divendres, 4 de juliol del 2008

A pedos por el Imperio.

Este Mendoza es un grandísimo escritor de pura cepa hispánica, irónico, equilibrado, inteligente, con muchísimo oficio y un estilo tan refinado que no se nota; un caballero de las letras, si se quiere y se puede hablar así; un caballero andante de las letras. Le encanta el artificio, el misterio, la intriga, como en el Caso Savolta o la Cripta Embrujada, que se pueden mezclar con alienígenas, como en Gurb, o con el mundo clásico, como en esta divertida novela (El asombroso viaje de Pomponio Flato, Seix Barral, Barcelona, 2008, 190 págs) de los tiempos de Cristo.

El protagonista, Pomponio Flato que en realidad es Pomponio "el pedorro" recorre Palestina al ruido de sus ventosidades y flatulencias producidas por su manía de probar las aguas de los más remotos ríos en búsqueda filosófica del manantial de la eterna juventud o algo así. Ya se sabe: te echas a andar en demanda del Grial y te encuentras en mitad de la mierda. Aparte del estricto valor filosófico de esta observación, hay en ella un elemento pantagruélico que también está presente en el estilo de Mendoza. Hay que ver con qué naturalidad se daba por culo la gente en el siglo I d.d.C., según dice nuestro novelista que, a veces, recuerda al Apuleyo del Asno de oro.

Arranca la novela en estilo epistolar. Pomponio, de viaje al 0riente, escribe a un amigo que queda en Roma y le cuenta su prodigiosa aventura en Nazaret. El estilo epistolar se diluye al poco de arrancar en una narración normal en primera persona y sólo de nuevo hacia el final, cree el autor necesario recordarnos que el relato era epistolar. Me parece una muestra de la madurez de estilo de Mendoza. No hace falta repetir el relato de los hechos, basta con una pincelada, al modo impresionista.

No destriparé la trama de la historia porque ésta tiene sólida base: Pomponio acepta el encargo de demostrar que el humilde carpintero José, condenado a muerte por el asesinato del rico Epulón es inocente. Quien le hace el encargo y lo acompaña en sus andanzas por cumplirlo es un niño, hijo del carpintero, que se llama Jesús y el encargo lo hace en demanda de su madre, María. Y aquí salen muchos personajes familiares a quienes se interesan por lo que la Iglesia llama la "Historia sagrada": escribas, fariseos, nabateos, samaritanos, griegos, grandes sacerdotes, hetairas, bandidos, legionarios, procuradores romanos, Juan el Bautista, su padre Zacarías, su madre Isabel, Barrabás, los dos ladrones, Lázaro (el de la parábola del rico Epulón, una especie de pícaro sinvergüenza que vive de sus pústulas) y, por supuesto, José, María y Jesús.

El equites Pomponio Flato, fisiólogo itinerante, seguidor de Aristóteles, va desgranando sentencias a lo largo del libro que valen su peso en oro. Y algunos relatos especialmente simbólicos del duro mundo del pasado en relación con los aspectos mendocinos que comento. Pomponio describe cómo son las tribus que habitan cerca del Vístula, a donde ha ido a probar las aguas de un río que insuflan capacidad para pronunciar oráculos extraordinarios. Desde luego, no es su caso. Estos habitantes queruscos rinden culto a Thor, dios de las batallas, y su caudillo es siempre el varón más aguerrido, más audaz y más diestro en el manejo del hacha. A éste, mientras conserva la fortaleza, todos le respetan y obedecen y le dan por el culo sin esperar a que él lo solicite. Pero cuando sus fuerzas empiezan a menguar, lo despojan de todo rango y lo uncen a una noria, donde acaba sus días dando vueltas sin cesar." En lo que parece que hemos ganado moralmente a los siglos pretéritos es en que hoy no hay Vae victis!

Nada, una novela alegre, optimista, irónica, distanciada. Muy grata de leer.

Palinuro se casa.

En el día de hoy Palinuro contrae matrimonio civil con la madre de sus hijos más pequeños, Celia, su compañera de últimas fatigas. En el día de hoy, cuatro de julio, festividad de la Independencia en los EEUU. Bueno, ¿para qué se quiere la independencia? Para rendirla a alguien, sobre todo si es alguien bien amado, como decía Sartre que queríamos la libertad, para comprometerla por algo. Y de ahí salió el "compromiso" del intelectual o "intelectual comprometido", que era término que siempre me repateó porque sonaba a crónica de revista cristiana "comprometida", digo yo que con el siglo, porque las otras cosas, el mundo, el demonio y la carne, son muy comprometidas (en otro sentido, claro) y los cristianos deben huirlas. Me parecía obvio que el término no era inocente: el compromiso político era y es como el compromiso conyugal, algo muy serio y pesado. Conyugal es lo propio de quienes conllevan el yugo, el iugum que, como lo soportan dos, parece ser más liviano y entretenido, pues se va charlando.

Ya les contaré.

(La imagen es el célebre cuadro de Jan van Eyck, El matrimonio Arnolfini (1434) que se encuentra en la National Gallery de Londres. Este Arnolfini era un banquero. Quién lo diría, ¿verdad? viendo a los banqueros de hoy...

dijous, 3 de juliol del 2008

La ciencia sombría.

