divendres, 10 d’octubre del 2008

Che.

Me ha gustado mucho la peli de Steven Soderbergh, Che el argentino, primera parte (y muy larga) de una historia que tendrá dos sobre la vida del guerrillero. Retrata perfectamente la de los de Sierra Maestra y la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista. Está muy bien hecha, con una especie de diálogo entre la historia de los tiempos de Sierra Maestra, en color, narrada como una obra de ficción y la de su estancia en Nueva York en los años sesenta para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas, acoplada con una larga entrevista que le hicieron en inglés para la televisión estadounidense, todo ello rodado en blanco y negro, tratando de producir la impresión de un documental. Documental y ficción por tanto y ambos muy bien hechos. La ambientación, la interpretación están muy conseguidos. Benicio del Toro hace un Che estupendo.

La peli es muy movida, tiene mucho ritmo y trata con maestría las escenas de combates, a veces muy violentos. Pero sin olvidar la proyección política del discurso que no solamente se produce en la sede de las Naciones Unidas sino también en el quehacer diario de los guerrilleros de Sierra Maestra. La película es muy ideológica y presenta un Che (sacado de su propio diario) movido por fuertes convicciones políticas revolucionarias, como al resto de sus compañeros.

Al mismo tiempo he leído dos artículos de Pilar Rahola en La Vanguardia deconstruyendo o desmitificando al Che. Uno se titulaba ¿Héroe o villano? y el otro unos días después en el que contestaba a las críticas que había tenido por el primero, se llamaba El póster de la adolescencia. En ambos viene a decirse lo mismo: que el Che era un fanático sanguinario que jamás luchó verdaderamente por la libertad y la emancipación sino por sustituir dictaduras fascistas por dictaduras comunistas; que era un tirano despiadado que asesinó a prisioneros políticos en La Cabaña y arrasó aldeas enteras de campesinos; un ególatra visionario sin piedad. En fin, que lo deja guapo. Y no solamente eso: su aventura boliviana también es odiosa pues nos muestra a ese fanático empeñado en imponer sus ideas a sangre y fuego y ¿quién era él al fin y al cabo, pregunta la señora Rahola, para ir por ahí atribuyéndose estos derechos a punta de pistola? A pesar de todo el Che se ha convertido en un icono revolucionario, en un mito, se ha embellecido su figura, falsificado su historia, manipulado su pasado y se ha vendido tan sólo la imagen del Che más puro, el ídolo de la juventud, el que todos tuvimos en "pósters" de nuestra adolescencia. Lo cual, concluye la señora Rahola, nos recuerda que ya sería hora de hacernos mayores. .... En su caso es bastante probable, sobre todo si ella lo dice. En el de otros, en el mío por ejemplo, hemos sido siempre mayores, en mi caso antes cuando admiraba al Che de joven y ahora cuando, siendo mayor, sigo admirándolo.

Vamos a deconstruir de verdad al Che, no como lo hace la señora Rahola que llama "deconstruir" a demonizar todo lo que ante divinizó, a pintar de un solo color lo que antes estaba pintado solo de otro, sino poniendo relieve al ser humano con sus contradicciones, claroscuros e incoherencias. El Che que todos admirábamos era el que, al igual que los hermanos Castro, Camilo Cienfuegos, Frank País, etc se alzó contra la tiranía de Fulgencia Batista con las armas en la mano. La cuestión aquí es la de siempre: ¿hay derecho de resistencia a la tiranía? Cuando es tan obvia como la Batista en Cuba o la de Franco en España, la respuesta es sí. ¿Hasta dónde llega ese derecho de resistencia?, ¿hasta el empleo de la violencia? En mi opinión, sí, aunque conviene aclarar que eso no quiere decir que uno mismo esté dispuesto a practicarla. Resistí a Franco, pero no usé la violencia. Eso no supone que juzgue negativamente a quienes lo hicieron.

El otro Che, el carcelero, el represor, no es mi Che y no tengo por él respeto alguno ni condono su actuación. Pero no veo por qué tengo que renegar del Che insurrecto porque deteste al Che victimario. Que es exactamente lo que hace la señora Rahola en una clara muestra de la falacia post hoc ergo propter hoc según la cual como el Che carcelero viene del Che guerrillero el Che guerrillero es causa del Che carcelero y tan odioso como él. Igualmente inconsistente me parece la crítica de que el Che no luchaba por la democracia sino por sustituir una dictadura fascista por otra comunista. Subjetivamente eso no es verdad porque para el Che, como para todos nosotros y supongo que también para la señora Rahola entonces, la dictadura del proletariado era el nombre que tenía lo que considerábamos de buena fe la "verdadera democracia". Jamás hubiera luchado por una dictadura, fuera personal o colectiva, ni por la del Che Guevara o Castro. Después, cuando los ideales cuajan en la realidad y toman la forma que toman volverá a ser cosa de cada uno de nosotros si aceptamos o no la forma que toman. Unos sí, otros no y los que no la aceptan probablemente siguen alimentando en su corazón los ideales de juventud, que son los más generosos y los más hermosos de la vida.

La señora Rahola, llama "hacerse mayor" a renunciar a aquellos ideales. Para mí eso no es hacerse mayor sino decrépito, resignarse, comportamiento muy frecuente pero que espero no sea obligatorio. Porque todavía nos queda una segunda falacia en el razonamiento de la señora Rahola ya que, lo tomemos como lo tomemos, el gesto del Che de renunciar al poder político para reproducir la guerrilla en las selvas de Bolivia tiene una grandeza que no es posible empequeñecer y que hace astillas la crítica primera de que los ideales originarios sólo ocultaban a un torturador y un asesino. No, el personaje es infinitamente más complejo y matizado y se escapa a los desesperados anatemas de la señora Rahola. ¿Que quién era el Che para irse por ahí imponiendo a sangre y fuego sus creencias? Es que esa no es una visión justa pues se trataba más o menos del mismo Che que, siendo argentino, se enroló en la revolución cubana para acabar con la tiranía de Batista. Igual que diez años más tarde trataría de hacer lo mismo en Bolivia en contra de la tiranía de Barrientos, elegido presidente gracias a la junta militar que había dado un golpe de Estado en 1964. Había estado por entonces también en el Congo. Era un hombre convencido del internacionalismo revolucionario y lo demostró hasta el final. Esa es su faceta rebelde y la que le da su valor imperecedero. Junto a eso sus otras facetas, las odiosas, demuestran que, en efecto, era un ser humano y, como ser humano, capaz de lo mejor y de lo peor, de ser un héroe y un villano al mismo tiempo. Y que cada cual ponga en el poster al Che que quiera. Yo tengo el mío que es el de Sierra Maestra, el Congo y Bolivia y creo que me he hecho mayor, aunque no descarto la posibilidad de hacerme mayor aun pero, de momento, no renuncio a mis ideales de juventud por poco o nada practicables que fueran entonces o sean ahora.

Así que por eso me ha gustado mucho la película de Steven Soderbergh.

(La imagen es una foto de BvdL, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 9 d’octubre del 2008

Habas contadas.

Aunque con retraso y de forma dubitativa las autoridades políticas han acabado tomando las medidas necesarias para hacer frente a la crisis de crédito que azota a la economía mundial: operaciones de rescate y ampliación de la cobertura de depósitos bancarios. El gobierno español lo hizo igualmente y con insólita contundencia: cobertura hasta 100.000 euros por persona, cuenta y entidad en los depósitos y 30.000 millones (ampliables a 50.000) de euros para comprar activos a los bancos de forma que estos restablezcan el negocio ordinario del crédito. Como si solamente existiera su ombligo las bolsas seguían mirándoselo y bajando, empeñadas en ignorar aviesamente los desvelos socialistas por la salud de la economía.

Visto lo cual se produjo algo que no sé si habrá sucedido antes: los bancos centrales del primer mundo se pusieron de acuerdo para bajar medio punto los tipos de interés de sus respectivas divisas. Por cierto algo que, cuando lo hacen otros, acaban en los tribunales acusados de maquinaciones para alterar el precio de las cosas si no de algo peor como colusión. El descenso en los tipos en Europa es una necesidad obvia porque los actuales están asfixiando a las personas hipotecadas, que son un pellizco de la población. El descenso en los tipos trataba de detener el de la bolsa mas no lo consiguió pero no porque fuera contraproducente sino por la mera inercia del momento. Para el día de hoy es de suponer que los mercados se estabilicen a la espera de más medidas de las autoridades. Estaría muy bien que el señor Trichet entendiera que poner tan caro el dinero en tiempos en que además es escaso es la mejor fórmula para meter a la economía en recesión que es lo que ya están cuantificando los aguafiestas del Fondo Monetario Internacional (FMI). El FMI es una de las dos criaturas (la otra es el Banco Mundial, BM) que salieron de los hoy putrefactos Acuerdos de Bretton Woods con los que se financió la reconstrucción de Europa después de la guerra y el Estado del bienestar. Su función es más de alguacil monetario del Tercer Mundo, pero también hace pronósticos sobre el primer mundo que no gustan a todos por igual. Ahora pronostica recesión para España y el Reino Unido para 2009. Son los dos países que han tenido mayor burbuja inmobiliaria en los años pasados. La recuperación llevará más tiempo.

No es difícil entender que bajar el tipo de interés es bueno para la gente, que puede pedir prestado. Pero tiene un límite inferior que es el cero por ciento. Si acercándonos al cero por ciento no se normalizara la crisis bursátil habríamos acabado la panoplia de medidas públicas en un contexto de libre mercado que tiene que ser intervenido. A partir de aquí sólo la nacionalización de la banca aportaría la esperanza de resolver el problema creado. La nacionalización de la banca al estilo inglés, por ejemplo: quinientos mil millones de libras esterlinas (así como 653.000 millones de euros) para comprar acciones de los bancos que, pasado un tiempo, tendrían que pagar dividendos a los accionistas, esto es, los contribuyentes británicos.

