diumenge, 9 d’octubre del 2011

Què volen aquesta gent?

No traen programa, no especifican las medidas que van a tomar, no dicen cuáles son sus intenciones, no adelantan sus propósitos, no dejan ver sus planes... pero quieren gobernar. Y quieren hacerlo con mayoría absoluta para tener las manos libres. Lo dijo Aznar en su intervención. No empleó el término "absoluta" porque los asesores le han dicho que suena mal y mete miedo pues tiene tufo a "totalitario". Pero pidió un "amplio respaldo", que viene a ser lo mismo. Teniendo en cuenta que el PP controla casi todas las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos, está claro que una mayoría absoluta tendría el valor de una mayoría absolutísima, asfixiante.

Y què volen aquesta gent?

Mejor o peor, Palinuro lo expuso en su entrada de ayer, a la que se remite. Aquí bastará con hacer una breve recapitulación.

Què volen aquesta gent?

Una involución. Por eso no exponen su programa

Quieren terminar de desmantelar el Estado del bienestar; privatizar los servicios públicos; descargar el peso de la crisis (más) sobre los desfavorecidos; reducir las competencias autonómicas y recentralizar el estado; eliminar derechos de las minorías; restringir el control de la natalidad; suprimir la independencia de los medios públicos de comunicación, convirtiéndolos en máquinas de propaganda; seguir desregulando y legislando a favor del capitalismo especulativo, de casino. Quieren más Gürteles; reimplantar el control previo de inconstitucionalidad para maniatar el Parlamento; endurecer el Código Penal y el régimen penitenciario. Quieren dar a la democracia española una impronta autoritaria.

El 20-N empezará el cambio hacia el pasado; cuanto más lejano, mejor.

Eso es lo que volen aquesta gent.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

El valor de la independencia.

Hace unos días, paseando por la red, fui a dar al magnífico blog de Manuel Saco Fuego amigo en el que varios sáquidas, en sus comentarios, debatían sobre un artículo de Palinuro de aquellos momentos. De pronto, un (o una) forero/a, de nick Carmen54 pensó zanjar el asunto del siguiente lapidario modo: Cotarelo es un intelectual muy bien situado en la onda PSOE, así es que lógicamente todo lo que escribe es para arrimar el ascua a su sardina y eso es lo que hace en este tema, igual que en otros. Con todo mi respeto por supuesto.

Es una muestra de manual del argumento ad hominem más ramplón. No sé quién será Carmen54 y, por ende, ignoro si, a su vez, me conoce o no para emitir ese juicio. Parece obvio que no, ya que si me conociera, sabría que no estoy instalado "en la onda" de partido alguno, cómoda ni incómodamente, que no milito ni he militado jamás en el PSOE y que éste nunca me ha distinguido con deferencia alguna del tipo que sea; y hace bien. Por supuesto, es el partido al que voto, en uso de mi derecho, porque suele ser el que más me convence. ¿Quiere decir Carmen54 que votar por un partido obnubila el juicio, lleva la supuesta sardina a la consabida ascua y, por tanto, como se desprende de su (con todo respeto) inepta observación invalida el razonamiento que se esté haciendo?

Estoy acostumbrado a este tipo de descalificaciones que, además, suelen provenir de gente que milita en partidos de izquierda o de derecha y a la que, en cambio, parece que su militancia no invalida su juicio. Pero no sé si será el caso de Carmen54 y además, es irrelevante.

Porque es increíble que pueda decirse algo así. Pero también lo entiendo. El personal normalmente partidista (y por lo general estridente) no soporta habérselas con gente a la que no puede encasillar, que tiene independencia de juicio. Sobre todo, no soporta que ese juicio no coincida con el suyo. Y, a falta de mejores argumentos, trata de deslegitimarlo proyectando sobre el otro la miseria de la propia sumisión.

Pues, no, Carmen54, no estoy cómodamente instalado en la onda de nadie, sino que mi juicio es mío, independiente, como se demuestra leyendo lo que escribe mi doble, Palinuro. La independencia es otro nombre de la libertad, muy querida para Palinuro, dispuesto a defenderla contra todas las Cármenes54 del mundo.

(La imagen es un cuadro de Franz Marc de 1910, titulado caballo en un paisaje).

dissabte, 8 d’octubre del 2011

El no programa de la no convención

Igual que la Alicia de Lewis Carroll descubre que está de no cumpleaños, el PP celebra su no convención porque una convención a escasas fechas de unas elecciones de la que no sale un programa electoral con una batería concreta de medidas propuestas a consideración de los ciudadanos es una no convención. La derecha sustituye el programa por un aluvión de encendidos discursos, muchos de ellos soflamas en contra del gobierno, del socialismo, de la izquierda y de los indignados, por ese orden. El jueves fue Aznar con su estilo agresivo, bronco, como de perdonavidas. Ayer, María Dolores Cospedal que también es brigada de choque. Estuvo ocurrente al llamar Vicezapatero a Rubalcaba y se puso flamígera al decir que la ley de la gravedad socialista (todo puede hundirse más) es una ley inmutable, perpetua, que carece límites en la naturaleza. Claro que alguien podría responderle que ella es una subrajoy y que esa ley inmutable, perpetua, sólo puede ser la ley divina, de la que ella sabe mucho.

