, desde los primeros años 90. Y me costará un disgusto tener que cambiar si las cosas llegaran a tan feo extremo: escribir cartas a mis contactos avisando de la nueva dirección, dejar de recibir los cientos de spams diarios que me llegan ahora, nuevos procedimientos y protocolos. En fin. No es muy grave porque, como cada quisque, también tengo cuentas en hotmail y google. Pero he sido siempre muy leal a Yahoo! entre otras cosas porque desde el principio me hizo gracia el nombre que venía a demostrar cómo las nuevas tecnologías no están reñidas con la cultura humanista y el buen gusto literario. Como todo lector de Las viajes de Gulliver sabe yahoo es el nombre que los sabios caballos del Viaje al país de los Houyhnhnms dan a los hombres en su aspecto más vil, salvaje, brutal y deforme.

dimarts, 27 de gener del 2009

Zapatero: preguntas y respuestas.

Mi amigo Carlos, quien me honra visitándome con asiduidad, suele decir que coincide casi siempre conmigo pero no en las valoraciones que hacemos de las comparecencias del señor Rodríguez Zapatero pues parece que hayamos visto comparecencias distintas. Veamos si nos sucede lo mismo con ésta.

En primer lugar hay que aplaudir que el presidente del Gobierno haya acudido al programa de Milá en la situación que estamos viviendo. Eso se llama "dar la cara", como él mismo dijo en un par de ocasiones. Sobre todo si es cierto que, como dijo Félix Monteira, director de Público, en el subsiguiente programa de 59 segundos, el señor Rajoy, invitado a acudir asimismo a otra sesión del Tengo una pregunta para usted antes o después de la del presidente del Gobierno, declinó la invitación hasta después de las elecciones. Gustará más, gustará menos, pero eso prueba que unos dan la cara y otros, no.

Continuemos: dio la cara con una sonrisa, tratando correctamente a todo el mundo (sigue tuteando al personal, cosa que no me gusta nada), siendo conciso y escueto en las respuestas y sobre todo, pertinente, manejando cifras y datos aunque sin agobiar.

Escuché a algunos directores de diarios en 59 segundos diciendo que habían visto a un ZP amilanado, agotado, sin fuelle, sin fondo, sin respuestas. Sobre todo el señor Marhuenda, director de La Razón y estrecho colaborador del señor Rajoy en una de sus etapas ministeriales. Estos señores no hablaban del programa real sino del que les hubiera gustado ver. No merece la pena seguir con ellos.

En un primer momento todas las preguntas giraron en torno a la crisis y el paro con una importante dosis de "solucióneme usted lo mío, señor Presidente". El señor Rodríguez Zapatero contestó de modo claro, explicó las causas y los rasgos de la crisis actual, las medidas que el Gobierno ha ido tomando pari passu con otros gobiernos occidentales. Y sobre todo llevaba muy bien aprendido el marco (frame) que quería colocar: el discurso optimista, de fe y confianza en el país, en la sociedad, en la capacidad de la gente. Eso lo bordó y se ganó al auditorio, incluidos los recalcitrantes, algunos de los que llevaban preguntas que hubiera podido formular la COPE.

Donde estuvo menos convincente, a mi juicio, fue en el intento de exculparse por haber seguido hablando de "ralentización" cuando la crisis asomaba su feo hocico en el horizonte. Pero es comprensible: todos tardamos en admitir la malas noticias. Y conste que lo digo tras haberme pasado varios meses entre diciembre de 2007 y abril de 2008 diciendo que parecía mentira que el gobierno no quisiera admitir que había una crisis como al final tuvo que hacer. Lo que sucede es que, al margen de la satisfacción que, al parecer, produce meter el dedo en el ojo a la gente, no se ve en qué hubiera mejorado nuestra situación si el Gobierno hubiera aceptado antes la hipótesis de la crisis porque no sabiendo por entonces cuáles eran sus rasgos específicos tampoco hubiera podido tomar medidas acertadas; lo que no quiere decir que éstas lo sean.

