dijous, 22 de març del 2012

Señor obispo

Todos sabemos, señor obispo, que a usted y a quienes son como usted, les gusta hablar sin ser contradichos, ni siquiera contestados; les gusta monopolizar el discurso. Por eso están ustedes siempre del lado de los gobiernos autoritarios, dictatoriales y colaboran con ellos en contra de la libertad de expresión, a favor de la censura, la tiranía y el abuso. Pero no se preocupe, aunque los tiempos ya no son los buenos de Franco que ustedes añoran, los demócratas dejamos hablar a todo el mundo, incluso a los antidemócratas como usted, a los dogmáticos y auxiliares con la tiranía y el silencio, siempre como usted y quienes son como usted. Incluso sobre temas acerca de los cuales no tienen ustedes ni idea y que les son completamente ajenos, como el aborto. Lo que ya no podemos garantizar es que no hagan ustedes el ridículo.

Pero que la democracia los deje a ustedes hablar no quiere decir que se les escuche y mucho menos que no se les conteste. Por supuesto, señor obispo, como ciudadano tiene usted derecho a expresarse en público sobre lo que quiera siempre que respete los derechos de los demás (cosa que no siempre hace) y aunque, como es su caso concreto, carezca usted de toda competencia intelectual. Pero eso no quiere decir que los demás renunciemos a nuestro derecho a responderle. Usted, señor obispo, puede hablar, aunque no sepa lo que dice, pero nosotros también.

Señor obispo, al comparar los abortos con los muertos en las guerras muestra usted una inmoralidad perversa; muestra usted lo que es: un ser odioso y dañino. ¿No apoyó su iglesia la sublevación de militares delincuentes del 18 de julio de 1936, siguió apoyando la guerra que desencadenaron a la que llamaron cruzada y que causó un millón de muertos? No ha apoyado la iglesia todas, absolutamente todas las guerras de Occidente y a veces, muestra de su amoralidad profunda, respaldando a los dos bandos? ¿No son ustedes, pues, responsables de millones y millones de muertos, sin contar los que ustedes mismos han torturado, mutilado, quemado vivos y ejecutado por herejes? ¿Qué pretende usted con su necio discurso en contra del derecho del aborto? ¿Reclaman ustedes el privilegio del monopolio de matar? Su aparente defensa del derecho a la vida cuando forma usted parte de una organización que ha exterminado pueblos enteros es una canallada, señor obispo.

Su oposición a la contracepción, encabezada por su jerarca máximo cuando niega el uso del condón en el África, equivale a condenar a la enfermedad, a una vida de desgracia y a una muerte prematura a millones de personas y prueba que su actitud solo está movida por el deseo de extender el sufrimiento y la muerte entre los miserables del mundo que es para lo único para lo que han servido ustedes.

Y dentro de esta saña de la iglesia por hacer la vida imposible a los más desfavorecidos, señor obispo, destacan especialmente las mujeres, a las que ustedes odian sin piedad alguna, a las que quieren humillar, anular, deshumanizar y tratar como bestias. Por eso propugna usted que las mujeres acepten los embarazos no deseados, por ejemplo los producidos por las violaciones, entre ellas las de los curas. Una actitud tan repugnante e inmoral que solo cabe responder deseando a usted que le pasara lo mismo, que se quedara embarazado después de una violación. A ver qué decía.

Señor obispo.

