Hacia 1972 el presidente del Uruguay, Juan María Bordaberry, echó mano de los milicos para atajar la oleada revolucionaria del país, el MLN, los Tupamaros. Al año siguiente, 1973, los militares tomaron el poder en el Uruguay, hasta entonces conocida como la "Suiza de América Latina" por la estabilidad de sus instituciones democráticas e implantaron uno de esos regímenes de terror, tortura, secuestros y atropellos a los derechos humanos que suelen hablar de la unidad del pueblo y la salvación de la patria. Algo parecido a lo que hacían por entonces los generales argentinos. Pura barbarie. Llegó un momento en que alguien dijo que había más uruguayos fuera del Uruguay que dentro.
Esta peli de Ana Díez que no está mal, aunque resulta algo blanda, falta de nervio narrativo, cuenta parte de la historia anterior reflejada en la vida que llevan los vecinos de un barrio de Montevideo, un jefe de la policía y un comerciante navarro exiliado de la República. En realidad, el punto de vista es el de los recuerdos de dos treintañeros que se reencuentran en Pamplona y el relato viene en flash back que trabajosamente va desentrañando lo que pasó en aquellos años pero que dejaron una amarga noticia en la vida de los niños que ya entonces se querían y consistente en que el padre del chico, el tendero navarro aparece como cómplice de los asesinos del padre de la chica, el jefe de la policía. Le realidad será distinta y, al tiempo, acorde con la siniestra barbarie de aquel tiempo.
La peli no es muy allá en casi nada sino una narración discreta muy llevadera de no ser por un sonido que dan ganas de salir corriendo porque está grabado con un micrófono que no discrimina los diálogos de los ruidos de la calle ni siquiera en los primeros planos. No obstante se trasmite muy bien el clima de miedo, de zozobra de la población ante la inminente intervención de los milicos. Se refleja también el clima de opinión de los militares en los juicios de ese general que es amigo del jefe de policía al que luego hace lo que le hace.
Quienes éramos mayores de edad cuando los militares tomaron el poder en el Uruguay solemos tener recuerdos e imágenes de los hechos porque hemos tenido relaciones con uruguayos exiliados y los uruguayos exiliados han llegado a ser personajes propios de según qué zonas. Por cierto, hay escenas que recuerdan mucho a Estado de sitio, de Costa Gavras sobre el mismo tiempo en el Uruguay.