dimarts, 4 d’agost del 2009

Al Curita mentiroso lo salva su amigo íntimo.

Claro que yo me pago mis trajes, decía el Curita. Pues no señor; el Curita mintió bellacamente. El Tribunal Superior de Justicia del País Valenciano (TSJPV) acepta que el Curita no pagó los trajes, que los pagó la trama corrupta, pero no ve en ello delito alguno. Si lo hay o no lo decidirá ahora el Tribunal Supremo pero, entre tanto, está claro que el Curita es un mentiroso.

No conozco de nada a ese señor, Álvaro Pérez, dijo el Curita en su momento, fechas antes de que se le oyese proclamar su amistad y más que amistad con el Bigotes en una conversación telefónica grabada en poder de los tribunales. O sea, el Curita ha vuelto a mentir a los tribunales, al Parlamento y a la opinión pública.

Estoy deseando acudir a los tribunales a declarar para probar mi inocencia y terminar con este asunto dijo en su día pero, en realidad, la única vez que compareció ante el juez se negó a declarar y sus abogados no han hecho otra cosa que intentar paralizar el procedimiento lo cual indica que el Curita no solamente es un mentiroso sino también un hipócrita.

Pues bien, a este mentiroso e hipócrita es a quien su amigo íntimo, el presidente del TSJPV, acaba de resolver un problema grandísimo: el de tener que comparecer ante la justicia por cohecho impropio. En ningún país del mundo civilizado se permite que una persona que es amiga íntima del acusado dicte sentencia en un caso que lo implique. En España no sólo se permite sino que se tiene a gala. Supongo que mañana el Curita podrá presumir de amigos importantes entre los vecinos.

La decisión de ayer del TSJPV, que ya está recurrida ante el Tribunal Supremo, es una vergüenza que no tiene nada que ver con la justicia y todo con el amiguismo. Es una decisión dictada por el amiguismo. En España fue tradicional afirmar que las leyes se acatan pero no se cumplen. Algo parecido cabría decir de decisiones como ésta, que se acatan pero no se respetan.


(La imagen es una foto de dalequetepego, bajo licencia de Creative Commons).

Cuestión de nombre

Está bien esta peli de Borja Cobeaga rodada toda ella en Bilbao. Es ágil, trepidante, disparatada, muy divertida. Son como fogonazos de la vida corriente de la gente más o menos normal, en situaciones absurdas. Y, al mismo tiempo, una especie de estudio en profundidad de un tipo humano muy característico que uno encuentra en diversos lugares y etapas a lo largo de la vida: aquel a quien las mujeres quieren pero "sólo como amigo" y que, por tanto, nunca se come una rosca. Un pagafantas. El término ha hecho rápida fortuna y se ha extendido, sobre todo en los ambientes juveniles, para calificar a a tipos similares en situaciones muy diferentes. En realidad, en buena medida, es responsable de que haya ido a ver la peli que en otras cicunstancias no hubiera visto por aparecer como cine "joven" o sea, programas en función de los intereses de un grupo de edad, desde los niños a los ancianos. En verdad, ayer, además de la habitual pareja de pajaros solitarios había un par de grupos de chavales.

Otra forma de ver la peli es como un reto entre los "jóvenes" y los mayores. Los "jóvenes" (el propio Gorka Otxoa y Sabrina Garciarena) están muy bien pero los mayores (Óscar Ladoire y Kiti Manver, acompañados de la señora Begoña (María Asquerino) están mejor.

dilluns, 3 d’agost del 2009

Por qué no puede haber diálogo ni lo habrá.

El ministro Rubalcaba lo ha dicho con claridad: no habrá final dialogado de ETA. El ministro Rubalcaba nunca fue partidario del diálogo ni de la negociación con la organización terrorista sino, al contrario, de la solución policial y la derrota. Aceptó la tercera ronda de diálogo porque era política especial del gobierno del señor Zapatero, empeñado en pasar a la historia como José Luis (I) "El pacificador", pero la boicoteó cuanto pudo. Por eso, el día en que unos archiimbéciles (más imbéciles de lo que es habitual entre ellos, que ya es decir) decidieron atentar en la T4 de Madrid y poner brusco fin a las negociaciones, se sintió fortalecido en sus augurios y sombrías premoniciones. Se acababan las veleidades dialogantes de unos políticos timoratos y se imponía el reinado de los halcones y la ofensiva policial.

Hasta quienes habíamos defendido de siempre la negociación y el derecho de autodeterminación de los vascos quedamos burlados y con el tafanario al aire. No tanto como los correveidiles de Batasuna, que se habían hecho ilusiones de recurrir a la vía "política" para alcanzar sus objetivos. Así el amigo Otegi quien ya se veía de interlocutor privilegiado con el Estado quedaba reducido a lo que es: un marmitón de los etarras, siempre pendiente de lo que estos hagan o dejen de hacer para justificarlo.