El periodismo fábula

Esto no es ya ni periodismo basura. Es en realidad una fábula. El País informa hoy de que El Mundo trató de sobornar a dos testigos protegidos del 11-M para que se desdijesen de su declaración y así ayudasen a exculpar a Jamal Zougam, el principal condenado, a deslegitimar el juicio y sembrar dudas sobre la imparcialidad del presidente, Gómez Bermúdez.
Por descontado, todo esto supuestamente y pendiente de demostración. Pero no hay duda de que está en la línea que El Mundo adoptó desde el principio en el caso 11-M y en donde ya se produjeron hechos suficientemente alucinantes como el del condenado Trashorras, al que el periódico daba cancha cuando denunciaba ser víctima de un golpe de Estado encubierto tras un grupo de musulmanes. Una fórmula que condensa el mensaje de la derecha a la hora de interpretar el 11-M: los islamistas son una pantalla de una oscura y sórdida conspiración en la que están pringados ETA, el PSOE, sectores de la policía y algún servicio secreto, la antiEspaña, en definitiva. Su finalidad: echar al PP del gobierno mediante eso, un "golpe de Estado". Lo sostiene asimismo Aznar: el atentado trataba de acabar por la tremenda con el gobierno del PP al que no podían ganar las elecciones. Y así llevan once años dando la murga con ocurrencias tan peregrinas que las aventuras de Pimpinela Escarlata, a su lado, parecen la rutina de un regimiento prusiano, hurgando entre la chatarra y vociferando desde los titulares. Lástima que el propio Trashorras se fuera de la lengua y acabara confesando aquello tan famoso de "Mientras 'El Mundo' pague, yo les cuento la Guerra Civil". Es decir, siempre aparece El Mundo pagando a cambio de historias imaginarias, fabulosas. Y no de ahora. Ya en el asunto de los GAL, al parecer hubo pagos a Amedo para que contara una historia y no otra. Aquí se trata de imponer frente a la que el periódico y el resto de los conspiranoicos llaman la versión oficial otra que está oculta, pero acabará viendo la luz como una versión mundial (o sea, de El Mundo).
La pregunta inmediata es: ¿para qué está el periodismo, para informar sobre la realidad o para crearla y, cuando menos, inventársela? Pasa la práctica por ser "periodismo de investigacion", pero no deja de ser periodismo de agitación y bastante malo, en el fondo pésimo porque es una imitación andrajosa del mítico Watergate. En verdad no hay diferencia entre este tipo de prensa y aquel primer Informaciones de la Dictadura del que, cuando los alemanes iban perdiendo la guerra y preguntaban por esta a Hitler, el cabo austriaco decía "no tan bien como dice Informaciones pero vamos tirando".
De ser ciertas las denuncias de las dos testigos rumanas, los tratos que aseguran haber tenido con las gentes de El Mundo son casi un estudio de antropología. ¿A quién se le ha ocurrido que las rumanas valorarían, además de una ayuda con la hipoteca y una mejora en el empleo, una camiseta del Real Madrid? Yo, en lugar de los merengues me cabrearía. ¡Tratan nuestras camisetas como si fueran abalorios! Periodismo de fábula, fábula ramplona y ruin, pero fábula. Recuerda este proceder el del tabloide de Murdoch, el extinto News of the World pues plantea la misma cuestión: ¿vale todo en el periodismo? ¿Se puede hacer periodismo cometiendo delitos? Presionar, sobornar, corromper testigos son delitos, igual que las escuchas ilegales.
Uno está tentado de asimilar estas fábulas a las inocentes leyendas de la inmortalidad del héroe o del supremo villano: Elías volverá, pues no murió; Arturo regresará de Avalon porque tampoco murió; ni el rey Sebastián, ni Hitler, ni Walt Disney. Lo unico que distingue la fábula de la versión mundial del 11-M de estas otras leyendas es que está pensada para hacer daño.
(La imagen es una foto de NetraaMT, bajo licencia de libre documentación GNU).

dimecres, 21 de març del 2012

Camps debe ir al psiquiatra.

Existe la ingenua creencia de que los políticos pueden ser muchas cosas, listos o tontos, honrados o sinvergüenzas, de derecha o de izquierda, tradicionales o avanzados, mejores o peores oradores, etc. Pero raramente se acepta que, además, puedan estar cuerdos o ser unos orates. Y no porque el mundo haya estado carente de gobernantes psicópatas, pues ha habido un buen puñado, desde Heliogábalo hasta Hitler, desde Carlos el hechizado hasta Luis II de Baviera, sino porque el vértigo propio del poder político y lo extraordinario de su fenomenología tienden a verse como un comportamiento original pero no frenopático por la misma razón por la que la alergia tiende a confundirse con una simple gripe.

En el caso de Camps buen número de sus manifestaciones se han considerado excentricidades, exageraciones, peculiaridades de una fuerte personalidad y no como lo que de hecho son, evidencias de un manifiesto desarreglo mental que, sin ser especialista en estos menesteres y a reserva de opiniones especializadas, me atrevería a calificar como paranoia esquizoide alucinatoria. Los datos de base están claros: un personalidad fuertemente narcisista, un carácter inestable propenso a altibajos temperamentales cíclicos, una incapacidad para interrelacionarse en términos ordinarios con los demás, manía persecutoria, megalomanía y delirios de grandeza.

Las pruebas de que su comportamiento responde a estas bases y evidencia la psicopatía las ha ido sembrando a lo largo de su carrera. Así por ejemplo, cuando le soltó a un dipuatdo socialista: "A usted le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta, típica proyección de psicópata; o cuando dice: "soy el candidato más respaldado de la historia de las democracias occidentales", no menos típica megalomanía; "ahí fuera hay miles y miles de enemigos", manía persecutoria, paranoia delirante.

En los últimos tiempos, tras su surrealista absolución por un jurado popular, el estado mental de nuestro hombre parece haberse deteriorado y así, en una entrevista con la revista Telva, que puede leerse como una especie de acta de un relato a un psiquiatra se considera a sí mismo, cómo no, el hombre más perseguido de España y muestra delirios alucinatorios, actitudes megalomaniacas ("Estoy preparado para ser presidente del gobierno", "mi bagaje es impresionante", etc) y puros disparates sin sentido alguno. Ni su partido lo respalda ya y lo más caritativo que de él dicen sus antiguos compañeros es que "Camps perdió el norte hace mucho tiempo". El norte, no; la cabeza y por entero, eso es lo que ha perdido Camps y lo más sensato que puede hacer es ponerse en manos de un psiquiatra antes de que sea demasiado tarde.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

La realidad y la ficción.

