dilluns, 19 de març del 2012

La teocracia liberal

Se cumplen 200 años de la Constitución de 1812, popularmente conocida como La Pepa, y Cádiz, ciudad en la que esta Constitución se proclamó, anda en fiestas. La Pepa estuvo en vigor en tres breves periodos de la historia patria, en 1812/1814, 1820/1823 y 1836/1837. Pero lo que no alcanzó en términos de norma positiva lo logró en cambio en el orden simbólico. Ha servido siempre -y sigue haciéndolo- como emblema del liberalismo español, como prueba de que la raza no está condenada a sufrir sempiterna tiranía sino que, cuando el pueblo quiere, es capaz de dotarse de instrumentos esclarecidos de gobierno. La Constitución de 1812 influyó mucho en el constitucionalismo europeo del XIX y de hecho estuvo en vigor y más tiempo que en España en el Reino de las dos Sicilias.

¡Loor, pues, al símbolo del liberalismo hispano! El documento que anuncia al mundo la llegada de la nación española. Porque esa es la gran virtud del texto, el ser el acta del nacimiento nacional. ¿Acaso no estaba entonces en ilegítimo vigor la Constitución de Bayona de 1808, la Constitución de José I? En modo alguno, sostenían los patriotas gaditanos: la nación española habla en el texto de 1812, afrancesado por la forma (ya que, al fin y al cabo, es una Constitución) pero reciamente hispánico, castizo, en su contenido.

Resulta así que, efectivamente, por obra de esta interpretación del origen de la nación española, La Pepa es el crisol en el que se se forja y aparece identificada desde el principio con los valores del liberalismo. Será la Constitución de la libertad frente a la tiranía. Así es como surgen también los mitos y las leyendas, sobre todo cuando nadie se preocupa por indagar en la naturaleza exacta del símbolo mismo. Prácticamente ninguno de los que estos días celebran la Constitución de 1812, hablan de ella y la presentan como el ideal al que los liberales y demócratas españoles han dirigido la mirada, la han leído y, por tanto, no saben lo que dice en realidad. El origen de todo suele ser oscuro, pero no sé si tanto que acabe siendo lo que no es.

Personalmente siempre me ha llamado mucho la atención que el liberalismo español sea cosa del clero y que, en el fondo, la Pepa sea una constitución de curas que, en definitiva, establece una teocracia disimulada y no tan disimulada, al extremo de que vincula la condición nacional española con el catolicismo. El artículo 12 retrata el empeño: La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra. Por cierto, gustará más o menos a los patriotas pero la odiada Constitución de Bayona (que conocía muy bien al pueblo español) decía ya en su artículo 1ºLa religión Católica, Apostólica y Romana, en España y en todas las posesiones españolas, será la religión del Rey y de la Nación, y no se permitirá ninguna otra lo que, entre otras cosas, demuestra la tradicional y anfibia habilidad de la iglesia, que apostaba a las dos barajas, la española y la francesa.

Los curas están presentes en la gobernación del país pues cuatro de ellos (dos necesariamente obispos) forman parte del Consejo de Estado (cuarenta personas, art. 232), del que se asesora el Rey para gobernar. Y no solamente gobierna, sino que se reproduce en el sistema educativo en términos que la jerarquía siempre ha visto con buenos ojos, pues es negocio de almas y de dineros, idénticos para la iglesia. Según el artículo 366: En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles. Es decir, en la Pepa la educación para la ciudadanía competía a los curas. A esto llaman las buenas gentes de hoy liberalismo; y lo será, pero en los términos de Esperanza Aguirre.

También los otros motivos de enternecedora simpatía de la Pepa tienen sus más y sus menos. Es cierto que reputa españoles a todos los hombres libres nacidos en los dominios de la Españas de ambos hemisferios. Pero ello mismo lo dice, hombre libres. Los esclavos no son españoles. El espíritu doceañero acepta la esclavitud. Es también una determinación racista, aunque esta no se explicite: los españoles nacidos en el África no son ciudadanos salvo que se lo ganen "por la virtud y el merecimiento" (art. 22).

Entre los habituales temas hagiográficos que señalan la bendita ingenuidad de los constituyentes suele señalarse que se ordena a los españoles que sean "justos y benéficos" (art. 6) y que se considere que el fin del gobierno sea la felicidad de la nación. Menos se conoce que da como forma de gobierno una fórmula ideológica que también huele a eclesiástica, una Monarquía moderada hereditaria (art.14) en la persona de un Rey que es sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad (art. 168), condición que prácticamente reproduce la Constitución vigente de 1978 al decir que la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad (art. 56, 3).

Pero lo mejor de todo y lo que definitivamente sitúa a los constituyentes de 1812 no ya solo en la ingenuidad sino directamente en Babia es el hecho de proclamar que el Rey de las Españas es el Señor Don Fernando VII de Borbón, que actualmente reina. Esto es, si el liberalismo de la Pepa tiene un tufo eclesiástico evidente, la capacidad de los constituyentes para entender el momento en que vivían y las gentes que lo hacían era tan inexistente como la de prever el futuro más inmediato.

No está mal celebrar un hecho histórico, pero conviene saber qué se celebra en concreto y no darle más alcance del que tenía en realidad. La Pepa no es otra cosa que el primer hito del nacional-catolicismo e inaugura una idea de nación con la que Palinuro no está ni estará jamás de acuerdo.


