divendres, 6 de juliol del 2007

Querido maestro.

El Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC) ha editado un interesantísimo libro homenaje a Elías Díaz con motivo de su jubilación en la cátedra de Filosofía del Derecho. Un acierto más de esta ya venerable institución. El CEPC es el viejo Instituto de Estudios Políticos, fundado en los años más duros del régimen de Franco, allá por 1939, con la finalidad de expandir la doctrina nacionalsindicalista y la teoría del "Estado Nuevo". El mismo Instituto que, en 1962, bajo la dirección de Manuel Fraga, editaba un curioso folleto al cuidado de González Seara, titulado El asalto al Parlamento y que era el informe que Jean Kozak, miembro del Buró Político del Partido Comunista Checo, presentaba sobre la conquista del poder en Checoslovaquia, como recuerda InSurGente, que trae unas consideraciones de Malime sobre el folleto. En aquellos años sesenta, el Instituto se convertiría en un foco de intelectuales contrarios al régimen de Franco, entre los cuales, si no ando equivocado, estaba el propio Elías. Intelectuales encriptados en el centro de fabricación ideológica del régimen pero prestos a fabricar la contraria, un maquiavelismo al que el propio Instituto había dado pábulo al publicar el informe de Kozak aduciendo que era preciso saber qué y cómo pensaba el enemigo. Andando el tiempo, ya con la democracia, Elías asumiría brevemente la dirección del Instituto, por entonces rebautizado como Centro de Estudios Constitucionales. Es la única excursión que yo conozca que haya hecho Elías al ámbito de la gestión, al que otros intelectuales son tan aficionados.

El libro en cuestión ha estado a cargo de tres de los más conocidos discípulos de Elías. Liborio Hierro, Paco Laporta y Alfonso Ruiz Miguel escriben una interesante introducción al pensamiento del maestro, dedicando su atención a los tres campos que consideran constitutivos de su obra: el del pensamiento español, el de teoría política y el de filosofía del derecho. Igualmente cuentan que, al decidir hacer un homenaje a Elías, tropezaron con la cerrada negativa de éste, opuesto a que se le tributase su "centón" y, como le caracteriza una considerable tozudez, de la que con gracia habla Raúl Morodo en el primer apartado del libro, acabó saliéndose con la suya, sustituyendo la obra homenaje clásica por un libro en el que se repasaran los trece que él ha publicado, encargando cada uno de ellos a un amigo o colega al que, por el tema o alguna otra circunstancia, más le encajara y con el añadido de tres o cuatro reseñas, recensiones o críticas que en su día se hubieran publicado sobre el libro en cuestión, también firmadas por alguien cercano a nuestro autor.

Pues nada, chapeau, Elías: has conseguido transformar un aburrido libro homenaje en una interesante monografía colectiva sobre tu obra, que reúne puntos de vista muy distintos, aportados por personas de mucha cualificación y que te conocen y aprecian. Una obra que se lee con verdadero placer.

Me gustaría hablar de todos los capítulos, pero sería petulante e imposible, porque, además, tambien yo quiero decir algo sobre Elías, al que considero maestro, aunque durante todos estos años fingiera por pudor aceptar la relación de amistad de igual a igual con que él siempre me ha distinguido.

En cuanto a los trabajos, los que más me han gustado (sin demérito de los otros, por cierto) han sido el de Raúl Morodo, sobre Sociedad democrática y estado de derecho, esa obra que leyó con entusiasmo mi generación porque abrió nuestros revolucionarios ojos a la necesidad de preservar las formas, pues por verdaderas formas y no platónicas, sino por formalismos, podíamos tener la democracia y el imperio de la ley. La de Virgilio Zapatero, que señala el empeño de Elías por conciliar el marxismo con la democracia en Legalidad-Legitimidad en el socialismo democrático, empeño nada fructífero pero de muy conveniente formulación. El de Nicolás López Calera, en defensa del Estado, de cierto tipo de Estado, al hablar de La maldad estatal y la soberanía popular. El de Luis García San Miguel, por desgracia ya desaparecido que, al comentar La transición a la democracia reivindica su actitud siempre "reformista" y se felicita de que Elías también lo sea haciendo causa de lo que éste llama la "falacia" de la identificación entre capitalismo y democracia. Por supuesto. Menudo socialista democrático sería aquel que pensará que la democracia sólo es compatible con el capitalismo. Y, por último, el de Ernesto Garzón Valdés sobre Un itinerario intelectual. De filosofía jurídica y política porque aborda el fascinante tema del deber de obediencia al derecho en Elías, cuya doble naturaleza de jurista y de filósofo se desdobla aquí, predominando la del filósofo en el momento en que habla del deber ético de desobediencia al derecho, desobediencia que en el franquismo era casi un imperativo categórico.

Tengo leídos, creo, todos o casi todos los libros de Elías y comentados varios de ellos. Incluso en cierta ocasión le hice una entrevista para Diario 16 en la que dijo cosas muy interesantes, cómodamente sentado en un salón de su casa en la zona de Ciudad Lineal. (Espero digitalizarla un día de estos y te la mando, que seguro que no la guardas).

Profeso admiración por Elías. Creo que es un gran intelectual que ha procurado siempre unir la rigurosa reflexión teórica con la praxis (de ahí esa su atención a la Sociología del Derecho que Manuel Atienza subraya en este libro), dentro de una línea de exigencia ética de fortísima raíz kantiana. A ello se añade su obra de reflexión sistemática sobre el pensamiento de su época (del que el suyo forma parte esencial) y su capacidad para vincular la tradición krausista con las cuestiones del socialismo democrático en la época del así llamado "capitalismo tardío".

