dijous, 24 de gener del 2013

Ideas de casquero.

Hace unos días, cuando salieron las primeras informaciones de El Mundo sobre unos 600.000 euros que la Fundación Ideas para el progreso, del PSOE, pudiera haber mangoneado a base de enchufes, amiguismo, nepotismo, etc., Palinuro, en una entrada titulada ¿Qué hacer? decía: "... si lo de El Mundo es cierto, en esa Fundación procede zafarrancho de limpieza, dimisión colectiva y nombramiento de una gestora para encarrilar el asunto. En el ínterin, la propia Fundación publicaba un comunicado en su cuenta de Twitter en la que respondía a la información del diario.

Ignoro si la respuesta aclara la cuestión, pues un bloguero no es detective contable. Además, ello es ya irrelevante al llegar la segunda andanada de El Mundo, revelando la supuesta corruptela de Carlos Mulas, director de la Fundación, con su seudónimo Amy Martin. La Fundación ha reaccionado con celeridad; tanta que el propio director de El Mundo la tilda de ejemplar. No tengo la menor duda sobre la honorabilidad de Jesús Caldera, vicepresidente de Ideas y sé que es hombre íntegro, dedicado al servicio público. Su reacción contundente singulariza el escándalo, lo centra en el comportamiento reprobable de una persona y clarifica la situación. Llevar al autor, el dueto Mulas/Martin, a los tribunales será lo suyo. Pero queda algo por explicar y es lo verdaderamente importante. ¿Cómo podían pagarse 3.000 euros por columna? Ni que fueran las de Hércules. ¿Nadie objetó jamás a esa retribución tan manifiestamente exagerada? ¿O no se conocía? ¿Cuál es el criterio de retribuciones en un ente u organismo que se apresta a hacer un ERE?

Desde luego, vaya el amigo Mulas -a quien parece haber perdido la codicia, como suele pasar- a explicarse ante el juez. Pero sigue tocando zafarrancho de limpieza. Lo lógico es replantear el funcionamiento de esta fundación. Quizá de todas, especialmente si se nutren de fondos públicos, pero ese es otro asunto. En este caso, la fundación debe rendir cuentas de cómo funciona, con qué criterios contrata su personal y encarga los trabajos, cómo se toman las decisiones. Que no paguen justos por pecadores.

dimecres, 23 de gener del 2013

Acabar con la corrupción.

La corrupción es el problema nacional número uno. Y con los caracteres de una plaga de Egipto, ante la cual los líderes se ponen apocalípticos. Mas habla de sacar "todo el pus", como si se tratara de una peste. La esfera pública se crispa, se cruzan los insultos, las amenazas, los chantajes y el aire se vuelve irrespirable. Las medidas políticas no tienen ya efecto alguno. Llegados a este punto, es preciso ponerlo todo en manos de los jueces. Que intervenga la justicia del modo más rápido y contundente posible.

Por eso, está muy bien que Aznar, siempre dispuesto a una buena pelea, se haya querellado contra El País por afirmar que puso en marcha el sistema de sobres en el PP. Ese es el camino: si en tu opinión alguien te calumnia, querella al canto. Pero la decisión de Aznar deja en mal lugar a Rajoy y Cospedal, los otros dos nombres mencionados en la noticia de El País sobre sobres. O estos dos se querellan o dan por buena la afirmación, cosa muy grave. Aunque, como bien dijo la segunda, que "cada palo aguante su vela" o su cirio en la procesión.

Porque hasta la fecha, Rajoy no ha dado respuesta clara e inequívoca a la pregunta de sí él conocía la existencia de los sobres o, incluso, si llegó a cobrarlos. A Cospedal, a su vez, los malditos sobres "no le constan". Pero eso no quiere decir mucho pues, acto seguido, reconoce haber puesto fin a una práctica que "no le consta". La política sigue siendo el arte de la paradoja. Ambos han comparecido provistos de unos designios alambicados acerca de auditorías internas y externas a las cuales, obviamente, nadie concede crédito alguno. Para acabar de fastidiarla, los técnicos de Hacienda se han ofrecido a realizar ellos la auditoría externa. Doble contra sencillo a que esa auditoría externa no se realiza.

