divendres, 15 de febrer del 2008

Iberoamérica y literatura.

Ha salido el número 19 de la revista Quórum, que dirige Manuel Guedán y edita la Universidad de Alcalá de Henares. Es una publicación interesante, en cuidado diseño y formato original, que trae una cumplida información sobre algún tema monográfico latinoamericano y artículos sueltos de una variedad de materias y disciplinas. El núcleo de este número es la política exterior de España en América. Un artículo de Celestino del Arenal hace balance de la política española en el Nuevo Mundo y sigue el desarrollo de las últimas cumbres iberoamericanas en Costa Rica (2004), Salamanca (2005) y Montevideo (2006). La muy pintoresca de 2007 se produjo cuando ya estaba en imprenta este número de Quórum.

Siempre en Latinoamérica tiene especial interés un artículo de José Antonio Sanahuja que examina en términos cuantitativos la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) viendo cómo ha evolucionado en los últimos años y cómo se incrementa para los siguientes. El autor elabora una especie de política de cooperación para los próximos años mientras que Cástor Díaz Barbado cree arbitrar un lugar especial para España en el espacio latinoamericano. Por último, Caterina García proyecta se atención inmediata en Las relaciones de España con Estados Unidos, un punto de fricción entre ambos países. parece haber un acuerdo general entre los autores en que el Gobierno socialista consiguió recomponer la política española en el continente americano que había quedado seriamente dañada con el servilismo del señor Aznar ante las aventuras imperialistas del señor Bush.

La revista trae también un artículo de Roberto Goycoolea sobre arquitectura y sociedad, especialmente sobre la adaptación de las nuevas ideas arquitectónicas a las ciudades de hoy que he encontrado de gran interés por no ser un aspecto que se trate con frecuencia y con el debido rigor.

Por último merece la pena reseñar dos interesantes aportaciones de cuestiones literarias. Una de ellas es un diálogo entre dos celebrados novelistas latinoamericanos de hoy, Jorge Volpi y Mario Bellatín, moderado por Caridad Plaza que se presenta como un mano a mano "sobre el fin de las ideologías" pero que, gracias a los dioses, no versa sobre tan manido tema sino sobre cuestiones específicamente literarias de la novela actual. Ambos autores definen el panorama literario latinoamericano como muy influido por la obra de Roberto Bolaño, al que los dos rinden tributo. Coincido con ellos; con Bolaño desapareció prematuramente un creador que, habiendo dado prueba de poderosa personalidad, aun hubiera producido mucho más pues mucho más era lo que se intuía en su obra publicada que lo que en ella era manifiesto.

La otra es un magnífico artículo de Santiago Roncagliolo sobre literatura y emigración, especialmente interesante ahora que la inmigración se ha convertido en un espantajo que la derecha española agita para atemorizar a la gente. Invocando el ejemplo adelantado de su paisano el inca Garcilaso de la Vega, Roncagliolo viene a decir que el mestizaje, el cosmopolitismo de nuestra época está generando un tipo nuevo de literatura. Curiosamente, es de lo mismo de lo que hablan los dos novelistas antes citados, Volpi y Bellatín, que ambientan sus narraciones en lugares extraños y llegan a la muy acertada conclusión de que no hay literaturas "nacionales" en español. Roncagliolo escribe:

"Al interior de la misma Europa, conforme la integración avanza, las diferencias de lengua y escenario se van diluyendo. El checo Milan Kundera escribe en francés, una novela de Susana Fortes transcurre en la Albania comunista, el italiano Tabucchi ambienta sus novelas en el Portugal salazarista. El desdibujamiento de las identidades nacionales no es una particularidad de los que vienen de fuera. Lo que se está perdiendo culturalmente es la necesidad -o la posibilidad misma- de un "afuera"."

Roncagliolo ilustra su punto de vista tomando el ejemplo de Salman Rushdie (un inmigrante en el Reino Unido) y los muy nuevos Hanif Kureishi y Zadie Smith que ya no son inmigrantes, sino británicos. No trata, aunque lo menciona, el caso de V. S. Naipaul, un indio nacido en Trinidad y afincado en Londres, cuya espléndida obra refleja esa mezcla de miradas, esa polifonía que ya no pertenece a parte alguna. La idea de Roncagliolo es brillante: la literatura no brota dentro de unas fronteras nacionales que definen un horizonte cultural sino que se ha globalizado. Él no usa la expresión, pero es como si lo hiciera.

