dimarts, 18 de març del 2008

Demasiadas vías de agua.

Dada la dependencia de las bolsas mundiales, especialmente las europeas, de la de Nueva York, es posible que el día de hoy trascurra tranquilo, luego de la agitada jornada de ayer en que todas las plazas registraron las peores caídas de los últimos dos años. Nueva York cerró al alza, tras la compra de Bear Stearns por J.P.Morgan, la intervención de la Reserva Federal y la seguridad de que volverá a hacerlo hoy. Pero también puede suceder lo contrario y producirse una nueva caída dado que ya nadie se fía de nadie y todo el mundo se teme lo peor. Y lo peor es que la crisis no se limita a las llamadas "hipotecas basura", ni siquiera a los fondos de alto riesgo, sino que afecta al conjunto del sistema financiero y, además, tampoco se reduce a los EEUU sino que alcanza a todo el mundo.

Esta situación se vio venir desde el verano, cuando estalló el primer caso de las citadas "hipotecas basura". Entonces pudo verse que esta crisis era prolongada y larvada y que iría corroyendo los cimientos del sistema financiero porque, en lo esencial era una crisis de confianza, en la que lo difícil -pero imprescindible- sería averiguar quién estaba tocado y quién no, quién tenía en su cesto manzanas podridas y quién no. Desde entonces, la crisis ha seguido progresando subterráneamente, como un ejército de termitas que estuviera atacando las vigas de una casa que amenazara ruina, aunque exteriormente no fuera ello visible. Y también se ha producido un fenómeno que se señaló en su día respecto a las intervenciones de los bancos centrales y las autoridades políticas (cuando se hayan dado), esto es, que en muchos casos, el resultado de dichas intervenciones es aumentar los pánicos y profundizar en la crisis en lugar de paliarla y no digamos ya de curarla.

Más o menos lo que ya está pasando. La masiva intervención de ayer de la Reserva Federal, facilitando a Morgan un crédito de treinta mil millones de dólares para comprar las acciones de Bear Stearns a dos dólares (cuando su precio era de sesenta y dos) tiene dos o tres posibles inconvenientes. En primer lugar pone crudamente de manifiesto que la autoridad monetaria (y la política por ende) está dispuesta a acudir en salvación de una entidad bancaria en apuros mientras permite que se desahucie a decenas y centenas de miles de morosos de hipotecas. En segundo lugar, ésta y otras acciones de rescate de la Reserva Federal obliga a pensar que este organismo es lo que se quiera política y jurídicamente, pero no deja de ser un banco en parte privado y en parte público y un banco que está asumiendo demasiados riesgos con el consiguiente riesgo para el conjunto del sistema. Y todo, por cierto, para que los beneficios se queden en el sector privado. J.P.Morgan ha comprado Bear Stearns a dos dólares la acción que valía sesenta y dos. ¡A dos dólares por acción un banco de inversiones que valía ocho mil mi llones de dólares! Es realmente fuerte.

Pero hay más problemas. En realidad, a estas alturas, el navío del sistema capitalista tiene demasiadas vías de agua para salir adelante sin que haya más destrozos. Y, como los haya, ya sabemos quién va a pagarlos. Para hoy se espera que la Reserva Federal reduzca en un punto el interés de los fondos federales que controla. Con un punto más ya está claro que la entidad tira la toalla en la vigilancia contra la inflación, otra lacra que castiga con mayor severidad a las economías más débiles, y ello justamente en un momento de práctica caída libre del dólar. Un nuevo frente en el que la Reserva Federal tendrá que intervenir, de acuerdo con los demás bancos estadounidenses para sostener la moneda porque los llamados "fondo soberanos", en los que todo el mundo confía para que saquen a la economía gringa del atolladero, se retraen en tanto la divisa estadounidense esté tan baja y amenazan con retirarse si no se recupera.

Añádase a todo ello la mala noticia también de ayer del descenso en 0,5 por ciento del índice de producción industrial de los EEUU, que está ya a punto de convertir en certidumbre los temores de que la economía yankee está de hecho ya en recesión y que dicha recesión es mucho más grave de lo que se había venido suponiendo. No creo que el señor Alan Greenspan esté dando rienda suelta al mal humor cuando dice que se trata de la crisis más grave desde la de 1929. Y puede que incluso supere a ésta.
(La foto es de desdetasmania bajo licencia de Creative Commons.)