En todo caso, fuera de este modo o de otro cualquiera, la nacionalización de la banca no está reñida con el hecho de que, siendo nuestra sociedad abierta y democrática, en un tiempo posterior, haya una mayoría partidaria de privatizar lo que antes se había nacionalizado. Forma parte del proceso democrático. Esto puede pasar siempre porque la ley posterior como se sabe deroga la ley anterior. El último que llega, manda.


Casi todo el mundo da ganador a Mr. Obama en el debate televisado con McCain en Nashville, Tenneseee. Como era de esperar. Basta con verlos a ambos en el plató, moviéndose con el micrófono y razonando con la gente. No hay color y nunca mejor dicho. Así que me di a pensar en Nashville y me vino a la memoria, cómo no, el disco de Dylan de 1969, Nashville Skyline en el que había piezas célebres como el fabuloso dúo con Johnny Cash en Girl of the North Country o Lay Lady lay, que estaba destinada para las secuencias finales de El cowboy de medianoche pero no llegó a tiempo. La pieza instrumental Nashville Skyline rag sonaba así:

Los de los sesenta tenemos la nación en la música y eso no hay quien nos lo quite. La verdad es que este Nashville de 2008 no tiene nada que envidiar al de 1969. Le da a uno por pensar que el espíritu del Nashville 1969 hizo posible que en Nasville 2008 hubiera un negro candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata. Y que pueda ganar. Fue muy simbólico el debate. Y también es muy bueno el álbum Nashville Skyline.

(Las dos ilustraciones son, de nuevo, detalles del panel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio, que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

El miedo al desorden.

Este pequeño librito de Zygmunt Bauman (Archipiélago de excepciones con comentarios de Giorgio Agamben y debate final, Katz editores, Barcelona, 2008, 134 págs) según parece incorpora una ponencia en algún tipo de encuentro que no he retenido bien en donde Agamben estaba encargado de hacer una especie de glosa y otros asistentes (Anselm Franke, Tariq Ali, Eyal Sivan, Stephen Graham y Eyal Weizman), comentarios.

La ponencia es un discurso fluido, como corresponde a la tesis filosófica fundamental del autor para quien todo lo sólido se desvanece en el aire, como para Fausto; un discurso sobre la condición actual de las sociedades occidentales en el que emergen los puntos esenciales, nodales, del pensamiento de Bauman. Nuestras sociedades viven pendientes de la seguridad que pesa tanto que las antiguas preocupaciones por el bienestar social se han trasladado a la modalidad penal. Las fronteras vuelven a ser elementos esenciales porque hay que controlar a los emigrantes, fuente de conflicto, de confrontación con lo ajeno y extraño y que siempre será más fácil que controlar a las "infraclases", los marginados del interior.

Entre los emigrantes Bauman singulariza a los refugiados, esa parte de la población cuya producción en masa es la especialidad de los países del Tercer Mundo. La globalización ha traído la desregulación de las guerras y la consecuencia de éstas, los refugiados que no están en ámbito legal alguno, están fuera del nomos, son "residuos humanos" (p. 39) para los que hasta el Gobierno de Tony Blair había considerado la posibilidad de erigir varios "Bantustanes" en el Reino Unido. Los campos de refugiados están en la línea de las "instituciones totales" de Ervin Goffman pero, al mismo tiempo, responden a la perfección al modelo de lo "permanente efímero" de la modernidad líquida (p. 49). Vivir en un campo de refugiados es vivir instalado en la perennidad de lo efímero y transitorio. Hay palestinos que han vivido ya toda su vida, todo el ciclo de su vida, que han nacido y han muerto en una situación en que lo permanente es lo provisional.

Así que las sociedades tienen que sentirse seguras con los productos de desecho que ellas mismas generan y los que vienen de fuera. Para eso se amplían en todas partes las instalaciones carcelarias, para eliminar a la población de desecho (p. 64). Desde esta perspectiva todos los solicitantes de asilo son terroristas o criminales (p. 71), la misma idea de "asilo" se ha pervertido (p. 76) y la gente comprueba asustada que todos los ciudadanos podemos ser víctimas colaterales en un conflicto que a lo mejor ni siquiera entendemos.

Esta obsesión generalizada por la seguridad es en realidad el indicador del sentimiento más extendido en nuestras sociedades que es el miedo. Lo único que nos mueve, como en el perpetuum mobile, el miedo. Todo esto me suena bastante. Recuerdo que en 1985 publiqué un artículo en el número 43 (NE) de la Revista de Estudios Políticos enero-febrero, titulado Crítica de la conciencia contemporánea de catástrofe que trataba de estos asuntos y en donde se señalaba esa tendencia de los seres humanos a cultivar con cierto regozo la conciencia del vivere pericolosamente que habían ensalzado ya los futuristas. Lo que veo en la obra de Bauman y en la de los partidarios de las teorías de la sociedad del riesgo es que esa sensación de peligro, amenaza y miedo es una forma de desactivar la mala conciencia en el mundo contemporáneo.

Sólo la difusión del miedo en la sociedad explica según Bauman la moda de los autos "Hummer" en los EEUU, esas especies de carros de combate con las que las personas se desplazan por las calles de las ciudades como si salieran de una película de Mad Max. Es lo único que puede compensar por esa visión del mundo a través de la televisión que, citando a Ray Surette se compone de "unos ciudadanos-ovejas protegidos de los delincuentes-lobos por unos policías perros pastores (p. 94). El único estado que parece valorarse en nuestras sociedades es el Estado de seguridad" (p. 100).

"El miedo", dice Bauman, "constituye, posiblemente, el más siniestro de los múltiples demonios que anidan en las sociedades abiertas de nuestra época. Pero son la inseguridad del presente y la incertidumbre sobre el futuro las que incuban y crían nuestros temores más imponentes e insoportables". (p. 105) Pues, me temo, más o menos como nos ha pasado siempre a los seres humanos en esta vida en la que nos encontramos inexplicablemente.

dimecres, 8 d’octubre del 2008

Achicando agua.

¿Para qué quiere el "sistema financiero más sólido del mundo" una aportación de cincuenta mil millones de euros? ¿Para qué la "banca mejor gestionada" del planeta que se suba la cobertura de depósitos de golpe y porrazo de veinte mil a cien mil euros? ¿Para qué? Obviamente para mucho porque no hay "sistema financiero más sólido del mundo" ni "bancos absolutamente bien gestionados". Eso no existe. En el capitalismo, una entidad baumaniana líquida, todo es relativo, muy relativo. Cuanto tiene que ver con la confianza y el crédito, que es el territorio en el que la economía se funde con la psicología, es tremendamente relativo y problemático. Nuestros bancos pueden ser hoy orgullosos bastiones de eficacia y venirse mañana abajo por un rumor.

En buena medida eso es lo que ha estado pasando en estos últimos díez días de frenesí bursátil y financiero en el mundo en general y en España en particular. Estaba incubándose un pánico bancario que nadie quería reconocer ni siquiera mencionar. Pero estaba incubándose en parte por las malas noticias y los rumores sobre la situación de las grandes entidades financieras y en parte por la misma avalancha de declaraciones supuestamente tranquilizadoras de las autoridades que, según iban formulándose, ponían más y más nerviosa a la clientela; sobre todo cuando ésta contemplaba cómo al tiempo que los gobernantes, ministros, gobernadores de bancos centrales, expertos bursátiles tranquilizaban al respetable se hacían extraños movimientos de rescates, subvenciones, conferencias y reuniones. Y como nada hay más frágil que el vidrio de la confianza, cuando el sordo fragor de la tormenta fraguando en la sentina llegó al puente de mando, los poderes públicos se apresuraron a tomar las decisiones cuya necesidad negaban cuatro días antes.

Mírenlo desde otro punto de vista: cómo se acortan los plazos de la comprensión. A las autoridades españolas les ha llevado nueve meses, una gestación, entender que el "frenazo", "parón", "contratiempo" o lo que fuere era una crisis. En cambio, sólo han necesitado diez días para pasar de hablar de crisis a decir con aplomo que es la más grave que hayan visto jamás.

Visto y oído. Es la crisis más grave de las que se tiene noticia porque afecta al meollo del capitalismo, el mecanismo de la confianza y el crédito. Nadie se fía de nadie y hace bien a la vista de cómo miente todo quisque, incluido el menda del Hypo Real Estate que uno piensa debiera ser la sinceridad personificada, por banquero y por teutón. Nadie se fía de nadie y, en concecuencia, todos temen a todos. ¿Qué sucede en una situación en la que todos temen a todos? Que nos han devuelto al estado hobbesiano de naturaleza. ¿Y cómo se sale del estado hobbesiano de naturaleza? Designando un poder político, un Leviatán que concentre sobre sí todo el miedo de los hombres de forma que los libere del que se tienen unos a otros. Un poder político absoluto, pensaba Hobbes, por quien profeso tanta simpatía que siempre pienso que su sentido de "absoluto" no incluía lo arbitrario y era perfectamente identificable con el "monopolio legítimo de la violencia" del Estado de derecho, que es absoluto también.

Y aquí es donde viene el problema típico de la crisis actual: que los distintos Estados, las sociedades nacionales han sido capaces de establecer un soberano mejor o peor y así resolver el problema hobbesiano del orden social. Pero quien no ha conseguido hacerlo y no es probable que lo haga en un futuro próximo es la sociedad internacional, eso a lo que llamamos "la comunidad internacional", incapaz de criar Leviatán alguno en su seno. Los problemas son globales y las soluciones no pueden ser locales. Sin embargo lo único que quedó claro de la cumbre en París del G8 partido por dos fue su solemne fracaso, como corresponde a la grandeur de la France, cuando los alemanes se negaron a que los franceses pusieran en pie un fondo de rescate comunitario básicamente financiado, como siempre, por Alemania. Ese es el problema: la crisis económica es fundamentalmente política porque, siendo global, sólo podemos aprestar soluciones nacionales.