La verdad por delante. El señor Rodríguez Zapatero no quería comparecer y pretendía mandar al vicepresidente, señor Solbes, como digno representante de lo que Carlyle llamaba la ciencia sombría. Pero los grupos de la cámara exigieron de forma unánime que compareciera el jefe máximo, dada la gravedad de la situación. Y allí estuvieron unas horitas, crisis sí, crisis no, mareando la perdiz. Es muy llamativo el interés de todos los grupos por conseguir que el Presidente acepte pronunciar el vocablo, como si se tratara de un rito mágico, de una invocación para neutralizar los efectos de la cosa. O quizá lo que pretendan sea darse el placer de torcer el brazo presidencial en un asunto de no mayor gravedad. Hasta el señor Rajoy (que ya está claro que no es Einstein) salió diciendo algo sorprendente, que lo apoyará si reconoce la gravedad de la crisis.

Casi parece un ejercicio en un máster de liderazgo: si te mantienes firme en tu curso frente a las presiones generales para que lo cambies, eres un lider. O te das una castaña. Por lo demás, el debate es pueril. Al fin y al cabo, tampoco "crisis" es un término exacto excepto en medicina; en los demás lugares se usa aproximativamente. El término técnico es recesión y ahí parece que todavía no estemos aunque nos acerquemos a velocidad acelerada, con todos los indicadores dando tumbos hacia abajo que es un primor y los precios pegando saltos hacia el cielo, hacia las nubes, que es donde la gente los tiene colocados metafóricamente se entiende.

En su comparecencia forzosa, el Presidente aseguró estar ocupándose del asunto y haber tomado una serie de medidas paliativas y de reactivación de la economía. No me pareció que dijera nada de bajar los impuestos o de recortar las prestaciones sociales. Al contrario, habrá aumento de gasto público. O sea, en algunos aspectos las medidas son expansivas, en parte keynesianas, cosa que me parece un acierto. Lo de bajar los impuestos vale para otros momentos; no para éste.

Es posible que esta crisis salga al señor Rodríguez Zapatero más cara de lo que imagina. Sigue haciendo vaticinios respecto a cuándo habrá recuperación con tanta base como la que tenía cuando hizo los anteriores, todos ellos erróneos, como a la vista está. Podría invocar la experiencia pero este es uno de los escasos ejemplos en que no conviene porque se trata de la experiencia de equivocarse

En cualquier caso, de buena fortuna anda el gobierno que debe sus triunfos en situación de minoría parlamentaria no a sus habilidades retóricas, que son muchas, sino a la pavorosa incompetencia de la oposición. El señor Rajoy parece un disco rayado (de los de vinilo; los de ahora se rayan de otro modo) diciendo siempre lo mismo, del mismo modo, con el mismo tono. No me extraña que hasta los suyos quieran cambiarlo. No seré yo quien diga qué es lo que hay que hacer cuando se está en la oposición pero tengo por cierto que nadie se tomará a mal que el dirigente de la oposición, además de ridiculizar a su adversario y zarandearlo, aporte alguna ideílla, algún plan de lo que sea, alguna propuesta positiva que dé para discutir porque con el señor Rajoy ya no se discute ni en las barras de los bares (bars' bars que suena así como a "bárbaro") a la hora del aperitivo.

<(La imagen es una foto de igdelvalle, bajo licencia de Creative Commons) y se trata de un asistente a una de las numerosas manifas de la AVT en contra del señor Rodríguez Zapatero y que apareció con su perro ataviado de esta guisa...)

Ingrid Betancourt liberada.

Es una noticia excelente. Uno sentía a esa mujer en el fondo de su alma, seis años secuestrada en lo profundo de la selva. Ve uno la foto de lo que fue y la foto de lo que es y lo asalta a uno la indignación. ¿En nombre de qué se puede hacer algo así a un ser humano? ¿En nombre de una quimérica revolución que no sabe explicarse a sí misma? Me da igual lo que digan quienes la secuestraron y me da igual lo que digan quienes la han liberado. El hecho maravilloso es que está en libertad junto a otras catorce también retenidas en contra de su voluntad.

La libertad, Sancho, es el don más preciado que dieron los dioses a los hombres; por ella la vida se ha de dar. Ciertamente la vida sin libertad es la muerte. Viendo esa foto que hoy reproducen todos los periódicos de la señora Betancourt en cautiverio, ¿no parecía una muerta en vida? Y ahora que tiene la libertad, resucita, vuelve a la vida. Una vida que ya sólo será la continuación de aquella injusta muerte.

(La imagen es una foto de www.alexcano.com, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 2 de juliol del 2008

De la crisis nos sacará San Judas Tadeo.

A estas alturas el debate sobre si hay crisis o no ya parece el de los galgos y los podencos, y el único que sigue empeñado en negar la evidencia como si de esta forma pudiera suprimirla es el señor presidente del Gobierno que prefiere recibir a la victoriosa selección que encarar el hecho de que la gente está empezando a pasarlas canutas. Ayer el vicepresidente económico y ministro de Hacienda, señor Solbes, el que antes de las elecciones del nueve de marzo pasado vaticinaba que la situación se normalizaría durante estos meses y habría recuperación a fines de este año, ese mismo, decía que el PIB ha crecido "por debajo" del 0,3% en el último trimestre ("por debajo" quiere decir cualquier cosa desde 0,3 hasta 0), que a finales de este año la situación será peor, que se mantendrá alta la inflación y que el paro aumentará pues ya lo ha hecho hasta un 10% aproximadamente.