Si de verdad se quiere acabar con la corrupción en España hay un protocolo muy sencillo en tres momentos, parecido al imperativo del toreo, tan grato en la finca: parar, templar y mandar. El primer momento, el de parar, puede hacerse ahora fácilmente. Basta con reincorporar al juez Garzón a su puesto en la Audiencia Nacional, como piden miles de ciudadanos, para que siga con el caso Gürtel en el cual iba tan bien encaminado. ¿Que es dificil porque hay una sentencia del Tribunal Supremo? Que lo indulte el ministro de Justicia como indulta casos impresentables aunque, en este, lo haría con suficiente fudamento moral pues Garzón fue injustamente apartado de la judicatura como bien sabe el propio ministro.

Ya con Garzón en su sitio, todas las administraciones y todos los partidos se ponen al servicio de la justicia y facilitan cuanto pueden su tarea, en lugar de obstaculizarla como suelen. Es impresentable que la abogada del Estado Cospedal esgrima en defensa del PP el hecho de que este esté personado como acusación en el Gürtel pero sin mencionar que es para entorpecer y pedir el archivo.  Todos los casos de corrupción han de verse en sede judicial: Gürtel, caso Bárcenas, etc.

Aquí viene un segundo momento de templar: hay que definir qué es corrupción. Junto a los casos mencionados hay otros indudables: Valencia, Matas, Urdangarin, la Gestapillo madrileña, etc. Pero ¿acaba ahí la corrupción? No. Hay otras prácticas de la clase política hasta ahora admitidas como regulares y que, sin embargo, si se miran con detenimiento, no lo son o no debieran serlo. La más obvia esa según la cual hay diputad@s que, teniendo vivienda en Madrid pero habiendo sido elegid@s en provincias, cobran dietas. Varios otros privilegios de l@s representantes tampoco son moralmente sostenibles. Igualmente los dobles sueldos que se embolsan Rajoy y Cospedal entre otros que cobran su asignación como cargo institucional y la de su puesto en la organización de su partido. Puede que sea legal, pero es inmoral. Es más, estos dobles sueldos son, en el fondo, tan sobresueldos como los de los sobres solo que legales.

Entre tanto, el Parlamento debiera nombrar una comisión de expertos externos con el encargo de presentar un libro negro de la corrupción, en el que se estudien las causas y origen de esta lacra y se propongan medidas prácticas para su erradicación. Esa ya es la parte del mandar que quedará para cuando se conozcan las sentencias de los tribunales. Mientras llega ese momento, el país está en cuarentena. En una situación como esta, un gobierno sometido a una especie de extorsión de un presunto delincuente, bien podría verse obligado a dimitir. Por eso, tampoco es cosa de correr en esa intención de lanzar una campaña de imagen para mejorar la de los políticos, o sea, del gobierno. Esto no es cosa de imagen. Es cosa de limpiar los establos del rey Augías.

(La imagen es una foto de Ana _Rey, bajo licencia Creative Commons).

dimarts, 22 de gener del 2013

La crueldad del gobierno.

Un respiro en esta enrarecida atmósfera de corrupción.

Cuenta la leyenda que, en cierta ocasión, viajando por un reino vecino, Confucio y sus discípulos encontraron a una anciana llorando amargamente al pie de una lápida. El maestro envió a su joven seguidor Tse-lu a inquirir la causa de su desconsuelo. La mujer contó cómo unos tigres habían devorado a su suegro, a su marido y a su hijo. Cuando se le preguntó por qué no habían abandonado antes aquellos parajes, respondió: "Al menos aquí no padecemos un gobierno cruel". "¿Lo veis?" -dijo Confucio a sus discípulos-. "Un gobierno cruel es peor que un tigre."(*)

Hoy día no estamos acostumbrados a hablar así de los gobiernos. Los consideramos conservadores o progresistas, legales o ilegales, justos o injustos, tiránicos, democráticos, belicosos, pacíficos, represores, permisivos, etc. Pero ¿crueles? Eso era antes, en tiempos de los absolutismos, previos al Estado de derecho, cuando la relación de los reyes con sus súbditos eran personalizadas y aquellos podían ser, en efecto, crueles, piadosos, magnánimos, codiciosos, avarientos, caprichosos, etc. Hoy esa relación personal, dícese, ha desaparecido. El ejercicio del poder se ha despersonalizado. El Estado de derecho no distingue entre los ciudadanos a quienes considera iguales ante la ley. Es ciego a las cualidades intrínsecas a las personas. Es más, no hay personas concretas sino ciudadanos, sujetos de derecho, todos iguales ante la ley. Esa igualdad, sin embargo, oculta la profunda desigualdad de la gente. Lo formula magistralmente Anatole France cuando dice que la majestad de la Ley ampara por igual el derecho del pobre y del rico a dormir debajo de un puente.