Tres rondas de negociaciones entre el Estado y los terroristas y tres veces que los terroristas las rompieron a tiros tratando después de remover el cieno cuanto pudieran a ver si conseguían que la responsabilidad de la ruptura recayera sobre el Estado. En este noble empeño de estigmatizar a otro tuvieron la impagable ayuda de los medios abertzales de izquierda o sus imitadores en el resto del país. Pero no cuela porque la gente no es tonta y sabe a quién culpar cuando un proceso de diálogo se rompe porque alguien revienta una terminal ultramoderna. En consecuencia, el ministro dice lo que dice y nadie ya pide una nueva ronda de diálogo salvo ETA, sus correveidiles y un porcentaje de izquierdistas españoles que no coinciden con la idea de que pedir diálogo por cuarta vez habiéndose quedado con un palmo de narices las tres anteriores revela verdadero cretinismo.

¡Ah, pero entonces estamos condenados a padecer las consecuencias del conflicto durante años porque quien lleva cincuenta años matando puede seguir haciéndolo otros cincuenta ! Por supuesto, es un riesgo nítido que se corre cuando en un enfrentamiento o conflicto una de las partes toma una decisión y la otra no, y sobre todo teniendo en cuenta que matar es bastante fácil a poco empeño que se ponga. Y ello sea dicho haciendo caso omiso de la muy interesante polémica de si en verdad hay un "conflicto" y en qué en concreto consista éste.

Cabe decir que las autoridades españolas, emborrachadas por sus éxitos en la detención de etarras y convencidas de que ETA está en las últimas, se cierran en banda a toda negociación pero que ésta será inevitable por la misma razón por la que tras la noche viene el día. Pero eso es un error porque ¿qué garantías hay de que la cuarta vez no suceda lo mismo que las tres anteriores? Ninguna, es claro. Pero es que, además, algo habla a favor del absoluto rechazo al diálogo: hubo años en que la violencia fue incomparablemente mayor. A finales de los setenta llegó a haber un muerto por asesinato cada tres días, secuestros, kale borroka... ETA tenía diversos negociados abiertos en la sociedad civil: sociedades de esto y de lo otro, agrupaciones, gestoras, partidos políticos, todos ellos viviendo de los dineros públicos y encubriendo los asesinatos y/o colaborando con ellos.

Todo eso se ha acabado. Eran otros tiempos que ya no volverán. Esta ETA no es ni sombra de lo que fue; sus marcas blancas han desaparecido de la sociedad civil, sus encubridores, muñidores y justificadores están acorralados y si esta minisombra se empeña en mantener el conflicto no habrá otro remedio que seguir en la tesitura. Ya escampará. Cada vez les costará más asesinar y pagarán antes por los asesinatos. Y ya se cansarán los asesinos de asesinar y los que los justifican de justificarlos.

Los etarras y sus amigos saben que nunca obtendrán lo que piden por vía pacífica o electoral, por eso no están especialmente interesados en la existencia de la democracia en España. Siempre me produjo verdadera hilaridad aquella observación que pedía a ETA que desistiese porque la democracia española no podría soportarlo. Lo que se busca es el hartazgo, el que la gente, harta de barbaridades, presione a las autoridades para que éstas hagan lo que la mayoría no votará jamás. Y eso también se ha acabado. En España no quedan ya partidarios de la solución dialogada salvo los insólitos especímenes más arriba citados.

Es decir, no habrá solución dialogada a ETA. Mejor dicho: la solución dialogada comenzará al día siguiente de que ETA deje las armas y renuncie a la violencia. Esa es la única posibilidad de solución y, de no ser ella, sólo queda seguir como estamos: los terroristas cometiendo asesinatos, las fuerzas de seguridad del Estado deteniendo terroristas, la gente apoyando a las fuerzas de seguridad del Estado y colaborando con ellas. ¿Quién dijo que una democracia madura, como la española, respaldada en su legislación antiterrorista por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no puede resistir el embate de cuatro niñatos descerebrados dispuestos a hacer todo el daño que puedan?


(La imagen es una foto de Zen, bajo licencia de Creative Commons).

La rebelde naturaleza humana.

Carlos García Gual, excelente filólogo, gran helenista y hombre sabio, reedita por tercera vez un texto suyo de hace unos veinte años (Carlos García Gual (2009), Prometeo: mito y literatura, Fondo de cultura económica, México, 238 págs) con el título ligeramente cambiado (el primero era Prometeo: mito y tragedia) ya que le ha añadido tres capítulos que hacen aconsejable el cambio. El contenido de la obra es el análisis del complejo mito de Prometeo en las tres fuentes principales para su articulación: los dos textos de Hesíodo (Teogonía y Los trabajos y los días), la tragedia de Esquilo, Prometeo encadenado y el Protágoras de Platón. Ello lo lleva a matizar en la leyenda, distinguiendo dos veneros en ésta, el del Prometeo engañador, que roba el fuego, el trickster y el Prometeo rebelde contra el dios despótico que es el simbolismo que ha venido prevaleciendo en la interpretación de la leyenda desde los tiempos de romanticismo, hasta llegar a nuestros días en que Prometeo viene a ser el trasunto mítico del Homme révolté de Camus.

