diumenge, 17 de maig del 2009

Obama flaquea.

Había empezado tan ricamente: Guantánamo se cerraba, todo era cuestión de encontrar acomodo para los cientos de personas ilegalmente secuestradas allí. Además los responsables de torturar detenidos en la sedicente "guerra contra el terrorismo" responderían ante la justicia. Los Estados Unidos tenían que recuperar su prestigio moral ante el mundo, lamentablemente perdido en los ocho años de mandato del utraderechista, neocon, típico representante del llamado fascismo simpático, el señor George W. Bush.

Poco a poco van haciéndose aparentes las dificultades de llevar a la práctica aquellos propósitos. No está claro hasta dónde puede llegarse cuando se habla de "responsables de torturar"; se puede llegar hasta el mismo expresidente Bush. Tampoco está claro qué hacer con los cientos de secuestrados en Guantánamo y (si acaso) en las otras cárceles de la CIA esparcidas por el mundo. Cárceles opacas al escrutinio público, cárceles secretas en las que los prisioneros carecen de todo derecho, incluso de identidad. B-6534689, como en Dachau o en Auschwitz. Cada vez hay gente más poderosa vociferando en los medios que la política de Mr. Obama debilita al país y el señor Cheney, exvicepresidente de los EEUU, pide que la CIA publique unos informes secretos para que se compruebe que la práctica de la tortura de los ahogamientos simulados ha sido positiva para los EEUU porque ha servido para evitar actos de terrorismo, muertes, etc. El fin justifica los medios y la tortura es menos tortura si se obtienen buenos resultados. Hace falta ser canalla.

Y, por último, llega la orden: se restablecen las comisiones militares que estaban "juzgando" a los secuestrados de Guantánamo y se prohíbe taxativamente la publicación de nuevas fotografías que documentan e ilustran acerca de la aplicación de torturas en todos los centros de detención de los EEUU, no sólo de Guantánamo. Las fotos se han publicado en Australia, país de momento allende la jurisdicción del presidente estadounidense y puede verse, en efecto, qué generalizada estaba la tortura en los infames años del señor Bush. Ahora ni siquiera se sabe si el propósito de denunciar políticamente y perseguir jurídicamente la práctica de la tortura será practicable, entre otras cosas porque, aunque hayan intentado negarlo, los demócratas estaban al corriente de que en los EEUU se torturaba. Hasta la presidenta (demócrata) de la Cámara de Representantes ha tenido que confesar que lo sabía desde 2003. Eso plantea la extensión de la condena por complicidad con la tortura a vaya Vd. a saber cuántos diputados. En el límite, siendo Senador: ¿tampoco sabía nada el señor Obama? Ocurre como con los gastos de los comunes en Gran Bretaña: no es uno ni dos; es la clase política en su conjunto. Es el mismo sistema político.

Lo único que se me ocurre decir es que debe haber una investigación sobre la tortura en los Estados Unidos, debe llevarla a cabo una comisión independiente y no puede ser una comisión parlamentaria por razones obvias. Y caiga quien caiga. Habrá que destituir a los responsables y exigir las responsabilidades penales que correspondan; a quien corresponda. Incluso al expresidente Bush.

Igual que hay que suprimir las comisiones militares. Si algunos de los secuestrados (incluso todos) deben ser procesados en los Estados Unidos habrá de ser en la jurisdicción civil, con plenos derechos procesales. Expresamente se había negado a estas personas la condición de prisioneros de guerra para no tener que aplicar las convenciones de Ginebra; por tanto, que se los trate como a civiles.

A ver cómo lo enfoca el presidente Obama.


(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

El rencor.