En verdad, lo que hay al otro extremo de la acción general, universal, abstracta del gobierno son personas, individuos concretos en determinadas circunstancias vitales. Son estos quienes reciben el impacto de las medidas impersonales en sus vidas privadas. El gobierno habla de racionalizar el gasto, cumplir la ley, enjugar el déficit, optimizar recursos, evitar duplicidades, reducir despilfarros, crear oportunidades, fomentar sinergias, reducir el gasto. Es el discurso de la biopolítica contemporánea. Todo muy objetivo, neutral, mesurable, racional. Pero lo que la gente escucha, ve y experimenta directamente al otro lado de la terminal mediática es la familia vecina, desahuciada de su vivienda; es la inmigrante a quien no se puede tratar de un cáncer agresivo porque no tiene tarjeta sanitaria; la chica y el novio que no pueden emanciparse porque no tienen trabajo ni esperanzas de conseguirlo y siguen viviendo en casa de los padres; la joven o el viejo hurgando en el contenedor de la basura; el parado que se ahorca antes de la llegada de los ejecutores del embargo; el viejo con una pensión ridícula que no puede pagarse los medicamentos de una afección crónica; el campesino con un infarto, que se muere de camino a un centro de urgencias a treinta kilómetros porque el suyo ha cerrado.

Son los casos reales, concretos, imposibles de ocultar en una sociedad permeada por los medios. Son los resultados de aquellas asépticas medidas del gobierno en términos de angustia, sufrimientos, dolor; es decir, los resultados de la crueldad del poder. Ciertamente, peor que un tigre. Pero disimulado. Los ideólogos de esta forma despiadada e inhumana de gobernar la justifican señalando que se trata de resultados lamentables y no deseados, al fin y al cabo inevitables si se quieren alcanzar objetivos de bonanza y general bienestar. Eso cuando, ya ebrios de la vacua retórica de la eficacia, no hablan de bajas colaterales o fuego amigo y llaman al sentido del deber y del sacrificio, señalando cómo vamos todos en el mismo barco y estamos todos interesados en su feliz periplo y todos hemos de contribuir en la medida de nuestras fuerzas.

Es mentira. Rajoy presume reiteradamente de que su gobierno ha repartido equitativamente los costes de la crisis entre todos los sectores sociales. Pero a la vista está, a la suya la primera, la falsedad de esta afirmación. Los bancos, los banqueros, los financieros, están haciendo negocio con la crisis. También los grandes empresarios que reducen costes salariales por todas partes e incrementan sus beneficios. Nadie ha tocado un cepillo de la Iglesia, cuyos onerosos privilegios, si acaso, han aumentado al incidir de nuevo decisivamente en la educación. Los ricos en general no han sufrido merma alguna en sus ingresos y la presión fiscal sobre estos, si acaso, ha descendido en términos comparativos. 

Esta falta de justicia, de equidad tan patente deslegitima la acción de un gobierno que ya venía muy tocado al ponerse a gobernar incumpliendo todos y cada uno de los puntos de su programa electoral. Si el resultado es este dolor y este sufrimiento de la población, la causa, bien obvia, es la crueldad del gobierno. 

Ahora díganme cómo se vería que, además de cruel, ese gobierno fuera corrupto. Desde luego, peor que un tigre.

(La imagen es una foto de Abode of Chaos, bajo licencia Creative Commons).

(*)Según se recoge en la Historia de la cultura humana. Vol. II, El lejano Oriente y el ascenso de Grecia, de Will Durant.

dilluns, 21 de gener del 2013

Comunicación política y nuevas tecnologías.


Comenzando el año.

José Antonio Rodríguez Salas, el alcalde de Jun, viene a presentarnos un libro sobre Comunicación Política y Nuevas Tecnologías. O sea, viene a hablar de un libro en el que se habla de él porque, como se sabe, es un adelantado de la política 2.0 y la gestión municipal en red y famoso por todo ello. Será un debate interesante el de un hombre con su personaje. Estará asimismo el incisivo colega Félix Ortega, un gran estudioso de los cambios vertiginosos en el mundo de la comunicación. Haremos la presentación en la libreria Juan Rulfo, en La Moncloa, el famoso lugar del Fondo de Cultura Económica.