Ayer un lector de El País, don Joé Pauner Sala, decía en cartas al director: "Después del debate televisado sobre economía entre Pedro Solbes y Manuel Pizarro realizado durante la última campaña electoral, la mayoría de las encuestas hechas por los medios de comunicación dieron como claro vencedor a Solbes. A toro pasado, la crisis económica que estamos sufriendo demuestra que la razón la tenía Pizarro. Y que aún se quedó corto." Tengo dicho que las cartas de los lectores son fuente inagotable de ideas, de hallazgos. Esta en concreto pone de relieve con toda claridad la charlatanería, el trampantojo, el embuste sistemático de esas aparentemente fundadas predicciones económicas a largo, medio y ¡hasta cortísimo plazo! ¿Quién no recuerda al suficiente señor Solbes cargado de razones y estadísticas, de gráficos e informes, diciendo exactamente lo contrario de lo que se ve obligado hoy a admitir? Aquel debate salió tan bien al señor Solbes y apuntaló de tal modo las expectativas electorales del PSOE (aparte, por supuesto, de dejar a los pies de los caballos al señor Pizarro) que es razonable plantear la sospecha de si el ministro socialista de Hacienda no estaría atendiendo antes al interés del Gobierno por mantenerse en el poder que al conocimiento riguroso de lo que estaba pasando en la economía. Pero tampoco hay que exagerar: ni el señor Solbes ni nadie tenía ni idea de lo que se avecinaba a la vuelta de unas semanas. La prueba es que, de haberla tenido, no se hubiera puesto el Gobierno en plan rumboso con las ayudas de 2.500 euros por niño y los 400 euros de devolución de los impuestos, medidas de populismo electoral que hoy son inimaginables. .

Ahora tenemos la crisis encima. Los últimos datos del sector de la vivienda lo confirman de modo apabullante: frenazo brusco a la construcción (y caídas de pedidos a las empresas y los servicios que la nutren), descenso del precio medio de la vivienda de nueva construcción y la de segunda mano en lo que no es más que el comienzo de un ciclo que va a dejar en nada la famosa "burbuja inmobiliaria". Hoy comparece de nuevo el gobernador del Banco Central Europeo probablemente con un mensaje de aumento de los tipos de interés que amargará las vacaciones a quienes tengan hipotecas y eso si pueden ir de vacaciones porque con la gasolina a precio de rubíes y encareciéndose, mucha gente decidirá quedarse tan tranquila en la ciudad en la que viva, tomando el autobús.

Según dice el señor Rodríguez Zapatero, estamos mejor preparados que nunca para hacer frente a la crisis, esa que no existe. A juzgar por la velocidad a la que se ha volatilizado el superávit, temo que esa preparación no resistirá una semana. ¿Y luego? Luego tanto da escuchar al señor Solbes como poner una vela a San Judas Tadeo, patrono de los imposibles. También se le puede poner a Santa Rita, igualmente patrona de idéntico negociado.

(La imagen es una foto de Katy Lindemann, bajo licencia de Creative Commons).

La nación desmejorada.

Andrés de Blas es uno de los más importantes estudiosos españoles de la cuestión nacional. Si digo que es el más importante se notará de inmediato que, además de estudioso del nacionalismo, Andrés es amigo mío y, aunque soy más amigo de la verdad que de Platón, por no parecer lo contrario, dejaré estar el que De Blas sea uno de los más importantes estudiosos españoles de esta interesante y sempiterna cuestión.

El propio autor, en una especie de prólogo a este libro (Escritos sobre nacionalismo, Biblioteca Nueva, Madrid, 2008, 216 págs) avisa de que se trata de una recopilación de trabajos publicados a lo largo de los años y que, en cierto modo, constituyen una especie de antología de una trayectoria, de una vida dedicada al estudio del nacionalismo. Y nos ahorra la habitual advertencia en estos centones de que hay un "hilo conductor" en todos los trabajos porque es obvio que lo hay en la vida del propio autor, el estudio del nacionalismo en todas sus facetas, como ideología, como movimiento, hecho histórico, mito, reflejo literario y en muy variados soportes, desde monografías hasta artículos de prensa, pasando por artículos en revistas especializadas y capítulos de libros.

El libro en comentario aparece dividido en dos partes: la primera y más amplia, artículos y capítulos de libros sobre el nacionalismo y la cuestión nacional (en España y en general) y sobre autores específicos en relación al nacionalismo (Azaña, Pío Baroja y Senador Gómez) y una segunda parte con artículos publicados en El País entre 1990 y 2007 sobre el tema nacional.