Confieso que cuando en alguna de las obras de Elías me encontré la idea (que cito de memoria) de que el Estado del bienestar es la juridificación de la transición al socialismo, se me aclararon muchas cosas en la cabeza.

Me uno al homenaje que tantos discípulos y amigos tributan a Elías y agradezco a los organizadores que se acordaran de mí e incluyeran un breve comentario a una de las obras del maestro.

dijous, 5 de juliol del 2007

Actos y actas.

Hay actos que retratan a quienes los realizan mejor que mil discursos. Uno de ellos es éste del señor Rajoy, anunciado el primer día del debate sobre el estado de la Nación de naciones de pedir al Gobierno las actas de las negociaciones con ETA. Los portavoces parlamentarios de los demás partidos, los comentaristas más serios y hasta los menos serios manifestaron ayer su estupefacción ante esta exigencia. Los columnistas y tertulianos de la derecha, que describían ayer también la vistosa victoria del señor Rajoy sobre el presidente del Gobierno, como si cantaran a un Perseo frente a la Medusa (hoy medusas) o a un San Jorge dando buena cuenta del dragón, mantuvieron cauto silencio ante tan extravagante solicitud. La santa ragione di Stato por la que la derecha siente veneración se veía aquí ultrajada por su habitual paladín.

Pero de inmediato salió el señor Zaplana, portavoz parlamentario del PP, anunciando que este partido presentará un proyecto de resolución pidiendo al Gobierno que entregue las actas de marras. No hay, pues, duda. No es que el señor Rajoy se liara en su intervención. Quieren que las actas se publiquen.

A todo esto, ¿cómo saben que hay actas si el Gobierno no ha hablado de ellas ni reconocido que existan o que él tenga tal cosa? Por lo que dice Gara que dice ETA. Es cierto que el señor Rajoy presta más crédito a ETA que al Gobierno.

Manda narices. ETA afirma estar en guerra con el Estado español. El PP y con el PP muchos ciudadanos podremos decir que aquí no hay guerra alguna sino la actividad de una organización terrorista. Diremos lo que queramos, pero la organización terrorista dice estar en guerra y, entiendo yo, no cabe prestar crédito a lo que sobre mí diga quien afirma estar en guerra conmigo porque, obviamente, lo que pretende es hacerme daño. Si yo hago más caso a mi enemigo que a mi adversario es porque considero a mi adversario mi enemigo y a saber cómo considero a mi enemigo.

En román paladino: ¿cómo puede la leal oposición pedir se publiquen unos documentos que, de existir, dan cuenta de negociaciones secretas entre el Gobierno legítimo y una organización terrorista que dice estar en guerra con el Estado español?

Es un misterio para mí -lo decía ayer- esta capacidad que tenemos los seres humanos para ver de modos diametralmente opuestos un mismo hecho. Hay columnistas que ayer celebraban el triunfo del señor Rajoy en el debate y daban al señor Rodríguez Zapatero por cadáver político. En serio. Es una conclusión tan pintoresca que se pregunta uno qué tendría que haber sucedido para que, a juicio de esos mili-opinantes, el señor Rajoy perdiera. El asunto se entiende del modo siguiente: es de suponer que haya gente que no viera el debate ni lo siguiera por la radio o por el ordenador, gente que todo lo que vaya a saber sobre el asunto sea la columna de su columnista prefe; si ahí lee que el señor Rajoy ha resultado ganador por K.O., a lo mejor lo cree. Éste, por ultimo, es luego un enemigo temible en la barra del bar en un debate sobre quién ganó el debate porque "está informado", "lee la prensa", lo ha "visto en el periódico". Luego es verdad. Así que, ya se sabe y se recordará: "Menos viajar y más leer el Informaciones".

La santa Transición.

Año de efemérides. El trigésimo aniversario de las elecciones de 1977, momento fundante de la democracia española, sigue encontrando muchas celebraciones, agasajos, festividades, verbenas y cursos de verano. Las elecciones de 1977 son, como ningún otro, la materialización del ideal democrático.

La fundación Pablo Iglesias ha abierto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una curiosa e interesante exposición sobre la Transición, titulada Tiempo de Transición. Ya el hecho de escoger el Círculo de Bellas Artes es un acierto. Como madrileño de nacimiento el Círculo despierta en mí inconfesables pasiones coloniales. Esa espaciosa terraza en la calle de Alcalá con sus sillones de mimbre, el toldo, los ventanales abiertos al interior y que ahora tiene unos ventiladores instalados en la acera que expelen sobre la clientela vapor de agua se me ha asemejado siempre a un club de coloniales blancos en cualquier ciudad asiática, Rangún, Vientiane, Benarés o Bombay. El imperio que España no tenía en Asia lo había imitado en la calle de Alcalá. El edificio modernista, con sus escalinatas, sus verjas interiores y sus muchos mármoles y alabastros se hace querer. Luego, las salas en las que se celebran los actos son muy modernas y tienen de todo.

Esta exposición de la Pablo Iglesias está muy bien montada, con mucho recoveco, apartado y variedad de objetos en exhibición (fotos, cartas, documentos, libros, revistas, cuadros, posters, panfletos, urnas, plumas, transistores, cámaras de fotos, videos y hasta un escaño) de forma que invita a recorrerla y no cansa. La Pablo Iglesias, dirigida por don Alfonso Guerra, se atiene a la doctrina socialista pero la exposición tiene una muy elogiable amplitud de material de todos los partidos y si bien la visión de la transición que se presenta lleva una decidida impronta socialista, los puntos de vista de los demás grupos y partidos se exponen con pormenor y razonable objetividad, recurriendo a documentos originales.