Invitado todo el mundo que sienta interés por estas quisicosas. Y quien no lo sienta, también. A lo mejor se le despierta.

¿Qué hacer?

Menudo gatuperio el del PP. Aquí cobraba en negro hasta el apuntador. Bueno, ese, en azabache bruñido. Y todos negando como un solo hombre la existencia de los sobres evanescentes, como los jaguares en los garajes de los neoliberales amigos de lo ajeno. Todos, tampoco. Solo Sáez de Santamaría. A Cospedal no le constan los sobrecitos. Pero como tampoco le constaban los 7.000 euros que olvidó consignar en su última declaración, a lo mejor no le constan pero son. Y Rajoy ha respondido crípticamente ¡Sí, hombre!, lo cual no es decir nada. ¿Ha recibido en algún momento el presidente del gobierno sobres barcenescos? ¿Sí o no? Una pregunta muy pertinente habida cuenta de la larga relación existente entre Rajoy y el primero gerente y luego tesorero de su partido. Y algo habrá, piensan no ya los malpensados sino hasta las almas de cántaro, cuando, tras forzar la dimisión de Bárcenas como tesorero y senador, Rajoy le ha mantenido todos sus privilegios en la sede del PP: coche, chófer, despacho, secretaria. Todo a cargo del erario público.

Suena a chantaje, como bien apunta El Mundo. Pero ¿puede un país tener un gobierno sometido a extorsión por un presunto delincuente? ¡Y qué presunto! ¿Saben lo más indignante de la hacienda en la Argentina, si es cierta? Alguien capaz de llevarse el dinero a raudales ilegalmente e invertir en el extranjero, creando allí miles de puestos de trabajo que faltan aquí desesperadamente. Estos delitos de evasión, ocultación, fraude, blanqueo, tienen unas víctimas evidentes y numerosas.

Junto al bombazo del PP, que trae en su seno una crisis de gobierno, si no de algo mayor, la rapiña de calderilla del PSOE en la fundación Ideas. Escandalizarse por 600.000 euros cuando el Ayuntamiento de Madrid paga 50.000 al año a un menda sin calificación alguna como asesor pero con funciones 007, más propias de un agente en el exterior o de espía, es bastante hipócrita. Pero, bueno, se trata de la izquierda, que parece ser de menos mangar, aunque igualmente sensible a los encantos del enchufe. No obstante, si lo de El Mundo es cierto, en esa Fundación procede zafarrancho de limpieza, dimisión colectiva y nombramiento de una gestora para encarrilar el asunto.

Hay un clima general de corrupción en el país. Cada vez que veo esas fotos de Pekín oscuro a mediodía como en una toma de Blade runner, pienso que la atmósfera política en España es igual. O peor. La casta política es bastante corrupta, aunque no toda; cuanto más a la izquierda, menos corrupción. Las instituciones están viciadas o vacías de contenido. La vida social rebosa de casos de delincuencia de personajes públicos, privados y en la zona umbría de lo público y lo privado, en donde se mueven esos partidos políticos cuyo prestigio no puede caer más bajo.

En esta situación, es muy de apoyar la iniciativa de Antonio Avendaño en su columna de Público, titulada Una cosa que se puede hacer ya mismo, consistente en volcar toda la contabilidad de los partidos en sus páginas web a consulta abierta de los ciudadanos en régimen 2.0 Es muy buena idea. Modestamente, la proponía Palinuro en un libro de 2010 pero para todas las administraciones públicas: todos los presupuestos y sus detalladas ejecuciones de las administraciones abiertas a consulta de los ciudadanos en sus páginas web.

Los analistas, los expertos, los propios políticos interesados hablan y hablan sobre la necesidad de refundar el capitalismo, reformar el sistema, proceder a un proceso constituyente. Estas propuestas (quizá la última no tanto) parten de la necesidad de reformas políticas e institucionales para regenerar la democracia española. Posiblemente. Pero se quedan muy cortas. Lo necesario ahora es una reforma moral. Porque si reformamos las instituciones pero no el espíritu de quienes las gestionan, no habremos hecho nada.