Por mi parte, cuando me paro a pensar en este fenómeno me entra la curiosidad por imaginar qué diría un hombre cómo E. M. Forster, tan dado a lo transcultural (Un viaje a la India, Una habitación con vistas, Howard's End) de esta otra visión literaria de los Naipaul o los Rushdie. Y esto por no mencionar la literatura de un pueblo que lleva siglos siendo inmigrante en todas partes, transterrado, el pueblo judío. ¿No es éste el caso, por ejemplo, de Philip Roth y su alter ego, Nathan Zuckerman?

dijous, 14 de febrer del 2008

El pisito del Ministro.

¿Cuánto puede costar un ático de doscientos veinte metros cuadrados en el centro de Madrid a los precios de hoy? Entre dos y tres millones de euros. ¿Y de alquiler? Pues de seis a nueve mil euros mensuales. Ya me parece mal que los ministros ocupen viviendas tan lujosas a costa del erario público en un país donde un porcentaje muy elevado de la población vive ahogado por las hipotecas de su casa y muchos de los que no tienen hipotecas es porque aún no han conseguido emanciparse y siguen en casa de sus padres. Me parece muy mal y peor en un Gobierno de izquierda, socialdemócrata. Porque si a los seis o siete mil euros de sueldo que cobrará un ministro al mes se añaden los nueve mil del alquiler, nos encontramos con un sueldo real de quince mil euros mensuales, sin contar otras bicocas. Una afrenta para los mileuristas y los que no llegan ni a mileuristas.

Si a lo anterior sumamos unas reformas por valor de 250.000 euros, esto es, el precio de un miserable pisito de setenta metros cuadrados en el extrarradio de Madrid, por el que muchas familias están entrampadas hasta las cejas, el asunto ya no sólo me parece mal, sino de juzgado de guardia.

No digo que los gobernantes de izquierda hayan de vivir con una austeridad herreriana (aunque no estaría mal que lo hicieran, para dar ejemplo), que hayan de ser todos sobrios y estrictos como Robespierres. Pero de ahí a regodearse en el boato y el dispendio de los caudales públicos cual si esto fuera la corte de Felipe IV, media un abismo. Estos comportamientos, propios de sátrapas, revelan falta de sensibilidad hacia las condiciones ordinarias de la población.

Quiero creer que en este caso se ha puesto en marcha un protocolo administrativo automático del que el señor Fernández Bermejo no sabía nada; quiero creer que nadie consultó con el señor Fernández Bermejo ese presupuesto de 250.000 euros, lo cual permitirá destituir de inmediato a quien haya tomado la decisión; quiero creer que el señor Fernández Bermejo saldrá hoy a dar cumplidas explicaciones de este asunto. De no ser así, corregiré mi juicio sobre el señor Ministro. Lo tenía por un hombre de izquierda, alegre e ingenioso. Pero va a resultar que es una repetición de aquellos majaderos que rodearon un tiempo a Felipe González, conocidos como la "gente guapa".

Porque no hace falta ser muy retorcido para preguntarse cómo quedan las raquíticas ayudas de doscientos, trescientos, quinientos euros que el Gobierno va dando por ahí a los jóvenes, las madres, las gentes con dificultades a la vista de las astronómicas cifras que estos generosos gobernantes se asignan a sí mismos para sus gastos y caprichos.

Que no es de recibo criticar los despilfarros de la derecha en el gobierno para hacerlos después iguales o peores.

(La imagen es una foto de Juan Pellicer bajo una licencia de Creative Commons).

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La izquierda en elecciones.

Ya están en la calle los amigos de Trasversales a menos de un mes de las elecciones generales con mucha información y opinión sobre la consulta. La propia revista editorializa en Agenda 2008-2012 dando razones que comparto para el voto "progre" (PSOE, IU, PSC, IC-V, BNG, CHA, Verdes...) y añado ERC, por supuesto. Las razones son muy convincentes: que los cuatro años de gobierno del PSOE han sido años de reformas y cambios para mejorar la condición de amplios sectores sociales, los más desfavorecidos. Trasversales presenta también una especie de programa de reformas "progres" que se trata de impulsar en la segunda legislatura del señor Rodríguez Zapatero. A veces he escrito aquí que el Gobierno podía echarse un poco más a la izquierda, que hay margen para ello en la sociedad española sin riesgo de quedarse aislado en el lunatic fringe del "izquierdismo" que no sólo fue la enfermedad infantil del comunismo, según Lenin, sino que también es la senil, como ya vio en su día Daniel Cohn-Bendit. Los de Trasversales me ahorran la tarea de especificar en qué consistiría ese "echarse un poco más a la izquierda" enunciando una serie de cambios y reformas que suscribo. Son estos:

