dimecres, 19 de març del 2008

En auxilio del vencido.

Lo habitual en los conflictos, batallas, confrontaciones, escaramuzas o enfrentamientos es que los oficiosos de siempre acudan en ayuda del vencedor. A raíz de las elecciones del nueve de marzo pasado, sin embargo, se ha producido lo contrario, esto es, los desinteresados asesores han corrido en auxilio del vencido. Unos para aconsejarle que se vaya sin dilaciones por su bien, naturalmente; otros, por el bien del partido por supuesto, lo empujan de malos modos a fin de hacer sitio a la que consideraban rutilante estrella en ascenso, señora Esperanza Aguirre; otros, con menos afanes, por el bien de España, para que se haga prudentemente a un lado y deje también paso a las ambiciones del señor Gallardón, que ganado se lo tiene tras haber soportado humillaciones y vejaciones sin cuento de la dicha y redicha señora Aguirre y su guardia pretoriana mediática; otros, de nuevo a su personal favor, para aconsejarle que se mantenga, revalide su posición de dirigente autónomo, se reafirme y busque su tercera oportunidad, no tanto por decidida lealtad a su persona cuanto por oposición a las candidaturas de los señores Aguirre y Gallardón y, en general, de un político con base en Madrid; y otros, por fin, para apoyarlo en su soledad de perdedor por estricta lealtad al jefe aunque, la verdad, en este último grupo sólo conozco a su señora y aun ésta estaba la noche de la derrota más para que la consolaran que para consolar ella misma.

La noche del nueve al diez de marzo fue la de una fulminante Blitzkrieg civil en el seno del PP en la que quedaron al aire, a la lívida luz de los relámpagos, las secretas ambiciones de unos, los no tan secretos odios de otros y, en general, el galimatías del campo de la derecha en el momento amargo de la derrota. Probablemente esperando sacar partido de la confusión primera, la señora Aguirre lanzó la andanada de sus baterías pesadas y escondió arteramente su mano: los señores Ramírez y Jiménez Losantos pidieron la retirada del aun presidente del PP, por supuesto "por el bien del partido", el señor Sánchez Dragó, haciendo gala de su insobornable independencia, también se asomó a la televisión de su admirada jefa a reclamar la marcha del señor Rajoy; el portavoz de la mismísima presidenta de la Comunidad de Madrid, pedía un "examen de conciencia" del PP que sólo podía acabar con la marcha del perdedor de las elecciones. Marcha "con honores" decía melifluo el señor Luis María Anson quien, aun habiendo fundado el nuevo Imparcial digital, sigue en nómina del señor Jiménez en El Mundo, pero marcha al fin y al cabo. Entre tanto, la señora Aguirre se reservaba entre bambalinas, a los efectos de tomar posesión más tarde de la cota arrasada por sus baterías mediáticas tras el más que seguro abandono del señor Rajoy.

Más inteligente anduvo el otro mentidero de la derecha capitalina, el del señor Gallardón y su corte mediática, consistente en lo esencial en el ABC y Estrella Digital. Ciertamente, sus valedores también arrancaron pidiendo la retirada del perdedor, pero supieron corregir el tiro a tiempo, atentos al cornetín de órdenes del mando gallardoniano que, oteando de dónde venía el viento, exigió alineación absoluta con el señor Rajoy, perdedor en las elecciones, pero ganador en la batalla interna del partido por su sucesión y, en su caso concreto, autosucesión. Al alcalde de Madrid le faltó tiempo para jurar lealtad al señor Rajoy, lo que dejó a la señora Aguirre colgada de su paracaídas, más sola que la una de la Puerta del Sol do reside, muñeco del pim-pam-pum de los adversarios y con tantas posibilidades de suceder al señor Rajoy como las que tiene el señor De Juana Chaos.

La famosa noche de autos y día siguiente, desde las primeras horas de la mañana, se produjo una verdadera rebelión orteguiana de las provincias frente a Madrid. La alianza de los barones territoriales Camps (Valencia), Arenas (Andalucía), Sirera (Cataluña) y Núñez Feijóo (Galicia), no solamente segaba la hierba bajo los pies a las ambiciones de la señora Aguirre sino que además, lo que es muy importante, probaba que la idea de que el PP puede aún articularse como un partido de derechas más centradas y moderadas frente a la histeria ultrarreaccionaria, catolicarra, seudoliberal y demagógica de la señora Aguirre y sus voceros mediáticos, es muy verosímil. En otras palabras, quien ha perdido las elecciones no ha sido el señor Rajoy, sino la alianza básicamente madrileña (y madrileña de la Comunidad, no del Ayuntamiento) de la COPE, la AVT, la Conferencia Episcopal y El Mundo, y el triunfo de los barones provinciales (para entendernos) con la ayuda del señor Gallardón, abre la posibilidad de una reconstrucción de la derecha y cierra, o pretende cerrar, el camino a otros cuatro años de oposición crispadora, derrotada de antemano. La primera víctima de esa victoria moderada ha sido el señor Zaplana quien desde ahora tendrá que "forrarse" desde un humilde escaño de diputado de a pie, lo que parece algo difícil.

Frustrado el regreso del nuevo "sindicato del crimen" que, como siempre, pretende tener a la derecha rehén de sus imposiciones políticas y sus intereses mediáticos, se abre un período de incertidumbre en dos tiempos, uno corto y otro largo que está en función del corto. El corto es hasta el congreso adelantado del PP y el resultado que de él salga; el largo a partir del congreso hasta las elecciones de 2012. No creo que el sector aguirresco, que aún detenta un considerable poder, renuncie a imponer su candidata y sus criterios, pero creo que lo que hoy tiene enfrente es un adversario bien organizado y temible porque es consciente de su fuerza y está unido por un grito que recaba unidad: "Aguirre, no", similar a aquel famoso "Maura,no", probablemente con muy distinto resultado.

