dijous, 26 d’abril del 2012

Del autoritarismo al fascismo solo hay un paso.

Gobernar es tomar medidas en pro del bien común o de lo que de buena fe se considere el bien común según la ideología de cada cual; y, en la medida de lo posible, anticiparse a los acontecimientos, prevenir desgracias, evitar la aparición de la violencia, siempre una calamidad social. En las últimas elecciones del 20-N los españoles han dado mayoría absoluta, es decir un claro mandato para gobernar al partido de la derecha, el PP que, por ideología, práctica, experiencia y carácter autoritario quizá no sea el más adecuado para estos tensos, turbulentos tiempos.
La crisis económica está haciendo estragos en los tejidos sociales de casi todos los países, muy especialmente en aquellos obligados a aplicar durísimas medidas de ajustes que aumentan el paro, las desigualdades, las dificultades económicas de los más; que pintan un futuro tenebroso para las generaciones nuevas. Todo ello genera un ambiente social tenso en el que pueden producirse disturbios en cualquier momento y de hecho así sucede, provocando frecuentemente desgracias personales más o menos graves, aparte de las pérdidas materiales por la conflictividad. Parece razonable exigir del gobierno, brazo del Estado en quien se da el monopolio de la violencia, una actitud muy reflexiva, calma, prudente, de forma que se garantice el orden público sin provocar su alteración a causa, precisamente, de las medidas adoptadas para conservarlo.
Es aquí donde esa tendencia autoritaria de la derecha puede resultar menos recomendable y obligar a una reconsideración de sus prácticas antes de meterse en una diabólica espiral de acción-reacción-más acción, etc que puede llevar a una situación muy desagradable, estilo griego o peor. Lo que empieza siendo autoritarismo acaba siendo fascismo casi sin reparar en ello, de modo gradual e inadvertido. Pues el fascismo no depende solamente, ni siquiera principalmente, de la parafernalia seudomilitar de los movimientos de los años treinta. Siempre que el Estado se valga del monopolio de la violencia, de la fuerza, para conculcar sistemáticamente los derechos fundamentales de los ciudadanos habrá fascismo. En principio todavía no es la situación en España pero lleva camino de serlo si no se pone remedio a tiempo. No es posible que toda la derecha del PP sea extrema derecha, dispuesta a mantener el orden por la violencia y sin respeto a los derechos de los ciudadanos. O quizá sí cuando se ve cómo, no en el orden policial sino incluso en el legislativo, los gobernantes ya anuncian su intención de dividirnos en ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, por ejemplo en cuanto a los derechos humanos básicos de la salud o la educación.
Los signos de esta deriva autoritaria se han multiplicado en los últimos tiempos. Algunos de los más graves son conocidos: los mossos catalanes sacan imágenes en la red de sospechosos de comportamientos violentos y llaman a la colaboración ciudadana, pidiendo denuncia, situaciones que desprecian el derecho a la intimidad y a la propia imagen. Al propio tiempo, la policía nacional anuncia la creación de una especie de brigada para patrullar internet en su lucha general contra el crimen pero sin mandato judicial específico. Dada la naturaleza del ciberespacio es muy difícil evitar, incluso detectar, la fiscalización policial incluso en los ámbitos más protegidos de los usuarios de redes sociales, por ejemplo. Aqui quedan tocados, además de los anteriores los derechos fundamentales de la inviolabilidad de la correspondencia, o del domicilio y el secreto de las comunicaciones y, desde luego, el derecho a la seguridad jurídica (rota por quienes debieran garantizarla) y la libertad de expresión.
En un plano más concreto, la policía está practicando detenciones en sus domicilios de sindicalistas acusados de haber estado en piquetes. Es de suponer que las detenciones tengan cobertura judicial pero no está nada claro que la participación en piquetes, que son legales, sea un delito. Igualmente en esta línea, el hecho de que, sin previo aviso la Guardia Civil estorbara y obstaculizara el 23 de abril, día de Castilla y León, el homenaje de la izquierda a los comuneros en Villalar que, por lo demás, se llama Villalar de los comuneros. En estos dos últimos casos, las detenciones de sindicalistas en sus domicilios, así un poco al estilo de la famosa Brigada Político-Social del franquismo, y el bloqueo de la Guardia Civil en Villalar, los actos huelen a provocación, esto es, a un deliberado intento de suscitar una acción de protesta que, a su vez, justifique una reacción represiva y otra acción y por ahí derechos al Estado de excepción.
En este territorio de los comportamientos desafiantes y, en definitiva, provocadores, pueden encuadrarse las declaraciones de Esperanza Aguirre ante el sabotaje del Metro de Madrid, amenazando con mayor represión, al decir que los saboteadores no se irán de rositas; al menos no de las mismas rositas de que se fue ella en el Tamayazo, la Gürtel y la gestapillo. También amenazadoras suenan las declaraciones de la delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, avisando de que no permitirá el propósito de acampada en la Puerta del Sol del 15-M, intención abundantemente corroborada por el ministro del Interior quien recuerda que acampar es ilegal. Nadie parece haberlos informado de que los del 15-M no hablan de acampar, sino de hacer una asamblea permanente. Las autoridades pueden decir que son lo mismo y apalear a los participantes por igual. Pero no es lo mismo, ni de lejos, apalear gente acampada que gente en una asamblea, una reunión pacífica.
Por último, posiblemente se trate de una casualidad, no tenga mayor importancia y no sea sino prueba de lo sensibilizados que estamos los españoles ante la presencia de militares en la vía pública. Pero la foto que ilustra esta entrada se tomó ayer en Barcelona sobre las cinco de la tarde y en ella se ve una unidad de soldados armados pasando por una calle de la capital catalana, no en desfile sino en cumplimiento de alguna misión. De paso, al parecer, iban cantando canciones españolas e insultando a quienes hablaban en catalán. Posiblemente sea eso, una casualidad. Pero no se olvide lo dicho: el autoritarismo se convierte en fascismo casi sin darse cuenta.
(La imagen es una foto de AdrianGlez's88, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 25 d’abril del 2012

¡Ay, ay, Andalucía!