La exposición obedece a un idea innovadora. Al llamarse "Tiempo de Transición", ha decidido aquilatar ese tiempo en una hora, sesenta minutos, a cada minuto le viene atribuido un hecho singular en el proceso de transición: una huelga, unos asesinatos, una manifa, la firma de unos acuerdos, un manifiesto. La transición en sesenta momentos. Me da que lo del "Tiempo de Transición" sea del señor Guerra, que se ha ocupado de la exposición y ha escrito una a modo de introducción a un grueso volumen que se vende no muy caro, a 25 €, con artículos de varios autores que ya comentaré en su momento y una apabullante cantidad de material gráfico. Al señor Guerra viene preocupándole esto del tiempo. Uno de los volúmenes de sus memorias (que, creo recordar, son dos, pero puedo equivocarme) se llama Cuando el tiempo nos alcanza. Ominoso título, vive el cielo y algo truculento. Tiene gracia esto de que el tiempo nos alcance que, supongo, es reflexión que nos hacemos quienes vamos alcanzando una edad, como para empezar a escribir ensayos sobre la vejez, al modo ciceroniano. Cuando visualizo eso de que el tiempo nos alcanza lo veo como la vieja imagen china del tigre más rápido que sus rayas. Llega un momento en que las rayas alcanzan al tigre.

Así que tiempo de transición. De esa exposición del Círculo, reproduzco aquí tres imágenes muy significativas. En la primera se ve a un Suárez exultante después de la victoria en las elecciones de 1979 (creo; puede ser de 1977), lo que invita a una reflexión al estilo de las ruinas de Itálica. Que el hombre que protagonizó de modo indiscutible la transición, sea su figura más humana y quizá por ello mismo guarde hoy apenas memoria de lo que fue da al hecho un tinte de tragedia shakesperiana, al modo del Rey Lear, aunque sin Cordelia.

La segunda imagen esta tomada de la pantalla de un televisor que emitía la figura del Rey, vestido de Capitán General de los Ejércitos, leyendo una declaración institucional por la que la Corona salía en defensa de la Constitución. Ahora diremos lo que queramos -que en esto del recordar, las gentes somos muy generosas con nosotras mismas- pero la verdad es que muchos de nosotros, que estuvimos en la oposición activa al franquismo y habíamos padecido persecución y condena por ello, sólo respiramos tranquilos cuando lo vimos aparecer por la tele pasada la medianoche, después de unas horas de incertidumbre, rumores, tam-tam, run run y fiu fiu. De mí diré que el día de la manifa subsiguiente me hinché a dar vivas al Rey por el Paseo de Recoletos. No por ello me considero menos republicano; pero la justicia, recuérdese, constituye en atribuir a cada cual lo suyo.

La tercera imagen recoge el momento en que Los señores González y Guerra se asoman al balcón del hotel Palace en la noche del ventiocho de octubre de 1982 para saludar a sus seguidores al haber ganado las elecciones generales y obtenido la más alta mayoría de escaños que haya tenido jamás partido alguno desde las primeras elecciones de 1977. El 29 de cotubre siguiente celebraba yo el triunfo del PSOE, por el que había votado, y mi cumpleaños, treinta y nueve años. Para mí el franquismo había muerto mucho antes, antes incluso de que muriera el propio Franco, pero lo que había venido desde entonces no era lo que yo podía considerar los míos. Eso sucedió cuando ganó el PSOE la víspera de mi cumple. ¿Por qué? Miren bien la foto, que tiene un valor simbólico enorme. ¿Con qué la compararían? Traten de hacerlo con alguna aparición del general Franco en el balcón de la Plaza de Oriente, que era lo que se estiló en el país durante cuarenta interminables años. Son dos escenas de balcón. Pero muy distintas. Frente al fasto de las apariciones del Caudillo en la balconada del Palacio de Oriente, en verano con un baldaquino, estos dos jóvenes que se asoman de refilón por una ventana por la que no caben, con la persiana medio echada, por detrás de un alfeizar, son el futuro que entra en la historia de España por el agujero de unas elecciones libres, ganadas por goleada. Ahí quedó triturado el fantasma del Caudillo, se disolvió por fin el cuerpo del señor Waldemar. Lo demás es otra historia.

dimecres, 4 de juliol del 2007

Así es si así os parece, o el debate de ayer.

A los grandes debates parlamentarios les sucede como a las cifras de asistencia a las manifas, que según quien las dé ya sabemos que fueron nutridísimas y no cabía un alma o reunieron a cuatro gatos con media pancarta. Con los debates, lo mismo; según quien dé cuenta de ellos, ya sabemos cuál debatiente estuvo sublime y cuál fue un desastre que no acertó a dar una sola idea.

Esta falta de objetividad afecta a todo el quehacer político. Nada de lo que diga el partido adversario pasa de ser una patochada si no es directamente un crimen y nada de lo que diga mi partido deja de ser la verdad más acrisolada. Bueno, en realidad, afecta a casi todas las actividades humanas: ningún literato ve méritos en sus competidores y sí muchos deméritos; ninguna empresa cree que la competencia tenga algo bueno, etc, etc.