Que el PP no exhiba el programa, sin embargo, no quiere decir que no lo tenga sino que no cree conveniente airearlo. Pero de lo que sus dirigentes dicen aquí y allí, Aznar, González Pons, Trillo, su fundación FAES, sus ideólogos, se puede deducir qué medidas tomará una vez en el poder, del que tiene un mono de casi ocho años. Esas medidas vienen en tres bloques:

A. Desmantelar el Estado del bienestar. Lo llaman "conservar el bienestar con sacrificios", el primero de los cuales es prescindir del bienestar a base de reducir el Estado y lo público, disminuir la función pública, reducir la parte que corresponde a los salarios en la renta nacional, bajar los impuestos a las empresas y los pudientes en general, subírselos a los demás vía impuestos indirectos, privatizar la sanidad, privatizar también la educación y todos los servicios públicos con los que pueda hacerse negocio, suprimir las prestaciones sociales por eso de que hemos vivido "por encima de nuestras posibilidades.

Brevísima digresión: ¿cómo estarán viviendo esos directivos de las cajas arruinadas para vivir "por encima de sus posibilidades" con pensiones de millones de euros? ¿Qué sistema es este, cuál es su racionalidad, que premia la incompetencia? ¿Cómo se puede decir a la gente, a los mileuristas, los precarios, los parados, los dependientes, los jubilados del montón que "vivimos por encima de nuestras posibilidades" cuando los apandadores esquilman a mansalva?

B. Libertades, derechos, democracia. La Ley electoral se queda como está o se hace más injusta a base, por ejemplo, de reducir el número de diputados, de los elegidos proporcionalmente. Quiere la derecha restablecer el recurso previo de inconstitucionalidad para dar a la minoría parlamentaria una especie de derecho de veto sobre las decisiones de la mayoría y dejar que decida el Tribunal Constitucional, que es un órgano no electo por elección directa sino por combinaciones parlamentarias en las que la minoría sigue teniendo derecho de veto. Quiere igualmente abolir la ley del aborto, la de los matrimonios homosexuales (ambas recurridas), restringir las posibilidades de control de la natalidad, favorecer en todos los terrenos la iglesia católica, supeditarle de hecho el Estado, paralizar la Ley de la Memoria Histórica, establecer la cadena perpetua, endurecer el código penal y convertir los medios de comunicación públicos en máquinas de agitación y propaganda. O sea, un Estado autoritario basado en la policía y las cárceles, legitimado por la propaganda y protegido por la censura.

C. La práctica. La política del PP en los últimos cuatro años ha consistido en minar la posición internacional de España, desacreditándola, dudando de su capacidad para cumplir sus compromisos y ridiculizando su gobierno. En el interior, atacando sistemáticamente la política antiterrorista oficial, escenificando una división de las fuerzas democráticas que sólo puede debilitar el gobierno. Por último la derecha rehuirá cuanto pueda los debates televisados entre candidatos, sobre todo los que enfrenten a los dos de los partidos mayoritarios.

Es complicado defender en público un no programa. Mucho más que celebrar un no cumpleaños.

divendres, 7 d’octubre del 2011

Convención del PP: Aznar.

Las diferencias entre el PSOE y el PP en el modo de encarar estas elecciones son abismales. El primero ha organizado su conferencia en Madrid, punto equidistante de las Españas y centro de ese país imaginario en el que gobierna puesto que la totalidad del territorio real está bajo administración ajena excepto Andalucía. Por eso puso a Griñán a presidir el acto. La convención del PP, en cambio, se abre en Andalucía, último bastión socialista que los conservadores se disponen a asaltar.

El PSOE elaboró un discurso positivo, con proyectos y propuestas para nutrir el programa electoral, casi sin referencias al PP. Éste en cambio, ha arrancado en negativo, con un ataque en toda la línea al PSOE y con muy escasas propuestas y éstas confusas e indeterminadas, como qué hacer con la ley del aborto que no se sabe si la derogarán o no. Por no hablar de la estructural indeterminación de Rajoy que anuncia por enésima vez que sabe cómo salir de la crisis, pero no lo especifica. Reconoce, sin embargo, que nadie tiene una varita mágica (portentoso concepto de la ciencia económica) lo que, en román paladino, quiere decir que no tiene ni idea. Por lo demás, como todo el mundo.

Hasta en las cuestiones de imagen hay diferencias llamativas. Los oradores del PSOE -Felipe, Zapatero, Rubalcaba, etc- iban lo que se llama de sport, sin corbata ni traje. Los del PP, rigurosamente trajeados y encorbatados todos ellos, a pesar del calor que hacía. Hata las mangas de camisa de Aznar recordaban que se había quitado la chaqueta para mejor fajarse con su adversario ausente. La derecha bien vestida frente a la izquierda de trapillo. Mensaje: nosotros vamos en serio, mientras que estos están de picnic.

Aznar no ha perdido nada de su agresividad; al contrario, la ha reforzado. Su ataque al gobierno ha sido más duro que de costumbre, encuadrado en una visión que ha formulado con un oxímoron: la revolución de la normalidad. Esto de la "normalidad" (que define por contrario al gobierno como "anormal") recuerda mucho la imagen que le acuñaron cuando era candidato a su vez a la presidencia en los noventa. Aznar era entonces el hombre normal frente a otro tipo de "anormalidad", el hiperliderazgo de Felipe. Luego se ha comprobado que Aznar es cualquier cosa menos "normal" en el sentido "normal" del término. Y es él quien define la "normalidad" llamándola revolución, cosa que tiene gracia pues prueba que este último concepto es un referente hasta para quien la detesta.

