divendres, 16 d’octubre del 2009

Gurtelados hasta las cejas.

El patrimonio entero de los miembros del Gobierno, que se hizo público ayer, se lo ventila don Vito Pastuqui organizando un par de chorizadas, también llamados actos y en cursi eventos, para que la señora Aguirre luzca palmito de marquesa chulapa inaugurando tramos, firmando acuerdos, otorgando subvenciones, premios y otras mercedes, siempre que no le caigan a la asociación de víctimas de la señora Manjón que, por ser ésta roja, sus víctimas son menos víctimas. Los cuarenta mil euríviris de la ministra Aído son la cuadragésima quinta parte de la fianza que el juez ha impuesto al Albondiguilla, hasta ayer próspero alcalde de Boadilla del Monte y desde ayer presunto ladrón desorejado. Gobierno de pobretes.

Lo más divertido de los episodios gurtelianos es la enorme, la sideral distancia, la vertiginosa dsproporción que hay entre los datos de la cruda realidad según van conociéndose, y las respuestas que suscita en las personas e instituciones encargadas de darlas.

La rueda de prensa del señor Rajoy ayer fue un monumento al desatino y un ejercicio prodigioso de marrullería, confusión, impertinencia, sinvergonzonería y simple estolidez. No hay razón específica para la destitución del señor Costa sino el hecho de que se le exige un "plus" de responsabilidad que el compareciente no pudo concretar pero sí dejó claro que no reza con el presidente de la Comunidad, el Curita; ejemplo clamoroso de empleo no ya de dos varas de medir sino de dos sistemas métricos diferentes, uno en pulgadas y el otro en vatios.

Así como la señora Thatcher -musa sarmentosa de estos esquejes neocons- decía que "la sociedad no existe", queriendo señalar que sólo hay individuos, su desaventajado discípulo afirma que la trama no existe sino un puñado de individuos que nada tiene que ver con el PP pero trata de aprovecharse de él. Vaya, Luis "el Cabrón", el Albondiguilla, el alcalde del Jaguar, los tres diputados de la Comunidad de Madrid que se forraron presuntamente en el despiece de contratos públicos, el Costa de las amistades peligrosas, el Curita de los amorosos huevos, todas estas joyas no tienen nada que ver con el PP; pasaban por allí y el céfiro les llenó las faltriqueras de gürteles contantes y sonantes.

No existe una trama Gürtel, sino una campaña de infamias del gobierno socialista con evidente intención de desprestigiar al PP. Esto veinticuatro horas antes de que se sepa que la tropa de (presuntos) chorizos, todos ellos católicos de misa y olla, sobre todo olla, se forró robando en los presupuestos de la visita del Papa a Valencia y que lo hizo con la precisión de una maquinaria compleja perfectamente trabada, un ejemplo de delincuencia organizada con emisarios, testaferros, empresas tapaderas, empresas lanzaderas, contratas, subcontratas, comisiones y lluvia de fastuosos regalos a los cargos públicos del PP que, claro es, no eran cargos, ni públicos ni del PP sino agentes de Rubalcaba.

Fraga interviene diciendo del Curita lo que todo el país piensa y el señor Fabra V de Castellón le recomienda que se retire; él, cuya familia de caciques ya debió retirarse después de la segunda guerra carlista.

La cumbre de la rueda de prensa comentada, el momento que frisa la genialidad es cuando el señor Rajoy dice del Curita: A mí no me ha mentido. Medítese bien en el alcance de esta insólita expresión. ¿Cuál será su significado? Veamos:

  • ¿Quiere decir que a los demás sí les ha mentido pero eso no parece grave al señor registrador de la propiedad?
  • Si no le ha mentido, se entiende que le ha dicho la verdad?

  • Tratándose de un mentiroso profesional como el Curita, ¿cómo lo sabe?
  • ¿Por qué no la cuenta él? ¿No se puede? ¿Por qué no se la cuenta a la policía?
  • ¿Cuál es la verdad y a cuál verdad se refiere?
  • ¿Al pago de los trajes?
  • ¿A la amistad con el Bigotes?
  • ¿A las adjudicaciones con contratos en fraude de ley?
  • ¿A la gurtelización de la visita del Papa?

El fin de la esperanza.

La peli de Amenábar está muy bien y es justo que tenga mucho éxito de crítica y taquilla porque es un trabajo bien conseguido. Es vistoso, ágil, tiene encanto, audacia y la historia está estupendamente contada. Con ella parece consagrar un cambio general de estilo. Si en las primeras pelis que hizo, Tesis , Abre los ojos o Los otros se movía en un terreno de ficción propia, con Mar adentro parece entrar en el territorio más documental de la historia verídica que ahora se corrobora con esta Ágora. Que no sólo está bien contada, sino también interpretada y eso es lo que, a mi juicio, más engancha al espectador, esto es, que no hay un vano intento de encontrar algún tipo de objetividad o de neutralidad sino que el director propone una versión de los hechos, la suya, en un par de asuntos controvertidos que son los dos ejes de la peli: la historia de Hipatia, filósofa, astrónoma, matemática y, en torno a ella, el fin del helenismo y el próximo hundimiento del imperio romano coincidente con el ascenso del cristianismo a religión del Estado.

En cuanto a Hipatia, muy bien interpretada por Rachel Weisz, Amenábar estiliza la figura, despojándola de sus adherencias filosóficas plotinianas más complejas para dejarla reducida a la mujer erudita, quintaesencia del sabio equilibrio de la tradición griega, sola frente a la barbarie machista, oscurantista del fanatismo cristiano. Hipatia simboliza la decidida voluntad de la Iglesia de terminar para siempre con la tímida emancipación femenina que trajo el helenismo y la época helenística. Las mujeres deben pasar la vida en silencio, sometidas al superior juicio de los hombres. Y a fe que lo consiguió pues únicamente a partir de mediados del siglo XIX se ha comenzado a cuestionar esta odiosa práctica.

Los estudiosos y especialistas no se ponen de acuerdo acerca de quién mató brutalmente a Hipatia con la intención evidente de que fuera una muerte intimidatoria para las demás mujeres. Es probable que se tratara de zelotes cristianos que entonces (y hoy) abundaban y no es descartable que lo hicieran gentes del obispo Cirilo de Alejandría. Es la versión que da Amenábar.

Ello conduce al segundo aspecto, el de la interpretación del momento histórico. Es cierto que, al ascender a religión del Estado en el Imperio el cristianismo mostró la faz de intolerancia, persecución y fanatismo que lleva en su fibra interna, especialmente la paulina, frente a la otra tradición más puramente de la tradición evangélica, pero creo que es exagerado atribuir a los cristianos el hundimiento de la civilización helenística (en último término, del mundo romano) y, desde luego, el concreto de Alejandría. La crisis del imperio tuvo causas muy complejas y el ascenso del cristianismo -más efecto que causa del momento- un factor más en el rompecabezas pero en modo alguno el decisivo. Creo que es una concesión taquillera de Amenábar a la convicción general de la función anticivilizatoria de la Iglesia cristiana. Y en el caso concreto de Alejandría, la cuestión está fuera de duda. Cuando los sectarios cristianos ocupan el Serapeón alejandrino, la biblioteca y la propia ciudad llevaban ya mucho tiempo en crisis y en situación agónica. Su asalto es un episodio más de una larga cadena de desgracias. Que yo sepa, el fin de la biblioteca empezó con el incendio accidental en tiempo de Julio César y su episodio final, el golpe último que la cierra, fue la invasión árabe del siglo VII.

Salva esta pequeña objeción, la película es una delicia para los ojos y una reflexión melancólica sobre la barbarie y la intolerancia humana y, más que humana, masculina.

dijous, 15 d’octubre del 2009

Zapatero internacional.

