dissabte, 30 de maig del 2009

Estilos de campaña.

Estamos a mitad de camino de las elecciones al Parlamento europeo y ya están acuñados los estilos de las respectivas campañas de los partidos que compiten. Será raro que cambien en el último tramo. Innecesario decir que los dos más visibles son el PSOE y el PP, a gran distancia de los demás. Ello se debe a que los espacios y los tiempos en los medios públicos se conceden en relación directamente proporcional a la representatividad que ostentan y es así que entre el PSOE y el PP suman más del noventa por ciento de los parlamentarios en el Congreso de los Diputados y en torno al noventa y dos por ciento del cupo de diputados españoles en el Parlamento europeo. Puede ser más o menos justo, pero es el criterio que se aplica a la hora de determinar los tiempos de las opciones políticas y, por lo tanto, su visibilidad.

En su campaña el PSOE ha confinado la línea de ataque a su adversario a los vídeos electorales mientras que ha concentrado más las comparecencias públicas, los mítines y los discursos en Europa y las cuestiones de la Unión europea y sólo en segunda instancia ha contestado a los ataques que recibe del PP. La campaña tiene puntos muy acentuados sobre los que se machaca con persistencia acerca de la dimensión internacional de la crisis, las medidas en contra adoptadas por el Gobierno, el traslado de éstas a Europa y la decisión porque la Unión Europea sea también agente en el combate contra la crisis. Sólo secundariamente dedican tiempo a responder a los ataques del PP.

Éste, en cambio, ha orientado toda su artillería en los mítines, discursos y comparecencias públicas a hablar de asuntos de política interna española y a exacerbar su enfrentamiento con el PSOE a través de sucesivas acusaciones por supuestos escándalos en cuestiones de gestión gubernativa. En este territorio, los estrategas de campaña conservadores tienen sobre todo muy en cuenta que los ataques al Gobierno no puedan volverse contra ellos. Esto explica por qué, aunque las noticias sobre las corruptelas municipales socialistas hayan arreciado en los últimos días, el PP no las convierte en tema de campaña, por temor a que se aireen las suyas (trama Gürtel, caso Fabra, Fundescam, etc), mucho más enmarañadas y de peor cariz que las de los sociatas.

Teniendo en cuenta lo anterior resulta incomprensible que los conservadores se hayan lanzado a toda máquina en contra del uso que de aviones militares hace el presidente del Gobierno para asistir a actos de su partido. La respuesta del Gobierno ha sido dejarlos arremeter con fuerza y sacar luego a la luz los papeles que prueban que, con el PP en el poder, estos usos poco canónicos de los medios públicos de desplazamiento eran mucho más frecuentes que ahora. El señor Aznar se iba de vacaciones a las Baleares en aviones militares y usaba helicópteros del ejército para hacer visitas a monasterios en provincias; el señor Trillo -no podía faltar el inefable señor Trillo, habitual allí donde haya un doble rasero u opere la ley del embudo- iba a su tierra, al parecer, en aviones militares. Y hasta el perpetuamente escandalizado señor Rajoy usó un avión del ejército para ir a soltar un discurso en una campaña electoral en las Baleares. Luego ha tratado de jutificarlo sosteniendo que fue a un acto institucional como presidente del Patronato del Patrimonio Nacional, cargo que no obstentaba y reunión que es poco probable que se realizara.

Parece claro que este estilo de campaña boomerang es un desastre porque causa un efecto muy negativo en el electorado que comprueba una vez más que el acusador tiene la casa más sucia que el acusado. Queda por averiguar por qué sin embargo se recurre a él. Según ciertas interpretaciones porque resulta desmovilizador ya que los votantes caen en el prejuicio del "son todos iguales" y se refugian en la abstención. Como quiera que este comportamiento se presume más propio de los electores de izquierda que de derecha viene a decirse que la campaña no es tan estúpida como pueda parecer. Sin embargo, este razonamiento deja sin explicar porqué el PP no ataca por la vía de la corrupción ya que esta prudencia sólo es comprensible con la razón de evitar que haya una respuesta contundente. Ello me hace pensar en que las acusaciones de doble moral al PP tienen fondo sólido, un fondo que descansa sobre la prepotencia y la arrogancia de unos políticos (los de la derecha) que se creen con títulos preternaturales a la gobernación de España por los siglos de los siglos, porque piensan que es suya; España, digo, como el Congo para Leopoldo II. Que otro partido de izquierda tenga la desfachatez de ocupar el Gobierno es algo que los conservadores ven como una usurpación y de ahí que traten a sus adversarios con tal falta de respeto y crean que ellos están legitimados para hacer cosas que, si realizadas por el adversario, se convierten en faltas y hasta en delitos.