La definición aznarina de "normalidad" incluye lugares comunes que el PP no practica; por ejemplo "respetar las instituciones". Basta recordar el comportamiento de la derecha con la renovación del Tribunal Constitucional, sus reacciones ante las decisiones judiciales que no le agradan, el trabajo de los cuerpos se seguridad del Estado o el funcionamiento de las radiotelevisiones públicas. Incluye también ataques a leyes o proyectos legislativos en función de concepciones morales partidistas. Por ejemplo, sostiene el expresidente que lo normal es respetar la historia de tu país pero resulta que esa historia es la que quiere imponer el Diccionario Biográfico Nacional para el que Franco no era un dictador, sino un gobernante autoritario.

La negatividad del discurso de la derecha llega al paroxismo al acusar a gobierno de "suplicar" a ETA que se disuelva y de permitir que los terroristas estén sentados en las instituciones. Esta especie de abandono o cobardía se explica porque el gobierno es "frívolo" y "extremista". Algo de frívolo tiene, como todos los gobiernos, empezando por los del PP. ¿O es que la mantilla y la peineta de Cospedal en el corpus iban por la senda de las fundaciones teresianas? Pero llamar "extremista" al gobierno de Zapatero es muy preocupante porque este calificativo sí que dibuja claramente el alcance de la "normalidad" aznarina: la normalidad autoritaria.

Frente a este ataque del PP en todos los frentes, el PSOE -al que los periodistas creativos de la derecha pretenden enredar en una contragürtel- responde en ese tono moderado que sus mismos partidarios consideran apocado. Hablando de la lucha antiterrorista Hernando pide a Aznar que no crispe. Pedir a Aznar que no crispe sí que es pedir peras al olmo o cotufas en el golfo, como se decía antaño. No sabe hacer otra cosa.

(La imagen es una captura del vídeo de Público, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 6 d’octubre del 2011

La farsa del poder y el poder de la farsa.

Hace unos días se celebró en la capital del Reino uno de esos actos de boato y relumbrón que dan la medida de la altura intelectual y moral de nuestro tiempo y nuestro país. Se presentaba el último libro de Pedro J. Ramírez, una obra que, al parecer versa sobre los agitados y decisivos meses que van desde la ejecución de Luis XVI el 22 de enero de 1793 (el dos de pluvioso del año I de la Revolución francesa) hasta el reinado del terror del Comité de Salud Pública con la derrota de los girondinos a manos de los montagnards del 27 de mayo al 2 de junio de 1793 (8 al 14 de pradial del mismo año I). Según se dice es un ensayo de historia al tiempo que una especie de fábula sobre los peligros de la democracia a manos de las turbas radicalizadas, que dan un golpe de Estado e imponen un régimen tiránico. Una metáfora acerca de la amenaza que suponen los indignados (esa chusma de extrema izquierda, al decir de Aznar) para el funcionamiento de la democracia representativa española.

Pero lo importante del acto no reside en el contenido de la obra, que ya habrá tiempo de comentar, sino en la versallesca dinámica de grupo que se organizó en estos momentos de presumibles cambios en las relaciones de poder y la necesidad de la caterva de aduladores y tiralevitas de ocupar buenas posiciones de salida para la nueva época y los nuevos repartos de prebendas, cargos e influencias.

Que el libro no debe de tener mucho que ver con la historia lo atestigua la presencia en la mesa del Director de la real Academia de la materia, Gonzalo Anes, principal responsable de la edición de un Diccionario Biográfico Nacional a imitación del correspondiente de Oxford de 1885 (reeditado y actualizado en 2004) y en el que entre otras prestidigitaciones se oculta que Franco fue un dictador que es justamente lo único que fue.

Si la capacidad del historiador sobrevenido se acerca a la que muestra para manipular la realidad presente como adalid del periodismo amarillo, probablemente de la Revolución francesa quedará poco en el texto. Pero este asunto es aquí indiferente (hasta es posible que el libro esté bien) porque es esa posición de jefatura de la prensa amarilla la que, gracias al papanatismo y la ramplonería de nuestro país, sitúa al autor en una posición de poder que bastantes envidian, muchos temen y casi todos adulan con el espinazo doblado.

Al acto de glorificación del director de El Mundo acudió una nutrida representación del establecimiento político y económico, signo inequívoco del poder mundano. Pedro J. manda mucho y todos le rinden pleitesía. Es cierto que no asistieron historiadores de verdad ni intelectuales, salvo que se considere tales a los paniaguados que el presentado tiene a sueldo en su periódico, quienes se hicieron lenguas del escrito en un país en el que hablar bien de un libro de alguien que no esté muerto se entiende normalmente como un acto de adulación. Y normalmente lo es.

También asistieron Rajoy, Aguirre, Cospedal y la plana mayor del PP, así como Rodríguez Zapatero. Lo dijo emocionado José Bono, ese indescriptible político de la derecha socialista más beata en encendidos trémolos de admiración: que la presencia del jefe del gobierno ya en funciones y el jefe del gobierno in pectore demuestra el poder de Pedro J. Menudo ditirambo de cantamañanas. Sólo le faltó añadir -y no por falta de ganas, sino de imaginación- que el homenajeado había conseguido lo mismo que el Papa, esto es, que los dos políticos más importantes del país se prosternasen ante sus borceguíes rojos.