En los relatos de Hesíodo Prometeo aparece como un personaje ambiguo que trata de favorecer a los hombres pero también de engañar a los dioses (p. 38). Hesíodo, que es un pesimista, atribuye a Prometeo las siguientes paternidades: a) el contenido de los sacrificios a los dioses (huesos, pellejo); b) el origen del fuego; c) la aparición de la primera mujer (Pandora), causa de universal desdicha; d) la existencia de los males en el mundo: el trabajo como necesidad, la pobreza y la enfermedad. La moraleja de los dos textos hesiódicos es: "no es posible esquivar ni transgredir el designio de Zeus" (p. 41). Si para Esquilo la motivación de Prometeo es la filantropía, para Hesíodo no ha traído más que desgracias. Lo de la primera mujer es muy revelador de una misoginia realmente enfermiza.

El autor aporta una estupenda traducción de la entera tragedia esquiliana de Prometeo encadenado, con un perspicaz análisis de los diálogos entre sus personajes (Prometeo, Poder, Violencia, Coro de Oceánides, Io, Océano, Hefesto, Hermes) en estructura arcaica. Io, igual que Prometeo, es un ejemplo de la arbitrariedad de Zeus. Según se nos revela en el prólogo de la tragedia en el diálogo entre Hefesto y Poder, es la tiranía en la que sólo el tirano es libre (p. 92). Trata aquí García Gual con cierto detalle el asunto que siempre me ha parecido más interesante de la leyenda prometeica, esto es, la liberación del Titán. Según la Teogonía Zeus consiente en la liberación de Prometeo, pero no sabemos en qué condiciones. Tampoco lo sabemos en Esquilo ya que la tragedia en que se narraba la liberación, según Filodemo, Prometeo liberado, se ha perdido. Filodemo dice que Prometeo fue liberado porque reveló a Zeus el oráculo sobre Tetis (p. 105). En realidad, no estamos seguros de quién (Prometeo o Zeus) cedió antes (p. 108). El hecho es que cuando Hércules, descendiente de Io, mata al águila y libera a Prometeo la amenaza que pesa sobre el destino de Zeus desaparece y éste rompe la maldición de que los hijos de los dioses destronen a sus padres. Habrá Olimpo por la eternidad. Siempre me ha parecido que este arreglo (libertad a cambio de seguridad) era el núcleo de la política: el pacto, el acuerdo es lo que da a Zeus lo que todo poder pretende: perpetuarse. ¿Qué habría pasado si Prometeo no hubiera revelado el secreto y el hijo de Tetis (el que luego, como hijo de Peleo, será luego Aquiles) hubiera destronado a Zeus? Ahí hay campo para fantásticas conjeturas. Muy apropiadamente García Gual incluye aquí una interesante reflexión sobre la justicia de Zeus (pp. 110-126)

Luego de una brevísima referencia a la aparición cómica de Prometeo en Las aves de Aristófanes, el autor profundiza en el Protágoras platónico y atribuye al sofista, en la medida en que no es pura fabulación de Platón, una versión de los orígenes de la cultura derivada de la leyenda prometeica. La aportación de Protágoras es que la cultura no consiste sólo en las técnicas instrumentales y especializadas sino en la técnica política y unas normas morales que permiten la convivencia en la sociedad (p. 140). Es una adaptación de un mito esencialmente maleable para hacerlo vehículo de ideas personales típicas de la ilustración sofística, la idea del progreso moral, la enseñanza de la areté y la techné políticas (p. 152)

La segunda parte del libro, con los nuevos capítulos es otro tipo de reflexión, más especulativa y que hace mayor uso de fuentes secundarias. Hay un capítulo sobre las variaciones y simbolismos de la figura de Prometeo en el que se insiste en que la visión moderna de "lo prometeico", presente sobre todo en Goethe y Shelley procede de Esquilo y no de la tradición anterior (p. 170) porque fue Esquilo quien resaltó la historia del hombre rebelde en lucha contra el dios despótico, olvidando al efecto todo lo que se refiere a Pandora y Epimeteo, igual que en el Protágoras se olvida la venganza de Zeus. En el desarrollo general del mito García Gual distingue cuatro etapas: 1ª) la filantrópica; 2ª) en el Protágoras colabora con los dioses en la distribución de las cualidades físicas de los vivientes; 3ª) la creación de la primera mujer; 4ª) la creación de los seres humanos del barro (p. 172). Cada época escoge al Prometeo que quiere y el del romanticismo es el héroe rebelde.