En síntesis, la posición de De Blas es que la distinción que estableció Meinecke entre "nación política" (la que lleva detrás un Estado) y "nación cultural" (la que no lo lleva) es de plena aplicación hoy día en todos los casos en que se manifiesta el nacionalismo y singularmente en España. Entiende el autor que esta división (en la que también ve un eco de la celebérrima distinción de F. Tönnies entre "sociedad" y "comunidad") no sólo es, sino que está bien que sea así. Dicho de otro modo: no tiene sentido que las "naciones culturales" pretendan ser "naciones políticas". El Estado es el que es, abarca a las naciones que abarca y algunas de éstas que pretendan la secesión carecen de argumentos siempre que el Estado del que quieran separarse sea democrático y cumpla con el requisito del respeto a los derechos de las minorías nacionales. O sea, el derecho de autodeterminación como derecho de secesión no tiene cabida aquí.

Aplicado esto a la realidad española quiere decir que los nacionalismos periféricos, catalán, vasco y gallego, deben conformarse con su condición de "naciones culturales", en cuyo caso todo funcionará a la perfección por cuanto habrá doble jurisdicción y asimismo "doble lealtad" nacional. Incluso triple si se recuerda que los procesos contemporáneos (al menos en Europa) implican descentralización hacia abajo y transferencia de poderes del Estado "hacia arriba" en proyectos de integración regional como la Unión Europea. O sea que un ciudadano vasco puede ser y sentirse al tiempo vasco, español y europeo.

Esta es mi discrepancia con el autor, una discrepancia que no afecta a los aspectos específicos o concretos de sus valiosas investigaciones sino al modo de plantearlas, el punto de partida, por decirlo así, lo que dan por supuesto y que, a mi entender, se basa en una petición de principio: que las "naciones culturales" deben aceptar esa especie de distribución de funciones que las deja en una situación de subalternidad política. Si no es así, si las "naciones culturales" se obstinan en ser "naciones políticas" (a través de las peticiones de autodeterminación de sus partidos nacionalistas, por ejemplo), el asunto cambia, el Estado recobra su fuerza y recuerda que no reconoce a nadie el derecho a separarse de él. Y punto. La idea de De Blas, como yo la entiendo, es que este cerrojazo es correcto en tanto se trate de Estados democráticos que han sido muy funcionales para el desarrollo de colectividades liberales avanzadas, esto es, de naciones: "Los Estados nacionales son los artefactos que han organizado la vida política europea a lo largo de los últimos siglos y los impulsores básicos de una predominante idea de nación política, especialmente desde los inicios del siglo XIX" (pp. 53/54).

La condición que hace que el Estado como tal sea respetable y su negativa a reconocer secesión alguna por los motivos que sea aceptable es su historicidad, según reitera De Blas en varios de sus trabajos. Esto es, el Estado es un precipitado histórico y, si esto quiere decir algo, es por eso mismo contingente. El Estado no es una "necesidad" en ninguno de los sentidos imaginables del término necesidad, sino una realidad contingente. Debo reconocer que este extremo no escapa a la perspicacia de De Blas, pero la remite a un largo plazo parecido a unas calendas graecas (y siempre como "superación") que, en consecuencia, no puede ni debe condicionar nuestras posiciones en su defensa en este momento: "Todo tipo de nación es un artefacto, construido mejor que inventado, en el curso de la historia moderna y contemporánea de Europa. Tener conciencia de esta historicidad equivale a estar prevenidos de su posible superación en un horizonte a largo plazo." (p. 88). A mi entender cualquier realidad contingente, histórica, no puede reclamar más respeto a su integridad y permanencia que el que los estudiosos y analistas quieran darle que a veces es ninguna y a veces mucha, como ya señalaba quejándose Julien Benda en su sorprendente La trahison des clercs.

Este es un punto muy complicado de las ciencias sociales y de la actitud de los científicos en este campo. ¿Debe ser su norte entender que es recomendable la preservación de la realidad tal cual es siempre que cumpla ciertos requisitos? ¿O bien debe ser el admitir que la realidad puede cambiar en función de factores internos a ella misma y que la cuestionan, nos guste o no? Obviamente, si la actitud es de respeto a la realidad como es, la realidad no cambiaría nunca y no habría mucho de qué hablar; si, por el contrario, la actitud es admitir la posibilidad de cambio endógeno, se abre la posibilidad de trastornos, revoluciones, guerras y otros fenómenos no deseables. La cuestión reside en escoger uno de los dos campos respetando, entiendo, la elección que no coincida con la nuestra. Habrá quien diga que hay un derecho de autodeterminación de los pueblos y quien, como en el caso de Quebec, llegue a implementarlo con unos u otros resultados. Lo que no parece muy operativo es negar el ejercicio de un derecho cuya reclamación y eventual ejercicio es una cuestión política y tan contingente como la forma Estado en la que quiera ejercerse.