Obsérvese la encuesta que saca hoy El país sobre quién haya ganado el debate. Al señor Rodríguez Zapatero lo aprobaba ayer sobre las 01:00 de la noche el 77% de quienes habían votado, esto es, 27.119 lectores, mientras que al señor Rajoy lo desaprobaba el 67%, es decir, 17.211 lectores. Por supuesto, estos datos revelan que los lectores de El país se inclinan en gran medida hacia la socialdemocracia. Con razón quería el señor Rajoy hacer un boicoteo al conjunto del grupo Prisa. Está claro que los clientes y lectores de éste no lo aprecian.

Sin embargo, a la misma hora, El Mundo publicaba otra encuesta que venía a ser lo contrario de la anterior. Al señor Zapatero lo aprobaba el 37% de los lectores, en conjunto 9.916 mientras que al señor Rajoy lo aprobaba un 63%, es decir, 16.796. Casi parece que estuviéramos hablando de debates diferentes, cuando de lo que estamos hablando es de gente muy diferente, con orientación política distinta. Los lectores de El Mundo son más de derechas que los de El País. El hecho de que también lo lean los comunistas anguitistas sólo lo hace más de derechas.

En mi caso, como buen lector de El País tiendo a ver claramente ganador al señor Rodríguez Zapatero y claramente perdedor al señor Rajoy. Mi razones para ello son las siguientes:

El señor Rodriguez Zapatero, pensando que se trataba de un debate sobre el estado de la Nación (española; o debate sobre el estado del Estado), vino pertrechado de datos, cifras y estadísticas e hizo una intervención sistemática, cubriendo todos los aspectos de la vida del país. Pero al señor Rajoy, que no aportó dato alguno, ni una sola cifra, ni fundamentó sus frecuentes insultos en nada concreto, la intervención le pareció de "mitin electoral". Lo único que el señor Rajoy hizo sistemáticamente fue descalificar a su oponente con esa insufrible prepotencia que tienen todos los que han tratado como seguidores con el señor Fraga.

Posteriormente, en los sucesivos turnos de réplica, la primera de éstas, en la que el señor Rodríguez Zapatero se defendió de modo serio y contundente de las continuas agresiones verbales del señor Rajoy, le pareció a éste "tabernaria". Tabernarias, chulescas, arrogantes y agresivas, así como vacuas, fueron todas las suyas. Y si se quiere un ejemplo de hasta qué punto de altanería puede llegarse, de comportamiento de señorito clasista, ofrezco la siguiente perla de la intervención del señor Rajoy. Estaba, como siempre, diciéndole al señor Rodríguez Zapatero lo que tenía y no tenía que hacer y añadió:

"Un presidente del Gobierno no está para contarnos aquí los decretos que ha hecho el Gobierno ni para contarnos la subvenciones que le da al cine ni para explicarnos cuántos inmigrantes ilegales hay. Eso es función de un subsecretario, que era lo que debía ser usted."
No se trata solamente de reparar en ese uso de la primera persona del plural, tan cara a todos los demagogos, no; lo verdaderamente clasista e imbécil está en ese intento de insultar al presidente del Gobierno llamándolo "subsecretario" y de insultar, de paso, a todos los subsecretarios.

En cuanto al contenido propio de la intervención del señor Rajoy, ya lo ha visto y comentado todo el mundo: ni una idea, ni una propuesta; nada salvo disparar contra el Gobierno con la munición de ETA. Hay en esa actitud del señor Rajoy, jaleado por los suyos, dos puntos que lo inhabilitan no ya como futuro presidente del Gobierno sino como dirigente actual de la oposición mayoritaria: a) toma las informaciones de ETA y Gara como verdades incuestionables que le sirven para torpedear al gobierno, que es la finalidad que aquellos pretenden. b) Exige al Gobierno que publique las actas de las conversaciones con ETA, contra todo sentido común.

El señor Rajoy se hartó ayer de acusar de mentiroso al señor Rodríguez Zapatero. Pero está claro que él es un felón.

Los dibujos de Bagaría y el misterioso Cravan.

La Fundación Mapfre tiene en marcha en Madrid una exposición con dibujos de Bagaría, el hombre que con su estilo inconfundible se encargó de ilustrar la actualidad política a través de sus viñetas en los periódicos españoles del primer tercio del siglo XX, en especial, El Sol. Para quien conozca los entresijos de la política de la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera y la República, estos dibujos son una fuente de regocijo porque incorporan una visión fresca, desinhibida de los acontecimientos del momento, las vicisitudes de la Primera Guerra Mundial, la guerra del África, el desastre de El Annual, el informe Picasso, etc.

El periodismo gráfico, generalmente considerado de importancia menor, tiene muchas veces una calidad y una resistencia muy superiores a su hermano de género, el periodismo literario. Al día de hoy, confieso que lo primero que miro del periódico, después del repaso a los titulares, son las viñetas de sus dibujantes o las cartas de los lectores. Así como cada diario tiene los dibujantes que le van, también en él escribe un tipo de lectores. Pero en el caso de los dibujantes, pueden llegar a impregnar el periódico, a darle parte de su estilo. Piénsese en Mingote en el Abc o Peridis y El Roto en El País

Bagaría había empezado su vida artística en Barcelona de la mano de Santiago Rusiñol, de quien nos dejó fantásticas caricaturas. Su trazo seguro, limpio y elegante es bastante típico de la época y se da un aire a las creaciones de Penagos y, en mayor medida porque, además, coincidía en cierto modo con su visión de crítica social, a Castelao. Pero su carácter inquieto y su deseo de más amplios horizontes hicieron que se trasladara pronto a Madrid y se metiera de lleno en la justa política de gobiernos entrantes y salientes, crisis ministeriales y conflictos sociales de los últimos años de la alternancia, para entrar de inmediato en combate con la censura que estableció el general Primo de Rivera. La censura obligó al dibujante a aguzar su ingenio para comunicar su generalmente poco acomodaticio punto de vista. Y es conocido que fue en esa permanente lucha contra la censura en donde dio con alguna de sus más celebradas fórmulas, como los famosos dibujos "de almohadón" o su viaje a Marte, un planeta sospechosamente igual a la España de Primo de Rivera. De ambas líneas de expresión hay bastante representación en la exposición de Mapfre. Y también la hay de las célebres caricaturas del autor.

La exposición ha tenido el acierto de incluir un gabinete con un "homenaje a Bagaría", de Eduardo Arroyo. La línea que une a Arroyo con Bagaría es la afición de ambos por el boxeo. Son conocidas las obras de Arroyo de tema pugilístico, con interpretaciones de diversos boxeadores. Lo que yo no conocía y he descubierto en esta exposición, es su serie de dibujos sobre Arthur Cravan que pertenecen a su colección particular. El homenaje a Bagaría arranca probablemente de la imagen de éste celebrando la llegada del boxeo a España, que Arroyo tiene asimismo en su colección particular y en el que vemos a los dos púgiles materialmente destrozados, con los rostros tumefactos y sangrando por la nariz.

Por su parte, Arroyo ha hecho varias versiones también del estado en que supone él que debió de quedar Cravan cuando se enfrentó a Jack Johnson, por entonces campeón del mundo en 1916, en la plaza de toros de Barcelona. Cravan resistió cinco asaltos y se embolsó una bonita suma.

A mi vez, me emociona especialmente que Arroyo haya trabajado la figura de Cravan, un interesantísimo personaje de comienzos del siglo XX, poeta y boxeador, bohemio y editor de una revista literaria, Maintenant, en la que publicaba sus producciones, muy en la línea dadaista y luego surrealista. Arthur Cravan que, en realidad, se llamaba Fabian Avenarius Lloyd, estaba lejanamente emparentado con Oscar Wilde, a quien él llamaba familiarmente "tío" y con quien llegó a presumir de haber estado en contacto, aun después de que se le diera por muerto, siendo así que ambos no llegaron a conocerse.

Arthur Cravan, hombre culto, viajado, refinado, dotado para las artes, llevó una vida aventurera en Europa y América, se casó dos veces, en sus últimos tiempos residió en México, de forma tan bohemia como había vivido hasta entonces y se supone que se ahogó navegando por el Golfo de México en un trayecto que pretendía hacer hasta Venezuela, a reunirse con su mujer que un tiempo después, daría a luz a una hija póstuma.

Me ha gustado mucho encontrarme con Cravan, uno de mis personajes favoritos, en esta exposición de Bagaría y no menos enterarme de que, entre las últimas especulaciones que se han producido sobre su destino, hay una que dice que no murió, sino que continuó viviendo en México, de incógnito, bajo el nombre nada menos que de B. Traven, el gran novelista, autor de El Tesoro de Sierra Madre y algunas otras novelas, como Gobierno, que hicieron las delicias de mis años mozos. Espero que esta teoría tenga mayor fundamento que el hecho de que entre Cravan y Traven haya cierto parecido fonético. Digo esto porque, hasta la fecha, la explicación más verosímil, a su vez, de la identidad del no menos misterioso Traven es la que lo hace alemán, huido de la represión que se produjo a raíz de la revolución consejista de Munich.

dimarts, 3 de juliol del 2007

La muerte en el Yemen.

Cuando pasan estas cosas es poco lo que cabe decir. Abominamos del hecho, nos solidarizamos con los parientes de las víctimas, reclamamos que el peso de la ley caiga sobre los culpables y, si acaso, comentamos el fondo insondable del alma que humana, que lleva a cometer actos tan monstruosos, incluso al precio de la propia vida. Y poco más.

Es tan escaso lo que cabe decir que quizá por eso muchos aprovechen la ocasión para culpar a los adversarios políticos de lo sucedido. "Si Aznar no hubiera metido a España en la guerra del Irak...", dicen los partidarios del Gobierno. "Si Zapatero no hubiera sacado a España de la guerra del Irak..." dicen sus enemigos. Cuando las cosas se plantean así, casi parecería que hablar no sirviera para nada. Pero sí cabe adoptar actitudes. A la vista de lo sucedido en los últimos días con los soldados primero y los civiles después, parece claro que España está en el punto de mira de los asesinos islamistas. Estos, a su vez, son sumamente peligrosos porque no hacen distingos entre combatientes y no combatientes. No los hacen con los enemigos, pues atacan por igual a militares y civiles. No los hacen consigo mismos, pues están dispuestos a inmolarse si lo exige la acción que hayan emprendido. Y tampoco los hacen con los suyos, pues suelen ocultarse en campos de refugiados, en domicilios de civiles que funcionan como "escudos humanos".

Al día de hoy y mientras pasa esta oleada de locura, lo más sensato que pueden hacer los turistas es no viajar a los países islámicos.

Visto para sentencia.