No para, no se está quieto, no calla. Dice pasar el setenta por ciento de su tiempo en el extranjero (y supongo que lo dice con tono de desprecio) pero el treinta por ciento que pasa en España cunde por el ciento por ciento de los demás. No hay asunto sobre el que no se pronuncie en público, siempre vaticinando lo peor, siempre diciendo lo más radical, lo más agresivo y lo más desagradable posible. Las cosas tienen que ser como él diga y nadie puede entenderlas de otra forma, empezando por su propio partido cuyo dirigente no puede articular política propia alguna porque ya tiene al señor Aznar marcando los límites del juego siempre puestos en la propia puerta del adversario.

Esta ubicuidad, esta verborragia del personaje apunta a las medidas de su acción. Su estrategia es la muy carpetovetónica "de qué se trata que me opongo" y su justificación es la unidad de acción de su campo y él personificando esa unidad de acción de modo autoritario, poniendo en evidencia cómo el adversario lo odia. Un odio del que suele quejarse alegremente levantando constancia de que si algunos lo odian es porque están obsesionados con él y con lo que él puede hacer.

Y ¿qué puede hacer? Pues lo que dice en su libro: sacar a España de la crisis. Este tipo de libros de recetas de crecepelos suele prosperar en época de vacas gordas; en la de las flacas, cuando se mide sobre las costillas la eficacia de las recetas que proponen, la cosa está más chunga. En este caso concreto el error básico del recetario es que se hace en el orden nacional para una crisis que es básicamente internacional y sólo admite tratamientos internacionalizados.

En fin, ¿a qué razonar con alguien que sólo habla desde el rencor? Este hombre está marcado a fuego por su ignominiosa salida de la política, entre la sangre y la abyección de haber intentado mentir sobre un asunto tan grave como los atentados del 11-M y sólo para tener que reconocer asimismo que también mintió al hablar de armas de destrucción masiva para justificar la aventura iraquí de España, que la mentira es su norma de vida. Y sólo desde el rencor puede llegarse al extremo inverosímil de culpar al Gobierno de España por la pitada y la bronca al himno en el Mestalla con el añadido esperpéntico de sostener que con él y con los suyos eso no pasará ¿Pues qué piensan hacer? ¿Meter la Acorazada Brunete en el estadio? Está claro que todo en la vida tiene un límite excepto la estupidez.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 16 de maig del 2009

El caso Camps.

La experiencia procesal vivida por el señor Camps lleva camino de convertirse en un "caso Camps", un episodio de la historia contemporánea peculiar por varios conceptos.

  • Es peculiar que un dirigente político ande en dimes y diretes por un asunto de trajes, al parecer recibidos en forma de dádivas como el que recibe un jamón. Hay en los trajes un elemento de dandismo que convierte al señor Camps en una figura curiosa, como baudelairiana.
  • Es peculiar que, preguntado por el asunto, el señor Camps se niegue a dar explicaciones en sede parlamentaria señalando que lo hará en sede judicial.
  • Es peculiar que el señor Camps, presidente de la Generalitat de Valencia diga, al parecer, a un amigo suyo por teléfono que lo quiere "un huevo". Es una expresión sorprendente. Viene a decir que lo quiere mucho. Esa intensidad de sentimiento arranca del hecho de que huevos sólo hay dos. Claro que hígado sólo hay uno y nadie dice a otro que lo quiera "un hígado". En el huevo hay un elemento sexual obvio.

En fin, que el caso Camps da pie para dos reflexiones, una de hace tiempo y otra de ahora mismo. La de hace tiempo nos traslada a los años ochenta, el comienzo de la carrera del señor Aznar en Castilla y León. La tal carrera se inicia con una acusación de delito al entonces presidente de la Comunidad Autónoma, Demetrio Madrid, socialista. Hecha la imputación, Aznar formuló una de sus habituales baladronadas: "Le doy veinticuatro horas para dimitir". Madrid dimitió, en efecto. Aznar se calzaba la presidencia. Tres años después la justicia absolvía a Madrid. Aznar no pidió ni disculpas. Esta breve anécdota dibuja la estatura moral de Aznar y la de Madrid y deja bien a las claras cómo opera el PP según que la imputación sea a alguien del PSOE o a alguien del PP.