Hubo respuestas en que estuvo francamente bien. Por ejemplo la que dio a la pregunta, que llevaba el veneno evidente de ser pregunta obligada en los argumentarios de la derecha, sobre por qué no se levantó al paso de la bandera gringa en el desfile de 2002. Una respuesta estupenda que devolvió la pelota al campo de los fariseos de la bandera al decir que no era a ésta a la que objetaba sino a la guerra del Irak. Que era, es y seguirá siendo por los siglos de los siglos un crimen, una canallada y, además, una colosal metedura de pata.

Fue rápido, hábil y convincente en las preguntas sobre la inserción laboral de los discapacitados, el problema educativo y el abandono escolar, el mayor error que haya cometido en su mandato y sobre todo en materia de violencia de género, impago de pensiones de alimentos y otras cuestiones relativas a la igualdad/desigualdad. Sus respuestas fueron certeras y con datos firmes. En materia de igualdad de género, en la que su Gobierno ha hecho avances espectaculares, se le veía en su salsa.

Comentario aparte merecen las dos preguntas sobre el aborto. Ciertamente, el presidente respondió bien y salió muy airoso porque su posición es clara, profemenina y sin las habituales ambigüedades en este territorio. Ahora bien, ¿qué diantres pintaba un cura allí? Eso es lo que demuestra que la mentalidad carcunda sigue anidada en nuestra sociedad, incluida RTVE, porque si se excluye expresamente a gentes de partidos o que tengan una posición pública que obligue a pronunciamientos en un sentido u otro, ¿acaso la muy combativa y militante iglesia católica española no es el equivalente a un partido? Yo creo que es más que un partido pues la tengo por una secta pero no voy a discutir ahora por eso. ¿No podía haberse recurrido -si se quería guardar equidistancia en este delicado asunto- a un seglar antiabortista? En fin, un baldón sobre el programa.

Donde el presidente se pilló obviamente los dedos fue en la pregunta sobre las ventas de armas a países que no respetan los derechos humanos. El preguntador, que lo hizo muy bien, no le dejó escabullirse y lo acusó de hipocresía, puso de manifiesto el doble juego del gobierno socialista y el señor Rodríguez Zapatero, no pudiendo ser tan directo, franco y convincente como en las otras ocasiones tuvo que hacer un burdo cambio de marco pasando de la venta de armas a las tareas humanitarias de nuestras tropas en el extrajero que no venía a cuento ni nadie había discutido.

En resumen, fue una buena hora y media de programa que no se hizo larga en modo alguno. Todos han adquirido muchas tablas: el presidente desde luego que estuvo tranquilo, comedido y afirmativo y consiguió colocar el mensaje que llevaba. Pero también ha mejorado mucho el público: las preguntas bien formuladas, sin aquellos lamentables espectáculos de nervios, incisivas y claras. Por estar mejor hasta lo estuvo también el señor Milá, mucho menos admonitorio y, por lo tanto plasta, que otras veces. Cuando vaya el señor Rajoy, si se atreve a ir, lo tendrá difícil.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

Las mentiras de Monseñor.

A propósito del autobús ateo dice Monseñor Rouco Varela, prelado ultramontano que preside la Conferencia Episcopal Española, que utilizar el espacio público "para hablar mal de los creyentes es un abuso que condiciona injustamente el ejercicio de la libertad religiosa". No puede evitarlo: cada vez que abre la boca miente. Los autobuses no hablan mal de nadie sino que se limitan a decir con gran prudencia y tacto que "Dios probablemente no existe". Eso no es hablar mal de nadie, ni siquiera de Dios, así que el cardenal, repito, miente, cosa que tiene estrictamente prohibida por la ley que dice profesar. Y hay más: los autobuses son espacio público que usan los anunciantes pagando. ¿Cuánto y a quién paga la Iglesia Católica por llenar las calles con sus procesiones religiosas o sus vocingleras manifestaciones políticas cuando quiere? Manifestaciones que ocupan el espacio público y en donde ya lo creo que se habla mal de mucha gente: del Gobierno sin ir más lejos a quien este mentiroso compulsivo acusaba hace poco de atentar contra los derechos humanos sin una sola prueba. ¿Cuánto y a quién pagan los curas que tañen las campanas de sus iglesias cuando les peta invadiendo el espacio público, el silencio público y la tranquilidad de los ciudadanos?