Actualización a las 12:00.

Las prisas de esta desenfrenada época de torbellino tecnológico me hicieron olvidarme de la Inquisición, que los doceañistas mantuvieron incólume -prueba de su intenso espíritu liberal- hasta 1821. Me la ha recordado Juan Domingo Sánchez Estop, con quien tengo abundantes afinidades electivas. Gracias, Juan.


(La imagen es una foto de zugaldia, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 18 de març del 2012

En busca de esclavos.

Y este Juan Rosell era el que substituyó al presunto ladrón Díaz Ferrán al frente de la CEOE, el catalán presidente de Fomento del Trabajo Nacional y, según rumores, un "liberal". Pues sí, liberal al estilo de Franco que es el que les va a todos los empresarios y por el que suspiran, cuando tenían a su merced a los trabajadores que carecían de todos los derechos.

Ahora quieren hacer lo mismo aprovechando la crisis económica que siempre debilita considerablemente a los trabajadores. Les bajan los salarios, les aumentan las jornadas, pueden despedirlos cuando les dé la gana, los contratan como les place y cuando les place, los someten a condiciones indignas, no se cuidan de los accidentes laborales y pretenden privarlos del derecho de huelga que es la única arma legal con que los asalariados pueden defender sus exiguos derechos. No les basta con impedir su libre ejercicio, con presionar, amenazar a quienes vayan a la huelga, haciéndolos objeto de todo tipo de coacciones y chantajes. Quieren suprimir el derecho de un plumazo. Cuentan para ello con un gobierno cuya única finalidad es favorecer a la patronal en su propósito de restablecer la esclavitud.

Invocan el país, los intereses generales, los derechos de terceros, los servicios públicos. Cualquier cosa con tal de no decir la verdad: que lo que les fastidia es que paren sus empresas y ellos dejen de lucrarse durante 24 horas. Lo único que moviliza a los patronos: el dinero. La expresión de este menda lo dice todo: "un grupito no puede paralizar el país". Se refiere a los millones de huelguistas el muy cínico, no al verdadero "grupito", el de los empresarios, que es el que tiene parado el país desde hace cuatro años, con cinco millones de parados. Ese es un "grupito" dañino. Porque el paro es la forma del terrorismo que ejercen los empresarios.

El fin de una era.

Las elecciones se pierden o se ganan en el momento en que cierran los colegios electorales al final del día de votación. Ni un minuto antes. Hasta ese momento siempre caben sorpresas porque el comportamiento de los seres humanos es radicalmente imprevisible. Pero es conjeturable y, según las circunstancias y los medios que se empleen para hacerlas, las conjeturas son más o menos afortunadas. Oscilan entre la exacta predicción y el completo disparate, con una profusa gama de posibilidades intermedias.

Los candidatos del PSOE en las elecciones autonómicas andaluzas del próximo día 25 recorren la Comunidad asegurando que se está produciendo un cambio en la tendencia prevista del electorado de dar la mayoría absoluta al PP. Lo "sienten", lo "palpan", es una intuición, un ánimo difuso que detectan en el ambiente. La base para justificar la conclusión es endeble. Coincide, sin duda, con sus más fervorosos deseos, pero eso no la hace más verosímil. No más que si llegaran a ella tras haber interpretado el vuelo de una bandada de patos. Enfrente tienen la predicción de la encuesta que publica hoy El País, hecha con todas las garantías científicas y un margen de error probablemente bajísimo. El vaticinio es tremendo: 59 escaños para el PP, 41 para el PSOE y 9 para IU. Siempre queda la esperanza de que el mismo hecho de la publicación ponga en marcha reacciones del electorado que acaben desmintiéndola, a través de los dos efectos contrarios, uno desmovilizador del voto de derechas ("está ganado") y otro movilizador del de izquierda (hay que echar una mano al perdedor/que viene la derecha) y algo de eso habrá. Pero la diferencia es demasiado grande para que una variación tenga algún resultado de relevancia.

Lo más importante de las elecciones andaluzas, como señala todo el mundo, es su valor simbólico. Último bastión del PSOE, 30 años ininterrumpidos tocarán a su fin. Ello puede poner en marcha una reacción interna en el partido de imprevisibles consecuencias. Y, sin embargo a cualquiera se le alcanza que en la dinámica ordinaria de los sistemas democráticos, treinta años de gobierno ininterrumpido es algo anómalo. Lo normal en democracias es la alternancia no necesariamente cada cuatro años pero tampoco cada treinta.

Treinta años de dominación, por lo general con mayoría absoluta, acaban produciendo ritos, costumbres, prácticas, creando redes, fomentando el amiguismo y el clientelismo, un sistema de partido dominante que acaba pervirtiendo el funcionamiento de las instituciones democráticas. Da la impresión de que el insólito caso de los EREs ilegales y el tren de vida de la consejería de Empleo son puntas de iceberg. Puede que no sea así, pero lo parece y mucha gente lo cree.