En estas condiciones y según vienen los sondeos y pronósticos, es muy difícil predecir el resultado del 7 de junio. No obstante, una observación: esa situación de empate técnico que se vaticina entre PSOE y PP es en realidad una muy buena noticia para el primero porque, con la que está cayendo de crisis -que siempre se hace pagar al partido del Gobierno-, una situación de empate con intención directa de voto más a favor del PSOE que del PP quiere decir que este último tiene más difícil la victoria de lo que parece. Y, si no gana por amplio margen, las repercusiones internas en forma de distintas frondas pueden ser de importancia. Aun mayor, casi catastrófica si pierde.

Objeción de conciencia.

En los países de tradición romana, como España, el juez es, según Montesquieu, "la boca que pronuncia las palabras de la ley"; lo que, entre otras cosas, significa que las palabras de la ley han de pronunciarse, que el juez no puede dejar de pronunciarlas, no puede dejar de decir qué sea el derecho, no puede dejar de hacer derecho. Por ningún motivo. Tampoco el de la objeción de conciencia. El Tribunal Supremo ha tenido que recordar algo tan obvio a un juez valenciano que pretexta objeción de conciencia para no cumplir con el mandato de la ley de casar a una pareja de lesbianas, creo; de homosexuales en todo caso. Sostiene su señoría tal desatino, supongo, por imitación a otros profesionales, como los médicos, o no profesionales, como los padres de familia, que invocan la objeción de conciencia unos para no practicar abortos y otros para que sus hijos no cursen "educación para la ciudadanía". Pero los jueces no tienen derecho a la objeción de conciencia. En realidad, nadie tiene tal derecho. Ningún Estado puede razonablemente reconocer el derecho a desobedecer la ley por razones de conciencia. Se da alguna excepción, como el reconocimiento de la objeción en alguna situación específica, por ejemplo el servicio militar obligatorio en España. En otros lugares será por otros motivos pero siempre se trtará de situaciones excepcionales- El criterio único dominante es el de el juez está obligado a hacer justicia pronunciando las palabras de la ley (que es lo que significa la iuris dictio) porque la justicia es, además de un principio, un derecho de los ciudadanos.

No hay objeción de conciencia frente a los matrimonios homosexuales como no la hay frente a Educación para la ciudadanía. Ya está bien de negar a la gente sus derechos pretextando nobles principios. Sobre todo principios por los que la izquierda ha luchado siempre contra la derecha como el de objeción de conciencia. O sea, ya está bien de prostituir el mundo.

(La imagen es una foto de antenamutante, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 29 de maig del 2009

Los dislates de la Iglesia.

La sexualidad, algo que lleva veinte siglos obsesionando a la Iglesia, a los curas, a los obispos, hace perder la chaveta al clero en todo momento y condición. El responsable de la revista del episcopado Alfa y Omega, Ricardo Benjumea, sostiene que Si se "banaliza el sexo" no tiene sentido considerar delito la violación. O sea, para quien quiera entender: o el sexo se practica como yo digo o aquí se puede violar a quien se quiera. ¿Ven como estos pavos tienen un problema con la sexualidad? Bueno, uno específico porque "problemas" con la sexualidad tenemos todos ya que la sexualidad en sí misma es un problema. Lo del clero, no obstante, es el problema de la represión que castiga y deforma por igual a quien la sufre y quien la inflige.

Y, en efecto, acaba diciendo verdaderos dislates propios de enajenados porque ¿puede alguien averiguar por qué mecanismos mentales se puede llegar a la conclusión de que violar es aceptable cuando "se banaliza" el sexo o se lo aparta de la procreación? La violación es un atentado contra la integridad física de las personas y en su valoración delictiva no pueden entrar consideraciones relativizadoras basadas en opiniones por muy reveladas por Dios que digan ser. Como estos creyentes en dogmas, misterios, milagros y demás bazofia intelectual tienen entendederas de escaso vuelo hay que ponerles las cosas a su alcance, lo mejor para ello es hacer que se involucren directamente. Por ejemplo, ¿sostendría el señor Benjumea su punto de vista en el caso de que lo violaran a él?

Precipitándose por la pendiente del disparate, decidida a dar una lección de su falta de sensibilidad y de conocimientos acerca de asuntos sobre los que se pronuncia sin parar, la jerarquía lleva los dislates al extremo del pecado o del delito o de ambos a la vez. Dice monseñor Cañizares que los abusos a menores en Irlanda no son comparables con el aborto. La declaración no solamente es un insulto por lo que evidentemente es: la enésima prueba de que toda comparación es odiosa, incluso aunque sea para decir que no hay comparación posible sino por lo contrario. La declaración es un insulto porque pasa alegremente por encima del hecho de que lo que sucedió en Irlanda no es una especificidad histórica de la verde Erín. Lo que Monseñor Cañizares no ve o no quiere ver -y con él, ningún príncipe de la Iglesia- es que el abuso de menores ha sido y es la condición normal del trato del clero católico con los críos, especialmente los que están en peor situación, en todos los países del mundo. ¿Qué nos apostamos? ¿Abrimos investigaciones en orfanatos, correccionales, casas regidas por órdenes religiosas católicas? En todas; siempre; aún hoy. El abuso de menores es la condición ordinaria de una confesión empeñada en mantener una institución estúpida y degradante como el celibato del clero y presta a justificarlo ocultando el enorme destrozo que ha venido causando generación tras generación.

Así que no basta con pedir perdón, Monseñor: hay que demostrar -tampoco basta con prometer- que ya no va a pasar más veces y que en la actualidad se procede judicialmente contra lo casos en que se haya detectado.

(La imagen es una foto de desaparezca.net, bajo licencia de Creative Commons).

El origen del poder político.

El autor de este libro (Arte, mito y ritual. El camino a la autoridad política en la China antigua, Madrid, Katz, 2009, 196 págs), K. C. Chang, un reconocido sinólogo, se hace una pregunta: ¿cómo surgieron en la China antigua la civilización y las dinastías políticas que la acompañaron? No estará de más recordar que, para Chang, organización política y civilización son lo mismo puesto que sólo los civilizados están organizados políticamente y sólo las organizaciones políticas pueden civilizarse. La respuesta a la pregunta es: mediante la interrelación de varios factores como la jerarquía, el parentesco, la autoridad moral del gobernante, el poder militar, el acceso exclusivo a los dioses y antepasados (a través de los rituales, el arte y el uso de la escritura) y el acceso a la riqueza (p. 16). Se observará que esta concepción de la política no es solamente sistemática sino también, en cierto modo, biográfica, narrativa. Esto es, cabría hacer así el relato: la política surge de la jerarquía basada en el parentesco que rodea de autoridad moral al gobernante el cual está en posesión del poder militar y se garantiza el acceso a los dioses y antepasados (valiéndose para ello de su dominio de los ritos, el arte y la escritura) y a la misma riqueza. Nada que no hubiera suscrito Aristóteles.

El resto del libro es una indagación más o menos pormenorizada de los elementos de esta concepción inicial. Por "China antigua" el autor comprende los dos milenios a.d.C. en que se formó la civilización histórica china bajo las llamadas Tres Dinastías: la Xia (2205 - 1766 a.d.C.), la Shang (1766 - 1122 a.d.C.) y la Zhou (1122 - 256 a.d.C.). Para la reconstrucción de la prehistoria china nos valemos de dos tipos de testimonios: los mitos y leyendas de un periodo anterior a 2200 a.d.C.: sabios y héroes mitológicos y aceptados como personajes históricos aunque luego se dice que en muchos casos se trata de figuras históricas religiosas evemerizadas. El segundo tipo de datos para el conocimiento de aquella prehistoria es el de los datos de la arqueología.

En el origen de la organización política china se encuentran las tres dinastías que fueron fundadas por tres clanes: el Si, el Zi y el Ji. Desecha la idea de que en los remotos orígenes la organización política china fuera un matriarcado porque no hay un sola prueba en su favor., en lo que parece estar en sitonía con otros estudiosos en otros lugares: la tesis matriarcal, de momento, pertenece al mismo reino fabuloso que las amazonas. Por eso siempre me ha parecido extraño y poco sostenible el empeño de Graves de construir una mitología griega sobre el supuesto de que ésta no es otra cosa que una racionalización de la destrucción del matriarcado primitivo. El núcleo político fue el antiguo poblado chino. Al tiempo, la China antigua no era más que centenares de miles de poblados habitados por miembros de clanes y linajes independientes que se reunieron en jerarquías políticas según relaciones de parentesco e interacciones de los habitantes (p. 44).

Estas jerarquías de parentesco, que no parecen ser otra cosa que las familias de siempre como origen del poder en la teoría política clásica, se organizaban en función de los méritos de cada cual, basados en el juicio de Dios o el mandato del cielo (p. 46). La legitimación de la monarquía era utilitaria. El Rey caía cuando hacía algo mal. El substituto lo era porque tenía algún mérito que le permitía acercarse al cielo con un cambio de fortuna en el ejercicio de una profesión. Etimológicamente la palabra wang (Rey) deriva de la pictografía de un hacha de verdugo (p. 49). El dominio se basaba en el conocimiento de los li (ritos) de forma que, para vencer un Estado a otro y a su sistema de gobierno tenía que destruir los templos ancestrales y saquear los tesoros simbólicos (p. 54).