Es irritante la caradura de esta gente.

(La imagen es una foto de mermadon, con licencia de Creative Commons).

El machismo del Cavaliere.

Comprendo perfectamente la desesperación de mis amigos italianos. Si el presidente del Gobierno de mi país anduviera por ahí diciendo las sinsorgadas machistas y casposas que suelta il signore Berlusconi me declararía apátrida. A propósito de un caso de violencia de género dice il Cavaliere que deberíamos tener tantos soldados como chicas guapas. Carece uno de palabras para calificar a un menda así que da por supuesto que el hecho de ser una "chica guapa" te convierte en objeto de protección porque, claro es, los italianos son muy bravos. ¿Se puede ser más majadero? Es la mentalidad de: "Van provocando", "en el fondo les gusta", "qué más quisieras tú, guapa" propias de comisaría de tercera.

(La imagen es una foto de rogimmi, con licencia de Creative Commons).

dilluns, 26 de gener del 2009

Desde Madrid con amor.

¡Qué espectáculo el de ese foro abierto del PP durante el finde! Un verdadero psicodrama que hubiera hecho las delicias de Jacob Moreno. Mientras los elementos bramaban en el exterior con vientos huracanados que embravecían la mar, quebraban árboles y derribaban edificios, los elementos internos, las pasiones, rugían con no menor fuerza en el cónclave conservador. Quien haya contemplado el saludo y recíproca sonrisa que se dedicaron la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) y el alcalde de la capital habrá sentido el hálito gélido del odio, entrevisto el frío fulgor de las dagas, el ansia ominosa de la venganza. Los que cuarenta y ocho horas antes se acusaron en público de cometer delitos y se retaron ante los tribunales se sonrieron, se abrazaron, se besaron, se dijeron secretillos al oído y se sobaron bajo la mirada vacía e indecisa del líder nacional de su partido que no sabe cómo manejarse en esta pendencia de poderosos segundones, verdaderos sátrapas en sus respectivas jurisdicciones.

Finalmente la foto de la primera fila quedó para definitivo encuadre: el señor Ruiz Gallardon, el señor Rajoy, la señora De Cospedal y la señora Aguirre, todos ellos asistentes a un espectáculo que no les interesaba nada y concentrados en la sorda batalla que a estas horas tiene al PP de Madrid y el de toda España ensimismado y sin capacidad de respuesta.

El periódico que destapó el escándalo del espionaje político, El País, el órgano del infame felipismo-polanquismo-zapaterismo, siguió atizando la hoguera demostrando que el señor Rajoy ya estaba al tanto de las actividades de espionaje en la CAM desde ¡mayo de 2008! pero que, siguiendo inveterada costumbre, no hizo nada. Hoy mismo, el infame panfleto progresociata, empeñado en ocultar los fracasos del Gobierno, trae sabrosa información sobre qué exactamente hurtaron los espías que no existen del despacho de la CAM en el que no estuvieron: un dossier comprometedor para el consejero señor Granados que no tiene espías a sus órdenes ni jamás ordenó a nadie allanar despacho alguno en busca de información. Y el que lo afirme se verá en los tribunales, claro que sí. Que esa es la línea de defensa de los sospechosos de haber organizado un servicio de espionaje ilegal y haberse beneficiado de él: negarlo todo contra viento, marea... y pruebas y más pruebas.

