dijous, 29 de novembre del 2007

Cada cual en su sitio.

A propósito de la sarta de mentiras sobre mi modesta persona con que el señor José Luis Gutiérrez, director de la revista Leer, obsequiaba a sus inadvertidos lectores y a la que di cumplida contestación en un post anterior titulado Desmintiendo, decía que tenía pruebas de que era falso que el dicho señor Gutiérrez me hubiera nombrado nada en Diario 16. Aquí está una: es una foto del mes de noviembre de 1990 en la que se presenta el consejo editorial del periódico. Aparecemos de izquierda a derecha y en primera fila Carlos Dávila, Lourdes Ortiz, Justino Sinova, esto es, el director y el que me nombró, Álvaro Delgado-Gal, Juan Tomás de Salas (q.e.p.d.), propietario del diario, un servidor y Amando de Miguel. En segunda fila y siempre de izquierda a derecha Julio Rey, Miguel Ángel Gozalo, Antonio Alférez, Carlos Rodríguez Braun, Ignacio Amestoy, José Luis Gutiérrez, Antonio Alemany, Juan Pedro Aparicio, José Gallego y Javier Tusell (q.e.p.d.). El señor Gutiérrez no nombraba allí nada.

Por cierto, aquel sí que era un consejo editorial plural; el más plural que he visto nunca, con gente tan de derecha como Miguel Ángel Gozalo y Carlos Dávila y tan de izquierda como Lourdes Ortiz o yo mismo. Predominaba la derecha, desde luego, pero también había gente de centro y el equilibrio fue obra de Justino Sinova, probablemente una de las personas más moderadas y respetuosas que me he tropezado en la vida. Y llevo vivido un rato.

Pero no pretendo solamente aquí remachar el desmentido a los embustes del señor Gutiérrez, ya que no merece la pena. Lo que quiero es fijar la atención en un párrafo del artículo en que este señor responde a mi crítica al libelo de Pablo Lizcano que él ha editado y en el que dice lo siguiente:

"El resto, su crítica contra el libro de Lizcano editado por LEER, realizada desde ese engolamiento de ciertos profesores –que no soportan que su notoriedad e influencia intelectual haya desaparecido a favor de otros colectivos, como es el de los comunicadores– que denostan los libros por ser “muy periodísticos” y apartarse de “la historiografía”.

La sintaxis es suya, claro. Como siempre cuando se trata del señor Gutiérrez, la verdad está en otro lado: no somos los profesores quienes no soportamos... etc, etc, sino que son esos "comunicadores" los que no soportan que, gracias a internet, hayan perdido el monopolio que tenían para abusar de las buenas gentes sin darles posibilidad de defenderse. Eso se ha acabado y si el señor Gutiérrez publica un artículo repleto de mentiras y embustes con intención de agredir a un ciudadano, el ciudadano le contesta en su blog como hice yo y lo pone en su lugar.

Este es un caso bien claro, pero puedo poner otros. Ahí va uno: hacia 1994 (no recuerdo bien el año, pero conservo los artículos publicados) el señor Antonio Burgos, un columnista de la derecha más carca y presuntamente "graciosa", me insultó en su columna de El Mundo. Escribí una carta al director que, por supuesto, El Mundo, ese diario que publica noticias falsas, no sacó. A este abuso es al que me refiero y este es el privilegio que estos sujetos han perdido: insultar a los demás y no dejarlos hablar. Mi carta respondiendo como merecía al señor Burgos se publicó en El siglo (y está a disposición del respetable) pero, de no ser por esta revista, yo hubiera sido objeto de un atropello, impedido de responder.

Con internet, con los blogs, con la libertad de acceso a la red y a publicarlo todo de inmediato, esa situación de abuso de los "comunicadores" se ha acabado. Cada cual está en su sitio, el mentiroso queda como mentiroso y eso es lo que el señor Gutiérrez no soporta.