El PSOE dice que el cambio previsto de mayoría será una catástrofe para Andalucía, como lo ha sido antes para España. Desde luego, para quien es una catástrofe sin duda es para el propio PSOE pues lo obligará a poner en la calle una cantidad considerable de cargos públicos, lanzándolos en muchos casos al paro. Esa tendencia de los partidos a identificarse con el Estado que colonizan les hace sentir estas bajas casi como despidos de funcionarios, sobre todo si llevan treinta años prestando servicios. Ya está pasando a escala nacional, pues hay un ERE en marcha en Ferraz, debido al descenso de ingresos por los malos resultados electorales del 20N.

El valor simbólico viene también porque se tratará del tercer batacazo electoral socialista en menos de un año (elecciones del 22 mayo y 20N de 2011 y estas de marzo de 2012) y dos de ellos bajo la dirección de Rubalcaba. Es un ciclo, sin duda, pero si en la votación del 25 el electorado mantiene el castigo al PSOE, este ya no puede leerse como continuación del ciclo pues presenta una novedad nada desdeñable: la de que el electorado vota sabiendo ya lo que le espera si gana el PP porque lo está viendo en España. Por más que Rubalcaba insista en el discurso de denunciar ocultación (el mismo que empleó en las elecciones del 20N que perdió) si el domingo el PP se alza con la victoria es porque el electorado sigue prefiriendo la oferta (o no oferta) del PP a la del PSOE. Pero ya no a la del PSOE de Zapatero sino a la de Rubalcaba. Y eso es algo que su equipo y sus seguidores deben considerar.

No está claro que hayan conseguido formular un discurso que la gente esté dispuesta a votar y gane elecciones. Han tenido más de tres meses. Ciertamente, hubo unas primarias, que siempre distraen lo suyo pero a los más de tres meses del 20N el partido tendría que haber reconstruido algún tipo de discurso. El PSOE de Andalucía hace una campaña puramente defensiva, contrarrestando la lluvia de acusaciones; no hay valoración del propio gobierno, ni innovación, ni propuestas nuevas. Y el PSOE nacional no compensa aportándolas él sino que, al referirse a Andalucía, remacha el inexistente discurso de Griñán. En fin, es Escuredo llamando gilipollas a los del PP y desdiciéndose cinco minutos despúes.

A lo mejor debe la actual dirección del PSOE convocar un congreso extraordinario para formular un discurso y un programa claros y nuevos. Seguir haciéndolo como hasta la fecha, en contextos electorales en los que todos los gatos son pardos, no lleva muy lejos. A estas alturas me atrevo a decir que mucha gente no sabe con exactitud qué haría el PSOE si volviera al gobierno en España en casi ningún aspecto. Por ejemplo: ¿denunciaría los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede?

dissabte, 17 de març del 2012

La revolución socialdemócrata

Lo único que puede sacar a Europa de la crisis es la socialdemocracia. El neoliberalismo ya ha fracasado dos veces: una cuando la hizo estallar y otra, a la hora de resolverla porque, igual que los monomaníacos, carece de flexibilidad para adaptar sus criterios a circunstancias nuevas o para cambiar de ellos. A su vez, la izquierda de tradición comunista no tiene propuestas porque las que eran verdaderamente suyas -planificación centralizada y socializacion de los medios de producción- ya habían fracasado muchos años antes de que llegara esta crisis. Es más, esta puede entenderse, en parte, como resultado del fracaso de la experiencia comunista, que dejó el capitalismo sin frenos ni contrapesos.

Solo quedan las propuestas de algunos otros grupos parciales y especializados, singularmente los ecologistas que pueden integrarse mejor o peor en un programa socialdemócrata. Este es el único que tiene posibilidades reales por ser reformista e incluyente, por aunar mercado con políticas de redistribución de la renta y justicia social. Por eso es tan codiciado por los demás, especialmente por los comunistas o sus herederos que tratan de hacerlo suyo explicando que los socialistas lo han traicionado, que se han hecho de derechas y que han abandonado la bandera socialdemócrata para que la enarbolen ahora los repentinos partidarios del Estado del bienestar al que llevaban treinta años condenando.

Pero la socialdemocracia está tan viva como nunca, cual se ha comprobado por el mitin del Partido Socialista de Francia, hoy en París, en el que han participado, además de François Hollande, el alemán Sigmar Gabriel (SPD), el italiano Pier Luigi Bersani (PDI) y Serguei Stanichev (PSE). Fórmulas para salir de la crisis, medidas concretas, factibles, que evitarán el colapso a que llevan las políticas de recortes de la derecha con Merkel y sus monaquillos, estilo Rajoy: renegociar el tratado de estabilidad, creación de los eurobonos, introducción de la tasa financiera, política de estímulo y redistribución de la renta, reorganización del Banco Central Europeo, relanzamiento, etc.

Las presidenciales francesas del mes que viene son cruciales para esta recuperación; como lo serán las legislativas alemanas de 2013. La recuperación del eje franco-alemán será el comienzo del fin de esta pesadilla hecha de crisis, estafa, abuso, explotación y miseria. Lo único que puede parar el evidente proyecto de Rajoy y la derecha española y catalana de acabar con el Estado del bienestar, los servicios públicos, los derechos de los trabajadores y los sindicatos.

Por eso resulta incomprensible que España no esté en ese cónclave francés, que no haga acto de presencia ni tenga propuesta alguna. ¿Creen los socialistas españoles que, después de lo sucedido, hay salvación para España al margen de Europa?

La lucha es por la televisión.