En la transferencia de estos criterios y conclusiones al caso español, De Blas se concentra en la defensa de una nación española de corte liberal que ha sido tradicionalmente preterida y cuya fuerza, obviamente, se ha visto debilitada frente al poderoso resurgir de los nacionalismos periféricos que, aprovechando el desmejoramiento de la nación española, pretenden deconstruir España en una especie de arriesgada aventura confederal. Al margen de que esté uno más o menos de acuerdo con este punto de vista (y sin olvidar la petición de principio de la "historicidad" del Estado), es muy de apreciar el gran trabajo que ha realizado De Blas a lo largo de los años para identificar las razones por las que esa nación española liberal, además de tener una existencia problemática en la historia, ha visto socavada su legitimidad por los sectores intelectuales. Considero un hallazgo su síntesis de los tres frentes de ataque a la nación liberal española como a) los reaccionarios, ultraconservadores que no querían ver la necesidad de substituir la lealtad al trono y al altar por la del Estado y la nación liberal; b) los anarquistas, que jamás se interesaron por nación alguna, liberal o no liberal; c) los marxistas, que tendieron a identificar la nación liberal con la ultrarreaccionaria y a subrayar las "especificidades" españolas (como la falta de revolución burguesa) para justificar la inexistencia de tal nación. Entiendo que, en efecto, la izquierda no ha hecho mucho por legitimar la nación liberal española que pudiera contraponerse a la labor fraccionalista de los nacionalismos periféricos. Poco a poco eso se ha ido corrigiendo y hace ya años que la izquierda, singularmente la socialista, ha pasado de defender el derecho de autodeterminación a no cuestionar la existencia de una nación española con raíces históricas y proyección futura.

Pero el hecho es que, como también señala agudamente De Blas, la mayor amplitud de derechos de autogobierno en las Comunidades Autónomas españolas no ha mermado en nada la solicitud soberanista/independentista de los nacionalismos periféricos sino todo lo contrario y nos encontramos así con que el factor de inestabilidad sigue tan presente como nunca y sin que la petición de principio de "nación política" versus "nación cultural" parezca ser capaz de resolver la cuestión.

Los tres ensayos sobre el nacionalismo en Azaña, Pío Baroja y Senador Gómez son tres buenas muestras tanto de la curiosidad intelectual de De Blas como de su ajustado sentido de la interdiscipinariedad. El dedicado a Senador Gómez tiene algún momento especialmente hilarante en la visión crítica que del arbitrismo tiene De Blas. Le sale aquí una vena jocosa y zumbona que aparece muy de tarde en tarde en su obra. Pero aparece. Véase el artículo de El País de 28 de agosto de 2003 titulado El discurso ya visto de Pasqual Maragall: "La vieja Castilla poblada de semitas y bereberes, sus calles pululantes de militares y funcionarios, de unas clases ociosas en contraste con el ambiente burgués y trabajador de las calles catalanas, queda reducida al enloquecido Madrid y a su arrabal Marbella" .

Por último, los artículos de prensa (veinte en total) son como una síntesis de los puntos de vista del autor aplicados, siempre con rigor y buen estilo académico, a cuestiones candentes a lo largo de casi veinte años. En alguno de ellos encontramos una especie de fórmula condensada del programa intelectual y vital de De Blas que explica mucho de lo que se decía más arriba respecto a cuál haya de ser la actitud del científico social, el politólogo, el historiador, esto es, comprender las realidades conflictivas y complejas refugiado en la neutralidad axiológica weberiana (que alguien podrá acusar siempre de ser una quimera o, más modestamente, un "tipo ideal") o tomar partido por una de las posiciones en conflicto por las razones que sean. Véase la posición nítida de De Blas: "Contra una injustificada confianza en la capacidad reparadora del paso del tiempo y las imaginadas virtudes de la inhibición sistemática ante lo problemático, parece llegada la hora de una ponderada pero firme y explícita defensa de la nación y el Estado españoles frente a ofensivas ideológicas que en el silencio y la pasividad solamente encuentran estímulo para su radicalización" (p. 159). En conjunto, el estilo de De Blas es connotativo. Los calificativos más frecuente (los de las "idea fuerza") son "razonable", "prudente" o "moderado", lo que permite dividir el mundo argumentativo entre la parte que los merece (y por lo tanto es deseable, pues coincide con el reconocimiento de la realidad de hecho de los estados existentes, empezando por el español) y la que no los merece sino los contrarios, "no razonable", "imprudente" o "radical". Me permito observar que en la cita anterior De Blas opta por la defensa de la nación española porque lo otro conduce a la radicalización; no porque haya de ser necesariamente falso, lo que constituye una muestra clara de un procedimiento científico que, defendiendo sus conclusiones, no es intransigente con quienes no coincidan con ellas.

Enhorabuena, Andrés.

dimarts, 1 de juliol del 2008

Triunfo y fracaso.

Todo Madrid, al menos el más vociferante, se echó ayer a la Castellana a festejar el retorno de la selección nacional como si se tratase de las legiones que volvieran milagrosamente ilesas del bosque de Teotoburgo. Los tropos hiperbólicos y los ditirambos que ya se dispararon en el estadio vienés galoparon por las ondas como heraldos del renacer nacional. Hasta una escuadrilla de cazas surcó un par de veces el paseo histórico, el que vio deambular a Larra y Mesonero Romanos, trazando en el cielo los colores rojigualdas. ¿Qué más cabe pedir? Cientos de miles de ciudadanos envueltos en la bandera nacional o en alguna autonómica, pintado el rostro con los tonos patrios, tocando el bombo, soplando bocinas, revolviendo carracas, dando berridos o fotografiando todo lo anterior con las cámaras de los móviles daban fe, por sí y ante la historia, de la existencia de la nación española, siempre preterida, cuestionada, omitida. Estoy seguro de haber leído en algún lugar que no recuerdo (razón por la que no hay hipervínculo) al señor Rodríguez Zapatero diciendo que la victoria de Viena es la prueba evidente de que en España hay una nación capaz de grandes cosas. Lo de "capaz de grandes cosas" lo he puesto de mi Minerva, pero estoy seguro de que el Presidente dijo algo parecido, si no eso mismo. E si non è vero, è ben trovato.