Es muy pronto para hacer vaticinio alguno pero tengo para mí que el orden de probabilidades de cada cual dentro del PP de ser el candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones de 2012 pinta como sigue: el señor Rajoy, 50%; el señor Ruiz Gallardón, 35%; el señor camps, 10%; la señora Aguirre, 5%. Es lo que se llama un éxito de la estrategia de la crispación, el extremismo y el radicalismo.

(La imagen es una foto de galiciaefotos con licencia Creative Commons).

dimarts, 18 de març del 2008

Demasiadas vías de agua.

Dada la dependencia de las bolsas mundiales, especialmente las europeas, de la de Nueva York, es posible que el día de hoy trascurra tranquilo, luego de la agitada jornada de ayer en que todas las plazas registraron las peores caídas de los últimos dos años. Nueva York cerró al alza, tras la compra de Bear Stearns por J.P.Morgan, la intervención de la Reserva Federal y la seguridad de que volverá a hacerlo hoy. Pero también puede suceder lo contrario y producirse una nueva caída dado que ya nadie se fía de nadie y todo el mundo se teme lo peor. Y lo peor es que la crisis no se limita a las llamadas "hipotecas basura", ni siquiera a los fondos de alto riesgo, sino que afecta al conjunto del sistema financiero y, además, tampoco se reduce a los EEUU sino que alcanza a todo el mundo.

Esta situación se vio venir desde el verano, cuando estalló el primer caso de las citadas "hipotecas basura". Entonces pudo verse que esta crisis era prolongada y larvada y que iría corroyendo los cimientos del sistema financiero porque, en lo esencial era una crisis de confianza, en la que lo difícil -pero imprescindible- sería averiguar quién estaba tocado y quién no, quién tenía en su cesto manzanas podridas y quién no. Desde entonces, la crisis ha seguido progresando subterráneamente, como un ejército de termitas que estuviera atacando las vigas de una casa que amenazara ruina, aunque exteriormente no fuera ello visible. Y también se ha producido un fenómeno que se señaló en su día respecto a las intervenciones de los bancos centrales y las autoridades políticas (cuando se hayan dado), esto es, que en muchos casos, el resultado de dichas intervenciones es aumentar los pánicos y profundizar en la crisis en lugar de paliarla y no digamos ya de curarla.

Más o menos lo que ya está pasando. La masiva intervención de ayer de la Reserva Federal, facilitando a Morgan un crédito de treinta mil millones de dólares para comprar las acciones de Bear Stearns a dos dólares (cuando su precio era de sesenta y dos) tiene dos o tres posibles inconvenientes. En primer lugar pone crudamente de manifiesto que la autoridad monetaria (y la política por ende) está dispuesta a acudir en salvación de una entidad bancaria en apuros mientras permite que se desahucie a decenas y centenas de miles de morosos de hipotecas. En segundo lugar, ésta y otras acciones de rescate de la Reserva Federal obliga a pensar que este organismo es lo que se quiera política y jurídicamente, pero no deja de ser un banco en parte privado y en parte público y un banco que está asumiendo demasiados riesgos con el consiguiente riesgo para el conjunto del sistema. Y todo, por cierto, para que los beneficios se queden en el sector privado. J.P.Morgan ha comprado Bear Stearns a dos dólares la acción que valía sesenta y dos. ¡A dos dólares por acción un banco de inversiones que valía ocho mil mi llones de dólares! Es realmente fuerte.

Pero hay más problemas. En realidad, a estas alturas, el navío del sistema capitalista tiene demasiadas vías de agua para salir adelante sin que haya más destrozos. Y, como los haya, ya sabemos quién va a pagarlos. Para hoy se espera que la Reserva Federal reduzca en un punto el interés de los fondos federales que controla. Con un punto más ya está claro que la entidad tira la toalla en la vigilancia contra la inflación, otra lacra que castiga con mayor severidad a las economías más débiles, y ello justamente en un momento de práctica caída libre del dólar. Un nuevo frente en el que la Reserva Federal tendrá que intervenir, de acuerdo con los demás bancos estadounidenses para sostener la moneda porque los llamados "fondo soberanos", en los que todo el mundo confía para que saquen a la economía gringa del atolladero, se retraen en tanto la divisa estadounidense esté tan baja y amenazan con retirarse si no se recupera.

Añádase a todo ello la mala noticia también de ayer del descenso en 0,5 por ciento del índice de producción industrial de los EEUU, que está ya a punto de convertir en certidumbre los temores de que la economía yankee está de hecho ya en recesión y que dicha recesión es mucho más grave de lo que se había venido suponiendo. No creo que el señor Alan Greenspan esté dando rienda suelta al mal humor cuando dice que se trata de la crisis más grave desde la de 1929. Y puede que incluso supere a ésta.
(La foto es de desdetasmania bajo licencia de Creative Commons.)

El tercer mundo en el primero.

Se me ha ocurrido hacer una visita a mis dos hijos que viven en los Estados Unidos, aprovechando las vacaciones. Vaya experiencia la entrada en el país más poderoso de la tierra. Siempre fue complicada pero, desde que se ha apoderado de él este frenesí un poco histérico de la seguridad, se ha convertido en una tortura. A las larguísimas colas que hay que hacer en el servicio de inmigración, en el que unos policías displicentes se toman las cosas con la pachorra que en principio se usa al sur de Río Grande, se ha unido ahora la repugnante práctica de fichar a todo extranjero que asoma el morro por aquí.