Tras una sucinta referencia a tres textos breves pero muy significativos de Goethe, Nietzsche y Kafka, el autor hace un análisis de una de las últimas obras de Goethe, El retorno de Pandora con una reevaluación de la figura tanto de la primera mujer como de Epimeteo, como si fuera el arco que se cierra al final de la vida del poeta alemán, quien reivindica la aportación de la mujer en contra de la tradición misógina helénica (p. 199).

En Prometeo creador de los seres humanos profundiza el autor en la faceta del dios artesano que fabrica seres humanos con agua y arcilla y que, según interpretan los románticos, se encariña de tal modo con sus criaturas que se enfrenta por ellas con el dios supremo. La interpretación se hace a base de las figuras de un sarcófago. Es muy curiosa la referencia al intento de cristianización de la figura en Lactancio (p. 215).

También tiene mucho interés la reflexión sobre Prometeo y la idea del progreso de los seres humanos ya que se hace comparando la tragedia de Esquilo con sendos trozos de otras dos de Sófocles y Eurípides, en concreto el himno a la grandeza del hombre en Antígona ("hay muchas cosas protentosas, etc") y el elogio del saber humano en boca de Teseo en Las suplicantes de Eurípides. Esquilo el arcaico valora sobre todo el arrojo de enfrentarse al dios mientras Sófocles y Eurípides cantan el esfuerzo de los hombres por vivir en un mundo mejor (p. 223). No se oculta el valor ambiguo que tiene la técnica con alcances dudosos (hay un par de referencias en la obra a la de Mary Shelley, Frankenstein, el Prometeo moderno) pero al final es Zeus quien proporciona a los seres humanos el instrumento definitivo para su convivencia y progreso, la techné politiké.

Por cierto, no hago más que dar vueltas a una observación que se hace de pasada en la obra y que tiene a mi juicio gran importancia: Prometeo carece de todo modelo o antecedente oriental. Es decir, es una leyenda europea, lo que no deja de tener su mérito en una cultura en la que casi todo, incluidos otros dioses, viene de Oriente, como la luz.

(Las imágenes son: una escultura de Nicolas-Sébastien Adam Prometeo (1737) muy curiosa que se encuentra en el Museo del Louvre, en París y un cuadro de Maxfield Parrish, Prometeo (1919) que es un calendario publicitario que se encuentra en Art Renewal Center).

diumenge, 2 d’agost del 2009

El cielo es el límite.

Aparecen nuevos datos acerca de las actividades de la trama Gürtel en Valencia y cómo había hecho regalos a catorce políticos de la Generalitat valenciana, incluido, según parece el hijo del presidente de la Generalitat. Una verdadera lluvia de obsequios en forma de relojes, bolsos, trajes, juguetes y todo porque el Gobierno de la Comunidad Autónoma se había "portado bien" con ella, esto es, le había adjudicado contratos a mansalva. Justamente en este momento aumentan los rumores de que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, presidido por amigo íntimo de Camps, se apresta a archivar el asunto. Si tal cosa sucede será un escándalo evidente y una prueba más de que, como dijo alguien, en España la justicia es un cachondeo. Y algo peor que un cachondeo: en España, sencillamente, la justicia no existe. Será prueba de que sólo existe la injusticia y el trato de favor. Sobre todo, a la derecha.

La decisión que tome el TSJPV es recurrible y debe serlo de inmediato ya que, a juzgar por todos los indicios, sería rayana en la prevaricación, tanto por la decisión en sí como por las otras que han llevado a que un tribunal de justicia se niegue a investigar unos hechos que tienen toda la pinta de ser delictivos. De esta forma se explicaría la aparente tranquilidad del Curita a lo largo de todo el proceso: estaba seguro de que el tribunal archivaría el caso probablemente porque así se lo habría anticipado su amigo íntimo, el presidente de tal órgano judicial.

La decisión de archivo de la causa que, según se dice, se producirá mañana, lunes, vendrá asimismo a resolver la esquizofrénica situación en que se encuentra el Curita quien, por un lado, airea a los cuatro vientos lo muy interesado que está en declarar ante las instancias apropiadas y, por el otro, hace todo lo que puede para impedirlo. A esto también se le llama "tener morro"· Algo parecido a lo que sucede asimismo con el PP: el señor Trillo ha empezado a quejarse tan indignadamente como acostumbra por el hecho de que se estén produciendo presiones sobre el TSJPV para que éste no archive el caso y, por otro, según parece, está en contacto permanente con uno de los magistrados del dicho tribunal para conseguir precisamente eso: el carpetazo. Este comportamiento recibe otros nombres bastante sonoros que tienen que ver con la vergüenza o falta de vergüenza de la gente.

(La imagen es una foto de dalequetepego, bajo licencia de Creative Commons).

34 radios y televisiones.