Es como ha quedado el juicio por el 11-M; y vistos para el arrastre los mendas que llevan tres años haciendo lo imposible por embarullar las cosas, cuestionar la acción de la policía, los jueces y fiscales, sembrar sospechas e insidias y mezclar consideraciones políticas y judiciales en sucesivos intentos de que no se celebre el juicio, que no pueda esclarecerse la verdad porque ésta es perjudicial para los intereses del PP, el partido en el Gobierno cuando se produjeron los atentados de Atocha.

A los efectos de conseguir estos fines, los responsables han empleado todos los medios: periódicos sin escrúpulos, emisoras de radio monotemáticas, libros, movilizaciones populares, interpelaciones parlamentarias, declaraciones en comisiones de investigación. Todo con el fin de orientar el interés de la opinión pública y las pesquisas e investigaciones de las autoridades en una dirección contraria a la que marcaban los hechos y las pistas, una que nunca se pudo definir con claridad sino sólo mediante insinuaciones y sugerencias de mala fe porque nunca tuvo la menor base empírica.

Toda esta febril actividad ha tratado de suscitar en la opinión pública española una impresión similar a la que se consiguió en otros casos -que actúan aquí como modelos, igual que el Watergate fue el caso con cuya aura se pretendió disfrazar la labor de zapa de El Mundo durante los años del "infame Felipato"- en los que una coalición de periodistas y tertulianos amarillos, políticos sin escrúpulos y simples delincuentes consiguió que el PSOE perdiera las elecciones por la mínima, en el entendimiento de que jamás se le ganaría en una contienda electoral limpia.

Así llegó el señor Aznar al poder y así quiere hacerlo el señor Rajoy. Por eso reproduce el modelo y alimenta la "teoría de la conspiración" con comentarios ambiguos, que le dan pábulo, si bien últimamente esos comentarios debe de hacerlos el señor Rajoy muy para su coleto. La idea primera era hacer ver que estábamos ante la lucha de los medios críticos, verdaderamente independientes contra un vulgar intento de cover up a cargo del Estado, como si esto fuera "En nombre del padre". Por eso también al día de hoy Libertad Digital sigue hablando de la Versión oficial, como si hubiera una.

Pero no, no hay una "versión oficial", sino que los hechos se han expuesto y analizado públicamente de un modo minucioso y, en su día, habrá una sentencia que será la "verdad judicial"; para los demócratas, la verdad a secas; para los de la teoría de la conspiración, una vuelta de tuerca a la "versión oficial"; o sea, algo inaceptable. Lo curioso del caso es que, además de no existir la "versión oficial", tampoco lo hace la "versión no oficial" pues quienes atacan a la primera son incapaces de citar hecho o prueba algunos que vinculen a ETA con el 11-M.

Dado que el juicio está visto para sentencia y que la autoria islamista parece ser la única suficientemente probada, muchos comentaristas sugieren a los fabuladores de la teoría de la conspiración que cejen en su empeño, pidan perdón a la opinión pública y, si son políticos, que dimitan. Pero esto implica un ingenuo desconocimiento de la estofa de que están hechos unos individuos que pretenden obstaculizar el normal funcionamiento de la justicia, incluso mediante actos, como el del señor Díaz de Mera, que pudieran ser constitutivos de delito.

Estos no solamente no se arrepienten de lo hecho (aunque sepan perfectamente que es algo imperdonable) sino que reinciden en ello, sostienen que el caso se cerrará en falso, que no se habrá investigado lo suficiente, con lo que se desliza en el ánimo de la gente la idea de que se ha condenado a unos inocentes, mientras que los auténticos culpables campan por sus respetos, cada vez más envalentonados. Es una canallada, pero da considerables réditos políticos y económicos, ya que este tipo de historias conecta bien con creencias populares y supersticiones ingenuas sobre la maldad de fuerzas oscuras y el día definitivo del ajuste de cuentas. Que son un negocio, vamos.

Gordillo en el Sofidú.

Se acaba de estrenar una exposición de Luis Gordillo en el Reina Sofía que está muy, muy bien. Si no me equivoco, la mayor parte de la obra escogida para mostrar es de los años setenta y está tan bien organizada, con tal variedad de emplazamientos y tanta armonia entre las obras y su medio más inmediato que la exposición misma es una obra de arte. Sin duda, también a cargo del propio Gordillo, que parece haberse preocupado de todo, incluidos los tonos de las paredes y la geometría del suelo. Hay que ver el partido que le ha sacado a la deconstrucción de la fotografía de Peter Sellers, con la que ha empapelado una sala y un pasillo.

Gordillo me parece un artista puro, un creador capaz de absorber todos los elementos en torno suyo, las teorías, las ideas, las imágenes, las formas, los colores, de mezclarlos en amalgamas personalísimas sobre las que vuelve una y otra vez y que, al final acaban teniendo esa impronta cuya originalidad reside en que a uno le parece que ya las ha visto antes sólo para caer en la cuenta de que, sin grandes alharacas, son absolutamente originales.

Y desconcertantes. Resulta imposible encasillar a Gordillo en un estilo porque se encuentra a caballo de varios y el que más suele asignársele, el abstracto, aparece en su obra como una prolongación, como lo posabstracto. De hecho, la variedad de materiales que utiliza, óleo, acrílico, lienzo, panel, plástico, dibujo, fotografía, no solamente revela su espíritu inquieto, en busca permanente de formas, sino que convierte cada obra suya, tanto las que tienen existencia individual como las que vienen en forma de series en una experiencia única. Porque ya hace falta tener arte para convertir en única muchas veces formas de expresión cuyo encanto descansa en la repetición (véase la primera imagen, "A través de dos A, B", de 1979) y en la reiteración. Quizá sea la peculiar mezcla de pintura y fotografía lo más característico de Gordillo. Es un fotógrafo contumaz y minucioso, que juega con formas, volúmenes, luces y plasma luego muchos de estos en collages sorprendentes.