El eterno problema de la creación artística, de la literatura. El arte se mueve siempre en el campo de la ficción y entabla complicadas relaciones con la realidad. Pero la realidad está siempre ahí pues engloba la ficción. La ficción forma parte de la realidad pero no esta de aquella. No son dos opciones iguales entre las que quepa elegir libremente, pues la primera precede a todo. Ante todo está la realidad, lo que las personas son; y luego está la ficción, lo que dicen ser. Ambas cosas no tienen por qué coincidir y nuestra sociedad convive con un grado notable de discoincidencia entre lo que somos y lo que decimos que somos. A veces esa oposición es directa, brutal y entonces interviene la justicia para aclarar qué sea cada cual.

En la sentencia ayer conocida de una de las más de veinte causas de Matas, llama la atención la parte correspondiente al otro encausado, el periodista Antonio Alemany, que cobró indebidamente 600.000 € en varios años de dineros públicos malversados por Matas. A cambio, hacía de negro de este, pues le escribía los discursos y cuando no hacía de negro hacía de panegirista pues publicaba artículos encomiásticos del tal Matas en El Mundo. Es decir, Alemany decía ser periodista pero, en realidad, era un mercenario de la pluma, cosa que ocultaba celosamente pues no creo que sus columnas de El Mundo llevaran advertencia alguna de ser publicidad pagada, como eran.

Habrá quien diga que no solo los periodistas sino todos los que escribimos somos mercenarios de la pluma pues todos buscamos algo: criticar una causa, defenderla, en definitiva, arrimar el ascua a nuestra sardina. Es posible, pero no necesariamente a nuestro bolsillo. Conozco mucha gente a la que iría mejor en la vida si no escribiera y publicara lo que escribe. Y, sin embargo, se busca conflictos por convicción, cosa que Alemany probablemente considera un claro síntoma de enajenación mental. Esa diferencia entre lo que se es, la realidad, y lo que se dice ser, la ficción, es particularmente clamorosa aquí porque no se trata de que se hayan estafado unos caudales públicos sino de la comprobación práctica de la existencia de gente que escribe a sueldo y lo que le ordenan.

La realidad y la ficción juegan una contra otra en la convocatoria de huelga del 29-M. La realidad muestra que esta huelga sufre todo tipo de ataques conservadores que, unidos a las prácticas empresariales, pretenden aniquilarla in nuce. El gobierno la da por descontada y dice que es inútil mientras los empresarios la consideran una locura, tratan de impedirla y, para el futuro, quieren legislar sobre ella con clara mentalidad restrictiva y autoritaria. Las fuerzas conservadoras están en contra de la huelga. Las fuerzas progresistas, en cambio, están a favor. O eso se supone, porque el Congreso ha hecho saber que el día 29-M no solamente no hará huelga sino que tendrá una sesión maratoniana. Es decir hara una huelga de las llamadas a la japonesa en la que los huelguistas trabajan más horas que antes. La ficción (estamos con la huelga general) y la realidad (pero no la seguiremos) muestran una llamativa discordancia, como la del periodista Alemany.

La tímida petición de que se inhabilite el día 29 como día de sesión solo pretende que la autoridad resuelva el problema de si los diputados deben ir o no a la huelga y ahorrar a estos el amargo trance de dar ejemplo a la ciudadanía. Porque proclamar una huelga pero no ir a ella es una acción condenable en cualquier lugar del mundo. Es predicar pero no dar trigo, como dice el refrán. Los diputados de la izquierda están obligados a hacer huelga y hacerla en contra de la voluntad de su "empresa", como le piden a la gente. La idea de que los legisladores, como los demás ciudadanos que desempeñan funciones vitales para la sociedad no pueden hacer huelga es errónea. Todos los trabajadores por cuenta ajena deben tener derecho de huelga. Otra cosa es que lo ejerzan civilizadamente, tratando de mitigar los perjuicios que se ocasionen a terceros. Por eso el debate más encendido siempre es acerca del alcance de los servicios mínimos.

Con esta idea de los servicios mínimos, la izquierda puede proponer al Congreso que deje la Diputación permanente en su lugar. Pero eso es algo que la derecha no admitirá. La izquierda no tiene en tal caso más opción que la huelga. Desde luego, si la izquierda huelga, la derecha podrá sacar adelante en sus términos normativa muy importante, como le Ley de Estabilidad Presupuestaria y cinco decretos-leyes de recortes y ajustes. La cuestión, la realidad es, sin embargo, que, con su aplastante mayoría parlamentaria, la derecha podrá sacar adelante su normativa en todo caso. Siendo esto así la izquierda no tiene excusa para hacer coincidir la realidad con la ficción y encabezar la huelga, como es su deber.

(La imagen es una captura del vídeo publicado por El País.

dimarts, 20 de març del 2012

El chorizo y su amanuense.

En el mercado de truhanes, sinvergüenzas, apandadores y logreros en que el PP ha conseguido convertir la política nacional, sobre todo la autonómica y municipal, la parte levantina/mediterránea sobresale por méritos propios. Los mangantes de la zona son gente campechana, alegre, popular, muy accesible, lustrosos y bronceados que esquilman las arcas públicas en connivencia con unos u otros empresarios más ladrones que ellos mismos, sin perder la sonrisa ni la afabilidad. Frente a ellos, los maleantes del centro, en Madrid y lugares de Castilla y León, por ejemplo, son gente taciturna, como huraña, en la tradición de la pomposa ostentación borgoñona, granujas disfrazados de funcionarios para perpetrar mejor sus fechorías. No hay ni color. La corrupción levantina es suave como la brisa el mar mientras que en el centro peninsular es bronca, tajante, súbita y no se anda con remilgos y contemplaciones.

A su vez, dentro del chiringuito delictivo levantino, el expresidente Matas es un glorioso ejemplo por sí mismo: avezado político, ejemplo y modelo de bien hacer, según criterio ilustrado de Mariano Rajoy, ministro de Medio Ambiente con José María Aznar, derrochaba simpatía a la par que se apoderaba de caudales y bienes sin cuento que una ingenua población había puesto a su cuidado. ¿Cómo se iba a corromper Francisco Camps por tres tristes trajes? Por eso lo ha absuelto un jurado popular. En el caso de Baleares, mala pata, no se pudo recurrir a tan salvífico expediente y los avinagrados jueces de la zona quieren que Matas pague por sus frustraciones y problemas.

Matas es también un curioso ejemplo por otro lado. No contento con un aparato de agitación y propaganda a su servicio, como el del PP en Valencia (Canal Nou) y Madrid (Telemadrid), Matas alquiló los servicios de uno de esos periodistas que González Ruano llamaba sobrecogedores (o sea, que cogen sobres) para que lo siguiera por doquier, haciendo panegíricos de su persona y obra (y pagándolo con dineros públicos obviamente malversados), como Ovidio con Augusto o atacando y fustigando a sus enemigos como los poetas románticos arremetieron contra los artistas aburguesados. Muy de leer eran las piezas de Antonio Alemany, periodista a sueldo de Matas como los sicarios lo estaban de los señores renacentistas o los hashisin de los effendis de turno. Tan pronto se deshacía en elogios de la clarividencia matasina como destapaba alguna hedionda maniobra de la oposición para debilitar el gobierno legítimo que le daba de comer con generosidad, mediante insidias y traiciones que hubieran merecido mil muertes si mil vida tuviera aquella, como dice el poeta.

Si Matas es el prototipo del político de la derecha, que entiende el servicio público al servicio de su interés privado, el condenado Alemany lo es de lo que se llama su "terminal mediática", una máquina de adular a unos e insultar y difamar a otros a tanto la palabra que se repite a lo largo y ancho de la geografía nacional en la horma de presentadores y tertulianos que dan una monserga monotónica a modo de berreo ininterrumpido en periódicos, radios y televisiones, todos diciendo lo mismo y sin parar y cobrando una pastuqui.

Parte de los enredos delictivos de Matas tuvieron al parecer la colaboración de Iñaki Urdangarin, cuya condición noble (aunque advenediza) impresionaba al plebeyo insular mientras que la habilidad de este para estafar los caudales públicos debía de parecerle al duque prueba viva del ingenio del buen pueblo.

Que la justicia haya por fin condenado al político "ejemplar" y su agudo plumilla a sueldo es un parcial desquite por todo el bochorno que hay que pasar con las actividades de los Matas, Costas, Campses, Gonzáleces, Zaplanas, Bárcenas, Fabras, Galeotes, Campos, Crespos, Paneros, Sepúlvedas, etc, etc.

Lo que se juega el 25-M.

La realidad tiene su carga de ironía que no respeta nada y se atreve con lo más sagrado. Las dos últimas elecciones antes de cerrar el mapa político de España para los próximos años se dan en estas dos comunidades autónomas de Asturias y Andalucía. A reserva, naturalmente, de lo que en 2013 decidan los vascos, grandes aficionados a decidir.

Desde el punto de vista simbólico las dos son el alfa y el omega de la historia patria. Allí donde comenzó la Reconquista con un puñado de hombres contra un imperio y allí donde terminó con un imperio contra un puñado de hombres. A reserva, claro está, de lo que sucediera unos años más tarde con el Reino de Navarra. Las dos son comunidades históricas aunque no blasonen de lengua propia o no con el mismo imperio que catalanes, vascuences y gallegos. Históricas con una historia muy distinta que se refleja en su condición actual, tanto geográfica como económica, social y cultural. Las dos presentan peculiaridades que explican el gran interés que en ellas demuestran los partidos pues, por distintos motivos, se juegan mucho.

En el caso del PP en Asturias se juega sancionar o no la existencia de una organización escisionista, el Foro de Álvarez Cascos, que debilita a la derecha estatal pero a la que esta debiera estar acostumbrada porque es rasgo frecuente en los antiguos reinos del norte. En Navarra y en Santander hay formaciones conservadoras distintas del PP y no nacionalistas. En Andalucía, en cambio, la situación es opuesta. No hay escisión de la derecha que constituye una unidad monolítica y sitúa su especial interés en el factor simbólico de derrotar al PSOE en su último bastión en España. Fin de la Reconquista.

Para la izquierda la perspectiva es distinta. Ambas comunidades presentan un rasgo común, sin embargo, a pesar de sus muchas diferencias pues en las dos son verosímiles gobiernos de unión de la izquierda. Lo fueron en el pasado y siguen siéndolo. Estos gobiernos de coalición son en realidad formaciones a la defensiva frente a una derecha crecida y mayoritaria por separado. Tienen sin embargo un valor admonitorio para una izquierda que está hablando siempre de unidad pero no la practica.

Para IU el asunto es más complicado porque, salvo una muy improbable alianza IU-PP, sus opciones son menos pues solo contempla razonablemente aliarse con el PSOE si este no obtiene la mayoría absoluta. Si la obtiene, cosa al parecer harto improbable en estas elecciones, no habrá gobierno de coalición.

El que más se juega aquí es el PSOE. En Asturias, recuperar un gobierno del que fue desplazado por algo tan imponderable como el populismo local de Álvarez Cascos. En Andalucía conservar el gobierno que ejerce hace treinta años y hacerlo en condiciones muy difíciles y en un contexto nacional contrario, cuando no hostil. En ambos casos los socialistas están en desventaja, especialmente en Andalucía en donde juegan con cartas perdedoras, según todas las encuestas. Y, sobre todo, luchan contra su propia imagen de partido/Estado, anquilosado tras treinta años de poder, minado por la corrupción y las prácticas clientelares, algo muy difícil de conciliar con la imagen de un partido socialista fresco, vivo, reformista, íntegro. ¿Qué campaña electoral podría eliminar aquella impresión y presentar esta?

Los dirigentes parecen lanzados al optimismo de la voluntad, ignoran los fríos datos de la encuestas o los minimizan, fían más en el corazón, el élan vital bergsoniano, los sentimientos y el espíritu del pueblo, la conciencia de la tierra dominada por los de la Reconquista de siempre. Solo nos falta un aceituneros altivos. Por vez primera los andaluces han desvinculado sus elecciones de las del Estado y las enfocan en clave autonómica. Pero esta es muy endeble. No porque Andalucía lo sea sino porque el momento nacional es especialmente crítico. Y así como los gaditanos hablaron hace 200 años en nombre de España entera, avasallada por el francés, los andaluces lo harán ahora, quieran o no los dirigentes socialistas, en nombre de España entera avasallada por Europa y algunos dicen que por el alemán. Y decidirán, según parece, respaldar la respuesta del PP que conocen y no la del PSOE, que no conocen.

Así pues, la campaña electoral en términos españoles y en términos europeos. Pero para eso hubiera sido necesario que el PSOE del Estado tuviera ya sus propuestas elaboradas. Los socialistas van a Andalucía a hablar de los andaluces y los andaluces quieren que les hablen como españoles y europeos. Es una falta de sentido táctico pasmosa. No se entiende qué hace la dirección del PSOE que, por arriba, está ausente en el cónclave socialdemócrata de París y, por abajo, no aporta nada a la campaña electoral andaluza, salvo avisar a los electores de algo de lo que los electores están suficientemente avisados, que la derecha dice una cosa y hace otra. Pero eso sucedió también con el último gobierno socialista.

dilluns, 19 de març del 2012

Urdangarin y los daños colaterales.

El abogado de Iñaki Urdangarin ha decidido que ya está harto de la "pirotecnia informativa" que hay en el caso del yerno del rey y que, de ahora en adelante, no hará más declaraciones a la prensa. Es una estrategia defensiva como otra cualquiera. La puso en marcha Camps durante su peripecias con la justicia y tomó buena nota Rajoy, quien se pasó el último año de las elecciones sin contestar preguntas de los periodistas, incluso sin admitirlas porque suelen ser impertinentes. Lo raro es que lo haga un abogado, con lo que gusta a los de su profesión hablar en público para defender a sus clientes que, en el fondo, es defender sus bolsillos. Este, en concreto, parece un hombre culto; utiliza términos poco frecuentes, como "pirotecnia", pero su finalidad es la imaginable: que no se hable de su chiringuito. Muy mal tiene que verlo.