* ¿Qué tal que el Estado y la escuela sean laicos, que ninguna convicción goce de privilegios frente a otras, que la religión salga del currículum y del horario escolar, que se revise de una vez el Concordato con El Vaticano?
* ¿Qué tal que una oferta pública garantice lo que el mercado nunca garantizará?: una vivienda de alquiler digna en la que vivir a un coste acorde con los ingresos de quienes la necesiten.
* ¿Qué tal la despenalización del aborto voluntario, nuevos impulsos a la igualdad entre mujeres y hombres, más medios contra la violencia machista?
* ¿Qué tal el reconocimiento del derecho de voto a los inmigrantes residentes y la elaboración de una Ley integral contra la xenofobia, la homofobia y todas las violencias de odio?
* ¿Qué tal el uso decidido de las nuevas leyes del Suelo y de Montes, así como de nuevas regulaciones, para poner fin al destrozo especulativo del espacio urbano, rural y costero?
* ¿Qué tal un giro en la política fiscal para que se acabe el "secreto a voces" de que los más ricos no pagan por lo que tienen y de que las rentas del capital están privilegiadas frente a las rentas del trabajo y de las pensiones?
* ¿Qué tal el impulso prioritario de la capacidad inspectora para hacer frente a los accidentes de trabajo y al incumplimiento de la legislación laboral?

El número que comento consagra asimismo varios artículos (de Juan Manuel Vera, Sonia Tridente, Carlos Artola y otros) a elaborar más en profundidad estos aspectos de cambio de la izquierda reformista, la única que, sin tirarse el pliego revolucionario, verdaderamente transforma el mundo, de acuerdo con la 11ª tesis sobre Feuerbach, de Marx.

La parte de ensayo monográfico de la revista se dedica a las "violencias del odio", que trae trabajos sobre la homofobia, el racismo, la violencia terrorista y la sentencia del 11-m. Me ha interesado en especial el de Beatriz Gimeno sobre la homofobia poniendo en solfa la llamada "homofobia liberal".

Recomiendo por último la lectura del artículo de Fernando Gil titulado El PP en la oposición: caiga quien caiga, en el que se hace un análisis exhaustivo del estilo de oposición de la derecha. El autor ha tenido la paciencia de recopilar algunos de los insultos que a lo largo de la legislatura ha recibido el señor Rodríguez Zapatero. Conviene no olvidar. Ahí van varios de ellos:

"Bobo solemne, perfecto imbécil, irresponsable, grotesco, frívolo, inconsecuente, indigno, cobarde sin límites, antojadizo, incapaz, veleidoso, insolvente, acomplejado, perdedor, hooligan, taimado, maniobrero, traicionero, chalanero, sectario y chisgarabís".

Añado Bambi, incompetente y genuflexo ante ETA. Un verdadero chorreo procedente de un partido que pone el grito en el cielo cuando los artistas llaman a sus afiliados "imbéciles". De todos modos, da gusto ver cómo los dirigentes del PP ya no insultan con tanta fruición: la legislatura ha acabado a su tiempo, sin elecciones anticipadas como pretendían; lo realizado en ella ha sido considerable; y todo apunta a que el PSOE volverá a ganar las elecciones, en mi opinión con una mayoría holgada.

Resultó que el perfecto imbécil no era tan imbécil, sino que los imbéciles eran otros.

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dimecres, 13 de febrer del 2008

El no debate.

¿A qué se parece esta historia de las interminables negociaciones entre PSOE y PP sobre los posibles debates televisivos? A las negociaciones sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial. A las conversaciones sobre el Tribunal Constitucional. El modelo es siempre el mismo y se repite con estólida insistencia: siempre que el PP tiene la posibilidad de bloquear algún acuerdo, lo hace si no consigue imponer todos sus criterios aunque no tenga derecho a ello. Emplea la marrullería, el filibusterismo, da largas, enreda, falsea los datos, hace lo contrario de lo que dice y dice lo contrario de lo que hace, hastía a todo el mundo, muestra carecer de respeto por las instituciones y de interés en el juego democrático y torpedea cualquier entendimiento que facilite acuerdos y atienda al interés común.

En el caso de los famosos debates, está clarísimo que la derecha no los quiere. No los ha querido nunca. Sólo ha habido dos debates en la historia de la democracia española, los dos en 1993, gobernando el PSOE y con el PP en la oposición. En 1996, los socialistas volvieron a ofrecerlos y el PP los rechazó pretextando que no tenían que ser de a dos, sino de a más. En 2000 y 2004, ya con gobiernos de PP no hubo ni oferta. Ahora que vuelve a gobernar el PSOE se planean de nuevo pero me parece que no se producirán, pues el PP encontrará excusas para no celebrarlos. Y es lógico. No tiene el menor interés en debatir en público en un diálogo extenso. No es solamente que el señor Rajoy carezca de la agilidad dialéctica, la inteligencia y la rapidez de reflejos del señor Rodríguez Zapatero. Es que no tiene el menor interés en un ámbito público de deliberación y escrutinio. Como buen autoritario sólo está interesado en los soliloquios o en los intercambios parlamentarios en los que, por exigencias del reglamento, el diálogo es siempre monólogos paralelos y nunca se produce un debate realista y profundo.

