dimecres, 8 d’octubre del 2008

Por las mujeres.

El "Club de las veinticinco", una asociación de mujeres feministas a la que pertenece mi cuñada, Mabel Redondo, razón por la cual estoy metido en la historia, otorgó ayer unos premios anuales a personas que durante el año se hayan destacado por merecimientos personales en su profesión o por haber adelantado la causa de los derechos humanos en el mundo o ambas cosas a la vez. Las premiadas a las que puede verse en la foto arriba en el estrado fueron: María Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional; Amelia Valcárcel, filósofa y consejera de Estado; Icíar Bollaín, directora de cine; Gloria Company, fundadora de ACAF, una ONG que ayuda a mujeres afganas que se automutilan para impedir los malos tratos y Leyli Kamgar, en representación de las mujeres afganas; Vivi Ruano y Anabel Medina, tenistas; Aminattou Haidar, mujer saharaui, representante de la lucha pacífica de su pueblo; y Norma Cruz, fundadora de Sobrevivientes, una asociación altruista que lucha contra la violencia de género en Guatemala, el país donde más mujeres mueren a causa de este tipo de violencia. Las "25" tambén premiaron a Francisco Ayala pero el escritor no pudo asistir al acto por estar ligeramente indispuesto, cosa que a sus ciento dos o ciento tres años debe tomarse muy en serio.

En la fila de abajo, al pie del estrado, algunas de las personas asistentes a la cena que hicieron entrega de los premios. Se distingue a Ian Gibson y Carmen Romero pero también lo hicieron Margarita Robles, Leire Pajín, Mayte Carrasco, María Escario y Amalia Sánchez Sampedro.

Por último, en el primerísimo plano de la instantánea se aprecia la presencia de María Antonia Iglesias y un trozo de Santiago Carrillo, otro que va para centenario y sin dejar de fumar. Este hombre ha vivido buena parte de su vida contra corriente y, ahora que todo el mundo ha dejado el vicio y fumar no está bien visto, él no ha parado de hacerlo.

El premio es artístico y simbólico a la vez pues consiste en un lindo abanico diseñado y pintado a mano por Ouka-Leele. Por cierto que, signo de los tiempos, la mayoría de las premiadas no sabe cómo manejarlo. Amelia Valcárcel debía de creer que era una especie de tirachinas.

Presentó el acto Karmele Marchante con un alegato encendidamente feminista y una rotunda defensa del aborto como derecho de la mujer. A menos de cuatro metros el señor Anson escuchaba atentamente y no dio muestras de malestar.

Quienes conocen el natural huraño y hosco de Palinuro saben que no le resulta fácil acudir a este tipo de actos con cena en el Palace y un ambiente liviano y festivo que los dioses confundan. Pero al tratarse de tan noble causa, ser tan claros los merecimientos de las premiadas y tan loables los esfuerzos de Mabel porque todo discurriera agradablemente y según lo previsto, hizo una excepción en su propósito de mantenerse al margen de la vida social, aunque luego estuvo refunfuñando en el camino de vuelta a casa. Sobre todo cuando descubrió que la grúa se le había llevado el coche por tenerlo mal estacionado... ¡a la base de Barajas! a dónde tendrá que ir a rescatarlo hoy porque la tal base no abre por las noches. Rediez.