El cielo es el lugar en el que reside la sabiduría de los asuntos humanos; de ahí que el chamanismo sea crucial para entender la antigua política china (p. 60). Los fundadores de las tres dinastías vivieron en el origen hechos mágicos, sobrenaturales porque al comienzo el Rey era el chamán, aunque no el único (p. 63). Este dúo de reyes y sacerdotes también parece ser típico de las organizaciones políticas antiguas. Las pruebas del chamanismo en la China antigua son artefactos: inscripciones en huesos de oráculo y representaciones artísticas de animales (p. 66)

Es el arte el que pavimenta el camino hacia la autoridad. Los dibujos de animales son rasgos muy conocidos del arte decorativo de los bronces Shang y Zhou occidentales primitivos (p. 73). Se representan animales reales y fantásticos. Estos son: 1) el taotie; 2) el feiyi; 3) el kui; 4) el long; y 5) el Qiu (pp. 74-76), todos ellos figuras compuestas, muy significativas porque eran las imágenes de los distintos animales que sirvieron a los chamanes y chamanesas en su tarea de comunicación entre el cielo y la tierra o entre los vivos y los muertos (p. 85). Serpientes y dragones son duales porque son agentes de Dios que unen su mundo con el de los hombres (p. 87). La serpiente es muy importante. En un idioma común en arte religioso viene a ser agua e hibernación. En parte debe de venir de aquí su sugerencia de que la mezcla de hombre y bestia es un motivo esencial que comparten las artes antiguas de China y Mesoamérica.

El camino a la constitución de la autoridad política se da con la escritura. Según la leyenda, la invención de la escritura por Cangjie (de cuya existencia histórica no hay prueba alguna) vino acompañada de grandes portentos: llovieron granos de mijo del cielo, hubo un temblor de tierra y los fantasmas se lamentaron toda la noche (p. 105). Los antigos historiógrafos estaban revestidos de una gran autoridad moral porque, pudiendo leer, conocían el pasado. (p. 114).

La propiedad es esencial, especialmente la propiedad de vasijas y utensilios de bronce sirvió para legitimar el poder del Rey (p. 127). Los bronces de la China antigua eran muy caros y muy difíciles de obtener (p. 130). El agotamiento de las minas de cobre y estaño es uno de los factores que provocaron el nomadismo de las capitales en los Xia y los Shang (p. 133).

Por último, el poder político se concentra en una élite dominante por los factores siguientes: 1) el estatus individual; 2) la red de políticas regionales interactivas; 3) el aparato militar; 4) los hechos misteriosos (mitológicos y reales); 5) la escritura; 6) el acceso exclusivo al cielo y otros factores como los rituales chamánicos; 7) la riqueza y su aura (p. 137). Se crea así el poder político por tres medios prácticos: a) la autoridad moral; b) la fuerza coactiva; c) la sabiduría exclusiva derivada del monopolio de acceso al mundo espiritual (religión y ceremonialismo). "La civilización", dice el autor, "es la manifestación de la riqueza concentrada" (154)

El cuadro trazado por Chang resiste en su opinión la comparación con el concepto de "sociedad oriental" que, habiendo nacido en el pensamiento del siglo XVIII, reaparece luego en Marx, en Max Weber y en Wittfogel y siempre con una explicación insatisfactoria. Ni siquiera lo es la idea de Weber del "Estado patrimonial", aunque se acerca y menos aun la del "despotismo hidráulico" de Wittfogel (p. 160). Salvado, pues, de la adscripción a este modelo "desviado" del llamado modo de producción asiático, Chang sostiene que su estudio del origen del poder político en la antigua china es extrapolable a otras regiones del planeta.

dijous, 28 de maig del 2009

Objetivo: Garzón.

Las querellas contra Garzón deben de ser moneda corriente en el Tribunal Supremo. No así las que pasan a estado procesal. Con ello el TS está diciendo que puede haber habido delito, prevaricación, en lo actuado por el juez Garzón. Por ahí se ha lanzado el PP como un solo hombre y haciendo trizas la presunción de inocencia que siempre reclama para sí al dar por supuesta la prevaricación como se deduce de las declaraciones de doña Soraya Sáez de Santamaría de que no puede haber inmunidad "para nadie que pretenda utilizar la ley de forma arbitraria". En las que se viene a admitir que así ha sucedido.

Quien haya seguido la actualidad político-judicial española en los últimos veinte años sabe que el juez Garzón es una pieza clave en un determinado espíritu de regeneración de la vida pública española. Pieza clave asimismo por abatir en los cenáculos de quienes se beneficien o hayan beneficiado del crimen organizado (Garzón comenzó a hacerse célebre en sus actividades en contra del narcotráfico), del terrorismo de Estado en tiempos de los GAL, de la actividad de apoyo social y económico a ETA, de la impunidad de los viejos dictadores por los crímenes cometidos y del mantenimiento del pacto de silencio sobre el pasado de la primera Transición en España. En cualquier de estos capítulos el juez ha hecho méritos suficientes para que la derecha dispare contra él. Disparar balas dialécticas, por supuesto. Sabido es que el PP ha interpuesto numerosas denuncias y querellas contra el señor Garzón por los más diversos motivos. El caso era parar su acción. Y donde no por querellas, la acción se orientaba por el insulto o la descalificación para desprestigiarlo. Todavía sonará en muchos oídos cómo el señor Rajoy decía que el señor Garzón era del PSOE porque en cierta ocasión concurrió a unas elecciones yendo como segundo en la lista del PSOE de Madrid; pero el mismo señor Rajoy oculta ladinamente que en esa misma legislatura el juez Garzón abandonó la política, se reintegró en su puesto de magistrado de la Audiencia Nacional y, desde él, procesó al ex-ministro del Interior socialista y a altos cargos del departamento, que es una curiosa forma de ser del PSOE.