Son magníficos los nacionalistas españoles. Se pasan el día diciendo que la nación que veneran goza de excelente salud pero se la chequean cada lunes y cada martes porque no se fían. Cada lunes y cada martes aparece alguien poniéndola en cuestión, a veces de muy malos modos. Y no un "alguien" que sea un "don nadie" sino alguien representativo de alguna opción nacionalista que representa a decenas de miles de votantes y hasta tiene o puede tener responsabilidades de gobierno in partibus. Cada señor Puigcercós diciendo que mientras no juegue la selección catalana la victoria española se la trae al pairo, por decirlo con cierto desenfado, equivale a una Castellana llena en Madrid. ¿Y cómo encajar aquí la imagen de los centros de ERC enarbolando la bandera de Alemania (¡quintacolumnistas!) en el encuentro? Sin duda el señor Puigcercós y el señor Urkullu de quien se se asegura que prefería que ganara Rusia o incluso (dice el plumilla del que tomo el relato) Turquía antes que España, actúan dentro de las pautas de una sociedad democrática, nadie puede imponerles el sentir de sentimiento alguno y no parece que la práctica del tambor batiente sea el modo de hacerlo. Antes bien, al contrario: más tambor de un lado, más tambor del otro. Cuando los nacionalistas vascos hablan de "choque de locomotoras" entiendo quieren decir topetazos como los machos cabríos.

Por algo dicen sus aficionados que el futbol es mucho más que un deporte. Es una luz, una empresa, un gobierno, un organismo internacional, una razón de ser. Una razón de ser de tanta ciudadanía celebrante. Igual que "el Barça es más que un club" y el PNV más que una sociedad anónima. El retorno de la selección vincitora coincidió con el desplome estrepitoso de las bolsas europeas. Cuanto más saltaba Luis Aragonés más se hundía el Ibex 35 que está hoy en los doce mil y pico cuando se comenzó el año con más de quince mil. La bolsa ha cedido un 20,9% según El País que aprovecha para titular: La Bolsa española cierra el peor primer semestre en 135 años de historia, un texto sin duda concebido para inyectar confianza en los mercados. Es una crisis (aunque el señor Rodríguez Zapatero diga que es opinable y que su opinión es que no la hay) ya en franca estampida en los mercados bursátiles internacionales. Ayer bajaron todas las bolsas en torno al 20%. Y una crisis de estanflación, de esas en que cualquier medida que se tome es contraproducente y en la que la recomendación más certera que cabe dar es: "no hagas nada, que es peor".

Por supuesto, todos los expertos están al cabo de la calle y saben perfectamente de qué se trata y cuáles son las causas, y por cada explicación que dan se cargan la que dieron hace seis meses. Según la señora Natalia Aguirre, directora de análisis y estrategia de Renta 4, "El año pasado se pensaba que la salida de la crisis crediticia iba a ser más rápida" y se "pensaba" seguramente con la misma seguridad con que hoy se piensa lo contrario. A veces no hace falta ni el paso del tiempo para que los expertos incurran en contradicciones que convierten sus juicios en piezas de frenopático. ¿Qué me dicen de la autorizada opinión de don Antonio López, de Fortis, quien dictamina que el segundo semestre será mejor que el primero porque en el primero se produjo una "importante aceleración de la ralentización económica, que nadie esperaba tan rápida"? ¿A que es genial?

Aparte de cargar con estos expertos en España pechamos con una crisis inmobiliaria propia, no inducida (es decir, además de la inducida) que amenaza con consecuencias catastróficas para los cientos de miles de hipotecados que aguantan un euríbor en el máximo histórico del 5,36%, lo que significa más encarecimiento de unas cuotas que ya los tienen contra las cuerdas. Según el mismo medio, Los expertos creen que el indicador "ha tocado techo," lo que quiere decir cualquier cosa desde que empiece a bajar hasta que siga subiendo, rompiendo el tal techo pues en este caso los expertos observarán que ellos hablaron de "tocar techo", no de no romperlo. Añádase en el hispánico coso una inflación del cinco por ciento, cuyo diferencial con la media europea sigue aumentando. A propósito, entiendo que hay aquí un interesante problema monetario que planteo como digresión: ¿cómo se refleja esa variación de inflación en el valor único de la moneda única? Al fin y al cabo, "moneda" quiere decir "testigo", indicador de algo, en este caso del valor de la moneda española. ¿Es posible que los euros fabricados en España empiecen a valer menos que los fabricados en Alemania? Teóricamente entiendo que no pero en la práctica creo que sí.

Debe de tener razón el señor Rodríguez Zapatero y verse la nación española unida en esa victoria de la Eurocopa. En todo lo demás, la nación española está de almoneda.

(La imagen es una foto de jose_herran, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 30 de juny del 2008

¿Por qué gusta el futbol a todo el mundo?