Muy mal está. Urdangarin aparece imputado en cuatro delitos, se libra del de fraude a Hacienda por los pelos y lo más probable es que el juez le imponga una fianza considerable. Lo tiene crudo. Es seguro que, a tenor de lo que dice su letrado, mucha gente salga en su defensa, criticando el linchamiento mediático y abogando por el respeto a la presunción de inocencia. Lo cual está muy bien pero es bastante inútil en una sociedad que consume información fuerte a gran velocidad porque a eso es a lo que la han acostumbrado los urdangarines del mundo, los famosos, las celebrities, los fainéants de turno que, viven , precisamente, de su aureola mediática, del escándalo de servir de pábulo a la insana curiosidad (la curiosidad siempre es "insana") de la plebe. Gentes que llegan incluso -y no digo que sea el caso de este buen hombre cuyo matrimonio con una infanta real más parece un acto de acumulación de capital que otra cosa- a vender sus intimidades a precios exorbitantes y que, incluso, si no las tienen listas, se las inventan: separaciones, reconciliaciones, venganzas, trastadas, jugadas, todo ese variopinto farfulleo que hace las delicias de las marujas y los marujos del país, que son legión, a juzgar por las audiencias de los programas de TV y las revistas que tratan estas quisicosas.

Todo funciona a la perfección, nadie se acuerda de la intimidad, el derecho a la propia imagen, etc hasta que algo se tuerce e interviene la justicia. Entonces sí sale el habitual amonestador a pedir que no se haga "pirotecnia". Ahora, no, por favor. Pero es una gestión absurda. Nadie pidió a estos mendas que viven del cuento que se singularizaran, acapararan portadas de revistas, salieran en las teles. Lo hacían porque les interesaba y, si veían que llevaban una temporada sin salir en los medios, hasta podían fingir un robo en su casa. ¿Qué tiene de extraño que quien voluntariamente sale a la plaza pública a que lo miren, sufra luego que lo miren cuando el/ella quisiera ocultarse? Cierto, la cotillería del público es molesta cuando no es solicitada, pero no es posible librarse de ella cuando uno, voluntariamente la reclamó. Y esto no tiene nada que ver con los juicios paralelos, la presunción de inocencia y otras gradilocuencias de este jaez, sino simplemente con el morbo y la curiosidad popular que despierta quien se dedicó voluntariamente a exponerse a ella.

Otra cosa, aunque no muy distinta, es el caso de la infanta Cristina. Pero de esto, otro día.

(La imagen es una foto de Zugaldia, bajo licencia de Creative Commons).

La teocracia liberal

Se cumplen 200 años de la Constitución de 1812, popularmente conocida como La Pepa, y Cádiz, ciudad en la que esta Constitución se proclamó, anda en fiestas. La Pepa estuvo en vigor en tres breves periodos de la historia patria, en 1812/1814, 1820/1823 y 1836/1837. Pero lo que no alcanzó en términos de norma positiva lo logró en cambio en el orden simbólico. Ha servido siempre -y sigue haciéndolo- como emblema del liberalismo español, como prueba de que la raza no está condenada a sufrir sempiterna tiranía sino que, cuando el pueblo quiere, es capaz de dotarse de instrumentos esclarecidos de gobierno. La Constitución de 1812 influyó mucho en el constitucionalismo europeo del XIX y de hecho estuvo en vigor y más tiempo que en España en el Reino de las dos Sicilias.

¡Loor, pues, al símbolo del liberalismo hispano! El documento que anuncia al mundo la llegada de la nación española. Porque esa es la gran virtud del texto, el ser el acta del nacimiento nacional. ¿Acaso no estaba entonces en ilegítimo vigor la Constitución de Bayona de 1808, la Constitución de José I? En modo alguno, sostenían los patriotas gaditanos: la nación española habla en el texto de 1812, afrancesado por la forma (ya que, al fin y al cabo, es una Constitución) pero reciamente hispánico, castizo, en su contenido.

Resulta así que, efectivamente, por obra de esta interpretación del origen de la nación española, La Pepa es el crisol en el que se se forja y aparece identificada desde el principio con los valores del liberalismo. Será la Constitución de la libertad frente a la tiranía. Así es como surgen también los mitos y las leyendas, sobre todo cuando nadie se preocupa por indagar en la naturaleza exacta del símbolo mismo. Prácticamente ninguno de los que estos días celebran la Constitución de 1812, hablan de ella y la presentan como el ideal al que los liberales y demócratas españoles han dirigido la mirada, la han leído y, por tanto, no saben lo que dice en realidad. El origen de todo suele ser oscuro, pero no sé si tanto que acabe siendo lo que no es.

Personalmente siempre me ha llamado mucho la atención que el liberalismo español sea cosa del clero y que, en el fondo, la Pepa sea una constitución de curas que, en definitiva, establece una teocracia disimulada y no tan disimulada, al extremo de que vincula la condición nacional española con el catolicismo. El artículo 12 retrata el empeño: La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra. Por cierto, gustará más o menos a los patriotas pero la odiada Constitución de Bayona (que conocía muy bien al pueblo español) decía ya en su artículo 1ºLa religión Católica, Apostólica y Romana, en España y en todas las posesiones españolas, será la religión del Rey y de la Nación, y no se permitirá ninguna otra lo que, entre otras cosas, demuestra la tradicional y anfibia habilidad de la iglesia, que apostaba a las dos barajas, la española y la francesa.