Obsérvese con atención y distanciamiento esta portada de El País de hoy. ¡Cómo trabajan las oscuras afinidades electivas! Veamos: hay un ramillete de noticias de gran calado. ¿Falta alguna? La principal es la bronca con las Comunidades Autónomas; la gráfica (que es la que primero impacta) para una imagen de Hollande con gesto de allez les gars!, conveniente en un político. Menor cuerpo tienen otras dos con una fuerte carga crítica de los recortes de la sanidad pública (el expolio de los jubilados y la inasistencia a posibles enfermos infecciosos). Segunda gráfica menor, la sentida catástrofe del Barça. ¿Falta algo? Bueno, no hay nada sobre Andalucía. ¡Calla, sí! Un recuadrín a la izquierda con la peripecia procesal de un exconsejero socialista por supuesta prevaricación y malversación.

Sin embargo, ayer se produjo una noticia en Andalucía que, para muchos, es de extraordinaria importancia, esto es, la celebración de un referéndum entre las bases de IU y el resultado de este que ha sido respaldar por abrumadora mayoría (de un 82%) el gobierno de coalición PSOE-A e IU-LV CA, o sea, de socialistas y comunistas, para entendernos. Ya sé que en IU hay más izquierdistas que los meros comunistas, pero estos son la columna vertebral de la coalición, un gobierno social-comunista, como decía Aznar en su tiempo con gesto de asco y desdén. Y un gobierno de izquierda (con lo mal avenida que está la izquierda entre sí) en el bastión andaluz frente al conjunto de España conservadora parece noticia relevante.

Y relevante por sí misma, sin necesidad de rendirse a las arrebatadas líricas de sus partidarios sobre el carácter archidemocrático de una organización referendaria. Lírica engañosa por lo demás, que ya se empleó para justificar lo contrario en Extremadura. Engañosa porque, si de verdad se quiere consultar a quienes toman las decisiones últimas, estos no son los militantes (de base o de sal) sino los electores porque son los electores quienes han decidido que la representación de IU sea la que es. Pero, en fin, esto es asunto sin más calado que la llamada exuberancia del corazón. Por lo demás, un indice de aprobación del 82% cuando el Comité Central del Partido Comunista de Andalucía ha hecho pública su decisión en pro del gobierno de coalición, es práctica habitual en las organizaciones comunistas y lo único que demuestra es quién manda en IU.

La coalición de gobierno de izquierda en Andalucía puede ser el laboratorio en el que se ensaye similar fórmula para el resto de España en las generales, cuando toque. La animadversión que la dos izquierdas mayoritarias se profesan mutuamente (sobre todo del lado de IU/Comunistas hacia el PSOE) no puede llevarlas a cortejar el fracaso. Me explico: es legítimo que IU oriente su discurso electoral a desacreditar al PSOE y, a ser posible, a conseguir su desaparición como opción mayoritaria de la izquierda. Es obviamente difícil de conseguir, dado que, en su momento más bajo, el 20-N, el PSOE tuvo casi siete millones de votos, más de cuatro veces los de IU en uno de sus mejores momentos. También es legitimo que el PSOE trate de igual o similar modo a IU, aunque no suele hacerlo, quizá para causar más daño, dirán algunos irredentos, a través de simulada ignorancia. Todo eso es legítimo. Pero, al minuto siguiente de saberse los resultados definitivos, sean cuales sean, las dos izquierdas deben buscarse mutuamente y forjar acuerdos en todo lo que compartan. La derecha española tiene sabiamente en su seno a la extrema derecha. Resulta difícil de entender que la izquierda no lo consiga. Suelen aducirse dos razones. Una es que mientras la derecha atiende a intereses antes que a principios, la izquierda empieza por los principios y estos, ya se sabe, son innegociables. El argumento no es válido porque los principios son los mismos y la variación o debate está en los medios para hacerlos triunfar.

La otra razón es que, contrariamente a lo que la izquierda predica sobre la derecha, las actitudes personalistas, individualistas, de vanagloria particular son más comunes en aquella que en esta. Por su propia constitución intelectual, la derecha es jerárquica, autoritaria, tradicional; cada cual sabe en dónde debe estar y apenas hay conflictos entre personas. La izquierda, en cambio, tiene un origen rebelde, contestatario, refractario a las normas, enemigo de la disciplina y crítico de toda jerarquía. La izquierda es individualista en donde la derecha es, curiosamente, colectivista. La derecha rinde culto a un concepto abstracto del individuo, como unidad de cálculo, mientras que la izquierda lo hace al concepto concreto, al héroe particular, único, irrepetible y, así, el mapa de la izquierda es siempre el de los reinos combatientes entre puñados de partidarios de personalidades señeras y clarividentes que niegan el pan y la sal a todas las demás. Este destino de casi compulsivo fraccionamiento ha sido también el habitual en los partidos comunistas del mundo entero, constituidos sin embargo originariamente según criterios leninistas que primaban la disciplina, la jerarquía, la autoridad y la sumisión del individuo en todos sus aspectos a la superioridad de un colectivo imagiario llamado el Partido, como el que dice el Jefe, el Rey o Dios.

Si la izquierda española abandona el señuelo de los intransigentes principios y apea su enfermizo personalismo que es un verdadero narcisismo, en efecto, el gobierno social-comunista de Andalucía puede ser un modelo para todo el país. ¿Por qué no? Esta es una alianza que aún no se ha experimentado siendo así que se han producido todas las demás, excepto la gran coalición que hace unos días proponía Bono, mostrando un conocimiento de los andaluces y de los socialistas andaluces similar al que pueda tener de los maoríes. Es decir, es una noticia de importancia. Tanta como para no salir en la portada de El País.

(Aviso: Blogspot ha cambiado el lay-out y ha tocado el html. Creo que me he adaptado pero me temo que no domino bien el interlineado ni la justificación. Todo se andará.)

Primeras jornadas de ciberpolítica en España.