Las excusas aducidas son inanes: contra toda razón y respeto a las instituciones, el PP rechazó de plano que uno de los debates se celebrara en TVE, dando a entender que la actual TVE tiene algún remoto parecido con aquel órgano de propaganda que él organizó poniéndolo en manos de un comisario político que era, además, diputado popular en el Congreso, el señor López-Amor, un sectario tan aguerrido como el señor Soriano, en cuyas manos puso la señora Aguirre su televisión.

Insiste asimismo el PP en que los dos debates se celebren en las dos cadenas privadas que son de su orientación política, Antena 3 y Telecinco. Lo extraño es que no quieran hacerlos en "Telefrade" y poner de moderador al señor Losantos. Con eso queda claro que la derecha no quiere debates televisados y trata de escurrirse de esta obligación democrática pretextando diversas patrañas.

Imagino que, pues no creo haya debate televisado, tampoco lo habrá en internet, como propuso en su día el director de 20 Minutos, Arsenio Escolar. La idea era buena y la blogosfera la ha apoyado, como es de suponer. Pero no me parece más viable que el debate televisivo. El PP no está interesado en debatir nada sino en monologar en los mítines, descalificar a sus adversarios y repetir sus consignas sin parar. De todos modos, si alguien desea sumarse a la iniciativa y firmar en pro del debate en internet, puede pinchar aquí.

Otrosí, entiendo que la mejor manera de contrarrestar la labor de zapa del PP sería incorporar al debate a IU, en concreto al señor Llamazares e, incluso, hacer ver a los populares que, si siguen boicoteando el evento, éste se celebrará entre los representantes de las dos fuerzas de la izquierda en el orden nacional, PSOE e IU. Esta IU no es la del señor Anguita, enfeudada en el PP por medio de los oficios del señor Ramírez, sino que se trata de una genuina fuerza de izquierda con la que estaría bien que el PSOE llegara a acuerdos.

APOSTASÍA

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid comunico que un grupo de ciudadanos ha puesto en marcha una iniciativa para darse de baja en la Iglesia católica, para apostatar, en definitiva. Me parece una idea estupenda. A mí también me bautizaron por la presión social del franquismo, por obligación si quería ir al colegio y en contra de la voluntad de mis padres en lo que considero que es la mayor muestra de desprecio por los derechos fundamentales de la persona que quepa imaginar, consistente en hacerla miembro de una confesión religiosa con independencia de su voluntad. Así que aprovecharé la ocasión para darme de baja en esa congregación basada en el atropello de la libertad de conciencia. Quien quiera sumarse encuentra aquí el formulario de apostasía dirigido a su obispo.

Sigue el ciclón Obama.

Nueva paliza del afroamericano a la ex primera dama con las pautas ya sabidas: altísima participación (largas colas bajo el mal tiempo de viento y nieve; en algunos colegios se quedaron sin papeletas), amplios márgenes de victoria (por 24 puntos porcentuales en Maryland, 29 en Virginia y 51 en el distrito de Columbia) con el voto blanco muy dividido. Esto es, así como los negros votan nueve sobre diez a Obama, los blancos están divididos entre ambos candidatos. A estas alturas, si mis cálculos no son erróneos, Mr. Obama lleva 1.187 delegados contra 1.180 de Mrs. Clinton. El señor Obama va ya en cabeza. La señora Clinton tiene que emplearse a fondo ahora en las primarias de Texas y Ohio, el cuatro de marzo, si quiere mantenerse como candidata verosímil. Los tiempos de dulce seguridad en que el New York Times la daba como candidata in pectore, esto es, cuando era lo que el señor Huckabee llamaría un sure shot, han pasado. Ahora hay que luchar por sobrevivir; hay que mantenerse a flote, ya que ambos están lejos de los 2.025 delegados que se necesitan. Pero el señor Obama está menos lejos.

En el lado republicano los seguidores de McCain han visto de nuevo el cielo abierto al quedar muy por detrás el señor Huckabee (9 puntos porcentuales en Virginia, 28 en Maryland y 51 en Washington), lo que interpretan como el impulso definitivo que convierte a Mr. McCain en el candidato del Partido Republicano. Pero el pastor baptista no cede. Sostiene que ya sabía que la vistoria es difícil; la derrota es fácil, basta con no hacer nada. Pero él no gusta de la derrota, así que seguirá, como ya anunció, hasta que su contrincante tenga los 1.191 delegados que necesita. Actualmente Mr. McCain tiene 789 delegados contra 241 del señor Huckabee y si se le suman los 288 del señor Mitt Romney, el señor McCain estará a falta de ciento catorce delegados para ser nominado candidato.

