diumenge, 2 de desembre del 2007

La belleza está en el aire.

La Fundación Juan March, de la capital, ha inaugurado una exposición de pintura temática con un bonito tema: la evolución del paisaje desde el romanticismo a la abstracción. Y tiene su punto. Se enfoca en el paisaje romántico británico, centroeuropeo y nórdico, buscando siempre la clave mística, como en el caso de los paisajes de Carl David Friedrich, de quien se exponen varias piezas, grabados y dibujos con sus paísajes de montaña en el ocaso presidido por algún crucero.

La idea es que ese espíritu romántico que sacraliza la naturaleza y vierte en ella un contenido mágico salta luego al expresionismo alemán; hay varios cuadros de Emil Nolde, de esas marinas atormentadas que parecen querer captar el furor de los elementos y enlazarlo con algún sentimiento religioso. En el canasto y por derecho propio entra Edvard Munch cuyos paisajes podrían llamarse psicopaisajes, si se me permite el neologismo. Mi discrepancia en cuanto a esta periodificación, sostenida más para variar el tema que por interés en la cuestión en sí, se da en el caso de los dos paisajistas románticos británicos presentes, Constable y William Turner.

Véase en el ejemplo de la derecha, un óleo de Turner titulado Luz y color: la mañana después del diluvio", de 1843, que no se exhibe en la exposición (aunque hay algún otro ejemplo de la época posveneciana del pintor) pero ayuda muy bien a hacerse una idea de lo que aquí está diciendo. Ese lienzo es puro expresionismo y es que es entre el paisajismo de Constable y el de Turner entre los que no hay mucho parecido.

Un detallazo de la exposición es seguir la evolución de la paisajística a través de la pintura estadounidense. Hay buena muestra de Thomas Cole (algunas de cuyas obras utilicé para los posts sobre "las edades de la vida", si bien yo empleé óleos y en la exposición hay básicamente grabados), Frederick Edwin Church y, sobre todo, Alfred Bierstadt; digo sobre todo porque el inmigrante alemán es el que más claramente se esforzó no por imponer en el paisaje atributos simbólicos venidos de fuera sino por sacar de este último, el paisaje, un valor sentimental que emana de la composición en sí misma, sin mayores aspavientos y de esa actitud germánica de divinización de la naturaleza.

En contra de la idea de que todo está en todo y que el paisajismo romántico ya es expresionista (la exposición pasa olímpicamente del paisajismo impresionista, al que trata con cierto desdén, admitiendo tan solo algunas muestras de Van Gogh) milita el hecho de que el expresionismo, a diferencia del impresionismo, ha evolucionado hacia lo abstracto, hasta acabar en las obras de Pollock y Rothko, presentes en la exposicón. Los eslabones intermedios son Mondrian, Klee y, sobre todo Kandinsky, el hombre que acaba excluyendo la figura de la composición y abre la era de lo abstracto.

Resultan especialmente interesantes dos contemporáneos alemanes con los que se cierra la exposición, Anselm Kiefer y Gerhardt Richter, como si se quisiera ilustrar la propuesta de que todo paisaje es, en realidad, paisaje interior, un modo de ver, el retrato de un sentimiento, pintura reflexiva, el itinerario del espíritu cuando se ve a sí mismo ahí fuera.

Gran exposición.

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dissabte, 1 de desembre del 2007

La reforma constitucional del PP.

La derecha española tenía que manifestarse en su prístina esencia. Ha llegado el momento de que lo que el señor Aznar calificaba in illo tempore de "charlotada", esto es, la organización territorial autonómica del Reino, retorne a sus tranquilas aguas centrales. Hay que "cerrar" el modelo autonómico. Casi treinta años de vigencia del orden constitucional han dejado la desagradable impresión (al menos en el espíritu conservador) de que el modelo territorial es inestable, de que a España le crujen las cuadernas, de que hay una permanente "subasta de competencias". No he visto que en este contexto el PP hable de las tensiones soberanistas que esas sí que son peliagudas. Entre otras cosas, probablemente, porque no pueden resolverse mediante una reforma de la Constitución.

La que propone con mucha fanfarria el señor Rajoy en la nueva conferencia de su partido me parece bastante inútil. Esa pretensión de enumerar una serie de competencias exclusivas del Gobierno central es lo que ya hace el artículo 149 de la CE que enumera treinta y dos exclusivas del Estado, siendo la trigésima segunda la autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum, que no sé yo si conoce el señor Ibarretxe. A mi modesto entender lo único que hay que tocar en la CE es el artículo 150, 1) y 2), sobre todo el 2), el que permite que el Estado pueda transferir o delegar en las Comunidades Autónomas, mediante ley orgánica, facultades correspondientes a materia de titularidad estatal que por su propia naturaleza sean susceptibles de transferencia o delegación. Ese artículo es el responsable de que el modelo autonómico no esté cerrado. Mientras haya algo que, "por su propia naturaleza" se pueda transferir o delegar, alguien pedirá que se transfiera o delegue. Modificado ese artículo, el resto del Título VIII de la CE es correcto.

Otro cariz tiene la segunda pretensión del señor Rajoy de exigir mayoría de dos tercios cuando hayan de aprobarse normas de reforma constitucional. También está ya previsto en el Título X de la reforma constitucional . Por lo demás, cuando se pidan mayorías reforzadas hay que estar en situación de aprobarlas, al menos, con la mayoría reforzada. No sería admisible que una norma que pidiera una mayoría de dos tercios fuera aprobada por mayoría absoluta o incluso simple.

Resumiendo: la reforma "controlada" de la Constitución que propone el PP no es necesaria y la que en todo caso podría ser necesaria no la propone

(La imagen es un grabado chino anónimo que representa al emperador Qi Shihuang, el unificador de la China, gran reformador empeñado en acabar con el confucianismo, que enterró vivos a cientos de intelectuales e hizo destruir todos los libros, excepto los que consideraba de obligado cumplimiento).

Roma extra muros.

La Fundación del Canal tiene abierta una exposición sobre Roma (monarquía, república e imperio) que es una gran idea porque no son frecuentes las exhibiciones de piezas de arquitectura, escultura y artes menores romanas. Creo no haber visto otra igual. Al propio tiempo, la exposición deja mucho que desear porque apenas si contiene alguna pieza arquitectónica y pocas también escultóricas. Hay en cambio mayor cantidad de esas piezas menores (ánforas, fíbulas, lucernas, relieves funerarios) en las que uno no suele entretenerse en los museos; pero tampoco mucho, siendo así que el legado romano fue fundamentalmente la arquitectura y el derecho, que es otra forma de arquitectura. La exposición es modesta. Han traido casi todo el (poco relevante) material de los museos españoles y alguno otro extranjero como el Museo Capitolino en Roma o el de la "Civiltà romana", una construcción típicamente fascista.

La pieza que más me ha gustado es la cabeza de la estatua colosal de Constantino que se encuentra en el Museo Capitolino. Pero está ahí sola, en su ciclópeo aislamiento, en mitad de esa miriada de productos menores, imprescindibles para la vida cotidiana, desde escalpelos a una respetable ballesta (supongo que reconstruida), pasando por unos pendientes o una parrilla.

Los responsables de la exposición han suplido la escasez de piezas con elementos audiovisuales ingeniosos, en pequeñas pantallas diseminadas por la exposición o en una pantalla media una película de 16' sobre la evolución histórica de Roma, desde los tiempos legendarios de Rómulo y Remo muy original porque está hecha con trozos de pelis de "romanos", lo que pemite reconocer a unos jóvenes Charlton Heston, Stephen Boyd o Victor Mature haciendo de Aníbal

Merece la pena darse una vuelta por este lugar siempre que se rebajen suficientemente las expectativas. Probablemente sea imposible dar una idea de la abigarrada complejidad de la vida romana y así, ajustando lo que se quiere a lo que hay, se podrá admirar la réplica de la mítica loba amamantando a Rómulo y Remo.

Cariño leonino.

Para que luego digan. Si quieren ver una prueba de hasta dónde puede llegar el cariño y la fidelidad de los animales, hasta los más salvajes y fieros, echen una ojeada al video siguiente.

Sorprendente, ¿verdad?

divendres, 30 de novembre del 2007

No es posible.

El Corte inglés ha decretado que estamos en Navidades. Una luminaria gigantesca te saluda cuando sales de la M-30 para entrar en Pozuelo: Felicidades.O sea, dices, Navidad; porque ¿por qué iba a desearnos a todos felicidades el Corte inglés? por ser Navidad. Vaya por Dios, ya está aquí otra vez y, con ella, lo más odioso que tiene, que son los artículos periodísticos en contra de la Navidad. Y los que hablan del despilfarro se llevan la palma plúmbea. Todo el año pillados por la hipoteca y para una vez que te puedes dar el gustazo de gastar sin tino viene la miriada de catones los censores a afearte tu inocente vicio. Malhaya sus muertos.

No es la Navidad lo que no me parece posible, que bien posible es, sino otra cosa, algo que tiene que ver con la política, con los conflictos en este terreno o connivencias entre políticos y medios. Porque leo en Público que Rajoy aprobó la maniobra contra el TC en contra de dirigentes del Partido Popular. Tampoco tiene esto que ser motivo de asombro ya que los errores del señor Rajoy son comidilla de la corte.

Lo digno de reseñar sería que el señor Rajoy no hiciera disparates. Pero es más que un disparate ya que, si he entendido bien la información, lo que el artículo dice es que la prueba en que se iba a basar la recusación de tres magistrados progres se fabricó en una reunión, se le dio forma de noticia y se envió al diario El Mundo que la publicó sin rechistar, sin firmar, sin contrastar. Es que algo así es muy fuerte porque da a entender que hay una unidad de acción entre el periódico y el partido. Se dice (los de Abc, La Razón, etc, no hablan de otra cosa) que El País es el periódico del PSOE o, incluso, lo llaman "el B.O.E.", pero no es fácil imaginarse que las gentes del PSOE se reúnan, den como noticia su deseos y El País la publique sin más, sin citar fuentes ni nada. Ese proceder, por cierto, tiene más valor como literatura que como periodismo.

Moncho Borrajo se va

Que se jubila, que se retira. ¡Y yo, que pensaba que la profesión de showman no tiene jubilación! Bueno, de momento este año y el siguiente va de giras o bolos. En fin que puede que esta despedida dure toda una vida, como sucede con esos comercios que cuelgan carteles de "¡Liquidación por cierre de negocio! ¡Últimas existencias!" y se pasan así los siguientes veinte años.

Porque este Borrajo es un showman (y show woman) capaz de estar dos horas y media hablando sin parar, enlazando un número con otro. Supongo que, al ser la función de despedida, recogería una selección de lo que el mismo Borrajo piense que es lo mejor de su obra y que me he hecho una idea correcta ya que no lo había visto nunca antes. Es un humor muy rápido, trepidante, que se apoya en su portentosa retentiva y tremenda capacidad de improvisación, para dar un espectáculo de tipo rabelaisiano porque, aunque no se hable mucho del yantar y el beber si se hace y continuamente del follar y, además, en plan furibundamente homo. La verdad es que este gallego bajito, como él mismo dice, soltando palabrotas sin parar y dando saltos por el escenario mientras se toca el paquete es un espectáculo en sí mismo.

No me ha quedado claro por qué se retira porque este hombre está en el cenit de su creatividad. Pero, lo haga por lo que lo haga: suerte.

dijous, 29 de novembre del 2007

Los programas electorales.

Es frecuente oír que no merece la pena votar pues los partidos sólo van a lo suyo, no se interesan por los ciudadanos y, además, son todos iguales, dicen lo mismo y hacen lo mismo. Esta idea de la "mismidad" tiene variantes. Los muy de derecha suelen decir que carece de sentido seguir distinguiendo entre derecha e izquierda y los muy de izquierda dicen que la izquierda moderada, democrática y la derecha son iguales, el mismo perro con distintos collares. A su vez, mucha gente dice que todos los partidos, incluidos los muy de izquierda y muy de derecha, son el mismo partido y dicen y hacen lo mismo.