Y fichar quiere decir fichar como si fuéramos indeseables: las huellas digitales de los diez dedos de las manos y una foto del turista, con lo que se refuerza la imagen de que se está tratando a los visitantes como potenciales delincuentes y algunos de ellos lo serán, sin duda, pero la autoridad no puede tratarnos a todos como si todos lo fuéramos, so pena de hacer el ridículo y crear atascos, molestias y problemas de todo tipo que es justamente lo que todos quieren: los terroristas porque, a falta de una carnicería, por lo menos consiguen fastidiar a un montón de gente, y las autoridades porque, de este modo, los sufridos administrados nos damos cuenta de cuán necesarias son y cuántos sus desvelos. Todos tratados como borregos pero borregos muy orgullosos de serlo y así, mientras perdemos el tiempo a raudales, tenemos la satisfacción de hacerlo por una noble causa, la que se anuncia por doquier y sin el más leve rasgo de ironía. El mismo grave sentido de las responsabilidad que llevó a los nazis a escribir a la entrada de los campos de concentración aquello del Arbeit macht frei se reproduce aquí pues mientras las autoridades maltratan a la gente en todas partes puede leerse que la idea es Keep America's doors open and our Nation secure, esto es, "mantener abiertas las puertas de América y segura nuestra nación." Hay que fastidiarse. Es justamente al revés y la prueba de que América es cada vez más insegura es este mismo cartel. Pero vaya Vd. a explicárselo a Mr. Bush o a quienes lo apoyan o trabajan para él, satisfechísimos de estar venciendo en la "guerra global contra el terrorismo".

Y todas estas desgracias se le ocumulan si va Vd. en vuelo directo. Como tenga Vd, que hacer un transbordo, lo anterior se repite en buena medida, de forma más irritante y, además... la primera potencia del mundo puede perderle a Vd. las maletas. Y no solamente a Vd., sino a una docena de pasajeros que venían en el mismo vuelo. Y no solamente hoy sino, como dicen los empleados de la línea en cuentión mientras toman nota de las reclamaciones con aire de cumplir rutinas, en casi todos los vuelos; esto es una costumbre. Así también mantengo yo los precios bajos en la competencia: llegando tarde, amontonando al personal como si de borregos se tratara y perdiendo su equipaje.

Es literalmente el Tercer Mundo en el Primero.

(La foto es de júbilo·haku bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 17 de març del 2008

El derecho a decidir.

Toda la prensa del finde se hacía eco del notición: en su discurso ante la Asamblea Nacional del PNV, celebrada en Sabin Etxea al objeto de evaluar las consecuencias del varapalo electoral de los nacionalistas el nueve de marzo, Iñigo Urkullu, presidente del PNV sostuvo que existe una oportunidad para un nuevo acuerdo. Por fin algo se mueve en el País Vasco en donde todos parecían haberse enrocado en sus peculiares disparates, desde los tiros en la nuca de ETA a la bulla unagrandelibre del españolismo del PP, pasando por las cada vez más vergonzosas complicidades de la izquierda abertzale con la banda de asesinos y el juguete único (y roto) de Ibarretxe de un referéndum en el otoño.

Casi todos los analistas coinciden en afirmar que el tropezón electoral del PNV lo ha obligado a ser más realista y a buscar un modo de salir airoso del dislate referendario de Ibarretxe. Es posible, aunque yo prefiero creer que el señor Urkullu y algunos otros (supongo) con parecido criterio y similar sentido de la decencia, han aprovechado el mal resultado electoral para tirar al basurero de la historia el inmoral proyecto del señor Ibarretxe y de sus amigos, al estilo del señor Egibar, tan carentes de escrúpulos y sobrados de hipocresía como él.

Explicación al canto. Quienes defendemos el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, al menos en lo que a mí respecta, hemos dicho siempre que lo defendemos para el País Vasco con dos condiciones: 1ª) no puede ser una consulta unilateral y 2ª) mucho menos puede ponerse en práctica mientras exista ETA que impone un clima de terror en el País Vasco que convertiría en una farsa tal consulta.

Originariamente, cuando el señor Ibarretxe presentó su plan, se comprometió a no aplicarlo en tanto no hubiera condiciones de ausencia de violencia. Y por tal se refería, como es lógico, a la de ETA. Al señor Ibarretxe, a diferencia de algunos deficientes morales que pasan por intelectuales en el País Vasco, no se le ocurre elevar el "y tú más" a categoría filosófica, ni recurre a la típica amalgama estalinista de sostener que allá va violencia por violencia, la de ETA y la del Estado. El señor Ibarretxe puede ser más o menos taimado con algo de hipócrita, pero no es un cretino estrictamente hablando.

Héteme aquí, sin embargo, que por alguna razón aún no explicada, el señor Ibarretxe prescindió del requisito de la ausencia de violencia y, bajo la especiosa "razón" de que ETA no iba a determinar el calendario político en el País Vasco, anunció el referéndum para el próximo mes de octubre, tanto si ETA asesina ciudadanos indefensos como si no.

A partir de ese momento, el plan del señor Ibarretxe, que ya era arriesgado y un pelín rupturista, pero podía recabar apoyos, se convirtió en un acto de hipocresía, un intento de ventajismo, de sacar partido político del terror etarra; es decir, algo inaceptable.

Si lo dicho el sábado por el señor Urkullu implica el entierro definitivo de esa monstruosidad de un referéndum en una sociedad atenazada por el miedo y la voluntad del PNV de encontrar una nueva vía de entendimiento con el conjunto del Estado a través de la vía estatutaria, será un triunfo general que todos deberíamos celebrar porque significará el retorno a la sensatez y el sentido común y a la esperanza de la erradicación del terrorismo etarra.

Ciertamente para ser eficaz tal acuerdo no puede dejar totalmente satisfechas a todas las partes, cosa que entiende cualquiera que no reduzca su capacidad mental a lo que lea en los Zutabe. Los más nacionalistas y, por supuesto, los independentistas, seguirán considerando que el marco estatutario es inaceptable porque no responde a las aspiraciones de libertad etc, etc. Otros, en cambio, dirán que ese nuevo marco estatutario es una pasada y que da al País Vasco más independencia de hecho de la que tienen muchos Estados por ahí, como Lichtenstein, por ejemplo y sin ánimo de ofender. Esas controversias son la sal misma de la política. Y cuando la política esté firmemente asentada de nuevo en el País Vasco, las pistolas lleven tiempo suficiente en silencio y la gente haya recuperado la libertad y la seguridad, será el momento de plantear de nuevo el derecho a decidir de los vascos y, en general, el de autodeterminación de los pueblos de España. Antes, jamás.