Tómese el ejemplo de la cultura de la dimisión. Un país en el que el ministro de Justicia indulta a un homicida condenado por los tribunales sin otra razón aparente que el hecho de haber sido defendido por el despacho en donde trabaja su hijo y no dimite, no es un Estado de derecho. Cuando no se dimite ante consecuencias mortales de la propia ineptitud, como en el Ayuntamiento de Madrid o por imputaciones en causas penales, realmente hay un problema de principios morales.

El umbral de tolerancia de la corrupción de la sociedad española es muy alto. Ha de salir ese vergonzoso asunto de los sobresueldos para que empecemos a cuestionar la forma como los políticos se autoasignan sus fabulosas retribuciones. ¿Qué diferencia hay entre cobrar sobresueldos (o sueldos en sobres) o dobles sueldos, como hacen Rajoy y Cospedal, entre otros? Ninguna salvo que los primeros son dineros opacos, negros y los segundos vienen de una triquiñuela legal pero moralmente indefendible: el partido paga un sobresueldo a Rajoy y Aguirre por encima de su retribución en el cargo porque sí, con luz y taquígrafos, universalmente admitida, pero no defendible moralmente hablando y menos cuando Cospedal despoja de su salario a los representantes en la Asamblea. Dicho con total claridad: es inmoral acumular dos sueldos cuando se priva a otros del suyo único.

Este alto umbral de tolerancia a la corrupción viene de los tiempos de las vacas gordas de la burbuja inmobiliaria. Entonces se veía normal que un alcalde de un pueblo ganara tanto como el presidente del gobierno. Hoy eso se ve como un disparate. Pero se sigue haciendo. Hoy también se ven como disparates esas retribuciones estratosféricas que se autoasignaban los consejeros y barandas de las cajas a cuya ruina habían contribuido denodadamente. Se ven incluso como delitos y comienzan a perseguirse. Pero ya veremos. Todo esto es una prueba del espíritu reinante, del clima moral e intelectual que es preciso cambiar. Es una reforma moral para la cual, me temo, estamos muy poco preparados porque nuestra visión de la sociedad es parecida a la del tiburón. Una visión neoliberal.

diumenge, 20 de gener del 2013

Palinuro calla.

Ayer falleció mi amigo Manuel Fernández Montesinos a quien mucho quise y cuya memoria habita en mis recuerdos más emocionados. Fue hijo de Manuel Fernández Montesinos Lustau y sobrino de Federico García Lorca, ambos asesinados con días de diferencia por los franquistas, un hecho que determinó su existencia y, sin duda, contribuyó a hacer de él aquel inmenso ser humano de quien tantísimo aprendí.

No tengo ánimos para escribir mi entrada diaria.

Un solo dato más. Manolo publicó sus memorias, Lo que en nosotros vive, en 2008. Palinuro le hizo una reseña titulada Good, Manny! La he releído. No necesito quitar ni poner nada.

Adiós, Manny. Hasta siempre.

dissabte, 19 de gener del 2013

Gobierno de ladrones bajo chantaje.
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En 2009, con esa facundia que caracteriza al personaje cuando miente, o sea, siempre, Rajoy decía que “Nadie podrá probar que Bárcenas y Galeote no son inocentes”. Tres años después asegura que no le temblará la mano si se demuestra que ha habido algún comportamiento impropio en el PP. Quiere decir, algún delito y quiere decir también que se demuestre más de lo que ya está demostrado. En el ínterin, Bárcenas, el de los sobres, ha seguido manejando sus negocios desde su despacho en la calle Génova, sede del PP, a donde ha estado yendo con más asiduidad que Cospedal quien, sin embargo, asegura que jamás lo ha visto, sin duda por la misma misteriosa razón por la que la ministra Mato tampoco veía en el garage de su casa el Jaguar con el que, al parecer, los mangantes de la Gürtel habían retribuido los servicios de su marido. Marido, por cierto, enchufado por Rajoy luego de perder su puesto al ser imputado. Hay cierta solidaridad entre estos pájaros para taparse mutuamente sus fechorías.