Que además pueden ser contrarias a los propósitos de coordinación que se profesan. Tomen el caso de España. El señor Rodríguez Zapatero asegura que la respuesta europea a la crisis debe ser colectiva y se reserva dar más detalles hasta conocer cuál es la posición de la Unión Europea (UE) sobre el asunto. Y una vez que la conoce, se la salta multiplicándola por dos desde los cincuenta mil millones de cobertura que propone la UE hasta los cien mil que gallardamente pone sobre la mesa el presidente del Gobierno cuyo ministro de Economía, señor Solbes, rechazaba cuatro días antes la idea de subir la garantía de 20.000 euros de las cuentas. Y no la han subido. ¡La han multiplicado por cinco de puro canguelo! Conste que no estoy sugiriendo con esto que el señor Solbes deba dimitir. Pero sí estoy defendiendo lo que tengo dicho: que hay que hablar mucho menos, sacar menos pecho, soltar menos baladronadas pues no está la plaza para alegrías.

Igual que nos podemos encontrar con que las decisiones que tomemos para enfrentarnos a problemas graves de índole similar sean contradictorias. Por ejemplo, el señor Trichet, gobernador del Banco Central Europeo, mantiene altos los tipos de interés porque se ve a sí mismo frente a la inflación como Perseo frente a la Gorgona. En cambio, el señor Bernanke, de la Reserva Federal en los States tiene el tipo de interés en menos de la mitad del del euro y anda pensando en bajarlo. Dos medidas contrarias para enfrentarse a un mismo tipo de problema. Precisamente sobre esto, más adelante.

De veinte mil a cien mil euros no está mal. Es tardía la decisión pero es correcta. Respecto a los cincuenta mil millones destinados a comprar activos "sanos" de los bancos para que estos dejen de restringir el crédito, no tengo las ideas muy claras. Es una pasta, algo así como tres por ciento del PIB. Supongo que la decisión habrá de tomar forma de ley, probablemente fuera sensato meterla en los Presupuestos ya que no es cantidad nimia, aunque no sé si eso es factible pero en todo caso tendrá que haber escrutinio parlamentario que averigüe qué garantías tenemos los ciudadanos de que esa pasta va a créditos a particulares y pymes y no a otras cosas; qué garantías frente a fraudes y otros ilícitos que, como vemos, para nuestro gran pasmo, se pueden cometer en el mundo bancario. Esa decisión, por tanto, será buena o mala según como salga del Parlamento.

Pero hay más. Sea buena o mala, tampoco tenemos seguridad en que su efecto sea benéfico. Veamos: la medida que propone el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero es una especie de plan de rescate gringo si bien sobre los activos "sanos" en lugar de los "tóxicos". Cincuenta mil millones de euros es más o menos la décima parte del plan gringo que son setecientos mil millones de dólares además, claro, de los ciento cincuenta mil millones que le añadieron para dar respiros fiscales a tantas empresas como fue preciso para comprar la voluntad de los necesarios congresistas y que el plan pasara. Sin embargo que haya pasado el plan no quiere decir que esté tranquilizando a nadie. Ayer el Dow Jones gastó una broma de mal gusto a la audiencia: se mantuvo toda la mañana oscilando en torno al cero y empezó a descender en un increíble High noon hasta desplomarse a la hora del cierre con un - 5,7%. ¿Debido a qué? Pues no lo sé bien pero a primera hora de la tarde salió el señor Bernanke a tranquilizar, diciendo que pensaba bajar los tipos de interés y... zas, batacazo final del Dow Jones. Otro ejemplo de que es mejor callarse. Quizá no haya relación causal entre la declaración y la caída pero así parece ¿verdad? En la madrugada de hoy, hacia el otro High noon de Tokio, el índice Nikkei estaba ya en un 4,5% en negativo. Así que supongo que la bolsa española, como el resto de las europeas volverá a bajar apreciablemente, a pesar de las medidas del Gobierno.

Imagino que el Gobierno lo ha hecho bien, pero no creo que detenga el descenso de la bolsa aunque sí, quizá, la amenaza de pánico bancario. Esos cien mil euros de garantía obedecen a un buen instinto político porque si, además de tenernos con el agua al cuello por el precio de la vida, desesperados por no encontrar vivienda asequible (¡y eso que es un derecho!) o asfixiados por unas hipotecas cuyos pagos son cada vez más altos, con salarios inferiores a los de los países europeos con los que nos comparamos e índices de precariedad superiores o directamente en el paro (y eso que el trabajo no es un derecho pero se le acerca), si además de tenernos así, digo, se nos esfuman los ahorros en los bancos aquí puede pasar algo. Y en verdad ha sido por los pelos. Habrá que exigir mayor celeridad de juicio a nuestros gobernantes. Juicio más célere y juicio más cierto.

(Las imágenes son otros tres detalles del planel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

Por las mujeres.

El "Club de las veinticinco", una asociación de mujeres feministas a la que pertenece mi cuñada, Mabel Redondo, razón por la cual estoy metido en la historia, otorgó ayer unos premios anuales a personas que durante el año se hayan destacado por merecimientos personales en su profesión o por haber adelantado la causa de los derechos humanos en el mundo o ambas cosas a la vez. Las premiadas a las que puede verse en la foto arriba en el estrado fueron: María Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional; Amelia Valcárcel, filósofa y consejera de Estado; Icíar Bollaín, directora de cine; Gloria Company, fundadora de ACAF, una ONG que ayuda a mujeres afganas que se automutilan para impedir los malos tratos y Leyli Kamgar, en representación de las mujeres afganas; Vivi Ruano y Anabel Medina, tenistas; Aminattou Haidar, mujer saharaui, representante de la lucha pacífica de su pueblo; y Norma Cruz, fundadora de Sobrevivientes, una asociación altruista que lucha contra la violencia de género en Guatemala, el país donde más mujeres mueren a causa de este tipo de violencia. Las "25" tambén premiaron a Francisco Ayala pero el escritor no pudo asistir al acto por estar ligeramente indispuesto, cosa que a sus ciento dos o ciento tres años debe tomarse muy en serio.

En la fila de abajo, al pie del estrado, algunas de las personas asistentes a la cena que hicieron entrega de los premios. Se distingue a Ian Gibson y Carmen Romero pero también lo hicieron Margarita Robles, Leire Pajín, Mayte Carrasco, María Escario y Amalia Sánchez Sampedro.

Por último, en el primerísimo plano de la instantánea se aprecia la presencia de María Antonia Iglesias y un trozo de Santiago Carrillo, otro que va para centenario y sin dejar de fumar. Este hombre ha vivido buena parte de su vida contra corriente y, ahora que todo el mundo ha dejado el vicio y fumar no está bien visto, él no ha parado de hacerlo.

El premio es artístico y simbólico a la vez pues consiste en un lindo abanico diseñado y pintado a mano por Ouka-Leele. Por cierto que, signo de los tiempos, la mayoría de las premiadas no sabe cómo manejarlo. Amelia Valcárcel debía de creer que era una especie de tirachinas.

Presentó el acto Karmele Marchante con un alegato encendidamente feminista y una rotunda defensa del aborto como derecho de la mujer. A menos de cuatro metros el señor Anson escuchaba atentamente y no dio muestras de malestar.

Quienes conocen el natural huraño y hosco de Palinuro saben que no le resulta fácil acudir a este tipo de actos con cena en el Palace y un ambiente liviano y festivo que los dioses confundan. Pero al tratarse de tan noble causa, ser tan claros los merecimientos de las premiadas y tan loables los esfuerzos de Mabel porque todo discurriera agradablemente y según lo previsto, hizo una excepción en su propósito de mantenerse al margen de la vida social, aunque luego estuvo refunfuñando en el camino de vuelta a casa. Sobre todo cuando descubrió que la grúa se le había llevado el coche por tenerlo mal estacionado... ¡a la base de Barajas! a dónde tendrá que ir a rescatarlo hoy porque la tal base no abre por las noches. Rediez.

dimarts, 7 d’octubre del 2008

Pánico al pánico o ¿por qué no se callan?

Encuentro lamentable que estemos gobernados por estos cabezas de chorlitos que no paran de largar, atenazados por el pánico que le tienen a que se desate un pánico bancario. Y, como no paran de largar, acabarán consiguiendo que lo haya. ¿Todavía no han entendido estos frívolos lenguaraces que en las cosas de la confianza bancaria, del crédito, de las finanzas, cuanto menos se hable mejor? ¿Por qué no siguen el ejemplo de don Emilio Botín que no ha dicho esta boca es mía y tampoco asistió ayer a esa tertulia de banqueros que convocó el presidente del Gobierno literalmente para nada, pero envió a un segundo a poner el oído? No es casualidad, por cierto, que Le Monde trajera ayer en primera al señor Botín como ejemplo de banquero que ignora la crisis. Pues no hay manera: inconscientes o estúpidos, sin entender el alcance de sus palabras, siguen lanzando declaraciones en asuntos de los que no tienen ni idea que sólo consiguen poner más nervioso a todo el mundo. ¿Qué pintaba la señora vicepresidenta del Gobierno diciendo el domingo y repitiendo el lunes que los ahorros de los españoles están garantizados cuando ese mismo día el señor presidente del mismo Gobierno decía por la tarde que se iba a aumentar la cobertura de los depósitos bancarios de los particulares? Al mismo tiempo se guardaba muy mucho de fijar la cuantía. ¿No se dan cuenta estos dos mandatarios del desastre que están organizando? Si hoy no empiezan a formarse colas en los bancos ya tienen suerte y si se forman la culpa será estrictamente suya por no saber callarse ni tener los nervios templados.