La reflexión de ahora mismo retrata, a su vez, la condición moral del señor Camps. Como se decía al principio, éste afirmó que sólo declararía en el lugar oportuno y, al saberse la imputación, se apresuró a decir que se alegraba de ella porque de este modo podía por fin declarar en el foro oportuno. Lo que no dijo es que, entre su primera afirmación y la última sus abogados presentaron un recurso para que se anulara todo lo actuado hasta entonces. Si ese recurso se hubiera aceptado, el señor Camps no tendría nada que declarar. Es decir, dice que está deseando declarar pero eso es mentira: está deseando suprimir la necesidad de declarar. Es una actitud de típica doblez, de tramposo. Ignoro a qué llamará el señor Camps declarar pero está claro que, sea lo que sea, lo hace a la fuerza y que el PP no exige que el señor Camps haga lo que hizo el señor Madrid. Ni en veinticuatro horas ni en veinticuatro años.

Por último, el gesto dolorido del señor Camps, su aspecto de llevar un cilicio y ofrecer sus sufrimientos al Altísimo sólo preparan la escena para lo que será el vodevil del decenio. Si se tiene en cuenta que también toca declarar al Bigotes, es posible que el vodevil se convierta en astracanada.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 15 de maig del 2009

El aborto y la píldora.

Gran ofesiva del Gobierno en pro de la regulación de la natalidad en España, cosa muy puesta en razón, avance evidente sobre formas anteriores de sociedad, sobre costumbres periclitadas que han dominado hasta la fecha en el noventa y nueve coma noventa y nueve por ciento del caminar del ser humano sobre la tierra forzándolo a aceptar los hijos que vinieren y como vinieren porque eran enviados por Dios y paridos con dolor. Esta forma de organizarse, obligada debido a la ignorancia de la especie humana, a su falta de conocimientos científicos sobre los procesos reproductivos, era al mismo tiempo causa y efecto de la condición subalterna de las mujeres. Porque la esclavitud de éstas en todas sus variedades (la doncella, la virgen, la casada fiel, la madre abnegada, la puta, la amante, la mujer florero, la esposa resignada, la desconsolada viuda, etc, etc) en provecho de los hombres surgía directamente de su falta de control sobre la reproducción de la que son fisiológicamente pero no racionalmente responsables, como si fueran cobayas.

A su vez la gran ofensiva que han desatado las organizaciones provida, Hazte Oír, etc apunta todos los cañones contra las dos últimas decisiones del Gobierno de poner la píldora postcoital a la venta libre en farmacias y aprobar la reforma de la vigente ley del aborto que hace la interrupción voluntaria del embarazo libre hasta la semana décimocuarta y desde los dieciséis años de edad. Hacen bien estas organizaciones llamadas "provida" en montar la marimorena, negar que el aborto sea un derecho, insistir en que siga siendo delito y tronar calle arriba calle abajo en favor del nasciturus. Es un discurso muy impactante y mucha gente se lo cree. Todos los que no se percatan de que a los antiabortistas la vida del nasciturus les da igual y su pelea no es por los sedicentes derechos del embrión sino por el mantenimiento de la situación supeditada de las mujeres en nuestra sociedad. De lo que se trata es de impedirles que lleguen a controlar su reproducción porque eso contribuye también a liberar su sexualidad y, como todos sabemos, la liberación sexual de las mujeres será también la de los hombres. No hace falta ser Wilhelm Reich para darse cuenta de que esta actitud equivale a un cambio radical del orden social. Así que de eso se trata en las campañas antiaborto: de mantener a las mujeres sumisas, templo de Dios, seno materno, descanso del guerrero, báculo de la vejez ajena, todo menos permitir que sean ellas mismas y puedan decidir por sí mismas.

La pelea entre abortistas y antiabortistas se da en dos planos semánticos distintos por razones evidentes. Para los primeros se trata de la lucha por los derechos de la mujer; para los segundos de la lucha por los derechos del embrión. Tenían que invocarlo así y hacer como que se lo creen porque es muy difícil invocar una causa social consistente en negar derechos a alguien, en este caso a los mujeres y no cualesquiera derechos sino el fundamental a decidir qué vida quieren para sí y para los suyos, incluidos los hijos, si los quieren.

Así que menos monsergas: en este debate nos jugamos la consolidación de la emancipación femenina en España u otro retroceso a tiempos de inseguridad jurídica, amedrentamiento de las mujeres, malos tratos, etc.

La interrupción voluntaria del embarazo, como el tomar la píldora del día después, son manifestaciones del derecho de las mujeres a controlar su vida. Para los provida no es un derecho sino un delito. Eso es lo que ha estado siendo desde el origen del cristianismo hasta hoy con los resultados escasamente halagüeños que cabe ver. Digo yo que sólo esta consideración justificaría el cambio de actitud para dar a la libertad una oportunidad y devolver a las mujeres el derecho sobre su propia vida. La oposición a esta actitud es lo que da la medida del verdadero liberalismo de los neoliberales españoles al estilo de la señora Aguirre: todos partidarios del derecho irrestricto a decidir del individuo... salvo que se trate de una individua y el decidir sea ahí sobre su reproducción. En tal caso estos seudoliberales afirman que ese derecho no corresponde a la mujer sino a Dios, al cura, al marido, al padre, al Estado, a cualquiera menos a ella.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 14 de maig del 2009

ETA y Carrero Blanco.

El domingo pasado, en unas declaraciones en Granada, el novelista inglés Martin Amis afirmó que habría que agradecer a ETA que atentara contra Carrero Blanco. Desde ese día estoy esperando a ver qué reacciones suscita una afirmación tan provocativa, tan sin ambages, tan directa y patente. Pues bien: ninguna; al menos ninguna que yo haya visto. Silencio denso y profundo. Los gacetilleros, plumillas y columnistas que tachonan los medios con la densidad de las estrellas el cielo, de ordinario vocingleros y parlanchines, han dado la callada por respuesta. Creen, probablemente, que es lo más prudente.

Sin embargo, la observación de Amis plantea una cuestión que afecta al modo en que el saber convencional de historiadores y cronistas entiende la transición. Viene a decir que si ETA no hubiera asesinado al Almirante, a saber lo que hubiera sido la ejemplar transición democrática española. De entrada cualquiera que conozca el paño se malicia que a Carrero presidente del Gobierno, el muy demócrata Rey Juan Carlos no le hubiera tosido y mucho menos se hubiera atrevido a ponerlo en la calle como hizo con Arias Navarro, Carnicerito de Málaga. Es decir, ETA eliminó uno de los principales obstáculos al restablecimiento de la democracia en España. En consecuencia tiene razón Amis y a fuer de nobles hemos de agradecérselo.

Ante algo tan trascendental el silencio de los opinion makers resulta incomprensible. Podría entenderse, en efecto, como una reacción prudente ante lo que cabe considerar como una injerencia intolerable de un extranjero en los asuntos internos patrios. Pero algo así es muy improbable en un país acostumbrado a conocerse en buena parte por lo que los afuereños le cuentan de sí mismo.

Entonces, ¿qué? En realidad no se dice nada por canguelo o, si se quiere, por cautela que es lo mismo pero en fino. Los comentaristas y analistas de derecha, verdadera turbamulta, creen que el asesinato del Almirante fue un acto execrable, penalmente perseguible y condenable como se debe con todo el peso de la ley, tanto como los asesinatos posteriores de guardias civiles y policías durante la democracia, pero no quieren criticar directamente a Amis para que no se los confunda con nostálgicos del franquismo.