El mérito del señor Garzón se incrementa porque no sólo sale normalmente airoso en su función de pararrayos sino que contribuye positivamente a aumentar la garantía y sentido de la justicia del lugar en que se halle.Y lo hace con nuevas iniciativas. Porque la presencia del juez Garzón en el asunto de la memoria histórica no solamente ha sido un notable incentivo para empezar a hacer justicia a las víctimas del franquismo, sino que ha planteado también un problema que ayudará a avanzar en el campo de la protección efectiva de los derechos de los niños, solicitando que se exhumen los cuerpos de los represaliados por la dictadura y que se indague el paradero de los miles de niños secuestrados por los franquistas y entregados a familias afectas al régimen, a veces en condición de criados.

Se comprende que, aunque lo jaleara en alguna ocasión, la drecha profese verdadera inquina al juez.


(La imagen es una foto de carolonline, con licencia de Creative Commons)

La ciudad de los sueños.

En la Casa Encendida de la obra social de Cajamadrid hay una exposición de fotografía urbana de Nueva York procedente de la colección del Museo de Arte Moderno, el famoso "Moma". Son noventa tomas casi todas en gelatina de plata y algunas justamente muy famosas, que abarcan escenas neoyorkinas captadas más o menos entre 1910 y 1960 y están representados todos los grandes de la fotografía de aquellos años, Strand, Steichen, Evans, Weegee, etc. Y con los autores, los muy distintos estilos, los ambientes, los tipos humanos, los momentos, las perspectivas. La contemplación de lo expuesto es como una visión caleidoscópica y equivale a una especie de inmersión en el fortísimo atractivo de esta ciudad a la que van a acabar las conexiones nerviosas del mundo entero, el pulso neurálgico del planeta, el icono del siglo XX y XXI. No fue casualidad que el siglo XXI iniciara su andadura, como también lo hizo el milenio, con un acontecimiento sucedido en Nueva York pero que estremecio al planeta entero, con le atentado de las Torres Gemelas, el icono de Nueva York, icono a su vez, etc. o icono del icono.

Desde las fotos correspondientes a los años de la depresión o una perspectiva aérea del edificio Chrysler, hasta los rostros anónimos de la gente que va al trabajo o viene de él, Nueva York tiene ya su nombre unido a muchos fenómenos y causas que serán mejores o peores pero forman el contenido simbólico de nuestra época: el melting pot, Chinatown, La ley del silencio, King Kong en lo alto del Empire State Building, Harlem, Bronx, los judíos de Brooklyn, Manhattan Transfer, el refugio de Ellis Island... que es ¿qué?: la referencia al mayor movimiento demográfico del siglo XX, el puerto de entrada a la emigración de Europa a los Estados Unidos, allí por donde los Estados Unidos siguen siendo Europa.

Nueva York ha llegado a ser la capital del mundo. La ciudad es el cruce de todos los movimientos del siglo XX, artísticos, políticos, culturales. Por eso es tan agradable contemplar esta especie de resumen detallado de su despliegue gráfico a lo largo del tiempo.

dimecres, 27 de maig del 2009

El fantasma de la abstención.

Todo el mundo está al cabo de la calle de que las elecciones al Parlamento europeo no se plantean como una verdadera confrontación por asuntos europeos sino como una especie de sucedáneo de unas elecciones en clave de discusión interna, doméstica, de andar por casa. El saber convencional quiere asimismo que, al no tratarse de votar por el Gobierno o la oposición reales del país, los electores aprovechen para castigar al partido gobernante a lo que algunos añaden que, en el fondo, en las elecciones europeas no se vota a favor de unos si no en contra de otros.

Ello tampoco tiene mucha importancia dado que todo el mundo espera una abstención altísima, entre diez y veinte puntos porcentuales superior a la de unas elecciones legislativas ordinarias. El cuerpo electoral considera estas elecciones europeas como "elecciones de segundo orden" según las llaman los especialistas y se siente menos llamado a votar. Así que las abstención y la participación es el elemento decisivo de la convocatoria. Tanto que el llamado "partido de la abstención" puede acabar siendo el verdadero ganador al que determinadas orientaciones críticas, generalmente de izquierda, alientan con el fin de deslegitimar el sistema democrático, al partir de la idea de que, cuantos más se abstengan de ir a votar, más claro estará el rechazo al conjunto. Por supuesto esta posición, aparentemente radical, de ningún compromiso con la farsa electoral de la burguesía, se rompe en el momento mismo en que quien la adopta presenta su candidatura en una u otra lista de "auténticos", "verdaderos", "genuinos" izquierdistas. En tal caso, los aplausos al abstencionismo se convierten en trompeteos a favor de la participación en un mensaje cuya pobreza intelectual sólo es comparable a su ralea moral: abstenéos a no ser que me votéis a mí.