Porque sí. Porque le ha tocado al futbol como podía haberle tocado al tenis o al balón volea y a la gente nos encanta sentirnos parte de alguna muchedumbre. En los Estados Unidos concita mayor interés el base ball pero el fenómeno es el mismo. Porque de algo hay que hablar, aparte del tiempo. Porque a veces se gana y a veces se pierde en sentido figurado, siempre más cómodo que rascarse el bolsillo. Porque la victoria es de todos y también la derrota y así nos sentimos propietarios de algo de mayor enjundia que nuestro hipotecado piso. Porque interviene la pericia y la suerte en cantidades variables, la primera a nuestro favor, claro es, y la segunda en contra nuestra. Porque es la continuación de la política y la guerra por otros medios, menos mortales para el espíritu o para el cuerpo. Porque se puede sacar la bandera sin parecer tonto y hacer el tonto sin parecer un patriota. Porque te codeas con Reyes y famosos de gustos sencillos, sanamente populares. Porque ocupa el trascurso completo de la vida del individuo, desde que es niño hasta que lo vence la edad. Porque es un espectáculo de no muy exigente comprensión, aunque siempre habrá quien diga que el futbol es una ciencia, como lo son sus antecesoras, la política y la guerra. Porque desinhibe pues se puede dar gritos sin tener que justificarlos como una clase de flamenco. Porque alterna la figura del individuo heroico y el trabajo de equipo. Porque da sentido a la vida en un sofá de Ikea. Porque permite interpretar la historia: España ha reconquistado la Eurocopa 44 años después de la primera y ha vencido a Alemania 63 años después de que lo hicieran los aliados. Porque hay que hacer quinielas.

Por cierto, España mereció ganar a todas luces. Dominó todo el tiempo y marcó el único tanto en un ejemplo de elegancia y sentido del ahorro: si un gol da la victoria, ¿para qué meter otro? Típico ejemplo de lo que llaman los teóricos de juegos el minimax.

Vuelven los comunistas.

La mala suerte que acompaña a los comunistas desde la caída de la Unión Soviética ha querido que la Conferencia Política convocada por el PCE para este fin de semana pasado coincida con la final de la Eurocopa en la que España ha salido vencedora. Supongo que hasta los camaradas más entregados a la causa tenían el espíritu dividido entre la importante función que los congregó en Madrid (esto es, la refundación de IU en la propuesta de Anguita) y el deseo de sentarse a ver el partido Alemania-España. Y no se hable ya del impacto mediático del acontecimiento que será equivalente a cero. Hasta el momento sólo he visto la noticia reflejada en Público donde se dice que El PCE relanza su 'teoría de las dos orillas'. En el resto de los medios, silencio.

La síntesis de Público, siendo correcta, no agota ni mucho menos la importancia de la mencionada Conferencia Política, sobre todo porque su diagnóstico de la coyuntura nacional e internacional en el aspecto económico, pero no sólo en él, sino también en el social, el militar, el internacional, etc es, en mi opinión, correcto. El problema aparece cuando se trata de establecer un remedio o proponer medidas de solución. Ahí es donde el PCE vuelve a los tiempos pasados y su actualización se limita a una mayor prudencia léxica que convierte sus propuestas en algo tan etéreo y confuso que dudo mucho que sirva para algo.

El diagnóstico de la crisis actual me parece acertado. IU se ha convertido en un proyecto desdibujado y subalterno y se trata de reconstruirla como proyecto alternativo viable. Veamos cómo, pues no es fácil.

El intento dependerá a su vez de cómo se diagnostique la situación general. Y también aquí encuentro aportaciones muy relevantes y dignas de tenerse en cuenta para una izquierda que trate de transformar la realidad. Por ejemplo: la situación internacional revela predominio del neoliberalismo y el imperialismo. IU debe realizar una política de paz. En el aspecto europeo hay que construir una alternativa al tratado de Lisboa que, conjuntamente con la directiva Bolkenstein, consagra la Europa neoliberal de retroceso de los derechos sociales. Y algo similar sucede con el caso español, específicamente tratado en el documento que la Conferencia del PCE ha aprobado. Entre otros factores suscribo la idea de que el modelo de acumulación capitalista español prácticamente más que duplica las tasas de beneficios de las empresas de la OCDE. Así, mientras en los países de esta organización, los beneficios empresariales estaban en torno al 33%, en España se situaban en el 73%; beneficios concentrados, además, en el sector de la construcción y el capital especulativo.

Para buscar una salida democrática a la crisis, el PCE recomienda que IU afirme su identidad como fuerza "anticapitalista" y, muy a tono con una obsesión anguitesca, formule la interpretación de la centralidad del mundo del trabajo; que se apunte a la emancipación de las mujeres; que proponga un modelo de desarrollo ecológicamente sostenible y socialmente justo; que propugne una reforma del Estado en el sentido de la República federal.