La señora Aguirre entró dicharachera en el cónclave del PP bromeando con sus compañeros de partido y preguntándoles si no los había espiado "con lo todopoderoso que eres". Pues ella sabrá. Hay bromas que muestran poca lucidez. Sus aguerridas (nunca mejor dicho) huestes pasaron por la brecha, sobre todo ese inefable consejero de Sanidad, señor Güemes, cuya habilidad para repatear el estómago del noventa y nueve por ciento del personal con sus actitudes, expresiones y sonrisas es proverbial, saltó agresivo, como acostumbra, negándolo todo, poniendo en cuestión el crédito de El País y el del periodista, señor Mercado, responsable de la información y a quien espero que sus jefes hayan protegido suficientemente a la vista de cómo las gasta la pandilla sobre la que informa.

Bueno, sobra toda narrativa articulada: espionaje, seguimientos, cámaras ocultas, informes secretos, allanamientos de despachos, sustracción de bienes públicos, incendios de coches de extraña titularidad, dossiers, presiones, destituciones, sobornos, tamayazos... ¿Qué gente está al mando en la CAM?

Ayer mismo, en su discurso de clausura del florentino evento, el señor Rajoy se comprometió a conservar la unidad del PP "pase lo que pase". Que no lo diga muy alto porque se puede encontrar que lo que pase sea su pase a la reserva.

(La imagen es una foto de Whiskeygonebad, con licencia de Creative Commons).

El referéndum de Bolivia.

El 19 de diciembre de 2007 subí un comentario sobre el proyecto de Constitución que acababa de aprobar el Parlamento boliviano titulado Las dos Bolivias así que ahora puedo ahorrarme reiterarlo y vale con que resuma diciendo que la Constitución que ayer se aprobó en referéndum en el país andino es una de las las más avanzadas y radicales del mundo, si no la que más, amén de las más luengas, prolijas y normativas. Desconfío del exceso de normatividad y regulación. Normalmente oculta la intención de dejar que la letra sepulte a la letra y nada cambie en la realidad. En este caso puede ser muestra de un intento genuino de hacer justicia a la mayoría de la población boliviana, descendiente de aborígenes y tradicionalmente explotada y preterida. Esa será cuestión que zanje el tiempo. Pero habrá dificultades.

El texto consagra la oficialidad del español y treinta y seis lenguas indígenas en sus correspondientes territorios. Más lenguas que en Europa. Se me hace difícil ver cómo funcionará la administración del Estado en esta Babel. El de las lenguas es uno de los rasgos sobresalientes de las dificultades del nuevo ordenamiento constitucional. En lo básico éste consagra una descentralización territorial considerable con otra de carácter lingüístico-cultural pues reconoce los ordenamientos jurídicos indígenas consuetudinarios en el general boliviano manteniendo la autonomía de los primeros e integrándolos en la jerarquía de la administración de justicia hasta llegar al Tribunal Constitucional que estará compuesto paritariamente por magistrados de la administración ordinaria y los de la jurisdicción indígena campesina. Traza, pues, la Constitución un mosaico complicado de relaciones territoriales y culturales que se parece a la planta actual de Bélgica pero más enrevesada.

En todo caso, es la Constitución más progresista en la actualidad. Su parte declarativa en materia de derechos casi parece salida de un laboratorio del pensamiento más avanzado pues reconoce los de los indígenas, los discapacitados, etc y se amplía de los políticos, económicos y sociales a los culturales y medioambientales. Asimismo reconoce derechos colectivos a las comunidades indígenas.

En la entrada del 19 de diciembre de 2007 señalaba que una Constitución tan avanzada debería ser aprobada con sustanciosa mayoría. Desde entonces, como se sabe, Bolivia ha vivido momentos tumultuosos, con amenaza incluso de secesión de los departamentos orientales, los ricos en los que se concentra la oligarquía pero, al final, el referéndum se ha celebrado y, en el momento de redactar estas líneas, los sondeos dan una victoria del 60 por ciento en todo el país lo que probablemente quiere decir que será mayor en los departamentos occidentales de mayoría indígena que en los orientales. Lógico, además, si se tiene en cuenta que, con la Constitución también se ha aprobado una medida histórica que reduce la extensión máxima de los latifundios de las actuales 10.000 Ha. a 5.000, cosa que no gusta nada en la oligarquía.