Ayer subí este mismo anuncio a Facebook con las explicaciones pertinentes. Completo hoy trayéndolo al blog, con disculpas a mis amig@s facebooker@s, porque hay much@s lectores de Palinuro que no están en FB. Una lectura del cartel (por cierto, una foto estupenda de Vectorportal con una nube de palabras que recuerda el edificio Capitol en la Gran Vía madrileña y el Flatiron en Broadway) da cumplida información sobre le fecha, el lugar de celebración y las entidades que lo organizan y colaboran (UNED, Fundación Ortega/Marañón y Colegio Nacional de Politólogos y Sociólogos). Para mayor especificidad en cuanto a los horarios, el contenido de las sesiones, las ponencias y los nombres de los ponentes, debe consultarse el programa que he aquí:



La asistencia es libre y no hay necesidad de inscribirse, salvo si se quiere obtener un diploma de asistencia, en cuyo caso se elaborará una lista nominal el primer día para certificar la asistencia. Igualmente si se quiere presentar alguna breve comunicación en el marco de una de las cuatro mesas y es previamente aceptada por esta. Ya sé que andamos mal de tiempo y esto vale sobre todo para quien ya tenga la comunicación hecha. En el proyecto, por cierto, va incluido el hacer un vídeo con las exposiciones que se colgará luego en la página web de la UNED, a libre disposición.

No me parece necesario reseñar la importancia que tiene el tratamiento académico, riguroso, del fenómeno político-social más importante en mucho tiempo: la aparición del ciberespacio que está alterando decisivamente el modo de hacer política de nuestras sociedades.

(La imagen es una foto de Vectorportal, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 24 d’abril del 2012

La extrema derecha avanza y trae otros aires.

Cabe decir que la verdadera triunfadora de la primera vuelta en las presidenciales francesas es Marine Le Pen. Con su 17,90% del voto ha superado todas las marcas anteriores de su partido, incluso el 16,86% de su padre en 2002, que le permitió pasar a segunda vuelta contra Jacques Chirac. Incluso supera el 17,79 de su progenitor en aquella segunda vuelta. Y desde luego, deja muy atrás el pobre 10,44% de Jean Marie Le Pen en 2007, cuando Ségolène Royal le sacó 15 puntos de ventaja y hasta un triste François Bayrou le ganó por ocho. Los demás partidos han estado en el muy fluctuante margen de las elecciones en primera vuelta, cuando el voto se fragmenta mucho. Los dos mayoritarios, UMP y PS, dentro de lo razonable, si bien Sarkozy se ha venido tan abajo que es el primer presidente en el cargo que pierde una primera vuelta, lo que debe de escocerle. El Frente de la Izquierda, encabezado por Jean-Luc Mélenchon, que despertaba aquí grandes entusiasmos en IU por verlo parecido a ella, ha conseguido un 11,10% del voto. Por cierto, muy por encima de las múltiples izquierdas anteriores, que se movían en el rango entre cero y cinco por ciento; es, además, una cantidad con dos dígitos, el objetivo de Mélenchon, pero lo es en la parte inferior. En el fondo, un resultado decepcionante para el Partido Comunista, que es el alma del Frente de la Izquierda como aquí lo es de IU. Ese 11,10% parece un techo.

El Frente Nacional de los Le Pen ha cambiado de imagen, cuestión nada desdeñable en una sociedad definida como sociedad del espectáculo. La representación de la extrema derecha a través de señores adustos, algo agrios, como Le Pen, con bigotito, como el innombrable o con gestos de energúmeno, como Benito Mussolini, ya no pega. Hay en marcha una adaptación de esta ideología a los nuevos tiempos. Los líderes de la extrema derecha pueden ser hombres agraciados, con simpatía personal y costumbres digamos libres, como Jorg Haider en Austria o incluso abiertamente homosexuales, como Pym Fortuyn en Holanda. ¿Por qué no una mujer? La identificación de la extrema derecha con el patriarcalismo, la homofobia y la misoginia puede estar en cuestión. Igual que otros filones o tabúes, por ejemplo, el antisemitismo. Fortuyn acusaba a Le Pen de antisemita y él presumía de simpatías hacia Israel. Pero en lo que ambos estaban de acuerdo era en que había que mantener el islamismo a raya.

Así que una mujer. Relativamente joven y atractiva. Se la puede identificar simbólicamente con La France, ya que no directamente con La Pucelle, al menos mucho más que al cuarteto de anodinos varones del terno gris, líderes de los partidos mayoritarios . Ya se había intentado hace unos años en Italia con Alessandra Mussolini, quien tiene la ventaja de ser nieta de un auténtico. Pero su carácter explosivo y las peculiares circunstancias políticas italianas la han dejado reducida a un oscuro puesto de eurodiputada por una asociación de fuerzas de extrema derecha. Nada comparable a Marine Le Pen que tiene un dominio magistral de su imagen pública. Quien la haya visto en un evento multitudinario de su partido con un bebé en los brazos sabrá de lo que se habla aquí.

Preocupa en todas partes este renacimiento de la extrema derecha xenófoba, nacionalista, racista y radicalmente neoliberal. Y preocupa que esté en ascenso. Los distintos partidos de la corriente tienen representación parlamentaria no desdeñable en muchos países de Europa y en alguno, por ejemplo, Holanda, han sido partidos de gobierno. Y apoyan y fuerzan políticas excluyentes, autoritarias, intolerantes, contrarias a la tradición de Europa como cuna de los derechos humanos.

Las dos razones que suelen aducirse para explicar esta resurrección del Satán político, entrelazadas, son muy convincentes. De un lado, hay una crisis económica de ciclo largo que produce, según los lugares, paro, inseguridad, recesión y alimenta posiciones políticas extremas, como ya lo hizo en los años treinta. De otro lado, concomitantemente, se da un problema de inmigración masiva que la crisis se encarga de hacer más visible aun. Las dos parecen ciertas en efecto y vienen avaladas por experiencias anteriores. Pero no son suficientes. El renacimiento procede de otro origen, que es el nuevo enemigo exterior. En efecto, el nacionalismo, la xenofobia necesitan siempre una amenaza concreta frente a la que todos los verdaderos nacionales se unen (en Finlandia, el partido de extrema derecha en el parlamento se llama los verdaderos finlandeses). Ese enemigo exterior no pueden ser los vecinos, ni siquiera los judíos pues el racismo no tiene ya seguidores; esa forma de racismo. El enemigo exterior ahora somos nosotros mismos, es Europa, Bruselas, la burocracia comunitaria, el euro, en definitiva una Gleichschaltung hitleriana so capa de la democracia. La extrema derecha es rabiosamente antieuropeísta y tiene amplia audiencia, sobre todo en los países al norte del Rin. Y cuando estos se ponen en marcha en defensa de la autenticidad no ya de la raza sino de la cultura amenaza turbulencia en el horizonte.