(La foto es de inmamesa bajo licencia de Creative Commons).

El tiempo que huye.

Interesante ensayo de Josetxo Beriain (Aceleración y tiranía del presente, Barcelona, Anthropos, 2008) sobre uno de los infinitos aspectos de ese misterio inasible e incomprensible en el que vivimos inmersos, del que dependemos, que nos ha sacado de la nada, organiza nuestra existencia y nos ignora olímpicamente, antes de devolvernos de un puntapié a esa nada de la que nos sacó: el tiempo. El aspecto de esa mar océana que el autor aborda con singular fortuna es el de nuestras representaciones del tiempo, cómo éstas han cambiado a partir de la modernidad hasta el día de hoy y cómo afectan a nuestra existencia.

Distingo tres partes en el libro a efectos expositivos. Una primera se refiere a las representaciones conceptuales del tiempo en un plano más filosófico; una segunda trata sobre las representaciones iconográficas del mismo tema en una vertiente estética o de teoría del arte; y una tercera sobre las repercusiones sociales de la aceleración del tiempo (esto es, de nuestra percepción de la la aceleración del tiempo), en una perspectiva más sociológica.

En la primera parte condensa Beriain su discurso sobre la representación del concepto del tiempo en las tres figuras del círculo, la flecha y el punto. Las dos primeras, círculo y flecha, corresponden a una metáfora del tiempo como ritmo regular y su ejemplo más típico es la idea china del Tao como unidad de los dos principios esenciales del Yin y el Yang (p. 38). El punto, en cambio, representa las características de la época actual en la concepción del tiempo, el "presente omnipresente", la aceleración del tiempo, la experiencia de la simultaneidad de lo no simultáneo (pp. 50/55) hasta llegar a ese hiato tantas veces señalado en el pasado y tan agudamente sentido en el presente entre la evolución material y la espiritual de la civilización, lo que ha producido los hechos contemporáneos de la Shoah, las matanzas de Rwanda o los campos de la muerte de Pol Pot (p. 62) y a partir de lo cual se plantea el autor el estudio del impacto social de esta representación filosófica del tiempo.

La segunda parte es una especie de intermedio con la que, como aficionado a estos menesteres del arte, he disfrutado mucho, esto es, la representacón iconográfica del tiempo. Beriain echa mano de varios programas iconográficos de diversas tradiciones (la identificación entre Saturno y Cronos, el triunfo de la muerte (p. 79), el triunfo del tiempo en Petrarca y Breughel el Viejo (p. 81), el Tiempo, padre de la verdad en Tiépolo y Bacon (p. 87), el patético Padre Tiempo de Hoggarth y Benjamin (p. 94) y la maquinización del tiempo en Dalí y Heidegger (p. 98). Un panorama muy abigarrado en el que el autor abandona pronto toda pretensión de imponer algún orden sistemático porque es imposible. La interpretación misma de las variaciones en los atributos del tiempo a lo largo de los siglos es tarea fútil. No obstante, las consideraciones de Beriain -con frecuentes referencias a la obra de José María González García- son siempre pertinentes y enriquecedoras. Trae además, abundantes ilustraciones. Es una lástima que los usos editoriales contemporáneos no permitan su reproducción en cuatricromía ya que en blanco y negro pierden bastante. Para compensar -ésta es una de las numerosas e innegables ventajas de la red- incluyo varias, unas más conocidas que otras, que no están en el libro pero apoyan su discurso de la abundancia de mensajes y empleos a que se ha prestado la representación del tiempo a lo largo de los siglos; no siempre del tipo memento mori, sino también con contenidos optimistas propios de la mentalidad progresista.

La tercera y última parte del libro, que es la más extensa, contiene un agudo análisis de las consecuencias de la aceleración (y escasez) de tiempo de la vida contemporánea bajo tres grandes aspectos: la aceleración técnico-científica, la aceleración de la tasa de cambio social y la del ritmo de vida social (p. 113). Dice el autor: Por citar sólo unos casos muy conocidos, con el motor de combustión, con la comida rápida y, más recientemente, con la "revolución digital", representada por el PC, se ha disparado la aceleración social, sin embargo no ha desaparecido la sensación de escasez de tiempo.(p. 140).

En esta tercera parte hay una referencia permanente a la obra de Georg Simmel, muy especialmente a su monumental Filosofía del dinero, de lo que me alegro sobremanera no solamente porque es filósofo de obligada referencia cuando se trata, como lo hace el autor, de las cuestiones del "acrecentamiento de la vida nerviosa y la ansiedad" en todas las manifestaciones de la existencia, sino porque veo que maneja la traducción al español que tengo el orgullo de haber hecho allá por 1975 y que se ha reeditado en 2003. De hecho, son tres los autores con los que Beriain mantiene un fructífero diálogo, Simmel, Virilio y Ramón Ramos, sin olvidar a otros, como Rosa o Durkheim. Buena compañía.

Tras hacer una sucinta consideración del tema clásico del "tiempo es dinero" en Weber y del más novedoso y original del "imperativo dromológico" de Virilio, Beriain aborda algunas consecuencias de la aceleración social de nuestro tiempo y se detiene en especial en dos, que son lo que llama "identidades cambiantes" (que no requiere mayor elucidación pues, para sobrevivir a ritmos acelerados, tenemos que acostumbrarnos a ser muchas cosas), así como un acusadísimo sentido de la contingencia (p. 159), también de fácil comprensión y hasta representación visual en la época del reinado de las agencias de "trabajo temporal". La segunda consecuencia es la que llama "la de-construcción de la política" (p. 165) y en ella encuentro uno de mis motivos de querella con el autor que parece dar por bueno ese ideologema de la indiferencia entra la derecha y la izquierda del modo siguiente: Hoy, irónicamente, si la distinción entre Izquierda y Derecha conserva algún poder discriminatorio, los "progresistas" tienden a simpatizar con aquellos que propugnan la des-aceleración (apoyando el localismo, un cierto control político de la economía, la protección del medio ambiente, etc.), mientras los "conservadores" se han convertido en fuertes defensores de la necesidad de una aceleración ulterior (abrazando las nuevas tecnologías, los mercados rápidos y la rápida toma de decisiones administrativas.) (p. 165) No sé, creo que hubiera merecido la pena reflexionar algo más sobre esto antes de lanzarse alegremente a la piscina de "ya no hay izquierdas ni derechas". En concreto, el ejemplo puesto recuerda mucho aquellos análisis de fines de los años 80 y primeros 90, cuando se decía que la "derecha" en la agonizante Unión Soviética era la izquierda comunista y la "izquierda", la derecha neoliberal. Y eso sin necesidad de traer a colación (cosa que hace Beriain, in embargo, aunque no lo relaciona) el brillante análisis de Marx sobre el carácter mudable, cambiante, inestable, acelerado del modo de producción burgués. No, no es tan fácil este asunto.