Sin embargo, una ojeada a cualquier escala de autoubicación ideológica muestra que los que son básicamente iguales somos los electores. Cuando se pide a la gente que se sitúe ideológicamente en una escala que va del 0 (extrema izquierda) al 10 (extrema derecha), la inmensa mayoría nos situamos en el centro, de forma que la imagen que se consigue es esa curva unimodal, la parábola que se ve a continuación. Prácticamente todo el mundo es de centro y la mayor cantidad se concentra entre el 3,5 y el 6,5 en la escala. Es decir, ahi es donde está la gran reserva de votos que es lo que los partidos razonablemente quieren captar; de ahí que adapten sus programas electorales y sus manifestaciones públicas a este caladero de votos, con lo que dichos programas acaban pareciéndose bastante. No son idénticos (salvo para quien quiera verlos como idénticos por sus orejeras dogmáticas) pero sí se parecen mucho. Pero no son los partidos los que se asemejan entre sí, sino los electores. Imaginémosnos que, preguntada la gente, el resultado diera una curva bimodal, como la que hay más abajo. Resultaría entonces que sí habría diferencias entre los programas de los partidos porque la había entre las opiniones de la gente. No siendo así, es lógico que los partidos presenten propuestas programáticas relativamente similares o que puedan parecerlo. Luego basta con no ser un zote para ver que, bajo la hojarasca de la similitud, hay diferencias muy importantes que conviene conservar. Ahora mismo, cuando los partidos preparan sus programas electorales para las próximas elecciones de marzo de 2008, estos tienden a convergir, pues otra cosa sería suicida a la vista de lo que el electorado piensa mayoritariamente.

El PP "radicaliza" su programa, lo hace más abierto, más adelantado, más progresista y más atractivo para la gente. Junto al Rajoy que prometió hace unos días subir el mínimo exento a 16.000 euros (lo que es el típico discurso de la derecha conservadora, dispuesta a bajar los impuestos directos pero subir los indirectos y recortar los servicios públicos) resulta sorprendente escuchar los propósitos de los populares: reforma del estatuto de los trabajadores, horarios más flexibles, conciliación de la vida familiar y laboral, amparo a las mujeres que trabajen fuera de casa, mayor control parlamentario del gobierno y política exterior basada en el consenso suprapartidista. Casi se diría que, buscando el centro, el señor Rajoy se hubiera hecho de izquierda.

Para compensar el PSOE se escora hacia la derecha con un programa electoral que trata de no asustar al electorado conservador, especialmente al católico. Así resulta que caen del programa para estas elecciones las propuestas de ampliación del aborto, la regulación de la eutanasia y, sobre todo, la renegociación de los acuerdos con la Santa Sede de 1979. Algunos de estos asuntos ya se han incumplido en esta legislatura de forma que sólo cabe pensar que el señor Rodríguez Zapatero se cura en salud ante un posible "¡Nos fallaste, ZP!", eliminando los compromisos más peligrosos. Igualmente cae la idea de la "ecotasa" para financiar la política del medio ambiente.

Lo del aborto me parece una pacatería; lo de la eutanasia, otra; pero renunciar a la renegociación de los acuerdos con la Santa Sede me parece una cobardía. Supongo que el embajador socialista ante el Vaticano, el beato señor Vázquez (quien más parece embajador del Vaticano en Madrid que de Madrid en el Vaticano) estará satisfecho; pero será el único o quizá lo acompañe en la euforia el señor Bono. Después de la legislatura que la Iglesia ha dado al Gobierno, cuando ya se está preparando un congreso sobre víctimas para enero con la participación de Monseñor Rouco, que más debiera llamarse Monseñor Bronco, donde pondrán al señor Zapatero de chupa de dómine, después de todo eso, digo, lo menos que podía hacer el Gobierno es replantear las bases de la convivencia con una institución tan beligerante. Pero le tienen miedo. Temen perder las elecciones si se enfrentan a la Iglesia cuando ya la Iglesia se ha enfrentado al Gobierno.

Fue sorprendente el altísimo rango de la representación española en la elevación al cardenalato de tres obispos españoles lo que se hará con mucha pompa pero no deja de ser una ceremonia interna de una asociación privada. Espero que cuando la Masonería española ascienda a alguno de sus miembros a particular jerarquía, la señora vicepresidenta del Gobierno se haga tantas mieles con el Gran Oriente como se hacía ayer con el Cardenal Camarlengo, Tarcisio Bertone. Es verdad que la señora Fernández de la Vega dijo a las autoridades vaticanas que "sin respeto no hay democracia" y que seguramente, entre bambalinas, su gente apretaría las clavijas al cardenalato a ver si la Iglesia pone un bozal a la COPE. En todo caso está claro que los católicos no pueden quejarse.

Los dos partidos quieren ganar las elecciones a toda costa y por eso liman sus programas y los aproximan. Pueden aproximarlos tanto que acaben formando una "gran coalición" como ya piden algunos, incluso en el PSOE. Esa sería la única posibilidad formal de reformar la Constitución para arrebatar fuerza y capacidad de presión a los partidos nacionalistas. Porque la dependencia de estos partidos, puesta cruelmente en evidencia en la recusación de la ministra de Fomento, señora Álvarez que salvó la cabeza cuando el gobierno literalmente se la compró a los nacionalistas vascos y los gallegos, es un calvario para los dos grandes.

Pero ahí ya se entra en territorio peligroso.

Cada cual en su sitio.

A propósito de la sarta de mentiras sobre mi modesta persona con que el señor José Luis Gutiérrez, director de la revista Leer, obsequiaba a sus inadvertidos lectores y a la que di cumplida contestación en un post anterior titulado Desmintiendo, decía que tenía pruebas de que era falso que el dicho señor Gutiérrez me hubiera nombrado nada en Diario 16. Aquí está una: es una foto del mes de noviembre de 1990 en la que se presenta el consejo editorial del periódico. Aparecemos de izquierda a derecha y en primera fila Carlos Dávila, Lourdes Ortiz, Justino Sinova, esto es, el director y el que me nombró, Álvaro Delgado-Gal, Juan Tomás de Salas (q.e.p.d.), propietario del diario, un servidor y Amando de Miguel. En segunda fila y siempre de izquierda a derecha Julio Rey, Miguel Ángel Gozalo, Antonio Alférez, Carlos Rodríguez Braun, Ignacio Amestoy, José Luis Gutiérrez, Antonio Alemany, Juan Pedro Aparicio, José Gallego y Javier Tusell (q.e.p.d.). El señor Gutiérrez no nombraba allí nada.

Por cierto, aquel sí que era un consejo editorial plural; el más plural que he visto nunca, con gente tan de derecha como Miguel Ángel Gozalo y Carlos Dávila y tan de izquierda como Lourdes Ortiz o yo mismo. Predominaba la derecha, desde luego, pero también había gente de centro y el equilibrio fue obra de Justino Sinova, probablemente una de las personas más moderadas y respetuosas que me he tropezado en la vida. Y llevo vivido un rato.

Pero no pretendo solamente aquí remachar el desmentido a los embustes del señor Gutiérrez, ya que no merece la pena. Lo que quiero es fijar la atención en un párrafo del artículo en que este señor responde a mi crítica al libelo de Pablo Lizcano que él ha editado y en el que dice lo siguiente:

"El resto, su crítica contra el libro de Lizcano editado por LEER, realizada desde ese engolamiento de ciertos profesores –que no soportan que su notoriedad e influencia intelectual haya desaparecido a favor de otros colectivos, como es el de los comunicadores– que denostan los libros por ser “muy periodísticos” y apartarse de “la historiografía”.

La sintaxis es suya, claro. Como siempre cuando se trata del señor Gutiérrez, la verdad está en otro lado: no somos los profesores quienes no soportamos... etc, etc, sino que son esos "comunicadores" los que no soportan que, gracias a internet, hayan perdido el monopolio que tenían para abusar de las buenas gentes sin darles posibilidad de defenderse. Eso se ha acabado y si el señor Gutiérrez publica un artículo repleto de mentiras y embustes con intención de agredir a un ciudadano, el ciudadano le contesta en su blog como hice yo y lo pone en su lugar.

Este es un caso bien claro, pero puedo poner otros. Ahí va uno: hacia 1994 (no recuerdo bien el año, pero conservo los artículos publicados) el señor Antonio Burgos, un columnista de la derecha más carca y presuntamente "graciosa", me insultó en su columna de El Mundo. Escribí una carta al director que, por supuesto, El Mundo, ese diario que publica noticias falsas, no sacó. A este abuso es al que me refiero y este es el privilegio que estos sujetos han perdido: insultar a los demás y no dejarlos hablar. Mi carta respondiendo como merecía al señor Burgos se publicó en El siglo (y está a disposición del respetable) pero, de no ser por esta revista, yo hubiera sido objeto de un atropello, impedido de responder.

Con internet, con los blogs, con la libertad de acceso a la red y a publicarlo todo de inmediato, esa situación de abuso de los "comunicadores" se ha acabado. Cada cual está en su sitio, el mentiroso queda como mentiroso y eso es lo que el señor Gutiérrez no soporta.

dimecres, 28 de novembre del 2007

El Tribunal Constitucional y la política.

No le salen bien las cosas al PP en los tribunales, en donde carga una parte importante de su acción cuando está en la oposición, ya sea movilizando a la justicia ordinaria mediante continuas denuncias o tocando la jurisdicción constitucional, tratando de condicionar la composición del Tribunal Constitucional, como condiciona de forma muy indebida la composición del Consejo General del Poder Judicial.

Hace poco, una instancia superior a la que habían recurrido los condenados, desbarató la sentencia de la inferior que condenaba a unos policías por "detención ilegal" en un caso en que el partido popular estaba muy interesado por cuanto los perjudicados, las víctimas, habían sido dos militantes suyos. Recientemente, el Tribunal presidido por el juez Gómez Bermúdez ha dictado sentencia en el caso del 11-m desbaratando la teoría de la conspiración, en la que el PP tenía puestas sus esperanzas.

Permítaseme un inciso sobre el episodio de la señora del juez que publica un libro sobre el proceso que su marido ha presidido. Realmente el asunto es de opereta. ¡Tal es la vanidad de la gente! Porque ahora resulta que, cuando el señor juez juzgaba ya sabía que su juicio estaba siendo objeto de una crónica especial, la que estaba redactando su señora. Y la información de la señora era información privilegiadísima.

Eso de que el juez vaya por ahí pidiendo perdón da la medida de hasta dónde ha metido la pata su señoría. Como se descuide, hasta el código penal. ¡Un juez pidiendo perdón! Es fuerte. Sobre todo recordando que, como juez, sabe que aquí no hay perdón, sino justicia,

Ahora el pleno del Tribunal Constitucional no admite a trámite la recusación de tres magistrados progres presentada por el PP, según parece, por venir fundamentada en una noticia falsa del diario El Mundo. Por cierto, vaya galardón, aparecer en los tribunales como falsario... y es un periódico. Está claro que, con esta decisión y la que habrá de tomarse en la de la recusación de los dos magistrados retros presentada por el Gobierno se dilucidará la composición política del Tribunal. Si, como parece probable, el Tribunal acepta la recusación, ello habrá dado vía libre a algunas leyes esenciales en esta legislatura, como la del Estatuto de Cataluña y la de los matrimonios gays entre otras.

La primera acusación que va a lloverle al TC es la de la politización. El TC carece de prestigio y hasta de legitimidad porque está politizado. Lo dirán quienes querían politizarlo... en otro sentido. Tampoco es para ponerse nervioso; no pasa nada. El TC está politizado, sí señor, porque tiene que estarlo, porque es un órgano político revestido de tribunal.

En realidad, podría no haber TC y tampoco pasaría nada. Algunos de los países más democráticos del planeta carecen de TC, como los países escandinavos u Holanda, entre otros. Donde hay tribunales constitucionales, toman las más diferentes formas, desde el Conseil Constitutionnel francés al TC federal alemán. Y en algunos sitios la jurisdicción constitucional recae sobre los tribunales ordinarios, como en los EEUU, donde el Tribunal Supremo tiene jurisdicción constitucional.

Pero, sea como sea, la jurisdicción constitucional está politizada porque tiene que estarlo, porque es política en el más estricto sentido del término. Hasta donde el Tribunal Supremo es constitucional está éste politizado. Nada hay más político que el Tribunal Supremo de los EEUU, magistrados vitalicios nombrados por el presidente de la República con el asentimiento del Senado. Los presidentes republicanos nombran magistrados conservadores y los demócratas magistrados progresistas (liberals, dicen ellos) y todo el mundo echa cuentas de cómo va la alineación para saber si se mantiene la jurisprudencia favorable al aborto (Roe v. Wade) o no.

La cuestión no es si el TC español es un órgano político o no porque todos lo son. La cuestión es si quienes a él recurren lo hacen con el espíritu deportivo, el fair play que hay que presumir siempre a un caballero, cuya primera norma es que uno da por buenas las reglas del juego en el que participa si no las ha impugnado antes pudiendo hacerlo. Si se recurre al TC es para aceptar y acatar su decisión y no hacerlo solamente si esta me beneficia al tiempo que cuestiono su legitimidad si me perjudica. Si el TC acepta a trámite la recusación planteada por el PP, el TC es un órgano ejemplar, si no lo hace el TC es un nido de chequistas. Si el PP razona así, el que está politizado al extremo de no saber lo que dice es el PP.

Porque lo bueno de la jurisdicción constitucional allí en donde existe, como en España, es que se trata de un nivel del Estado de carácter mixto, donde confluye lo político con lo jurídico (en lo jurisdiccional), el pivote mismo del Estado de derecho, consistente en tratar de resolver las cuestiones políticas con los criterios más jurídicos posibles. No es cuestión de preguntarse cómo se las arreglan quienes no tienen esa jurisdicción, aunque parece que muy bien, sino de averiguar si quienes la tienen saben hacer un uso prudente de ella o tratan de instrumentalizarla como si fuera un trabuco.

El TC de mayoría progre que quedará después de este encontronazo tomará sus decisiones con igual competencia y legitimidad que lo ha hecho siempre antes y seguirá haciéndolo cuando vuelva a darse una mayoría retro del alto tribunal.

Cosa que no parece muy próxima viendo cómo enfoca el PP las elecciones.

dimarts, 27 de novembre del 2007

La conferencia de Annapolis.

Annapolis, a unos cincuenta kilómetros de Washington, es una ciudad histórica en los EEUU; sede de la primera convención constitucional en 1786 que dio lugar a la definitiva de Filadelfia al año siguiente, se considera una de las cunas del país. A partir de hoy acogerá una multitudinaria conferencia de paz de un día a la que, además de los palestinos y los israelíes, asistirá el "cuarteto para Oriente Próximo", compuesto por los EEUU, la UE, la ONU y Rusia, bajo la presidencia de Tony Blair, los veintidós Estados de la Liga Árabe, incluyendo -y es un triunfo- Arabia Saudí y Siria y así hasta cincuenta países y organizaciones internacionales. Por estar estará hasta el Vaticano que no quiere perderse tan egregio acontecimiento.

Un acontecimiento del que prácticamente nadie espera resultados tangibles, para variar, por más que el Gobierno del señor Bush lleva dos semanas trompeteando sus alegres esperanzas de conseguir -por fin- un acuerdo de paz duradero entre los dos archienemigos de la zona. Es interesante comprobar cómo las manifestaciones de los políticos suelen ser palabras que se lleva el viento. ¿Quién recuerda los comienzos de esta presidencia, cuando el señor Bush decía que no pensaba hacer nada en Oriente Próximo, que ya lo había intentado el señor Clinton y sólo había conseguido la segunda intifada? Luego vino la exigencia de que Palestina prescindiera del señor Arafat (y su presunto envenenamiento), la famosa "hoja de ruta" y la aceptación de la idea de un Estado palestino. Ahora, la Casa Blanca ha dado un giro de ciento ochenta grados, la señora Rice se ha pateado varias veces la zona y los EEUU abanderan una "solución duradera". Lagarto, lagarto.

¿Qué está sucediendo? Los tres principales dirigentes en este acontecimiento, George W. Bush, Mahmoud Abbas y Ehud Olmert están, posiblemente, en sus horas más bajas. El señor Bush es el presidente más impopular de la historia de los EEUU; al señor Abbas, a quien queda un telediario, pues su mandato vence en enero de 2009, no le hace caso ni el chico de los recados y parte de su teórico territorio, Gaza, está controlado por Hamas, una organización empeñada en que Annapolis fracase, y el señor Olmert, implicado en varias causas penales, aparece como el responsable de la desastrosa aventura del Líbano el año pasado. Los tres, por lo tanto, necesitan focos, candilejas, algo que mostrar y de ahí que acudan a una cita en cuya eficacia no creen ni ellos.

Ciertamente, han sido incapaces de consensuar un documento previo que sirviera de referencia o nueva "hoja de ruta" de la conferencia y ya nadie habla de una declaración final. De los dos objetivos propuestos en un principio, esto es, el máximo (creación de un Estado palestino antes de que termine el mandato del "liberador del Irak") y el mínimo (poner la primera piedra para un proceso de paz más prolongado, que se desarrollará en los próximos años), todas las apuestas van al segundo.

Los asuntos pendientes de dilucidar, que llevan decenios arrastrándose, no pueden solucionarse en veinticuatro horas. Por si alguien lo había olvidado son los siguientes:

  • Fronteras: los palestinos quieren volver a la "linea verde" del armisticio de la guerra de 1948. Los israelíes quieren conservar todas las colonias que puedan a cambio de ceder territorios no poblados en otras partes. Los palestinos lo admitirían si hay compensaciones.
  • Jerusalén. Los dos la quieren como capital. Podría haber acuerdo a lo largo de la "línea Clinton" (2000) que deja la parte oriental, poblada de árabes, a Palestina.
  • Refugiados. Hay cerca de cuatro millones y medio de palestinos refugiados en el Líbano, Siria, Jordania, Egipto, etc. Israel no quiere readmitirlos en su territorio. Palestina exige que acoja cuando menos a una cantidad simbólica; los demás retornarían a territorios árabes o se quedarían en donde están; tendría que haber compensaciones también.
  • Colonias. Hay 450.000 colonos israelíes en Cisjordania y 200.000 cerca de Jerusalén. Podría llegarse a un acuerdo dejando tres enclaves israelíes en el norte (bloque Ariel), el centro (Jerusalén) y el sur (Gush Etzion) y evacuando el resto, como se hizo en Gaza, aunque sea de esperar que con mejores resultados.

    Como se ve, la cuestión no es baladí. A ello conviene añadir que los sirios acuden porque se ha dicho que en Annapolis se hablará de los altos del Golán, supongo que a beneficio de inventario, ¿Y de Gaza, de ese campo de concentración, vergüenza de la humanidad, en donde se hacina casi millón y medio de palestinos desde 1949 en condiciones que ni viéndolas se creen y que, aunque parezca imposible, han empeorado desde el año pasado? De eso no hablará nadie y ya veremos cómo consigue el señor Abbas y su organización Al-Fatah recuperar algún tipo de control, aunque sea nominal, sobre la franja.

    Por supuesto, no hay que perder las esperanzas. Es posible que este trío de patos cojos, Bush, Abbas, Olmert, consiga lo que otros dirigentes anteriores mucho mejor situados no consiguieron. Y sería muy de felicitarse. Pero es improbable: el señor Abbas cuenta con la oposición de Hamas (¡ni una concesión a los sionistas!); el señor Olmert con la del dirigente de la oposición, Benjamin Netanyahu (¡ni una concesión a los terroristas!) y el señor Bush con la de los halcones en la Casa Blanca (¡nada de forzar a Israel a nada!), con lo que esperar resultados concretos a largo plazo es ilusorio. Lo que no quiere decir que no se cierre la ronda con muy buenos propósitos. Ya hay preparada hasta una "comisión de seguimiento" presidida por el "cuarteto comunitario" que, como todo el mundo sabe, es lo que se pone en marcha cuando se quiere que los problemas se pudran.

    Para animar el cotarro, el señor Bin Laden anuncia una próxima alocución dirigida a los europeos en la que sin duda hablará de Annapolis.

    (Tomo la imagen del Frankfurter Rundschau, habiendo traducido lo que considero más conveniente para entenderla. Refleja la evolución territorial del conflicto del Oriente Próximo).

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