Hasta aquí, básicamente correcto. Nadie con una visión de izquierda encontrará grandes objeciones al análisis que hace el PCE de la couyuntura nacional e internacional. El problema reside en aquilatar las propuestas concretas que se articulan para lograr tan loables objetivos y que, examinadas con un mínimo rigor, constituyen una mezcla de piadosos deseos (pleno empleo de calidad, lucha contra la precariedad, la temporalidad, la siniestralidad y las deslocalizaciones), voluntarismo desaforado (aumentar el gasto público reforzando y protegiendo los servicios públicos sean estos deficitarios o no. Devolver al sector público todos los servicios privatizados durante estos años y desarrollar una forma plenamente pública –en titularidad y gestión- de los servicios necesarios para la sociedad) y viejas fórmulas con un ligero lavado de cara (eliminar la universalización del principio de libre mercado y equilibrio presupuestario posibilitando la intervención de los poderes públicos en la economía.-Incentivar la creación de consorcios públicos europeos en sectores estratégicos de la economía como el sector bancario, las telecomunicaciones, la energía, industria naval, aeroespacial, el transporte, el agua y los servicios postales.-Controlar democráticamente al Banco Central Europeo), esto es, en el viejo y recio castellano de toda la vida, lo que los comunistas proponen es socializar los medios de producción, crear el sector estatal de la economía y "nacionalizar" el Banco Central Europeo en el sentido de someterlo a control político. Cabe preguntar qué hay de nuevo en esto, de distinto de las opciones ya fracasadas en Europa del Este. Y la respuesta será: nada. Estas propuestas ya fueron derrotadas en su día y proponerlas da nuevo de forma taimada, ladina, jugando con el lenguaje, no hará gran cosa por aumentar los resultados electorales de IU.

Ciertamente, hay muchas otras propuestas (incluida una de resolver el contencioso del País Vasco) pero, salvo error por mi parte, ni una sola que autorice a hablar de una verdadera "refundación" de IU.

Por último, el documento insiste en regular mejor y de forma más asamblearia, abierta y democrática a IU. De nuevo oleadas de buenas intenciones dado que el problema de la organización no es falta de normas estatutarias (al contrario) sino falta de votos, estos no vienen de los militantes sino de los electores y a los electores hay que ganárselos con propuestas verosímiles y prácticas.

(La imagen es una foto de Davidycuca, bajo licencia de Creative Commons).

Un cuento contado por un idiota.

En el teatro del Matadero de Madrid están poniendo un nuevo montaje del Macbeth de Shakespeare en interpretación de Esteve Miralles y Carles Alfaro en la dirección. La obra trae innovaciones formales y materiales de distinto porte. En las formales, la idea de un escenario único rompe la costumbre Shakesperiana de ambientar sus escenas en múltiples lugares (el castillo de Macbeth, el palacio del Rey, el bosque de Birnan, etc) y aprovecha bastante bien las peculiaridades arquitectónicas del teatro del Matadero de Madrid. Mezcla para ello ríos, praderas, salas del castillo, puertas, etc y todo con mucha presencia de agua y casi siempre de noche siguiendo en esto el espíritu de la tragedia que transcurre en su mayor parte en horas nocturnas en las que hablan las brujas y se cometen los crímenes.

Lo que no me parece tan afortunado es el vestuario. Dentro de la moda tan extendida de actualizar el teatro clásico y llevarlo a un momento posterior quizá atemporal pero más cercano a nuestro tiempo que al suyo, los personajes llevan unos uniformes oscuros con botas y chaquetas abotonadas a un lado que parecen atavíos del Dr. No o, incluso, sacados de Star Trek. Todos llevan pistolas o revólveres y los combates se libran con armas de fuego, anacronismos que no creo añadan nada a la fuerza de la obra sino que, al contrario, le restan.

En cuanto al contenido, la versión reproduce la pieza de Shakespeare fielmente y si bien se presenta como un intento de dar mayor relieve a la figura de Lady Macbeth es dudoso que lo consiga porque ya en la tragedia como salió de la pluma del autor tiene la dama una función de primer orden desde el momento en que es la que trama el asesinato de Duncan y el modo de encubrirlo. Entiendo que el título de la obra, MacbethLady Macbeth es un intento de subrayar la importancia que se concede a la esposa del regicida. Pero también podría verse como un modo de respetar la vieja superstición según la cual pronunciar el nombre de esta tragedia de Shakespeare dentro de un teatro tiene mal fario y traerá desgracias sin cuento.

Porque ya de por sí Macbeth es Lady Macbeth; es a ella a quien el marido escribe desde el campo de batalla para contarle la profecía de las tres brujas que lo convierte en Rey; es ella quien concibe el plan de asesinar al Rey Duncan mientras duerme como huesped en su castillo y quien empuja a su marido a cometer el asesinato cuestionando su hombría y ella la que, horrorizada por la cadena de asesinatos que Macbeth se cree obligado a cometer, acaba perdiendo el juicio mientras intenta inútilmente lavar una sangre imaginaria que le mancha las manos en estado de sonambulismo. Lady Macbeth es uno de los papeles que suele figurar en el repertorio de las mejores actrices profesionales. Macbeth es la tragedia del poder por excelencia, la que expone hasta dónde están los hombres dispuestos a llegar para conseguirlo, que están dispuestos a hacer para conservarlo y qué les sucede cuando por fin lo pierden. Es una historia de ambición, traición y asesinato y el rumbo que toman las cosas cuando a los crímenes se mezclan las potencias del mal.