El poder, ese atributo ante el que se rinden los bonos del lugar. El poder desnudo, crudo, sin preguntar por su legitimidad y su autoridad moral, el poder sin más, la fuerza. Ese poder fáctico que emborracha de tal modo a quien lo ostenta que acaba creyendo que sus fantasías y deseos son realidades. Ramírez piensa que es a él, a su persona y sus méritos a quien rinden pleitesía embajadores, banqueros, ministros y cortesanos, sin percatarse de que se la rendirían por igual a otro Ramírez, Pérez o Fernández que tuviera la misma falta de escrúpulos de valerse de un medio de comunicación para ensalzar su figura, favorecer sus intereses y ajustar cuentas con sus enemigos. Es una confusión intencionada entre el temor que su carácter agresivo y rencoroso inspira y un reconocimiento intelectual inane porque quienes lo prestan tienen menos valía que el que los recibe. Cosa que saben todos, pues necios no son. Pero escenifican la farsa entre luces, flashes y sonrisas porque es la farsa del poder.

Que al acto acudieran Rajoy y los suyos es lógico dado que representan una opción política que necesita el apoyo de los medios que controla el autor de la obra. Que también lo hiciera Zapatero, supuesto representante de una mentalidad progresista (de la que suelen hacer irrisión todos los allí presentes, empezando por Ramírez), abierta, democrática y tolerante no lo es y sólo se entiende como muestra de desorientación moral quizá producida por el fin de su mandato. De probar lo absurdo de la presencia de Zapatero en esa cuchipanda de ruedo ibérico se encargó el propio Ramírez por partida doble, la teórica y la práctica. En lo teórico alabó la categoría de Zapatero que, a diferencia de quienes sólo acuden a sus propios actos sectarios, es capaz de acudir a los actos sectarios de los demás. En lo práctico, al entonar estas alabanzas el director de El Mundo ya sabía que su periódico estaba a punto de iniciar una de esas campañas amarillas contra el gobierno, en concreto el ministro de Fomento, Blanco, a base de las acostumbradas acusaciones sin pruebas procedentes en este caso de un empresario procesado por supuestos delitos y que, probablemente, las usa como estrategia de defensa. Es decir, el presidente queda cornudo y apaleado si bien con una sonrisa que deja a sus electores preguntándose en qué estarían pensando cuando votaron por alguien así.

La humillación ante el poder es un círculo que produce pingües frutos a quienes la practican. El propio Ramírez, husmeando la próxima victoria de Rajoy, de quien hacía chistes no ha mucho, había anunciado su disposición a acudir en socorro del seguro vencedor; él y la opinión pública, de la que se piensa señor merced al uso que hace de sus medios. Un bonito carrusel de recíprocas reverencias en el que el director tira de la levita al presidente in pectore y éste al director. Algo así como aquellos grupos de saintsimonianos que sólo podían abotonarse sus mandiles por detrás, para lo cual precisaban formar un círculo, con lo que ilustraban que todos necesitaban de todos. El periodista del político y el político del periodista.

Esta farsa del poder no se limita a El Mundo. Unos días antes, Cebrián, otro poderoso con su correspondiente claque de tiralevitas en El País, dispuestos a afirmar que el académico es un genio de las letras y un figura del pensamiento, había descubierto que Rajoy sí entiende bien el valor de Prisa, el mismo Rajoy que formaba parte del gobierno que en 1996 intentó meterlo en la cárcel junto al difunto Polanco. El poder rendido ante el poder es como las aguas del Leteo: hace olvidarlo todo en nombre de la conveniencia, incluida la dignidad, convertida en abyección ante los de arriba y soberbia con los de abajo. Democracia en estado puro.

(La imagen es una reproducción del cuadro del pintor "africanista" Lucien Jorez, titulado El discurso).

dimecres, 5 d’octubre del 2011

Lo que viene: xenofobia, racismo y machismo.

En épocas de crisis no solamente se hunden los valores bursátiles; también lo hacen los morales. Mientras que el primero es causa de ruina de muchos, de estrecheces y penuria, el segundo es aun más grave porque mina el fundamento de un orden civilizado de convivencia, propio de una sociedad abierta. Esta lo es porque tiene capacidad para integrar el pluralismo y la multiculturalidad, signos de nuestro tiempo. La crisis económica puede llevar a los sectores sociales que más la padecen a buscar un chivo expiatorio y suelen encontrarlo en otros grupos más débiles, más desprotegidos, los inmigrantes. Es el caldo de cultivo en que florecen los demagogos, que surgen normalmente en la derecha, aunque también se den a veces en la izquierda.

El ultrarreaccionario dirigente catalán, Josep Anglada, pronunció el otro día un discurso incendiario en plena plaza pública, definiendo su partido como la resistencia secular contra la invasión musulmana y llamando, de paso, ratas de cloaca a los indignados del 15-M. Es un lenguaje típicamente populista con dejes de fascismo que trata de dinamitar la convivencia entre comunidades, que genera violencia y por eso se pronuncia ante auditorios de matones cabezas rapadas que cualquier día de estos pueden cometer una barbaridad.

Arrinconarlo en la extrema derecha no mitiga el carácter corrosivo del discurso de Anglada que prende en lo que se presumía era la derecha civilizada. Ejemplo el oficialmente moderado Durán i Lleida que también se ha subido al carro de los prejuicios en contra de la inmigración de la que dice que hay más de la que debiera haber. Es un propósito profundamente injusto en un terreno filosófico pues presupone que las gentes somos dueñas de los territorios, como si fueran masías y que podemos negar el derecho de libre circulación de las personas. No es seguro, sin embargo, que Durán entienda esta objeción. Sí entenderá, es de suponer, otra de carácter religioso (ya que se trata de una político demócrata-cristiano) según la cual impedir la inmigración, incluso expulsar a los inmigrantes, son actos nada caritativos con el prójimo, concepto esencial en el evangelio que Durán dice profesar.