Después de estas primarias, que van a resultar más largas de lo que se previó y con incertidumbre de resultados vendrá una feroz campaña electoral que se resolverá en noviembre. Cuesta más de un año elegir al presidente de los EEUU y lo elige la gente. Compárese con otros lugares como España donde, de ser elegido el señor Rajoy, por ejemplo -que no lleva las menores trazas- resultaría elegido por el pueblo una persona nominada por el señor Aznar a puro dedo y refrendada luego por el congreso de un muy disciplinado partido. Claro que en donde hay libertad nadie puede garantizar la calidad del resultado final. ¿O no fueron elegidos el señor Aznar en 1996 y el señor Bush en 2000?

(La imagen es un cuadro de C. Caleb Bingham y representa a un candidato (C. Stump) pidiendo el voto (1853-55).

dimarts, 12 de febrer del 2008

Entrevista en la cuatro: ZP se luce.

Espero que algún alma caritativa calcule las respectivas audiencias de las entrevistas de Iñaki Gabilondo a los señores Rajoy y Rodríguez Zapatero. For the record. Ya disponemos de un dato. Los televidentes dirigieron algo más de cinco mil preguntas al señor Rajoy y algo menos de veinte mil al señor Rodríguez Zapatero. Está claro a quién esperan los españoles ver en La Moncloa después del nueve de marzo.

El señor Rodríguez Zapatero estuvo muy bien, derrochando talante, cordialidad y buen sentido pero también contundencia y claridad. En estos cuatro años ha madurado mucho, demuestra dominio de los temas, realismo, flexibilidad y claridad de ideas. En la hora (aprox.) que duró el encuentro expuso lo hecho y lo pendiente de hacer en economía (macro y micro), ETA/terrorismo, legislación sobre derechos civiles, relaciones Iglesia/Estado, autonomías y la política de la oposición que salió bastante mal parada.

Iñaki Gabilondo, que no parecía él mismo pues estaba subyugado con el verbo del Presi, lo dejó ir sin hablar una sola palabra de política internacional ni (lo que es más grave) de la Unión Europea. Y en los asuntos que tocó, permitió que el señor Rodríguez Zapatero se luciera. Lo que me parece muy bien porque tenía muchas cosas que decir y fue verdaderamente interesante. Pero el periodista tenía que haberlo acosado algo más, no dejarlo irse de rositas en los asuntos del aborto y la eutanasia ni tampoco en la negociación con ETA que será inevitable, a mi juicio, siempre que la organización de pistoleros deponga las armas.

Pequeña digresión sobre el fracasado "proceso de paz", que ocupó buena parte de la entrevista: el señor Rodríguez Zapatero habló con claridad e hizo especial hincapié en la deslealtad de la oposición, torpedeando toda la negociación. Y ahí se quedó. Pero los demás podemos ir un poco más lejos y poner de manifiesto la coincidencia objetiva de intereses entre ETA y el PP (si también lo es subjetiva, que lo digan ellos) a lo largo del episodio. La mejor prueba es cómo, una vez rota la tregua, ETA y su mariachi trataron de emponzoñar la vida política española haciendo sensacionales revelaciones acerca de no se sabe cuántos supuestos compromisos que el Gobierno aceptó y luego violó; revelaciones que eran munición para la oposición destructiva del PP quien siempre ha dado más crédito a los asesinos que al Gobierno.

En el campo de la inmigración, el señor Rodríguez Zapatero estuvo brillante poniendo de manifiesto cómo el señor Rajoy, que dejó una bolsa de setecientos mil inmigrantes ilegales, es el menos adecuado para hablar después de que ahora haya un millón doscientos mil. Iñaki Gabilondo se dejó llevar otra vez al huerto del Presidente que explicó con detalle todo lo que su Gobierno ha hecho en este campo pero también pudo irse de rositas sin contestar a la pregunta de cuántos ilegales hay ahora.

En resumen, si el señor Rajoy quiere conservar una tenue esperanza de no perder las elecciones por goleada es mejor que no acepte debate alguno en la tele con el Presidente. Por su bien.

(La imagen es una foto de guillaumepaumier bajo una licencia Creative Commons

El pasado devora a Rajoy.