A su vez los de izquierda, también abundantes, para quienes, en efecto, ETA posibilitó en buena medida la democracia española al asesinar a Carrero, tampoco quieren reconocerlo en público por temor a que se los acuse de simpatías con ETA, una organización terrorista, una acusación que les cayó con frecuencia en el pasado, dado que esas simpatías eran reales en tiempo del franquismo. Por ello, prefieren mantener un incómodo silencio antes que verse en la obligación de explicar sus liaisons dangereuses o de que alguien les pida que condenen la violencia etarra de hace treinta y cinco años como ellos piden que se condene la actual.

Sin embargo el asunto es bien sencillo y fácil de entender. Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno español en los últimos tiempos de Franco, formaba parte de un régimen ilegal, ilegítimo, compuesto por rebeldes y delincuentes que oprimió a los españoles durante cerca de cuarenta años, hasta octubre de 1975. En realidad hasta más tarde, hasta diciembre de 1978, fecha de promulgación de la Constitución, pero la de 1975 es buena porque permite visualizar el fin de un régimen en el de su fundador. Asesinar a Carrero entra dentro de la acrisolada doctrina occidental del derecho de resistencia contra la tiranía, hoy recogido expresamente en la vigente Constitución alemana, cuya manifestación más expresa, práctica y directa es el tiranicidio, defendido, entre otros, por el jesuita español Juan de Mariana en el siglo XVI en De Rege et regis institutione.

El asesinato de Carrero Blanco fue un acto de tiranicidio del que personalmente -y supongo que conmigo muchos, muchísimos más- me felicito y por el que felicito a la ETA de entonces por lo que afirmo que el señor Amis tiene razón. Gustará más, gustará menos pero gracias a que ETA eliminó físicamente al incondicional de Franco y en quien éste confiaba para que el atado y bien atado funcionase, en buena medida fue posible la democracia en España. Astucias de la razón o ironías de la historia; pero así fue.

Esto no quiere decir que apoye o defienda en modo alguno a ETA en su actuación posterior, durante la democracia. Bien al contrario: la tengo por una execrable organización terrorista compuesta por asesinos bastante estúpidos cuya existencia carece de todo sentido y justificación a partir de la entrada en vigor de la Constitución de 1978.

El graduado se jubila.

Estoy seguro de que todos quienes vieron la peli de Mike Nichols El graduado (1967) y les gustó se entusiasmarán con esta otra de Joel Hopkins,treinta y dos años más tarde. Las pelis no tienen nada que ver entre sí por supuesto aunque hay escenas al final de ésta (que aquí se llama Nunca es tarde para enamorarse) que recuerdan a aquella, con Dustin Hoffman, mucho mayor claro, corriendo desesperadamente para tratar de salvar su relación con la chica a la que está a punto de perder.

Pero no sería justo reducir los valores de este film a lo que pueda recordar o no recordar de aquel otro. Last Chance Harvey tiene méritos suficientes por sí misma. Es una bonita historia, romántica, sentimental con algo de ironía; la interpretación mano a mano de esos dos monstruos que son Hoffman y Emma Thompson es soberbia; está dirigida con sabiduría, equilibrio y energía; el guión es ágil y la fotografía brillante. ¿Qué más se puede pedir? Sí: que sea genial, que nos asombre, desconcierte y cautive. No pasa nada de eso porque es todo bastante previsible y moderado y quizá sea ese otro de los encantos de la peli. Los amores pasado el prime of life no suelen ser pasiones volcánicas y los relatos que los cuentan tampoco.

Es una historia de chico encuentra chica ya en el otoño de la vida. Los dos solitarios, frustrados pero no amargados ni vencidos; los dos sensibles, que no han encajado en sus respectivas historias y con vidas familiares insatisfactorias pero que saben entenderse, apoyarse el uno al otro y enamorarse, aprovechando el último tren que pasa por sus existencias.

