A estas alturas el debate sobre si hay crisis o no ya parece el de los galgos y los podencos, y el único que sigue empeñado en negar la evidencia como si de esta forma pudiera suprimirla es el señor presidente del Gobierno que prefiere recibir a la victoriosa selección que encarar el hecho de que la gente está empezando a pasarlas canutas. Ayer el vicepresidente económico y ministro de Hacienda, señor Solbes, el que antes de las elecciones del nueve de marzo pasado vaticinaba que la situación se normalizaría durante estos meses y habría recuperación a fines de este año, ese mismo, decía que el PIB ha crecido "por debajo" del 0,3% en el último trimestre ("por debajo" quiere decir cualquier cosa desde 0,3 hasta 0), que a finales de este año la situación será peor, que se mantendrá alta la inflación y que el paro aumentará pues ya lo ha hecho hasta un 10% aproximadamente.
Ayer un lector de El País, don Joé Pauner Sala, decía en cartas al director: "Después del debate televisado sobre economía entre Pedro Solbes y Manuel Pizarro realizado durante la última campaña electoral, la mayoría de las encuestas hechas por los medios de comunicación dieron como claro vencedor a Solbes. A toro pasado, la crisis económica que estamos sufriendo demuestra que la razón la tenía Pizarro. Y que aún se quedó corto." Tengo dicho que las cartas de los lectores son fuente inagotable de ideas, de hallazgos. Esta en concreto pone de relieve con toda claridad la charlatanería, el trampantojo, el embuste sistemático de esas aparentemente fundadas predicciones económicas a largo, medio y ¡hasta cortísimo plazo! ¿Quién no recuerda al suficiente señor Solbes cargado de razones y estadísticas, de gráficos e informes, diciendo exactamente lo contrario de lo que se ve obligado hoy a admitir? Aquel debate salió tan bien al señor Solbes y apuntaló de tal modo las expectativas electorales del PSOE (aparte, por supuesto, de dejar a los pies de los caballos al señor Pizarro) que es razonable plantear la sospecha de si el ministro socialista de Hacienda no estaría atendiendo antes al interés del Gobierno por mantenerse en el poder que al conocimiento riguroso de lo que estaba pasando en la economía. Pero tampoco hay que exagerar: ni el señor Solbes ni nadie tenía ni idea de lo que se avecinaba a la vuelta de unas semanas. La prueba es que, de haberla tenido, no se hubiera puesto el Gobierno en plan rumboso con las ayudas de 2.500 euros por niño y los 400 euros de devolución de los impuestos, medidas de populismo electoral que hoy son inimaginables. .
Ahora tenemos la crisis encima. Los últimos datos del sector de la vivienda lo confirman de modo apabullante: frenazo brusco a la construcción (y caídas de pedidos a las empresas y los servicios que la nutren), descenso del precio medio de la vivienda de nueva construcción y la de segunda mano en lo que no es más que el comienzo de un ciclo que va a dejar en nada la famosa "burbuja inmobiliaria". Hoy comparece de nuevo el gobernador del Banco Central Europeo probablemente con un mensaje de aumento de los tipos de interés que amargará las vacaciones a quienes tengan hipotecas y eso si pueden ir de vacaciones porque con la gasolina a precio de rubíes y encareciéndose, mucha gente decidirá quedarse tan tranquila en la ciudad en la que viva, tomando el autobús.
Según dice el señor Rodríguez Zapatero, estamos mejor preparados que nunca para hacer frente a la crisis, esa que no existe. A juzgar por la velocidad a la que se ha volatilizado el superávit, temo que esa preparación no resistirá una semana. ¿Y luego? Luego tanto da escuchar al señor Solbes como poner una vela a San Judas Tadeo, patrono de los imposibles. También se le puede poner a Santa Rita, igualmente patrona de idéntico negociado.
(La imagen es una foto de Katy Lindemann, bajo licencia de Creative Commons).