Es decir, de hecho, la Constitución divide al país en dos y no es un buen comienzo. Pero ¿quién ha dicho que las causas justas tengan comienzos fáciles?

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, con licencia de Creative Commons).

Los arcanos del poder.

Interesante trabajo el último que publica el conocido ensayista José Antonio Marina (La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación, Anagrama, Barcelona, 2008, 229 págs.) sobre un asunto complicado y peliagudo como es el concepto del poder cuyo examen satisfactorio requiere una perspectiva pluridisciplinar en la que se cruzan los enfoques filosóficos, jurídicos, politológicos, sociales, económicos e históricos, cuando menos. El de Marina es predominantemente filosófico pero no ignora que también es de utilidad aquí el psicológico por cuanto su concepción del poder, coincidente en cierto modo con la de Foucault, lo rastrea en todos los ámbitos del quehacer humano si bien él se propone tratarlo sólo en el aspecto social.

El análisis filosófico es muy sugestivo, aunque no me parezca que esté bien estructurado, y viene apuntalado con amplio recurso a citas de autoridad, señalando cuál es el ámbito preferente de estudio del autor. Los otros enfoques están más débilmente argumentados, el jurídico es casi inexistente, salvo una referencia a la dualidad poder constituyente/poder constituido, por cierto asimilada a la espinoziana entre natura naturans y natura naturata, y otra a la Grundnorm kelseniana y lo mismo sucede con el económico-organizativo, tratado en un capítulo sobre la empresa.

Inicia Marina su discurso recordando su teoría de los tres deseos que mueven al ser humano: el de bienestar, el de vinculación social y el de afirmación del poder del yo (p. 22). Esto lo lleva a afirmar que el estudio del poder es una travesía de la biología a la ética con tres grandes "saltos de fase" que son como el programa de su libro: 1º) la inteligencia humana convierte todos los deseos en insaciables, incluido el de poder; 2º) los mecanismos de dominación van haciéndose cada vez más simbólicos; 3º) aparece la necesidad de legitimar el poder (p. 25). Paralela a la idea del poder viene la de control (interesante reflexión sobre la palabra) porque para protegernos del poder no basta con querer abolirlo, cosa que nunca se ha hecho, sino que hay que controlarlo (p. 36), como ya quería Montesquieu para quien estaba claro que sólo el poder puede contrarrestar al poder.

Analiza Marina las relaciones entre el dominador y el dominado con atención especial al matrimonio y las diferencias entre poderes directos (inmediatos) e indirectos (mediatos) en una especie de cratología en la que aparecen los clásicos, Maquiavelo, Hobbes y los intentos de legitimar la guerra (típico poder inmediato y directo) a través de la idea de la "guerra justa", así como la tortura, considerada zona intermedia entre lo directo y lo indirecto. Aquí incluye el autor una consideración sobre el Marqués de Sade con la que coincido plenamente: "La admiración por Sade de intelectuales que lo inciensan como arquetipo de la libertad es uno de los más penosos episodios de la filosofía contemporánea y manifiesta un ramalazo dictatorial en muchos pensadores." (p. 72) . El poder inmediato es una cuestión de hecho. El mediato, como es lógico, utiliza medios entre los que cita Marina el de cambiar los sentimientos de un sujeto o un grupo y el de cambiar las creencias también individuales o colectivas.