En su descargo hay que decir que sus colegas europeos no están portándose mucho mejor. La reunión convocada el domingo por el señor Sarkozy se ve ya hoy martes en sus dimensiones reales: la reunión del canguelo y la impotencia. No habían terminado de darse los abrazos de despedida y ya estaban traicionándose mutuamente. La señora Merkel que veinticuatro horas antes había ladrado a la prusiana manera contra los irlandeses por dar cobertura ilimitada a los depósitos bancarios por su cuenta, hacía lo mismo en Alemania sin avisar a nadie por el miedo de que todo el sistema bancario se le viniera abajo. Esto, con el agravante de que los daneses seguían el ejemplo de los alemanes y garantizaban el ciento por ciento de los depósitos, puso a los británicos de los nervios y el Primer Ministro, Brown, llamó por teléfono a M. Sarkozy y hasta al ninguneado señor Rodríguez Zapatero para tratar de conseguir eso que llaman "acción concertada" y nadie sabe qué significa. Porque su problema es que los capitales británicos están fugándose a la vecina Irlanda y su ministro de Hacienda, Alistair Darling, que ya ha aumentado la cobertura hasta 64.000 libras esterlinas (que, digo yo, andarán rondando los 100.000 euros) no ha conseguido frenar la sangría.

Está claro que luego de meses de incubación desde agosto del año pasado, la crisis marcha ahora a una velocidad mucho mayor que la capacidad de los políticos para entenderla y más aun para reaccionar ante ella. Lo cual es tanto más imperdonable cuanto que han tenido catorce meses de preaviso. O sea que, además de lenguaraces, imprevisores e inútiles. Unas joyas, en definitiva. Todos ellos. Porque a estas alturas está ya claro que lo que rechazaban ayer (aumentar la cobertura de los depósitos a una cantidad superior a esos 20.000 euros) se ha quedado corto hoy y ahora lo que se impone es la cobertura ilimitada. Para cuando los políticos hayan comprendido esto podemos encontrarnos en la situación en que se encuentra hoy Islandia, que prepara una ley de excepción para nacionalizar la banca antes de que se hunda por completo. Espero que los lectores disculpen la pequeña vanidad de Palinuro que ya sugirió el paso en un post del dos de octubre titulado ¿Y si nacionalizamos la banca?

Definitivamente no nos merecemos estos políticos livianos, inconsistentes e irresponsables (y, ojo, que los de la oposición aun me parecen peores) que no saben por dónde tirar, incapaces de entender lo que está pasando. Es muy probable que los mercados sigan cayendo hoy y hasta que se den otro batacazo. Me baso en que anoche Tokio abría a la baja con el Nikkei perdiendo los 10.000 puntos por primera vez desde 2003 (Hong Kong no abrirá hoy porque es no sé qué festividad) contagiada por la castaña del Dow Jones el lunes. Así que lo más verosímil (aunque esto nunca se sabe) es que las bolsas europeas sigan bajando. ¿La razón, suponiendo que le interese a alguien? Que el plan de salvamento de los señores Bush/Paulson parece no estar funcionando y que los europeos son incapaces de ponerse de acuerdo. ¿Qué cabe hacer? Pues si no nos decidimos a nacionalizar la banca como los islandeses que, al fin y al cabo, son muy pocos, 300.000, más o menos como los habitantes de Alcalá de Henares, podemos probar a garantizar cobertura del ciento por ciento de los depósitos... y a continuación poner una vela a San Mateo, patrono de banqueros y contables. ¿Por qué? Porque eso tampoco es garantía de mucho ya que, sobre ser inverosímil que pueda realizarse llegado el caso, queda por averiguar qué sucede con los depósitos de la empresas, los propios fondos y otros clientes que no son personas físicas.

En todo caso, dada la magnitud del desastre, quizá lo más sensato, tras asegurar la cobertura ilimitada, sea no hacer nada y esperar (y quizá haya mucho que esperar) a que los circuitos financieros se purguen de todo el papel "tóxico" y el crédito se restaure poco a poco. En todo caso lo que sí es imperativo es que los parlanchines y bocones se callen y dejen de provocar más pánico dando garantías etéreas y sin respaldo real.

(Las imágenes siguen siendo detalles del panel central del tríptico de Hyeronimus Bosch Las tentaciones de San Antonio que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

Adiós, adeus, agur, adeu, Gaspi.

El señor Gaspar Llamazares deja la coordinación general de Izquierda Unida (IU), coherente con su promesa de hacerlo tras los pésimos resultados en las elecciones generales del pasado mes de marzo. Lo anuncia ahora y hará efectiva la dimisión el próximo día veinticinco de octubre en un cónclave de la organización en su Asturias natal. Conserva sin embargo el escaño en el Congreso durante el resto de la legislatura.

Tengo la mejor opinión de quien, además de sus dotes personales de simpatía y apertura, supo rescatar a IU del pantano en que la dejó su antecesor, el señor Anguita, con aquella infame pinza junto al PP para desbancar al PSOE con lo cual, lo único que consiguió fue que la derecha gobernara dos legislaturas y, entre otros atropellos, metiera al país en una guerra criminal que ha costado miles de vidas humanas para nada. Ya sé que el señor Anguita quien por entonces hablaba de oídas de un imaginario sorpasso del PSOE por IU niega que hubiera tal pinza. Por supuesto ¿qué va a decir? ¿Va a reconocer, como lo hizo el señor Anson por su parte, que estaba en la pomada de la conspiración con lo más reaccionario de la derecha española? No podía y sigue sin poder. Pero pinza la hubo, y alianza que recordaba los tiempos más siniestros del comunismo acusando a la socialdemocracia de "socialfascismo". Sólo por eso, sólo por el hecho de sacar a IU de ese muladar merece reconocimiento el señor Llamazares.

Pero, al intentar alinear a la organización en una posición netamente de izquierdas no colaboracionista con la derecha, el señor Llamazares se encontró con que no podía diferenciarla por derecho propio del PSOE; que la falta de perfil autónomo de IU la hacía aparecer a remolque del socialismo tanto en la oposición como en el gobierno y esa indefinición juntamente con el voto estratégico de buena parte de la izquierda llevó a los desastrosos resultados de marzo de 2004. A continuación empezaron a removerse las aguas en el interior de la Federación donde se produjo una confrontación interna que lleva ya meses cociendo a la espera de la Asamblea Federal del próximo noviembre en que se dilucidarán las relaciones entre las tres corrientes en que hasta ahora aparece dividida IU: llamazaristas, gente del Partido Comunista de España (PCE) y seguidores de la "tercera vía".

Da la impresión de que los debates, que más parecen enfrentamientos de conciliábulos, versan sobre aspectos orgánicos de la Federación, como el peso del PCE, la representación de otras corrientes, etc o asuntos tácticos, como la forma de diferenciarse del PSOE, la posible política de alianzas, las relaciones con los nacionalismos, etc. Con ello reproducen lo que a mi entender ha sido de siempre el primer defecto de los partidos comunistas: la permanente discusión fraccional interna por asuntos que nada interesan al común de los mortales, los enfrentamientos, las exclusiones, las escisiones siempre al grito de "unidad" (¿cuantas escisiones ha tenido en sus veintidós años de historia esta izquierda que se apellida "unida"?) lo que será muy gratificante para sus miembros pero deja una impresión deplorable entre la gente y sus posibles electores.

Desde sus comienzos en 1986 IU es hasta cierto punto (no del todo) lo que la teoría leninista clásica llamaba una "organización de masas". Digo "hasta cierto punto" porque, para Lenin, las organizaciones de masas estaban dirigidas por el Partido Comunista que, sin embargo, no formaba parte de ellas mientras que en el caso de IU el PCE sí es elemento componente de la organización. Por supuesto ello se debe a la necesidad que siente el PCE (como todos los demás partidos comunistas del mundo) de diluir el impacto del término "comunista" que ya no vende nada en los mercados electorales en una organización más amplia.

Pero esa circunstancia precisamente apunta al problema que aqueja al PCE y a su organización/tapadera al día de hoy: que absorto como siempre en sus debates internos, ajenos a los problemas sociales, económicos y políticos reales de la sociedad, ha dejado por hacer dos tareas que de haberlas cumplido quizá le hubieran permitido ocupar un más vistoso lugar del que tiene y eso al margen de que el sistema electoral sea uno u otro, a saber: a) la necesidad de dar una explicación razonable a la ciudadanía de cómo ve el PCE el hundimiento del comunismo en los países del llamado "socialismo real". Carece de sentido que quienes se pasaron setenta años diciendo que la Unión Soviética era el faro del proletariado mundial, enmudezcan cuando ese faro se apaga y desaparece por el escotillón de la historia como si jamás hubiera existido; b) la necesidad de explicar qué alternativa propone a la sociedad capitalista actual y en qué se distingue de la socialdemocracia porque si acusa a ésta de no ser más que la administradora del sistema capitalista será porque él (el PCE o IU, tanto da) tiene una fórmula distinta pero, hasta la fecha, no ha sido capaz de explicarla.

Es evidente que la Asamblea Federal del próximo noviembre presenta una ocasión única para abordar estos dos asuntos pendientes y que sin exageración, me parece que interesan más a la ciudadanía que unas peleas, normalmente fraccionales y personalistas, de las que quienes no están en el ajo (el 99% de la sociedad española) no sabe ni quiere saber nada. La Asamblea no puede estar para lavar los trapos sucios y tirarse los trastos a la cabeza, sino para ofrecer a la sociedad lo que la sociedad demanda a cambio del voto que se le pide: exactamente qué ofrece IU que no ofrezca el PSOE.