Me quedé con las ganas. Ayer ni uno solo de los valientes y verdaderos medios online de izquierda radical traía mención alguna al proyecto de ley mordaza del Gobierno del señor Chávez Frías llamado "Ley especial de delitos mediáticos". Como si no existiera. Y mucho menos, claro, hubo un solo comentario tratando de defenderlo. Esos medios que tanto y tan bravamente denuncian los menores intentos capitalistas de manipular la información y que de continuo ponen en la picota a los medios comerciales a los que acusan de ser falsarios, escamotearon la noticia que, sin embargo, tiene una importancia grande porque plantea el problema de la complicidad de la izquierda con las actividades contrarias a la libertad de expresión de un Gobierno sedicentemente revolucionario.

Hoy ese Gobierno da un paso más y, antes de que esté la ley y por decisión administrativa, ha cerrado 34 emisoras de radio y televisión. Pongo el enlace de Le Monde porque se vea que es toda la prensa del mundo, esa a la que la izquierda radical acusa de mentir sistemáticamente, la que informa de lo que los medios autotitulados críticos silencian. Por supuesto, las razones son todas muy lógicas: fin de la concesión administrativa y cosas por el estilo. Pero el propio poder censor se traiciona a sí mismo cuando, por boca del señor Cabello, presidente de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), hace saber que "Cuando tomamos la decisión en el Gobierno nacional y revolucionario de democratizar el espectro radioeléctrico, de acabar con el latifundio mediático, lo estábamos diciendo en serio, no estábamos jugando". Cerrar emisoras, amordazar la libertad de expresión se llama "democratizar el espacio radioeléctrico". Es orwellianamente maravilloso.

Supongo que ante la bestialidad del ataque, los medios críticos no tendrán más remedio que decir algo y supongo asimismo que encontrarán algún esbirro dispuesto a escribir que hay que silenciar a la contrarrevolución, que la oligarquía no debe tener libertad de expresión y que ésta debe tenerla toda el pueblo que en Venezuela, gracias a San Bolívar, es el que gobierna. Mientras tanto, quien quiera estar informado de lo que sucede en el mundo en general, en Latinoamérica en concreto y, más específicamente, en Venezuela, que consulte los medios comerciales, prodigios de objetividad en comparación con la mendacidad de los medios llamados "revolucionarios".

¿Qué tiene que ver con la izquierda este neocaudillismo latinoamericano?

¿Qué tiene que ver con la izquierda la política de restricción de libertades?

¿Qué tiene que ver con la izquierda la legislación contraria a la libertad de expresión?

¿Qué tienen que ver con la izquierda los actos despóticos del poder amordazando a quienes piensan de otro modo?

Y me refiero a la izquierda; no al totalitarismo leninista en sus cuasi infinitas variedades.

(La imagen es una foto de ¡Qué comunismo!, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 1 d’agost del 2009

Censura del siglo XXI.

Ardo en deseos de leer cómo justificará la izquierda bolivariana y la no bolivariana el último ataque de Chávez a la libertad de expresión con el proyecto de ley especial de delitos mediáticos. ¡Delitos mediáticos! La cultura francesa bautizó el nuevo territorio como médiatique, mediático; la hispánica le cuelga el sustantivo delitos. Desde luego, no paro quieto de deseos de conocer con qué argumentos defiende la izquierda una norma arbitraria que impone penas de cárcel por "delitos" de opinión, esto es, que prohíbe arbitrariamente la libertad de expresión. Los bienes que habitualmente se invocan para justificar las restricciones a esta libertad son altisonantes: la Patria, la Seguridad Nacional, el régimen democrático, la salvación de la República, la Divinidad, etc. Pero en la izquierda siempre hemos sabido que esas son excusas y que coartar la libertad de expresión es cosa de derecha mientras que ampliarla lo es de izquierda. Cierto que el señor Chávez no se queda atrás en altisonancia: se va a suprimir la libertad de expresión en Venezuela para garantizar la seguridad del Estado y, desde luego, los logros de la Revolución bolivariana que, como todas estas revoluciones pendientes de caudillos, se adapta con facilidad a lo que el mando ordene en cada momento y significa lo que el mando quiere que signifique. ¿Es cierto que Según el borrador de la ley, una persona que divulgue una información considerada "falsa", "manipulada" o "tergiversada", que cause "perjuicio a los intereses del Estado" o atente contra la "moral pública" o la "salud mental", habrá incurrido en un "delito mediático" y podrá ser castigada hasta con cuatro años de cárcel? Si eso es cierto, eso es una barbaridad. En la izquierda hemos pensado siempre que la mejor ley de prensa es la que no existe. No hay delito de opinión pero siempre acaba apareciendo alguien que consigue restringir la opinión sobre algo por altos intereses de Estado o la Moral, por supuesto. Por ejemplo, hoy, los que penan el negacionismo de los campos de exterminio.