El capítulo sobre el cambio de sentimientos está muy bien argumentado, yendo desde los más elementales, como el miedo, del que nos libera el Estado al decir de Spinoza y tambien Hobbes, pasando por los de furia, odio y resentimiento, todos los cuales son políticamente instrumentalizables, hasta llegar a los sentimientos morales, ámbito en el que anida la reflexión de Weber acerca de la obediencia al poder a través del sentido del deber (p. 93). El capítulo sobre los cambios de creencias me parece algo más confuso y tiene que ver con la política como espectáculo, la mitología del poder (consideración un poco a vuelapluma de Napoleón), el nacimiento de la opinión pública y la cuestión del adoctrinamiento (p. 107) todo lo cual no va muy allá.

El cambio de fase que verdaderamente interesa al autor y al que dedica casi la mitad del libro es el que se ocupa de la legitimación del poder y es el núcleo de su razonamiento. Deja constancia por referencia a Weber de la concepción subjetiva de la legitimidad que, como la del precio en la escuela austriaca, dice que es legítimo lo que la gente reputa como legítimo (p. 139). Pero no me queda claro si ello no le parece repudiable porque lo liga a una crítica frontal a la filosofía pomoderna que: "... con su aparente defensa del relativismo, su desprecio a los grandes relatos (incluidos, claro está, los grandes relatos de la emancipación), su amor por el pensamiento débil, acaba siendo la filosofía más apropiada para justificar sistemas totalitarios." (p. 142) Entiendo que las teorías subjetivas incorporan el peligro del totalitarismo del mismo modo que ellas acusan de totalitarias a las teorías objetivas. Se evade Marina de esta peligrosa dualidad objetivo/subjetivo postulando que todas las teorías de legitimación del poder son "ficciones necesarias" y postula lo que llama una "tesis escandalosa" (p. 143) cuando dice que hay una ficción excluyente e irrenunciable a la que llama "ficción constituyente" (p. 144) que, por lo demás, es lo que aporta la teoría clásica del "poder constituyente" al que le ocurre lo que al barón de Münchhausen, a quien Marina trae a colación al comienzo de su último capítulo sobre la "ficción necesaria" (p. 209), que tiene que sacarse a sí mismo del pantano tirándose de sus propios cabellos. Obsérvese, por lo demás, que esto pasa no sólo con la legitimación del poder, sino con todo el quehacer y pensar humano pues es lo mismo que se contiene en la célebre definición kantiana de la Ilustración según la cual el ser humano sale del estado de inmadurez en que se halla valiéndose de sus propias fuerzas.

En su tarea de rastrear los procesos de legitimación del poder, Marina se concentra en tres territorios: las relaciones amorosas, la empresa y el poder político de los que el primero y el tercero me parecen en verdad brillantes. En las relaciones amorosas se pregunta qué ha de haber en ellas para conseguir que no se manifieste el poder que es ubicuo (p. 148). Suena aquí el eco de la famosa definición de Adorno sobre el amor que viene a decir "eres amado sólo allí donde puedes mostrarte débil sin provocar un acto de fuerza". No soy capaz de traducirla más a mi gusto. El original, por si alguien quiere intentarlo, reza: Geliebt wirst du einzig, wo du schwach dich zeigen darfst, ohne Stärke zu provozieren.

Tras pasar revista al poder en la familia, la violencia doméstica, etc, Marina propone lo que llama un Nuevo Modelo de Poder (NMP) basado en cuatro ideas: igualdad basal, relaciones de poder de suma variable, movilidad de las posiciones de poder y aparición de un campo de empoderamiento (p. 168). Confiesa el autor que el término "empoderamiento" no le gusta; a mí tampoco y, además, la traducción de empowerment es "apoderamiento" o "habilitación". Pero el problema con estos términos es que acaba casi siempre consagrándose la acepción más simple (y errónea) movida por la indolencia o la ignorancia. Volviendo a la cuestión de fondo, ese NMP (que me recuerda el New Model Army de Cromwell) adolece a mi entender de un exceso de normativismo bienintencionado: la cosa "relaciones amorosas" y poder irá evolucionando, queramos o no, a medida que las mujeres vayan imponiendo los cambios que son causa y efecto de su habilitación o emancipación histórica. Y saldrá el sol por doquerrá.