La visita del presidente del Gobierno a la Casa Blanca para sacarse la espina de los años de dique seco del señor Bush y cumplir el rito transatlántico de los gobernantes europeos, pasó sin mucha pena ni gloria, ensombrecida informativamente por los reverberos valencianos de la Gürtel. Incluso con más pena que gloria, al menos para quienes llevamos muy mal que nuestros mandatarios, fiel reflejo de la proverbial torpeza idiomática de nuestro pueblo, no hablen otra lengua que la que destrozan a diario, teniéndola por propia. El divertido episodio de la rueda de prensa con el señor Obama largando como una ametralladora y recordando luego que había allí "alguien que no habla inglés" pone de relieve la soltura con que el presidente gringo maneja los escenarios y la torpe figura del nuestro, obligado a poner caras de circunstancias por ser incapaz de entender y expresarse en la lengua franca contemporánea.

La ignorancia del inglés, dicho sea para terminar, no sólo muestra una lamentable carencia educativa sino que, con más de cinco años en La Moncloa (y algunos más, imagino, preparándose para entrar en ella) es prueba de una intolerable holgazanería porque en un lustro o más hay tiempo de sobra para aprender la lengua con la pedagogía y el estudio adecuados que debieran ser obligatorios para todo presidente del Gobierno de España ignorante del inglés.

Lo bueno, sin embargo, vendría después. Pasada la investidura gringa, el señor Rodríguez Zapatero ha emprendido una gira por Oriente próximo que es la que verdaderamente le da cierto empaque como estadista occidental y tiene impacto en la opinión pública española. Porque la cosa no consiste simplemente en llegar a Washington a que el presidente de turno te ponga la mano en el antebrazo o te deje subir las pezuñas a la mesa, según la extremidad que mejor manejes, sino en hacerte presente en las zonas conflictivas del mundo con propuestas nítidas y hablando en nombre propio, con la autoridad añadida que da el fungir como embajador oficioso de la Casa Blanca, cosa que los musulmanes suelen ver con buenos ojos. En Damasco se ha actualizado la consigna de la alianza de las civilizaciones, uno de los puntos de coincidencia entre los señores Obama y Rodríguez Zapatero, y se ha comprobado que España tiene peso incluso allí en donde, por los equilibrios internacionales, no ha vuelto a estar presente desde los tiempos de la Conferencia de Madrid, de cuando el infame felipismo.

Me alegro mucho de que La Moncloa haya recuperado el protagonismo informativo con este hábil doblete de Washington a Damasco, pero me malicio que, al no ser lo exterior pieza codiciada en la montería opinativa nacional, tras algún comentario proforma de la gira por tierras agarenas, el cotorreo doméstico retornará a la cremá valenciana que trae el suculento añadido de la imputación del señor Matas, actualmente ejerciente in partibus.

Sólo hay un silencio que aun me parece más halagüeño y me invita a pensar en que vamos por muy buena senda: el que se ha hecho sobre la llegada a los juzgados de Madrid del señor Otegi y su tropa de hirsutos vascones a declarar por su presunta connivencia con el terrorismo. Normalidad democrática.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

Contundencia de líder.

Como si hubiera leído a Palinuro ayer y para evitar ser el hazmerreír de los mentideros nacionales, el señor Rajoy decidió actuar con contundencia, como si no fuera él mismo, y forzar la destitución del señor Costa, poniendo fin a las marrullerías, ficciones y embustes del Curita que había ido liándose en su deseo de dar gusto a todos y quedar por encima de la contienda: acatar la decisión de la dirección nacional sin hacerlo del todo, destituir a su segundo aquí "temporalmente" y mantenerlo allí sempiternamente y conseguir el respaldo del bastión del caciquismo tradicionalista del señor Fabra.

"Ahora ya sabe el país quién manda en el PP", dicen las crónicas que dejó oír el señor Rajoy cuando, entre risas de unos y lágrimas de otros, se produjo la sustitución del señor Costa en su doble condición de secretario y portavoz por un negacionista y otro que no quiere ocupar el puesto del destituido.