(La imagen es una foto de Minamonoch, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 23 d’abril del 2012

Un día en la vida de Rajoy.

"La actividad política es trepidante, agotadora, imprevisible y hay que prestarle la máxima atención. No caben descuidos. Vienes de inaugurar algo; te has despachado bien, todo a pedir de boca y, cuando vas de retirada, te enteras de que te han cazado por micrófono abierto diciendo una barbaridad, de esas que obligan a invocar rápidamente el consabido contexto. Hay que hablar siempre como si hubiera micrófonos abiertos, lo cual acaba siendo ridículo, sobre todo al hablar con los hijos o con la santa. Hay que estar a todas. En cada instante te llegan informaciones, ideas, propuestas, críticas que requieren tu atención y yo hay veces que ya no sé ni lo que digo. Si acaso me entero después por la prensa. Cuando puedo leerla o no viene algún asesor a decir que la prensa del día ya está anticuada porque las versiones digitales traen actualizaciones. ¡Qué tiempo! Ni desayunar te dejan. Vengo de visitar un par de países latinoamericanos, de los que apenas sé nada, pero teníamos como tema común de charla el atropello de Cristina Fernández con Repsol. Tanto el mexicano como el colombiano se han pronunciado en contra y asegurado que en sus países no hay nacionalizaciones. Ese es el problema: ellos, no; te animas, inviertes y luego llega otro y te nacionaliza. ¡Es que ya no se respeta aquí ni el Consenso de Washington! Me hicieron Doctor Honoris Causa por una universidad bogotana que, al parecer, tiene lazos con la FAES, lo que es una garantía de calidad intelectual. En el Consejo de Ministros disparamos a matar al Estado del bienestar. Les quitamos los 10.000 millones a Educacion y Sanidad. Precisamente los que dije que no tocaría. La vida política es así. Lo saben todos. Lo habitual es decir una cosa y hacer la contraria. También los sociatas iban a crear 800.000 empleos y terminaron con cuatro millones de parados. Lo del paro me dio mucho juego pero ahora lo padezco yo y no tiene gracia. Hasta el Rey dijo que el paro juvenil le robaba el sueño y se fue a buscarlo a Botsuana. Las cosas no son nada sencillas y es injusto lo mal valorados que estamos. Ni uno solo de mis ministros aprueba. Que Báñez no llegue al 3,6 no me extraña; no llega en la vida normal, pero que Wert esté en 3,7 es sorprendente, sobre todo por el alto concepto que tiene de sí mismo. La intención de voto sigue descendiendo. Y es que nos embarcamos en peleas por razones infantiles y damos la impresión de estar improvisando, cosa que la gente no perdona. Y es verdad. No hacemos si no improvisar. ¿Quién iba a suponer que esto es tan rematadamente difícil? Hace mucho que no hago plan alguno; es perder el tiempo porque llega luego la realidad y lo desbarata. Encima lo del trabajo en equipo es una quimera. Aquí va cada cual por donde quiere. No sé qué urgencia entró a Gallardón para hablar del aborto. Debió de ser Rouco, que lo maneja como si fuera un guiñol. Me puso al género femenino enfrente, menos las beatas, claro. Mientras pienso cómo domeñar el celo gallardónico me entero de que hay unos españoles declarando sobre el franquismo ante una jueza argentina. Estos no van a parar hasta desenterrar a todos los muertos. No sé si no valdría la pena favorecer su empeño para terminar con él de una vez. Claro que luego me llaman Maricomplejines y ahora vendrá el ministro del Interior a decirme que va a detener a los declarantes a su regreso a España. A saber qué delitos querrá imputarles. Este hombre me resulta algo prusiano. Tiene la idea de que toda persona es culpable en tanto no consiga demostrar lo contrario y los transeúntes, potenciales presos preventivos. Y encima estoy obligado a vigilar el conflicto latente entre Cospedal y Soraya Sáez de Santamaría que menudas son las dos. Tener cerca mujeres valiosas es muy conveniente. Pero el problema se plantea cuando surgen los celos que son típicamente femeninos o eso he pensado yo siempre en mi lejana Pontevedra, mientras me preparaba para ser registrador de la propiedad y padre de la Patria. El caso es que, si pudieran se sacarían los ojos mutuamente. El indulto a los dos últimos condenados del caso Yak42 nos ha costado una oleada de indignación. Menos mal que los socialistas habían indultado unos meses antes a un banquero. Aun así, un escandalazo. Pero yo lo tengo claro: prefiero un escándalo a tener a Trillo todos los días al teléfono pidiendo el indulto para sus dos exsubordinados y recordando los servicios prestados en cuanto a obstaculizar y enredar los procesos judiciales en materia de corrupción, que no nos deja vivir porque parece ser la esencia misma de este partido que heredé en mala hora y, claro, no vas a regatearle satisfacciones al que te libera de tu esencia pecaminosa. Porque no me parece mal que el personal se busque un arreglito para compensar sus magros ingresos como político. Pero no es fácil. La Ley de Incompatibilidades de los socialistas revela su mentalidad calvinista estrecha. Hay que ser magnánimos, si bien es cierto que los arreglitos suelen ser latrocinios monstruosos de millones de euros. Ni Cospedal, prodigio de mendacidad que siempre me asombra por lo pétreo de su rostro, puede cambiar esa percepción que los ciudadanos tienen de nosotros, en tanto que partido nacionalcatólico, franquista, autoritario y corrupto. Pero lo más gordo ha sido la tele. Querían que respetáramos la ley de los socialistas que obliga a pactar el nombre del presidente de la Corporación Radio TVE. ¡Qué pacto ni pacto! Con mi mayoría absoluta en el Congreso impongo el presidente. Ya se verá que no será un hombre de partido. Seguiré en esto el ejemplo de Aznar y a ver si se resuelve pronto porque de esta decisión dependen muchas cosas y no estoy dispuesto a que se pierdan por un falso prurito de objetividad. Los medios tienen que adoctrinar en interés de la mayoría de la población, que somos nosotros. Si la tele estuviera en manos de fiar, no habría hecho la sesgada presentación que se hizo de las las presidenciales francesas en favor de la izquierda, que casi sirvió para que ganara Hollande. Por fortuna había ganado el Real Madrid. A veces la vida tiene momentos buenos. Pero duran poco. Rápidamente se te echan encima otros asuntos igualmente urgentes y decisivos. El Rey me trae de cabeza. ¿No podía el abuelo este haberse quedado en su casa que tiene que andar haciéndose el gallito por el África? Ahora está en un lío fenomenal, sobre todo porque se ha descubierto el quid de la cuestión que, como siempre con los Borbones, es un asunto de faldas. Ya me lo decía mi abuela en su casa de Porriño: los Borbones se van por los calzones. Encima no puedo prestarle atención cuando me anuncian una huelga para el próximo 29. Menos mal que cae en puente. Parece como si los sindicatos colaboraran conmigo. A todo esto, a ver qué pasa con la prima de riesgo y las finanzas del país. Guindos inspira confianza, me parece; al menos, más que yo, aunque no acabo de entenderlo. Habrá otros que sí lo hagan. Yo solo entiendo ya de prima de riesgo, pago de la deuda, recorte del déficit. Es decir, los deberes que me han puesto en Alemania para cumplir con las exigencias de los mercados, mi máxima prioridad que es también la guía de mi vida: si no tienes fuerza para ir por tu cuenta, búscate una buena sombra. Apenas puede uno respirar y viene alguien del sur a decir que el Comité Central del Partido Comunista de Andalucía se pronuncia por un gobierno de coalición de PSOE e IU. Al fin y al cabo en Andalucía queda algo de cordura porque en Asturias están locos. No sé qué manía ha entrado a Paco Cascos. Supongo que es envidia. En cuanto a Andalucía, habrá que echarles a Montoro y, desde luego, será cosa de sacar del baúl el estigma aznarino de la coalición social-comunista. A Aznar querría yo ver aquí, administrando lo que en el fondo es su herencia más que la de los socialistas. Me largo a vigilar los diferenciales porque, como esto siga así, nos intervienen".