La ambientación está muy bien. La historia del yankee en Inglaterra no por esperada y a veces repetida deja de cautivar y de ofrecer buenos instantes de la curiosa interculturalidad que hay entre estos dos pueblos, el estadounidenses y el británico. Ya sólo escuchar el inglés con acento newyoooker del estadounidense y el perfecto Queen English de Emma Thompson es un placer. Y el momento en que Thompson explica a Hoffman cómo los ingleses llevan el labio fruncido ya merece el aplauso. Aparte de la historia de amor que a veces es algo sensiblera, si bien los dos actores la ennoblecen, hay un elemento de ruptura biográfica, personal, laboral del protagonista que recuerda también el cine de los años sesenta del siglo XX por su visión iconoclasta y su valoración de que lo importante en la vida es vivirla de modo auténtico, siendo uno mismo y no vendiendo su tiempo vital para comer, asumiendo el riesgo, abriéndose a la aventura como si tuviera treinta años menos.

Es grande el cine pues crea una curiosa unidad de sentido entre dos historias que se imponen por sí mismas. Me explico: cualquier aficionado que haya seguido las carreras de Hoffman y Thompson acude a ver la película sabiendo que va a ver dos en una: la historia en sí misma por un lado y, por el otro, cómo Hoffman y Thompson dan vida a dos personas mayores y no por artificios del maquillaje sino porque ellos ya lo son.

dimecres, 13 de maig del 2009

El debate sobre el estado de la Nación.


Para tan interesante tema remito a mi artículo de hoy en Público titulado El estado de la confianza.

Una pila de millones.

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha impuesto al señor José Galeote, exconcejal de Boadilla del Monte, Eldorado de la presunta mangancia popular, un millón de euros de fianza de responsabilidad civil por su supuesta implicación en varios delitos de la trama Gürtel. Con estos ya suman 2.075.000 euros de fianza a los caballeros populares que han estado sirviendo denodadamente al pueblo en los últimos diez años. De ellos 955.000 corresponden a Benjamin Martín Vasco y 755.000 a Alberto López Viejo, dos parlamentarios de Madrid que tampoco han tenido otro norte en sus vidas que sacrificarse por el bien común. Verdaderas fortunas. No hay duda de que estamos tratando con presuntos delincuentes de mucho ringorrango y prestancia, unos verdaderos graduados del trinque. Hace bien doña Esperanza Aguirre en protegerlos (a los que puede), manteniéndoles su condición de aforados pues, de otro modo, caerían en manos del juez Garzón que, dado el sadismo de su señoría, haría punto cadeneta con ellos.

La trama de corrupción del caso Gürtel, que afecta a tantos cargos del PP es, sobre todo, un comportamiento de clase. A ver ¿cuándo se ha impuesto un millón de euros de fianza a algún corrupto del PSOE, ni siquiera a alguno de aquellos pillastres del GIL? En términos marxistas, los del PSOE (cuando los hay) son el proletariado de la corrupción; los de GIL el lumpenproletariado y estos del PP, la burguesía. Como corresponde.


(La imagen es una foto de Funka-Lerele, bajo licencia de Creative Commons).

Fábula de la fábula.

Todos los años mi amigo Pedro Maestre, ingeniero de caminos, politólogo y alto directivo de una empresa, una mutua, escribe un libro de reflexiones de esas de moral de empresa, administración de personal, recursos humanos, etc, apoyado en la recopilación de algún tipo de material convencionalmente alejado del tema tratado. El año pasado fueron películas y este año son fábulas y cuentos infantiles de toda la vida. El libro (Fábulas, cuentos e informática, Madrid, Dintel, 2009, 432 págs) tiene como cubierta "Actividades estratégicas 2009". El término estratégico tiene mucho prestigio tanto dentro como fuera de las empresas, porque hace referencia a una actividad de largo alcance que se juzga siempre decisiva con relación a los fines que se pretendan. El "strategos" es el general y la estrategia la actividad del general o comandante en jefe.