No estuvo afortunado el señor Rajoy el otro día al sacar a relucir en tono ominoso la cuestión de la inmigración en España. La cantidad de un millón doscientos mil ilegales que esgrimió no tiene base alguna, es una pura invención. Pero, además, resulta que siendo él ministro del Gobierno anterior, los inmigrantes ilegales llegaron a ser ochocientos mil. Si en su momento no supo qué hacer con ochocientas mil personas, ¿de dónde se sigue que sí sabrá con un millón doscientas mil? Igualmente, su propuesta de un llamado "contrato de integración", de no ser un trámite administrativo infamante, es algo absurdo a fuer de inútil. Los inmigrantes, como los nativos, tienen que cumplir las leyes, firmen o no firmen un contrato, ¿para qué pues el tal contrato? Por lo que parece, para ganarse la voluntad de ciertos sectores de la población que, teniendo que convivir con densidades altas de inmigrantes y víctimas del hartazgo del roce y bastantes prejuicios, suscribirían en un primer momento medidas autoritarias, capaces de "poner fin" no se sabe si a la inmigración sin más o a la concentración de inmigrantes en determinadas zonas.

Dicho en plata: sacar votos alimentando la xenofobia. Las últimas encuestas le dan la razón, pero eso no es óbice para seguir considerando que su propuesta no es de recibo.

Pues bien, ayer pasamos de la inmigración a la seguridad y la delincuencia, un territorio este siempre muy querido de las derechas que tienden a ver alteraciones del orden público y problemas de inseguridad donde quiera que haya algo de agitación. Pero, en el caso concreto del señor Rajoy es un terreno peligroso, de arenas movedizas, como puede verse en el gráfico presentado por el Gabinete de Estudios de Seguridad Interior de la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior donde se aprecia que la tasa más alta de homicidios se produjo en los años de gobierno del PP, con un pico en los años de 2002/2003, cuando el señor Rajoy era Vicepresidente. Así que no es de extrañar que en aquellos años siendo tan elevada la tasa de homicidios se considerase a España como el país más peligroso de la UE. Resulta cuando menos pintoresco que vaya por ahí dando lecciones de seguridad y prometiendo dotaciones de policía y guardia civil sin cuento precisamente quien tiene el triste honor de poner la tasa de homicidios en su punto más alto jamás alcanzado. No sé quiénes serán los asesores electorales del señor Rajoy, pero no están ganándose el sueldo.

dilluns, 11 de febrer del 2008

No callarán.

El destino, que es ciego y juguetón, quiso que en sendos mítines de precampaña electoral de los señores Rodríguez Zapatero y Rajoy el uno en la plaza de Vistalegre, Madrid, y el otro en Don Benito, Badajoz utilizaran prácticamente las mismas expresiones, algo así como: No me callo y os pido a vosotros que no os calléis, más o menos. Ninguno está dispuesto a callarse. Viene aquí a la memoria el "¿Por qué no te callas?" del Borbón a Chávez. Mirá vos lo que pudo responder el pibe. Y no lo hizo porque diz que no lo oyó. Pues ya es duro de oído.

Aunque no fuera más que por lo que se oye en los discursos electorales, la democracia ya tendría carta de ser el mejor sistema político porque es el que permite hablar en público de los asuntos colectivos. Luego cada cual defenderá unos intereses, pero ahí se habla de sanidad pública, educación, inmigración, el sentido de España, la nación, la memoria histórica, el canon, el medio ambiente, la vivienda, la crisis económica, etc, etc. Está bien que no se callen y mejor que no manden callar. Con la fabulosa cantidad de medios que hay hoy, en los procesos electorales se acumula ingente cantidad de información sobre programas, debates, decisiones, conflictos, etc. Es decir, el que no está informado es porque no quiere y el que se abstiene lo hace con suficiente conocimiento de causa.

No se sabe si por fin habrá debates en la tele o no pero, con lo que los dirigentes están largando en forma monologal, ya puede el electorado ir haciéndose una idea. Y, de hecho, es lo que sucede. Los sondeos coinciden en dar ventaja al PSOE, cosa bastante lógica a la vista de los cuatro años de legislatura, los cuatro años de oposición y el guirigay montado y apenas oculto en el seno del PP. Lo extraño es que esa ventaja no sea mayor.

En cuanto al siempre peculiar País Vasco, parece que los abertzales, a los que no dejan presentarse a las elecciones, dada su manía de seguir conchabados con los asesinos de ETA, a los que ellos y sus apologetas llaman "organización armada" van a propugnar el voto nulo o en blanco. Es una forma peregrina de "estar en las elecciones", como sostenían, y también un modo de conseguir que el voto en blanco no esté en blanco, aunque sólo sea a efectos morales.

Primarias: al negro vivo.