Más llamativa es la injusticia, para entendernos, económica. Los inmigrantes llegaron cuando el desarrollo del capitalismo español exigía mano de obra para los trabajos que los nativos no querían realizar. Por entonces había pocas proclamas xenófobas (siempre hay irreductibles) y se escuchaban pocos discursos en contra de la inmigración. Amaneció la crisis y quienes habían venido a ocupar los puestos de trabajo que nadie quería pasaron a ser los que venían a robarnos los puestos de trabajo. Es tan injusto que da vergüenza. Y que esa injusticia la abone un político cristiano demuestra que hay derechas e izquierdas hasta en la religión.

Todavía más injusto es que el rechazo a la inmigración se haga confundiendo alevosamente los efectos con las causas. Dice Durán que la presencia de los inmigrantes hace bajar el valor de los inmuebles de la zona y que la asistencia de sus hijos a las escuelas degrada la enseñanza. Ambas cosas son ciertas, como todo el mundo sabe. Pero la culpa no es de los inmigrantes sino de unas autoridades que no aplican políticas públicas de vivienda y educación dentro de las pautas morales de integración y convivencia de nuestra sociedad.

Y la injusticia se hace ya sangrante cuando se recuerda que Durán pertenece a un partido de gobierno de la Generalitat cuyos recortes en políticas sociales no sólo no resuelven aquel problema sino que lo agravan.

Junto a la xenofobia, el racismo. Según Artur Mas, hay sevillanos y gallegos a los que no se entiende cuando hablan castellano o español. Es una observación que podríamos llamar de racismo tónico. El concepto de raza, como casi todos los biológicos, se falsea al aplicarlo al campo social y, si se trata del que pudiera emplearse para distinguir a catalanes, gallegos y andaluces, como se ve, sólo puede justificarse en el acento con el que se habla una lengua común. Hablar de ininteligibilidad de unos u otros acentos es una forma de llamar bárbaros a quienes "no se entiende". No es que Mas no los entienda sino que no se les entiende; que no son inteligibles objetivamente hablando; es decir, como buenos bárbaros, son inferiores.

Avanza igualmente a todo trapo el machismo que, por cierto, también es una forma de racismo: hombre superior y mujer inferior. Como hay ley superior y ley inferior. Será por ese aspecto jurídico por lo que el juez Del Olmo, de la Audiencia de Murcia, acaba de exonerar prácticamente a un hombre acusado de decir a su hijo que verá a su madre en una caja de pino en el cementerio, tras recomendarla que camine "como las zorras", mirando hacia atrás y hacia delante. De inmediato la portavoz del Consejo General del Poder Judicial ha asegurado que comprende que se reaccione con estupor ante la sentencia y, desde luego, que se la critique.

Algo más que criticable; la sentencia es injusta porque implica que no se consideran delito las amenazas de muerte. El juez del Olmo acumula ya una larga historia de exculpaciones y revocaciones a hombres condenados por violencia de género por sostener que, para que la Ley que agrava las penas pueda aplicarse es necesario que se pruebe antes la voluntad de dominación machista. Basa ese criterio an la jurisprudencia del Tribunal Supremo que así lo exige. El problema es que esa voluntad ya está en las relaciones matrimoniales ordinarias que son machistas por tradición y, al pedir que se pruebe de forma especial, lo que se está diciendo es que, para castigar por injurias, violencia o amenazas de hombres contra sus parejas es necesario que haya reiteración. Y eso es precisamente machismo.

Xenofobia, racismo, machismo, tres delitos que, si nos descuidamos, pueden volver a ser virtudes.

(La imagen es una foto de josepaulinog, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 4 d’octubre del 2011

La iconografía de la derecha.

El otro día, el diario La Razón, publicaba esta interesante portada. Al estar ocupado con la Conferencia Política del PSOE, Palinuro no tuvo tiempo de comentarla como sin duda merece. Y lo merece porque es un compendio simbólico de las más puras esencias conservadoras que quedan retratadas en ella como en un test de psicología.

La Razón es un periódico reciamente de derechas, militante, combativo con la izquierda, sobre todo la que gobierna. Es también un medio vaticanista ya que distribuye todos los domingos el correspondiente ejemplar de L'Osservatore romano, el órgano de prensa del Vaticano. Siguiendo el ejemplo de su hermano el ABC, un caso único en la prensa europea por su formato, emplea las portadas como editoriales gráficos con una fuerte carga ideológica que transmiten mensajes manifiestos y también, por ser obras humanas -aunque lleven inspiración divina- mensajes latentes, muchas veces subconscientes que son tan significativos como los otros.

En este caso, tomando pie en un anuncio de Rajoy de que, si gana las elecciones, beneficiará con tres mil euros a los autónomos que contraten a su primer trabajador, La Razón lanzó los estandartes al viento y confeccionó esta imagen que quiere mostrar nada menos que el futuro de España de una sola ojeada. La foto está obviamente preparada quizá por el propio periódico o por el gabinete de comunicación del PP o por los dos y, desde luego, tiene las bendiciones de ambos.

El exterior es la terraza de un edificio (parece que la sede del PP en Génova) que es el modo más rápido de decirnos que con Rajoy llegaremos a lo más alto. No hay un solo árbol, ni una pizca de verde, no hay agua, ni nubes, ni niños, ni animales. Todo es artificial. El presidente del PP aparece especialmente bien trajeado en el centro de una composición de personas pero de talla superior a ellas a las que la perspectiva empequeñece. Este truco es elemental en la hagiografía del culto a la personalidad, pero siempre muy eficaz. Nuestro jefe, nuestro guía, es un hombre de talla superior, sobrehumana. Rajoy. El centro simbólico de la composición, justo al lado del punto de fuga. El líder no está haciendo nada, no lleva objeto alguno, no señala nada; no le hace falta. Le basta con ser y estar: cuando llegue Rajoy, su sola presencia organizará las fuerzas productivas en torno suyo. El futuro de España.

Esas fuerzas productivas son cuatro varones y una mujer, proporción que traduce la importancia real que la derecha concede a las mujeres y su ánimo por luchar en favor de la igualdad de sexos. De los cuatro varones, todos de traje pero no tan impecables como el jefe, tres portan objetos que apuntan a industrias punteras, avanzadas, del conocimiento, una bobina de datos, una maqueta de avión y una "tableta" de apple. El cuarto debe de ser un broker o un promotor inmobiliario. Los fajos de billetes no se le ven, pero se le adivinan.

Lo más característico, desde luego, la mujer. Su atuendo tiene un toque oriental pero es sumamente recatado, que no es cosa de incurrir en lascivia. Porta un bizcocho que remite de inmediato a la actividad culinaria o, todo lo más, hostelera. Ese es el lugar apropiado de las mujeres del futuro: la cocina. O quizá sea la famosa "niña" de Rajoy, que ha crecido. En todo caso, como intento de dar a la imagen una pincelada femenina (no feminista, por favor) es un fracaso. Todo el mundo sabe que, en cuanto verdadera industria, la hostelería está en manos de hombres. Los grandes cocineros, los chefs son todos varones. Así que la señora del bizcocho debe de ser una cocinera de algún local elegante y caro. Un local al que acuden los triunfadores, los hombres que son el futuro de España si los dirige Rajoy.

Esta imagen tiene la naturalidad, espontaneidad y frescura de un cartel electoral; es decir, da risa. Sólo le falta un pie en letras bien visibles que diga Vota PP. Vota Rajoy. Vota futuro. Y es la portada de un periódico. ¿Un periódico?

dilluns, 3 d’octubre del 2011

Crecidos en la adversidad.

La Conferencia Política del PSOE concluyó como estaba previsto, con la aprobación por asentimiento del nuevo programa electoral y la apoteosis del candidato Rubalcaba. Una buena escenificación que he tenido gran efecto mediático porque, en contra de lo que la prudencia y la astucia ordenaban, el PP no había contraprogramado nada, ignoro si por desidia o por un exceso de confianza en sus sonrosadas expectativas. El PSOE monopolizó el espacio público proyectando una imagen de unidad partidista y voluntad de triunfo.

El programa recoge en términos claros el propósito de giro a la izquierda socialdemócrata que es el personal empeño de Rubalcaba para subrayar su autonomía de criterio frente a sus dos antecesores, Felipe y Zapatero, que estuvieron allí para apoyarlo pero no para ensombrecerlo. En un valoración de conjunto enraiza en la tradición reformista, implica sin embargo cierta ruptura con las políticas de la última legislatura, recoge reivindicaciones de la calle, pero mantiene un tono de prudencia reformista. La idea es remediar lo que no se haya hecho bien, avanzar sobre lo conseguido, pero no dar saltos en el vacío. Es un programa pensado para atraer el voto desanimado de la izquierda y no asustar al centro, la única fórmula para conseguir un apoyo electoral que haga frente al previsto alud de la derecha.

La Conferencia ha lanzado varios proyectos claros que serán los que articulen la confrontación de ideas que Rubalcaba pretende conseguir con el adversario: prioridad absoluta al combate contra el desempleo, revisión de las políticas económicas para conseguir una mezcla de estabilización y keynesianismo, lucha contra el fraude fiscal, defensa del Estado del bienestar, solemne declaración de intangibilidad de la sanidad y la educación públicas (¿para qué andarse con medias tintas?), afirmación rotunda del feminismo como esencial al socialismo y cauta apertura del sistema electoral mediante las listas cerradas y no bloqueadas. Se puede y se debe discutir sobre el mayor o menor alcance de estas propuestas y sobre la presencia de unas y la ausencia de otras y así se hará en los próximos días; pero no hay duda de que se trata de una plataforma de izquierda reformista socialdemócrata en línea con la que viene resurgiendo en Europa.

La otra izquierda ha respondido ya que el giro a la izquierda del PSOE carece de credibilidad. No es una reacción muy inteligente porque reconoce que hay un giro y sólo discute el aspecto adjetivo de si es creíble o no. Y aquí su posición no es muy fuerte. A la hora de medir el crédito de alguien hay que considerar su pasado y, aunque el más reciente parece desmentir los propósitos anunciados, si se considera el conjunto de la labor de gobierno del PSOE en casi veintidós años de la nueva etapa democrática, es difícil no concedérselo para las medidas anunciadas. Otra cosa sería que se propusiera el asalto al Palacio de Invierno. La consolidación del Estado del bienestar en España, incluida una batería de políticas sociales avanzadas, es obra de los gobiernos del PSOE. Y en casi todos ellos ha estado Rubalcaba, de forma que experiencia no le falta. Él mismo lo dejó claro al decir que, cuando el PSOE llega al gobierno, llega la izquierda y, cuando se aleja, ésta se aleja. La otra izquierda se llama transformadora pero el que ha transformado en realidad el país ha sido el PSOE. Si de crédito se trata, la opción es clara.

Y junto al programa, el candidato. Este hombre menudo, algo enteco, con sus cuatro pelos y su breve barba entrecana tiene fuerza mediática precisamente porque no es común, no es vulgar, no está cortado por el canon telegénico. Da juego en los planos generales en el escenario en el que se mueve con seguridad desgarbada mientras que en los cortos muestra una mirada viva, con brillo de inteligencia y rapidez que hacen pensar en un adversario dialécticamente temible. Además domina la oratoria y comunica, tiene muchos registros y controla su discurso. Es decir, es convincente, no sólo por el recurso a la razón sino porque tiene aptitudes pedagógicas. Maneja bien los ejemplos que ilustran su mensaje. Quizá debiera recurrir menos a la repetición, que, a causa de su efecto enfático, puede cansar. Pero es una cuestión menor cuando, como se vio, puso en pie y a vibrar al auditorio de mil personas casi sin levantar la voz.

La Conferencia ha sido un éxito. El PSOE tiene un programa y un líder. Le faltan los votos. Ha de reñírselos a un PP que los tiene en abundancia, pero carece de programa y su lider está demediado.

diumenge, 2 d’octubre del 2011

Fuga de ETA.

La Conferencia Política del PSOE siguió ayer su curso con los trabajos de las comisiones. Trataban éstas de los puntos del programa: igualdad, democracia, economía, etc. Debates sobre textos y enmiendas que podían ser asumidas, transaccionadas, subsumidas y, obviamente, rechazadas. Eso de subsumir enmiendas tiene gracia. El interés estaba también en los pasillos por los que pululaban los barones, un par de ellos con imperio y todos los demás, almas en pena, sine imperio. En fin, mañana recuperará Palinuro las impresiones de la Conferencia cuando se sepan las conclusiones y haya hablado Rubalcaba como Moisés descendiendo del Sinaí con las tablas del programa electoral.


Fuga de ETA.

La obra está acabando. Se oye ya el tema final, ¡Oh, Señor, líbrame del Mal!. Es una polifonía abigarrada: de un lado se escuchan las voces de ETA (que se apaga), Bildu (que va in crescendo), EKIN (que se calla), Aralar (que apoya), la "izquierda abertzale" (primer coro) y los presos (segundo coro); de otro las de las Asociaciones de Víctimas, el gobierno central, el autonómico y (con matices) el PNV y, como tercera variante, la recientemente constituida Comisión Internacional de Verificación (CIV).

El problema es que el contrapunto no funciona. La parte independentista es un vivo batiburrillo en todas las tonalidades. La otra parte, que llamaremos "no independentista" (sin querer herir la sensibilidad del PNV), mantiene una sola tonalidad. La Comisión, por último, aún no ha sonado, aunque probablemente lo hará en armonía con la parte no independentista.

La polifonía independentista es sumamente variada: ETA está en tregua, dedicada al género espistolar, y se ha comprometido a colaborar con la CIV. Bildu construye patria y exige del gobierno español que "dé pasos" en respuesta a los pasos que dan los suyos. EKIN ha dado el último paso, tirándose por el abismo. Aralar anima a que se "avance" en el proceso, lo que es una variante de los "pasos". La izquierda abertzale formula la respuesta colectiva en forma de manifestación frente a cada alevosa medida del Estado español en contra de la gran patria vasca. Los presos, por último, son como las plañideras, como el amargo lamento de los que penan dentro cuando los de fuera ya ni pegan tiros.

El contrapunto a esta melopea es el empecinamiento de la parte no independentista en exigir como paso previo, antes de nada, antes de mover un dedo, la disolución explícita, real y verificable de la banda. Hasta la aparente variación de los diez puntos del Lehendakari López implica que el acercamiento de los presos etarras (que el otro bloque llama políticos) depende de que se dé el requisito de la disolución de ETA. El contrapunto no funciona. No hay melodía.

Y la cosa puede complicarse cuando hable la Comisión, con la que ETA dice que colaborará. Porque lo más probable es que la Comisión diga que el primer paso (a estas alturas el enésimo pero, en todo caso, imprescindible) es que ETA deponga las armas. A continuación se planteará el problema de si el Estado puede aceptar la interlocución con ETA y en calidad de qué. Pero ETA tiene un problema previo mucho más grave: ¿puede no deponer las armas si la CIV se lo exige? Poder, puede; pero, si lo hace, se pondrá ya decididamente enfrente de la izquierda abertzale, lo que sería su final. Así que lo más probable es que sea ella misma la que, como un gesto de buena voluntad para facilitar el proceso, se disuelva.

A lo mejor estaba pensado así desde el principio, como una salida honrosa para una voz que ya no armonizaba con nada, que se salía de la escala, que era un eco monstruoso de un acorde del pasado. Y ojalá así los demás en España podamos dedicarnos a pensar en otras cosas que no sean la unamuniana agonía de los vascos consigo mismos.

dissabte, 1 d’octubre del 2011

Impresiones de la Conferencia Política del PSOE.

Palinuro participa en la Conferencia Política del PSOE que se inauguró ayer con sendos alegatos de Martin Schultz, presidente del Partido Socialista Europeo, Felipe González y Rodríguez Zapatero. Schultz pareció marcar cierta pauta porque de lo que más se habló allí fue de Europa, si bien el acto fue muy español y la prueba es que comenzó con media hora de retraso.

