dimarts, 12 de febrer del 2008

El pasado devora a Rajoy.

No estuvo afortunado el señor Rajoy el otro día al sacar a relucir en tono ominoso la cuestión de la inmigración en España. La cantidad de un millón doscientos mil ilegales que esgrimió no tiene base alguna, es una pura invención. Pero, además, resulta que siendo él ministro del Gobierno anterior, los inmigrantes ilegales llegaron a ser ochocientos mil. Si en su momento no supo qué hacer con ochocientas mil personas, ¿de dónde se sigue que sí sabrá con un millón doscientas mil? Igualmente, su propuesta de un llamado "contrato de integración", de no ser un trámite administrativo infamante, es algo absurdo a fuer de inútil. Los inmigrantes, como los nativos, tienen que cumplir las leyes, firmen o no firmen un contrato, ¿para qué pues el tal contrato? Por lo que parece, para ganarse la voluntad de ciertos sectores de la población que, teniendo que convivir con densidades altas de inmigrantes y víctimas del hartazgo del roce y bastantes prejuicios, suscribirían en un primer momento medidas autoritarias, capaces de "poner fin" no se sabe si a la inmigración sin más o a la concentración de inmigrantes en determinadas zonas.

Dicho en plata: sacar votos alimentando la xenofobia. Las últimas encuestas le dan la razón, pero eso no es óbice para seguir considerando que su propuesta no es de recibo.

Pues bien, ayer pasamos de la inmigración a la seguridad y la delincuencia, un territorio este siempre muy querido de las derechas que tienden a ver alteraciones del orden público y problemas de inseguridad donde quiera que haya algo de agitación. Pero, en el caso concreto del señor Rajoy es un terreno peligroso, de arenas movedizas, como puede verse en el gráfico presentado por el Gabinete de Estudios de Seguridad Interior de la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior donde se aprecia que la tasa más alta de homicidios se produjo en los años de gobierno del PP, con un pico en los años de 2002/2003, cuando el señor Rajoy era Vicepresidente. Así que no es de extrañar que en aquellos años siendo tan elevada la tasa de homicidios se considerase a España como el país más peligroso de la UE. Resulta cuando menos pintoresco que vaya por ahí dando lecciones de seguridad y prometiendo dotaciones de policía y guardia civil sin cuento precisamente quien tiene el triste honor de poner la tasa de homicidios en su punto más alto jamás alcanzado. No sé quiénes serán los asesores electorales del señor Rajoy, pero no están ganándose el sueldo.