La aceleración del tiempo es el rasgo distintivo de la modernidad y Beriain tiene páginas de gran interés sobre las reflexiones de Goethe (el Goethe de Fausto, el de "todo lo sólido se desvanece en el aire") acerca de las paradojas del tiempo acelerado. Es tiempo lo que Fausto compra a Mefistófeles y de ahí ese trasparente neologismo del gran poeta alemán que nuestro autor aporta como nota crítica de la modernidad de "veluciferino" (Veluziferisch), mezcla de velocidad y luciferino, maldición del hombre contemporáneo que, según se acelera en la vida descubre que tiene menos tiempo.

Beriain dedica un último capítulo a singularizar algunos aspectos de los ritmos temporales de las que llama "sociedades modernas avanzadas", en el que se mezclan observaciones algo convencionales y aceptadas sin demasiado esfuerzo crítico (por ejemplo, las relativas a la fast food, los deportes, los transportes o la bolsa hoy día (pp. 184/187) o el impacto de las desregulaciones (p. 193) con otras mucho más sugestivas y muy prometedoras para posteriores investigaciones, como las referidas a l "comprensión" (p. 190), la "desincronización" y, por supuesto, la "individualización", con nueva y definitiva aparición de Simmel que lleva a Beriain a pronunciarse de un modo que no cabe sino aplaudir: Casi podemos decirlo axiomáticamente, las culturas que favorecen la individualización se mueven más rápido que aquellas que dependen de un círculo concéntrico dominante. (p. 200).

Vive el cielo que ningún tiempo pasado fue mejor y que, al fin y al cabo, esto de la velocidad y la aceleración no está tan mal. Dígalo de nuevo el propio autor: La modernidad, en este sentido, significa una universalización de la herejía, de la capacidad de elegir, mientras antes Dios elegía a su pueblo, hora somos nosotros los que elegimos a nuestros dioses, en medio de una cosmovisión politeísta y pluralista. (p. 201)

No hay duda: seremos como Dios cuando, al igual que éste, estemos más allá del tiempo.

Un mal día en la oficina.

Si cree que va a tener un mal día en la oficina, especialmente siendo lunes, eche una ojeada a este video. Descansa mucho. Algunas escenas me recordaron de inmediato los planos que acompañaban a los títulos de crédito de Morgan, un caso clínico, una peli de 1966 dirigida por Karel Reisz e interpretada por David Warner y una debutante Vanessa Redgrave, filme típico del swingin' London de los sesenta y que junto a Pierrot le fou, de Jean-Luc Godard, fueron mis prefes de aquellos años; tanto que no he querido volver a verlas porque estoy seguro de que, si lo hago, me llevaré una desilusión y para eso ya tengo la prensa diaria; así que prefiero verlas en mis recuerdos, con mis ojos de entonces, mucho mejores, más nobles, más puros que los de hoy. Quien recuerde los primeros planos de Morgan o los de Highgate, qué caramba, que levante el puño.

Volviendo a lo de hoy, lo dicho, un día malo en la ofi lo tiene cualquiera.

Gracias, Tom.

diumenge, 16 de març del 2008

Blogorismos de domingo.

No todo han de ser sesudos análisis. Venga, vamos a entretenernos un rato el domingo leyendo la prensa del finde, que está sembrada. Según dice el 20 Minutos El PSOE logra el doble de votos que el PP entre los residentes en el extranjero. Efectivamente, siempre se ha dicho que eso de viajar espabila mucho. Recuérdese que ya desde los siglos XVII-XVIII no podía tomarse a nadie por verdaderamente ilustrado si no había hecho sus viajecitos, que le permitieran ampliar horizontes y relativizar las maravillas del terruño. Hay incluso quien afirma que viajando puede curarse ¡hasta el nacionalismo! por extraordinario que parezca, si bien no puedo dar fe de este portento porque nunca lo he encontrado.


Enlazando con lo anterior según cuenta Libertad Digital, a doña Marta Ferrusola, esposa don Jordi Pujol le "molesta mucho" que el presidente de la Generalidad "sea un andaluz con nombre en castellano".¡Collons! piensa uno, era de suponer que la esposa del president de la Generalitat hubiera visto algo más de mundo que El alt Ampurdá sobre todo para tomar nota de que la gente por ahí se llama de formas muy distintas. En todo caso, ha faltado tiempo a su señor marido para rectificar a su esposa en público, afirmando que el hecho de que el señor Montilla se llame José habla "positivamente" de Cataluña y de Montilla. Así que ya tenemos montada una gresca matrimonial. No creo que por una observación racista más o más de la señora Ferrusola el asunto vaya a mayores, pero no descarto la posibilidad de que esta noche se ponga estupenda y obligue al ex-presidente a elegir entre Montilla o ella. El despecho y la pasión ciegan.