Un hombre con tantos recursos acumula también un gran depósito de influencias que él mismo se encarga de subrayar. Una de las más decisivas en su obra es el expresionismo abstracto de Pollock. Confieso que una de sus ideas que más me gustan es la que llama "Blancanieves y el Pollock feroz".

El sentido, el sentimiento que Gordillo plasma es el precipitado de una vida riquísima presidida por la obsesión de la expresión artística como aquella trasmisión de contenidos que fuerzan su presencia a través de la repetición, de lo fragmentario, de los mecanismos de reproducción mecánica de las obras de arte que tanto interesara a Walter Benjamin y que en Gordillo adquiere el carácter de estilo artístico a través de múltiples manifestaciones, desde los fotogramas del celuloide a las impresiones fotocopias o los trabajos mediante ordenador. El arte de Gordillo está vivo y se manifiesta en una variedad de procedimientos. Tómese como ejemplo la última imagen (La pareja americana, 1974). Si se considera con atención el mosaico no solamente se descubren las muchas veces sutiles relaciones entre las imágenes en los cuadrados y muchas otras cosas. Es como si la obra nos obligara a mirarla leyéndola, yendo de un cuadrado a otro, a través de asociaciones de sentido que emanan de ella misma, que también hay elementos de "op art" en la obra de Gordillo. Igualmente también hay muchos elementos figurativos; la segunda imagen, ("Asténica entrando", de 1971) es buena prueba de ello. Como también lo es, en esta imagen y en general en toda su obra, la presencia casi permanente del psicoanálisis. El mismo autor dice que ha estado psicoanalizándose cuarenta años. Hay mucho efecto psicoanalítico en la obra de Gordillo. No pretende representar la realidad, sino interpretarla. Claro que eso es lo que hacemos todos. Pero unos, como Gordillo, mejor que otros.

Esta exposición viene a ser la del reconocimiento de un maestro que ha alcanzado la plenitud en cada una de las etapas de su desarrollo.

dilluns, 2 de juliol del 2007

Diálogo del párroco y el obispo.

Párroco: ¡Qué sofocón, monseñor! Todavía no me he repuesto de la penitencia.

Obispo: Ya lo veo. Has tardado un día en venir a darme cuenta del desfile del Orgullo Gay al que te envié precisamente para que me informaras.

P.: Y lo haré, padre; a eso vengo. Pero pongo a Dios por testigo...

O.:Hijo, que te pierdes.

P.:...de que jamás presencié tanta depravación, tanta inmoralidad, tanta deliberada ofensa a las más santas instituciones y blasfemia contra el Creador.

O.: Bueno, bueno, pero ¿qué viste?

P.: De todo; vi de todo. Había mujeres desnudas en actitudes lascivas.

O.: ¿Seguro que eran mujeres?

P.: Bueno, llevaban las...las... esas al aire.

O.: Claro, hijo; pero eso, hoy, por desgracia, ya no quiere decir nada. El Maligno te lo cambia todo sin que te enteres. Hombres en mujeres, en vasos del mal. ¿Qué más viste?.

P.: ¡Qué vasos, padre! Hacen burla de la Iglesia. Había mujeres impúdicas disfrazadas de monjas.

O.: Y eso si fueran mujeres , ya te digo.

P.: Hombres sin Dios disfrazados de curas.

O.:Y eso si fueran hombres o, lo que es peor, si es que iban disfrazados.

P.: ¿Qué queréis decir, Monseñor?

O.: Tú y yo, ¿qué sabemos? Tenemos al clero alborotado y crecido con esto de la Teología de la Liberación y muchos curas ya no sólo quieren casarse, sino hacerlo entre sí. En estos tiempos está todo mezclado y nada es lo que parece ni parece lo que es. La Filosofía, hasta la Teología están confusas. La que reina hoy es la Teología de la Confusión. Fíjate en la bandera de los "gays". Tiene todos los colores porque su mensaje es que hay "gays" en todas las ideologías, credos, religiones, profesiones, clases, sectas y clubes. Todos los colores. Esa es una pretensión desmesurada y muy peligrosa para nosotros. Muestra el violeta de la penitencia, el azul de la inocencia, el verde de la esperanza, el amarillo vaticano y el rojo de la pasión. Lo quieren todo. Un peligro.

P.: Es lo que pienso, padre, es un desfile del orgullo contra la Iglesia.

O.: Cómo cambian los tiempos.

O.: También vi la burla de un paso de procesión, con falsos encapuchados y una Santísima Virgen en andas. Esto parece Sodoma y Gomorra.

O.: La Santísima Virgen, Virgen Santísima. Virgo Mater, no tienen límite. Habrá que ver si nuestra gente en Tele Madrid, a las órdenes de la señora Aguirre, presidenta liberal, ha censurado el reportaje. Sólo Dios sabe a dónde vamos a llegar.

P.: Vi también a la ministra de Cultura, doña Carmen Calvo, vestida de arcoiris y en actitud más que familiar con el señor Pedro Zerolo.

O.: Esos son los culpables de todo, los socialistas, corrompidos por el escepticismo y el relativismo, de relajadas costumbres, productos de la permisividad de la izquierda. ¡Qué ejemplo para nuestros hijos! Nuestros hijos espirituales, claro es. Espero que Rajoy interpele al Gobierno en el debate sobre el estado de la diócesis acerca de esta desmesura que convierte a España en el vertedero moral de la Humanidad y se deje de tonterías sobre ETA que, al fin y al cabo no mata curas porque es una organización de meapilas.

P.: También estaban los señores José María Fidalgo y Cándido Méndez.

O.: ¿Mostrando sus partes? ¿También en actitud "más que familiar"?

p.: No, iban serios, como si fuera el 1º de mayo. Asimismo vi al señor Llamazares y un cartel de Izquierda Unida...

O.: Claro, los comunistas. Esos han estado siempre en contra de los valores cristianos, aunque en algunas cosas podíamos coincidir antes. Hoy no es seguro. Antes, cuando había países comunistas como Dios manda, los maricones lo tenían crudo. Me lo decía Woytila, que una de las cosas en las que coincidía con los gobernantes comunistas de su querida Polonia era en perseguir a los atravesados. Y hoy creo que en Cuba se sigue haciendo. Sana costumbre. Pero estos comunistas de aquí se han pasado a la inmoralidad.

P.: Los comunistas, Amnistía Internacional.

O.: Pues eso, comunistas.

P.: Había personajes populares, presentadores de televisión, la señora Veneno.

O.: La ¿qué?

P.: La señora Veneno, que es una famosa que tiene una vida que válgame el Señor. Y un grupo musical que se llama "Locomía".

O.: Esos son buenos. Le hicieron una canción a Gorbachov a comienzos de los 90, con un viejo aire folklórico ruso que decía: "Cuando lleguemos a Rusia/Gorby nos acogerá/Y en la Plaza Roja/Gritaremos Libertad". Si alguien quiere oírlos, que pinche. La calidad del video deja que desear, pero es arte "gay".Sigue, hijo, sigue. ¿Qué más viste?

P.: Aparta, Señor, de mí este cáliz.

O.: Curita que ahora sí que te pierdes, eso es del guión de Jesucristo.

P.: Sólo quería haceros ver que mi alma sufre al verse obligada a recordar tan satánicas visiones. Vi... diablos.

O.: Y diablas, supongo, que serían más atractivas.

P.: Las tentaciones de San Antonio, Monseñor...

O.: Déjate de guasas, hijo. ¿Cuánta gente había?

P.: Un millón, padre.

O.: ¡Jesús!

P.: De todo el mundo.

O.: La puta de Babilonia, la conjura judeomasónica, plutocrática, comunista, antiespañola empeñada en destruir a este firme baluarte de la fe y la familia cristianas. ¿Cómo vamos a permitir a estos descreídos, enemigos de Dios, que establezcan esa asignatura propia de chequistas/franquistas de Educación para la Ciudadanía?

P.: Y no vamos a permitirlo, Monseñor. Hay que tocar a rebato, reunir nuestras fuerzas, tomar la calle.

O.: Esa, hijo, es suya. Míralos cómo van, pidiendo guerra. Frente a eso. ¿qué pueden hacer los nuestros? Abusar de la infancia, del confesionario. Nada en comparación con estos. Hay que destruirlos, encerrarlos, evitar que salgan a la calle. No salir nosotros porque, ¿qué vamos a sacar nosotros? Una colección de beatas, excombatientes, pijos, matones de la extrema derecha y demás lumpenproletariat? Es mejor impedir que ellos salgan. Porque estos sí que son los enemigos de la Iglesia: los que pierden el horror a la desnudez propia y ajena, no se consideran afectos por el pecado de nuestros primeros padres. Es una herejía adanista que prescinde de nosotros por entero. Es cuestión de supervivencia. Si el sexo es libre y no pecado, la Iglesia desaparece. Espero qye hayas comprendido ya la importancia de la misión que te encomendé. Ahora ve con Dios y limpia tus pensamientos.

El partido "Ciudadanos".

El congreso de Ciutadans de este finde ha sido movidito porque en él iba a definirse ideológicamente el partido, asunto de fuste suficiente para amenazar escisión. En el hecho de tomar decisiones en congresos, se nota que Ciutadans es un partido; en el de que los congresos acaben en amenazas de escisión se nota que tiende a la izquierda. Así que los liberales de Luis Bouza-Brey tendrán que encontrar alguna forma de acomodo fuera o dentro. Objetan fuertemente a la definición que se ha impuesto de "centro izquierda". Quien iba a decirlo ¿verdad? Seguro que muchos de los que objetan a la fórmula "centro izquierda" han defendido en algún momento la original teoría de que ya no hay derechas ni izquierdas. Todo es centro, magma, nada.

En todo caso, no entiendo que quepa objetar mucho al "centro izquierda" cuando uno se define a su vez como "liberal progresista". También deben darse aquí cuestiones personales, problemas de roces, de envidias, de proyectos y carreras de cada cual. A saber quién traga y quién no traga a quién. Se trata, no se olvide, de un lugar plagado de intelectuales; rascas en una ponencia y sale un catedrático o un ilustre escritor. Y ya se sabe lo picajosos que son los intelectuales.

Los de Ciutadans están calibrando la posible fusión con el ¡Basta Ya! del señor Savater y éste ya ha dicho que él no quiere ser cargo alguno, sino solamente mantenerse cerca, como asesor o inspirador o musa. Eso es bastante ingenuo. En los partidos o se está dentro o no se está.

Si consiguen poner entre todos a tiempo un partido en pie, será interesante ver qué resultado obtiene en las próximas elecciones generales.