En este año las reflexiones de Pedro sobre su estrategia empresarial se cuelgan de una selección de fábulas y cuentos, una por día y dos cuentos por mes. Las fábulas proceden todas de Esopo, La Fontaine, Samaniego e Iriarte y, aunque conservan de vez en vez algún trozo rimado, vienen todas en prosa. Se hace raro leer las fábulas en prosa. Al faltar la versificación, que tiene mucha fuerza nmotécnica es como si uno no se quedara tanto con el sentido de las historias, muchas de ellas tremendamente famosas.

Como quiera que el sentido del género fabulístico mismo es moralizante -de hecho, en muchas de las fábulas, especialmente en las de Samaniego e Iriarte, se incluye la moraleja- al vincular los textos clásicos con las reflexiones estratégicas sobre procedimientos de gestión etc, se produce una especie de duplicación, como si se tratara de fábulas de fábulas y, luego, de moralejas de moralejas.

Es curioso que casi todas las fábulas incluidas hablan de un número muy reducido de animales: el lobo, el zorro, la serpiente, la liebre, la tortuga, el cuervo, el águila, la corneja, la oveja, la cabra, el cisne, el oso, la comadreja, el león, la pulga y poco más. Todos ellos, los animales, muy antropomorfizados, casi constituidos en caracteres al estilo de Teofastro o La Bruyère, siendo muy típicos los temperamentos que se les atribuyen: el zorro es taimado, astuto, inteligente y de pocos escrúpulos; el lobo es fiero, cruel, glotón, orgulloso de su libertad y a veces un poco estúpido; el perro es reflexivo, prudente, fiel y un poco indigno; el cuervo, vanidoso; la serpiente, malvada, etc.

Como todo género moralizante, algunas fábulas parecen escritas para definir situaciones que uno vive cotidianamente y en la actualidad. Por ejemplo, adivínese en qué personaje español puede uno estar pensando cuando lee la moraleja de una fábula de Esopo que reza: "abundan individuos insignificantes que, aprovechando épocas de confusión, llegan a creerse grandiosos" (p. 67). Pues exactamente pero, como rezaba una veja historia polaca: "lo han dicho Vds.; yo, no".

En otros casos lo que sorprende es el alcance filosófico de alguna fábula, por ejemplo, El lobo y la oveja, de Esopo en la que el animal carnicero deja libre a la oveja porque ésta en efecto le ha contado tres verdades en las que la pobre, resignada a ser comida, hace de necesidad virtud (p. 117). Si bien se mira es una ilustración práctica de aquel supuesto de Hegel de que la libertad es el conocimiento de la necesidad pues la oveja es liberada precisamente por haber dicho la triste verdad de lo que la espera, de su necesidad.

En otros casos, las fábulas suelen tener valoraciones morales sobre la avaricia, la vanidad, la codicia: todas las veces en que un animal (normalmente un cuervo o un perro) abre la boca porque lo han halagado o trata de arrebatar algo en un reflejo, deja caer lo que en ella tenía.

El territorio moralizante de la fábula adquiere a veces fuerza de convicción uno diría que universal. Así, por ejemplo, cuando La Fontaine adaptaba a su siglo una expresión común ya en la Grecia clásica, de nada demasiado. Expresión que goza de casi unánime respeto. El problema es que el término "demasiado" implica una valoración negativa en sí misma, siendo así que no resiste un mínimo examen: ¿que significa "demasiada" cultura? ¿Qué "demasiada" justicia?

En algunos casos, mis querellas con las fábulas son desde el punto de vista objetivo, de las cuestiones de hecho. Por ejemplo, la celebérrima de La cigarra y la hormiga, en la que, como se sabe, hay una glorificación de la virtud de la previsión que, sin embargo, está basada en un conocimiento superficial y erróneo de la naturaleza. En el verano la cigarra canta mientras, además, cuida de su manutención personal porque, no siendo un insecto social, no tiene grandes graneros de especie que llenar. Para el invierno es inútil que almacene insecto alguno que no llega a él.

Leer los cuentos es siempre un placer porque son compendios clásicos de situaciones maravillosas que cada niño, probablemente, ha experimentado a su manera.