Una ley mordaza, si la promulga lo que pasa por ser la izquierda, ¿es menos ley mordaza? Por cierto, a la hora de limitar la libertad de expresión de los audiovisuales la idea de que en el espacio radioeléctrico hay "latifundios" es genial. Así, lógicamente, se limitan las emisoras invocando la muy izquierdista libertad de la propia expresión de cada cual. Eso se llama la "democratización del espacio radioeléctrico".

Lo repito: estoy impaciente esperando a leer cómo se justifica la abolición de la libertad de expresión en aras de los intereses de la Revolución bolivariana. No hay miedo: parece difícil pero, en realidad, es muy fácil pues consiste en jugar con la multivocidad de las palabras. Doy además, un ejemplo inmarcesible acerca de cómo se hacen estas cosas. Franco no suprimió la libertad de expresión sino el libertinaje de expresión. ¿Se capta el matiz?

En el caso de la izquierda contemporánea su libertinaje de expresión fue la idea que comparten todos los medios de comunicación de la extrema izquierda de que el mundo está entontecido por unos medios de comunicación comerciales de masas que, en realidad, son medios de manipulación de masas, frente al baluarte de los alternativos que se juzga más verídico y objetivo cuando a mi entender supera en mendacidad a la prensa comercial más lamentable.

En fin, a ver quién se lleva la palma en justificar esta barbaridad en nombre de la Revolución.

(La imagen es una foto de ¡Qué comunismo!, bajo licencia de Creative Commons).

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Crimen, pasado y memoria.

Hacia 1972 el presidente del Uruguay, Juan María Bordaberry, echó mano de los milicos para atajar la oleada revolucionaria del país, el MLN, los Tupamaros. Al año siguiente, 1973, los militares tomaron el poder en el Uruguay, hasta entonces conocida como la "Suiza de América Latina" por la estabilidad de sus instituciones democráticas e implantaron uno de esos regímenes de terror, tortura, secuestros y atropellos a los derechos humanos que suelen hablar de la unidad del pueblo y la salvación de la patria. Algo parecido a lo que hacían por entonces los generales argentinos. Pura barbarie. Llegó un momento en que alguien dijo que había más uruguayos fuera del Uruguay que dentro.

Esta peli de Ana Díez que no está mal, aunque resulta algo blanda, falta de nervio narrativo, cuenta parte de la historia anterior reflejada en la vida que llevan los vecinos de un barrio de Montevideo, un jefe de la policía y un comerciante navarro exiliado de la República. En realidad, el punto de vista es el de los recuerdos de dos treintañeros que se reencuentran en Pamplona y el relato viene en flash back que trabajosamente va desentrañando lo que pasó en aquellos años pero que dejaron una amarga noticia en la vida de los niños que ya entonces se querían y consistente en que el padre del chico, el tendero navarro aparece como cómplice de los asesinos del padre de la chica, el jefe de la policía. Le realidad será distinta y, al tiempo, acorde con la siniestra barbarie de aquel tiempo.

La peli no es muy allá en casi nada sino una narración discreta muy llevadera de no ser por un sonido que dan ganas de salir corriendo porque está grabado con un micrófono que no discrimina los diálogos de los ruidos de la calle ni siquiera en los primeros planos. No obstante se trasmite muy bien el clima de miedo, de zozobra de la población ante la inminente intervención de los milicos. Se refleja también el clima de opinión de los militares en los juicios de ese general que es amigo del jefe de policía al que luego hace lo que le hace.

Quienes éramos mayores de edad cuando los militares tomaron el poder en el Uruguay solemos tener recuerdos e imágenes de los hechos porque hemos tenido relaciones con uruguayos exiliados y los uruguayos exiliados han llegado a ser personajes propios de según qué zonas. Por cierto, hay escenas que recuerdan mucho a Estado de sitio, de Costa Gavras sobre el mismo tiempo en el Uruguay.

divendres, 31 de juliol del 2009

La verdad de las cosas.

La pureza de la raza, la Patria en peligro, los derechos inalienables del pueblo, el amor a la tierra, la cultura ancestral, la lengua originaria, el espíritu colectivo, la autodeterminación, los atavismos seculares, las peculiaridades locales, la riqueza del folklore, la sucesión de generaciones, la interacción naturaleza-sociedad, el genuino valor de la etnia, el encanto de las costumbres populares, todo eso es mierda cuando se invoca sobre dos cadáveres de dos chavales de veintiocho y veintisiete años.

La revolución socialista, la emancipación del pueblo trabajador, el fin de la explotación del hombre por el hombre, la solidaridad entre los pueblos, la justicia social, la nacionalización de la industria, los servicios y el crédito, el progreso socioeconómico, los nuevos derechos sociales, la garantía de los bienes públicos, la socialización de las medios de producción, la redistribución, todo eso también es mierda cuando se reivindica sobre dos cadáveres de dos chicos que apenas comenzaban a vivir.