Diz que la intervención de Felipe fue improvisada y por sorpresa. Lo sorprendente hubiera sido que no participara. Estuvo muy bien, salió combativo y no defraudó. Hizo un barrido por la situación de Europa, la crisis actual e insistió en que, igual que la Unión es en gran parte obra de la socialdemocracia, ésta es la que tiene la llave de salida de la crisis, consistente en garantizar las políticas de cohesión social asegurando el restablecimiento de la competitividad de la economía. Alabó y criticó a Alemania y luego se puso incondicionalmente a disposición de Rubalcaba. Aparte de un chiste de fumadores más viejo que Matusalén que podía haberse ahorrado, estuvo brillante, cercano y, como siempre, carismático. Es comprensible que los antifelipistas, que llevan casi treinta años tratando de enterrarlo en el descrédito, estén desesperados.

Zapatero lo tenía más difícil porque sigue siendo el presidente de un gobierno que ha llevado al PSOE a estar catorce puntos por detrás del PP en intención de voto. Sin embargo, defendió su gestión con vehemencia e hizo ver que las medidas que se tomaron desde el famoso nueve de mayo de 2010 lo fueron in articulo mortis para España, que es lo que Palinuro viene sosteniendo desde entonces como criterio para no tomarlas como un giro permanente del PSOE o una traición a los principios socialdemócratas. Cuando luego pidió solidaridad con Grecia, Irlanda y Portugal para no dejarlos caer le faltó decir que esa no es la situación de España precisamente gracias a aquellas medidas. Pero quizá no sea necesario pues se entiende bastante bien... salvo que no quiera entenderse. Después, igual que Felipe, Zapatero se volcó con Rubalcaba. Los dos lo han tenido de ministro y es de suponer que saben lo que dicen. La cancha es ahora toda del candidato que cuenta con el apoyo cerrado de su partido, una alta valoración personal en la sociedad y muy baja expectativa de voto. Que dé la vuelta a la última dependerá del programa que salga de esta conferencia y de cómo haga la campaña electoral.

Precisamente hubo dos aspectos en las intervenciones de ayer con segura incidencia en la voluntad del electorado que merecen consideración. La primera fue la explicación que dio Felipe de la derrota electoral de 1996, aprovechando que también entonces había catorce puntos de diferencia a favor del PP. Afirmó el expresidente que le faltó una semana más de campaña o un debate de TV. Lo mismo que dijo la noche en que perdió aquellas elecciones por unos 300.000 votos. Pero no es más cierto ahora que entonces. La causa de la derrota de 1996, a juicio de Palinuro, fue que el PSOE encaró las elecciones apocado, achicado, acomplejado, con moral de derrota. Eso es lo que el propio Felipe reconoció ayer implícitamente al pedir a su partido que no haga campaña a la defensiva, sino a la ofensiva, que encare el proceso con voluntad de ganar. Es el abc de toda estrategia en el terreno que sea. La moral es un aspecto esencial. Para ganar hay que querer ganar. Así quizá se gane o no, pero como se pierde casi seguro es si ya se ha interiorizado la derrota y, en el mejor de los casos, se trata de minimizar su impacto.

El segundo aspecto digno de consideración apenas se percibió -de hecho, no se ve rastro en los análisis que se han hecho hasta ahora- porque no estaba en lo que se dijo sino en lo que no se dijo. Ninguno de los dos principales oradores mencionó una sola vez a Rajoy o el PP. No hubo insultos, ni descalificaciones, ni siquiera críticas al adversario. Zapatero asumió plena responsabilidad por las medidas de ajuste y los recortes y recalcó los dos méritos principales de Rubalcaba en su gobierno, esto es, la reducción de la siniestralidad vial y el acogotamiento de ETA hasta ponerla contra las cuerdas. Fue, pues, un discurso positivo.

Las campañas electorales pueden orientarse positiva o negativamente. El negativo no es el estilo de Zapatero; habrá que ver si tampoco de Rubalcaba. La negatividad produce mal efecto, crispa los ánimos y alimenta políticas de confrontación pero tiene sus ventajas. Cuando se ataca al adversario -y el PP tiene muchos flancos que invitan a ello- se le marca el terreno de juego, se le obliga a justificarse, a contraatacar, en resumen, a discutir de lo que al atacante le interesa.

A su vez, las campañas en positivo dan buena impresión, sirven para la convivencia democrática, pero no suelen tener el mismo impacto que las negativas ya que, para bien o para mal, responden menos a las expectivas de la gente y presentan el riesgo de tener que responder a los ataques del adversario, jugando inevitablemente en su terreno.

No es fácil pronunciarse por una orientación positiva o negativa dado que no es posible prever los resultados. Así que quizá lo más inteligente que pueda hacer el PSOE sea combinar ambas, alternarlas. Tiene que explicar en positivo y defender sus medidas de gobierno, sobre todo para evitar que las referencias a la omnipresente crisis las ahoguen: la igualdad de género, la ley de la dependencia, la del aborto, la de matrimonios homosexuales, la demediadad ley de la Memoria Histórica, la reforma de RTVE y el mantenimiento de las políticas de cohesión social en lo más virulento de la crisis son logros de que debe presumir. Por otro lado tendrá que insistir en cómo la política de la oposición fue de tierra quemada desde el primer momento, basada en las delirantes fábulas sobre la autoría de los atentados del 11-M, en el desprecio e insulto permanente al presidente del Gobierno, en el boicoteo al funcionamiento de las instituciones, el ataque a las políticas económicas contra la crisis, con el consiguiente descrédito de España y el uso de la lucha antiterrorista con fines partidistas que culmina en ese intento ruin de acusar al ministro que prácticamente ha derrotado a ETA de colaborar con ella. Nada de eso puede ni debe olvidarse en la campaña electoral.