Lo que no está claro es si el señor Rajoy intuye la que se avecina en su partido ahora que ya se sabe que el señor Costa se va por algo en lo que quien ha ejecutado su marcha, el señor Camps, es consumado maestro: las amistades peligrosas de la Gürtel, las vergonzantes relaciones con el Bigotes. Porque si hasta ayer el PP de Valencia mostraba la unidad de un puño cerrado como el del Cid en torno al Curita, la decision de Génova ha cuarteado el mapa e introducido agravios en las filas conservadoras valencianas en donde hasta la señora Barberá duda del papel que le toca representar en la pieza. Los mismísimos aliados del señor Camps empiezan a vacilar al ver que su jefe pierde en el enfrentamiento con la dirección nacional y queda, como dicen, "tocado". Cunden los escrúpulos acerca de la sabiduría de seguir en el mismo barco que el Curita. Y no hay nada más peligroso que un político con escrúpulos. Sobre todo cuando en torno merodea la sombra del señor Zaplana y sus planes de venganza.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 14 d’octubre del 2009

La fronda conservadora.

Hay quien cree que exagero cuando digo que el Gürtel se lleva por delante al PP. Sin embargo es dudoso que el partido pueda aguantar indemne un par de repeticiones de la comedia de los enredos que se desplegó ayer a cuenta de lo que iba a ser la destitución ejemplarizante del pisaverde señor Costa y se convirtió en un acto de resistencia numantina a dejar el cargo con la anuencia ambigua del Curita. De éste supongo que la dirección nacional del Partido no sabe a ciencia cierta si va o viene, si deja caer del todo al señor Costa o lo mantiene en un sitio pero le da puerta en otro.

En resumen, la autoridad del señor Rajoy para poner orden en las filiales autonómicas de su partido es inexistente. Por más comunicados que broten de la sede en la calle Génova, la realidad es la que fabrican los órganos territoriales y estos tienen vida propia. Ya sucedió la primera vez que aquella hizo amago de intervenir en un conflicto, poniendo en marcha una investigación sobre los presuntos espionajes en la Comunidad de Madrid y la señora Aguirre le arrebató la iniciativa de las manos con una comisión parlamentaria de investigación que hizo lo que ella quiso, es decir, nada; pero neutralizó la acción de la dirección nacional del Partido. Más o menos el mismo procedimiento que ha aplicado ahora la organización de la Comunidad Autónoma valenciana.

Resultado a todos los efectos: las organizaciones autonómicas del PP son feudos en los que no rige la autoridad de la sede central, lo que quiere decir que la organización está batida por vientos de fronda que nunca han sido buenos para proyecto nacional alguno.

Luego, estos feudos, baronías o satrapías diversas son lugares en los que se ventilan querellas internas a veces tan complejas y difíciles como las que los enfrentan con la organización nacional. No está nada claro que el Albondiguilla, a quien ayer se aplicó un despido sin finiquito tan perenterio como el que se quiso practicar en Valencia sin conseguirlo, acepte disciplinadamente su destino y se mantenga en silencio, sin airear los mil y un escándalos que forman la trama misma de la Comunidad de Madrid en donde, además de don Vito Pastuqui, han campado por sus extraños fueros los mecenas de la misteriosa fundación Fundescam acerca de la que nadie se digna dar explicación alguna aunque parece haber canalizado cientos de miles de euros para lograr la elección de la señora Aguirre, y un pintoresco servicio de inteligencia como de la T.I.A. que ha venido espiando a los adversarios del propio partido con fines de coacción que son fáciles de imaginar.

En estas circunstancias, con todas sus energías dedicadas a recomponer los destrozos de las peleas internas, el PP, al que ya le han fracasado estrepitosamente todas las estrategias que ha puesto en marcha para neutralizar los efectos del proceso Gürtel, carece de margen de maniobra para enfrentarse a las posibles consecuencias negativas de posteriores revelaciones del caso. No es preciso decir que, si no puede reaccionar a los estímulos internos, los externos es como si no existieran. El día de ayer trajo dos novedades de calado para la política nacional: la visita del señor Rodríguez Zapatero a la Casa Blanca y la detención de los soliti ignoti de Batasuna que no se sabe si estaban de verdad tratando de recomponer la organización por órdenes de ETA o simplemente sirviendo carne de cañón para sustituir con su presencia martirológica en las cárceles del "Estado español" la ausencia de acción directa de una organización que se deshace a ojos vistas como el hielo en la acera al sol en una tarde de verano. Acerca de ninguna tuvo el PP nada interesante que decir.