Entre tanto, adiós señor Llamazares: ha hecho Vd. lo que ha podido y cuenta Vd. con el reconocimiento y el aprecio de mucha gente, incluido este bloguero.


(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 6 d’octubre del 2008

La crisis de allí y la de aquí.

Poco a poco va abriéndose paso la conciencia de que esta crisis bancaria es de una gravedad inusitada, que tendrá efectos devastadores a medio y largo plazo y no solamente en los Estados Unidos sino en Europa y en el resto del mundo. Se ha dicho que es la más grave desde la IIª Guerra Mundial y también que es como la de 1929; valoraciones excesivamente pacatas porque tiene pinta de ser la peor jamás padecida por el capitalismo.

Como se sabe, el primer acto de este descalabro descomunal se produjo en agosto de 2007. Por aquel entonces y aunque el mundo está lleno de competentes economistas, ni uno solo la había previsto y, una vez iniciada ni uno solo tampoco consiguió aportar una explicación aceptable. Mejor dicho, me engaño: todos la habían previsto y anunciado tiempo atrás pero, pobres Casandras, nadie les hizo caso; y todos tenían una teoría explicativamente impecable, algunos, incluso dos y todas ellas contradictorias entre sí.

Desde entonces hasta hoy la mera observación del discurrir de los hechos nos ha llevado a algunas conclusiones que nadie discute y otras que son muy discutidas todavía. Las primeras son: a) la crisis es una crisis del corazón mismo del sistema capitalista que es el crédito; es una crisis de confianza, razón de ser del capitalismo; b) ha sido obra de una actividad especulativa desregulada, sin vigilancia, inmoral y enloquecida consistente en sobrevalorar los activos (principalmente los inmobiliarios) y construir una febril torre crediticia sobre tales activos sobrevalorados, en gran medida créditos incobrables, que se empaquetaban como atractivos productos financieros y se repartieron por todo el mundo en los años noventa y primeros de este siglo, pudriendo así el sistema financiero global; c) esta actividad inmoral si no directamente delictiva llegó a rizar el rizo del disparate creando cosas como los credits default swaps, productos crediticios basados en la posibilidad de que la entidad que los ofrecía no pudiera cobrar los otros créditos ya librados. Por cierto, quien quiera saber más sobre estos disparates y tener una buena información sobre las causas de la crisis, que lea el magnífico artículo de Walden Bello tituladoTodo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo, publicado en la revista digital Sin permiso, una revista de izquierda crítica, documentada, bien hecha, con artículos de altura y en la que no se sueltan las habituales chorradas de secta o grupúsculo que no hay dios que soporte ya.

Las conclusiones controvertidas no son menos contundentes pero no gozan del mismo grado de coincidencia. La principal de todas es que la crisis es el resultado de las políticas neoliberales iniciadas en el decenio Thatcher/Reagan y proseguidas al día de hoy por los think tanks y los medios neoconservadores que repiten como loros las habituales estupideces de que hay que reducir el Estado, eliminar regulaciones, jibarizar lo público, privatizar a toda caña, reducir impuestos, bajar el gasto público especialmente el social (no, por supuesto, el militar) y desmantelar el Estado del bienestar. Como estos rapaces son inasequibles al desaliento y además cobran suculentos emolumentos por ello, seguirán batiendo el cobre de fuera el Estado y viva el mercado hoy, cuando es evidente que un mercado desregulado lleva a la catástrofe y, además, ironías de la existencia, tiene que pedir auxilio al denostado Estado.

Al saltar el charco y llegar a Europa la crisis se ha mostrado como lo que es: la podredumbre del motor mismo de la actividad capitalista, el crédito. Los bancos se hunden, los que no se hunden no se fían unos de otros, nadie da crédito, no hay liquidez en el mercado, la economía real se va paralizando y, como se trata de un círculo vicioso, la preocupación (a punto ya de convertirse en pánico) se apodera de los inversores, los impositores y los clientes de los bancos con lo que, si se produce una estampida, lo que llaman los ingleses un run on the banks, la catástrofe puede ser total. Para impedirlo Irlanda primero, después Grecia, luego Alemania (und morgen di ganze Welt ("y mañana el mundo entero")) han pasado a garantizar el ciento por ciento de los depósitos de los clientes. Seguramente esta garantía será suficiente... a estas alturas de la evolución de la crisis; pero habrá que esperar ya que va a ser larga y a nadie se le escapa que a medio o largo plazo es de imposible cumplimiento la haga quien la haga, el Estado, los bancos o la Santísima Trinidad. Pero así están las cosas en el mundo.

Y ¿por qué están así? Porque en el capitalismo neoliberal de la alegre desregulación, la falta de escrúpulos y de moral sigue campeando en medio de la crisis. El plan de rescate de Mr. Paulson en los EEUU estaba pensado para seguir enriqueciendo a los tiburones de Wall Street. El Congreso lo limó bastante antes de aprobarlo y aun así, lean lo que dice el señor Paul Stiglitz de cómo “Para lograr aprobar el Plan Paulson, lo que han hecho ha sido proceder por la inveterada vía del soborno y la corrupción”. ¿Y en la vieja Europa? Tres cuartos de lo mismo. ¿Qué explicación tiene que el plan de rescate de Hypo Real Estate acordado en firme el jueves por 35.000 millones de euros se venga abajo el sábado sin explicación aparente y sólo pueda reemerger el domingo reconvertido en uno de 50.000 millones? ¿Cómo se puede hacer un plan de rescate y "equivocarse" en 115.000 millones de euros (hasta los 50.000 en 2008 y 100.000 en 2009 que no aparecían en el primer cálculo)? Vds. lo verán como quieran; a mi me parece un intento evidente de timar al Estado y al consorcio de bancos que firmó el primer plan de 35.000 millones y hubo de retirarlo al enterarse de que eran muchos más miles de millones.

En España no estamos mejor aunque pueda parecerlo dada la tenaz tendencia del Gobierno a disfrazar la realidad como puede. La base de la argumentación de los gobernantes del PSOE, ahora que ya admiten que hay una crisis, es que no tiene por qué afectarnos pues nuestra banca es sólida por cuanto las regulaciones del Banco de España se han cuidado siempre de que nuestras entidades no se vieran arrastradas en el amok de las hipotecas basura y otras prácticas dañinas. Correcto. Es posible que sea así. Pero la crisis está golpeando al país con una fuerza inusitada, muy superior a la de nuestros vecinos porque España dependía más del ladrillo y, desde luego, el turismo, dos actividades que están sufriendo un gran parón. Y con el vertiginoso aumento del paro es posible que lo que en un principio fueron hipotecas "sanas" se conviertan por la necesidad de las cosas en hipotecas "basura" porque lo que convierte en "basura" a las hipotecas no es cómo se concedieron sino el hecho simple de si los hipotecados pueden pagarlas o no. Y aquí viene la dificultad porque con un interés del capital hipotecario muy alto, cercano ya al seis por ciento y unas tasas de paro en aumento galopante, la morosidad se está disparando. La cuestión es: ¿cuánta morosidad pueden aguantar los bancos? ¿El diez, el quince por ciento?

Las autoridades insisten en que el sistema bancario es sólido, lo que ya escama porque si lo fuera tanto no sería preciso publicitarlo y en que los clientes deben confiar en él. Como ya he dicho en un post anterior, encuentro insólito que se pida a la gente que confíe en unos bancos que a su vez no confían los unos en los otros. Y como no se fían mutuamente, el euribor sigue subiendo. Al subir el euribor, las hipotecas se encarecen de forma que nos encontramos con la curiosa situación de que la desconfianza mutua de los bancos la pagan los clientes a quienes, sin embargo, se les pide que confíen en aquellos, sabiendo, encima, que si hay algún problema, sólo tendrán cubierto hasta 20.000 euros de sus cuentas o cartillas de ahorro. Francamente me parece excesivo y si el Estado se niega a subir la cobertura como están haciendo los demás, entiendo que todo lo que la gente tenga en los bancos por encima de los 20.000 euros por titular y entidad estará más seguro en sus bolsillos.

(Las imágenes son detalles -panel central y panel izquierdo- del tríptico de Hyeronimus Bosch El juicio final (1505/1506) que se encuentra en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa).

A la salvación por la barbarie.

Rafael del Águila (Crítica de las ideologías. El peligro de los ideales. Madrid, Taurus, 2008, 207 págs.) es uno de los más interesantes politólogos españoles actuales que lleva años profundizando en cuestiones de Teoría Política, campo en el que ha hecho aportaciones fundamentales. Es memorable una obra anterior, en la que ya se prefigura ésta (La senda del mal. Política y razón de Estado.Madrid, Taurus, 2000) y en donde, entre otros hallazgos, acuñaba una pareja de conceptos, el pensamiento implacable y el pensamiento impecable, que encuentro muy significativos.

En esta obra parte del supuesto de que las brutalidades que los seres humanos hemos puesto en práctica en los siglos XIX y XX surgen del corazón mismo de nuestras creencias (p. 24). No son resultado de alguna enajenación o degradación colectivas sino que proceden de los ideales que atesoramos, llámense Patria, democracia, raza, mercado, etc (p. 35). Cita en su apoyo un texto de Solzhenitsyn en que éste acusa a las ideologías de las barbaridades de nuestro tiempo (pp. 36/37). Doy toda la razón al autor de El gulag pero al mismo tiempo no puedo dejar de pensar que él mismo, víctima de las más crueles represiones, era un ideólogo del renacimiento de la Santa Rusia. Del Águila lo deja claro: "El peligro está en los optimistas armados de ideales, de una teoría consoladora, y dispuestos a legitimar implacablemente los medios transgresores necesarios para su realización." (p. 41).