Dado que algunas de las fábulas (singularmente, las de Esopo) suponen episodios de la mitología griega, mi sugerencia es que el libro del año que viene vincule el saber de gestiòn de empresa con avatares mitológicos.

dimarts, 12 de maig del 2009

Un ciudadano ejemplar.

Héteme aquí que el señor Carlos Fabra, presidente hereditario de la Diputación de Castellón, prohombre del PP, al que el señor Rajoy no hace mucho consideraba un ciudadano ejemplar pese a estar imputado en una maraña judicial de presuntos delitos, finalmente verá cómo se le incoa procedimiento abreviado en el proceso penal por el de falsedad en documento. Desde luego, si este hombre con tal historial y antecedentes es un "ciudadano ejemplar" es cosa de preguntarse qué sea para el señor Rajoy un granuja, un sinvergüenza, un delincuente.

Este señor Fabra es el que hace un par de meses ponía la mano en el fuego por el señor Camps quien, a su vez, aparece como sospechoso de otros presuntos ilícitos a cual más chusco, probablemente urdidos y realizados en comandita con su amigo el bigotes. Como esto siga de este modo van a acabar todos en el PP como San Lorenzo.

Lo que comenta todo el mundo es que estos indicios, sospechas, imputaciones, incoaciones por comportamientos presuntamente corruptos que atañen a un buen puñado de altos dirigentes y cargos del PP, no parezcan hacer mella en las intenciones de voto de los electores que siguen manifestando que votarán por él en las próximas elecciones europeas en mayor medida que por el PSOE.

Si esto es así, tampoco es tan raro y no creo que se trate de una peculiaridad de los electores de la derecha, como si estos fueran más correosos que los de otros partidos y dispuestos a tragar carros y carretas en corruptelas de sus dirigentes. En los años noventa del siglo pasado, las pruebas sobre los casos de corrupción en el PSOE eran abrumadoras. Y no solamente de corrupción económica con algunos pillastres como Roldán, Urralburu, Otano, etc, sino de terrorismo de Estado y, con todo, el PSOE ganó las elecciones de 1993 y perdió las de 1996 por unos míseros 300.000 votos después de catorce años de gobierno y tres mayorías absolutas seguidas.

No, parece que el electorado español no penaliza la corrupción. Hasta cabe pensar que la premia. Dada la peregrina cultura política de un país que no ve vituperable defraudar a la Hacienda pública, cuyas universidades pueden fichar como conferenciantes a mangantes empedernidos o cuyas televisiones contratan a sinvergüenzas de toda laya, no se ve por qué los votantes tendrían que tener repentinamente un comportamiento virtuoso y castigar en las urnas a un partido como el PP en el que no solamente parecen abundar los casos más clamorosos de corrupción y pillaje sino cuyos dirigentes se guardan mucho de sancionarlos como la ética democrática exige. Al contrario, no solo no lo hacen sino que los protegen y, encima, mienten asegurando lo contrario. Con motivo de las últimas imputaciones a destacados militantes del PP de la Comunidad Autónoma de Madrid, la señora Aguirre afirma que estos han abandonado sus cargos, pero eso no es cierto: han abandonado los cargos de nombramiento, pero no los de elección que son los que les permiten blindarse frente a la justicia merced a práctica del fuero parlamentario que Palinuro insiste en que habría que abolir, precisamente para evitar que pase esto, que se utilice para obstaculizar la administración ordinaria de justicia.

Volviendo al inefable señor Fabra y sus exquisitas maneras se recordará cómo en estas Navidades pasadas decía que, si le tocaba la lotería "Me sacaré la pirula y mearé en la sede de Izquierda Unida". No es muy edificante, pero es absolutamente verídico y da una idea bastante aproximada de qué tipo de políticos son populares en estas tierras indómitas de Giles, Roldanes, Naseiros, Juanes Guerra y demás elenco de la picaresca millonaria.

(La imagen es una foto de Periódico La Democracia, bajo licencia de Creative Commons).