diumenge, 5 d’octubre del 2008

Vicky Cristina Barcelona.

Si no llega a ser porque en el título aparece Barcelona, no hubiera ido a ver la película porque no me gustan las de Woody Allen. Lo digo en serio; no pretendo sentar plaza de original ni de misántropo, ya que parece que le gustan a todo el mundo. Nada de eso. En general no me gustan las películas de Woody Allen porque me parecen historias sin interés con toda esa amalgama del héroe-antihéroe para hablar al "hombre medio", el listen little man con el que obviamente se identifican millones de individuos. Todas esas neurosis del hombre anodino y las relaciones humanas basadas en los comadreos me atacan los nervios.

Y efectivamente hubiera hecho mejor no yendo a verla por mucha Barcelona que haya en el título. Me pareció una historia trivial a la par que inverosímil y artificiosa. Esos expatriados gringos en Barcelona semejan una élite colonial. De la persona de Vicky que está haciendo una tesis sobre la identidad catalana pero no habla una palabra de catalán, ni siquiera de español, es mejor callar. Como del joven pintor de éxito que viaja a Oviedo en una avioneta que le presta un amigo y se desplaza por la ciudad condal en descapotable rojo cuya marca no aprecié pero podía ser un Aston Martin.

Esto del descapotable me lleva a un aspecto que me parece evidente en la película: que recuerda a Vacaciones en Roma como a cualquier otra película que pretenda ensalzar una ciudad. Uno se queda pensando si el señor Allen no ha rodado una especie de publicidad de las ciudades de Barcelona y Oviedo. Desde el punto de vista del fomento del turismo probablemente estará muy bien pero la imagen que presenta de ambas ciudades es un poco de risa.

En cuanto a la historia de la temperamental Penélope Cruz, la tempestuosa relación con Juan Antonio, la aventura veraniega de las dos gringas en busca de su verdadero ser y el contraste entre la vida bohemia de los creadores artísticos y la superficialidad, convencionalismo e hipocresía de los matrimonios burgueses está más vista que la Cibeles. Por cierto en esta relación tan apasionada como extraña suena un eco de Jules et Jim, incluida la narración en off y en algún plano en concreto, por ejemplo, el paseo de Cristina, Maria Elena y Juan Antonio en bici, más que un eco.

A todo esto no estoy diciendo nada de los actores. Están todos fabulosos, Bardem, Cruz, Johanson, fabulosos. Y es muy de notar que, con la cantidad de veces que follan, no haya desnudos. El problema no son los actores, el problema es el guión y la historia o la falta de historia.

(La imagen es una foto de MorBCN, bajo licencia de Creative Commons).