(La imagen es una foto de La Moncloa, en el dominio público).

diumenge, 22 d’abril del 2012

Tiens! La gauche!

¡Quién lo iba a decir! Después de cinco años de vapuleo ideológico sistemático, de saqueo insaciable de los bienes públicos, de estafa sin precedentes a los pueblos de Europa, de amenazas sin cuento; después de cinco años de machacona propaganda neoliberal a través de sus think tanks en los que unos engolados necios vaticinan desastres sin cuento si la gente no se aviene a que la exploten y la opriman; después de un quinquenio escuchando el contrapunto inquisitorial de ese pájaro de mal agüero instalado en el Vaticano que pretende reevangelizarnos a cristazos; después de cinco años aguantando que los políticos más retrógrados del continente (Berlusconi, Merkel, Sarkozy, Cameron, etc) con sus fórmulas sacadas del almanaque zaragozano, vayan de desastre en desastre, hete aquí que en Francia vuelve la izquierda. Y vuelve con fuerza. Hollande va ganando en intención de voto en la primera vuelta de hoy y seguramente ganará en la segunda, si no cae en alguna de las trampas y provocaciones televisivas en las que Sarkozy es maestro.

Hollande representa una esperanza au delà de la France, para otros países que, como España, están sufriendo los rigores teutones a los que se someten con las orejas gachas los gobernantes españoles, carentes de toda entereza nacional. Es una izquierda socialdemócrata -la única que tiene un palmarés de resultados en Europa- alejada del poder hace ya 17 años, que parece haber aprendido la necesidad de reformular el socialismo democrático radical y de no caer más en las añagazas edulcoradas de las terceras vías, nuevos centros y otras logomaquias similares; la necesidad de enfrentarse al capitalismo en los términos que este entiende: tocándole los beneficios. Hay voluntad de ganar y ojalá lo haga Hollande en donde su exmujer fracasó hace cinco años. ¡Qué gran ocasión perdida!

Supuestamente a la izquierda del PS y de Hollande llega a primera vuelta un Frente de izquierda, presidido por Mélenchon, un antiguo socialista, exministro de Jospin. Se presenta como una ruptura, una innovación, la nueva esperanza de la izquierda frente a un Partido Socialista entregado al neoliberalismo, como el eco francés de la Izquierda Unida en España. Pero no es otra cosa que la vieja táctica de los comunistas de ocultarse tras una organización de masas, frentista, etc, para no comparecer con su nombre a unas elecciones que, como acostumbran, perderían. Así que, de nuevo, el Front de la Gauche no tiene nada y François Mélenchon es el habitual compañero de viaje de los comunistas, es decir, el sempiterno "tonto útil", esa figura en la que suele escudarse el Partido Comunista, pero que ella misma no es comunista ya que, evidentemente, nadie es perfecto. Pero hace lo que le dicen, que es lo importante. ¿Su utilidad? Morder un 10 o 15% del voto a la izquierda, a ver si esta fracasa y, si no, si precisa de ese porcentaje para gobernar, se le pondrá caro. Esta posibilidad no existe en las presidenciales, pero la costumbre deja huella. Claro que si, producto de las amargas experiencias del tiempo, Mélenchon consiguiera entre el 15 y el 20% del voto en la 1ª vuelta podría darse la pintoresca circunstancia que se apunta al final de esta entrada.

A la derecha de Hollande, los conservadores llegan a las elecciones desarbolados. La crisis ha dejado al descubierto que sus discursos, sus fórmulas, sus propuestas, son una mezcolanza de lugares comunes, falsedades y puras fantasías que sólo encubren su deseo de retrotraer la marcha de la sociedad a los tiempos de las leyes de pobres. La derecha francesa ha quemado todo el tren y llega a la primera vuelta con el furgón del carbón vacío. Sarkozy lo ha intentado ya todo para seducir a los franceses: les ha hablado mal de España, que siempre vende en Francia, de la grandeza de la nación, de su firme voluntad de acabar con todos los peligros: los inmigrantes, los islamistas, los terroristas y los voleurs de montres (o ladrones de relojes) y los comunitarios que llegan a Francia a vivir del cuento. Incluso ha dejado sin discurso a la hija de Le Pen, cosa por otro lado poco difícil porque no lo tiene.