El capítulo sobre el poder político condensa y entrelaza los hilos que Marina ha ido tejiendo a lo largo del libro. La democracia es el mejor procedimiento para gestionar el poder porque se ajusta a su NMP (186), aunque se hace eco de algunas quejas sobre el carácter poco satisfactorio de los partidos políticos e incluye una referencia a la cuestión de las listas electorales (p. 187) que no es especialmente oportuna dado que en la multiplicidad de democracias que hay en el mundo se dan listas de todos los tipos y en el libro no se trata solamente de la democracia española. Aborda aquí de nuevo la cuestión de la legitimación del poder y tras avisar del riesgo de la legitimación carismática (que puede derivar hacia monstruosidades como el Führerprinzip o la doctrina del caudillaje, p. 193/194) acomete las otras formas (no las de la clasificación weberiana tradicional), en concreto la doctrina del derecho divino (p. 196) y la de la soberanía, elaborada por Bodino (p. 197), tan insuficientes en su capacidad de fundamentación como los otros conceptos que el autor pone al mismo nivel que el de soberanía si bien se trata de sus titulares, esto es, el Rey, el pueblo y la nación, de los que los dos últimos son construcciones tan arbitrarias como el principio mismo de soberanía de cuya titularidad se invisten (pp. 201-202). El concepto de soberanía implica una paradoja ya señalada por Agamben (p. 205) por cuanto toda Constitución, emanación de un poder constituyente implica una petición de principio que algún teórico reciente, como Antonio Negri, ha equiparado a la teoría del Big Bang, dentro de la más acrisolada tradición de la idea del poder Constituyente que es, en definitiva, el absurdo que llaman los filósofos causa sui y que Schopenhauer relacionaba precisamente con el barón de Münchhausen.

Así concluye Marina su muy interesante indagación: "Se lo diré en plata: la soberanía, como todas las demás ficciones, tiene su origen en un acto de la vluntad creadora, que aparece así como el fundamento último de todo el sistema jurídico y político" (p. 207). Por supuesto, como todo lo humano: ficción necesaria.

diumenge, 25 de gener del 2009

Estado de la limpieza étnica en Palestina.

Ahora que los sionistas han puesto fin momentáneo a sus bombardeos sobre Gaza indefensa; ahora que la "comunidad internacional" ha empezado a hacer lo único que se atreve a hacer: convocar conferencias de donantes para reconstruir lo destruido por los sionistas con cargo a los contribuyentes; ahora que el nuevo presidente de los Estados Unidos ya ha dejado oír su voz de respaldo sin fisuras al derecho de Israel a defenderse, o sea, a masacrar civiles palestinos a mansalva; ahora que prosigue el bloqueo israelí a Gaza, se puede hacer balance de cómo lleva Israel su política a largo plazo de limpieza étnica de Palestina y de despojo de los territorios palestinos. La ilustración es suficientemente significativa y habla por sí sola acerca de cómo los palestinos han perdido prácticamente todo el territorio que venían habitando desde tiempos inmemoriales. La última etapa, correspondiente al año 2000 deja ya claro cual fue el propósito originario de Israel, a qué se ha dedicado todos estos años y qué finalidad perseguía el último ataque a Gaza, planeado minuciosamente hace meses: despojar a los palestinos de las tierras miserables que aún les quedan, encerrarlos en dos o tres campos de concentración (Gaza y los dos en que probablemente partirán Cisjordania en los próximos años: norte y sur). Y todo lo más que permitirán que se erija en esos campos de concentración serán bantustanes, al estilo de los que montaron los racistas sudafricanos del Apatheid. Jamás un Estado palestino independiente y viable.

Para comprender UPD.

Leo que la señora Rosa Díez reparte mandobles en todas direcciones y considera una desgracia que coincidan a la vez el peor Gobierno y la peor oposición. Es un misterio por qué lo considera "una desgracia"; debiera felicitarse por ello puesto que así, llegado el momento, la gente acudirá en masa a votarla a ella y a su formación política que son los únicos que, al parecer, saben qué es lo que hay que hacer.