Los datos del Estudio General de Medios lo dicen claramente: los españoles pasan de media al día 237 minutos delante del televisor, prácticamente cuatro horas, la sexta parte del día. Luego dicen que no tienen tiempo de nada. En el extranjero sucede lo mismo; no se trata de una peculiaridad española. Ni siquiera es peculiar la baja calidad del producto, pues la TV viene a ser igual de mala en todas partes. Ningún otro medio concita tanta atención ni dispone de tanta gente al mismo tiempo. Por eso la codician los políticos, los curas, los empresarios y todos cuantos dependen de la publicidad y la propaganda. La TV es la esfera pública por excelencia antes del ciberespacio. A la llegada de este, se ha adaptado haciéndose digital, pero entrando en un terreno interactivo que ya no garantiza la tranquilidad de antaño, cuando el mensaje era en una sola dirección y los receptores no respondían.
Esa esfera pública de la llamada Política 1.0, esto es, unos hablan y otros escuchan, callan y votan es el genuino de la televisión y el que sigue siendo predominante. Es el ámbito de la verdadera batalla política, el que todos luchan por conquistar porque es a través del cual se justifica el poder. De los infinitos estudios sobre el llamado fenómeno Berlusconi (o de cómo un payaso puede convertirse en primer ministro y corromper un sistema politico) lo generalmente admitido es que no hubiera sido posible si Il cavaliere no controlara la televisión italiana prácticamente al 100%.
En España hay una diferencia notoria entre la izquierda y la derecha respecto a la TV. Zapatero dejó la RTVE en el estadio más cercano que haya alcanzado jamás a la neutralidad, imparcialidad y profesionalidad que se invocan siempre como deseables pero nunca se hace nada por conseguir. No nombró comisarios políticos para dirigirla y no consta que haya habido casos de presiones o manipulaciones desde el poder ni, por supuesto, se han dado sentencias de los tribunales parecidas a la que se ganó Urdaci en tiempos de Aznar. Desde un punto de vista ético la regulación zapaterina es encomiable: desde otro político probablemente sea un desastre.
Actitud inversa es la que adopta la derecha, que trastoca la relación entre ética y política. El PP lleva meses empeñado en la tarea de deslegitimar la labor de la RTVE, por boca de Cospedal sobre todo, pero no solo de ella. Según esto RTVE manipula a favor del PSOE, incluso después de que este haya perdido las elecciones lo que, desde el punto de vista de los ultratertulianos, es algo insólito. Eso es lo que explica que haya denunciado formalmente a RTVE por manipulación por haber emitido unas declaraciones de Rubalcaba en contra del copago.
¿Qué idea tiene la derecha de la neutralidad e imparcialidad de los medios? Se ve de inmediato considerando Telemadrid y Canal Nou, de la Comunidad valenciana. Las dos son sendos ejemplos de cajas de resonancia directa del poder político, más parecidos a órganos de agitación y propaganda que a medios de comunicación. Los telediarios están groseramente sesgados; las tertulias son linchamientos sistemáticos de la oposición y la programación en general está al servicio del poder y es beligerante con quienes lo critican. La derecha no quiere perder el tiempo ni marear la perdiz con pruritos de pluralismo democrático, juego limpio y falta de manipulación. Hay que controlar de modo férreo el medio más poderoso que existe, el que llega a todos los hogares a los que machaca cuatro horas diarias. Y hacerlo sin contemplaciones. Sin dignarse siquiera contestar a las críticas. Cuando se controla los medios de forma absoluta (como Berlusconi en Italia o Aguirre en Madrid) las críticas se contestan solas. Simplemente se niega la evidencia y como nadie más puede hablar, la evidencia queda negada. Por eso la derecha da la batalla en los medios. Por eso la iglesia católica tiene su emisora de radio y las TDTs son todas espacios de agitación contra la izquierda.
La izquierda, animada de un afán de juego limpio democrático (eso que Aguirre se obstina en negar diciendo que se trata de una supuesta superioridad moral de la izquierda que la tiene obsesionada) lleva las de perder, al menos a corto plazo. Es una situación fastidiosa pero no cabe responder sino insistiendo en garantizar el pluralismo y la neutralidad de los medios públicos. Lo que no puede producirse con la izquierda es ese bochornoso espectáculo de que sea condenada, como lo ha sido Canal Sur por la Junta Electoral Central por vulnerar la ley al mostrar a Rajoy en una noticia sobre pederastia. Eso es una canallada, similar a la perpetrada en su día por Telemadrid si no ando equivocado (no me cuento entre quienes miran la TV) al sobreimponer el anagrama de ETA sobre el retrato de Rubalcaba o alguna otra granujería de este tipo. La izquierda no puede proceder de este modo y esto es lo que la diferencia de la derecha, le guste o no a Aguirre, quien se queja del hecho, pero no hace nada por evitarlo. Al contrario, puede poner en la calle a un presentador acusándolo de haber "comprado el discurso ideológico del enemigo".
(La imagen es una foto de My Web Page, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 16 de març del 2012

Estar en Europa y no al margen.

Las personas son importantes; las ideas también. En cierto modo más, incluso, porque sobreviven a aquellas.