De hacer caso a El Plural, al decir del señor Jiménez Losantos, cuya palabra mañanera parece ser maná para un par de millones de españoles y azufre y hiel para otro par, "El PP no tiene ni media docena de diputados del nivel de Zaplana". He aquí una forma contundente de comentar lo que todo el mundo (menos el señor Losantos, al parecer) interpreta como el comienzo del esperado viaje del señor Rajoy al centro, consistente en deshacerse de sus arietes más ultras, broncas y que más rechazo generan en la opinión pública. Se rumorea que, con el señor Zaplana, se irá también el señor Acebes. Esa si que es grave, caramba. ¿Y que va a hacer ahora este menesteroso partido? Nunca pude imaginar que la situación en la bancada popular fuera tan crítica. Y no creo que se arregle organizando viajes para todo el grupo parlamentario pues, para compensar, habría que llevarlos a Marte, ida y vuelta.


Para terminar de fastidiar esta situación, según LIbertad Digital Zapatero omite la derrota de ETA entre los objetivos de su próximo gobierno. ¿Y eso? A lo mejor está esperando que ETA vote a su manera para garantizarle la investidura. Habrá que preguntar al señor Alcaraz quien dijo en su día, y no se ha desdicho hasta hoy, que sabía muy bien que ETA iba a tener un gesto de apoyo a Zapatero antes de las elecciones del nueve de marzo. El gesto lo hizo sin duda: asesinó por la espalda a un compañero de partido del señor Zapatero. ¿Quién sabe si todavía comete alguna otra canallada que los arúspices antizapateristas interpretarán como signos inequívocos de apoyo al gobierno claudicantegenuflexonegociante del PSOE? Calle Vd., hombre, que acabo de caer en la cuenta de que el señor Rodríguez Zapatero ha omitido lo de la derrota de ETA porque ETA está ya derrotada. Cuatro años para escenificar esa derrota final: el peor escenario posible para la derecha. ¿Qué derecha? La del Imperio Carolingio,claro está.

(Las imágenes son dibujos de Leonardo da Vinci).

Arrepentíos, pecadores.

Hace unos días, la prensa traía un notición revolucionario que capaz de poner la dogmática católica patas arriba. Según algunos medios La Iglesia difunde una lista de pecados modernos, nada menos, y hasta los periódicos más serios se sumaban con cierta algazara a tan sonado aggiornamiento vaticano de forma que El País, por ejemplo, interpretaba que la Santa Sede había sacado una edición aumentada de los mandamientos que el Innombrable entregara a Moisés hace algún tiempito en el Sinaí, Los mandamientos pasan de diez. "¡Pucha!" pensé (pues cuando algo me asombra pienso en rioplatense), "Benedicto XVI ya no pudo reprimirse más y ocupó el lugar del buen Dios." Tampoco sería tan extraño porque, desde el merito comienzo vengo diciendo que el rasgo definitorio de este Papa Ratzinger es la soberbia, como todos los intelectuales.

Según cumplidos informes, Monseñor Gianfranco Girotti, director del penitenciario apostólico, organismo que supervisa la confesión y las indulgencias plenarias de la Iglesia, elaboró una nueva lista de pecados capitales, más acorde con la época, cosa que los periodistas y sus lectores encuentran muy razonable hoy día pues cualquier cosa que tenga más de un año y medio ya es una antigualla, rabiosamente necesitada de actualización. Si cada dos por tres se actualizan Firefox, Explorer, Mac, Windows, Acrobat e tutti quanti, ¿por qué no la venerable lista de los siete pecados capitales? Así, al recibir al fiel en confesión, el cura podría preguntarle: "a ver hijo/a, ¿qué versión de los Pecados Capitales (PC) tienes?" Y la respuesta podría ser "PC 2.0, pater", lo que significaría que, además de buscar los tradicionales pecados de lujuria, gula, ira, etc, el creyente tendría que confesar si había atentado contra el medio ambiente, consumido drogas, acumulado "excesiva" riqueza, hecho manipulaciones genéticas o experimentos científicos dudosos u ocasionado pobreza, injusticia o desigualdad social.

Francamente extraño. Que la Iglesia, organización conservadora por excelencia, se atreviera a meter mano a la lista de los pecados capitales que estableció San Gregorio Magno en el siglo VI, redujo a siete Santo Tomás, cantó Dante en La divina comedia y pintó el gran Jerónimo Bosco en la mesa que vemos más arriba y puede contemplarse en el Museo del Prado era extraño.

Tanto que no era. Nada de nuevos pecados que serían dificilísimos de aquilatar. Por ejemplo, "consumo de drogas". ¿Qué son drogas? Desde mi punto de vista, además de las que todo el mundo tiene por tales, el tabaco y el alcohol lo son clarísimamente. Resultaría así que la comunión instituida por Cristo sería pecado. Demasiado hasta para esos herejes que sostienen que Dios y el diablo son la misma persona. En fin, que no haya duda, pues la autoridad eclesiástica ya ha dejado claro que Nessuna nuova lista di sette peccati mortali da parte del Vaticano. Pecados, lo que se dice pecados, los de toda la vida a mucha honra. Los otros... (¡la excesiva acumulación de riqueza santo cielo!) están por ver. Por lo demás, imagino que, aunque llegaran a ser pecados "mortales", bastaría con confesarlos, como los otros, para irse de rositas con una buena lluvia ácida, un colocón de tripies o la compra de un piso de VPO en el poblado dirigido del Caño Podrío, signo evidente de ostentosa acumulación de riqueza.

dissabte, 15 de març del 2008

El sistema electoral.

Leo que IU ha presentado denuncia ante el juzgado de guardia contra la ley electoral española por considerarla anticonstitucional dado que viola el derecho a la igualdad porque no respeta la proporcionalidad entre votos y escaños, lo cual es estrictamente cierto en perjuicio de IU y de UPyD así como también en menor medida (y no siempre) de los partidos nacionalistas que concentran el voto en algunas circunscripciones.

Al margen de que el procedimiento elegido sea o no el más adecuado, cosa que es indiferente y ya se resolverá, el asunto es bastante complejo. La desproporcionalidad del sistema electoral español es enorme. De hecho es más desproporcional que algunos sistemas mayoritarios, por ejemplo, el australiano. Y eso es injusto, obviamente porque es injusto (además de estúpido) que un sistema proporcional sea más desproporcional que uno mayoritario. El problema es que, además, es doblemente desproporcional, esto es, con respecto a los territorios y con respecto a los partidos y, aunque ambas desproporcionalidades estén conectadas, no son lo mismo.