Hollande es hombre prudente y sensato. No ha pronunciado la palabra revolución. Pero, si gana, eso es lo que tiene por delante: una revolución en la Unión Europea que replantee los fundamentos del capitalismo ya que, con toda evidencia, las cosas no pueden seguir así.

Y un vaticinio tout à fait drôle: ¿y si a segunda vuelta pasan Hollande y Mélenchon? Mais voyons, ça serait la folie, non? A ver por quién votan los gaullistas, los lepenistas, la derecha liberal y la France de jadis en la segunda vuelta. No lo tengo claro porque las gentes somos un saco de sorpresas. Todo el mundo recuerda qué bien se llevaban los gaullistas y los comunistas durante la guerra fría y qué mal los socialistas y los comunistas de siempre. Por otro lado, el lepenismo es un vivero de votos nacionalbolcheviques. Alucinante, ¿verdad? Pero es de esperar que salga Hollande, por el bien de todos.

(La imagen es una foto de xavier buaillon, bajo licencia de Creative Commons).

Futuro... ¿perfecto o imperfecto?

Este diario, La Razón, al que muchos quitan la tilde para emparejarlo con el apellido de su fundador que pasó de ser Ansón a ser Anson, La Razon, pues, es un producto peculiar. Empezando por su propio nombre que, aunque no lo parezca, es una declaración de guerra.

En efecto, habitualmente manejamos dos significados de "Razón", uno abstracto y otro concreto. En el abstracto por razón entendemos una facultad humana capaz de reconocer las leyes del universo e, incluso, de crearlas; es el significado cartesiano, sublimado que, al no poder dar cuenta de Dios, acaba por suplantarlo, en alguna ocasión de forma práctica, como cuando los revolucionarios franceses entronizaron la diosa razón. No parece que sea este el significado de "razón" al que aluda el título de un periódico tan profundamente religioso que publica semanalmente un trozo de L'Osservatore romano, el periódico del Papa.

El significado del título es el concreto: no se trata de una facultad sino de un pronunciamiento. Se trata de la razón como aquello que se lleva en un debate, cuando se dice que fulano lleva razón, queriendo decir que su argumento es mejor que el del otro. Así que La Razón no es el periódico de los ilustrados, descreídos y racionalistas sino el del nacionalcatolicismo más acrisolado, el que lleva la razón. Y cuando uno está convencido de llevar la razón uno se pone, por lo menos guerrero y así el título es una especie de declaración de guerra: guerra a los progres, los republicanos, descreídos, masones, socialistas, comunistas, librepensadores, herejes, cismáticos, darwinianos y demás morralla. Defensa del trono y el altar, la familia cristiana (clara redundancia pues, si no es cristiana, no es familia), el orden público, la tradición, la autoridad, la jerarquía social y la sumisión de las clases subalternas. La Razón es un periódico de combate.

La portada de hoy sale en defensa de la Monarquía afirmando que tiene futuro, sin caer en la cuenta de que, si algo en verdad tiene futuro, no hace falta salir en su defensa. Salvo si uno quiere que lo hagan duque. Estaría bien un Duque de la Razón, un hallazgo. Pero hay más. Esto de "vender" la Monarquía como se vende un detergente o una energía alternativa pone el producto a la altura de los mencionados y lo fuerza a competir con otros. Por ejemplo, un periódico imaginario que se llamara La Sinrazón podría titular en portada La República tiene futuro, abriendo una comparación imposible ya que la monarquía no se puede comparar con nada pues tiene un carácter casi divino al tratarse de una magistratura personal, intransferible, una unción.

Y todavía hay más en esa pintoresca portada. Es posible que la Monarquía tenga futuro. Hay mucha gente en España empeñada en ello al considerarlo lo más patriótico, ignoro porqué. Pero convendría que aclarara si el futuro es perfecto o imperfecto, ya que hay una sutil diferencia. Si es imperfecto, la Monarquía tendrá futuro; si es perfecto, lo habrá tenido. Porque el futuro de la Monarquía depende del presente, como es obvio y no al revés como pretende establecer La Razón, saliendo al quite del difícil predicamento de la Corona en la hora actual, pretendiendo que el presente se justifica en función del futuro. La Monarquía tiene que justificarse aquí y ahora, no en el largo plazo. Y ha de hacerlo con arreglo a las ideas y valores de hoy, no los de los Trastámara.

Un último apunte en relación con ese ente bicéfalo que los cortesanos de La Razón han llevado a portada. Recuerda aquellas imágenes medievales del misterio de la Santísima Trinidad que se representaban como un Cristo con tres cabezas, una especie de repugnante versión de cristiana del mito griego de las Graiai, con un solo diente y un solo ojo. No recuerdo qué Papa mandó destruir todas estas representaciones y prohibió que se hicieran otras, razón por la cual no quedan Cristos tricéfalos en Europa; pero sí en América Latina, a dónde no llegó el rescripto papal o en donde no le hicieron caso alguno. Bueno, en América Latina y en La Razón en donde, más papistas que el Papa, han sacado un Rey con dos cabezas, también reminiscente del famoso "las edades del hombre", del Tiziano, aunque el cuadro del veneciano tenía tres figuras: juventud, madurez y vejez mientras que la portada del diario solo aparecen la madurez y la vejez. O la monarquía no se libra de la ley general de envejecimiento de la población o los de La Razón no dan una. O ambas cosas porque, aunque uno sea redactor de La Razón o, lo que es menos grave, lector, estará uno de acuerdo en que lo que verdaderamente tiene la Monarquía es pasado.

dissabte, 21 d’abril del 2012

El gobierno contra el Estado.

El Consejo de ministros de ayer fue un aquelarre, un consejo de guerra contra el Estado social y democrático de derecho que consagra la Constitución. El Estado social ha recibido dos tremendos golpes en su pilar de la sanidad y en el de la educación. El Estado democrático de derecho en la libertad de expresión y el derecho a la información por medio del decreto-ley que modifica la vigente Ley de Radio Televisión de 2006 en cuanto a la forma de elección del presidente del Consejo de Administración. El Estado a secas, en el principio general de justicia con ese indulto a los dos últimos condenados en el caso del Yak 42 por no otra razón sino porque es el caso específico del PP, siendo Trillo ministro de Defensa, actualmente premiado con la embajada en Londres.

En realidad todo esto pasa porque el PP actúa en la convicción de que, para llegar al poder, vale todo, incluso la mentira. Ni uno solo de los solemnes compromisos de Rajoy durante la campaña electoral del 20-N ha quedado de pie en cinco meses de acción de gobierno: no iba a subir los impuestos y los subió; no iba a tocar las pensiones y las tocó y dos veces; no iba a meter la tijera en sanidad y educación y les ha asestado dos tajos mortales. Mentira tras mentira se llega a adquirir oficio y, en efecto, Rajoy dice siempre lo que cree que le conviene sin preocuparse si tiene sentido o no, entre otras cosas porque no comparece nunca a dar cuentas y, si lo hace, no admite preguntas. Admira ver con qué tranquilidad el presidente dice una cosa, hace la contraria y no presta atención alguna a las críticas ni, por supuesto, las responde. Para eso tiene a sus ministros que comparecen y muestran que son lo que son: Ana Mato está empeñada en cargarse la sanidad pública por muy diversas vías y José Ignacio Wert en terminar con la educación pública básicamente por dos: reduciendo becas y aumentando tasas.

Se comprende que, teniendo que atentar tan gravemente contra el Estado del bienestar, el gobierno recurra al decreto-ley. Pero la base de este no es que aquel se vea en apuros sino que haya causas objetivas de urgencia y necesidad. De todas formas da igual ya que el gobierno tiene asegurada la mayoría parlamentaria de sobra para convalidar los decretos-leyes más agresivos que quepa imaginar contra el Estado social y democrático de derecho. No es de extrañar que la oposición, singularmente el PSOE, hable de "golpe de Estado". Pues sí, es una especie de golpe de Estado al modo de hoy. Ya no se sacan los tanques a la calle entre otras cosas porque no hace falta. Al fin y al cabo, la función principal de los tanques era siempre tomar los centros de comunicaciones: telefónica, radios, la televisión. Ahora eso se hace directamente, por la vía civil. Telefónica es una empresa privada a las órdenes del gobierno conservador y con el decreto-ley el gobierno se garantiza imponer unilateralmente el presidente del Consejo de Administración de la Corporación de Radio Televisión

Este episodio que, como vemos, pone fin a un modelo de Radio Televisión autónoma e independiente es el producto de la táctica de la mentira más descarnada, tan reveladora de un modo de entender la política. Correspondió a Dolores de Cospedal la tarea de atacar RTVE acusándola de parcial y sectaria contra toda evidencia. La elección es buena pues Cospedal carece de escrúpulos en cuanto a los medios que deban emplearse para conseguir el objetivo. Si hay que mentir, se miente. Con ese mismo desparpajo puede la dirigente popular criticar la supuesta falta de imparcialidad de RTVE sin mencionar siquiera los casos de TeleMadrid y Canal Nou, dos canales públicos literalmente al servicio del PP. No del poder, sino del poder del PP. Lugares en donde la imparcialidad exigida a RTVE tiene tanta realidad como el unicornio.

La mala fe en el juego democrático desprestigia las instituciones. La política pasa a ser una actividad de demagog@s, falsari@s y corrupt@s y los principales interesados en fomentar la errónea percepción popular de que todos los políticos son iguales son los políticos del PP, a su vez interesados en el deterioro del prestigio del sistema. No es, pues, menuda la tarea que ha caído encima de la oposición, sobre todo del PSOE que quiere ser leal con el sistema pues la de IU se plantea en términos radicales y, de ser posible, de sustitución de aquel tanto en su organización económica como en su superstructura política. El PSOE, en cambio, se ve como un partido dinástico, como la izquierda dinástica, si se quiere. Rubalcaba prodiga sus declaraciones imbuidas de respeto a las instituciones, oposición "constructiva", respaldo al gobierno cuando sea preciso, etc.

Pero el sistema se obstina en funcionar mal. El enésimo esperpento real de la cacería en Botsuana, tiene la Monarquía in angustiis, digan lo que digan los dos partidos dinásticos, la prensa monárquica y los hacedores de opinión. Aqui hay una foto mostrando a Corinna zu Say-Wittgenstein, publicada por el Bild Zeitung en la que se ve a la gentil dama alemana seis u ocho respetuosos metros por detrás de Juan Carlos en una recepción de Jefe de Estado, como cuando las esposas turcas van unos metros por detrás de sus maridos. Es una situación absurda. De darse una relación triangular, ese caballero Juan Carlos debe divorciarse de la reina y casarse o juntarse con la elegida de su corazón sin más alharacas. La cuestión es si la Corona aguantaría esta situación, si la propia monarquía la soportaría. Obsérvese que el mero hecho de que se plantee como problema prueba a las claras el estrafalario carácter de la institución.

No es un acierto convertir el PSOE en un partido dinástico. No le va en ello la supervivencia ya que el sistema admite e integra partidos antidinásticos, republicanos y hasta revolucionarios. No hay razón para que el PSOE se despoje de su alma republicana tradicional y se convierta en puntal de un sistema político que arrastra un problema de legitimidad de origen ya que, en definitiva, la Monarquía es la que impuso Franco cuyo régimen ha condenado el PSOE en repetidas ocasiones sin que sea fácil entender ahora que se condene un régimen pero no sus obras. Nada obliga al PSOE a ser lo que sus militantes no quieren ser, esto es, monárquico. Puede mantenerse fiel a su republicanismo. Puede ser leal con la legalidad pero no compartir el criterio de legitimidad. Parece una tontería de la que las gentes prácticas no se ocupan, pero no lo es.

divendres, 20 d’abril del 2012

Así que eran lo mismo, ¿eh?

El gobierno de Rodríguez Zapatero reformó radicalmente el estatuto y gestión de la Radiotelevisión española, dejándola saneada y en el pináculo de su prestigio en punto a objetividad, pluralidad y profesionalidad puesto que no era un apéndice del gobierno sino un medio imparcial y de calidad. La RTVE con el PSOE fue un modelo. Al PP le irrita todo lo que no sea supeditación ciega a sus designios, lo que no sea un un gabinete de agitación y propaganda del partido en manos de comisarios políticos cerradamente sectarios y, además, mentecatos, pues lo uno suele ir con lo otro. Así que, muy fastidiado con el ejemplo sentado por el PSOE desplegó una táctica en dos momentos para destruirlo. En un primer momento lanzó a Dolores de Cospedal -probablemente la política más mendaz y falsaria de toda la panoplia- a atacar RTVE asegurando contra toda evidencia, que era un modelo sesgado, no neutral y anti-PP. En el segundo, un golpe de mano: se destruye la normativa del PSOE con el cuento de que hay un bloqueo que es absolutamente falso, se cambia la norma y se consigue que el presidente de RTVE se nombre por mayoría absoluta del Congreso, es decir, por el PP. Vía libre, pues, para poner la RTVE en manos de alguno de sus sicarios en los medios, que hay muchos. Igual que Aznar en su día no tuvo inconveniente en nombrar a un diputado de su partido, López Amor o, luego, un ridículo turiferario como Urdaci, no cabe duda de que Rajoy y los suyos buscarán a alguien entre los Buruagas, Tertschs, Urdacis, Dávilas, Villas, Losantos, etc, etc y la gavilla total de propagandistas de la reacción.

Personalmente me da igual porque no veo la TV ni escucho la radio. Nada. Así que, por mí, como si el gobierno contrata a Adolf Hitler o Francisco Franco, que ganas no le faltarán. Pero todos los mendas que decían que el PP y el PSOE son lo mismo y están pegados a la pantalla y a la radio, por fin se van a enterar de que esa estupidez era falsa y mal intencionada. Les deseo que disfruten largas horas viendo y escuchando a Buruaga, Urdaci, Losantos y otros "comunicadores" de similar factura.

¿Y la sanidad? La mitad de ella está en trance de privatización y la otra mitad, la pública que quede, el PP está encareciéndola fuera del alcance del común de los mortales. Los genios que decían que PP y PSOE son lo mismo, que vayan hacerse una ecografía a un hospital de Castilla La Mancha, región en la que la sanidad ha pasado a ser de las mejores del mundo a ser de las peores. ¡Ah, pero PSOE y PP la misma mierda es!

¿Y la educación? La no universitaria se divide ya en privada/concertada, que tiene todo el apoyo y el dinero de la administración y la pública, en un estado de abandono y decrepitud. La universitaria queda ya reservada a los ricos. Con su habitual petulancia y falta de inteligencia, Wert ha reducido las becas y ha subido una enormidad las tasas. ¿Para qué quieren estudiar los pobres? Y si, para alcanzar tan católico como ruin intento hay que mentir con todo descaro, ahí está Wert dispuesto a decir que en California hay menos universidades que en España cuando hay el doble. Quienes votaron al PP o desmovilizaron el voto al PSOE con el argumento de que este es igual que aquel merecen lo que les está pasando. Lo malo es que también nos pasa a los demás, que no caímos en la trampa de las mentiras electorales de la derecha y tenemos que aguantarnos. Nos queda el consuelo de saber lo que hacíamos y que no somos estrictamente estúpidos.

No hay dinero para los servicios públicos.

A poco de recibir el doctorado honoris causa en Derecho por la Universidad privada Sergio Arboleda en Bogotá, Rajoy lanzó un triste alegato, una especie de lamento para justificar el 10% de repago de los medicamentos de los jubilados. Había dicho que no tocaría las pensiones y ya las ha bajado dos veces con triquiñuelas. Una, al subirlas un 1% pero incrementarles también el IRPF; dos, al hacerles pagar por lo que antes recibían gratis. Por ello, probablemente, decidió el presidente ponerse dramático y emplear ese tono quejumbroso de pedir unos pocos euros, un pequeño esfuerzo ya que "no hay dinero para los servicios públicos". La idea es transmitir consternación, agobio, en una situación dramática para mover al sacrificio a los pensionistas. Pero ni esto hace el PP bien porque, al mismo tiempo, uno de esos consejeros lenguaraces que proliferan en la derecha equiparaba el repago de los jubilados a cuatro cafés. Aparte de mostrar tenerla tomada con el café, esta intervención induce a preguntar qué creen los políticos que están haciendo: pedir sacrificos a los sectores más castigados o recortarles algunas gollerías de una vida de lujo y molicie.

Sin embargo, la amarga afirmación de Rajoy (no hay dinero para los servicios públicos, esos que él no iba a tocar) tiene un significado más profundo. Para entenderlo hay que refrescar la memoria: hace años que los poderes públicos, sobre todo los conservadores pero también los socialdemócratas, vienen reduciendo los ingresos del Estado a base de disminuir los impuestos directos, de conceder exenciones equivalentes a la renuncia al impuesto, como es el caso de las SICAV en España o bien de renunciar sin más a determinados gravámenes como el impuesto de transmisiones o el del patrimonio ambos suprimidos por los socialistas. Al cabo de años de descapitalizar el Estado y de incrementar los gastos bien en defensa bien en proyectos suntuarios (como en el caso de Valencia) el Estado o la Comuidad Autónoma se encuentra sin dinero para los servicios públicos.

Se trata de una política económica neoliberal deliberada y su colofón es clarísimo: si no hay dinero para pagar los servicios públicos, los servicios públicos se suprimen. Si no, se reducen al máximo y se obliga a los ciudadanos a pagar doblemente por lo que quede. Además, hay que privatizarlos porque, en el fondo, gestionados con criterios privados, esos servicios son verdaderos negocios. El beneficio que estos gestores privados de lo público se embolsan es la traducción en dinero de los servicios que los ciudadanos no reciben o los reciben de una calidad ínfima.

Mientras se piden sacrificios y más sacrificios a la gente, nadie toca los privilegios de los políticos y mucho menos la gigantesca mordida que la iglesia da todos los años al erario público. Al contrario, se solicita de los de siempre que se rasquen el bolsillo pues, entre otras cosas, ya están acostumbrados a hacerlo, ya se lo rascan para pagar las subidas en todos los bienes y servicios, la retirada de todas las subvenciones e incentivos y todo con cargo a unos ingresos menguantes.

(La imagen es una foto de La Moncloa, bajo licencia de Public Domain).