Efectivamente, la participación (y la abstención, por tanto) es un elemento decisivo en el funcionamiento de los sistemas democráticos que están basados en la idea de que la soberanía reside en el pueblo quien la ejerce a través del voto. Negarse a depositarlo vendría a ser, según ciertas interpretaciones escasamente aceptables a mi entender, como deslegitimar el conjunto del sistema democrático. Ello equivale a igualar abstención con voto en blanco o, incluso, voto en contra, lo que es demasiado igualar. La abstención no es interpretable a favor o en contra de nada ni deslegitima nada. Considérese el cuadro más arriba. En él consta la participación país por país en todas las elecciones al Parlamento europeo habidas desde las primeras en 1979 en todos los países de la Unión. En algunos casos (1987, 1995 y 2007) ha habido elecciones al Parlamento en ciertos países que acababan de efectuar su ingreso ya con una composición dada del Parlamento. Se puede ver que la abstención ha llegado a alcanzar cantidades sorprendentes en algunos países del antiguo bloque comunista como Eslovenia o Polonia en donde ronda el ochenta por ciento de los electores. O Eslovaquia o Bulgaria, en donde ronda el setenta por ciento. Y a nadie se le ocurre negar que en estos países reine una opinión pública muy europeísta. No es extraña tampoco una abstención en torno al setenta o setenta y cinco por ciento en países como Gran Bretaña. La alta abstención no deslegitima nada porque lo importante del procedimiento no es su aspecto cuantitativo sino el hecho incontrovertible de que las elecciones sean libres y, por supuesto, voluntarias. Hay muchos países (pocos ya en Europa y algunos más en América Latina) en los que el voto es obligatorio, lo que parece un contrasentido porque es confundir un derecho (algo de lo que puedo prescindir libremente) con un deber.

En todo caso, convirtiendo los datos anteriores en un gráfico (en el que solamente se reflejan los años "oficiales" de elecciones al Parlamento, no los de by elections en países específicos), puede verse en la última ilustración que la media de participación en las elecciones al Parlamento Europeo ha descendido de modo constante en unos veinte puntos porcentuales en los veinticinco años que van desde 1979 (67,19 por ciento) a 2004 (47,78 por ciento). No resultaría sorprendente que en 2009 la abstención media llegue al cincuenta por ciento y que en España rebase dicha cantidad.

El carácter caprichoso, a menudo incoherente y en muchas ocasiones demagógico del discurso político se observa en el razonar sobre este fenómeno de la abstención. El mismo dato (escasa participación) que demuestra que la Unión Europea tiene un problema de legitimación por no contar con el suficiente apoyo popular se lee como un veredicto inaplazable e incontrovertible del electorado a favor o en contra de su respectivo Gobierno a nada que la distancia entre los resultados de un partido lleven una ventaja de cuatro a más puntos porcentuales sobre los del partido rival y por más que, en definitiva, sólo haya votado escasamente el cincuenta por ciento. Y no se hable ya de los candidatos de las opciones radicales e independentistas: el mismo dato que prueba la manipulación y el revolucionario rechazo de las masas trabajadoras al sistema corrupto de la burguesía fascista a través de la abstención se convierte en un decidido mazazo de la conciencia revolucionaria y emancipadora de las masas proletarias a nada que el interviniente haya presentado su candidatura y su lista haya conseguido el 1,3 por ciento del voto y obtenido un representante que será el 1/50 de la representación española y el 1/736 del conjunto de la europea.

No, la abstención no deslegitima por alta que llegue a ser siempre que el voto sea libre. Lo que deslegitima es la altísima participación allí donde, sin embargo, el voto no es libre. En democracia el que no vota es porque no quiere y el que calla otorga.


Los intelectuales serviles

Ocurre en todos los sistemas totalitarios, en todas las dictaduras: hay intelectuales que se alinean con el poder y lo sirven fielmente. Las relaciones entre los dos son complicadas. No es infrecuente que el poder se gane la servidumbre de los pensadores utilizando una táctica doble de halago y coacción, zanahoria y palo. En general somos vanidosos y nos conmueve que el Príncipe, desde su gloria, haya reparado en nuestro humilde quehacer. Además tememos al dolor físico por lo que, acobardados, acabamos colaborando.

En la película de Vicente Amorim se refleja la historia de un escritor alemán, John Halder, quien, habiendo escrito una novela que los nazis valoraban mucho porque había empezado haciéndolo A. Hitler, termina colaborando con el régimen al cien por cien y finalmente sabiendo y mirando frente a frente a la horrible realidad que los nazis crearon para los judíos.

No escasean la obras sobre los nazis en las que la cuestión no es cómo pudo suceder lo que sucedió, echando la culpa a los jefes políticos y militares sino en las que se trata de la responsabilidad específica de sectores concretos de la población y qué tipo de castigo obtuvieron: los intelectuales (por ejemplo, los músicos, con el caso Furtwängler), los jueces, los mismos militares. La historia del conflicto moral suele presentar la misma evolución: el hombre se corrompe, se hace cómplice del mal y pone precio a su corrupción.