Yendo ya hacia el año de la legislatura, es razonable reflexionar sobre qué significa la presencia de UPD y de la muy activa señora Díez. Y no es difícil: es la presencia del populismo. Un populismo que empieza por el nombre de la formación, UPD, que rehúye el término "partido". Los partidos son la bicha de los populistas, empeñados siempre en que ellos hablan en nombre del pueblo y no de una miserable facción. Así empezó también el señor Fraga, fundando algo que se llamó "Alianza Popular". Alianza, Unión... la idea es siempre la misma: que no los asimilen a un partido. Aquella Alianza mutó luego en una Coalición Democrática y sólo al final, habiendo aceptado las convenciones democráticas y aferrados al éxito del Partido Popular Europeo, los conservadores admitieron el odiado término. UPD, no. Ellos no son un partido; son la Unión, el Pueblo, el Todo. En fin...

O la Nación. UPD nace como un issue party o partido monotemático: la defensa de la nación española frente a los nacionalismos disgregadores. Es un tema que, en efecto, cuenta con amplio respaldo electoral en España, donde hay cierto hastío ante lo que se ve como quejas, agravios, reclamaciones y atropellos permanentes de aquellos nacionalismo periféricos. Se configura así como un partido nacionalista en defensa del supuestamente agredido pueblo español. Su segunda raíz populista.

Pero ese carácter monotemático no es suficiente para diferenciar a UPD de un mero grupo de presión. Si, como sucede de hecho, funciona como partido, la gente quiere conocer qué piensan UPD y la señora Díez, que es la única que habla, de los demás asuntos que pueblan la vida política. Y aquí es donde de nuevo sale la, tercera, veta populista: el partido se define a contrario de los otros dos nacionales con una negación dual: no vale la derecha ni tampoco la izquierda. UPD no es de derecha ni de izquierda. Como casi todos los populismos y dejo ahí la comparación por no encontrarme con i soliti ignoti. ¿Y cómo se puede no ser de derecha ni de izquierda? Lo primero que uno piensa es: siendo de centro. Pero UPD rechaza expresamente el discurso centrista que es siempre moderado y circunspecto en tanto que ella, la Unión, tiene puntos de vista muy radicales en el monotema como reformar la Constitución y los estatutos de autonomía que sea necesario para retrotraer el Estado de las Autonomías a una fórmula menos centrífuga. El populismo no suele ser de centro sino que se considera por encima de la divisoria izquierda/derecha. Así es UPD: está por encima, al margen de la división tradicional y los partidos tradicionales no la entienden.

Y es que hay poco que entender porque en los demás asuntos programáticos que no son la Nación Española reina la más alegre de las indeterminaciones, como en los buenos populismos. Por ejemplo, sostiene la señora Díez que el PSOE está llevando una política económica fracasada. ¡Cáspita! Teniendo en cuenta que la política económica del PSOE es en lo esencial la misma que la de los demás países avanzados, incluidos los Estados Unidos, resulta que según la señora Díez todo el mundo se equivoca... menos ella, es de suponer. Sería bueno que, a su vez, expusiera las líneas maestras de una política económica que no fracase. Pero no haya cuidado porque nunca sucederá; los populistas no suelen tener propuestas positivas concretas en nada.

A su vez, la crítica de la señora Díez al PP no es más afortunada sino que es una mera e inadmisible argumentación ad hominem (aunque se trate de un partido), diciendo que está "cargado de complejos y de hipotecas y que no es alternativa de nada". Es como si alguien dijera de la señora Díez que está cargada de ambición personal, de narcisismo y de resentimiento contra su viejo partido cuando no sólo no consiguió que la eligieran para la Secretaría General sino que obtuvo una cantidad ridículamente baja de votos.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, con licencia de Creative Commons).