dilluns, 12 d’octubre del 2009

El comienzo del fin.

Dudo mucho de que el PP pueda resistir el feroz ritmo de descubrimiento de tropelías que está imponiendo el proceso de la Gürtel. Ahora se abre el capítulo de sobornos. Según El País hasta siete empresas constructoras que recibían pingües contratos de las administraciones gobernadas por el PP, pagaron un total de diez millones de euros a la trama corrupta que ésta repartía luego con políticos del PP en forma de sobornos. Está claro que a esos militantes de que habla el señor González Pons que leen el periódico cada día debe de estar poniéndoseles la misma cara que a los socialistas en lo más granado de la corrupción del PSOE en los años noventa. Y peor aun porque esta Tangentopoli del PP lo abarca todo, lo afecta todo, no deja nada sano y evidencia un grado de colusión entre el partido y las administraciones que éste controla que cabe hablar de una gestión de alcance mafioso en el que la organización que la trama no puede aportar para la comisión de fechorías la aporta el mismo partido.

Dudo mucho, en efecto, de que el partido conservador pueda aguantar el ritmo de revelaciones sin una crisis grave en forma de rebelión de cargos no contaminados por la corruptela generalizada o cualquier otro tipo de alteración que fuerce a la convocatoria de un congreso extraordinario.

La incapacidad de la dirección nacional del partido para dar una respuesta a la situación y gestionar la crisis es patente. Vuelve la señora Sáez de Santamaría a gimotear que la Fiscalía la tiene tomada con el PP y a tratar de arrojar dudas sobre el funcionamiento de las instituciones del Estado de derecho para lo cual pide la comparecencia urgente del Fiscal General en el Parlamento cosa que, probablemente, no podrá conseguir. Pero, fuera de esto, el PP carece de estrategia de respuesta a la situación cuando los hechos cuestionan ya hasta la validez de su ejecutoria de los ocho años de gobierno de Aznar y acosan a los principales dirigentes del partido en las comunidades en que la Gürtel funcionó a pleno rendimiento: los señores Feijóo, Aguirre y, por supuesto, el Curita Camps están, unos más que otros, fuertemente cuestionados y a merced de posteriores revelaciones sumariales que pueden ser literalmente devastadoras, como ya lo son las producidas hasta la fecha. Será maravilloso que el Curita aguante un par de telediarios más con el estado de agitación y alarma en que se encuentra el partido en su comunidad.

Del señor Rajoy no hace falta hablar. Es ya un político zombi.

Y esto no ha hecho más que comenzar. Recuerdo que, a comienzos de este escandalazo, el siete de febrero, Palinuro publicó una entrada que se llamaba premonitoriamente Os han pillao, tronkos en la que se decía: "Por fin vuelven las cosas a sus cauces naturales. En esa (recuérdese: presunta) trama de corrupción que acaba de descubrirse con todo tipo de delitos hay ex cargos del PP, amigos del PP, conocidos del PP, allegados al PP y administraciones territoriales del PP. Y tiene pinta de ser un bombazo que va a convertir el partido en un cráter." Siete meses después es lo que hay: un cráter.

La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons)