divendres, 17 d’octubre del 2008

Hablando del franquismo.

La Fundación Canal de Isabel II tiene en marcha estos días una interesante exposición de dos estudios fotográficos muy significativos de los años del franquismo. También lo fueron de los de la transición y posteriores, pero su prestigio, su renombre, uno en Madrid y el otro en Barcelona, se hizo en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Son el del conocido fotógrafo húngaro Juan Gyenes, que lo tenía en la calle de Isabel la Católica con un pequeño escaparate que daba a la Gran Vía y en el que siempre había expuestas algunas fotos de personajes del momento de las artes, las letras, las finanzas o la política, y el "Foto Ramblas" de Barcelona, sucesor del "Foto Román", verdadero emperador fotográfico del paralelo, foco de la representación popular en el que se hacían retratar los boxeadores, cupletistas, vedettes, gentes de la lucha libre, magos de tres al cuarto y las parejas de recién casados.

Me pasé la adolescencia y primera juventud viendo fotos de Gyenes porque vivíamos en San Bernardo, ya cerca de la parada de metro de Noviciado, y pasaba por la Gran Vía con frecuencia, por ejemplo para ir al cine Ideal o a los entonces famosos Sótanos, que debió de ser el primer local de juegos de Madrid en que los hubo electrónicos con rifles de rayos infrarrojos y otras tragaperras. Por cierto en estos locales hizo su primera exposición personal en los años cuarenta Gyenes. Sin embargo, no sabía nada de él. Ha sido en la exposición en donde me he enterado de que era un húngaro que decidió quedarse a vivir en Madrid en 1940 viniendo desde El Cairo (en donde trabajaba como corresponsal del New York Times) y camino de Nueva York. Me dejó atónito: cambiar Madrid por Nueva York él, que se reconocía discípulo de Steichen. Lo encuentro incomprensible.

En todo caso era un hombre muy del Régimen, retratista de los sectores, capas, clases (como se quiera llamarlos) dominantes. Pero, eso sí, civiles. No recuerdo haber encontrado retratos de militares, falangistas o curas. En la exposición no los hay pero tampoco creo habérselos visto, aunque quizá los hiciera. Se guardan millones de placas, negativos, tomas de este hombre. Muchas en la Biblioteca Nacional. Además, tenía gran libertad de criterio. No sólo retrataba a la Duquesa de Alba o a los entonces Príncipes de España, sino también a artistas y rebeldes como Picasso o Pau Casals, científicos como Severo Ochoa, intelectuales como Azorín o Menéndez Pidal. Gyenes es el retratista de la élite española de los años cincuenta y sesenta.

Tenía una fortísima inclinación artística; tocaba el violín y era muy culto. En sus retratos hay siempre una fuerte carga interpretativa desde lo más rebuscado (es célebre el de un Belmonte ya mayor en el que se ha incorporado en blanco y negro el que le hizo Julio Romero de Torres de joven, un desnudo envuelto en un capote) hasta lo más simple. Considérese el retrato de Franco más arriba. Debía de ser hacia 1970. El fondo negro enmarca un rostro que, supongo, quiere ser de afable abuelo y resulta una especie de inquietante premonición de la muerte. El ABC lo reprodujo en portada el día del fallecimiento del Dictador, aquel día en que el presidente del Gobierno, señor Arias Navarro, conocido como "carnicerito de Málaga", dio la noticia por la televisión ¡llorando!

Frente a Gyenes, que es serenidad, buen gusto, elegancia, postín, calidad, exquisitez, la exposición del Canal, presenta una colección de fotos del Estudio Ramblas, de los fondos que rescató, restauró y conservó Santos Montes cuando aquel se cerró, que son un epítome de lo popular, movido, estereotipado, farandulero, basto y ordinario pero, al mismo tiempo, muy entrañable. Ocupa los dos últimos pisos de la torre alzada de aguas, que es un edificio muy curioso, típico del modernismo madrileño, de 1907, obra de Diego Martín Montalvo y Ramón de Aguinaga. El Estudio Ramblas no se cuidaba de los aspectos exquisitos sino que hacía fotografía comercial por encargo para campañas de lanzamiento de cupletistas, bailaoras, contorsionistas, boxeadores o para testimonios personales en los ritos de tránsito, comuniones, bautizos, bodas. Y nada de interpretaciones; ahí lo que la gente quería era lucirse. Por eso el estudio, antes de hacer la copia definitiva, dejaba que los clientes indicaran si querían retoques, pero era cosa de los clientes.

Foto Ramblas es la Barcelona canalla cabeza del barrio chino y el Raval. Sus clientes son una muestra del otro franquismo: exóticas señoritas latinoamericanas de exuberantes carnes y breves atuendos que atendían a las necesidades de los marineros gringos de las unidades de la VI flota que patrullaba el Mediterráneo; bailaores y bailaoras de agitados faralaes que eran el nexo que unía a la creciente colonia de inmigrantes andaluces con la patria chica a través del flamenco y la copla con nombres como Manolo Escobar; malabaristas, prestidigitadores (uno de ellos, además, vestido de cura) que actuaban en los locales del puerto. Luchadores de lucha libre como los de la imagen, vestidos de púgiles romanos en una foto que dice más sobre la estética popular de la época que un tratado.

Los dos estudios representaban las dos caras del Jano sociológico franquista: la estirada y elegante élite madrileña retratada por un hombre que tenía vocación artística y quería hacer de la fotografía un arte y los pujantes sectores populares catalanes retratados por unos hombres que sólo sentían el llamado de la pela y querían hacer de la fotografía un negocio.

Y en los dos casos resultó muy rentable.

(Las imágenes son la cubierta del catálogo de la exposición, una de Francisco Franco que pertenece a la Biblioteca Nacional y la otra de Dos luchadores anónimos (sólo las clases populares tienen anónimos) que pertenece a Santos Montes. Se emplean aquí para ilustrar la crítica a la exposición y bajo los supuestos de Wikipedia non-free use rationale guideline).

dijous, 16 d’octubre del 2008

Otra vez para abajo.

De "ajuste técnico", de bajada transitoria para realizar beneficios, nada de nada. Esta madrugada, mientras el señor McCain volvía a insultar al señor Obama, demostrando su recia casta neocon, el índice Nikkei de Tokio bajaba un diez por ciento y la bolsa de Hong Kong casi siete por ciento. Si como se sabe Ex Oriente lux, (en este caso Ex Oriente tenebras), cuando abran las bolsas europeas aparecerán iluminadas por esa luz lívida del continuo hundimiento de los valores en otra oleada de pánico. Los profetas de la corrala volverán a augurar que se acerca el fin del capitalismo, a punto de hundirse en una crisis general pronosticada por los marxistas desde hace más de cien años y que se ha hecho esperar. Pero nunca es tarde, dirán, si la catástrofe es buena.

Otros se lamentarán amargamente de que estas caritativamente llamadas "turbulencias" no parezcan tener más fin que capacidad manifiestan los expertos y analistas para encontrar alguna explicación. Porque, santo cielo, ¿no se ha hecho ya todo lo humana (y estatalmente) posible? ¿No se han asegurado ya los depósitos de los ahorradores, la liquidez de los bancos, los dividendos de los accionistas, los salarios de los ejecutivos y hasta el botín de los ladrones? ¿Qué más hay que hacer ahora?

El capitalismo no se hunde no por nada sino porque no tiene en dónde hacerlo y las turbulencias mantenidas no son tan difíciles de explicar. Incluso creo que ya lo aventuramos hace unos días: al margen de que las medidas adoptadas para resolver la crisis financiera den o no los resultados apetecidos (que está por ver) viene ahora la crisis de la economía real, la recesión y los mercados que no son tontos (pueden ser codiciosos o despiadados, pero no tontos) se dicen que si todo el dinero está pillado por los bancos, ¿de dónde saldrá el necesario para hacer frente a la crisis de la economía real? ¿De dónde el dinero para inversiones, obras públicas, gasto social?

Ayer, con el G-8 en Washington y la Unión Europea en Bruselas pidiendo al unísono un nuevo Bretton Woods, el camino parecía expedito para la recuperación. No lo estaba y habrá que trabajarlo mucho. Entre otras cosas porque el primer Bretton Woods, que tan buen resultado dio en la posguerra, no se dependía solamente de la existencia de las dos entidades financieras internacionales, Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, sino de una disciplina basada en la paridad fija del dólar que saltó por los aires en 1971 y abrió el convulso mundo contemporáneo en el que no podrá restablecerse estabilidad alguna mientras no se implante algún nuevo tipo de disciplina. Como ésta seguramente no vendrá dada por un sistema de paridad, habrá que crear instituciones financieras con fuerza coercitiva necesaria para ello lo cual, a su vez, no es posible sin un orden político y jurídico internacional distinto.

Así las cosas, ¿por qué no ir ganando tiempo para atajar la crisis de la economía real obligando a los bancos a emplear sus nuevas disponibilidades en el sentido que marquen las autoridades políticas favorable a la recuperación económica? Esto es ¿por qué no emplear los bancos ya nacionalizados de hecho como instrumentos de la política económica de lo gobiernos? Si de este modo moderan sus beneficios o incluso no los tienen, esa sería su aportación a la necesidad colectiva de restringir dispendios. Y ya que estamos en ello, ¿por qué no meter mano decididamente a la economía sumergida que sólo en España, según Hacienda, supone 240.000 millones de euros? Esa sí que sería una inyección de liquidez que todo el mundo recibiría como agua de mayo.

(La imagen es una foto de Claudecf, bajo licencia de Creative Commons).

El asesino no es el mayordomo.

Esta novela de José María Guelbenzu (Un asesinato piadoso, Madrid, Alfaguara, 2008, 380 págs.) es la cuarta de la serie policiaca cuyo protagonista es la Juez Mariana de Marco.

Guelbenzu es uno de los escritores españoles más reconocidos y valorados por su otra producción, digamos "civil" y que, como se ve, cultiva el género detectivesco y con singular acierto. Cosa nada de extrañar por cuanto este género (véase el Planeta que acaba de ganar el señor Savater) es muy literario; es literatura quintaesenciada, literatura dentro de la literatura ya que por lo general -siempre con excepciones- es una forma de contar una historia que no está abierta, sino que ha de estar cerrada de antemano. Se dirá que esto pasa con todos los relatos de ficción pero no hasta el extremo de que ese estar cerrado de la historia la condicione desde el mismo comienzo. ¿La prueba? Traten de leer una novela policiaca dos veces y verán cómo en la segunda lectura van detectando las pistas que el autor ha ido dejando, cosa impensable, por ejemplo, en una novela-río. El autor de novelas policiacas sabe quién es el asesino desde el principio. También aquí hay excepciones y una de ellas es precisamente una de Guelbenzu, la primera (No acosen al asesino) porque el criminal es conocido desde el principio por el autor y el lector de forma que su trama consiste en averiguar cómo lo atrapará la Juez De Marco.

Pero eso es excepcional. El autor conoce al asesino y su tarea reside en llevarnos a descubrirlo al final de un juego de probabilidades más o menos complejo. Además, la historia debe ser creíble, una especie de secuencia lógica (aunque no siempre con la misma lógica) y ese es su interés. La novela policiaca es un género por derecho propio que establece una peculiar relación de complicidad entre el autor y el lector, el primero tratando de conducir y despistar al mismo tiempo; el segundo, de acertar. Eso le sale muy bien a Guelbenzu, excepto en los momentos en que la protagonista habla para su coleto en voz alta, lo que resulta teatral y chocante. Porque el género en sí mismo y las novelas de Guelbenzu, están hechas de psicología y sociología, lo que las obliga a ser realistas, puro whodunit en el que caben pocos experimentalismos estilísticos.

Todas las historias de Mariana de Marco se insertan en la vida cotidiana de gentes de distintas extracciones sociales (tendencia a clase media y media alta) y en ambientes de provincias con su moral, sus costumbres características, lo cual aproxima a nuestro autor más al modelo de Chabrol en cine o Simenon en novela que a A. Christie. Y en todas, por cierto, tiene importancia por activa o por pasiva el mundo de la niñez, especialmente en esta última en la que una niña que apenas habla es el eje oculto de la historia.

Los personajes que rodean a la Juez De Marco, en ocasiones, reaparecen en las novelas posteriores dando así continuidad al mundo de la protagonista, como sucede con la obra de Balzac; así su confidente y alter ego Carmen Valle o alguna de sus amigas o incluso relaciones profesionales con las que llega a tener algún amorío, como el capitán López, de la Guardia Civil.

Este personaje que ha creado Guelbenzu resalta ya por derecho propio frente a los otros dos protagonistas de series policiacas o de género negro que conozco en España, el detective Pepe Carvalho, de Manuel Vázquez Montalbán y el periodista Julio Gálvez, de Jorge Martínez Reverte. Tiene personalidad, está bien construido novela a novela y es un tipo humano muy reconocible: una abogada dedicada al penal que, tras unos años de trabajo en un bufete que comparte con su marido y otros socios, lo abandona a consecuencia de su divorcio y, después de un paréntesis de vida azarosa, ingresa en la judicatura por la vía del tercer turno y ejerce como juez de primera instancia e instrucción, si bien su anhelo es dedicarse al penal de nuevo como magistrada en una audiencia territorial. Por cierto, el autor podría contar de una vez en qué consistió el conflicto matrimonial que la llevó a abandonar el bufete y su vida posterior porque lo apunta en todas sus novelas pero nunca lo aclara. No porque sea imprescindible, sino para satisfacer alguna curiosidad, aunque sea cierto que la insinuación muchas veces supera a la explicación.

La Juez De Marco evoluciona interior y exteriormente de novela en novela. En la tercera (El cadáver arrepentido), creo, deja de fumar y también en ella tiene una relación adulterina con el citado Capitán López. Una buena ocasión perdida para reflexionar acerca de cuando el adulterio era delito en el franquismo. Porque eso del franquismo está muy presente en la Juez y en su pasado de estudiante progre. Incluso llega a decírselo al Capitán López, que en un tiempo anterior hubieran sido enemigos, cosa que él, más joven, no acaba de entender.

Es muy importante que la protagonista sea una mujer y una mujer descrita por un hombre que empieza relatando sus gustos musicales (rara es la novela en que no hay alguna observación de música clásica, Mozart, Schumann) y literarios concentrados, según nos informa Guelbenzu, sobre todo en la novela del siglo XIX, Thomas Hardy o Arnold Bennett, etc. Sólo poco a poco, y como si se fuera soltando, hasta llegar al relativo "desmadre" de Un asesinato piadoso, vamos descubriendo que tiene pronunciadas inclinaciones sexuales y, en diálogo con su íntima amiga y colaboradora Carmen, como si fuera una revelación interior, que la empujan hacia los que ésta llama "hombres malos", guapos, apuestos, castigadores, un poco machistas. Está muy bien vista y relatada la relación entre ambas mujeres, distintas y complementarias.

La personalidad de De Marco, su progresismo, su feminismo, su clara vocación profesional por el derecho, su afición al penal, su sentido de la justicia, su libertad de conducta son una especie de reflejo de la evolución del conjunto de la sociedad española, cosa que a veces es objeto de reflexión de la protagonista, sobre todo cuando se relaciona con gentes ancladas en el pasado por su edad y/o falta de cultura. El hecho de que ejerza como juez de primera instancia e instrucción y no como detective o inspectora de policía presta mucha originalidad y verosimilitud al personaje y da a sus peripecias un sesgo jurídico muy interesante porque ya se sabe que en España, como en Francia, la investigación, la instrucción, la hace el juez; no el fiscal. De aquí que, como tenga éxito la propuesta que ha hecho hace poco el señor Conde Pumpido, la Juez De Marco tendrá que dejar la carrera judicial si quiere seguir decubriendo asesinos gracias a su portentosa mezcla de facultades deductivas e intuición femenina o bien dejar de perseguir criminales, incorporándose por fin a una audiencia territorial.

Un asesinato piadoso tiene el elemento de forcejeo intelectual entre la Juez y el presunto asesino que es típico de las novelas de Guelbenzu, mantenido a lo largo de todo el relato que acaba en un final relativamente sorprendente, como cinematográfico y ese sí, de cine negro y que resulta un poco descabellado. Hay elementos que la relacionan con las otras, como la forma del primer asesinato, la reincidencia y la importancia de los descuidos, los factores fortuitos, los detalles inadvertidos, esto es, la complejidad de la existencia que permiten a la Juez De Marco afirmar siempre con contundencia que "no hay crimen perfecto". Esta historia, que mantiene su interés hasta el final, a ver cómo la Juez descubre al culpable y destruye su coartada, incorpora dos novedades muy típicas de nuestro mundo y que prueban ese carácter esponjoso de la literatura que todo lo absorbe: la informática y los malos tratos. Llama la atención sobre todo la informática y el uso de internet, cuyas posibilidades literarias no hacen sino apuntarse y permitiría un interesante debate acerca de si lo que el autor ha imaginado es como dice que es o no. Más bien creo que no, aunque ello no sea decisivo para la obra, pero no voy a explicarlo aquí, en un blog que tiene la guerra declarada a los spoilers.

dimecres, 15 d’octubre del 2008

La utopía y las medias tintas.

Siguiendo el ejemplo de Gran Bretaña, el Gobierno gringo ha nacionalizado la banca de golpe. Visto lo que había pasado el finde en Europa, Mr. Paulson llamó a su despacho el lunes a los principales banqueros, puso sobre la mesa 250.000 millones de dólares (unos 170.000 millones de euros) y les obligó a vender al Gobierno acciones por diferentes valores: 25.000 millones para Citigroup, Bank of America, Wells Fargo y JP Morgan Chase cada uno, 10.000 millones para Goldman Sachs (por cierto, el suyo, que no es tonto del todo el mancebo) y Morgan Stanley, 2.000 a 3.000 millones para Bank State Street y Bank of New York y la pedrea para el resto. Claro, esto no es lo que él pretendía en un primer momento con su famoso plan de los 700.000 millones para comprar los activos "tóxicos" que primero le rechazó el Congreso y luego, aprobado por éste, provocó el batacazo de la semana pasada que estuvo a punto de colapsar el sistema financiero mundial. Es algo distinto: una compra de acciones con participación real del Estado, intereses para los contribuyentes (5% en los primeros cinco años y 9% en adelante) y una serie de condiciones entre las que destacan supervisión de los salarios de los altos ejecutivos y prohibición de los "paracaídas de oro". O sea una intervención en toda regla que era lo que Paulson había intentado evitar.

Una intervención como la que se ha dado en Inglaterra y está prevista en Alemania y otros países. Una situación tan contraria a los postulados teóricos del capitalismo que muchos piensan que estamos ante un cambio de era, de alteración de los viejos postulados. Ahí estaba ayer el señor Rajoy, después de haber hablado con el señor Rodríguez Zapatero insistiendo en que los dineros que este último ha aprestado tan diligentemente no vayan a los insaciables bancos sino que lleguen a las pymes y a las familias y que se gestión sea supervisada por el Parlamento, todas ellas reclamaciones que también había hecho Palinuro. Puesto que sé que Palinuro, al que conozco muy bien, no es derecha, sólo puedo deducir que, como se decía en el post de ayer, el señor Rajoy se ha hecho de izquierda.

Portentosas transformaciones. Esta crisis está siendo como un huracán de las Antillas y no está dejando edificios ni convicciones en pie. Todo se deshace y se lo lleva el viento. Por ejemplo, la señora Fernández de la Vega, de sobria expresión, augura que, cuando la crisis se acabe, el capitalismo sufrirá cambios. En verdad, ya han cambiado bastante las cosas; tanto que los socialistas recuperan un vocabulario abandonado hace mucho tiempo. ¿Desde cuándo no hablaba en público un político socialista de "capitalismo"? Da la impresión de que estuvieran viendo renacer la vieja utopía juvenil a los cárdenos reflejos de esta tremenda crisis.

Por su parte, el señor Bush que también asiste atónito al derrumbarse del templo del capital en el que tanto ha rezado, niega que las medidas nacionalizadoras de su gobierno, que darían envidia a Hugo Chávez y Fidel Castro juntos, supongan cambio drástico alguno del sistema económico imperante. Que nadie se engañe: estas medidas no están pensadas para acabar con el libre mercado (como Mr. Bush no es socialista no lo llama "capitalismo") sino para preservarlo. Para preservar el capitalismo, se entiende.

¿Cuál de las dos previsiones, la de la señora De la Vega o la del señor Bush, se hará realidad? Por supuesto, no hay modo de saberlo. Hasta es posible que la realidad acabe siendo una mezcla de ambas quien sabe si para traer lo nuevo bajo el manto de lo viejo al modo en que la violencia es la partera de la historia, o para conseguir que se haga realidad el viejo adagio de Plus ça change plus c'est la même chose.

Lo que sí me atrevo a aventurar es que, con todo lo vistosas que son estas drásticas medidas de los gobiernos europeos y gringo, con lo llamativa que fue la semana pasada de los pánicos encadenados y lo contundente de los planes de rescate, si todo se queda aquí, nos habremos quedado en las consabidas medias tintas. Me da igual cómo queramos llamarlo a largo plazo, si conservación o sustitución del capitalismo; lo que me importa es el corto y medio plazo. Y en este terreno está muy claro que, de momento, se ha conseguido capear una crisis global aplicando medidas estrictamente nacionales. Es cierto que los gobernantes han entendido que deben coordinarlas y hasta hubo un día de feliz memoria en que todos los bancos centrales se pusieron de acuerdo para bajar medio punto los tipos de interés. Pero eso ha sido todo. Y, por lo tanto, resulta a todas luces insuficiente. La crisis ha sido, está siendo, global y demanda soluciones globales. Este finde se reunen M. Sarkozy, el señor Durao Barroso (o sea, la Unión Europea) con Mr. Matorral en Gringolandia. Aparte de hacerse fotos y contarse chistes, sería muy conveniente que de esa reunión surgiera una convocatoria de una conferencia internacional para regular el nuevo sistema financiero mundial, un Bretton Woods II; porque esto no puede seguir así.

(La imagen es un detalle del panel central del tríptico de 1487 de Hyeronimus Bosch, El carro de heno que se guarda en El Escorial.)

Aguirresividad.

No hay duda; es todo un carácter. A su lado, el señor Rajoy es flojo, blando, untoso y no tiene media galleta. La señora Aguirre está en todos los frentes, no da tregua al adversario (del partido de la oposición o del propio), ni pierde ocasión de arremeter contra él; hasta cuando se defiende, ataca y no deja territorio por ocupar, ya se trate de las rencillas intrapartidistas como de las campañas sindicales, el boicoteo al Gobierno del Estado o las cuestiones de vuelos teóricos, como esa fijación que tiene por demostrar que la derecha es moralmente superior a la izquierda. Nada le parece demasiado pequeño, irrelevante o baladí; no descuida fisura alguna. No descansa.

Hace unos días, a raíz de la campaña de los sindicatos contra la política de privatización de la sanidad pública de la Comunidad de Madrid, la señora Aguirre permitía que se difundiera un video en el que se identificaba a algunos de los trabajadores que interpelaban en los actos al consejero de Sanidad, esa inenarrable joven promesa de nombre Güemes. Comisiones Obreras ha llevado el video a los tribunales porque en él pueden estar conculcándose tres o cuatro derechos fundamentales. A ver qué dicen los jueces pero tengo poca duda de que, digan lo que digan, el Gobierno de doña Esperanza Aguirre no cambiará de rumbo. Su inquina a todo lo que sea público no conoce límites. Hace un par de años que inició un ataque insidioso y malintencionado contra un equipo médico del Hospital Severo Ochoa, encabezado por el doctor Montes, con la intención de desprestigiarlo a él, a su gente y, de paso, a toda la sanidad pública. Los tribunales acabaron dando la razón al referido doctor Montes, pero el Gobierno de la CA de Madrid no ha rectificado en su odiosa campaña ni ha reintegrado al doctor Montes al puesto que por derecho le corresponde antes de que la arbitrariedad del tal Gobierno de extrema derecha lo apartara de él.

Ahora la ha tomado con las Universidades públicas de la Comunidad, a las que pretende asfixiar recortándoles de golpe el 30 por ciento del presupuesto en gastos corrientes. Y eso al tiempo que acusa al Gobierno de España de no pagarle una deuda de más de 1.000 millones de euros que debe de precisar como agua de mayo para seguir financiando campos de golf en Chamberí, zona muy necesitada de tan popular deporte. La táctica es conocida: se da un hachazo, se pone a las Universidades de rodillas y luego se les da la mitad o un tercio de lo que reclaman y se las tiene a plena disposición, sin poder financiarse.

Entre tanto, probablemente para recaudar fondos, la señora Aguirre pretende privatizar un 49 % del Canal de Isabel II, al tiempo que provilegia a la eseñanza privada concertada en detrimento de la escuela pública, abandonada y masificada mientras ella se entretiene viendo cómo puede saltarse la ley en materia de Educación para la Ciudadanía. Confieso que no entiendo cómo mis paisanos madrileños votan a esta señora si no es porque la oferta que suele presentar el PSOE en las elecciones autonómicas es aun peor.

Ahora, la señora de armas tomar ha decidido que, como está siendo objeto de injustas campañas, sus huestes salgan la calle a explicar a los ciudadanos las excelencias de sus políticas. O sea, no le basta con tener a su disposición un periódico (El Mundo), una cadena de radio (La Cope) y una de televisión (TeleMadrid) sino que recurre asimismo a la movilización partidista, dejando chiquito una vez más al pobre Presidente de su partido ya que ha tenido la desfachatez de instalar la oficina desde la que centralizará está movida propagandística en la sede de la calle de Génova.

Aquí no manda el señor Rajoy ni el señor Ruiz Gallardón sino la lideresa, señora Aguirre a quien están preparando los suyos para que sea la próxima candidata a la presidencia del Gobierno, una vez que el interino haya sido desplazado por los malos resultados de las próximas elecciones autonómicas y europeas.

(La imagen es una foto de Chesi Fotos, bajo licencia de Creative Commons).

Día de acción de los blogs.

Hoy celebramos el Día de Acción de los blogs y va dedicado a la erradicación de la pobreza. Quede claro. Puede seguirse la campaña en Blog Action Day 2008 Poverty.


dimarts, 14 d’octubre del 2008

La derecha se ha hecho de izquierda.

Que el Reino Unido nacionalizara la banca era relativamente previsible por cuanto el país tiene una clara querencia socialista; basta recordar el Informe Beveridge y el Welfare State a que dio lugar a partir de 1945. La drástica corrección de curso que impuso la señora Thatcher, como se ve, no sirvió de mucho. Ahora Mr. Gordon Brown, un laborista, o sea un comunista encubierto, ha puesto en marcha un plan para nacionalizar los bancos. Dice que parcialmente pero ya veremos cómo el Estado, al final, en su voracidad, se queda con todo y nosotros acabamos echando de menos a aquel simpático Tory Blair, sobre todo ahora que se ha convertido a la verdadera religión.

Las nacionalizaciones británicas eran inevitables tratándose de socialdemócratas. Como lo será que en poco tiempo hagan lo mismo los taimados socialistas españoles. Es cierto que el señor Solbes anda diciendo que en España no será necesario acudir a expedientes de nacionalización dado que la banca patria goza de inmejorable salud. Ya veremos. No me fío nada y estoy seguro de que encontrarán una excusa para meter la mano en la caja de los bancos privados. Ocurre siempre igual con los progres y los izquierdistas en general, que parecen haberse civilizado y, apenas te das media vuelta, les sale el Lenin que todos llevan dentro. La cabra leninista tira al monte soviético.

Mas ¿qué me dicen Vds. del señor Bush, antaño esperanza de Occidente y hoy dispuesto a nacionalizar los bancos que hicieron la grandeza de su país?, ¿qué de Frau Merkel, más de derechas que Otto von Bismarck y, además, devota cristiana temerosa de Dios que pretende hacer lo mismo con la banca alemana? ¿qué de M. Sarkozy, bastión del orden tradicional y de la propiedad privada, quien no solamente pretende nacionalizar la banca francesa sino que anda diciendo que piensa "refundar el capitalismo" para que se note que tiene ideas? Vade retro. Menos mal que nadie sabe qué quiera decir eso salvo que, a la salida de esta crisis, será preciso tomar medidas para que no se repita.

Pero ¿qué capitalismo va a refundarse si, como se ve, todos los líderes de los países capitalistas se han convertido en una manga de nacionalizadores peores que los comunistas? Qué ironía de la historia que a casi veinte años del estrepitoso hundimiento del comunismo su fantasma vuelva a recorrer Europa pero esta vez las "potencias de la vieja Europa (...) los radicales franceses y los polizontes alemanes" en vez de conjurarse contra él, lo amparen y alienten.

¿Y qué les parece a Vds. el señor González Pons, portavoz del PP, partido de la derecha, fundado por el señor Fraga, exministro de Franco, centinela de Occidente, diciendo que Zapatero es el presidente de los banqueros? Como si a) los banqueros no pudieran o debieran tener partido; b) el PP fuera el partido de los proletarios y campesinos y no hubiera contado entre sus filas a los Ratos o los Matutes, banqueros. Si alguien piensa que se trata de una ocurrencia de pata de banco del señor González Pons como si no supiera lo que decía, el señor Rajoy corroboró su posición un día después afirmando que las medidas del Gobierno son buenas para los bancos pero que hacen falta más para garantizar los ahorros de los españoles.

En fin, estos giros, mudanzas, cambios radicales y bruscos de opinión que hacen que los de derecha de toda la vida se hayan hecho de izquierda, forman parte de la voluble vida política. A quien hay que interrogar ahora, exigir explicaciones, escuchar a ver qué dicen es a los intelectuales orgánicos del pensamiento neocon y neoliberal. Veamos: decían que el Estado no es la solución sino parte del problema; decían que el mercado se auterregula si el estado no mete sus sucias narices en él; decían que toda intervención en el mercado era contraproducente; decían que las nacionalizaciones no son más que confiscaciones de las propiedades de los honrados y afanosos industriales a manos de una caterva de envidiosos arrastraculos; decían que el Estado es despilfarrador y el mercado ahorrador (sí, sí, lo decían); decían que el Estado es ineficiente y el mercado eficiente (que sí, que sí, que lo decían); decían que el Estado es el núcleo de la corrupción y el mercado el centro de la honradez; decían que el Estado es burocrático e inmoral mientras que el mercado es ágil y moral; decían que el Estado asigna recursos por criterios de favoritismo, clientelismo y enchufismo mientras que el mercado los asigna según la lógica racional de la competencia y el coste-beneficio; decían que el Estado es lento y el mercado rápido; que el estado es monopolio y el mercado libre competencia; que con el Estado perdemos y con el mercado ganamos.

¿Y ahora qué dicen? ¿Cómo explica el "pensamiento" neoconservador esta crisis y cómo propone salir de ella? Porque sus huestes políticas ya lo hemos visto: nacionalizando o sea, desprivatizando. No creo que los variadísimos think tanks que la derecha tiene a suculento sueldo por todo el planeta estén en situación de dar una respuesta en un tiempo razonable porque son tanks o sea, pesados y lentos. Por eso quizá corresponda apuntar alguna sugerencia a quienes no estamos en ningún think tank, tampoco de izquierda, que los hay y también en plan de sabrosas canonjías. Palinuro ya propuso la nacionalización de la banca hace días, ¿qué tal si aprovechamos ahora, revisamos todas las privatizaciones y renacionalizamos, es decir, devolvemos a sus legítimos propietarios las que no han funcionado, en concreto todos los servicios públicos? Porque si no se hace esto no sé qué querrá decir el señor Sarkozy cuando habla de "refundar el capitalismo".

(La imagen es una foto de Liquid Lucidity, bajo licencia de Creative Commons).

El niño con el pijama a rayas.

¡Qué gran película la de Mark Herman que acaba de estrenarse! Está basada en una novela del mismo título del irlandés John Boyne que no he leído pero pienso leer. Y no porque crea que sea necesario para el mejor entendimiento del film. En absoluto. El film está muy bien como está y no le falta nada. La leeré solamente para revivir una historia tan sorprendente, tan original, tan bella, tan terrible y tan triste. Porque eso es lo esencial de la peli, la historia que cuenta cuya fuerza es tan arrolladora que puede con todo, con la ambientación, la dirección, la interpretación, la banda sonora, el guión y todo. Y conste que la película es muy buena como película; pero es porque la historia que cuenta es extraordinaria. Y ha salido directamente de la cabeza del novelista John Boyne al que han visitado felizmente las musas y le han inspirado eso, una historia magnífica que él ha sabido contar de modo sobrio y sin concesiones, como de modo sobrio y sin concesiones, sin cursilerías, con toda la sencillez, la belleza y la brutalidad de la vida la ha contado el director Herman.

Un alto oficial del ejército alemán, casado con dos hijos (un niño de ocho años, Bruno, el protagonista de la historia y una niña de doce, Gretel) es nombrado comandante del campo de exterminio de Auschwitz en los últimos tiempos de la guerra y tiene que trasladarse allí con su familia. Alemanes, nazis, Berlín, militares, guerra, vida de familia, campo de exterminio, judíos, brutalidades, crímenes, canalladas, etc. No falta nada. Parece mentira que en una historia en la que ya nos conocemos tan de memoria los ingredientes que basta con insinuarlos para que el público nos hagamos perfectamente cargo de lo que se trata, se pueda introducir todavía un punto de vista, una perspectiva tan nuevos y originales que tiñan con otro tinte moral nuestra experiencia de lo que fue la "solución final", la Shoah.