Frente a esta crisis de alcance internacional (en realidad, un ataque del capitalismo a los Estados del bienestar), no valen planteamientos puramente domésticos o nacionales. Especialmente en Europa, la región del mundo con mayor integración interestatal, en la que ya no rige el planteamiento clásico de la soberanía nacional. Esto está claro para todo el mundo excepto para la derecha española como acaba de demostrar Rajoy al fracasar en su intento de imponer unilateralmente un límite propio al déficit en España.

Clarísimo debiera estar para la socialdemocracia europea. Por eso Palinuro lleva meses pidiendo que haya un encuentro de los partidos socialistas europeos con el fin de poner en pie un plan, un programa de salida conjunta de la crisis sobre bases socialdemócratas, una recuperación (y actualización) del discurso del socialismo democrático frente al avasallador y ya fracasado neoliberal.

Aparentemente la visita que hizo ayer Rubalcaba a François Hollande, candidato a la presidencia de la República francesa, apunta en esa dirección de encuentro y colaboracion entre las socialdemocracias europeas. Pero solo aparentemente. Rubalcaba se dejó caer por el cuartel general del candidato socialista francés a apoyarlo en las elecciones del 22 de abril y 6 de mayo próximos. Hollande está más o menos empatado con Sarkozy y tiene posibilidades de ganar si es que la siempre imprevisible política francesa no da alguna sorpresa. Sobre él se cierne el negro recuerdo de la experiencia de las presidenciales de 2002, cuando el candidato socialista, Lionel Jospin, quedó eliminado en la primera vuelta en favor del ultranacionalista de extrema derecha Jean-Marie Le Pen. Toda la izquierda hubo de votar entonces por el candidato de la derecha civilizada, Jacques Chirac, que se alzó con el 82,21% de los votos en la segunda vuelta frente al 17,79 % de Le Pen. Un voto "nacional" frente a otro "ultranacional". Es poco probable, pero no imposible, que la situación se repita con Holande, si bien la hija de Le Pen, Marine, hará lo que pueda por conseguirlo.

Rubalcaba sostiene que Hollande es la esperanza de la izquierda europea. Una buena frase que puede hacer titulares de prensa. Pero no es enteramente cierta. Las personas son importantes, por supuesto, pero más lo son las ideas. La esperanza de la izquierda europea son sus ideas, sus ideas europeas. Y por eso es imprescindible que se reúna y formule un ideario socialdemócrata común para Europa, algo que permita coordinar la acción de las distintas socialdemocracias estatales, sobre todo si están en los gobiernos. Esta crisis ha demostrado ya que de ella no se sale sin una acción coordinada, de conjunto y no mediante la mera imposición de criterios de unos países sobre otros.

A rellenar este vacío, a colmar esta necesidad se dirige la iniciativa que, bajo el título Une renaissance pour l’Europe. Vers une vision progressiste commune (un renacimiento para Europa. Hacia una visión progresista común) reúne hoy y mañana en París a representantes de cuatro fundaciones socialdemócratas europeas: la fundación Jean Jaurés (Francia), la italiani europei (italiana), la Friedrich Ebert Stiftung (alemana) y la Europea de Estudios progresistas (europea). Es inexplicabe e imperdonable que no haya delegación ni representación española. Es imperdonable e inexplicable que haya traducción al alemán, francés, inglés e italiano, pero no al español. ¿Es que los españoles no tenemos nada que aportar a este discurso de la izquierda europea? ¿Tampoco tenemos nada que aprender?

Alguien dirá que los españoles están ya representados en la Fundación europea, pero eso no es satisfactorio. O bien que entre los discussants habrá españoles si bien no en la organización, lo que lo es menos. El PSOE ha sido partido de gobierno en España en los últimos ocho años, cosa que no pueden decir los italianos ni los mismos franceses y, de ellos, los cuatro primeros marcó rumbo y dirección a la izquierda europea. Carece de sentido que ahora haga mutis y regrese a la tradicional posición arrinconada de lo español en Europa. No basta con apoyar a Hollande para las presidenciales dentro de tres meses. La formulación de un discurso socialdemócrata europeo frente a la crisis debe contar con la aportación española. No puede ser de otra forma.

(La imagen es una foto de François Hollande, bajo licencia de Creative Commons).

Primicia.

En la colección que dirijo de utopías de la básica de bolsillo de Akal acaba de aparecer el felícisimo título de Samuel Butler, Erewhon, o al otro lado de las montañas. En realidad creo que aún no ha alcanzado las librerías, con lo cual esta noticia es una especie de primicia que no resisto la tentación de traer aquí, víctima como soy, de la infantil vanidad de autor. Esta típica utopía victoriana/antivictoriana contiene un estudio introductorio de Palinuro, que profesa una debilidad especial por la época y en concreto por este autor de tan extraña vida como curiosa obra; el primer escritor que, uniendo de forma audaz la teoría darwiniana de la evolución de las especies con el impacto que el maquinismo tuvo en la conciencia de los hombres del siglo XIX, da forma a una fantasía que hizo fortuna desde entonces, habiéndose descrito bastantes veces con posterioridad: la del peligro de una rebelión de las máquinas contra los hombres y la lucha de estos contra aquellas, el tema de R.U.R. Robots Universales Rossum, de Karel Čapek, las antepasadas de HAL, el antihéroe de 2001. La odisea del espacio.

