Según parece el señor José Bono, presidente del Congreso de los Diputados, se niega a retirar los retratos de los tres servidores franquistas que presidieron las Cortes de 1942 a 1975. Aduce Bono que esos tres sujetos son ya historia, que forman parte de la de España, que ésta es un precipitado de lo bueno y de lo malo y que hay que quedarse con lo malo como nos quedamos con lo bueno, lo primero para que nos sirva de escarmiento y lo segundo de ejemplo.
Es lo que tienen los sistemas democráticos, que siempre que se pretende depurarlos, separándolos de posibles excrecencias, sale alguien tratando de moderar la depuración y hasta de eliminarla, aduciendo pretextos como el que esgrime el señor Bono. Por supuesto que estos tres individuos (más arriba puede verse a don Esteban Bilbao con el cardenal Pla y Deniel saludando ambos al estilo que les gustaba y a la derecha a don Antonio Iturmendi Bañales, el siguiente presidente, de 1951 a 1969) forman parte de la historia de España, como la forman Torquemada, Francisco de Asís de Borbón o Millán Astray, pero eso no nos obliga a poner sus retratos en los lugares públicos.
Se dice sin embargo que se trata de presidentes de las Cortes nos guste o no. Esto es una falacia: sin duda, los tres mendas fueron presidentes de algo que se llamó "las Cortes" como se pudo llamar Cámara de lameculos, con perdón, porque el órgano que presidieron no era una cámara legislativa y mucho menos representativa. Que no era representativa se echa de ver en que no se elegía por sufragio universal ni nada que se le pareciera. Que no era legisltiva se observa en la exposición de motivos de la Ley Constitutiva de las Cortes, de 17 de julio de1942 que dice textualmente que: "Continuando en la Jefatura del Estado la suprema potestad de dictar normas jurídicas de carácter general, en los términos de las Leyes de 30 de enero de 1938 y 8 de agosto de 1939, el órgano que se crea significará, autolimitación para una institución más sistemática del Poder". Dicho a las claras, el poder legislativo residía en el delincuente dictador; las Cortes no pintaban un pimiento.
A la izquierda el tercero de estos sujetos, Alejandro Rodríguez de Valcárcel quien presidió la cámara de los aplausos entre 1969 y 1976. Así pues, si estos tres no fueron presidentes de cámara legislativa ni representativa algunas, ¿por qué conservar sus retratos en lugar de mandarlos a algún lugar de la memoria donde estén más en su contexto, por ejemplo, en una galería de fascistas? Al fin y el cabo este Rodríguez de Valcárcel decía de sí mismo que: "La falange fue mi razón de ser; en ella nací a la vida de participación y de acción pública y a ella debo el principal bagaje de mi pensamiento».
¿O es que el señor Bono se siente idenificado con la tradición que representan estos esforzados servidores del Caudillo?