El momento en que suele comenzar este tipo de historias es el del primer surgimiento del nazismo, el inicio de una época de cuyas consecuencias morales todo el mundo se horrorizaría después, el momento del huevo de la serpiente: el tipo de textos expresionistas, al estilo de los de Karl Krauss, el reflejo de una realidad desbocada, al estilo del de Döblin o de Christopher Isherwood que también tuvo tiempo de presenciar cómo evolucionaba la Alemania del tercer decenio del siglo XX.

John Halder cambia su angustioso estado de profesional sin mucho renombre, hijo atormentado por una madre fuera de sí, esposo aburrido en un matrimonio sin amor, hombre más o menos del montón por el relieve público, el éxito social, la vida muelle del intelectual que, conscientemente, pone su talento al servicio del proyecto nazi pensando que conseguirá evitar convertirse en uno de ellos. Pero no lo consigue. Desde el mismo momento en que admite la primera concesión, la primera transacción moral, ya lo está siendo. Por eso la película termina del modo tremendo en que lo hace, cerrándose con esos compases célebres de la primera sinfonía de Mahler, autor al que está dedicada la entera banda musical.

Entre tanto hay una historia bien contada, bien ambientada, a veces un poco confusa, pero siempre emotiva en la que vamos viendo la estrella ascendente del intelectual ario, colaboracionista con el régimen, hasta su degradación final. Viggo Mortensen borda el papel y lo mismo hubiera hecho la protagonista femenina, Jodie Whitaker, si el suyo hubiera sido más consistente y no perdiera interés repentinamente cuando el personaje pasa de ser una audaz, ingenua pero muy original estudiante con mucha personalidad a personificar una convencional y egoista esposa de un alto cargo de las SS que es en lo que se ha convertido aquel profesor que tanto la atrajo en la Universidad.

dimarts, 26 de maig del 2009

El debate de los trasuntos.

Quizá me equivoque pero en el debate de ayer en TV1 uno tenía la impresión de que no eran los candidatos mismos del PSOE y el PP en las elecciones europeas quienes debatían sino otros. Por sus gestos, su entonación, su ritmo y, sobre todo, por el fondo y la forma de lo que cada uno decía, Juan Fernando López Aguilar sonaba talmente como el señor Rodríguez Zapatero y Jaime Mayor Oreja... como el señor Aznar López. Así es: fue un debate entre Zapatero y Aznar por persona interpuesta. No hace falta decir que el encuentro lo perdió generosamente el dueto Mayor/Aznar y lo ganó por goleada el Aguilar/Zapatero; aunque, en definitiva, el verdadero perdedor, como siempre, fue el señor Rajoy, a quien un candidato atacó sin que el otro lo defendiera.

López Aguilar es un hombre de nuestro tiempo, con un lenguaje llano y preciso que todos entienden y a quien su acento canario ayuda notablemente por ser tan distinto del áspero peninsular. Fue el único de los dos que se refirió a la Unión Europea en varias ocasiones y con consistencia, ilustró la importancia de la Unión para España y, sobre todo, elaboró un discurso trabado que enlazaba y armonizaba las políticas nacionales con la europea, dando la impresión de una unidad de acción del partido en el Gobierno que defiende en Europa lo mismo que defiende en España. Le dio tiempo a explicar (por cierto, mucho mejor de lo que ha hecho el Gobierno hasta la fecha, a mi entender) el sentido de las políticas económicas y sociales para salir de la crisis, se zafó del martilleo constante de su adversario con los cuatro millones de parados y supo atacarlo poniendo de manifiesto tres aspectos: a) la carencia de propuestas del PP en todos los órdenes de la política española; b) la labor de zapa del PP en los foros internacionales, singularmente en Europa en contra del Gobierno de España; y c) la deficiente ejecutoria del señor Mayor Oreja como europarlamentario y su impresionante palmarés de votaciones sistemáticamente en contra de cualesquiera medidas progresistas que el Parlamento haya considerado.

A su vez, el señor Mayor Oreja es mucho menos telegénico. Su porte, actitud y ademán son engolados, enfáticos y vacuos; parece un personaje salido de una galería de antigüedades. En todas sus intervenciones no hizo una sola propuesta positiva, salvo decir que para resolver el paro es preciso vincularlo a la educación, lo que no es nuevo ni brillante. Se empleó a fondo con los cuatro millones de parados, repitiendo la cifra una y otra vez , como si fuera una batería de campaña castigando un objetivo y reconduciendo todos los temas a esa acusación que, debía de pensar, estaba demoliendo a su adversario. Lo que no fue hablar de los cuatro millones de parados fue repetir al pie de la letra algunas de las consignas más bombáticas del señor Aznar como la de "la nación se diluye" o esa panacea para salir de la crisis y resolver Europa que consiste en propugnar "más España", signifique esto lo que signifique, o la de que hay crisis de valores, pérdida de la centralidad de la familia y otros agüeros que tienen tanto que ver con Europa y con la crisis como con el viaje a la luna.

Imagino que hoy los periódicos darán ganador a uno u otro debatiente según su orientación ideológica, como acostumbran. De hecho, ya he visto algunos titulares que dan risa aunque, en el fondo, todos los titulares dan risa.

Por mi parte, qué más quisiera que poder escribir algo a favor del candidato del PP pues me gusta el exotismo; pero es imposible. Ha sido el debate entre un hombre con empuje, arranque, ideas, contemporáneo, articulado, pegado a la realidad y de su tiempo y un estafermo ayuno de ideas, sin propuestas, sin gran contacto con la realidad, que vive de administrar lugares comunes muy grandielocuentes pero vacuos y de atacar al Gobierno en todos los frentes pero sin proponer nada alternativo.

Juan Fernando López Aguilar es un dirigente de segundo orden perfectamente sintonizado con el Gobierno, con su partido y con la realidad en la que vive. Hay una clara unidad de acción entre su discurso y la acción del Gobierno socialista. Jaime Mayor Oreja es un dirigido de segunda. Mejor dicho, un teledirigido de segunda. Quien lo teledirige no es el señor Rajoy sino el señor Aznar.Y no hay la menor unidad de acción entre el programa para las elecciones europeas y el de un hipotético "gobierno en la sombra" del PP porque tales programas no existen.

Todo eso quedó muy claro ayer.

Los sondeos vaticinan la victoria del PP y sólo difieren, al parecer, en el margen de la derrota. De ahí la importancia de la campaña, para que los indecisos se decidan.

Paralelo 38.

La nueva histeria en las cancillerías se llama prueba nuclear en Corea del Norte. El régimen político parece sacado de una película anticomunista de Hollywood pero, al parecer, en serio. Kim Jong Il, sucedió a su padre, Kim Il Jong, marxista convencido, y piensa dejar en su lugar cuando fallezca a su vez a su hijo Kim Jong Il (junior). Qué tenga esta peculiaridad que ver con el materialismo histórico en su vertiente leninista y estalinista que prevalecen en Asia es un misterio. Como es lógico, pues estamos en Asia.

En todo caso, Corea del Norte es el último país que salió dividido de la guerra y la guerra fría. Los otros fueron Alemania y Vietnam. Ambos se han reunificado pero no así Corea que sigue dividida a lo largo del paralelo 38. Aquello fue una guerra en la que algunos vieron el comienzo de la tercera mundial, a sólo cinco años del fin de la anterior, una guerra en la que se enfrentaron a tiros algunos aliados de la segunda mundial, en concreto, los Estados Unidos y la China que acabó entrando en el conflicto entre Corea del Norte y las tropas de la ONU, que ya por entonces se usaba a la ONU para defender políticas de país. China iba a favor de Corea del Norte y por ello invadió la península en 1953, enfrentándose directamente con los Estados Unidos a tiros. El ataque chino pilló por sorpresa a los gringos que tuvieron que retirarse hasta el paralelo 38 en donde se hicieron fuertes. Ese paralelo es hoy la frontera entre las dos Coreas. Como el Oder-Neisse fue la frontera entre las dos Alemanias y el paralelo 17 entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. El último vestigio del mundo ya ido de la postguerra en el que se ejemplificaba como en un escaparate el contraste entre los dos modos de producción, el socialista y el capitalista. Corea del Sur es una potencia económica y Corea del Norte no existe a esos efectos.

El conflicto (de haber uno que está por ver), era entre las dos Coreas. Cuando, al final, en 1953 luchaban de nuevo en el paralelo 38 los EEUU y China nos encontramos con la paradójica y algo ridícula situación de que dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad estaban en guerra entre sí. Luego, el conflicto se estancó o congeló en el paralelo 38. Hasta hoy.

La peculiaridad de la situación es que se trata de un conflicto nuclear. Si no se consigue que Corea ponga fin a sus incursiones en territorio de armas de destrucción masiva, puede haber una escalada en la zona. Movida por un sentimiento de inseguridad. Quizá Japón y Corea del Sur se embarquen en programas nucleares. Japón tendría que reformar la Constitución de 1946, o Constitución "McArthur". Y no hablemos de lo que pase con Irán en donde viven pendientes de qué sucede con Corea del Norte, puro "eje del mal". El Consejo de Seguridad condena el ensayo nuclear coreano. Si no hay intensificación de las sanciones, el régimen no se sentirá hostigado.

De hecho, toda la política exterior estadounidense basada en la idea del desarme nuclear total que había comenzado con el START I y START II, queda ahora en entredicho. Si países como Irán y Corea pueden hacerse nucleares, toda la justificación de START I y II se viene abajo y hay que inventar un concepto nuevo en las relaciones internacionales de la época global.