Los curas están presentes en la gobernación del país pues cuatro de ellos (dos necesariamente obispos) forman parte del Consejo de Estado (cuarenta personas, art. 232), del que se asesora el Rey para gobernar. Y no solamente gobierna, sino que se reproduce en el sistema educativo en términos que la jerarquía siempre ha visto con buenos ojos, pues es negocio de almas y de dineros, idénticos para la iglesia. Según el artículo 366: En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles. Es decir, en la Pepa la educación para la ciudadanía competía a los curas. A esto llaman las buenas gentes de hoy liberalismo; y lo será, pero en los términos de Esperanza Aguirre.

También los otros motivos de enternecedora simpatía de la Pepa tienen sus más y sus menos. Es cierto que reputa españoles a todos los hombres libres nacidos en los dominios de la Españas de ambos hemisferios. Pero ello mismo lo dice, hombre libres. Los esclavos no son españoles. El espíritu doceañero acepta la esclavitud. Es también una determinación racista, aunque esta no se explicite: los españoles nacidos en el África no son ciudadanos salvo que se lo ganen "por la virtud y el merecimiento" (art. 22).

Entre los habituales temas hagiográficos que señalan la bendita ingenuidad de los constituyentes suele señalarse que se ordena a los españoles que sean "justos y benéficos" (art. 6) y que se considere que el fin del gobierno sea la felicidad de la nación. Menos se conoce que da como forma de gobierno una fórmula ideológica que también huele a eclesiástica, una Monarquía moderada hereditaria (art.14) en la persona de un Rey que es sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad (art. 168), condición que prácticamente reproduce la Constitución vigente de 1978 al decir que la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad (art. 56, 3).

Pero lo mejor de todo y lo que definitivamente sitúa a los constituyentes de 1812 no ya solo en la ingenuidad sino directamente en Babia es el hecho de proclamar que el Rey de las Españas es el Señor Don Fernando VII de Borbón, que actualmente reina. Esto es, si el liberalismo de la Pepa tiene un tufo eclesiástico evidente, la capacidad de los constituyentes para entender el momento en que vivían y las gentes que lo hacían era tan inexistente como la de prever el futuro más inmediato.

No está mal celebrar un hecho histórico, pero conviene saber qué se celebra en concreto y no darle más alcance del que tenía en realidad. La Pepa no es otra cosa que el primer hito del nacional-catolicismo e inaugura una idea de nación con la que Palinuro no está ni estará jamás de acuerdo.


Actualización a las 12:00.

Las prisas de esta desenfrenada época de torbellino tecnológico me hicieron olvidarme de la Inquisición, que los doceañistas mantuvieron incólume -prueba de su intenso espíritu liberal- hasta 1821. Me la ha recordado Juan Domingo Sánchez Estop, con quien tengo abundantes afinidades electivas. Gracias, Juan.


(La imagen es una foto de zugaldia, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 18 de març del 2012

En busca de esclavos.

Y este Juan Rosell era el que substituyó al presunto ladrón Díaz Ferrán al frente de la CEOE, el catalán presidente de Fomento del Trabajo Nacional y, según rumores, un "liberal". Pues sí, liberal al estilo de Franco que es el que les va a todos los empresarios y por el que suspiran, cuando tenían a su merced a los trabajadores que carecían de todos los derechos.

Ahora quieren hacer lo mismo aprovechando la crisis económica que siempre debilita considerablemente a los trabajadores. Les bajan los salarios, les aumentan las jornadas, pueden despedirlos cuando les dé la gana, los contratan como les place y cuando les place, los someten a condiciones indignas, no se cuidan de los accidentes laborales y pretenden privarlos del derecho de huelga que es la única arma legal con que los asalariados pueden defender sus exiguos derechos. No les basta con impedir su libre ejercicio, con presionar, amenazar a quienes vayan a la huelga, haciéndolos objeto de todo tipo de coacciones y chantajes. Quieren suprimir el derecho de un plumazo. Cuentan para ello con un gobierno cuya única finalidad es favorecer a la patronal en su propósito de restablecer la esclavitud.

Invocan el país, los intereses generales, los derechos de terceros, los servicios públicos. Cualquier cosa con tal de no decir la verdad: que lo que les fastidia es que paren sus empresas y ellos dejen de lucrarse durante 24 horas. Lo único que moviliza a los patronos: el dinero. La expresión de este menda lo dice todo: "un grupito no puede paralizar el país". Se refiere a los millones de huelguistas el muy cínico, no al verdadero "grupito", el de los empresarios, que es el que tiene parado el país desde hace cuatro años, con cinco millones de parados. Ese es un "grupito" dañino. Porque el paro es la forma del terrorismo que ejercen los empresarios.

El fin de una era.

Las elecciones se pierden o se ganan en el momento en que cierran los colegios electorales al final del día de votación. Ni un minuto antes. Hasta ese momento siempre caben sorpresas porque el comportamiento de los seres humanos es radicalmente imprevisible. Pero es conjeturable y, según las circunstancias y los medios que se empleen para hacerlas, las conjeturas son más o menos afortunadas. Oscilan entre la exacta predicción y el completo disparate, con una profusa gama de posibilidades intermedias.