El autor concentra su análisis en tres campos ideológicos distintos (aunque en la realidad aparezcan a veces entrecruzados) caldos de cultivo de masacres y genocidios. El primero es el del pensamiento emancipador, revolucionario, el de las rebeliones milenaristas que "tratan de atraer el cielo a la tierra", dice Del Aguila (p. 46) en una construcción en la que suena lo que dice Hyperion a Belarmino en el primer libro del Hyperion de Hölderlin: "Lo que ha hecho del Estado un infierno es el intento del hombre de convertirlo en el cielo." No ofrece mucha duda esta causación histórica. Del Águila menciona un texto de aquel gran genocida que fue Stalin: "...afirmo que la producción de almas es más importante que la producción de tanques." (p. 53) También este texto parece reproducir una famosa alocución de Goebbels en 1934, en el III Congreso del Partido Nazi cuando decía (cito de memoria): "Está bien contar con un poder que descansa sobre los fusiles; pero está mejor y es más satisfactorio ganarse el corazón de los seres humanos y conservarlo."

El segundo terreno en que Del Águila investiga la fuerza destructiva de las ideas es el de la identidad o el nacionalismo, la búsqueda de las raíces, el pasado y la autenticidad, en cuyo nombre se han cometido crímenes sin cuento. Hay aquí una precisión que hace el autor de pasada y que encuentro de la máxima importancia a la hora de examinar las relaciones entre Nación y Estado que tanto nos atribulan hoy día. Dice Del Águila: "No es que cultura o nación pongan en marcha reivindicaciones políticas. Es que los intereses políticos movilizan, por ejemplo, exigencias nacionalistas o culturalistas para expresarse." (p. 62) Subscribo: el nacionalismo es siempre un proyecto político. Entiende nuestro autor que el nacionalismo sólo puede articularse a través de cuatro oposiciones (al individuo, al mundo real, a la democracia y a lo contingente) (pp.65/66) lo que explica que haya tantos puntos de contacto entre nacionalismo radical y fascismo (la cursiva es mía para subrayar que, obviamente, Del Aguila no postularía similar contacto con el nacionalismo "moderado"), lo que ya se ve en la idea profética de Hegel de pueblos "elegidos" por la historia (p. 68). Sin olvidar, claro es, que para pueblo elegido, el judío en la Biblia. El virus nacionalista (si puedo expresarme así) ataca también a la izquierda postmoderna según Del Águila que ve cómo ha mutado desde el internacionalismo a la prioridad absoluta de lo nacional (p. 71). Me parece muy cierto y añadiría que ese viraje empezó ya en los años 60, con los movimientos de liberación nacional. Es el contenido de la obra de autores como Frantz Fanon. El autor añade dos configuraciones de identidades que vienen aquí muy al caso, los fundamentalismos cristiano e islámico. Del cristiano me ha parecido especialmente interesante su confrontación con las ideas del Papa Ratzinger sobre la relación entre la fe y la razón pues coincido con él en que, al margen de la cuestión (que, por cierto, me parece mal planteada por SS) "lo que no se puede condonar es que en nombre de estas afirmaciones, movimientos católicos, obispos u otras jerarquías eclesiásticas invadan la esfera pública." (p. 79).

El tercer territorio (y el más interesante a mi entender) en que el autor analiza la relación entre ideales y barbarie es el de la democracia (o sea, el "nuestro") cuya misión pareciera ser "civilizar" y "globalizar". Entiende Del Águila que los imperialismos han buscado siempre una justificación (arranca de la de Ginés de Sepúlveda para el imperio español (p. 95)) y pasa revista luego sin conmiseración alguna a autores muy respetables por otros conceptos pero no por estos, como Kant, Stuart Mill o Locke. De hecho concluye que los imperialismos liberales de la belle époque allanaron el camino a los campos de concentración del siglo XX (pp. 107-108). La "teoría de la frontera" de Frederick Jackson Turner (p. 109) aparece como una justificación de la gigantesca limpieza étnica que fue la "conquista del Oeste" en los Estados Unidos y aprovecha para encontrar en estas guerras de exterminio una excepción a la célebre teoría de la "paz democrática" de J. R. Rummel, el creador del concepto de democidio (p. 113) Su punto de vista es que las sociedades indias eran democráticas, pero no estoy muy seguro de que sirva para falsar la teoría de Rummel.

La última parte del capítulo sobre democracias y masacres está destinada a analizar las actividades del gobierno del señor George W. Bush. La política cae aquí dentro del ámbito del fundamentalismo cristiano y al autor analiza con gran acierto lo que llama "los neocons y sus guerras". Esta actividad, movida por la National Security Strategy como doctrina esencial de la administración estadounidense (p. 131) justifica aberraciones como la guerra preventiva, la guerra basada en mentiras del Irak (pp. 137/138), el recurso a la tortura o las prácticas injustas y criminales como el centro de detención de Guantánamo (p. 143). Es decir, el fundamentalismo neocon no solo trae matanzas sin cuento en el Irak, una especie de genocidio, sino también un ataque a los derechos y libertades de los ciudadanos en los EEUU.

Los dos últimos capítulos son de recapitulación y reflexión. En el penúltimo, sobre Modernidad y democracia, razona Del Águila de forma brillante y convincente sobre el origen de la barbarie contemporánea. La teoría arranca de la famosa "jaula de hierro" weberiana (pp. 150-151) y acaba culpando del mal a la "razón instrumental" punto en el que coinciden todos: los frankfurtianos, Zygmunt Bauman, Foucault, Agamben, etc (p. 152). Sin embargo, dice Del Águila (y dice muy bien y es bueno que se diga) "Me parece que esta línea nítida que conduce de la Ilustración al exterminio constituye una típica exageración teórica." (p. 153) Y yo añadiría: una exageración teórica que además no es cierta. Culpar a la razón instrumental es, en definitiva, acabar culpando a la técnica en una actitud que no es racionalmente defendible por cuanto, aburre decirlo, la técnica es neutral. Son los hombres que aprietan los botones los responsables de la crueldad y si no hubiera botones, apretarían garrotes o hachas de silex. Por eso me parece que Del Águila desanda parte del camino tan audazmente andado cuando dice: "Por decirlo de nuevo con los frankfurtianos: técnica e instrumentalidad nos han convertido en "bestias de alcance más vasto" (p. 157). Si por tal entendemos un criterio meramente cuantitativo, de acuerdo; si es cualitativo, en absoluto. No es la modernidad la que "tiene el triste privilegio de haber innovado aquí. Los proyectos de eliminación de poblaciones por motivos raciales, étnicos, religiosos, de clase, ideológicos... surgen con ella." (p. 158). No es así. Están ya en la Biblia. Por no citar más que un ejemplo, cuando Saúl pregunta si ha de guerrear contra los amalecitas, Dios le dice por boca de Samuel: "Ve y golpea a Amalec y destrúyelo por entero: no lo perdones y no codicies nada de lo que tiene sino extermina a los hombres y a las mujeres, a los niños, incluso a los lactantes, a los bueyes, a las ovejas, a los camellos y a los asnos" (1Sa 15:3). No es cuestión de modernidad o de técnica; el exterminio, como el mismo Del Águila dice, está en el corazón de los hombres cuando creen que Jehová los habla, como decía Mr. Bush que había hecho con él (p. 124). A propósito de la dialéctica negativa y la comparación con el "Gran Hotel Abismo", dice Del Águila (nota 13, p. 206) que no recuerda si la expresión es de Fernando Vallespín o Gyorgy Lukàcs: es de Lukacs cuando dice que Adorno estaba "instalado en el Grand Hotel Abismo", creo que en la Teoría de la novela.

En el último capítulo Del Águila sistematiza y visibiliza a través de unos cuadros sinópticos los peligros de los ideales (pp. 170/173) y hace una especie de recapitulación positiva. Propone una política que llama "de mesura", basada en Aristóteles y Maquiavelo, una especie de "término medio", una templanza y moderación al estilo griego (p. 177). Concluye el autor su magnífico libro con tres consideraciones que, sobre obligarnos a pensar más, dejan abierta la continuidad de su obra: a) el peligro de los ideales no consiste en tenerlos sino en cómo se tienen; b) no somos infinitamente maleables; c) el hecho de tener convicciones -y hasta dar la vida por ellas- no significa que uno no pueda relativizarlas o hasta ironizar a su costa (pp. 180/181). Muy cierto. Siempre he defendido la causa de la revolución pero nunca he creído que fuera a triunfar.

diumenge, 5 d’octubre del 2008

Europa en crisis.

Al principio del mandato del señor Sarkozy anduve yo algo despistado pensando que era un hombre de más categoría, con iniciativa y audacia. Tengo que rendirme a la evidencia de que no solamente no da la talla para el cargo sino de que es un bocazas. La reunión de los cuatro países europeos miembros del G8 que convocó ayer en París con la intención de refundar el capitalismo fue un cómico cónclave en el que cada cual aireó sus cuitas o se retrató pero en donde no se llegó a más conclusión sustancial que dejar que cada país afronte por libre la tarea de salvar sus bancos como el espíritu de Jean Monet y Robert Schumann le dé a entender. Por supuesto esas acciones estarían "coordinadas" entre sí lo que, como se ve claramente, no quiere decir nada.

Cada uno de los cuatro mandatarios dejó dicho algo que merece cierto comentario. El más divertido, sin duda, fue el señor Berlusconi quien sostuvo con todo el papo que lo que necesita el sistema financiero europeo es... ética. Así, como suena, il cavaliere recomienda ética a los demás. No se quedó muy atrás el señor Sarkozy quien, tras haber propuesto un fondo europeo común de 300.000 millones de euros para salvar bancos y, como se tropezara con la feroz oposición de Frau Merkel acabó afirmando que él jamás había propuesto plan alguno. Por su parte Mr. Brown atacó a los irlandeses por garantizar la totalidad de los depósitos de los seis mayores bancos de la república. Es lo que pasa con estos ladinos Irish: empiezas con el Home rule y, al final te la juegan. Por último, la señora Merkel, tras cargarse el plan de rescate, empezó a decir que había que pedir responsabilidades a quienes llevaron al sistema a la situación actual. Muy alemán esto de buscar culpables y castigarlos.

Los cuatro dignatarios han acudido de nuevo a la acreditada práctica de la chapuza, tan entrañablemente europea. Su compromiso de salvar cada uno sus bancos viene acompañado de algunas medidas que pretenden resolver el problema de la crisis bancaria y que según Le Monde son las siguientes:

a) mecanismos de vigilancia de las instituciones financieras, incluidas las agencias de calificación de riesgos. Ya era hora;

b) cambio en los sistemas de retribución de los ejecutivos. La verdad es que no sé si habrá un mecanismo más absurdo que este de retribuir con indemnizaciones astronómicas a los directivos que sea preciso despedir. Cualquiera que esté en esa situación hará lo posible porque la empresa se vaya al garete y a él tengan que echarlo porque entonces se forra;

c) revisión de las normas contables para impedir otras burbujas financieras o crisis de liquidez;

d) más control político sobre las instituciones internacionales, lo que suena bastante a wishful thinking;

e) creación de un grupo de trabajo entre los supervisores, los bancos centrales y los ministerios de Hacienda.

Todas estas medidas serán mejores o peores, más o menos eficaces pero sin duda no resolverán el problema entre otras cosas porque todavía están en bruto y hay que refinarlas; para entonces ya veremos a dónde ha llegado la crisis.

Lo que sí puede ayudar a resolverla es el recurso a la chapuza, aquí consistente en pedir que se flexibilicen los criterios de Maastricht, en concreto la estricta prohibición de mantener el déficit público por debajo del tres por ciento del PIB. El verbo "flexibilizar", como ya aprendimos cuando se habla de relaciones laborales con expresiones como "flexibilizar" la plantilla, quiere decir "deshacerse de", prescindir de". Los países miembros quieren que les quiten el límite y recurrir a las deudas para salir adelante en la crisis siguiendo una receta típicamente keynesiana. Hoy se han hecho keynesianos todos, hasta el presidente Bush.

La cuestión consiste en saber ahora si este recurso a la chapuza llega a tiempo o no. El plan de rescate del Hypo Real Estate parece haber fracasado porque no alcanzaba a las necesidades totales del banco que, para fines de 2009 podrían llegar a 100.000 millones de euros, lo que contrasta grandemente con los 35.000 millones previstos para el rescate. La situación de la entidad es ahora desesperada y si no encuentra salvación hoy domingo, el lunes quizá tenga que declararse en quiebra. Y eso no es lo peor; lo peor es que puede arrastrar a todo el sistema bancario alemán.

Está claro que muchos políticos todavía no han entendido de qué va esta crisis. La señora De la Vega, por ejemplo, en una entrevista en El País dice que Los ciudadanos tienen que saber que sus depósitos están garantizados. La situación es complicada, pero estamos en buenas condiciones para hacerle frente, porque partimos de un sistema financiero que funciona bien, más garantista que el de otros países. Es decir, según los políticos los ciudadanos tenemos que confiar en los bancos que, a su vez, desconfían los unos de los otros.Y eso sin contar con el misterio del significado del verbo "garantizar" en un país en el que el máximo de cobertura de las cuentas de los ahorradores es el mínimo europeo: 20.000 euros.

(La imagen es una foto de rockcohen, bajo licencia de Creative Commons).

Vicky Cristina Barcelona.

Si no llega a ser porque en el título aparece Barcelona, no hubiera ido a ver la película porque no me gustan las de Woody Allen. Lo digo en serio; no pretendo sentar plaza de original ni de misántropo, ya que parece que le gustan a todo el mundo. Nada de eso. En general no me gustan las películas de Woody Allen porque me parecen historias sin interés con toda esa amalgama del héroe-antihéroe para hablar al "hombre medio", el listen little man con el que obviamente se identifican millones de individuos. Todas esas neurosis del hombre anodino y las relaciones humanas basadas en los comadreos me atacan los nervios.

Y efectivamente hubiera hecho mejor no yendo a verla por mucha Barcelona que haya en el título. Me pareció una historia trivial a la par que inverosímil y artificiosa. Esos expatriados gringos en Barcelona semejan una élite colonial. De la persona de Vicky que está haciendo una tesis sobre la identidad catalana pero no habla una palabra de catalán, ni siquiera de español, es mejor callar. Como del joven pintor de éxito que viaja a Oviedo en una avioneta que le presta un amigo y se desplaza por la ciudad condal en descapotable rojo cuya marca no aprecié pero podía ser un Aston Martin.

Esto del descapotable me lleva a un aspecto que me parece evidente en la película: que recuerda a Vacaciones en Roma como a cualquier otra película que pretenda ensalzar una ciudad. Uno se queda pensando si el señor Allen no ha rodado una especie de publicidad de las ciudades de Barcelona y Oviedo. Desde el punto de vista del fomento del turismo probablemente estará muy bien pero la imagen que presenta de ambas ciudades es un poco de risa.

En cuanto a la historia de la temperamental Penélope Cruz, la tempestuosa relación con Juan Antonio, la aventura veraniega de las dos gringas en busca de su verdadero ser y el contraste entre la vida bohemia de los creadores artísticos y la superficialidad, convencionalismo e hipocresía de los matrimonios burgueses está más vista que la Cibeles. Por cierto en esta relación tan apasionada como extraña suena un eco de Jules et Jim, incluida la narración en off y en algún plano en concreto, por ejemplo, el paseo de Cristina, Maria Elena y Juan Antonio en bici, más que un eco.

A todo esto no estoy diciendo nada de los actores. Están todos fabulosos, Bardem, Cruz, Johanson, fabulosos. Y es muy de notar que, con la cantidad de veces que follan, no haya desnudos. El problema no son los actores, el problema es el guión y la historia o la falta de historia.

(La imagen es una foto de MorBCN, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 4 d’octubre del 2008

Lo han conseguido.

Lo más irritante de la situación creada en Wall Street es el chantaje a que la banca estadounidense ha sometido al país entero y, por extensión, a todos los demás del planeta. Es como si hubiera anunciado a las cuatro vientos el mensaje siguiente: "Es verdad que os hemos estafado y expoliado, que hemos llevado a muchos a la ruina, que por nuestra culpa el país vive una oleada de embargos por impago de hipotecas; es verdad asimismo que hemos exportado esta catástrofe a otras partes del mundo en las que hemos vendido con gran provecho para nuestros bolsillos la estafas que imaginamos en diversas formas, que hemos contagiado otros sistemas bancarios en el mundo y que hemos generado una crisis que todos habréis de pagar, estadounidenses y extranjeros., con hundimiento de las economías reales y empobrecimiento generalizado. Todo eso es verdad. Pero ahora no tenéis más remedio que ayudarnos y sacarnos a flote con vuestro dinero porque, de otro modo, la crisis será aun mayor, el conjunto del sistema financiero estadounidense puede venirse abajo y desde luego, lo hará sobre vuestras cabezas. El coste del rescate será de 2.000 dólares por cada ciudadano".

Esta historia resume perfectamente el sentido de las doctrinas neoliberales con las que las derechas han estado machacando a la gente en los últimos tiempos, desde la crisis del Estado del bienestar en los años setenta del siglo pasado: fuera el Estado, todo el poder al mercado, privatización, desregulación, eliminación de impuestos, el mercado se regula solo. Lo malo de estas doctrinas no es que sean erróneas, es que son falsas, son mentiras dichas para engañar a la gente con una apariencia de prosperidad y aprovecharse de ello para robar a mansalva, acumular riquezas sin cuento en la minoría y despojar a la mayoría. Los que las formulaban -igual que quienes las formulan hoy, como la señora Aguirre o la señora Sarah Palin- saben que lo que dicen es mentira, que el propósito de sus recetas no es aumentar la eficiencia, ni que funcionen los servicios públicos, ni generar más puestos de trabajo, ni mejorar el nivel de vida de las clases populares. Saben que su propósito es que los ricos se enriquezcan más y que los pobres paguen por ello.

Por eso, porque su discurso es falso y cínico, no les cuesta nada cambiar el relato y justificar el gran chantaje de la banca diciendo, como dice ahora el señor Bush que él ha sido y es partidario acérrimo de la libre empresa pero que hay veces en que la intervención del Estado es inevitable para salir de una crisis. Quiere decir que la intervención del Estado es imprescindible para estabilizar el sistema financiero después de un desastre de este tipo y volver a tasas de explotación elevadas que es lo que caracteriza al capitalismo en los EEUU, en el Japón, en China o en cualquier otro lugar.

Viendo el debate entre los dos candidatos a vicepresidentes la noche del jueves, se pudo escuchar a la señora Palin repitiendo la misma vieja historia otra vez, como si nada hubiera ocurrido. Decía la gobernadora de Alaska: "Necesitamos que el sector privado conserve más de lo que ganamos y producimos. Y el Gobierno tiene que aprender a ser más eficiente y a vivir con menos recursos." Exactamente la vieja melopea de menos Estado más mercado... ¡exactamente en el momento en que el Estado tenía que acudir en socorro del mercado! No creo que se pueda ser más estúpido y habla muy poco a favor de la rapidez de reflejos del señor Biden que no lo hiciera notar.

El proyecto de Ley de estabilización económica de emergencia que aprobó ayer la Cámara de Representantes por 263 votos a favor (172 demócratas y 91 republicanos) y 171 en contra ya no es el original proyecto de tres folios que presentó el ministro de Hacienda, señor Paulson, en una especie de trágala, pidiendo 700.000 millones de dólares y plenos poderes para administrarlos como le diera la gana, esto es, para llenar los bolsillos de sus amigos, sino que ha incorporado muchas medidas favorables a la gente, como un aumento de las cuantías de las cuentas bancarias garantizadas desde 100.000 a 250.000 dólares, exenciones fiscales, protección a los prestatarios de hipotecas, adquisición de acciones en los bancos rescatados para recuperar parte del dinero cuando la situación esté saneada y prohibición de pagar indemnizaciones millonarias a los ejecutivos sinvergüenzas que han ocasionado la crisis de las entidades que gestionaban y un enorme descalabro entre la gente.

Y, sin embargo, nada está garantizado. El Gobierno dispone ahora de unos 350.000 millones de dólares (la otra mitad la librará el Congreso tras examinar como se ha administrado la primera) para comprar unos activos cuya cuantía y características ignora. Ya lo he dicho en otra ocasión: conociendo la falta de escrúpulos de los bancos, ¿qué nos jugamos a que van a aparecer activos basura de debajo de las piedras? ¿A que los bancos van a tratar de colar todas sus deudas ,. estén o no relacionadas con los créditos incobrables para hacer negocio de la situación de crisis?

En resumen está por ver que el plan de rescate tenga éxito, cosa que se averiguará en un par de meses. Si lo ha tenido no pasará nada pero si no lo ha tenido, la catástrofe puede ser mayúscula.

(La imagen es una foto de Image Editor, bajo licencia de Creative Commons).

El fundamento moral de la comunidad (y III).

En esta tercera entrega de la reseña de Michael J. Sandel, (Filosofía pública. Ensayos sobre moral en política Barcelona, Marbot ediciones, 2008, 366 págs) se dará cuenta de la crítica de Sandel a la Teoría de la justicia de Rawls en un terreno más filosófico e incluso lógico. Si, como dice Whitehead, la historia de la filosofía no es más que una serie de notas a Platón, puede afirmarse que la de la filosofía política contemporánea no es más que una serie de notas a Rawls. Ya sólo fijar la posición de un filósofo contemporáneo por relación a Rawls es como conocer las coordenadas para averiguar en dónde se encuentra un navío en su derrota. Y a esta tarea, de aclararse a sí mismo por referencia a Rawls es a la que dedica Sandel la mayor parte de la tercera y será lo que se vea ahora. Hay también dos interesantes capítulos en los que no puedo entretenerme para no hacer este post excesivamente largo: en uno se explica cómo el liberalismo basado en derechos (Rawls, los "progresistas") ha intentado capitalizar la figura de Dewey a través de una interpretación sui generis del pragmatismo que Sandel ve más cercano a las tesis del comunitarismo, por raro que pueda parecer y el otro es una crítica al Liberalismo político, la otra obra crucial de Rawls y la última, en la que el filósofo reajustaba su teoría de la justicia y se defendía de las críticas. No está mál, pero lo interesante es ver cómo Sandel brega con Teoría de la justicia que es el verdadero gigante/molino de nuestro tiempo

Sandel empieza por sostener que la defensa relativista del liberalismo es una contradicción insalvable ya que si no cabe pronunciarse sobre los valores sino ser neutral frente a ellos, lo mismo cabe decir de los valores liberales como tolerancia, libertad y equidad que son también valores y carece de sentido defenderlos asegurando que son meramente subjetivos. Tradicionalmente la defensa de los valores se encargó al utilitarismo, cosa que hace Stuart Mill. Sin embargo esa defensa es problemática porque no garantiza los derechos de las minorías. Se plantea así el retorno a la crítica kantiana que ve en el utilitarismo una instrumentalización de unos seres humanos por otros, lo que es rechazable. Los valores se defienden desde la perspectiva del sujeto trascendental (p. 207). Pero eso no le parece suficiente a Rawls, quien propugna "desligar la fuerza y el contenido de la doctrina de Kant de sus orígenes en el idealismo trascendental y reformularlos dentro de los cánones de un empirismo razonable." (p. 219)

Frente a esa actitud del liberalismo, los comunitaristas "sostienen que no podemos justificar ninguna disposición política sin hacer referencia a unos propósitos y unos fines comunes, y que tampoco podemos concebirnos a nosotros mismos sin hacer referencia a nuestro papel como ciudadanos, como participantes en una vida común." (p. 209). A la crítica obvia de que esta actitud justifica una sumisión del hombre al Estado, un estatalismo, Sandel advierte que los comunitaristas deben no caer en peligro del chauvinismo pero que "sugerir que la solidaridad es un camino casi seguro hacia el estatalismo es una caricatura de tremendas proporciones." (p.244)

Sin embargo, se me ocurre que las críticas al comunitarismo y a la crítica comunitarista al liberalismo son de otra condicion. En primer lugar no me parece aceptable decir que el sujeto trascendental no es compatible con la concepción liberal del neutralismo valorativo ya que ese sujeto empieza por reconocer que, como todos los valores son subjetivos, los suyos también y que precisamente el debate consiste en que cada cual defiende los valores subjetivos que profesa. Luego la comunidad decide. En segundo lugar entiendo que la reducción de la persona al producto de la comunidad (por decirlo con algo de rudeza) presupone que nunca haya antagonismo o enfrentamiento entre la comunidad y sus miembros, negando a estos la posibilidad de enfrentarse a ella. Muchas veces hay una comunidad territorial, histórica si se quiere, que no va acompañada de comunidad personal o de conciencia de comunidad personal. La teoría no da cuenta de los que se desvinculan de su comunidad, de los que niegan que ésta tenga algún valor y, si lo tiene, niegan que vaya con ellos.

Por lo demás exageraciones hay en todas partes porque si exageración es, según Sandel, tildar de estatismo las concepciones comunitaristas, cabe preguntarse qué será la afirmación que Sandel atribuye a los comunitaristas y comparte con ellos de que "la intolerancia florece con más fuerza allí donde los modos de vida están desubicados, donde las raíces son poco firmes y donde se anulan las tradiciones," llegando a insinuar que el relativismo liberal tiene que ver con el totalitarismo. (p. 212) Un tipo de discurso que, con todos mis respetos, recuerda bastante a las tonterías periódicas de los Papas, advirtiendo de la depravación de las costumbres modernas y del vicio del relativismo moral, frente al cual también nos previene la papisa de la Comunidad de Madrid, señora Aguirre, universalmente conocida por su fuerte fibra moral.

La conclusión de Sandel es lúcida a la par que algo amargada. Sostiene nuestro hombre que la filosofía moral y política de nuestro tiempo cuyo exponente principal es Rawls y cuya tradición venerada es Kant presenta tres hechos sorprendentes: 1º) la doctrina goza de un poderoso atractivo filosófico; 2º) con todo, la pretendida prioridad de lo "correcto" sobre lo "bueno" es insostenible; y 3º) a pesar de su fracaso es la doctrina conforme a la cual vivimos hoy día. (pp. 214-215). No parece pasársele por la cabeza a Sandel que, si es la doctrina conforme a la cual vivimos hoy día a lo mejor es porque no ha fracasado. Entre otras cosas no me parece que lo que él apunta como alternativa válida al liberalismo sea tal porque se me antoja una concepción colectivista con una clara deriva gregaria, orgánica que me da muy mala espina. Sandel se pregunta si podemos concebirnos realmente como sujetos independientes en cuanto que nuestra identidad no esté ligada a nuestras metas y vínculos y se responde ominosamente a mi juicio: "no creo que podamos; al menos, no sin que ello comporte un coste para aquellas lealtades y convicciones cuya fuerza moral consiste, en parte, en que vivir conforme a ellas es inseparable de entendernos a nosotros mismos como las personas particulares que somos como miembros de una familia, una comunidad, una nación o un pueblo, como portadores de su historia, como ciudadanos de esta o de aquella república." (pp. 226-227) Lo dicho, la Gemeinschaft de Ferdinand Tönnies, la comunidad del corazón, la ley de la sangre.

Más adelante, en el capítulo de análisis del Liberalismo político rawlsiano, Sandel corrige el tiro y responde a la crítica del estatismo afirmando que el comunitarismo no consiste en sostener que los derechos descansen sobre los valores y preferencias de una sociedad sino en preguntarse si cabe identificar y justificar esos derechos de forma que no presuponga una concepción previa y particular del bien. (p. 283). Además "quienes han criticado la prioridad de lo correcto se han opuesto a la idea de que seamos capaces de dar sentido a nuestras obligaciones morales y políticas en términos puramente voluntaristas o contractuales" O sea, la Gesellschaft del viejo Tönnies a su vez a la que se priva (arbitrariamente a mi ver) de toda capacidad de generar consensos que fundamenten formas de vida.

No me parece que el comunitarismo sea un paso adelante en relación con el liberalismo rawlsiano; antes bien, creo que es un intento de contraponer a éste el valor de las oscuras pulsiones de lo colectivo que además se arroga el derecho a zanjar las cuestiones sobre el bien y el mal forzando de paso el juicio individual. Por lo demás, ¿qué tipo de crítica es esa que reprocha al sujeto autónomo la incapacidad para defender sus opciones mediante un debate substantivo sobre principios morales objetivos cuando el propio crítico tiene que reconocer que estos sólo pueden establecerse mediante convención o acuerdo?

El último capítulo (En qué se equivoca el comunitarismo) pretende marcar las distancias tantas veces señaladas con el comunitarismo pero es un trabajo bastante encomiástico de la situación tal cual es en la doctrina, matizando luego lo que se le antoja un error de la corriente (y el único que yo haya podido apreciar), en concreto que el comunitarismo se equivoca al no ver que hay diferencias en la valía moral de las distintas comunidades. (p. 338)