Ese es el ingenio del novelista, el logro magnífico del arte, que nos abruma con un cúmulo de sensaciones nuevas, de experiencias insólitas prácticamente sin decir nada. ¿Creíamos saber mucho de los campos de exterminio porque hemos visto, leído y oído de todo sobre ellos? ¿Pensábamos habernos situado en todas las perspectivas, la de las víctimas, los victimarios, los liberadores, los enemigos, los combatientes...? Siempre hay alguna novedosa, alguna que se despliega antes nuestros ojos atónitos en un paisaje que podríamos dibujar con los ojos cerrados y nos obliga a verlo como si fuera la primera vez que lo hiciéramos, donde todo adquiere dimensiones insospechadas. El punto de vista de un niño. Pero no de una víctima, sino de un niño hijo de victimario en una situación sorprendente y terrible.

Ese golpe de ingenio del novelista nos obliga a rebobinar nuestro discurso más o menos asentado sobre este siniestro periodo de la historia de Europa y a replantearnos muchas cosas: cómo veían el mundo que los rodeaba los niños de ocho años, qué les enseñaban, qué les decían, cómo reaccionaban ellos, como se hacía para vivir una vida de engaños y mentiras con niños que no entienden de los unos ni de las otras. Pero, sobre todo, lo que nos anonada con la fuerza del destino y la fatalidad es el terrible efecto que tiene la fantasía del autor que al final ha jugado con la idea de qué pueda suceder cuando se transgrede la regla de oro de la moral. Y no digo más para no fastidiar a nadie una película tan emocionante.

(La imagen, la cubierta de un DVD, procede de Wikipedia, y está acogida a la declaración de Wikipedia: non-free content por no haber ninguna alternativa libre disponible, servir para ilustrar el comentario y tratarse de una imagen de baja resolución).

dilluns, 13 d’octubre del 2008

Cruzando los dedos.

Las frenéticas reuniones del G7 el viernes/sábado en Washington y del Eurogrupo el domingo en París con los planes de acción que en ambas se han adoptado han sido prueba de que hay una voluntad política clara en los países desarrollados de impedir que la crisis de confianza y liquidez acabe en el colapso del sistema financiero internacional. Di cuenta del programa de acción del G7 en el post del sábado pasado, titulado Finde de cumbres. En cuanto al aprobado en París, muy parecido al de Washington pero más concreto, contiene tres propósitos básicos: a) los Estados se comprometen a garantizar la liquidez en el sistema financiero asegurando o suscribiendo los préstamos en este mercado hasta un plazo de cinco años y jugando siempre con activos "sanos", nada de "tóxicos"; b) los Estados se comprometen a entrar en el capital de los bancos a precios de mercado, lo que equivale a una forma de nacionalización parcial o total, como ya propuso Palinuro en un post del dos de octubre titulado ¿Y si nacionalizamos la banca?; c) los Estados se comprometen a impedir que ningún banco importante quiebre, cosa que sólo puede hacerse mediante más nacionalizaciones.

En el fondo lo que ha hecho el Eurogrupo ha sido aprobar el plan de salvamento/nacionalización de la banca elaborado por el Gobierno de Mr. Gordon Brown que, por cierto, no pertenece al eurogrupo pero estaba ayer en París impartiendo sus sabias doctrinas. Éstas no eran otra cosa que una especie de aggiornamento y adaptación del plan de salvamento de la banca sueca en los años noventa del siglo pasado.

Elaborados dichos planes (que ahora hará suyos el Ecofin), los dirigentes europeos regresaron a sus países a esperar llenos de inquietud la reacción de las bolsas hoy, pues nadie olvida que el desastre de la semana pasada se debió a que los mercados no creyeron en la viabilidad del plan de rescate de los señores Bush y Paulson. De momento las perspectivas son buenas: los mercados asiáticos (excepto Japón, que no abre el lunes) han abierto al alza. Hong Kong subía un 2,4% mientras que un índice de las empresas chinas, el Chine Enterprises Index, subía un 3,1% en tanto que Australia, que empezó con fuerza (aumento del 6 %) se estabilizaba en ganancias en torno al 3%. Si, como parece lógico, ese ánimo sigue rigiendo en los demás mercados, tanto Europa como los Estados Unidos comenzarán la semana subiendo en lo que todos esperan que sea el final de las turbulencias de la semana pasada.

Pero no el final de la crisis ni mucho menos. Si los planes de las cumbres finisemanales tienen éxito, éste consistirá en estabilizar el sistema financiero, ponerlo en condiciones de volver a funcionar. Y a partir de aquí habrá que empezar a tomar medidas para resolver la crisis de la economía real que parece abocada a la recesión en el primer semestre de 2009. Es decir, si sale bien la jugada de Washington/París, la caída se habrá detenido en, más o menos, el veinte o el veinticinco por ciento de pérdidas. Ahora queda una tarea ímproba: revertir el curso, comenzar a crecer de nuevo, cosa nada fácil.

(La imagen es del tríptico de Hieronimus Bosch El carro de heno en la versión que se exhibe en San Lorenzo del Escorial. Es el motivo de las puertas que cierran el retablo).

Cuba a golpe de diario.

En la primera parte de la reseña del libro de Vila-Coia (Diario No Velado de La Habana, Madrid, Lapinga ediciones, 2008, 564 págs.), la previa a la presentación en el FNAC de Madrid, expuse lo que se puede llamar los aspectos más subjetivos del diario que recoge la estancia de Vila-Coia en La Habana durante unos ocho meses entre 2002 y 2003. Para esta segunda entrega he reservado los aspectos "objetivos", la imagen que de la situación política, económica y social de la isla da nuestro autor. Recuérdese que no se trata de un estudio sistemático, sino de un diario, alimentado con impresiones día a día y, por lo tanto, desordenado y algo caótico. Pero lo que el escrito pierde en estructura lo gana en espontaneidad e inmediatez. Recuérdese asimismo que Vila-Coia no paró en su estancia, que habló con todo tipo de personas, recogió muchísima información detallada, lo fotografió todo, anduvo en todas partes y, en consecuencia, la imagen que ofrece no está mediada por la propaganda del régimen, ni siquiera inducida por éste como solía suceder con los sistemas socialistas, que invertían muchos recursos en publicitarse pero sólo dejaban ver de así mismos lo que les interesaba enseñar.