Butler tiene muchas otras peculiaridades y hasta genialidades, como esa teoría de que el autor de la Odisea o de la mayor parte de ella, es una mujer y, en concreto, Nausicáa; por no citar más que una que ha tenido consecuencias, por ejemplo en la idea de Robert Graves de que la mitología no es sino una especie de discurso mistificador para ocultar que el origen de la civilización es el matriarcado, sustituido después violentamente por el patriarcado.

En todo caso, este recurso me permitirá volver a hablar del libro después, cuando ya esté en librería. Al hacerlo ahora manifiesto también la satisfacción que me produce que esta versión de Erewhon haya sido traducida al español con elegancia y esmero por mi hijo Andrés, competente traductor del inglés y filólogo de esa lengua.

dijous, 15 de març del 2012

¿Quién gobierna el mundo?

Al hablar de desastres, los especialistas hacen una distinción entre los naturales y los provocados por la acción del ser humano. Muchos sostienen que la distinción es borrosa. Los desastres naturales, en principio, son los producidos por meteoros y fenómenos fuera del nuestro control, inundaciones, huracanes, terremotos, etc. Pero su impacto en la vida de las personas, a igualdad de fuerza del elemento, suele ser muy distinto según la condición socioeconómica de aquella. Las poblaciones pobres, muchas veces construidas en zonas de riesgo sísmico o en torrenteras y con malos materiales sufren las consecuencias en mayor medida que las acomodadas, más sólidas y más seguras. De esta forma, se dice, la catástrofe natural se intensifica selectivamente por la acción humana. Los pobres están más expuestos a la furia de los elementos.

Cualquiera diría que la actual crisis económica es un desastre exclusivamente humano porque es de índole financiera y económica. Sin embargo contiene un rasgo típico de desastre natural en el hecho de que parece fuera del alcance de los remedios humanos. Ni siquiera damos la impresión de entenderla. No hay una explicación generalmente admitida de la crisis. Hay una descripción del curso seguido hasta la fecha con una explicación ex post facto que carece de todo valor porque no tiene efectos predictivos. Las autoridades de la más diversa índole (políticas, financieras, empresariales) toman decisiones y se sientan a ver qué efectos producen porque los barruntan pero no los conocen de antemano. No hay una teoría válida. El capitalismo es un sistema que funciona (o deja de funcionar) con independencia de la voluntad de quienes viven en él. Es decir, el capitalismo es un fenómeno natural. Pero esto es absurdo ya que el capitalismo es una forma de organización social hecha por los seres humanos del principio al final. Determinados fenómenos naturales o meteoros pueden afectarlo aquí o allá (una prolongada sequía, un terremoto) pero él mismo no es un fenómeno natural.

Y sin embargo se comporta como si lo fuera. Incluyendo el impacto discriminatorio de todos los desastres naturales: la mayor parte del daño recae sobre los sectores más pobres, más débiles, más desprotegidos de la población, los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, las clases medias... Pero como el capitalismo no es ni puede ser un meteoro o un fenómeno natural, debe entenderse que ese daño que sufren los sectores menos favorecidos en forma de desempleo masivo, desahucios, quiebras, impagos, ruinas, pobreza, se debe a las decisiones que toman otros. En concreto, ¿quienes?

Entre la humana tendencia a buscar explicaciones según la teoría de la conspiración y la no menos humana tendencia a conspirar, contamos hoy con docena y media por lo bajo de órganos, clubes, organismos que aspiran al marchamo de ser el gobierno del mundo, desde los más obvios (pero no por ello más eficaces) como la ONU o alguna de sus hijuelas, por ejemplo la Organización Mundial del Comercio, hasta los borrosos, ocultos o secretos, como el Club Bilderberg, la sociedad Mont Pélérin, el Foro de Davos o la Trilateral, pasando por los más vistosos, como el G-20 y los más legendarios o alucinados como los Sabios de Sión, los Rosacruces o la Internacional Rosa. Hay incluso quien da este carácter a los que son meros brazos ejecutivos de los designios de otros, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Es como si tuviéramos la necesidad de saber que en algún lugar hay alguien o algo que controla la situación, aunque sea para hacernos daño.

Pues, en efecto, el planeta, con sus casi 7.000 millones de habitantes, es un lugar extraordinariamente complejo y asusta pensar que funciona por sí solo sin que nadie tenga capacidad real de orientar ese funcionamiento. Y es algo que va más allá de la famosa anarquía del mercado de que hablaban los marxistas y que a lo mejor entra en la clasificación de sistemas autopoiéticos de que habla Luhmann, pero eso es escaso consuelo. Con razón o sin ella, alguno de los organismos citados se considera a sí mismo, y muchos así lo admiten, como el gobierno de hecho del mundo, en concreto, el G-20, si bien está claro que las decisiones que toma tienen valor meramente indicativo sin fuerza coactiva alguna, lo cual no quiere decir que no sean eficaces. Así parecen admitirlo también los grupos alternativos de otro mundo es posible cuando organizan las cumbres alternativas en los encuentros del G-20..

Por no poder, el G-20 no puede ni controlar su composición. En la foto hay 33 personas. Por cierto solo tres mujeres, esto es, el 0,9%. Si el G-20 (o 33) es el gobierno del mundo es claro que el gobierno del mundo es cosa de hombres. Esta y otras cuestiones salen de un examen detenido de la foto. Por ejemplo, está el bueno de Strauss-Kahn, sin duda como baranda del FMI y muestra de cuán vanas son las glorias terrenales. Pero lo importante es ver que tampoco el G-20 es el gobierno del mundo pues el mundo no tiene gobierno. Es uno de los lugares, uno de los más importantes, en los que se adoptan las decisiones que afectan a la vida de miles de millones de personas. Nadie los ha elegido para este menester y los miles de millones carecen de toda posibilidad de controlarlos. Sin embargo eso no quiere decir que no sean responsables de ellas. Toda decisión implica una responsabilidad. Y si las decisiones del G-20, de la UE, del Banco Mundial, etc son ineficaces o incluso contraproducentes, los que las adoptan deben responder por ellas. No es así porque el mundo no lo gobierna nadie.

(La imagen es una foto de Presidencia de la Nación argentina, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 14 de març del 2012

Argumentos contra las mujeres.

El lector atento sabrá ya que el de Palinuro es un blog francamente feminista. El autor está convencido de que la feminista es la revolución más importante desde la francesa. Más aun, es la verdadera consecuencia de la Revolución francesa, sin demérito de las individualidades señeras anteriores, desde Hipatia hasta Mary Wollstonecraft. La revolución proletaria (en especial en su manifestación histórica, la bolchevique) que se presentaba como la continuación y superación de la Revolución francesa, también llamada con cierta condescendencia burguesa, ha sido un fracaso colosal y de ella no queda prácticamente nada.

La revolución feminista, la lucha por la emancipación de las mujeres, no es un golpe de Estado fulminante sino, como se ve, un proceso largo, secular, de desarrollo histórico. E ininterrumpido. No es el único producto de la Revolución francesa pues esta también alumbró la liberación de los esclavos y, de hecho, el sufragismo y el abolicionismo recorrieron juntos gran parte del siglo XIX. Como era de esperar, los negros consiguieron la abolición de la esclavitud (con todas las reservas del mundo) mucho antes que las mujeres el derecho de sufragio. Por eso su movimiento siguió hasta el día de hoy.

Un movimiento típicamente hijo de la Revolución francesa, incluso en el terreno declamatorio. La ciudadana Olympe de Gouges publica en 1791 (dos años después de la Declaración Universal de Derechos del Hombre y del Ciudadano) una Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, lo que la llevaría a la guillotina dos años más tarde. La asesinaron sus compañeros revolucionarios que debían de ser más hombres que revolucionarios. La Revolución francesa es producto de la Ilustración y eso explica que las mujeres hayan enfocado su emancipación a través del acceso a la educación, por el que llevan siglos luchando. En muchos países europeos, España por ejemplo, las mujeres no han accedido a los estudios universitarios hasta el siglo XX, con algunas exepciones.

La necesidad de que ese movimiento prosiga se hace a veces perentoria cuando suceden verdaderas monstruosidades como el de esa niña marroquí que se ha suicidado porque la han casado con su violador. Estas barbaridades inhumanas revelan cómo están las cosas para las mujeres en unas u otras partes del mundo. También ayer se supo que los argentinos legalizan el aborto de las violadas, lo que quiere decir que antes era ilegal. ¿Qué ley humana ni divina puede obligar a una mujer a tener un hijo producto de una violación? Muchas, desde luego, pero no son leyes justas sino inicuas.

En estas circunstancias el Parlamento Europeo urge a establecer cuotas femeninas en las empresas pues están las cosas muy feas. Justo en ese momento se materializa Ana Botella y suelta la doctrina antifeminista y machista con la que se pretende mantener a las mujeres en situación de subalternidad. No le gustan las cuotas a Ana Botella, le parecen atajos a la larga contraproducentes y defiende la primacía del mérito, de la preparación para que las mujeres vayan ascendiendo por su propio valor en condiciones de igualdad. Tanta osadía y falta de sentido del ridículo maravilla y suspende el ánimo. Porque, obviamente, esos requisitos no se le aplican a ella que está en donde está por el enchufe de su marido. Y cuando pides a los demás algo que tú no haces entras en la zona viscosa de la hipocresía.

Pero, debe admitirse, este es un argumento ad hominem no válido por cuanto no contesta al razonamiento de la otra parte, ese que comparten casi todos los hombres y un buen puñado de mujeres. Este razonamiento dice que las cuotas y otras formas de discriminación positiva son eso, discriminaciones, favoritismos que en realidad perjudican a las mujeres, sobre todo a las que valen y no es, por tanto, un buen ni justo procedimiento de selección. ¡Abajo las cuotas, "atajos peligrosos"! Pero este razonamiento es patentemente falso en sí mismo puesto que, aun reconociendo de boquilla -como hace Botella- la necesidad de avanzar en la mejora de la situación de las mujeres, da por supuesto que el orden social es igualitario y que en él tienen iguales oportunidades hombre y mujeres. Lo cual es un embuste. Las mujeres están en situación estructural (¡incluso lingüísticamente!) de inferioridad y subalternidad. Un mínimo sentido de la equidad manda compensar esa inferioridad situacional de las mujeres con medidas especiales que establezcan la igualdad de oportunidades. Son cosas tan patentes que negarlas no puede ser solo producto del error o la ignorancia sino de la mala fe.