Y una mierda con otra mierda hacen dos mierdas juntas, las que llevan en el alma los asesinos que perpetran estas fechorías y quienes los jalean, apoyan, amparan y celebran, esto es, la parte de la llamada "izquierda abertzale", "patriotas de izquierda" o socialistas que hagan eso: mierda. (N.B. para el chivato de turno que luego se escandaliza en Kaos en la red o Rebelión: no sólo estoy llamando a la izquierda abertzale que calla y otorga en estos crímenes "granujas" o "correveidiles de los pistoleros", que también, sino directamente mierda).

Cuando una causa se defiende matando gente a traición la causa es mentira y quienes la defienden, meros asesinos, mentirosos, mierda. Toda la palabrería, la hueca ideología, las razones y los ergotismos, los sofismas y las justificaciones son eso, hojarasca indigna ante la realidad inmediata, palpitante, de un mal irremediable, el de dos vidas humanas que algún imbécil intelectual y moralmente abyecto (o varios) interrumpe abruptamente considerándose con derecho para ello. Más tarde, cuando estos concretos imbéciles abyectos estén cumpliendo las larguísimas penas de cárcel que les caigan, a lo mejor se hace la luz en sus obtusos espíritus y comprenden el inmenso mal que han hecho segando dos vidas humanas únicas, personalísimas, irrepetibles, en el altar de una obsesión, una estúpida quimera. Para entonces ya será tarde porque los muertos no resucitan. Pero sí cabe que los demás deseemos que los asesinos se pudran en la cárcel atenazados por la angustia de haber cometido un espantoso crimen por el que nadie los perdonará porque las víctimas ya no pueden y los demás no somos quiénes para perdonar una canallada que no nos haya afectado directamente.

Y quede claro de quién se habla aquí: los pistoleros y sus cómplices, esos intelectuales del rencor y la envidia, los fanáticos educados en el odio y la manga de cobardes que creen que así se aseguran de que no les suceda lo mismo que a los dos guardias civiles asesinados.(La imagen es una foto de My Web Page, bajo licencia de Creative Commons).

Las mil caras del nacionalismo.

Habitualmente los libros sobre el nacionalismo son estudios teóricos sobre éste, la última gran ideología política más en el campo del deber ser (nacionalismo sí, nacionalismo no) que del ser concreto o bien estudios histórico-empíricos acerca de las formas o periodos específicos de una u otra formas de nacionalismo. Esta obra ( Manuel Ortiz Heras (coord.) (2009), Culturas políticas del nacionalismo españolEdiciones de La Catarata, Madrid, 287 págs.) abre un territorio nuevo y muy prometedor: el de los aspectos parciales, concretos del nacionalismo en determinados momentos de la historia que tienen, por así decirlo, una relevancia conceptual que es transversal a la ideología y, por lo tanto, permite también perspectivas comparadas. El nacionalismo tratado con perspectiva esencialmente historiográfica es el español. No es necesario decir que el autor se siente en la obligación de introducir el asunto precisando la referencia al "nacionalismo español". Hay uno que es conservador y hasta reaccionario, muy obvio en la historia de España, país en el que ha regido durante largos años como la única forma ideológica posible y otro de carácter liberal que aparece y reaparece en la historia como el Guadiana, mucho más débil.

Xosé M. Núñez Seixas, (Nacionalismo español y franquismo: una visión general) es una especie de valoración del caudillismo franquista de postguerra. Ya en la guerra este nacionalismo partía de la idea de Castilla como unificadora de los pueblos de España. Se une la idea de la Hispanidad, utilizada por la Falange que desde al comienzo permitió que se imprimieran algunos escasos textos en gallego o mallorquí. Hubo una "política de renacionalización" en el franquismo que, sin embargo, no traspasó la esfera pública. Posteriormente la Dictadura pasó a celebrar la doctrina oficial de las peculiaridades regionales de España (p. 31). Fue el "españolismo regional". No obstante los medios de que dispuso, el segundo intento de renacionalización autoritaria del siglo XXI fracasó (p. 34).

Sandra Souto Kustrín (Asociacionismo y movilización juvenil y nacionalismo en España y en Europa (1900-1945)) un interesante trabajo sobre un tema atractivo pero infrecuente: la movilización general de la juventud con discursos nacionalistas y patrióticos. Ya comenzó con los Boy Scouts del coronel Baden-Powell en 1908 y toda Europa siguió el ejemplo. El franquismo lo hizo con la Organización Juvenil de la Falange, una movilización de la juventud que ya se había iniciado con Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo (p. 45) De ahí procedió después tanto la Sección Femenina de la Falange como el SEU y la asignatura de la Formación del espíritu Nacional (p. 49).

Sebastian Balfour (La derecha política y la idea de nación) es un brillante ensayo sobre el sentido de la nación para la derecha cuya teoría es teleológica y organicista y se enfrenta a la anti-España (p. 61). Analiza y critica por sesgado el informe colectivo de la Real Academia de la Historia de 1997, Reflexiones sobre el ser de España como una racionalización retrospectiva (p. 62). Aunque acabe aceptando la fórmula de la "nación de naciones" (p. 63), hay un discurso en contra del nacionalismo de la periferia que esconde otro esencialista y español (p. 64). La derecha política trata de disimularlo. Edurne Uriarte, a su vez, rechaza el nacionalismo esencialista tanto como el de la periferia y les contrapone un nacionalismo político que no se ve en la derecha. El Gobierno del PP en 1996 tuvo una actitud y el de 2000 otra. En 2002 se aprueba la famosa ponencia del PP sobre el Patriotismo constitucional que redactan Josep Piqué y María Sangil. A partir de 2004 se impone otro giro en la dirección del "¡España se rompe!"

Alejandro Quiroga Fernández de Soto (Traiciones, solidaridades y pactos. La izquierda y la idea de España durante la transición) es un estupendo trabajo sobre la gran cuestión de la izquierda y el nacionalismo en España, esto es, por qué la izquierda abandonó el reconocimiento del derecho de autodeterminación. El autor comentá el destino de Lo que queda de España, de Jiménez Losantos y el manifiesto de los 2.300. Según Quiroga el abandono de la autodeterminación no fue movido por ninguna evolución ideológica o debate sino por una serie de negociaciones políticas a lo largo de tres coyunturas críticas: 1ª) diciembre de 1976-enero de 1977, cuando el PSOE y el PCE aceptan todas las propuestas de Suárez; 2ª) abril a octubre de 1978, las negociaciones sobre la Constitución; y 3ª) julio de 1981, la LOAPA (p. 76). Hace un recorrido por la transición desde la muerte de Franco para analizar cómo los partidos abandonan la autodeterminación. Por supuesto en Cataluña y en el País Vasco la izquierda guardó algo más de sus esencias nacionales (p. 87).

Óscar Martín García ("Separatismo", "subversión" y violencia colectiva en el País Vasco (1968-1976). Nuevas perspectivas del cambio político desde las fuentes del Foreign Office) es un trabajo original sobre todo por el tipo de fuentes: los informes del servicio diplomático inglés (embajador, cónsules) al Foreign Office sobre lo que ocurría en España en los años de la transición. Es un curioso relato en el que se siguen las actividades de ETA, desde la muerte de Melitón Manzanas, los juicios de Burgos, la muerte de Carrero Blanco y las leyes de amnistía de 1977.

Diego Muro (Una larga transición: nacionalismo vasco y cambio político en Euskadi) sostiene que la imagen de la transición como un proceso suave y modélico nada tiene que ver en el País Vasco (p. 134). Hace especial hincapié en el nacionalismo del PNV (y el hecho de que no se incorporara a la dinámica constitucional), la transición, la violencia política como intento de desestabilización que fracasa.

Agustín López Villaverde (La transición religiosa o eclesial en España) abarca desde el nacionalcatolicismo a lo que vino luego y ahora, con la deslegitimación del franquismo. Analiza la pretransición a la luz del impacto del Concilio Vaticano II (1962-65). Al comienzo de la transición la Iglesia aparece dividida en dos sectores: los integristas, nostálgicos del franquismo, partidarios de votar "no" a la Constitución, acuadillados por Marcelo González y monseñor Guerra Campos (p. 169) y los más aperturistas. El episodio que narra el fin de la transición en la Iglesia fue el golpe de 1981, cuando la Conferencia Episcopal no reaccionó en contra (p. 170). Por último, las relaciones entre la Iglesia y el Estado se ajustan con los acuerdos con la Santa Sede (entre julio de 1976 y julio de 1980) que enmarcaron la adaptación eclesial al aconfesionalismo y su resistencia a perder el espacio público. (p. 173)

Damián A. González Madrid y Manuel Ortiz Heras ("La cuestión religiosa en la transición. La opinión "progresista" desde una tribuna de papel: "El País" (1976-1981)) es un estudio sobre el modo en el que se ha tratado la cuestión religiosa en los editoriales de El País en los años indicados. Se analiza el comienzo de la prensa libre en España y luego la posición de El País que siempre fue en contra de la ficticia neutralidad política de la Iglesia y siguiendo todas las cuestiones candentes que afectaba a la Iglesia, como la educativa, la del divorcio, etc.

Pedro Oliver Olmo (Los iniciadores del movimiento de objetores de conciencia (1971-1977)), él mismo un objetor de conciencia, trae noticia del movimiento de objetores de conciencia por razones laicas, distinto del de los testigos de Jehová. Trata del reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia a través del caso Beunza y luego el movimiento de los insumisos. La respuesta del sistema fue en tres pasos: primero las amnistías de 1977, luego la orden del general Gutiérrez Mellado de la "incorporación aplazada" y, por último, la supresión del servicio militar obligatorio durante el gobierno de Aznar.