Esa solidaridad es la que Bárcenas cree que se ha roto, desde el momento en que el PP no ha conseguido evitar que se le procese. Desde luego, ha hecho todo lo posible, incluso condenar en firme al juez que instruyó el propio caso delictivo. Pero no ha sido suficiente. Así que, si Bárcenas no quiere comerse solo el marrón, tiene que seguir tirando de la manta. Nueva revelación: Aznar y también Rajoy recibían sobres. Jurídicamente hablando, esto no significa mucho pues los posibles delitos han prescrito. Pero políticamente es una bomba. Si son ciertos los cobros, Rajoy debe dimitir ipso facto y Aznar desaparecer del escenario eo ipso.

Es literalmente incompresible que el presunto delincuente Bárcenas tenga despacho en Génova a no ser que haya un claro factor de extorsión. El cántabro sabe tantas cosas de Rajoy, Aznar y resto de compinches que no se puede enfadarlo porque muchos irían camino del trullo. ¿Qué se siente cuando se sospecha que el gobierno es una asociación de delincuentes sometida al chantaje de un mafioso que lo tiene agarrado por los cataplines? Nada bueno, desde luego.

Con todo, este pringoso asunto de los dineros negros que presuntamente vienen cobrando lo peperos desde hace años debe encajarse en la debida perspectiva. Porque tener un gobierno de delincuentes es grave, sí; pero no puede hacernos olvidar que solo es la punta del iceberg:
  • los sobres de Bárcenas se suman a la pastuqui robada por decenas de peperos en la Gürtel.
  • La corrupción es generalizada y sistemática en el PP en Valencia.
  • Y en Baleares.
  • Y en el aeropuerto de Fabra, el del gordo de la lotería permanente.
  • Y en todo el levante urdangarinesco.
  • Y en la satrapía ourensana de Baltar, el de los mil enchufes.
  • Y la corrupción de la Comunidad Autónoma de Madrid, que se revela con el Tamayazo, sigue por la gestapillo, FUNDESCAM, las privatizaciones y el ático de Ignacio Glez; porque se trata de otro gobierno presidido por otro supuesto delincuente, muy vulnerable a los ataques y chantajes de sus cómplices, al cual hay que exigir bien alto y claro una AUDITORÍA independiente de su gestión.
(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia Creative Commons).

El caso Bárcenas, al juez.

Hasta el ABC, fiel escudero, pide al PP la aclaración del caso Bárcenas. Y Esperanza Aguirre, trasterrada en regiones hiperbóreas, habla de una crisis institucional muy grave que debe aclararse caiga quien caiga. Es fácil imaginar cuya caída quiere doña Esperanza, pero eso es una prueba más del argumento de Palinuro: en España, diga lo que diga el ABC, Aguirre o Nostradamus, los delitos los aclaran, juzgan y sentencian los jueces. No los partidos políticos que, como su nombre indica, son partes.

El fiscal general del Estado no ve razones para investigar de oficio el caso Bárcenas, pero sí para pedir el reingreso en prisión de Alfon. La vista del fiscal general no coincide con la de Palinuro, quien investigaría de oficio lo de Bárcenas y dejaría en paz a Alfon. Pero eso es asunto del fiscal general. Hay pruebas suficientes para mover la acción de su ministerio  a instancia de parte directamente perjudicada. Los dineros movidos de modo presuntamente ilegal proceden del erario público, de todos nosotros como contribuyentes. Base suficiente para iniciar la acción. E incluir en ella a Rajoy. En tanto no se demuestre lo contrario, Rajoy sabía pues, según parece, ordenó en 2009 a Cospedal poner fin a la delictiva práctica. Y, si lo sabía, ¿cómo no lo denunció, cual era su deber moral y jurídico?  Ahí es a donde hay que llevar este asunto. Al juez.

Sin perjuicio de las responsabilidades políticas y el debate en sede parlamentaria, ambas asimismo obligadas. Sáez de Santamaría no dice sí ni no. Solo es contundente en lo referente a sí misma: ella, los sobres, ni olerlos. Cospedal, gárrula e incongruente, como siempre, dice que no le consta sobre alguno en su tiempo de secretaria general y, además, el portador no es miembro del partido. Por tanto, los sobres son cosa suya, como sus gemelos o su champú. Arenas jamás vio un solo sobre en su época de secretariado. Nadie ha visto sobre alguno, excepto Verstrynge, pero ese ya se sabe que tiene reconcome. Esos sobres cada vez parecen más los freaks del Bosco, los monstruos de la razón o las tentaciones de San Antonio: producto de mentes enfermizas con intenciones aviesas de mancillar la impoluta imagen del PP, rebosante de gente de acrisolada conducta.

Rajoy, como de costumbre, retraído en ignota madriguera, debe de considerar los sobres una siniestra presencia de la Santa Compaña, la que se aparecía a su compatriota don Juan Manuel de Montenegro en las Comedias bárbaras. ¡Ay, señor, qué romance de lobos! O de lobas, quizá, pues hay quien relata en lo profundo de Lantañón que la pérfida Aguirre anda tramando el hundimiento del mayorazgo. En fin, ¿Rajoy decir algo? Altamente improbable, aunque hoy tiene previsto hablar en Almería. Doble contra sencillo a que dice una cosa y la contraria; o no. Y todo entre perogrulladas. Allá va: Claro que defendí la inocencia del señor Bárcenas. Pero como defenderé siempre la de cualquier español, esté en donde esté. Porque soy español y somos una gran nación, aunque Mas no quiera aceptarlo. ¿Unos sobres? ¿Unos sobres? Hombre, no pretenderá usted que me ponga a seguir todo el papeleo administrativo de la presidencia, sobres, archivos, dossiers. Por eso estamos potenciando el e-Governement, que no sé si saben ustedes... ¿Dinero negro? ¿Negro? No nos consta. Se lo he preguntado a la secretaria general y no nos consta. Mire, la gente habla y habla, muchas veces sin saber. ¡Qué sabrá gente de qué color es el dinero del señor..., del señor..., del señor ¿qué? ¿Bárcenas? Pero eso, ¿no es un pueblo de Cantabria?

Bien, hasta aquí, la parte hispánica del esperpento de los sobres voladores como los pájaros de Hitchkock. Viene ahora la otra. ¿No iba Rajoy a restaurar la confianza de los mercados en España? Pues no sé. Los mercados tienen una tendencia calvinista y suelen ver con malos ojos prestar dinero a una gente que, o lo reparte en sobres o se lo lleva crudo a Suiza. A un gobierno cuyo ministro de Hacienda amnistía a los grandes defraudadores, en especial a los de su partido. A unas autoridades que piden dinero para enjugar el déficit pero le perdonan 1.200 millones de euros a un gringo que va a traer un casino, menuda contribución al tejido industrial del país. Mañana, según parece, saca el New York Times un reportaje sobre la corrupción en España. Confianza a raudales. Sin duda. 

¿Y qué me dicen del personaje en sí mismo? Es como el hombre invisible de Wells. Nadie lo ha visto. Nadie lo ve. Solo se ven sus cosas, su coche, su mesa, su sombrero, sus cajas. Pero a él, no. Al parecer, Cospedal compartía o comparte con él la titularidad de una cuenta corriente del PP, no queda claro si de disposición individual o forzosamente conjunta. De ser lo segundo habrá sido curioso ver la pluma Mont Blanc firmando sola los cheques. Pero, además, el hombre invisible tiene una secretaria y una documentación en la sede genovesa cuyo contenido será interesante revisar. A lo mejor aparecen las cuentas por sobres u otros conceptos. La contabilidad debiera enseñarse en la Facultad de Bellas Artes. 

Nada, hombre, toda la tropa a explicarse ante el juez. Y, ya de paso, que tanto la devota dama castellano-manchega como Rajoy expliquen por qué motivo cobran dos sueldos, uno por cargo institucional y otro por cargo de dirección del partido gracias al cual son cargo institucional.

Por cierto, a acabo de leer que el hijo de Baltar se ha cargado la posibilidad de investigar el comportamiento presuntamente corrupto de su padre. ¿Algo que objetar, pringaos?

Homenaje de Palinuro a un querido amigo lector.

Por razones no largas de explicar pero no me corresponde a mí exponer pues ya lo hará él, si quiere, un viejo amigo de la red, recién vuelto de un viaje a sí mismo, escribe pidiendo mayor contraste en Palinuro. Bueno, en realidad, en todo cuanto lee en la web. En eso no mando yo ni los dioses lo permitan; pero en Palinuro, sí y por ello sale hoy con mayor contraste. No sé si he acertado. No he conseguido fondo blanco por más que lo he intentado. Blogger tiene sus servidumbres que el vulgo debemos acatar a causa de nuestra ignorancia, única culpable de nuestro estado de inmadurez, como bien se sabe.