Los candidatos del PSOE en las elecciones autonómicas andaluzas del próximo día 25 recorren la Comunidad asegurando que se está produciendo un cambio en la tendencia prevista del electorado de dar la mayoría absoluta al PP. Lo "sienten", lo "palpan", es una intuición, un ánimo difuso que detectan en el ambiente. La base para justificar la conclusión es endeble. Coincide, sin duda, con sus más fervorosos deseos, pero eso no la hace más verosímil. No más que si llegaran a ella tras haber interpretado el vuelo de una bandada de patos. Enfrente tienen la predicción de la encuesta que publica hoy El País, hecha con todas las garantías científicas y un margen de error probablemente bajísimo. El vaticinio es tremendo: 59 escaños para el PP, 41 para el PSOE y 9 para IU. Siempre queda la esperanza de que el mismo hecho de la publicación ponga en marcha reacciones del electorado que acaben desmintiéndola, a través de los dos efectos contrarios, uno desmovilizador del voto de derechas ("está ganado") y otro movilizador del de izquierda (hay que echar una mano al perdedor/que viene la derecha) y algo de eso habrá. Pero la diferencia es demasiado grande para que una variación tenga algún resultado de relevancia.

Lo más importante de las elecciones andaluzas, como señala todo el mundo, es su valor simbólico. Último bastión del PSOE, 30 años ininterrumpidos tocarán a su fin. Ello puede poner en marcha una reacción interna en el partido de imprevisibles consecuencias. Y, sin embargo a cualquiera se le alcanza que en la dinámica ordinaria de los sistemas democráticos, treinta años de gobierno ininterrumpido es algo anómalo. Lo normal en democracias es la alternancia no necesariamente cada cuatro años pero tampoco cada treinta.

Treinta años de dominación, por lo general con mayoría absoluta, acaban produciendo ritos, costumbres, prácticas, creando redes, fomentando el amiguismo y el clientelismo, un sistema de partido dominante que acaba pervirtiendo el funcionamiento de las instituciones democráticas. Da la impresión de que el insólito caso de los EREs ilegales y el tren de vida de la consejería de Empleo son puntas de iceberg. Puede que no sea así, pero lo parece y mucha gente lo cree.

El PSOE dice que el cambio previsto de mayoría será una catástrofe para Andalucía, como lo ha sido antes para España. Desde luego, para quien es una catástrofe sin duda es para el propio PSOE pues lo obligará a poner en la calle una cantidad considerable de cargos públicos, lanzándolos en muchos casos al paro. Esa tendencia de los partidos a identificarse con el Estado que colonizan les hace sentir estas bajas casi como despidos de funcionarios, sobre todo si llevan treinta años prestando servicios. Ya está pasando a escala nacional, pues hay un ERE en marcha en Ferraz, debido al descenso de ingresos por los malos resultados electorales del 20N.

El valor simbólico viene también porque se tratará del tercer batacazo electoral socialista en menos de un año (elecciones del 22 mayo y 20N de 2011 y estas de marzo de 2012) y dos de ellos bajo la dirección de Rubalcaba. Es un ciclo, sin duda, pero si en la votación del 25 el electorado mantiene el castigo al PSOE, este ya no puede leerse como continuación del ciclo pues presenta una novedad nada desdeñable: la de que el electorado vota sabiendo ya lo que le espera si gana el PP porque lo está viendo en España. Por más que Rubalcaba insista en el discurso de denunciar ocultación (el mismo que empleó en las elecciones del 20N que perdió) si el domingo el PP se alza con la victoria es porque el electorado sigue prefiriendo la oferta (o no oferta) del PP a la del PSOE. Pero ya no a la del PSOE de Zapatero sino a la de Rubalcaba. Y eso es algo que su equipo y sus seguidores deben considerar.

No está claro que hayan conseguido formular un discurso que la gente esté dispuesta a votar y gane elecciones. Han tenido más de tres meses. Ciertamente, hubo unas primarias, que siempre distraen lo suyo pero a los más de tres meses del 20N el partido tendría que haber reconstruido algún tipo de discurso. El PSOE de Andalucía hace una campaña puramente defensiva, contrarrestando la lluvia de acusaciones; no hay valoración del propio gobierno, ni innovación, ni propuestas nuevas. Y el PSOE nacional no compensa aportándolas él sino que, al referirse a Andalucía, remacha el inexistente discurso de Griñán. En fin, es Escuredo llamando gilipollas a los del PP y desdiciéndose cinco minutos despúes.

A lo mejor debe la actual dirección del PSOE convocar un congreso extraordinario para formular un discurso y un programa claros y nuevos. Seguir haciéndolo como hasta la fecha, en contextos electorales en los que todos los gatos son pardos, no lleva muy lejos. A estas alturas me atrevo a decir que mucha gente no sabe con exactitud qué haría el PSOE si volviera al gobierno en España en casi ningún aspecto. Por ejemplo: ¿denunciaría los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede?