Las personas son importantes; las ideas también. En cierto modo más, incluso, porque sobreviven a aquellas.
Frente a esta crisis de alcance internacional (en realidad, un ataque del capitalismo a los Estados del bienestar), no valen planteamientos puramente domésticos o nacionales. Especialmente en Europa, la región del mundo con mayor integración interestatal, en la que ya no rige el planteamiento clásico de la soberanía nacional. Esto está claro para todo el mundo excepto para la derecha española como acaba de demostrar Rajoy al fracasar en su intento de imponer unilateralmente un límite propio al déficit en España.
Clarísimo debiera estar para la socialdemocracia europea. Por eso Palinuro lleva meses pidiendo que haya un encuentro de los partidos socialistas europeos con el fin de poner en pie un plan, un programa de salida conjunta de la crisis sobre bases socialdemócratas, una recuperación (y actualización) del discurso del socialismo democrático frente al avasallador y ya fracasado neoliberal.
Aparentemente la visita que hizo ayer Rubalcaba a François Hollande, candidato a la presidencia de la República francesa, apunta en esa dirección de encuentro y colaboracion entre las socialdemocracias europeas. Pero solo aparentemente. Rubalcaba se dejó caer por el cuartel general del candidato socialista francés a apoyarlo en las elecciones del 22 de abril y 6 de mayo próximos. Hollande está más o menos empatado con Sarkozy y tiene posibilidades de ganar si es que la siempre imprevisible política francesa no da alguna sorpresa. Sobre él se cierne el negro recuerdo de la experiencia de las presidenciales de 2002, cuando el candidato socialista, Lionel Jospin, quedó eliminado en la primera vuelta en favor del ultranacionalista de extrema derecha Jean-Marie Le Pen. Toda la izquierda hubo de votar entonces por el candidato de la derecha civilizada, Jacques Chirac, que se alzó con el 82,21% de los votos en la segunda vuelta frente al 17,79 % de Le Pen. Un voto "nacional" frente a otro "ultranacional". Es poco probable, pero no imposible, que la situación se repita con Holande, si bien la hija de Le Pen, Marine, hará lo que pueda por conseguirlo.
Rubalcaba sostiene que Hollande es la esperanza de la izquierda europea. Una buena frase que puede hacer titulares de prensa. Pero no es enteramente cierta. Las personas son importantes, por supuesto, pero más lo son las ideas. La esperanza de la izquierda europea son sus ideas, sus ideas europeas. Y por eso es imprescindible que se reúna y formule un ideario socialdemócrata común para Europa, algo que permita coordinar la acción de las distintas socialdemocracias estatales, sobre todo si están en los gobiernos. Esta crisis ha demostrado ya que de ella no se sale sin una acción coordinada, de conjunto y no mediante la mera imposición de criterios de unos países sobre otros.
A rellenar este vacío, a colmar esta necesidad se dirige la iniciativa que, bajo el título Une renaissance pour l’Europe. Vers une vision progressiste commune (un renacimiento para Europa. Hacia una visión progresista común) reúne hoy y mañana en París a representantes de cuatro fundaciones socialdemócratas europeas: la fundación Jean Jaurés (Francia), la italiani europei (italiana), la Friedrich Ebert Stiftung (alemana) y la Europea de Estudios progresistas (europea). Es inexplicabe e imperdonable que no haya delegación ni representación española. Es imperdonable e inexplicable que haya traducción al alemán, francés, inglés e italiano, pero no al español. ¿Es que los españoles no tenemos nada que aportar a este discurso de la izquierda europea? ¿Tampoco tenemos nada que aprender?
Alguien dirá que los españoles están ya representados en la Fundación europea, pero eso no es satisfactorio. O bien que entre los discussants habrá españoles si bien no en la organización, lo que lo es menos. El PSOE ha sido partido de gobierno en España en los últimos ocho años, cosa que no pueden decir los italianos ni los mismos franceses y, de ellos, los cuatro primeros marcó rumbo y dirección a la izquierda europea. Carece de sentido que ahora haga mutis y regrese a la tradicional posición arrinconada de lo español en Europa. No basta con apoyar a Hollande para las presidenciales dentro de tres meses. La formulación de un discurso socialdemócrata europeo frente a la crisis debe contar con la aportación española. No puede ser de otra forma.
(La imagen es una foto de François Hollande, bajo licencia de Creative Commons).