Bienvenido back, querido Jenaro. Estamos en plena danza de los malditos.

Tschüss.


divendres, 18 de gener del 2013

Desobediencia civil.

Hoy hay convocadas a través de las redes sociales manifas frente a todas las sedes del PP en España. La razón es de sobra conocida pero no sé si bien calibrada. Los últimos datos de opinión muestran una actitud de generalizado rechazo a los políticos en general y a los gobernantes muy en particular. Su desprestigio es completo: gente sin palabra, sin programa, sin prudencia, sin conocimientos, sin tolerancia, sin la menor comprensión ni simpatía por los millones de personas a quienes gobiernan. Gentes que parecen ir únicamente a lo suyo.

Y, en efecto, así es, como está quedando clarísimo en los últimos tiempos. A lo suyo, a mangonear lo público y quedárselo de forma más o menos legal, fraudulenta o incluso delictiva: dobles sueldos, sueldos desmesurados, gastos suntuarios, dietas indebidas, privatizaciones interesadas, negocios privados con los bienes públicos previamente privatizados, enchufes en todos los niveles de la administración que paga incluso a los espías del partido, amnistías a los grandes evasores, comisiones ilegales, malversaciones, cohecho, sustracción de decenas de millones en paraísos fiscales.

Sobre ese fondo de inmoralidad y latrocinio se dictan normas, generalmente decretos, que privan a los ciudadanos de sus derechos, de todos: derechos laborales, sociales, a la educación, a la sanidad, a la jubilación, a subvención por desempleo, a la libertad de manifestación, reunión y expresión y, por supuesto, derecho a la información monopolizada por unos medios que parecen gabinetes de propaganda del PP. Con el agravante de que, tan pronto se dictan los decretos, los anulan, rechazan o suspenden los tribunales por ilegales o inconstitucionales.

Todo ello ha producido un estado de indignación general en la cual quizá el detonante haya sido la infame farsa perpetrada por la vicepresidenta del gobierno haciendo pucheros ante las cámaras. Algo vergonzoso. Y esa indignación tomará la forma de la desobediencia civil. Una actitud pacífica, masiva, no violenta, de protesta contra una situación intolerable, ilegítima y tiránica. Las redes, el medio en que está fraguando esta desobediencia civil, no son organizaciones revolucionarias, ni obreras, ni de clase, ni de partido. Son agregados de ciudadanos de toda condición que pueden constituirse en sujeto socialmente actuante con carácter multitudinario en un momento dado.

Esa actitud ciudadana de protesta y desobediencia pacífica afecta a todos los estamentos sociales, incluso las fuerzas de seguridad, compuestas por ciudadanos antes que por guardias. Es deber de la policía hacer acto de presencia en las manifas de hoy para garantizar la paz, el orden público y la seguridad de los manifestantes. No lo es hostigarlos, intimidarlos, someterlos a identificaciones masivas y arbitrarias. Aunque sean sus órdenes; esas órdenes son injustas. Como también lo serían si fueran de cargar o emplear la violencia a la menor excusa.

La población está harta de que la roben por decreto a través del Estado y mediante delincuentes fuera de él que, sin embargo, tienen relaciones privilegiadas con él. Y, sobre todo, está harta de que el Estado lleve su compadreo con la delincuencia al extremo de indultar delincuentes sin otra motivación, al parecer, que la cercanía al partido o el enchufe con el ministro de turno. Ese ataque a la justicia es una carga de profundidad contra el Estado de derecho de una enorme gravedad. Y los primeros en saberlo son los policías.

La situación de España no es, como solía, de tragicomedia sino de tragitragedia. Cuanto antaño fue comedia: los pícaros, los ladrones, los corruptos, los enchufados, los estafadores, es hoy tragedia al darse en el contexto de una crisis tremenda que amenaza con devorar el país en manos de unos irresponsables en connivencia con unos sinvergüenzas.  

El imperativo del día es desobediencia civil amparada y protegida por la fuerza pública, a la que aún no han podido privatizar para que defienda sus intereses de clan. Pues son eso, un clan constituido en partido político.

(La imagen es una foto de Audiovisuales 15M Zaragoza, bajo licencia Creative Commons).