Como ese otro argumento también muy socorrido que se horroriza del ataque al principio de igualdad ante la ley que supone el que ciertas normas sean más gravosas para los hombres por el hecho de ser hombres. El ataque al principio de igualdad ante la ley, dicen, es un ataque al Estado de derecho. Es posible pero, sin duda, puede aguantarlo. ¿O no es este el Estado de derecho que se gloriaba de ser tal al tiempo que llamaba sufragio universal al sufragio masculino, solo para los hombres y no para todos sino únicamente para los más ricos?

(La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 13 de març del 2012

Violación.

¡Cómo avanza la civilización! En la Argentina ya se permite que las mujeres violadas aborten. ¡Vaya por dios! Hasta ahora estaba prohibido, como en todos los demás lugares en que rige la moral (y la ley) patriarcal/machista que privilegia al hombre e ignora a la mujer, la trata casi como un semoviente y no tiene una pizca de compasión por las manifestaciones concretas de un sufrimiento y una humillación que duran siglos. Es necesario ser realmente un granuja, un ruin granuja, para no entender la tortura que acarrea el gestar un ser producto de la brutalidad de una violación pues la elección es siempre agónica: o se aborta (y, encima, con la penalización de una ley injusta) o se tiene el hijo del enemigo y, haciendo de tripas corazón, se es una madre para él, en bastantes ocasiones, además, arrostrando la hostilidad de los allegados.

Porque muchas veces la violación es un crimen aislado, esporádico, individualizado; pero muchas otras es una política deliberada del mando que ordena a las tropas vencedoras en una guerra que, tras exterminar a los vencidos, violen en masa a sus mujeres para implantar en sus senos la semilla de la etnia, la raza, el color de los violadores. Política deliberada de destrozo desde tiempos inmemoriales y que recientemente se ha visto aplicar en el Congo o en la antigua Yugoslavia.

Si este aborto por violación está aun prohibido en muchos sitios es porque sigue pesando el repugnante parecer de esos curas de tres papadas, orondos eunucos sobaniños que predican cómo la mujer violada, es decir, la mujer atropellada en lo más íntimo de su ser, debe sobrellevar su infortunio con resignación y parir y criar al inocente fruto de su vida destrozada. Y estos son los caritativos curas occidentales o sus devotos doctrinos al estilo de Gallardón. En el mundo musulmán, en donde los curas son todavía más brutales e imbéciles que los cristianos, la violación se echa en cargo de la víctima y esta no solo queda deshonrada sino en peligro de perder la vida.

Quizá haya cosas tan odiosas, crueles e inhumanas como una violación pero, desde luego, no más. El forzamiento deja siempre secuelas terribles en quien lo sufre, físicas y psíquicas. Y solamente desalmados y descerebrados, como esos policías que -ya no tanto, afortunadamente- solían reírse de las mujeres que se atrevían a denunciar una violación diciéndoles que eso sería lo que ellas quisieran. ¡Cuánto canalla ha vestido y sigue vistiendo uniforme de policía, bata de médico, toga de juez! La solidaridad machista presenta siempre un frente cerrado para obligar a las mujeres a hincar la cerviz y aguantar los atropellos, desde el chulo de discoteca hasta el intelectual semiculto y pedante, de vuelta de todo, que describe en su columna periodística cuán harto está ya de la tiranía feminista, de la queja continua de las mujeres, de la sobreprotección de que gozan, de la falsa igualdad de que se aprovechan, frente al sufrido varón al que, a priori, se hace culpable de todo. Luminarias de la estupidez que confunden el ruido de sus tripas con el sonido del ingenio.

La falta de sensibilidad del machismo dominante en nuestra sociedad es abrumador y, en buena medida está sostenido por mujeres, enajenadas por los curas y sus propias frustraciones que defienden la causa que las oprime. Por ejemplo, esa inefable alcaldesa de Madrid que prefiere que la igualdad tarde más a que haya "atajos" porque no se atreve a decir que no quiere que haya igualdad en absoluto ya que, si la hubiera, ella no habría llegado a donde ha llegado pues lo ha hecho gracias a su marido y no a los méritos personales que sin embargo pide a las demás.

Realmente, la hipocresía social que rodea al patriarcado es repugnante y para removerla no basta ese terrible caso de la adolescente marroquí que se ha suicidado porque los criminales que la rodeaban bajo el nombre de familia (sacrosanta, desde luego) la obligaron a casarse con el otro criminal que la había violado, una niña en la flor de la vida a la que el machismo brutal sobre el que se permiten hacer bromas los señoritos de la derecha (y muchos de la izquierda), prefiere ignorar pues no puede ridiculizar directamente a la víctima que es lo que les pide el cuerpo castrado con la "contracorrección política" que les imbuyeron de niños. Esa noticia que subleva el ánimo, enciende la sangre y clama al cielo debiera ser primera en todos los periódicos y telediarios. Pero no, ni siquiera aparecerá. Al fin y al cabo, una injusticia cometida con una menor, marroquí, africana, mujer..., nada. Lo importante es lo que dice esa enchufada, engreída e hipócrita, Ana Botella.

(La imagen es un grabado de Castelao de 1937, titulado Atila en Galicia y refleja uno de los muchos crímenes que los fascistas cometieron con la población civil y que sus herederos ideológicos no quieren que se investiguen. La base del terror franquista, que llega hasta hoy).