En opinión de Vila-Coia los pilares de la legitimidad cubana son: a) carisma de Fidel; b) la fe en la Revolución; y c) la amenaza del imperialismo yanqui (p. 73). El sistema político, sin embargo, se caracteriza por la ausencia de libertades políticas (p. 82), la inexistencia de la libertad de prensa. Ésta es clamorosa, al extremo de que los medios simplemente no publican los sucesos que incomodan al régimen (p. 242) y ejerce una cerrada censura, como se prueba a través de una experiencia propia del autor al que la policía requisó unas fotos que había tomado el primero de mayo (p. 504). La falta de respeto a los derechos humanos y libertad de expresión alcanzó un punto culminante en el que Vila-Coia se extiende con bastante razón: el fusilamiento de tres ciudadanos condenados a muerte por haber secuestrado una embarcación con intención de huir de la isla. Es el hecho que, al parecer, la prensa cubana no dio noticia de las ejecuciones hasta pasados tres días (p. 476) lo que impulsa a Vila-Coia a equiparar a Castro con Franco (p. 477). El sistema electoral es una farsa porque las elecciones no son competitivas (p. 293). Tampoco hay justicia propiamente hablando en Cuba (p. 110) donde lo único que funciona es la seguridad (p. 142), lo que equivale a decir, la policía y un complejo sistema de vigilancia de la población, de coacción, amenaza y sistemática denuncia a través de las redes de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) (p. 269).

En los aspectos económicos la crítica es aun más demoledora. El sistema económico es un desastre, una mezcolanza sincrética de capitalismo y socialismo (p. 201) en la que se da una aguda explotación de los trabajadores que vienen a ganar unos ciento treinta pesos al mes por jornadas de cuarenta y cuatro horas semanales (p. 231) de forma que, en realidad, el país es "capitalismo de Estado" en donde se esquilma a los trabajadores (p. 280), a los que se permite que ganen unas míseras cantidades para ir tirando en situación de absoluta penuria (p. 291). Considera el autor que con ello el Estado cubano se configura como "el mayor ladrón" del país (p. 369) que mantiene una economía "dolarizada" (p. 29) lo quiere decir que para quienes tienen dólares (que son aquí como los ricos) no hay bloqueo (p. 235), esa sempiterna excusa que emplean las autoridades para justificar el desastre en que vive la isla.

Niega el autor el habitual argumento/excusa según el cual esta situación de miseria e injusticia queda compensada por el hecho de que la atención sanitaria y la educación sean gratuitas porque, dice, lo mismo pasa en los países capitalistas sin que tengan que sufrir los otros fenómenos concomitantes (p. 101), lo que no me parece un argumento muy convincente. Tampoco es necesario encontrarlo: esa situación de bajísimas condiciones de vida y buenos sistemas educativos y de salud era lo que sucedía en los países "socialistas" de Europa central y oriental de los que la gente huía como de la peste y a los que no quieren volver ni locos, lo mismo que sucederá en Cuba, supongo, cuando los cubanos puedan hablar libremente, situación que no se sabe cuándo llegará cuenta habida de que, como recuerda el autor, la vigente Constitución afirma que Cuba jamás volverá al capitalismo (p. 358). En verdad estas cláusulas de eternidad en política (como el Imperio de los mil años, de Hitler, que duró doce) son enternecedoras. En todo caso, vuelva o no el capitalismo a Cuba, coincido con el autor en que el propósito oficial de construir una sociedad habitada por un "hombre nuevo" ha resultado un fracaso por entero (pp. 360, 410)

No debe concluirse de esta reseña que nuestro autor esté movido por lo que los comunistas de catecismo suelen llamar un "anticomunismo visceral" (truco que utilizan para desactivar cualquier crítica) sino que, antes al contrario, cuando formula críticas a Cuba suele acompañarlas con otras paralelas a España en donde tampoco le parece que haya verdadera libertad de expresión, libertades a secas (p. 48), derecho de manifestación y crítica (p. 429). Es más, cada vez que topa con algún cubano ajeno al conformismo, cinismo y corrupción dominantes en la sociedad y que parece creer de buena fe en los ideales de la revolución, suele animarse y confirmar que también son los suyos (pp. 26, 95. 147), hasta el extremo de que le subleva que la gente se haya adaptado al sistema político tiránico y económico de explotación y llega a decir que los verdaderos gusanos no son los cubanos que se han ido a Miami sino los que se han quedado en la isla pero no hacen nada por cambiar el orden dominante (p. 339).

En resumen una visión crítica, minuciosa, fresca y bastante demoledora de la isla.

Por último, el libro se cierra con un apotegma que, al no estar atribuido a nadie, juzgo sea cosecha de Vila-Coia y dice así: "La feminización de las sociedades es el principio de su decadencia", expresión con la que no puedo estar más en desacuerdo tanto por lo que dice como por lo que presupone porque ¿qué quiere decir "feminización de las sociedades"? O se refiere al hecho de que las mujeres están en claro proceso de emancipación o "feminización" es el equivalente de "afeminamiento". Si se trata de lo primero, el juicio es una profecía tan caprichosa como la de Fátima ya que, al no haberse dado dicha emancipación jamás antes en la historia, nada nos autoriza a decir cuál será su consecuencia. Si se trata de lo segundo es una afirmación moralizante, arbitraria y bastante reaccionaria, de esas que atribuían el hundimiento del Imperio Romano al "afeminamiento" de sus costumbres. Una broma, vamos.