Más problemático es que resulte anticonstitucional. La vigente Constitución señala (art. 68, 3) que "La elección se verificará en cada circunscripción atendiendo a criterios de representación proporcional" que es estrictamente lo que se hace en España elección tras elección. La desproporción resulta escandalosa cuando se agregan los resultados nacionalmente y se dividen los votos por los escaños obtenidos. Pero es que la Constitución ya se preocupa por excluir esa posibilidad de recuento nacional y taxativamente afirma (art. 68, 2) que "La circunscripción electoral es la provincia" y, con mucha astucia, para torcer la proporcionalidad de esa determinación en un país en que los pesos demográficos de las distintas provincias son extremadamente variables, asigna "una representación mínima inicial a cada circunscripción", con lo que, de hecho, en un número considerable de provincias, la representación personal queda viciada en favor de una representación territorial.

Aquí está el origen de la primera desproporcionalidad, la que hay entre territorios. Tómese un ejemplo de cualquiera de las provincias de baja demografía, por ejemplo, Teruel. En Teruel, 86.238 votantes (de un censo de 110.971) han elegido tres diputados (dos de adscripción directa y uno por población), lo que quiere decir que cada diputado turolense "cuesta" 28.746 votos mientras que en Madrid, con un censo de 4.343. 002 y 3.510.681 votantes para 35 diputados, cada diputado cuesta algo más de 100.000 votos, esto es, casi cuatro veces más que en Teruel.

Es decir, la Constitución es la primera en consagrar un sistema electoral que es de hecho desproporcional en cuanto a los territorios (y, por ende, en cuanto a los partidos; pero esto es más largo de explicar) con lo que se da la paradoja de que es la Constitución la que es inconstitucional. A ello se añade luego la vigente Ley 5/1985 de 19 de junio de Régimen Electoral General (LOREG) que fija en dos los diputados adscritos a cada circunscripción (LOREG, 162, 2) y uno a Ceuta y Melilla respectivamente, aumentando la desproporcionalidad territorial, al tiempo que determina que para la distribución de escaños a los votos obtenidos se emplee el método de los divisores de Victor d'Hondt (art. 163) que favorece claramente a los partidos mayoritarios, lo que incide en la desproporcionalidad por partidos.

Resumiendo, hay varias causas de desproporcionalidad, unas se encuentran en la Constitución y otras en la LOREG. Reformar el sistema electoral, en consecuencia, no será fácil. Tocar la parte de la Constitución (circunscripción provincial y atribución mínima de representación por provincia) requerirá, cuando menos, mayoría de 2/3 del Congreso, siempre que la reforma tenga mayoría absoluta en el Senado (CE, 167, 2); es decir, esta reforma es imposible sin el acuerdo de los dos partidos mayoritarios que son los que más se benefician del actual sistema electoral. Lo veo crudo. Cabría, sí, reformar la LOREG, sin olvidar que, por tratarse de una ley orgánica, necesitará la mayoría absoluta del Congreso, que tampoco es cosa sencilla, pero esa reforma no podría tocar las paredes maestras del edificio.No obstante, podrían introducirse algunas modificaciones que corrigieran bastante la desproporcionalidad del sistema, haciendo algo más de justicia a quienes ahora se ven discriminados. Hay tres posibles medidas que cambiarían bastante el resultado sin necesidad de revisar la Constitución: a) reducir a uno el número de diputados de adscripción automática por provincia; b) elevar a 400 la cantidad de diputados del Congreso; c) substituir el método d'Hondt por algún otro que haga algo más de justicia a las opciones minoritarias, como el Hagenbach-Bischoff, el Saint-Laguë, que dan más posibilidades a los partidos pequeños, aunque presentan otros inconvenientes.

Conviene no olvidar que un sistema electoral contiene las reglas básicas del juego democrático y la prudencia manda no tocarlas con frecuencia so pena de incurrir en graves problemas de gobernabilidad como sucede en Italia. Todos los sistemas electorales traducen opciones políticas y todos son más injustos para unos u otros. Obviamente, en el caso de España puede darse un acuerdo general respecto a la necesidad de reformar el sistema para hacerlo verdaderamente proporcional. Pero, insisto, esa es una opción tan legítima como cualquier otra. Por ejemplo, los sistemas mayoritarios (el más típico, el británico) son mucho más desproporcionales que el español. Por eso son mayoritarios. Ese menoscabo que sufre IU en España viene sufriéndolo el Partido Liberal en Gran Bretaña desde hace decenios y multiplicado por diez sin que parezca que los británicos consideren que su país deje por ello de ser una democracia. Su opción política no es conseguir una representación proporcional de las distintas fuerzas políticas, sino mayorías parlamentarias sólidas que no hagan precisos gobiernos de coalición. Y así lo han hecho. En España podríamos pronunciarnos por un sistema mayoritario (seguramente más desproporcional que el que tenemos) o uno proporcional. Lo irritante, creo, es lo que tenemos, un sistema proporcional desproporcional; irritante y absurdo.

Así están las cosas. Por último se me ocurre que, si hay una opinión suficientemente amplia, con bastante apoyo parlamentario para establecer un sistema proporcional de verdad, a lo mejor lo más sensato es echar una ojeada por ahí fuera, a ver qué sistemas consiguen esa proporcionalidad ideal y aplicarlo aquí sin más, en lugar de andar haciendo experimentos que pueden abrir un periodo de incertidumbre. Sin ir más lejos, el sistema alemán (mixto mayoritario/proporcional) es uno de los más proporcionales del mundo. Bastaría con copiarlo. Pero copiarlo bien, no como lo han hecho los italianos.

(Las imágenes son carteles electorales de distintas elecciones en España -1982, 1986, 1989 y 1996- que reproduzco aquí con permiso de mi tocayo y amigo Ramón Argilés).

divendres, 14 de març del 2008

Las cuitas de (parte de) la izquierda.

Durante su comparecencia pública para valorar el resultado electoral de IU el señor Llamazares adujo tres razones que a su juicio explican el acusado descenso de representación parlamentaria de la coalición que nació en 1986 en torno al PCE y como rechazo a la integración de España en la OTAN. A saber:

a.- El injusto sistema electoral.

b.- La dinámica fuertemente bipartidista del sistema político español.

c.- Los enfrentamientos internos en IU.

A estas razones, muchos de los analistas profesionales u ocasionales que en estos días aportan sus reflexiones para entender el fracaso electoral de la formación añaden una cuarta: la presencia del propio señor Llamazares en la Coordinación General de IU.

En un post anterior, del once de marzo, titulado Resaca I, trataba yo de aclarar por qué no eran convincentes las dos primeras razones del sistema electoral y la dinámica bipartidista. Quisiera ahora referirme a la tercera y la cuarta (enfrentamientos internos y presencia del señor Llamazares) que en el fondo son una y la misma, y añadir una quinta que los comentaristas suelen soslayar o mencionar sólo por sus aspectos más adjetivos y laterales.

La cuestión de los enfrentamientos internos tiene cierta importancia. Es difícil que el electorado confíe su voto para gestionar la cosa pública a quienes no son capaces de ponerse de acuerdo entre sí. Cierto que este estado desunión es endémico en una izquierda que, paradójicamente, se adjetiva "unida". Y también lo es que ello es herencia de la historia de la fuerza política, el Partido Comunista de España (PCE), en torno a la que cristalizó originalmente IU. Quien conozca la historia del PCE sabe que el partido nació de una escisión del PSOE y su historia ha sido una de escisiones, depuraciones, separaciones, divisiones y exclusiones, casi siempre al grito de "unidad". De hecho, el "argumento" que culpa al señor Llamazares de los malos resultados de IU es una enésima variante de este espíritu cainita.

Hay quien dice que esta observación no es cierta dado que en 1996 IU consiguió su mejor resultado electoral y su interior no era una balsa de aceite. Es posible que no, ya que las organizaciones comunistas o nucleadas en torno al comunismo pueden parecer balsas de aceite pero raramente lo son. Pero en 1996 no había ni punto de comparación con la majestuosa bronca montada en la organización desde hace meses. Ni punto de comparación.

A mi modo de ver el verdadero motivo del fracaso de IU es la carencia de un proyecto político, social y económico claro y distinto. Por supuesto, muchos dirigentes y militantes de la organización hablan de su "proyecto" al que suelen calificar de "ilusionante", "atractivo", etc, pero que jamás explicitan. A veces pretenden dibujarlo a contrario, como opuesto al de la denostada "socialdemocracia" y al PSOE. Como quiera que la socialdemocracia no pretende acabar con el capitalismo sino reformarlo, paliarlo, controlarlo, hacerlo más justo, la otra izquierda cree que resuelve el problema de su indefinición sosteniendo que es una "verdadera" izquierda (la otra no lo es, claro) porque es anticapitalista. Sin embargo, a estas alturas, a casi veinte años del fracaso de los sistemas comunistas, esto no quiere decir nada. No basta con afirmar que uno es "anticapitalista"; a continuación hay que exponer qué sistema pretende uno erigir en lugar del capitalismo.

Esa es la pregunta a la que IU no da respuesta porque no la tiene. Basta con mirar sus objetivos programáticos para darse cuenta de que son los mismos que los de la socialdemocracia, presentados en un lenguaje algo más izquierdista o radical. Nadie propone sustituir el libre mercado por la archifracasada economía de planificación centralizada; nadie la democracia "burguesa" por la dictadura del proletariado a la que en el colmo del delirio los comunistas de antaño llamaron "verdadera democracia". Todo eso se acabó y ahora las diferencias entre socialistas y comunistas son de matiz.

Al negarse a abordar este problema en su raíz los analistas y comentaristas de IU no consiguen aclarar la cuestión y toman los síntomas por la causa. Unos lamentan la posición subalterna de IU en relación con la socialdemocracia, como si pudiera ser de otra forma cuando se carece de un territorio específico y propio. Otros creen que el problema reside en que IU no sabe comunicar a los ciudadanos su "ilusionante" proyecto cuando es obvio que no se puede comunicar lo que no hay. Y otros, por fin, vienen a decir que la singularidad de IU reside en la pluralidad de sus corrientes, citando, entre otras, la ecologista, la pacifista y la feminista como si éstas, a su vez, fueran: a) perfectamente integrables entre sí, que no es el caso; y b) específicamente inherentes a la izquierda "anticapitalista", que tampoco lo es. Los ecologistas alemanes acaban de firmar un pacto de gobierno en un Land de la República con la Democracia Cristiana y si alguien ha hecho algo en España en pro del feminismo y la emancipación de las mujeres, ha sido la socialdemocracia. Los demás, hablan.

Por último, los más negados de todos, los más obstinados de la tradición anguitista, los de la teoría de las "dos orillas", pretenden fabricar un espacio específico para IU a base de sostener, contra toda evidencia, que la socialdemocracia y la derecha son lo mismo, es decir, a base de desplazar a la socialdemocracia hacia la derecha... en su imaginación pero no, rotundamente claro está, en la voluntad de millones de electores. Es cierto que la derecha y la socialdemocracia (la derecha e izquierda reales en las sociedades de hoy) son dos formas alternativas de gestionar el mismo modo de producción capitalista que ninguna cuestiona pero también lo es que reconocer este hecho no abre sin más un espacio nuevo para una hipotética fuerza de la izquierda no socialdemócrata sino que lo único que hace es dejar a ésta en una especie de limbo, oscilando entre la subordinación (pues son sus programas los que no se distinguen claramente mientras que sí se distinguen y mucho los de la derecha y la socialdemocracia) y la irrelevancia de la frase revolucionaria vacía.