El señor Obama ha dado otro revolcón a Mrs. Clinton en los caucuses de Maine: 59%-41%. Se repite la pauta que está dándose desde el principio: altísima participación, voto juvenil y parte del voto blanco por Mr. Obama. A la señora Clinton casi no le quedan ya ni las mujeres. Quizá tenga que volver a meter en campaña a su señor marido, con lo que los Clinton volverán a ser los Clanton. Muy preocupada ha de estar la dama, sobre todo porque en las consultas del próximo marte, Virginia, Maryland y Washington D.F., con 239 delegados en el alero, Mr. Obama lleva la cabecera en los sondeos. Al final va a resultar que gana la nominación el señor Obama y los Estados Unidos tienen su primer presidente negro (mulato) en su historia. Esto es más de lo que podía soñar el señor Martin Luther-King.

En el campo republicano también se agitan las aguas profundas. Cuando todo parecía preparado para una victoria de Mr. McCain, se cruza la oferta del freak, el cura Huckabee, que mantiene abierta la situación en el Partido Republicano, presa de la incertidumbre. Ayer hubo de acudir el señor Bush más claramente en defensa de su antiguo adversario, el veterano de Vietnam, de cuyo "verdadero conservadurismo" salió garante.

Ya tendría gracia que, al final, las elecciones a presidente de los Estados Unidos fueran entre un negro y un blanco como el antiguo pastor baptista, uno que cree a pies juntillas que el mundo lo hizo Dios así como al hombre a su imagen y semejanza, incluido él. De ser así, los dos se habrían impuesto en contra del saber convencional y los intereses de los aparatos de los respectivos partidos. Una revolución. Dentro de lo que cabe.

El republicanismo cívico de Rodríguez Zapatero.

Philip Pettit, catedrático de Teoría Política de la Universidad de Princeton, es una reconocida autoridad internacional en materia de republicanismo cívico, tendencia de la filosofía política contemporánea que ha contribuido a desarrollar decisivamente en algunas de sus obras, singularmente la más conocida y traducida al español por Antonio Domenech, Republicanismo. Una teoría de la libertad (Barcelona, Paidós, 1999). En esta ocasión Pettit ha escrito un libro que podríamos llamar de recapitulación teórico-práctica (Examen a Zapatero, Madrid, Temas de hoy, 2008), aplicando las concepciones republicanas a los cuatro años del gobierno socialista.

El origen del libro radica en una conferencia que el por entonces recién elegido presidente del Gobierno español y seguidor de sus enseñanzas, le invitó a dar en 2004. En aquella ocasión, Pettit se preguntaba si el PSOE en el Gobierno sería capaz de llevar a cabo las exigencias de tal concepción republicana o sucumbiría a las necesidades de la política práctica. El señor Rodríguez Zapatero lo invitó a regresar a España en 2007, a menos de seis meses de las elecciones, para hacer un balance de la legislatura. Pettit lo hizo, volvió, pronunció una conferencia con su examen de la política del Gobierno socialista (capítulo 1 de este libro); respondió a las objeciones y críticas que se le hicieron, desarrollando de paso las ideas del civismo republicano (capítulo 2); hizo luego una extensa entrevista al señor Rodríguez Zapatero (capítulo 3); y añadió por último una recapitulación general sobre el republicanismo cívico que constituye la versión más actualizada hasta la fecha de su doctrina (capítulo 4).

Mientras leía el libro, que es una especie de informe sobre las relaciones entre un intelectual y un gobernante, me vino varias veces a la memoria, mutatis mutandi, la turbulenta relación entre Platón y Dionisio de Siracusa uno de los primeros ejemplos de esa fascinación que sienten los filósofos por adoctrinar a los gobernantes y que, ya se sabe, terminó como el rosario de la aurora. En este caso, la relación parece haber sido muy pacífica y fructífera: el señor Rodríguez Zapatero es seguidor del republicanismo de Pettit; a punto de terminar su mandato, se somete a una valoración del maestro y obtiene, entiendo, una nota alta. Estoy de acuerdo. Para mí también la tiene.

El republicanismo de Pettit hace especial hincapié en dos o tres conceptos básicos que, según él, lo distinguen del liberalismo, del cosmopolitismo y del comunitarismo, esto es, las otras tendencias de la filosofía política actual y que son: la condición cívica o dignidad ciudadana en la que Pettit insiste con reiteración, hablando de que las personas se miren directamente a los ojos unas a otras, pues no haya sumisión; la libertad entendida como "ausencia de dominación"; la constitución "mixta" y la protección de las personas frente a los poderes privados y el poder público.

Luego de repasar la labor del Gobierno socialista en estos años, Pettit considera que ésta es muy estimable. Alaba en especial las leyes de progreso social (igualdad de género, de dependencia, contra la violencia, etc) (p. 39) y cree que el Gobierno ha cumplido en la protección de los ciudadanos frente a los poderes privados, por ejemplo, la Iglesia católica, (p. 49) y al poder público representado por él mismo, por ejemplo en la reforma del régimen de RTVE o la de los estatutos de utonomía, singularmente el catalán (p. 59).

En el capítulo segundo, Pettit aborda las objeciones que su conferencia suscitó en su auditorio y en el exterior, especialmente las que le dirigió el director de El mundo, señor Ramírez. Yo añadiría alguna otra. Por ejemplo, no creo que la acción del Gobierno en relación con las pretensiones de la Iglesia católica haya sido acertada y la prueba está en la virulencia del enfrentamiento de la jerarquía con la autoridad. Y tampoco creo que el autor haya calibrado la complejidad de algún problema autonómico, en concreto el vasco. Su argumento de que no hay peligro de "balcanización" de España, como sostiene la derecha, porque los países de la UE no aceptarían el ingreso de una región independizada de un Estado miembro (pág. 75), simplemente no me parece de recibo, porque soslaya el problema de fondo del reconocimiento o no del derecho de autodeterminación. Entiendo que esa restricción favorece al Gobierno pero no me parece aceptable desde el punto de vista teórico. Si hay derecho de autodeterminación y parte del ahora territorio nacional escoge libre, pacífica y democráticamente la independencia ¿en qué autoridad moral se basaría un veto a su ingreso en la UE? ¿Desde cuándo es aceptable la represalia y la venganza?

La entrevista al señor Rodríguez Zapatero es muy interesante. Subrayo la pregunta por la Educación para la Ciudadanía y la acertada respuesta del presidente del Gobierno, hablando de la necesidad de contrarrestar las tendencias al individualismo y la insolidaridad de la sociedad actual (p. 109).

El último capítulo, ya dije, es una elaboración doctrinal sucinta y novedosa de la teoría del republicanismo cívico. Su definición de la libertad es muy convincente:

Libertad significa ausencia de control externo y se asegura sólo en ausencia de dominación, el no estar expuesto al poder de interferencia arbitraria por parte de otros.

Esta libertad se erige sobre una estructura de "gobierno mixto", que nunca he acabado de entender del todo bien en la obra de nuestro autor pues me parece una mezcla de la teoría de Polibio aplicada a la República romana (ilustre antecesora del republicanismo actual) y los cuerpos intermedios de Montesquieu. En cambio, me resultan convincentes las diferencias que Pettit traza entre su republicanismo y el libertarianismo neoliberal actual (en torno al Estado del bienestar), al cosmopolitismo, que considera utópico, y al comunitarismo, sospechoso desde el punto de vista de la autonomía del individuo.

La que nunca me ha quedado tan clara es la diferencia entre este republicanismo y la concepción clásica de la libertad como libertad de los antiguos en la famosa obra de Constant. A este respecto, Pettit recurre a un ejemplo que precisamente delata que el asunto es más complejo de lo que parece: equipara el gobierno y la política a una comunidad de vecinos: la junta directiva tiene que estar sometida al escrutinio de los propietarios, rendir cuentas, etc, etc (p. 176) todo muy cierto siempre que se acepte el punto de partida de Pettit reflejado en el supuesto siguiente:

Los propietarios querrán sujetar a los miembros de la comisión mediante la expectativa de una reelección periódica, haciendo que dicha reelección sea competitiva, de manera que su gestión como miembros de la comisión pueda ser cuestionada...

Aquí se parte del supuesto de que siempre habrá vecinos interesados en ocupar los puestos de mando y gestión. No sé cuántas comunidades de vecinos conocerá el señor Pettit; yo sé de algunas y en ellas es frecuente que nadie quiera ser miembro de la junta directiva y, al final, sea preciso recurrir a medios obligados como el orden de pisos o el sorteo. En tales casos (libertad de los modernos, de Constant) las ideas de los controles cívicos republicanos no son relevantes. Sin embargo, esto parece ser un requisito de su concepción cuando dice:

Pero para la mencionada constitución mixta resulta crucial que el pueblo se halle activamente comprometido con el gobierno, por ejemplo, a través de los movimientos sociales que monitorean y ponen en cuestión la acción del gobierno.

O sea, "libertad de los antiguos"; hay que participar, so pena de que Aristóteles nos declare bestias o dioses. Estoy seguro de que no está en el ánimo de Pettit, pero por esta vía nos acercamos peligrosamente a lo que alguien ha llamado la "democracia totalitaria", a la sorprendente pregunta de Rousseau: "¿Habrá que obligar a los hombres a ser libres?"