El PP no está ya para nada que no sea reaccionar a sus retortijones internos a consecuencia de la trama Gürtel. Está impedido de hacer oposición. Y un partido de oposición que no hace oposición es como si no existiera. Este es el momento de inflexión de las encuestas. Me juego algo a que en el próximo sondeo, si no está cocinado por el propio PP, las expectativas electorales de éste se hunden. Y, si tal cosa sucede, el señor Rajoy tendrá los días contados.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Mirar y no ver.

La fundación Mapfre ha abierto una exposición temática sobre retratos en pintura en la sala que tiene en el Paseo de Recoletos. El asunto es atractivo porque el retrato es uno de los subgéneros de la pintura que ofrece más posibilidades desde cualquier punto de vista. El retrato admite todo, todos los estilos, todos los planteamientos, es documento de época y cabe plantearlo con intención trascendental (basta con pensar en los retratos póstumos, tan de moda en el Renacimiento), es ejercicio de interpretación psicológica, creando una relación compleja entre el retratista y el retratado o son fascinantes ejemplos de análisis introspectivo. Los autorretratos son retratos que viven en un mundo especial. En los retratos aparecen personas, modas, creencias, religiones, situación social, la historia en su tumulto. Son miradas que devuelven miradas en las que nosotros nos instalamos de modo vicario cuando pasamos por delante intercambiando información pasajeramente; vida por muerte. No conozco experiencia más metafísicamente vertiginosa que situarse ante Las meninas que no son otra cosa que un monumento al retrato y al autorretrato conjuntamente, e intentar comprenderlas.

La exposición de Mapfre, sin embargo, tiene un defecto de nacimiento que le resta gran parte de su valor pues, lejos de responder a la forma de exposición temática (que supone búsqueda por museos, colecciones, galerías y acumulación siguiendo un criterio que es el hilo conductor de la exhibición) no es otra cosa que la traslación a España de la galería de retratos del Museo de Arte de Sao Paulo (MASP) tal como allí está y que, como todas las colecciones de museos, se ha hecho siguiendo el único criterio de la posibilidad, la ocasión y el azar. Ciertamente, lo que se exhibe tiene mérito y la galería del MASP es muy apreciable porque son unas treinta obras de grandes artistas, desde Tiziano Vecelio a Picasso, pasando por Van Dyck, Velázquez, Frans Hals, etc pero casi todas, con alguna excepción, son obras menores. Algunas muy conocidas, como el retrato del Conde Duque y otras mucho menos como una curiosa obra de Raeburn. Pero en eso acaba el misterio de la exposición: en que son los retratos que hay en un Museo de Sao Paulo. No hay más hilo conductor entre ellos. La división que hace el comisariado entre "retrato solemne" y los retratos de la pintura de los siglos XIX y XX (que podríamos llamar "de mercado") es cuestionable, como todas las clasificaciones artísticas. Los siglos XVI y XVII vieron, en efecto, mucha retratística ceremonial, representativa, solemne, ciertamente, desde el Carlos V en Muhlberg hasta los de Carlos I de Inglaterra por Van Dyck, pero también vieron el surgimiento del retrato burgués, los banqueros y comerciantes que se hacían representar solos o con sus esposas en cuadros de pequeño tamaño para que cupieran en viviendas de proporciones menores que las de los palacios.

En fin, nada ilustra más sobre los apuros para justificar como temática esta exposición que el intento del comisariado de hacer pasar como retrato una interpretación de Ingres de un famoso episodio del Orlando furioso, aquel en el que Rogelio rescata a Angélica ofrecida en manjar encadenado a la Orca. Si una cosa no puede ser el retrato es imaginario.


dimarts, 13 d’octubre del 2009

Berridos.

Dice el señor Rodríguez Zapatero, bendito sea su talante, que los berridos, mugidos, rebuznos y pitadas con que lo reciben todos los años las elegantes turbas fascistas en el desfile del 12 de octubre forman parte del ritual. Era lo que le faltaba al dichoso 12 de octubre, festividad que siempre ha tenido connotaciones desagradables para hacerse del todo odiosa: que se convierta en un minuto orwelliano del odio. Aunque aquí, al tratarse de España y de su proverbialmente estúpida derecha, el minuto acabe siendo sesenta.

El señor Rodríguez Zapatero debe saber bien de lo que habla porque es el mismo comportamiento de que hace gala ocasionalmente la bancada popular en el Parlamento: broncas, abucheos, denuestos y algunas coces cuando el ambiente se caldea y a los conservadores les sale el pelo de la dehesa.

En el caso del desfile de marras resulta claro que es ponérselo a huevo a los fachas: zona bastante nacional, media mañana de un día de fiesta, desfile de militares a los que sería ideal incorporar a alguna asonada y, enfrente, casi como un muñeco de pim-pam-pum el representante máximo del espíritu comunista-masónico, radical izquierdista, separatista, anticlerical, pervertido que se ha apoderado de España. El bobo solemne, el vendepatrias, el incompetente, el traidor a las víctimas. Zapatitos. ¿Cómo se van a privar? ¿Cómo no van a venir a berrear lo que puedan cuando, como se recordará, para los más meapilas de ellos, Zapatero es el Anticristo? Es su forma de hacer política: aprovecharse de los símbolos nacionales (el 12 de octubre, insisto, no es trigo del todo limpio pero, mientras se limpia o no es un fiesta de todos) para sus objetivos políticos, de forma desagradable, chulesca, amenazadora y asnal.

(La imagen es una foto de CaptPiper, bajo licencia de Creative Commons).

Mapa del jardín que se bifurca.

Curiosa, entretenida, magnífica peli la de Isabel Coixet. Un juego sinestésico delicioso. Un torrente de imágenes más o menos espectaculares pero todas muy bien escogidas y de alta calidad, ajustadas a una gama y variedad sorprendente de sonidos para que durante todo el rodaje no se pierda conciencia del título. Una película que tiene una especie de héroe colectivo, amorfo, imponente: la ciudad de Tokio, descaradamente captada por una cineasta de gran sensibilidad en sus momentos reveladores: restaurantes, calles concurridas, lonja del pescado, líneas de metro atronador, silencio de los cementerios, intimidades de viviendas privadas, consejos de administración de poderosas empresas, tiendas a pie de calle, meublés à la dernière. No hay descanso y la ciudad va contando su leyenda, un poco al estilo de aquella épica urbana que trazó a principios de siglo John Dos Passos y referida a otra gran urbe que nada tiene que envidiar a Tokio: Nueva York, Manhattan Transfer.

Hasta aquí la parte puramente cinematográfica, la belleza y la plasticidad de unas imágenes que son eso, una lírica visual de la gran ciudad palpitante. Además, la peli tiene una historia de cuyo guión es también autora Coixet. Incluso está editado como libro que es muy coveniente leer (Isabel Coixet, Mapa de los sonidos de Tokio, Barcelona, Tusquets, 2009, 116 págs.) antes o después de ver la peli porque ilustra mucho y perfila bastantes detalles. El argumento es asimismo un hallazgo: la historia de una trabajadora de la lonja del pescado en una sección de despiece de lo que parecen atunes, que lleva una doble vida: trabajadora del pescado por la noche y asesina a sueldo por los días. Tueuse aux gages que se dice en Francia, cuya cultura está muy presente en la peli, especialmente a través de muy célebres canciones. El punto de partida es un artificio literario que sirve para situar al narrador en cierto modo fuera de la trama o con un metalenguaje: la chica, Ryu, (Rinko Kikuchi), atractiva y misteriosa, traba amistad con un viejo ingeniero de sonido que acaba siendo (aunque sólo lo descubrirá después) su único amigo. Este ingeniero, enamorado de ella, un pagafantas, es el narrador de la historia que aparece contada en pasado a través de su recuerdo en la reconstrucción de los sonidos de la vida de Ryu ya que, según se colige, ésta lleva un micrófono (imagino que inadvertidamente) con el que el ingeniero capta todos los momentos de su vida cuando no está con él, pues vive con la obsesión de comprender el misterio de Ryu. Y gracias a eso, a que ha grabado incluso las conversaciones telefónicas de ella, es capaz luego de reconstruir la historia y dotarla de sentido, aunque ya será tarde. Esa voz en off del pagafantas tiene mucha más importancia en la peli que en el libro ya que en éste son más fáciles de justificar las escenas en que no interviene la propia Ryu y de las que es imposible que el ingeniero tenga conocimiento. Se trata de la única inconsecuencia narrativa de la historia.

El guión, la historia en concreto, da un giro decisivo en el momento en que Ryu recibe el encargo de matar a un pequeño tendero de nombre David, un catalán afincado en Tokio, que rige una tienda de vinos y a quien el desesperado padre que acaba de perder una hija suicidada hace responsable de la desgracia. Recibido el encargo, Ryu pone en marcha lo que para ella es una rutina mil veces practicada. Sin embargo, en este caso, el asunto se tuerce porque aparece el amor, que todo lo desbarata y la historia tiene un final inesperado.

¿O quizá no tan inesperado? Es el caso que, al introducir la variante citada, Coixet ha elegido deliberadamente contar una historia en lugar de otra. La que pudo haber contado era la de que la rutina se cumplía, Ryu asesinaba a David lo que obligaría a hacer otra invención que sería lo natural y lo que, confieso, más me hubiera gustado. La historia que ha relatado, sin embargo, es una de amor que, al final es la que se apodera de su película; una historia que camina sobre dos pies: las andanzas del extranjero español en Tokyo, el choque cultural, la adaptación, las idiosincrasias etc y el enamoramiento de Ryu de alguien que sólo busca sustituir a la novia que perdió, con abundantes, prolijas y no muy interesantes escenas de sexo.

Tengo la impresión de que, al escoger la segunda opción, la convencional de la historia de amor, Coixet ha fastidiado la película y que la sorpresa de su final, cuando llega, ya no es ni sorpresa. Una vez enamorada, Ryu deja de ser un misterio salvo para el pagafantas que escucha sus conversaciones con David y cómo folla con éste. Pero ese misterio ya sólo es el de porqué la mujer a la que quieres no te quiere pero quiere a otro.

Pero no hay que hilar demasiado fino y si uno no pretende que le cuenten la historia que uno querría encontrar sino la que realmente hay, la película y el libro, dicho sea de paso, ilustrado con buenas fotos del film, están muy bien. Como dice el ingeniero, la historia de uno que ama y otra que no sabe que es amada o, como se dice, siempre en el ámbito cultural francés "l'un qui s'enmerde et l'autre qui souffre".

A todo esto hay una dimensión intercultural que no sé hasta qué punto es buscada por la directora cuya gran categoría invita a pensar que lo es: David (Sergi López) es el único que no se entera de nada: su primera novia muere porque él no supo impedirlo y ni huele el sentido de su relación con Ryu. No estoy seguro de si esta espesura sentimental e intelectual se deriva del hecho de que David sea extranjero o de que sea un hombre. Me inclino por las dos.

dilluns, 12 d’octubre del 2009

El comienzo del fin.

Dudo mucho de que el PP pueda resistir el feroz ritmo de descubrimiento de tropelías que está imponiendo el proceso de la Gürtel. Ahora se abre el capítulo de sobornos. Según El País hasta siete empresas constructoras que recibían pingües contratos de las administraciones gobernadas por el PP, pagaron un total de diez millones de euros a la trama corrupta que ésta repartía luego con políticos del PP en forma de sobornos. Está claro que a esos militantes de que habla el señor González Pons que leen el periódico cada día debe de estar poniéndoseles la misma cara que a los socialistas en lo más granado de la corrupción del PSOE en los años noventa. Y peor aun porque esta Tangentopoli del PP lo abarca todo, lo afecta todo, no deja nada sano y evidencia un grado de colusión entre el partido y las administraciones que éste controla que cabe hablar de una gestión de alcance mafioso en el que la organización que la trama no puede aportar para la comisión de fechorías la aporta el mismo partido.

Dudo mucho, en efecto, de que el partido conservador pueda aguantar el ritmo de revelaciones sin una crisis grave en forma de rebelión de cargos no contaminados por la corruptela generalizada o cualquier otro tipo de alteración que fuerce a la convocatoria de un congreso extraordinario.

La incapacidad de la dirección nacional del partido para dar una respuesta a la situación y gestionar la crisis es patente. Vuelve la señora Sáez de Santamaría a gimotear que la Fiscalía la tiene tomada con el PP y a tratar de arrojar dudas sobre el funcionamiento de las instituciones del Estado de derecho para lo cual pide la comparecencia urgente del Fiscal General en el Parlamento cosa que, probablemente, no podrá conseguir. Pero, fuera de esto, el PP carece de estrategia de respuesta a la situación cuando los hechos cuestionan ya hasta la validez de su ejecutoria de los ocho años de gobierno de Aznar y acosan a los principales dirigentes del partido en las comunidades en que la Gürtel funcionó a pleno rendimiento: los señores Feijóo, Aguirre y, por supuesto, el Curita Camps están, unos más que otros, fuertemente cuestionados y a merced de posteriores revelaciones sumariales que pueden ser literalmente devastadoras, como ya lo son las producidas hasta la fecha. Será maravilloso que el Curita aguante un par de telediarios más con el estado de agitación y alarma en que se encuentra el partido en su comunidad.

Del señor Rajoy no hace falta hablar. Es ya un político zombi.

Y esto no ha hecho más que comenzar. Recuerdo que, a comienzos de este escandalazo, el siete de febrero, Palinuro publicó una entrada que se llamaba premonitoriamente Os han pillao, tronkos en la que se decía: "Por fin vuelven las cosas a sus cauces naturales. En esa (recuérdese: presunta) trama de corrupción que acaba de descubrirse con todo tipo de delitos hay ex cargos del PP, amigos del PP, conocidos del PP, allegados al PP y administraciones territoriales del PP. Y tiene pinta de ser un bombazo que va a convertir el partido en un cráter." Siete meses después es lo que hay: un cráter.

La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons)

Aquí no pasará nada.

Es tal el desbarajuste dentro de ETA que ya ni las detenciones de sus jefes, jefecillos o jefazos son noticia de interés en los periódicos que vienen, en cambio, suculentos con asuntos de la trama corrupta del PP. Sin embargo esta última caída de dos piezas buscadas por la policía invita a una reflexión tranquilizadora acerca del terrorismo en el País Vasco: la de que nada en éste es excepcional ni hace imposible acabar con aquel. Los vaticinios del ministerio del Interior han ido cumpliéndose: las caídas de terroristas son cada vez más frecuentes; los detenidos, cada vez más jóvenes e inexpertos; las acciones de la banda, sin restarles importancia, cada vez más esporádicas, inconexas y chapuceras. Es decir, hay solución policial/judicial al terrorismo etarra.

Este vaticinio cumplido coincide con otro igualmente cumplido que afecta al nacionalismo radical vasco, al entramado que no se separa de ETA, no condena los atentados y lleva años tratando de forzar infructuosamente su presencia en las instituciones en violación de la legalidad: el de que si se actúa contra el frente político del terrorismo, si se procesa y encarcela a los dirigentes nacionalistas radicales cuando sea de justicia hacerlo no pasa nada, no arde Euskadi, ni las masas abertzales enardecidas se echan a la calle. El carismático señor Otegi pasó unos meses a la sombra y en el País Vasco no hubo más alteraciones que las del business as usual y es posible que, encausado de nuevo por el famoso mitin de Anoeta, el señor Otegi retorne a la cárcel. Tampoco pasará nada. Siempre que el Estado democrático muestre su legítima fortaleza por medios legales, en el País Vasco no pasará nada.

Coinciden por último esos vaticinios cumplidos con el tercero y de más profundo alcance: en el País Vasco se puede desplazar al nacionalismo gobernante por medios democráticos y sustituirlo por partidos no nacionalistas vascos y nacionalistas españoles y... no pasa nada. Tampoco arde Euskadi ni los batzokis echan humo ni los jelkides se lanzan a la revolución callejera. Y al final resultará que todos estos años de fuego y plomo, de atentados, secuestros, explosiones, extorsiones, muerte y dolor, todos estos años de esquemas soberanistas, pactos excluyentes, planes separatistas, todo este ruido y toda esta furia parirán un estatuto reformado y aquí no pasará nada.